27/5/25

La lucha del magisterio entrerriano para organizarse en defensa de sus derechos

 Rubén I. Bourlot

El 22 de junio de 1981 es la fecha del puntapié inicial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos. El gremio compañero de ruta del Centro Entrerriano de Docentes de Enseñanza Media y Superior (CEDEMYS) nacía en medio de un gobierno dictatorial. Ambos se fusionarán en 1988 conformando la actual AGMER. Tardíamente los trabajadores de la educación comprendían la importancia de luchar colectivamente y en solidaridad con los demás trabajadores.

El trabajo de docente desde siempre estuvo sometido a una visión sesgada de gran parte de la sociedad y hasta era su propia percepción.

El término pedagogo hunde sus raíces etimológicas en el antiguo griego y el latín. En la Roma clásica  los primeros pedagogos, los paidagogos, eran esclavos de familias acomodadas que conducían de la mano a los niños a la escuela y de paso también le brindaban instrucción acerca del comportamiento. La sumisión era la característica de su labor.

Tradicionalmente la tarea de la maestra era consideraba una especie de prolongación de las faenas femeninas del hogar. Por eso la predominancia de mujeres en la actividad. Los alumnos serían algo así como los hijos adoptivos de mujeres a las que se les dificultaba tener propios. La docencia-sacerdocio era la caracterización de su trabajo “vocacional”, y aún hoy se la suele asociar a esa función de mujeres célibes.

Las docentes eran mujeres abnegadas que debían renunciar a formar su propia familia para hacerse cargo de hijos ajenos.

También las había maestras sostenes del hogar que debían trabajar en sitios alejados de su residencia y no tenían estabilidad. Cada tanto les venía el “traslado” y debían acatar. Cuando tenían un esposo que las acompañaban a éstos les resultaba muy difícil consolidar un trabajo en esa condición de itinerante y solían dedicarse a tareas ocasionales o a hacerse cargo de las labores hogareñas mientras su pareja permanecía en el aula. Los “fogoneros” a cargo de la cocina como los caracterizaba Arturo Jauretche. 

Paralelamente estaban las maestras batalladoras que se rebelaban a este estado de cosas; que iniciaron el camino de las luchas feministas como Macedonia Amavet (una de las primeras maestras jardineras) o la propia Juana Manso. Fueron las pioneras de un largo y tortuoso camino porque la realidad era muy otra, los prejuicios estaban profundamente arraigados y aún permanecen en el subconsciente colectivo.


Profesiones liberales

Por lo expuesto el sector no lograba una organización sindical como el resto de las actividades que tempranamente comenzaron con la formación de gremios. Los intentos fueron tímidas asociaciones de maestras que no se asimilaban a los trabajadores asalariados. En Entre Ríos, en 1918 se creó una Asociación del Magisterio de Paraná con características similares.

El advenimiento del peronismo a mediados del siglo XX, con el decidido apoyo de un sindicalismo en ascenso, puso a la docencia en la vereda de enfrente. De modo más o menos masivo se recluyen en un individualismo furibundo y rechazaron cualquier alternativa de sindicalización.

Fue a partir de la década de 1960 que comenzaron los primeros intentos de agremiaciones percibiéndose como trabajadores de la educación y no como profesionales liberales.

En Entre Ríos, tras la experiencia de CTERA a nivel nacional (a partir del Congreso de Huerta Grande en 1973), los docentes encauzaron sus reclamos mediante la organización sindical.

En principio surgieron varias organizaciones que nucleaban a la actividad -nos informa un documento publicado por Elena Arnaudin- como “la Federación del Magisterio de Entre Ríos que agremiaba a los maestros dependientes del estado provincial; la Federación de Docentes Nacionales de Entre Ríos que nucleaba a los maestros de las escuelas ‘Láinez’; los Centros de Profesores Diplomados; la Unión Gremial de Maestros Privados Entrerrianos y la Asociación del Magisterio de Paraná, los que participaron del Congreso fundacional de la Ctera del 11 de septiembre de 1973, sosteniendo sus principios fundamentales del rol social y político de la escuela pública, de la obligación indelegable del Estado de sostenerla, de la democracia sindical y de la autonomía político partidaria de las organizaciones gremiales.”

Finalmente, el 22 de junio de 1981, nació la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos que coexistía con el Centro Entrerriano de Docentes de Enseñanza Media y Superior (CEDEMYS). Según la convocatoria a la asamblea fundacional, publicada por EL DIARIO el 19 de junio, el gremio era la continuidad de la mutual Asociación del Magisterio fundada en 1918. Los docentes enfrentaban el desafío de organizarse y luchar por sus derechos en medio de los estertores de un gobierno tiránico que desconfiaba de las organizaciones populares y las venía reprimiendo desde hacía un lustro.

La primera comisión directiva de AGMER fue presidida por Roberto Barbero. Como reivindicación inicial tomaron la reincorporación de todos los docentes cesanteados por el gobierno de facto que había arrebatado el poder en 1976.

Luego comenzaron a trabajar con grupos organizados en distintos departamentos de la provincia para consolidar su presencia territorial. En 1983, se organizó una Junta Provisoria carácter provincial encabezada por Alba Bochatón de Dondo como secretaria general. En 1984 fue elegida secretaria general Clelia Lavini, una histórica militante del gremialismo docente, que robusteció la organización del gremio.


La unidad en marcha

En 1988 los docentes del país protagonizaron la histórica Marcha Blanca, huelga nacional de 43 días, que exigían el salario único en todo el país, paritaria docente nacional, la sanción de una ley de financiamiento educativo y una nueva ley nacional de educación. Este hecho movilizó a la docencia entrerriana que comprendió la importancia de marchar unidos en las reivindicaciones y los impulsó a fusionar ambas organizaciones, dando origen a AGMER-CEDEMYS. En septiembre de ese año los afiliados de ambos sindicatos eligieron una conducción unificada: Ricardo Matzkin (por AGMER) surgió como secretario general y Blanca Benavídez (CEDEMYS), secretaria adjunta.

En 1990 el principal gremio docente entrerriano pasó a denominarse definitivamente AGMER. La actividad gremial provincial también se canalizaba a través de la Unión Docentes Argentinos (UDA), AMET (docentes de escuelas técnicas) y SADOP (educación privada).

Uno de los acontecimientos más importantes a nivel nacional que tuvo como protagonista a AGMER fue la Carpa Blanca instalada en frente al Congreso a partir de 1997, que duró 1003 días. Los docentes seguían reclamando la paritaria docente nacional, una ley de financiamiento educativo, la derogación de la polémica Ley Federal de Educación, y el cese de las políticas de ajuste y precarización instrumentadas durante el gobierno de Carlos Menem.

Una de las conquistas de la Carpa Blanca fue la creación del hoy fulminado Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) que el estado nacional distribuía entre las provincias para reforzar los salarios.

La resignificación de los actos escolares y las fiestas patrias

 Rubén I. Bourlot

Desde hace unos 150 años las escuelas argentinas conmemoran las fechas patrias y recuerdan a los próceres con actos escolares que repiten un ritual "casi sagrado" que ni padres ni maestros se atreven a alterar, aunque en lo que los rituales tienen de particular como una expresión de símbolo de creencia social, están cambiando. La investigadora y especialista en educación Marta Amuchástegui explica que a través de los actos escolares "se sostiene la tradición" y los maestros buscan "formar la conciencia cívica y transmitir el amor a la patria".

Era el ideal de quienes comenzaron a edificar un estado nacional a partir de una población heterogénea, un aluvión inmigratorio que iba sumando nuevos actores de diversa procedencia que era necesario homogeneizar. El ideal de “educar al soberano”, “civilizar al bárbaro”, más que nada dirigido a la población criolla se chocaba con las nuevas capas de europeos “civilizados” que había que "argentinizar". De ahí la importancia de los actos patrios, tanto como la de enseñar a leer y escribir.

Con el paso del tiempo poco se modificó de esta estructura si le quitamos algún apoyo tecnológico del siglo XXI.  No podemos negar que estos rituales no hayan cumplido con una función y no la sigan cumpliendo pero no está demás pensar cómo actualizar esos espacios que escapan de los límites del aula y de los diseños curriculares para conmemorar acontecimientos del pasado y fechas memorables que inviten al debate de ideas y al pensamiento crítico. No se trata de cambiar un discurso hegemónico por otro. Hasta no hace mucho se solía exaltar sin lugar a disensos la figura de un Cristóbal Colón “descubridor” de América que fue reemplazado por la figura del “indio bueno” idealizado sin demasiada apertura para la discrepancia. 

Repensar los actos escolares para darle una dinámica que revise conceptos cristalizados, ideas trasplantadas de la cultura europea a nuestras tierras, y haga de los actos un espacio más atractivo, participativo, para los chicos y jóvenes del siglo XXI.

 

Actores

En un acto conmemorativo de hechos históricos no podían faltar todos los actores, no solo los principales o que se consideran así. Hasta hoy se repiten hasta el cansancio la mención a los miembros de la Primera Junta en los actos del 25 de mayo, decorado con algún soldado Patricio, la consabida dama antigua como una mujer ricamente vestida, los infaltables French y Berutti repartiendo cintitas (celestes y blancas), morenos  y morenas vendiendo velas y empanadas sin dejar en claro que eran esclavos probablemente realizando esas tareas para sus amos. No aparecen ni los campesinos de los alrededores, ni las comunidades indígenas, ni los pueblos de las demás provincias que aún no se habían enterado de los que sucedía en las cuatro manzanas que rodeaban el Cabildo de Buenos Aires.

En Entre Ríos podemos realizar un recorrido de los actos escolares revisando los programas escolares que se guardan en los archivos e, incluso, los que se publicaban en los diarios. En los mismos observamos que su desarrollo no difiere demasiado de los actuales. Con la apertura que incluye la entrada de la bandera nacional (la de Entre Ríos se agregó después), la entonación del Himno Nacional (la marcha de Entre Ríos es posterior), las palabras del o la docente, una poesía recitada de memoria, los bailes tradicionales, alguna dramatización tomada de la revista La Obra (el caballito de batalla de toda maestra) y el final de fiesta con el agasajo a los presentes con chocolate y bizcochos de panadería recién horneados.

 

Con cohetes y bombas

De una rendición de fondos de la escuela de Curtiembre (departamento Paraná), para el festejo del 25 de mayo de 1897, observamos que se había adquirido para la ocasión papel azul y blanco, pelotas, 5 docenas de cohetes, mates con bombilla, cintas argentinas y punzó, pañuelos entre otros insumos. En un programa que publica el diario local en la primera década del siglo XX se describe la conmemoración del 25 de Mayo en Pueblo Brugo donde participaba toda la comunidad: “El 25 a la mañana saldrá una gran manifestación de la escuela a cuyo frente irán las autoridades nacionales y provinciales de este punto y los alumnos de la escuela hasta la plaza donde cantarán el Himno Nacional.”

Otro programa de la Escuela Infantil Nº 1 de Estaquitas da cuenta de los actos del 9 de Julio. Por la mañana, “a la salida del sol, disparos de bomba; a las 9 Himno Nacional cantado por los alumnos; discurso pronunciado por el director Sr. Valentín Cabrera; Los congresales de Tucumán, declamación por el niño B. Ventura, y A San Martín, por el niño Manuel Cabrera. Para la noche se programaba una Velada literaria que, entre otras actividades preveía la representación de La clase del 95 por “dos niñas y un niño”, un monólogo a cargo del niño Julio R. Cabrera y varias representaciones breves que documentan el esmero puesto en la preparación de los actos.

 

En carro a la plaza

Francisco Francou en su libro El faro de la cuchilla -valiosas memorias sobre la educación en la zona de Villa Elisa- nos ilustra sobre las fiestas patria en los últimos años del siglo XIX. “Es digno de hacer constar aquí -escribe Francou-, toda la buena voluntad y acatamiento de nuestra soberanía nacional, que siempre tuvieron las colectividades extranjeras que poblaron nuestra villa y colonia.”

“En los años 1896 y 1897, por orden de la Inspección, los maestros de la campaña con el mayor número posible de niños, tuvieron que reunirse en Colón, para festejar el 25 de Mayo.” Los niños de las colonias con sus maestros y padres, en caravanas de carros “colono”, atravesaron los gredosos caminos rurales para llegar puntuales a las 10 de la mañana del 25 en la plaza de la ciudad.

“Los alumnos iban lo más arreglados que podían, luciendo con orgullo en sus pechos, la Escarapela Argentina.” En el lugar participaron de los actos formales y luego fueron obsequiados con “masitas y caramelos”. Pero todo no fue tan bien en 1897 cuando a la vuelta se desató una copioso y fría lluvia azotando a los niños que viajaban en vehículos descubiertos. “desde esa fecha -dice Francou- los padres no quisieron exponer nuevamente a  sus hijos a tantas contingencias desagradables y resolvieron no concurrir más a Colón.”

13/5/25

Yayo Grassi, el cocinero amigo de Francisco: “Me gusta que los paladares bailen con música propia”

 Rubén I. Bourlot

A modo de humilde homenaje al Papa Francisco una entrevista que le realizara a su amigo Sereno Oscar Yayo Grassi el 20 de marzo de 2020 y publicada en la revista Ramos generales Nº 4, junio de 2020.

Sereno Oscar Yayo Grassi está radicado en Washington D.C. (Estados Unidos) en donde administra un negocio de gastronomía, “lo que yo llamo una ‘boutique catering’”, dice. Pero su historia está involucrada desde muy joven con el hoy Sumo Pontífice, cuando el padre Jorge Bergogoglio dictaba cátedras en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Desde esa época cultiva su amistas con el Papa Francisco. “Begoglio nutrió mi placer por la literatura; sustentó mi infrenable curiosidad por la lectura y piloteó mis primeros vuelos por la escritura”. 

-¿Dónde nació y cursó la escuela primaria?

-Nací en Paraná. Mi escuela primaria fue el Colegio La Salle en la calle Santa Fe.

-¿Qué actividades realizaban sus padres?

-Mi padre, Sereno Grassi, junto a sus dos hermanos, Eduardo y Selena, era el dueño de la Sodería Grassi Hnos., que estaba ubicada en calle Enrique Carbó.

-El secundario ¿lo cursó en la Inmaculada de Santa Fe?

-Parte del secundario lo cursé en Santa Fe. Para ser más preciso, mis últimos tres años de bachillerato, en el Colegio de la Inmaculada Concepción.

-¿Qué recuerdos tiene del padre Jorge en sus años de alumno de la Inmaculada? 

-Los recuerdos que tengo del Cura Bergoglio, “Carucha” como le decíamos con afecto sus alumnos, están muy íntimamente relacionados con la formación de mi carácter, mis gustos artísticos, mis conocimientos sobre literatura, filosofía y cine, y la formación de mi personalidad. Pero sobre todo, Begoglio nutrió mi placer por la literatura; sustentó mi infrenable curiosidad por la lectura y piloteó mis primeros vuelos por la escritura. 

Bergoglio era un maestrillo extraordinario, sumamente intelectual, pero a la vez profundamente humano: “Espiritualidad y humanismo no son antagónicos” me dijo en una oportunidad en que los dos discutíamos a Teilhard de Chardin, “son complementarios, son como  las superficies del anillo de Möbius”. Tremendo conocedor y amante del cine, fue el primero que nos expuso al cine existencial, mostrándonos películas de Ingmar Bergman, cuando teníamos ¡16 años! Después de más de medio siglo,  recuerdo perfectamente el profundo desasosiego que me provocó “El Séptimo Sello”. La búsqueda inútil y redundante por un dios totalmente aislado de su “creación”, que nunca se manifiesta vivo, solo en la máscara de la muerte, marcó fuertemente mis desafíos religiosos.

Cuentos originales

-Un cuento suyo fue elegido por Bergoglio para publicar el libro “Cuentos originales”, prologado por nada menos que Borges. ¡Habrá sido una experiencia extraordinaria! ¿Recuerda cuando se presentó en Paraná?

-En realidad son tres mis cuentos en “Cuentos Originales”. Este librito fue el producto de la visión, la tenacidad y la fe extraordinaria que Begoglio tenía en nosotros, sus alumnos. En sus clases de literatura, estudiábamos, por supuesto, a los clásicos –a Cervantes, Echeverría,  Hernández, Macedonio Fernández, Güiraldes…- pero analizábamos, es decir: leíamos y escribíamos monografías sobre los contemporáneos. Porque, como nos decía él, “los clásicos son la base de nuestra literatura, pero cuando ustedes salgan de aquí, van a leer a Borges, a Lorca, a Sábato, a Cortazar, a Neruda…, y por eso tienen que familiarizarse con ellos”.

Así fue que convenció a Borges que viniera a darnos una clase sobre literatura gauchesca… ¡Cosa de locos! ¡Hacer venir en colectivo desde Buenos Aires a Santa Fe al viejo para darnos una cátedra de un día! Al día siguiente, el cura Bergoglio le comentó a Borges que algunos de sus alumnos habían escrito unos cuentos cortos y que significaría mucho para nosotros si él quisiera escuchar unos pocos (este ejemplo de su confianza en nosotros es uno de las cualidades que mas valoro en él). Borges, por supuesto, asintió  –después de todo se trataba de literatura, y ya estaba acostumbrado a que le leyeran-.  Al finalizar de la lectura, Borges le comentó a Bergoglio lo impresionado que estaba con la calidad de los cuentos que acababa de escuchar. Le dijo que merecían ser publicados, y se ofreció a escribir el prólogo. 

Demás está decir que la experiencia de conocer a Jorge Luis Borges, escucharlo hablar de literatura gauchesca, tener con él una charla de igual a igual y al final sentarnos a su alrededor, mientras escuchaba, con concentrada intensión, nuestros primeros balbuceos literarios, ¡fue extraordinaria! (a veces me pregunto: ¿qué habrá pasado por la mente de Borges, mientras nos escuchaba?).

Pero la osadía de Bergoglio no terminó allí, porque también trajo a las escritoras María Esther de Miguel, quien enriqueció nuestra visión de la literatura del interior, sobre todo de Entre Ríos; y luego a María Ester Vásquez, quien nos enseñó a leer y a descifrar las claves de la escritura borgiana en los signos del poema “Everness”. 

Recuerdo cuando “Cuentos Originales” se presentó en Paraná, en el Ateneo de El Diario, con la maravillosa Sofía Acosta. 

- ¿Siguió manteniendo vínculos con Bergoglio? ¿Los sigue manteniendo?

-No inmediatamente después que terminara mi bachillerato. En realidad pasaron muchos años, y un día vi en las noticias algo sobre el Cardenal Primado de Argentina. Me pareció asombroso que el curita de mi juventud hubiese llegado tan alto. No porque él no fuera capaz, sino porque se me hacía imposible entender como Carucha había vencido sus propias resistencias. Lo que es extraordinario en su historia es que jamás hizo lobby para alcanzar las numerosas etapas que poco a poco lo acercarían más al Pontificado.

Lo visité en la Sede del Arzobispado en Buenos Aires, junto a la Catedral, en el año 2008. Yo sabía que después de mi visita Bergoglio tenía que ir a celebrar una misa en alguna parte. Pensando que le estaba sacando tiempo, en un momento le dije, idiotamente: “Jorge, no quiero sacarte más tiempo, sé que tenés que irte y tu chofer debe estar esperándote”. Me miró con una sonrisa divertida y me dijo: “¿Chofer? No, Obdulio, yo no tengo chofer. A mí me gusta tomar el subte, y a veces camino, y a veces van a buscarme en auto a la estación. Esta es la única forma en puedo charlar con la gente y enterarme de sus problemas y de sus inquietudes”.

- ¿A qué se dedicó luego de egresar del Colegio de la Inmaculada?

- Fui a Córdoba, a estudiar Medicina en la Universidad Católica. Abandoné Medicina cuando me di cuenta que nunca llegaría a ser un buen médico, y me fui a estudiar Sicología en Milán. Abandoné Sicología cuando me di cuenta que nunca llegaría a ser un buen sicológo. Entonces me metí en la escuela de Moda…y supe en seguida que llegaría a ser un buen experto.

El cocinero en Washington

-¿Cuándo y dónde se radicó fuera del país?

-Vine a los Estados Unidos en junio de 1978. Llegué aquí justo el día de mi cumpleaños. Fue un re-nacimiento simbólico. Pienso que mi primer nacimiento fue un incidente geográfico; en cambio, treinta años más tarde, nací por decisión propia.

-En algún momento se dedicó a la actuación ¿Puede explayarse?

-Yo ya hice teatro amateur en Paraná y luego en Córdoba. Cuando llegué a Washington DC me puse en contacto con dos teatros que producían obras del repertorio español y latinoamericano. Los dos directores de estos teatros son argentinos. Con ellos hice varias obras. Pero mi mayor orgullo es el de haber dirigido el estreno nacional en Estados Unidos de “El Público”, la obra póstuma de Federico García Lorca. Fue 1998, en celebración del centenario del nacimiento del poeta.

-¿Cuándo inició su actividad gastronómica?

-No sé… ¿cuando tenía 8 años, tal vez? Sí recuerdo que una de mis fascinaciones tempranas fue descubrir la relación entre el fuego y el desarrollo del sabor… Mi hermana, mi hermano y yo tuvimos la ventaja increíble de que Amalia, mi madre, gozara cuando estábamos en la cocina con ella. Ella nos llamaba para que la viéramos cocinar y para que la “ayudáramos”. 

-¡No sé como lo hacía! Yo necesito estar solo cuando cocino, de tal modo que diseñé mi cocina aquí con dos partes bien demarcadas: la zona “laboral”, que todos mis amigos respetan, y la zona “social” en la que son libres de hacer lo que quieran. Mi madre era una magnífica cocinera (mi padre también), pero observándola a ella fue que aprendí a amar la cocina y a gozar el trajín de cocinar.

-¿Qué emprendimientos gastronómicos tuvo y tiene actualmente?

-Mi compañía de catering es muy pequeña, lo que yo llamo una “boutique catering”. Pero me empeño en tener clientes con los que establezco, además, una relación de amistad. Es algo maravilloso conectarse con la gente a través de la comida. A la mayoría de mis clientes les hago eventos desde hace más de 15 años. Me considero afortunado que el catering se haya transformado en mi trabajo. Mis días están llenos de retos de crear sabores nuevos… no me puedo quejar, ¿no?

-Puede explicar su estilo de cocina. ¿Cuáles son los platos que prefiere cocinar?

-A lo mío no lo llamaría un “estilo”… sería demasiado pretencioso: cocino lo que a mí me gusta y como a mí me gusta. Si tengo que cocinar un lomo de cerdo, por ejemplo, busco y leo 10 o 15 recetas y de todas ellas aprendo y saco un poco y así creo mis propios sabores. Me gusta cocinar todo lo que traiga alegría a la mesa, todo lo que haga a los amigos más amigos; me gusta que los paladares bailen con música propia, y que al ritmo lo pongan las especias, las texturas y los colores…Y también me gustan los desafíos: por ejemplo, tengo un matrimonio a los que les hago su fiesta de navidad desde hace 12 años. Son una pareja de aventureros que viajan todos los años a lugares distintos del planeta. El desafío es que el menú de cada fiesta refleje la comida del país que visitaron ese año. Así, por ejemplo, tuve que meterme, leer y aprender cocina mexicana, italiana, japonesa, española, rusa… Y es muy divertido cuando ellos dos y yo nos sentamos a planear la comida.

Los ñoquis de Amalia
"Sabiendo que Begoglio vendría a Paraná, mi madre lo invitó a cenar a mi casa. Mami le pregunto qué le gustaría comer:

"'¿Usted hace ñoquis? Entonces me gustaría comerme unos ñoquis' ¡Y mami le hizo los ñoquis! Cuarenta y tres años después, cuando visité al Cardenal Bergoglio en Buenos Aires, él mismo sacó el tema: “Nunca volví a comer ñoquis como los de Amalia”, me dijo. En realidad, yo tampoco. Los ñoquis de Amalia no tenían igual."

6/5/25

La primera universidad pública de los entrerrianos

Rubén I. Bourlot


El 10 de mayo de 1973 era creada la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).  Su establecimiento debe enmarcarse en el denominado "Plan Taquini" que había instalado dieciséis universidades nacionales entre mayo de 1971 y mayo de 1973. La intención de este proyecto era redimensionar las universidades existentes, sobre todo las localizadas en los principales centros urbanos, así como propender a la regionalización del sistema universitario.

Pero el proyecto de la UNER venía de muy lejos y era la concreción de intensas gestiones de la comunidad entrerriana, en donde tuvieron un papel protagónico los vecinos de Concepción de Uruguay, que a lo largo de más de un década acariciaron el anhelo de una universidad propia.

Una década atrás se había conformado el Movimiento Pro Universidad Nacional de Entre Ríos y en agosto de 1964 -informa un diario (La Acción de Paraná)- sus promotores se entrevistaron con el senador nacional Antonio Tardelli para expresarle su complacencia por a presentación en el Senado del proyecto de ley de creación de la casa de estudios.

Este intento se frustró y el sueño de la universidad propia se postergó por varios años.

Tras la promulgación de la Ley Nº 20.366, en septiembre de ese año, se nombró rector organizador al doctor Miguel Ángel Marsiglia.