Por Rubén Bourlot
Derramada sobre barrancas calcáreas y balconeando frente al Paraná, la actual capital de Entre Ríos se apresta a cumplir, este 25 de junio, los 200 años de la efectiva elevación a la categoría de villa con cabildo propio, con lo que logra definitivamente su autonomía respecto de Santa Fe. Pero este núcleo urbano está próximo a verificar sus tres siglos de existencia y se lo puede considerar el más antiguo de la provincia.
Hasta la creación del Virreinato del Río la Plata, la ocupación del territorio entrerriano se concreta a través de las concesiones de tierras o suertes de estancia que benefician a vecinos de Santa Fe y Buenos Aires. El asiento de pobladores es disperso y en condiciones muy precarias.
Los primeros núcleos de población se forman espontáneamente en lugares favorables a los asentamientos. Cabe acotar que el suelo entrerriano, en particular la ribera del Paraná, está ocupada por grupos de pobladores nativos que se oponen a la invasión realista.
Con el traslado de Santa Fe a su actual ubicación, unos kilómetros al sur de la antigua Cayastá, se da inicio a la ocupación de zona que llamaba “la otra Banda del Paraná” o “la Baxada” y que con el paso del tiempo pasará a denominarse Paraná.
Parte del expediente por el que se eleva a villa
el 9 de enero de 1810
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La actual capital de Entre Ríos no registra un acto de fundación de acuerdo con las normas y costumbres hispanas, ni disposición oficial de su establecimiento. Su origen “singular, modesto y relevante”, como dice Facundo Arce, tiene que ver con un proceso lento e imperceptible, que se inicia con la llegada de los primeros pobladores al pago de “la Baxada” a fines del siglo XVI. Ese proceso se incrementa a partir del traslado de la ciudad de Santa Fe a su sitio actual, a mediados del siglo XVII, cercanía que favorecía el desarrollo de un caserío. Es un lugar con ventajas naturales para el desembarco. “Allí también tomaban tierra firme los viajeros que iban a Corrientes y al Paraguay”, dice el historiador Pérez Colman y lo certifica la cartografía de la época que nos informan sobre una línea de postas que parte desde la Bajada hacia Corrientes por la ribera oriental del Paraná. Otro factor que impulsa el desarrollo del lugar es la presencia de yacimientos de piedra caliza utilizada para la construcción y para el curtido de cueros, una actividad derivada de la ganadería.
El sitio se lo conoce de muy antiguo con varias denominaciones, más allá de las mencionadas, según surge de la cartografía. Así en el mapa “del Paraguay” de Pierre Vander, de 1730, se lo nombra como La Capilla. En otro mapa de Miguel Antonio Ciera, de 1758- figura como La Calera, lo que da una idea de lo que significan como riqueza los yacimientos de cal. También se conoce el lugar como Punta de Piedra, según el mapa de de América del Sur de Thomas Kitchin, fechado en 1787.
El 23 de octubre de 1730 el Cabildo Eclesiástico toma la decisión de erigir la Parroquia del Pago de la otra Banda del Paraná, indicando que se le deben entregar los “ornamentos y alhajas de la capilla que se desalojó del Rincón, cuya entrega la hará el Cura de Españoles de Santa Fe”.
Texto de la elevación definitiva a villa, el 25 de junio de 1813 |
Este Acuerdo y el decreto del 25 del mismo mes “constituyen los primeros actos gubernativos de las autoridades españolas para la organización del territorio que más tarde formaría el cuerpo político denominado provincia de Entre Ríos”, expresa Pérez Colman. “Dichos documentos marcan el comienzo de la sociedad entrerriana y es una referencia necesaria cada vez que se señale la fecha de nuestro advenimiento bajo los atributos de un pueblo organizado. En esa fecha “aparece con nombres y atributos propios, el primer pueblo entrerriano”. Y el historiador agrega: “En aquel entonces, la parroquia no era una simple institución de orden puramente eclesiástico, ya que a las parroquias también les competían funciones a la vez religiosas, políticas y administrativas, y el cura se constituía en un mandatario público con competencias civiles y administrativas otorgadas por las leyes”.
El ya citado Zabala, que ejerce el vicepatronato, ejecuta lo resuelto por el Cabildo el 23 de octubre, y ambos documentos -el del Cabildo y el de Zabala- pueden considerarse, como sostiene Pérez Colman, el inicio de la vida organizada del pueblo paranaense y sus alrededores. En este sentido, no hay duda de que el culto se constituyó en un valioso elemento de cohesión, de unión y de solidaridad entre los pobladores y que el cura era una persona de consulta, que solía involucrarse en los actos familiares, más allá de la asistencia espiritual que brindaba. En ese mismo año el Cabildo de Santa Fe crea el puesto de Alcalde de la Hermandad con asiente en La Bajada, cargo que recae en Santiago Hereñú, primera autoridad civil radicado en territorio entrerriano.
Celebración del bicenterario de la Parroquia El Diario,
Paraná, 25-10-1930
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Con la creación del Virreinato del Río de la Plata, con cabecera en Buenos Aires se impulsa la fundación de pueblos. Tomás de Rocamora es enviado para estudiar esa posibilidad en el territorio entrerriano y concluye que es conveniente la separación de Paraná de la jurisdicción santafesina. Después de un detenido estudio escribe al Virrey Vértiz, el 10 de agosto de 1782, que conviene a la mejor administración de justicia que las tres jurisdicciones de Arroyo de la China, Gualeguaychú y Gualeguay Grande se reunieran a un mando y que aún más conveniencia se seguiría si también se agregase el Paraná.
Anoticiados de este proyecto tanto el teniente gobernador de Santa Fe como el Cabildo santafesino hacen oír sus protestas, pero Rocamora sigue adelante y procede a segregar a Paraná, de Santa Fe.
El litigio continúa con diversas alternativas durante largo tiempo y Santa Fe aprovecha toda oportunidad para insistir en sus derechos y ejercerlo cuando le es posible. Los vecinos de La Bajada del Paraná insisten repetidas veces mediante presentaciones, memoriales y apoderados, hasta conseguir el 9 de enero de 1810 que el virrey Cisneros mandara erigir en villa el lugar.
Este decreto implicaría la definitiva desmembración de Paraná y de Nogoyá de la jurisdicción santafesina. Sin embargo, como consecuencia de conflictos locales no se llega a la designación de las personas que deben integrar el cabildo paranaense, y los funcionarios dependientes de Santa Fe continuan en sus puestos.
En tanto, se produce el movimiento revolucionario de 1810 y es preciso esperar hasta 1813, en que por ley del 25 de junio la Asamblea General erige a Paraná en Villa, con cabildo propio.
Apreciado Ruben, tu comentario es exacto y muy aclaratorio. Honestamente nadie aclara que ya en 1810 nuestra ciudad era considerada villa, lo que hace irrelevante poner el año 1813 como tan importante.
ResponderEliminarAbrazo.