7/1/17

La escuela lancasteriana de Concepción del Uruguay

Por Rubén Bourlot

En Concepción del Uruguay habría funcionado la primera escuela lancasteriana de Latinoamérica, en 1816. Y el potencial es porque sólo hay indicios, casi una sospecha de su existencia. El dato lo proporciona Antonino Salvadores en su libro Historia de la Instrucción Pública de Entre Ríos a partir de una noticia publicada por el periódico El Censor de Buenos Aires[1]. Escribe Salvadores: “Curiosa es la noticia, que recoge un periódico de Buenos Aires, según la cual la primera escuela lancasteriana que funcionó en Sudamérica fue creada en 1816 en Concepción del Uruguay por el emigrado chileno Solano García, con protección del comandante Berdúm. Como el sistema lancasteriano comenzó a conocerse en Buenos Aires en 1816, por artículos publicados en La Caceta y El Censor, (…) este sistema de instrucción inglés” se habría implementado primeramente en Entre Ríos.[2] También lo sostiene Urquiza Almandoz: “conviene recordar que el sistema de Lancaster ya era conocido en Concepción del Uruguay, puesto que en 1817 – dos años antes que Diego Thompson la introdujera en Buenos Aires – el sacerdote chileno Solano García había instalado una escuela de ese tipo (…) [3]
Las escuelas lancasterianas utilizaban técnica pedagógica por la cual los alumnos más avanzados enseñan a sus compañeros, con el objeto de suplir la carencia de maestros. Un solo maestro puede tener a su cargo 200 alumnos o más. Los alumnos son divididos en pequeños grupos de 10; cada grupo recibe la instrucción de un monitor o instructor, que es un niño de más edad, y más capacidad, previamente preparado por el director de la escuela. El nombre deriva del religioso cuáquero inglés Joseph Lancaster que diseñó el sistema fines del siglo XVIII. Para Simón Rodríguez, el filósofo y educador venezolano que fuera maestro de Bolívar, “la enseñanza mutua es un disparate. Lancaster la inventó para hacer aprender la Biblia de memoria. Los discípulos van a la escuela a aprender, no a enseñar, ni a ayudar a enseñar. Dar gritos y hacer ringorrangos no es aprender a leer ni a escribir. Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos, para que por vida sean charlatanes” y en otro pasaje asevera que “establecer, en las capitales, las ‘escuelas de vapor’ inventadas por Lancaster, a imitación de las ‘sopas a la Rumfort” establecidas en los hospicios[4]. Con pocos maestros y algunos principios vagos, se instruyen los muchachos a millares, casi de balde, salen sabiendo mucho, así como algunas marmitas de Papin y algunos huesos, engordan millares de pobres sin comer carne (…)[5]
Naipes impresos por Solano García,
fundador de la escuela
En el Río de la Plata el sistema es difundido por Diego Thompson y el sacerdote Dámaso Larrañaga lo considera muy adecuado para implementarlo ante la carencia de maestros. Recordemos que Larrañaga es un sacerdote que adhiere originalmente a la causa de Artigas. No es extraño entonces que el sistema arribara a Concepción del Uruguay durante la influencia artiguista. El propio comandante de la ciudad, José Antonio Berdún, es uno de los más destacados jefes del Protector de los Pueblos Libres. 
Y para ello tenemos que referirnos al promotor de la escuela, el cura franciscano Fray Solano García. Vino del otro lado de la cordillera, de Chile, posiblemente siguiendo en el exilio a José Miguel Carrera, y en Entre Ríos adhiere a la causa de Artigas y tiempo después se hará cargo de la parroquia de Concepción del Uruguay y luego de la de Paysandú. Pero lo más curioso de esta personaje es su trabajo de imprentero en Concepción que publicó los famosos “naipes artiguistas”, similares  a las cartas españolas, impresas a partir de bloques de madera y pintadas a mano con el agregado de consignas como “El oriental no sufre tiranos. Libertad y unión” o “Con la constancia y fatigas libertó su patria Artigas”.
Con estos pocos datos podemos aseverar que, al menos por un tiempo, funciona este establecimiento pionero en el corazón de la Liga Federal. A partir de unas vértebras podemos armar un dinosaurio.





[1] El Censor, Bs. As. 9/4/1817, Pág. 105.
[2] [2] Salvadores, Antonino, Historia de la Instrucción Pública de Entre Ríos, "Museo Histórico de Entre Ríos Martiniano Leguizamón", 1966. Pág. 18/19
[3] Urquiza Almandoz, Oscar F, Historia de Concepción del Uruguay, Entre Ríos: Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, 2002
[4] La sopa Rumfort era un sancocho inventado por el conde del mismo nombre para alimentar masivamente a ejércitos y obreros. 
[5] Rodríguez, Simón, Obras completas, Caracas, Universidad Simón Bolívar, 1975, T. II, Pág. 25 y ss.

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