Por Rubén Bourlot
Tadea era una mujer de
tomar las riendas. Madre y abuela de caudillos. Se dice que venía de una
familia de alcurnia. Descendiente de inmigrantes malteses, había nacido en
Buenos Aires. Su padre era un tal Antonio Jordán y Vértiz, hijo de Gonzalo
Jordán y de Juana Tadea Magdalena Vértiz y Salcedo, hermana del virrey del Río
de la Plata, Juan José Vértiz y Salcedo.
Tadea Jordán y su familia en el censo levantado en 1820 |
Tadea Jordán se casó
con el comerciante paraguayo Juan Gregorio Ramírez. De su descendencia
abundante el más notable fue José Francisco, al que después llamaron el
Supremo.
El esposo era
descendiente del Juan Ramírez de Velazco, Marqués de Salinas, gobernador del
Tucumán y fundador de La Rioja, asegura Martiniano Leguizamón. Esos
antecedentes le valieron para que el rey de España le conceda una suerte de
estancia en el Partido del Tala, al norte del Arroyo de la China. Bien es
sabido que por estos campos trotaban los bravos charrúas y guaraníes pero no
los tenían amojonados y menos con papeles. Así que todo lo que no estaba
cercado era propiedad “real” y disponible para regalar graciosamente.
Por esas vueltas del
destino el paraguayo y la porteña se conocieron, y se casaron. Tuvieron tres
hijos y ella enviudó en 1786.
Sola, con sus hijos
pequeños, tuvo que montar el picazo y hacerse cargo del campo, lidiar con la
peonada y organizar yerras, tropeadas y faenas. Y esto es tan cierto como que
en el censo de 1820, mandado a levantar por Ramírez, Tadea figura con diez
esclavos a su cargo.
En 1789 se vuelve a
casar con Lorenzo López, inmigrante sevillano, herrero y comerciante. Tuvieron
nueve hijos, y uno de ellos también heredó su espíritu levantisco, el conocido
caudillo Ricardo López Jordán, padre a su vez del último rebelde del mismo
nombre. En total Tadea procreó trece hijos, sumándole uno “natural” entre los
dos matrimonios.
Lorenzo López levanta
una vivienda donde actualmente se encuentra la Escuela Técnica “Ana Urquiza de
Victorica”, que lleva precisamente el nombre de una de las nietas de Tadea.
Plano de la tierras de Ricardo López Jordán, hijo de Tadea |
Producida la revolución
de Mayo de 1810, los hermanos Francisco y Ricardo se plegaron a los
revolucionarios. Doña Tadea no debió estar ajena a la preocupación de sus hijos
y por alguna correspondencia se sabe que siempre estaba atenta para auxiliarlos
con provisiones y mantenerlos informados.
En una carta a Ramírez
de 1820 acusa recibo de “paños de mano y los mazos de tabaco que me mandaste…”
y le ofrece el auxilio de “yo y tus hermanas (…) para lo que nos gustes mandar”
y que su hijo Ricardo “me mandó el tercio de yerba”.
Para esa fecha ya
había enviudado de su segundo esposo.
Rebelde y en prisión
Y sucedió que para
1821 Francisco, el Supremo Entrerriano, encontró la muerte en Río Seco, en los
confines de Córdoba, perseguido por santafesinos y cordobeses. Y para reemplazarlo
rápidamente es nombrado Ricardo López Jordán. Mala idea. El santafesino
Estanislao López, que había colgado la cabeza de Ramírez al frente del Cabildo,
lo proscribió y puso en su reemplazo, ya como gobernador, a Lucio Mansilla.
Justo Mansilla, al que Ramírez y muchos entrerrianos sospechaban de haber
traicionado la causa.
Pero los entrerrianos
no se acobardaron. Desde Paysandú un grupo de partidarios del Supremo, entre
los que se encontraban Gregorio Piris, Felipillo Rodríguez y seguramente la
brava Tadea, en diciembre de 1821 intentaron desplazar al gobernador intruso.
No lo lograron pero la semilla quedó latente.
Frente
de la Escuela “Ana Urquiza de Victorica”, donde estaba la residencia de los López Jordán |
Meses después, López
Jordán, Piris, Eusebio Hereñú, Juan Antonio Berdún, Anacleto Medina, Vera, los
Calvento del Uruguay y la propia Tadea se complotaron para intentar nuevamente
restablecer la autonomía provincial.
El conato se inició en
el Arroyo de la China el 29 de mayo de 1822 pero fue sofocado rápidamente.
Los revolucionarios
actuaron en las costas del Uruguay, siendo rechazados el 29 en su intentona de
tomar a Concepción del Uruguay, y vencidos y dispersados dos días después en el
Paso del Molino por el capitán Francisco Portes. Hereñú, a su vez, fracasó en
su propósito de tomar a Gualeguaychú y debió retirarse, con la mayoría de los participantes,
a la Banda Oriental. EI coronel Piris, que debía operar en el interior de la
provincia, fue muerto de un balazo en las cercanías de Paraná, el 1° de junio. Mansilla, para demostrarles a
los vecinos de Paraná lo que les podía pasar a los rebeldes, ordenó el traslado del cuerpo a la plaza,
donde se erigió un rústico patíbulo, con las mismas maderas que hace unos días habían
formado parte de la tribuna para presenciar los festejos de la Revolución de
Mayo, para colgar el cuerpo inerte del caudillo.
A Tadea no le fue
mucho mejor. A esta mujer que ya pisaba los 60, el comandante militar de
Uruguay, coronel Pedro Barrenechea, ordena ponerla en prisión y con esta medida
los insurgentes pierden su agente de enlace y sería uno de los motivos del
fracaso de la intentona.
No se sabe mucho más
de esta valerosa mujer. Sólo que en 1827 fallece en su Concepción del Uruguay y
sus restos sepultados con honres dentro de la iglesia.
Bibliografìa María del Carmen
Miloslavich de Álvarez, Hace un largo fondo de años, C. del Uruguay, 1988.
*Publicado originalmente en la revista Orillas.
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