Rubén I. Bourlot
El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la
corona austro-húngara, y de su esposa, la archiduquesa Sofía, en Sarajevo el 28
de junio de 1914, dio inicio a una de las guerras más cruentas de Europa. Las
hostilidades comenzaron en agosto de 1914 y continuaron en varios frentes
durante los cuatro años siguientes. En junio también pero de 1884 nacía en Alta
Saboya (Francia) Seraphin Degeneve ¿Qué uniría ambos acontecimientos? Ya lo
veremos.
Degeneve llegó al mundo el 10 de junio de 1884 en Vailly, una
diminuta aldea Francesa enclavada en medio de las estribaciones alpinas. A los
pocos meses emigró a la Argentina con su madre, Adela Morel Chevillet, junto a
sus 3 hermanos, debido a que su padre (Alejandro Degeneve) falleció a los pocos
días de su nacimiento. La familia se instaló en una fracción de tierras en las
cercanías de Colón, enfrente a la actual Escuela Agrotécnica, zona de la
pionera colonización agrícola que había comenzado con la colonia San José. Sin
dudas el ambiente para los nuevos habitantes le era familiar, voces y
costumbres que se parecían a su aldea europea, salvo el paisaje llano y agreste
muy distinto a las montañas nevadas de la región saboyana. Pero aquí se
respiraba paz. Los últimos movimientos revolucionarios habían sido sofocados en
la década anterior y de tanto en tanto sonaba la alarma de un levantamiento
armado que no afectaba a los colonos. Un panorama distinto a los cruentos
enfrentamientos de Europa.
La vida continuaba en las nuevas tierras. La viuda Adela conoció en Colón a
Julián Chatelain (también de Vailly), se casaron y tuvieron además otros ocho
hijos. De acuerdo a la version del Padre Chatelaîn de
Saboya en su libro Les Cousins de La Pampa, Julián y Adela y eran pareja en
Vailly, lo que estaba mal visto por la reciente viudez de Adele.
La Guerra Grande
Pasaron los años y
en 1914 Europa se vio nuevamente conmovida por la guerra, la que no imaginaban
iba a ser la primera de una sucesión de conflictos que destruirían al continente.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando será el detonante. Con la declaración de guerra del imperio Austro-húngaro a Serbia se inició la guerra a la que luego se unieron Alemania, Francia, el Reino Unido, Rusia, Italia y otros países.
A nuestro país los ecos de la guerra llegaron rápidamente, aunque
no existían los medios de comunicación instantáneos como hoy -la radiodifusión
aún no se había inventado-, y en las comunidades de inmigrantes fue donde el
tema era la comidilla diaria. Los consulados europeos acreditados en el país
comenzaron a convocar a los que aún conservaban la ciudadanía originaria para
alistarse y viajar. Esos inmigrantes que décadas atrás habían migrado en busca
de una tierra de paz volvía para pelear por el suelo que habían dejado. En solo
tres semanas de 1914 se otorgaron 3.000 permisos de embarque a soldados
convocados por Francia y voluntarios argentinos. Pero lo cierto es que este
reclutamiento no era tan voluntario ya las distintas organizaciones de las
colectividades adoptaban medidas para incentivar el alistamiento que llegaban
al extremo de castigar con “la cesantía de los empleados que se
negaban a regresar a combatir, bien documentadas para las compañías británicas
y francesas de ferrocarril y para las instituciones comunitarias (hospitales,
círculos, sociedades de beneficencia, etc.) italianas y francesas. En el mismo
sentido, la legación consular de Francia en Buenos Aires forzó la renuncia o la
no elección de dirigentes comunitarios en puestos claves como la Cámara de
Comercio Francesa por tener hijos que no habían viajado a combatir. Las presiones
incluían por último la sanción moral de los infractores mediante la publicación
de listas con nombre y apellido en los consulados y en la prensa étnica.” (1)
Seraphin se va a la guerra
Entre los convocados al frente estaba un entrerriano por adopción,
un francés nacionalizado argentino llamado Seraphín Degeneve, de 30 años, que
se sintió llamado por el deber. Recibió la orden de reclutamiento en Colón pero
como se demoró en llegar fue arrestado a su arribo en el puerto de Marsella.
Aquí quedó el resto de su familia que seguramente tarareaban cada
tanto la conocida canción aprendida en la escuela:
Mambrú se fue a la guerra
¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!
Mambrú se fue a la guerra
No sé cuándo vendrá…
Seraphin estuvo combatiendo durante los cuatro años que duró la
guerra. Sobrevivió la cruenta batalla de Verdún, fue herido en dos
oportunidades. En una de ellas, una esquirla de granada hizo que perdiera el
hueso frontal que cubre el cerebro. Se salvó milagrosamente y cuando salió del
Hospital fue a visitar su pueblo natal, Vailly. Cada tanto su familia tenía
noticias de su derrotero a través de las cartas hasta que estas cesaron. Todos
pensaron que había muerto.
Una tarde la familia Chatelain – Degeneve se encontraba mateando en
su casa, la que aún se conserva frente a la Escuela Agrotécnica de Colón, edificada
sobre una lomada que permite ver con claridad la tranquera de entrada. De
pronto observaron la llegada de un hombre con un bolso. “Si el Seraphin
viviera, yo diría que el que viene caminando es él” dijo Adela recordando a la
figura de su querido hijo. Pero cuando el extraño se acercó todos explotaron en
llanto y alegría, Seraphin había vuelto de la Gran Guerra.
Por su coraje recibió seis medallas y una pensión por parte del
gobierno francés, pero a su regreso siguió trabajando con su familia. Su vida
se extinguió a los 55 años de edad, en 1939 a pocos meses que la humanidad
empezara a vivir otra tragedia, la Segunda Gran Guerra Europea, llamada mundial.
El camino vecinal que pasa frente a la Escuela Agrotécnica, desde
el 2003 lleva el nombre de Seraphin Degeneve y un monolito que se ubica al lado
de la tranquera de su vivienda, lo recuerda.
Elaborado en base a testimonios publicados en el Facebook de la Municipalidad de Colón.
(1) La cita es de Palermo, Silvana, «Protesta laboral,
nacionalismo e internacionalismo: La huelga ferroviaria de 1917 en tiempos de
la Gran Guerra», XXI Jornadas de Historia Económica,
Universidad Nacional de Tres de Febrero, 23-26 de septiembre de 2006.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Enviá tu comentario