25/8/24

La bandera de entre Ríos y los orígenes de la bandera artiguista

Rubén I. Bourlot

 

El 19 de junio se conmemora el día de la bandera de Entre Ríos que recuerda el nacimiento del caudillo rioplatense José Artigas el 19 de junio de 1764, creador de la enseña de la Liga de los Pueblos Libres que hoy identifica a nuestra provincia. La fecha se impuso mediante ley Nº 10.220 sancionada el 18 de junio de 2013.

La bandera tricolor era utilizada en Entre Ríos durante el siglo XX sin estar oficializada hasta que por un decreto del 5 de marzo 1987 se la declara como la bandera distintiva de Entre Ríos. Posteriormente, en 1989, la ley Nº 8.343 la convierte en bandera ceremonial obligatoria en los actos, ceremonias y desfiles patrióticos, junto a la bandera argentina.

La enseña fue la que mandó a confeccionar José Artigas en 1815 -en ese momento Protector de la Liga de los Pueblos Libres- y enarboló en el cuartel de Arerunguá el 13 enero de ese año. La misma debía ser similar a la de la Provincias Unidas creada por Belgrano con el aditamento de una banda roja que representaba el federalismo. En Entre Ríos fue adoptada en 1815 y en fechas similares se impuso en Corrientes, Santa Fe, Córdoba y Misiones. Luego se instituyó como uno de los símbolos de la República de Entre Ríos, cuando Francisco Ramírez rompió relaciones con Artigas.

En 1822, tras la muerte de Ramírez y la disolución de la República de  Entre Ríos, el gobernador Lucio N. Mansilla anuló su uso y la sustituyó por la bandera argentina.

 

La otra bandera

El motivo por el cual se adoptó en 1987 la bandera de la Liga Federal deja un resquicio para la polémica puesto que la provincia tuvo una bandera establecida por ley en 1833, durante la gobernación de Pascual Echagüe. La norma establecía que “La bandera azul y blanca que hasta hoy ha cubierto la Provincia no se usará en adelante en las fortalezas, puertos ni buques de su dependencia ni menos en su ejército.” Este párrafo está referido a la bandera de argentina que había impuesto el gobernador Lucio N. Mansilla en 1822.

“En adelante solo se usará de un pabellón tricolor con tres fajas horizontales, debiendo ser blanca la del centro, azul y colorada las de los lados, poniéndose en la parte superior la azul hasta la mitad de la bandera y el mismo escudo en el centro”, reza el decreto de Echagüe luego ratificado por ley.

El pabellón flameó durante las sucesivas gobernaciones de Echagüe y Justo José de Urquiza, y marchó triunfal presidiendo los ejércitos entrerrianos en la batalla de Caseros, en 1852. En 1860, cuando Entre Ríos recuperó su autonomía, tras haber permanecido como territorio federalizado para oficiar de sede del gobierno nacional entre 1854 y 1860, no registra el uso de una bandera provincial. Sí en 1870, cuando el caudillo Ricardo López Jordán se levanta en armas para oponerse a la intervención del gobierno nacional, vuelve a enarbolarse la bandera entrerriana.

 

La bandera artiguista

Otro debate aún no saldado acerca de la bandera que Artigas nos legó gira alrededor de sus orígenes, los colores y diseño. En publicaciones históricas se muestra la bandera izada por Artigas con un diseño de cinco franjas horizontales, las tres similares a la rioplatense (luego argentina) diseñada por Manuel Belgrano, con el agregado de dos franjas horizontales rojas en medio de las azules. Esta información surge de una comunicación de Artigas donde anuncia la jura de esa bandera: "...blanca en medio, azul en los extremos y en medio de éstos, unos listones colorados, signo de la distinción de nuestra grandeza, de nuestra decisión por la República y de la sangre derramada para sostener nuestra Libertad e Independencia."

Pero no hay constancia que haya flameado una bandera de esas características. Sí es cierto que en las provincias la forma de la enseña no fue unificada y que flamearon en Santa Fe, Córdoba, Corrientes y Entre Ríos fueron diversas pero siempre respetando los tres colores.

Acerca de los colores, no caben dudas acerca del blanco y rojo, pero sí sobre el polémico “azul celeste”. Belgrano cuando la creó en 1812 dice que “mandela hacer blanca y celeste”, como la escarapela que había aprobado el triunvirato, “de dos colores blanco y azul celeste”. En tanto Artigas dispone que la bandera de la Liga Federal fuera la creada por Belgrano, a esa altura oficializada, pero con sus dos franjas azules en vez del celeste, con el agregado de rojo “de la sangre derramada” para diferenciarse de la enseña que usaban las autoridades de Buenos Aires.

Acerca de la franja roja también existe polémica ya que para el historiador uruguayo Alberto Umpiérrez de la bandera que enarboló originalmente le Protector en Arerunguá en enero de 1815 (“blanca en medio, azul en los extremos y en medio de éstos, unos listones colorados”) no existe ningún ejemplar, en tanto la franja colorada cruzada es el diseño de José María de Roo que se enarboló en Montevideo el 26 de marzo de 1815, es la que hoy flamea en Entre Ríos.

Según Umpiérrez la banda diagonal roja que fue naturalmente inspirada en la “la Cruz de Borgoña (dos listones colorados cruzados)” que lucía la bandera del Regimiento de Patricios de Buenos Aires, surgido en 1806 para enfrentar a los invasores ingleses. En la resistencia a los colonialistas participó el blandengue Artigas. Es la enseña que preside las tropas del propio Protector en la Batalla de Las Piedras, el primer gran triunfo rioplatense frente a los realistas el 11 de mayo de 1811, cuando aún no había sido creada una bandera distinta. Ese sería el origen del rojo “signo de la distinción de nuestra grandeza” referido por Artigas cuando ordena a las provincias de la Liga el uso de la bandera federal. “Hay una corriente tradicional de historiadores que quiere asociar la tricolor de Artigas con la bandera francesa –agrega Umpiérrez-, pero en esta interpretación se omite el significado de los colores de la bandera francesa: el blanco representa la monarquía borbónica y la combinación de rojo y azul representa a la ciudad de París, porque son los colores del escudo de París.”


21/8/24

Carlos Mastronardi a través de las cartas

 Rubén I. Bourlot

 

El 5 de junio de 1976 murió en Buenos Aires Carlos Mastronardi, el consagrado autor de Luz de Provincia. Había nacido en Gualeguay, el 7 de octubre de 1901. Cursó sus estudios secundarios en Concepción del Uruguay, ciudad entrerriana honrada por la sombra de Urquiza, y fue interno de la noble Fraternidad.  Más o menos a sus veinte años se fue a Buenos Aires, con intención de estudiar abogacía.  Allí fue parte de del grupo “Martín Fierro”, esto es, la vanguardia literaria que, a mediados de los años veinte, se reunía alrededor de la revista de ese nombre.  Muchos años después sus personajes, ya ilustres, poblarían las páginas vívidas de Memorias de un provinciano: entre otros, el inclasificable  Macedonio Fernández, Roberto Arlt, Jacobo Fijman, Néstor Ibarra y el joven Jorge Luis Borges.

Tiempo después de publicarse su primer libro de poemas, Tierra amanecida (1926), la muerte del padre determina el regreso de Mastronardi a Gualeguay, experiencia caracterizada en las Memorias como “un período oscuro, un tiempo sin esperanza ni salida” que dura ocho años. Al cabo de ellos, Mastronardi volvió a Buenos Aires donde publicó su tercer libro: Conocimiento de la noche (1937) donde incluye su poema más celebrado: Luz de provincia.  El resto de su literatura cabe en unos pocos títulos.  Dos de ensayos: Valéry o la infinitud del método (1955) y Formas de la realidad nacional (1961); uno más de poesía: Siete poemas (1963) y las Memorias de un provinciano (1967).  

Es interesante rescatar no solo la obra literaria del gualeyo, también la frescura de sus textos epistolares donde se explaya en la intimidad con sus amigos. 

La vida a través de las cartas

Las cartas constituyen una fuente interesantísima para auscultar las mentalidades de una época y descubrir algunas “verdades” que muchas veces no se expresan en otros documentos públicos. Cartas de personalidades, políticos, artistas, empresarios, cartas familiares. Hasta no hace mucho tiempo la comunicación entre personas se hacía mediante las cartas, hasta que fueron reemplazadas por el territorio de lo virtual. Primero, los correos electrónicos y hoy los breves y efímeros mensajes de las redes sociales, celulares y otros artefactos. La comunicación perdió ese encanto del relato escrito con tiempo para ser leído con tiempo. Todo es instantáneo y efímero. No sé qué incidencia tendrán ahora las cartas y si aún se siguen enviando por correo electrónico cartas que luego se guardan en algún rincón del ciberespacio. Lo casi cierto es que cada vez se escribe más breve, más desprolijo y no se guardan los escritos. Es la era de lo descartable. ¿Estaremos yendo a una nueva cultura ágrafa como en los tiempos primordiales? Es la gran pregunta.

Me consta que hasta no hace mucho las cartas aún circulaban, y tengo a mano un libro con olor a tinta fresca en donde Luis Alberto Salvarezza descorre el velo del pintor gualeyo Derlis Maddoni a través de su correspondencia. Cartas que muerden los primeros años del siglo XXI.

 

Mastronardi y Panizza

También Salvarezza rescata el intercambio epistolar entre Mastronardi y el otro gran poeta de nuestro terruño: Delio Panizza.

En una de sus misivas de 1953 hay referencias a Jorge Enrique Martí, el poeta de Liebig, y el también poeta Alfredo Maxit.

“Recibí sus amables letras del 6 del corriente, las que me apresuro en contestar, pues me encuentro ‘con un pie en el estribo’.

“El Dr. Hourcade, que mucho lo aprecia a Ud., apoya con decidido entusiasmo el proyecto de erigir un busto recordatorio de Doña Anita (María Ana Bugni, la almacenera donde se proveían los alumnos del Colegio del Uruguay internos en La Fraternidad). Así me lo dice en una carta reciente. Por mi parte, y en la medida de mis fuerzas, estoy con Uds.

 “Me propongo visitar al excelente amigo (Alfredo) Maxit en su domicilio de esta Capital. Por falta de tiempo, no he podido hacerlo hasta ahora. Me apena el estado de salud de este óptimo camarada. Pero sospecho que sus males, además de físicos, son morales. Aunque estoy sobresaturado de proyectos y tareas, trataré de verlo lo antes que me sea posible.

“Tengo planeado un viaje al Brasil, donde se me brinda la oportunidad de dictar algunas conferencias, amén de otros trabajos relacionados con mi vocación. La atracción del mar, y la sospecha de que allí la atmósfera es más ‘respirable’, no son incentivos que puedan subestimarse. En consecuencia, ignoro si para Mayo estaré en esta Capital. Me gustaría ‘alcanzarlo’ a Ud. para tener el gusto de oír su anunciada conferencia. Si no consigo el arduo…pasaporte, me verá Ud. en el salón de actos de Avellaneda.

“Precisamente en función de mi posible viaje es que solicitaba la devolución de mi conferencia, cuyo texto quedó en casa de Maxit. Es posible que (Jorge Enrique) Martí no pueda localizarla, pero nada se pierde con formularle la pregunta. Siempre causa pena perder un trabajo –desinteresadamente leído ante los jóvenes- en el que se puso empeño y fervor.

“Estoy plenamente de acuerdo con Ud.: debemos seguir luchando los pocos que quedamos en las trincheras. Aquí, o fuera de aquí, mi empeño será el mismo.

“Su amable carta hace referencia a la última novela de Beracochea (Roberto Beracochea, escritor nacido en Gualeguay). Sólo he leído la primera parte. Entiendo que es preciso hacer un distingo. Aunque no advierto mucha ‘garra’ y los personajes aparecen un tanto borrosos y desdibujados, alienta en sus páginas un noble anhelo de libertad. En consecuencia, cabría decir que los méritos del libro son más éticos que estéticos: en lo moral, sobresaliente; en lo intelectual, sólo medianejo.”

Cartas con César Tiempo

También mantuvo un fructífero intercambio de correspondencia, durante su “exilio” en Gualeguay (“La frustrada vuelta al hogar” señala Claudia Rosa en su iniciática “Poética e ideología en Carlos Mastronardi”), con César Tiempo (escritor nacido Israel Zeitlin). En una de esas cartas, fechada el 20 de enero de 1930, Mastronardi comenta la salida de “Los siete locos”, la paradigmática novela de Roberto Arlt.

“(…) acabo de leer la novela desconcertante de Arlt. Me parece un libro asombroso. Es casi insolente la abundancia de vida que hay en sus páginas. Me parece ‘el libro del año’. Me digo un encamotado de ese libro. En Arlt eso que los críticos del 905 llamaban garra. Nunca lo adiviné tan poderoso al amigo Arlt. ‘Los 7 locos’ tiene esa contextura maciza, homogénea, contundente, que solo se admira en Balzac y en algunos rusos de primera magnitud. El sabor policial de un secuestro allí relatado, y lo contradictorio de algunos caracteres, no disminuyen los méritos de esta obra (…)”

Y para finalizar este breve repaso por el territorio íntimo de Mastronardi, el principio de su laureada Luz de provincia: Un fresco abrazo de agua la nombra para siempre; / su costas están solas y engendran el verano; / Quien mira es influido por un destino suave/ cuando el aire anda en flores y el cielo es delicado

 

 Bibliografía a consultar

- Rosa de Greca, Claudia, (1985). Poética e ideología en Carlos Mastronardi (premio Fray Mocho), Editorial de Entre Ríos, Paraná.

- https://genoma.cfi.org.ar/Enciclopedia/Evento?eventoId=8836

Parodi, R. A., (1979). En Enciclopedia de Entre Ríos, T VI: Literatura, Arozena, Paraná.

Más temas sobre nuestra región en la revista digital Ramos Generales, disponible en http://lasolapaentrerriana.blogspot.com/

20/8/24

Tabossi fundador de la capital de los camioneros

 Rubén I. Bourlot

 

El 4 de agosto de 2004 la Cámara de Diputados de la Provincia designó a Tabossi, población del departamento Paraná, como “Capital de los camioneros”, título honorífico que la homenajea debido a que una de las principales actividades de la localidad es el trasporte de cargas. Se estima que existe un camión cada 17 habitantes. Anualmente, en noviembre, se lleva a cabo la fiesta del camionero.

Tabossi es actualmente un municipio que nació a partir de la localización de una estación ferroviaria en la primera década del siglo XX. Integra el ramal de Crespo a Hasenkamp. Oficialmente la localidad se originó el 29 de julio de 1908 cuando se aprobó el trazado urbano.

Pero, ¿a qué se debe el nombre de Tabossi? Siempre es de interés que los habitantes de una localidad conozcan el origen de su denominación porque ello contribuye a construir su identidad. Muchas veces la niebla del tiempo va desdibujando los trazos originales y pocos aciertan explicar el porqué del topónimo, como suponemos sucede con esta localidad entrerriana.

Lo que se sabe es que los terrenos donde se dibujó el plano del futuro centro urbano pertenecían a un reconocido emprendedor y político que tuvo actuación en zona, propietario de varias estancias, llamado Enrique Tabossi. Se dice, y se menciona en varias historias, que Tabossi donó la fracción de su propiedad para el asentamiento del pueblo. En realidad lo que hizo fue solicitar al gobierno provincial la autorización para la urbanización según la legislación vigente lo que le permitía el loteo y venta con la obligación de donar los terrenos que correspondían a trazado de calles y edificios públicos. Apelamos a lo que dejó testimoniado en su investigación Ariel Villanueva -autor del libro Historia de Tabossi. Memoria de un pueblo que se resiste al olvido-: “Se dice que Tabossi donó los terrenos. Sí, los donó pero era una exigencia legal para aprobar un pueblo. Fue una inversión.” Y agrega que “según algunas versiones, Tabossi estaba vinculado con el gobierno provincial y por eso supo de la oportunidad de comprar esos terrenos.”

 

Tabossi, la política y la estancia

Entique Tabossi había nacido en la provincia de Buenos Aires y estaba afincado en Paraná. Mantuvo una activa participación en la política, además de administrar sus propiedades distribuidas en la provincia, en los departamentos Paraná y Gualeguaychú. En una estancia de su propiedad, en este último departamento, se levantó el pueblo de Villa Elenora, más conocido como Irazusta, ubicado alrededor de la estación ferroviaria del mismo nombre. También en terrenos adquiridos a Tabossi por Carlos Antonio Brugo se fundó el puerto y pueblo Brugo.

Una biografía panegírica publicada en 1910, por diario El Entre Ríos de Paraná -tomada a su vez de la original publicada en el periódico El Trabajo de Pueblo Brugo- con motivo de su candidatura a diputado nos aporta un panorama acerca de la personalidad de Tabossi. Dice el periódico que “no ha cursado estudios universitarios, ni los claustros le otorgaron título académico; pero su clarísima inteligencia se ha desenvuelto en la vida pública (…)”. Se inició en la vida política en 1888, en el Partido Autonomista Nacional, fue elector de gobernador y presidente de la Nación en varias oportunidades y diputado provincial en 1905. “Versado por inclinación en asuntos financieros, los establecimientos bancarios de nuestra ciudad siempre lo contaron y lo cuentan entre sus mejores consejeros”. Dos veces fue candidato a la presidencia municipal de Paraná sin lograr ser elegido. Impulsó del mejoramiento de los caminos rurales en Colonia Antelo y en los distritos María Grande y Tala. “Fundó la estación que lleva su nombre sobre la línea Crespo a Hasenkamp –dice el citado diario-, en pleno monte, la que solo en un año y dos meses de persistente actividad de su fundador, ha adquirido los contornos de un alegre pueblo dotado de escuelas y de sus principales autoridades de campaña”. Tanto esmero le valió que “los vecinos de esa estación, en unión con la empresa del Ferro Carril ha exteriorizado sus sentimientos al señor Tabossi regalándole una placa de oro (…)”. Según Ariel Villanueva Tabossi tuvo poco contacto con la localidad, nunca vivió en ella.

Estuvo vinculado a los estudios para el trazado de un nuevo ramal ferroviario que partiría desde Paraná hasta Villa Urquiza, las colonias San Juan, Rivadavia y Antelo. Dice el informe que “personalmente practicó estudios con el señor ingeniero Burnard de la Compañía Ferrocarriles de Entre Ríos, teniendo a su cargo la parte financiera.”

En los comicios de 1910 para la renovación del ejecutivo y legislativo. Para la gobernación se presentó la única fórmula conformada por Prócoro Crespo y Emilio Marchini del partido Autonomista Nacional, luego llamado Unión Provincial, y Tabossi fue elegido diputado. En la nación accedió a la presidencia Roque Sáenz Peña que iniciará una reforma electoral fundamental que lleva su nombre. En el orden provincial también el gobernador Crespo impulsó una reforma electoral pero debió sortear la fuerte resistencia de sus propios partidarios en la Legislatura. El proyecto del ejecutivo ingresó a la legislatura donde el sector mayoritario se manifestó renuente a implementar el voto obligatorio y lo rechazó con 12 votos en contra por sobre los 10 positivos dentro de los cuales encontraba el de Tabossi. Un año deberá pasar hasta que Entre Ríos se sume a los vientos de cambio que soplaban a nivel nacional consagrando el voto secreto y obligatorio.

16/8/24

San Martín patriota latinoamericano más acá del bronce

 Rubén I. Bourlot


San Martín es una figura multifacética que podemos abordar desde diversos puntos de vista y no limitarnos a destacar su papel como militar o el edulcorado de padre que escribía máximas para Merceditas. Tenemos que bajar a San Martín de los monumentos, derretir los bronces para que cobre vida. Hacerlo humano como nosotros para que su ejemplo nos sirva, para que también nosotros nos convenzamos que somos capaces de realizar semejante empresa como la que llevó adelante un simple general nacido en lo que es hoy la provincia de Corrientes, en Yapeyú.

 

Los homenajes

Un año después del fallecimiento del general San Martín, el 17 de agosto de 1850 en Boulogne sur Mer (Francia), el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza firmó un decreto, fechado en el Palacio San José el 16 de julio de 1851, mandando levantar una columna en honor del Libertador en el centro de la plaza principal de la capital de la provincia.

Esta sería la primera iniciativa para homenajear al gran patriota de América muerto en el exilio europeo.

El decreto disponía que a su pie se “inscribirán los nombres de todas las victorias con que afianzó la independencia de la Patria.”

Según algunas fuentes se cita que Chile fue el primer país donde surgió la idea de levantar una estatua o monumento al general San Martín, lo que en realidad se hizo inaugurándosela el 5 de abril de 1863.

La erección del monumento en Paraná, que estaba bajo la responsabilidad del Ministro General José Miguel Galán, no prosperó. No se conoce que haya pasado del papel a la convocatoria para su diseño ni al inicio de la obra. Es probable que los acontecimientos vinculados a la guerra contra el gobierno de Rosas y los posteriores sucesos de la organización nacional hayan diluido la idea.

Años después, el 28 de septiembre de 1857, el senador general Tomás Guido presentó un proyecto al Congreso de la Confederación con asiento en Paraná para levantarle un monumento "de formas colosales" en San Lorenzo, sitio de la primera y única batalla que libró San Martín en el actual territorio argentino.

Fracasados estos intentos, el 13 de julio de 1862 en la plaza San Martín de Buenos Aires se levantó el primer monumento que rinde homenaje al Libertador, una escultura ecuestre del francés Louis Joseph Daumas, idéntica a la que el mismo escultor emplazaría en Santiago de Chile un año después. En realidad Daumas ya había realizado en 1860 la escultura chilena, que recién se instaló en 1863, cuando el gobierno argentino le encargó una idéntica.

Cuando empezaron a sonar los fastos del centenario de la Revolución de Mayo (1910) el gobierno de la provincia hizo levantar el monumento ecuestre de San Martín, acompañado por el granadero, que se encuentra en la plaza 1 de Mayo, cuya estatua es copia de la obra de Daumas. No se hace mención al decreto suscripto por Urquiza en 1851 que precisamente mandaba levantar la columna en el centro de esa plaza.

El tiempo fue pasando y llegó centenario de la muerte de San Martín en 1950. Es en esa oportunidad que en el Parque Urquiza se colocó y bendijo la piedra fundamental de la columna “para dar cumplimiento al Decreto de Urquiza del 16 de julio de 1851” que a su vez se había ratificado por un decreto de fecha 8 de agosto, del entonces gobernador Ramón Albariño.

Finalmente la obra se inauguró el 1 de mayo de 1951, en coincidencia con el centenario de Pronunciamiento de Urquiza.

Militar y gobernante

San Martín, además de un patriota ejemplar -estratega extraordinario- fue también un hombre de gobierno en dos oportunidades. En su estadía en Cuyo fue nombrado gobernador de esa provincia que comprendía Mendoza, San Luis y San Juan. Desde este cargo preparó el Ejército de Los Andes para concretar la extraordinaria campaña a través de la Codillera y llevar las banderas de la independencia a Chile y el Perú. También en este último país fue nombrado Protector y estuvo a su cargo los primeros pasos de su organización autónoma.

Tuvo un destacado papel político para promover la declaración de la independencia en el Congreso de Tucumán de 1816. A través del diputado Tomás Godoy Cruz insistió para que se decidieran a dar el paso definitivo de la emancipación.

“¿Hasta cuándo esperamos nuestra independencia? ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cocarda nacional y por ultimo hacer la guerra al soberano de quien dependemos? (…) Los enemigos, y con mucha razón, nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos.

“(…) Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo: si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito.”

Cuenta Remigio Guido Spano (hijo del general Tomás Guido) que en Mendoza, si bien eran muchos los que se unían libremente al ejército, otros eran incorporados a la fuerza:

Indigentes, gauchos mal habidos, negros, zambos, mulatos y muchos alegres borrachines que daban vueltas por los almacenes y pulperías.

Se organizaban las partidas de granaderos que iban a incorporar a los futuros guerreros de la Patria. Iban a los almacenes, a los prostibularios, a los galpones de conchabo y demás yerbas y quien estaba al mando debía convencerlos primero por las buenas...y luego como se pudiera.

 

Promotor de industrias

En Mendoza promovió una verdadera industrialización para proveerse de todo lo necesario para equipar a los ejércitos.

Así designó jefe del Parque de Artillería en el campamento de El Plumerillo al cura Fray Luis Beltrán para montar una industria metalúrgica destinada a la fabricación de fusiles y cañones.

También se hizo cargo de la fabricación de zapatos y monturas. Diseñó equipos para transportar la artillería a través de las montañas. Todo se fabricó en el lugar. Trabajaban unos 700 operarios.

Además, como gobernador, reactivó comercio local de vino, aguardiente, fruta seca y harina; amplió las áreas cultivables con la apertura de canales de riego, le dio un impulso a la minería y a los artesanos locales. En el tema social, armó dispensarios, en los que se aplicaba la vacuna antivariólica e instrumentó medidas de prevención contra la rabia.

Y de ahí, con la independencia declarada, partió a desafiar al Ande para liberar a los americanos del Sur. Porque no liberó a tres países. Liberó los territorios de la América del Sur que él pretendía que se unieran en una gran confederación como lo habían soñado Simón Bolívar y José Artigas.