Hipótesis sobre la palabra Cuatiá en idioma aveñe-é o guaraní.
Julio Oscar
Blanche
Un querido
amigo me ha pedido que exponga mi hipótesis sobre el nombre de nuestro arroyo,
que tanto nombró don Linares Cardozo en sus canciones, recordando su niñez y
sus andanzas sobre sus mágicas orillas. Es fácil deducir que la palabra Cabayú
es un barbarismo del sustantivo caballo. Los indios guaraníes tenían dificultad
para pronunciar palabras con esa doble consonante provenientes del español
porque eran sonidos inexistentes en su lengua. La pronunciación de la elle tan característica
en el habla de los correntinos, proviene de los conquistadores, originarios del
norte de Castilla, Aragón y parte del territorio Vasco en España, como Juan de
Ayolas, Juan Salazar de Espinoza, Juan de Garay y otros. A pesar de los 33
fonemas del guaraní, no contaban con sonidos como LL, D y F del
castellano. Cuando los jesuitas fueron a
traducir del guaraní al español (que solo tiene 24 fonemas), recurrieron a
asociaciones de consonantes para asemejar los sonidos de Mb, Nd, Ng, Nt y las doce vocales. Los jesuitas crearon algunos
signos gráficos necesarios y tardaron más de 150 años en plasmar el idioma
guaraní en letras latinas, no solo por su pronunciación, sino también por los
diversos dialectos que existían en el extenso territorio.
No me es fácil
explicar el significado de la palabra cuatia, kuatiá o quatiá como la escribían
los jesuitas. Cuando pregunté qué quería decir Cabayú Cuatía, me dijeron:
caballo blanco, o de papel, por eso está plasmado en el escudo municipal de
nuestra Intendencia. Pero don Linares Cardoso lo traducía distinto. Él decía
“Caballo pintado”. Buscando en los diccionarios guaraní español, Cuatiá, en
algunos no figura y otros dicen que significa “papel”, ejemplo, Curuzú Cuatiá,
Cruz de Papel. En guaraní los colores están bien definidos, el color blanco es
morotí.
He leído una
teoría escrita por las profesoras e historiadoras paceñas, Alicia González
Castrillón y Eloísa García Izaguirre, titulada El nombre del arroyo Caballú Cuatía, donde exponen que Caballú es
una deformación de la palabra guaraní cava o Kava (avispa) y Jú (negro) avispa
negra, también LLú es aguijón (Avispa con aguijón). Cuatiá, los dibujos en la arena que hacen sus
patitas en su caminar en busca de alimento y el indio comparó con las letras de
los escritos de los Jesuitas. Las profesoras arriesgan que el uso y el tiempo
Cava-jú, degeneró en Caballú (sic). Para
más aclarar, el general Anacleto Medina, guaraní puro, en sus Memorias
olvidadas, en el año 1821, describe a la pequeña aldea, como Caballo Cuatiá,
(antiguo nombre de La Paz, hasta 1835) cuando cruzan el río Paraná, para pisar
la provincia, después de la muerte del general Ramírez.
Veo que las
profesoras no contemplaron 1) que entre la llegada de los primeros
conquistadores y la de los jesuitas, pasaron mas de 100 años; 2) que en la
etapa evangelizadora, el indio conoció la religión, catecismos, sermones y
escritos, todos traducidos al guaraní; 3) que algunos caciques sabían leer en
su idioma y lo hacían para sus súbditos, 4) que el papel era conocido entre ellos,
pero solo en los escritos.
Hay que
considerar entonces que en ese lapso de tiempo por lo menos 3 generaciones de
guaraníes ya conocían el caballo aunque no se les permitiera montarlos, y pronunciaban
a su manera: Cabayú. Los equinos se
fueron multiplicando y esparciendo por el inmenso territorio y llegó un tiempo
en que los indios comenzaron a atrapar caballos salvajes para formar un ejército organizado por los
jesuitas para defenderse de los “mamelucos”. Estos eran portugueses cazadores
de indios de las misiones, que vendían como esclavos en las plantaciones del
Brasil. Cuando los guaraníes vieron el papel, los escritos y los mapas, lo
llamaron cuatiá, por la serie de marcas o dibujos que en él se hacían. Los
guaraníes y los charrúas, usaban una serie de marcas y dibujos sobre piedras y
árboles para comunicarse en ciertas ocasiones durante las guerras con otras
tribus o para señalar lugares de abundante caza, fibras para sus tejidos y
artesanía o frutos a recolectar.
Mi hipótesis
Para exponerla
recurriré a la cuantiosa bibliografía que se refiere a la palabra Cuatiá y su significado.
En la segunda
parte del libro
La entrerriana Josefa Luisa Buffa, publica en
libro, en el año 1966, su teoría para el doctorado en letra en la UNLP,
titulada Toponimia aborigen de Entre
Ríos. En ella, extrayendo documentación del Archivo General de la Nación; Cabildo
de Buenos Aires, Correspondencia del Virrey, Colonia, Gobierno, etc. afirma en
la página 143:
[…Las lenguas son susceptibles de modificaciones,
que surgen en ambas, simultáneamente:
Aiquiatiá, “escribir”/”pintar”
Cuatiá, “escritura”/”pintura”
Nuestros aborígenes tenían un sistema de
comunicación muy rudimentario. Consistía en un mensaje conocido bajo el nombre
de Cuatiá. Eran pequeños objetos combinados, señales en un madero, signos
preestablecidos, que trasmitían noticias de diversas índole. Su significado fue,
primero, “dibujo, “pintura”. Con la llegada de los españoles, se introdujo el
papel, desconocido para los naturales. Estos sabían dibujar en piedra u olla de
barro. Vieron escribir –que para ellos era dibujar- sobre el papel y le dieron
el nombre del objeto sobre el cual se realizaba la tarea. Por este motivo,
llamaron Cuatiá al papel, significación que se conserva hasta nuestros días…]
En el verano
del año 1866, durante
Yo me pregunto:
¿Por qué los guaraníes no habrían marcado que en el lugar donde desemboca el
famoso arroyo, al inmenso río Paraná, detectaron o avistaron pastando caballos
salvajes pero también marcados, y dejaron una señal para que los atrapen los
indios que venían por tierra? Y no una simple avispa (cavá-jú) dando vuelta y
marcando el cuatiá con sus patas sobre la arena.
Aunque no sé el
idioma guaraní, soy un admirador de su dulzura, de sus metáforas. Recuerdo
pocas palabras. Mi bisabuela materna, Teodora Brites, era paraguaya, refugiada
de
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