Rumbo a un nuevo aniversario del Congreso del Arroyo
de la China (29-6-1815) transcribimos la segunda entrega de la conferencia
pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el
11 de junio de 1983, durante las Primeras Jornadas Humanísticas organizadas por
la institución educativa de Concepción del Uruguay en adhesión a los 200 años
de la ciudad.
De este congreso sabemos fragmentos, los hemos
pesquisado y los pesquisaron ilustres historiadores de las provincias
argentinas. Entre otras el doctor Hernán Félix Gómez de Corrientes, tiempo ha.
¿Quiénes en definitiva estuvieron, si fue congreso? Estuvieron representantes
de Córdoba, de Santa Fe, de la provincia Oriental, de Corrientes, sin dudas
Entre Ríos. Lo sabemos por constancias que vamos a mencionar aunque la circunstancia
de no existir entonces cabildos en las villas de Entre Ríos no nos dejó, como
en el caso de Córdoba o Corrientes, o Misiones o Santa Fe, las actas donde se
eligieron los diputados y hasta las instrucciones que se le impartieron, pero
tenemos la certidumbre de que mal podía haberse realizado el Congreso de los
Pueblos Libres en el Arroyo de la China sin que los hombres más importantes y
preclaros del Entre Ríos naciente no estuvieran aquí representando a esos
pueblos.
Creo que es un desafío para los historiadores de
Entre Ríos el dirigir el interés de la indagación para ver si podemos llegar a
alcanzar otras referencias que nos permitan ubicar quiénes fueron aquellos
representantes en aquel primer gran Congreso de los Pueblos Libres. Y habrán
observado que bonitamente he ignorado el tan cacareado Congreso del año XIII,
¿verdad? Y lo he ignorado porque, obviamente, no vamos a referirnos a lo que
fue la más triste mascarada que solo sirvió para cohonestar malamente, sin
dudas, los intereses del grupo oligárquico directorial porteño. Aquel congreso
donde se maniobró de manera descarada para impedir que los diputados de la
provincia Oriental pudieran sumarse a los votos de los diputados que respondían
a la preclara conducción de San Martín, con cuya unidad podía haberse imposible
la maniobra porteñista. De manera que tal congreso, que fue prácticamente en la
trascendencia del devenir histórico un mero antecedente de la repetición casi a
la letra de cuanta ley iban sancionando las Cortes de Cádiz, repudiada por toda
América, en definitiva, ese congreso no es para quien está sintiendo la
historia como un quehacer de los pueblos, una asamblea digna de ser recordada.
Más bien si hay una asamblea a olvidar es aquella mascarada del año XIII. Pero
la que no deberá ser olvidada y tengo la esperanza que aquí, en el Colegio del
Uruguay, en Concepción, se levantará la reivindicación para que nunca jamás se
le olvide, es aquel congreso rústico del Arroyo de la China, donde se reunieron
convocados y elegidos directamente por los pueblos libres, los representantes
dignos de la voluntad popular. Y no eran cualquier cosa los representantes.
Porque ahora vamos a pasar a decir quiénes y cómo, de qué manera vinieron a ese
congreso.
La convocatoria, en primer lugar, fue hecha en abril
con lógica secuencia a la esperanzada actitud con que los pueblos recibieron la
noticia de que al fin de la fortaleza de Buenos Aires se había arriado el
escandalosos estandarte de la monarquía española y se había levantado la
bandera azul y blanca que se le había oportunamente prohibido a Manuel
Belgrano. Recordad, la bandera prohibida, la bandera execrada, ahora lucía en
el mástil de la fortaleza como insignia de independencia y libertad. Y eso fue
considerado por los pueblos del Plata como una definición categórica de que al
fin se había tomado el camino que todos esperaban, más no sería así. Nuevas
artimañas esperaban a los pueblos para estafar su voluntad. Pero en Concepción
del Uruguay se afirmaría esa esperanza, y la convocatoria del Protector en ese
clima de abril de 1815. Esa convocatoria la conservamos en originales hallados
en los archivos de las Misiones. Porque este caudillo increíble no convocaba a
la parte más sana o distinguida de los vecindarios a resolver en consejo de
notables lo que importaba al común americano. Convocaba también a todos los
vecinos sin distinción de color de piel ni condición y por eso convocaba a los
vecindarios indios de los pueblos de Misiones.
Les voy a leer las notificaciones con que al pie de
la convocatoria se firman en cada uno de los pueblos misioneros al haber dado
recibo a la convocatoria y ponerla en ejecución. Por ejemplo: pueblo de
Concepción: Manuel Cahiré, corregidos, Carlos Areñú, alcalde de primer voto,
Inocencio Emburana, alcalde de segundo voto. Pueblo de Santa María de Mayorí:
Eustaquio de Arecayá, corregidos, José Evaristo Aybó, regidor primero, Vicente
Pérez, secretario del Cabildo. San Javier: Francisco Borja Albasariyé,
corregidor, Mariano Ñandutí, alcalde de primer voto, Pascual Cuaraguá,
secretario del Cabildo. Pueblo de los Santos Mártires: Ignacio Cuñariguez,
corregidor, Celedonio Chaiñez, Miguel Ibayú. Pueblo de San José: Esteban
Manaustí, Juan Cheque, Celedonio Mandomí, Nicolás Guaranguaí. Pueblo de San
Carlos: Tomás Yripá, Ponciano Mano, Miguel Yaribú. Pueblo de Apóstoles: Miguel
Ángel Gramajo, Ventura Abayá.
En todos los pueblos no está Candelaria, porque
Candelaria, por el tratado celebrado con don Manuel (Belgrano) al dar término a
la desgraciada campaña contra el Paraguay, y celebrado el tratado de Federación
en octubre de 1811, Candelaria quedaba en jurisdicción del Paraguay.
¿Y qué les había dicho el Protector a estos pueblos?
“Concluidos los negocios públicos (con fecha 29 de abril de 1815) al alto punto
en que se ven es peculiar al pueblo sellar el primer paso que deben seguirse a
la conclusión de las transacciones que espero formalizar. En esta virtud creo
ya oportuno reunir en Arroyo de la China un congreso compuesto de los diputados
de los pueblos y, para facilitar el modo de la elección tengo el honor de
acompañar a usía el adjunto reglamento confiando en el esmero de su ilustre
corporación que, eludiendo hasta el menor motivo de demora, al momento de
recibir esta de las disposiciones competentes para que con igual actividad se
proceda en ese departamento a la reunión de las asambleas electorales,
encargando muy particularmente que los ciudadanos en quienes la mayoridad de
votos haga recaer la elección sean inmediatamente provistos de sus credenciales
y poderes y se pongan con toda prontitud en camino al indicado punto del Arroyo
de la China, no siendo posible fijar otros que aminore la distancia por ser el
prescripto un punto medio relativamente a los demás pueblos que deben concurrir.
El orden, la buena fe y la voluntad deben caracterizar el fondo que recomiendo
al celo de usía”. Y se procedió a la elección.
Conocemos la convocatoria que se hizo llega al
cabildo de Corrientes, tenemos los documentos que se hicieron llegar a Córdoba
y a Santa Fe. Repito: tenemos constancia documental que voy a pasar luego a
leer, de la existencia naturalmente de representantes de Entre Ríos y de la
provincia Oriental. El cabildo de Corrientes se reúne y elige primeros
electores de diputados que son: Juan Francisco Cabral y Ángel Mariano Bedoya,
el teniente Serapio Rodríguez, Juan Hernández, Bartolomé Lezcano, luego
sustituido por Sebastián Almirón, y un hermano de José Artigas elegido por otra
jurisdicción. Y estos, luego reunidos, van a proceder a designar nada menos que
al ilustre letrado y figura de alto nivel, doctor Simón García del Cosio, como
representante de la provincia de Corrientes en el Congreso de Concepción.
Sabemos de los electos por el Entre Ríos porque
cuando en la autobiografía de un médico oriental que estuvo presente como uno
de los diputados de la Banda Oriental, el doctor Francisco Martínez, junto a
Pablo Bauzá. En la autobiografía de Francisco Martínez, este hace constar la
existencia de diputados de todos los pueblos en los que enumera a los pueblos
del Entre Ríos sin dar, desgraciadamente, los nombres. Podemos suponer sin
embargo que no podían faltar los hombres que por entonces eran representativos
de cada una de estas comunidades, tales como por ejemplo: Pancho Ramírez,
Samaniego, Hereñú, Correa y algunos otros. También Santa Fe, tenemos las actas,
tenemos las instrucciones que dieron a los representantes. Santa Fe elige a
otra alta e importante figura, el doctor Pascual Diez de Andino que trae
precisamente instrucciones para defender, fijar de una vez el sistema
proclamado en esta América de su libertad e independencia, y la de cada uno de
los pueblos unidos, y particularmente que se reconozca a Santa Fe como
provincia independiente con todo el territorio que comprende su jurisdicción en
el continente occidental del río de la Plata.
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