29/10/24

Berdiales, el olvidado poeta de los niños

Rubén I. Bourlot

 

Seguro que los más grandes recordarán haber leído en los ajados libros de lectura para los primeros grados de escuela primaria las poesías de un tal Germán Berdiales. Hoy una rareza. Es verdad que el público infantil cambió y esos versos sencillos, sin rebusques, resultarán muy ingenuos en un mundo invadido por la tecnología. Ese olvido del poeta tal vez se refuerce por su adscripción al nacionalismo católico, a las corrientes moralistas que en la primera mitad del siglo XX bregaba por reafirmar una identidad nacional e inculcar esos valores a la niñez.

Pero el mayor “pecado” fue su acercamiento al peronismo como colaborador de la revista “La Obra” -auxiliar imprescindible para generaciones de maestras y maestros- y autor de El libro de la Patria: texto de lectura para 4to grado: 80 lecturas en 85 lecciones y la Constitución Nacional en colaboración con Pedro Inchauspe, publicado en 1950.

Tal vez muchos de los que peinan canas recordarán con ternura los versos de 

La rueda del pan

—Chacarero, dame pan.

—Chacareros no lo dan,

que lo dan los molineros.

Vete a ver al molinero

y si no a la molinera.

—Molinero, dame pan.

—Molineros no lo dan,

que lo dan los panaderos.

Vete a ver al panadero

y si no a la panadera.

—Panadero, dame pan.

—Panaderos si lo dan.

Toma el pan, dame el dinero.

Demos ya la vuelta entera,

chacarero y chacarera,

molinero y molinera,

panadero y panadera.

Más ligero, más ligero,

demos ya la vuelta entera…


En una escuelita de Chubut

Germán Berdiales había nacido barrio porteño de la Concepción, lindando con San Telmo el 4 de septiembre de 1896 y falleció el 17 de mayo de 1975.

Poeta, maestro, traductor, escritor y periodista. Se inició en la actividad periodística a los dieciséis años y la abandonó (temporalmente) al terminar sus estudios como maestro. Con auténtica vocación magisterial, se encaminó hacia la provincia de Chubut donde fue maestro de niños aborígenes durante varios años. Retomó el periodismo a su regreso de La Pampa y la Patagonia y colaboró en publicaciones de prestigio como La Prensa de la Capital Federal, El Día de La Plata, Ficción, El Hogar, Pampa Argentina, Mundo Argentino y Vinos, Viñas y Frutas.

La obra de Berdiales fue principalmente escolar con obras que pretendían instruir, enseñar, inculcar cultura y conocimientos. Toda su obra fue una prolongación de la función docente, dice la biógrafa Elsa Plácida Vulovic.

El primer libro vio la luz en 1924 y se llamó Las fiestas de mi escuelita. Luego vino una vasta producción de comedias, diálogos, monólogos y discursos para la escuela y el aula. Se trataba de teatro infantil. Le siguieron: Fábulas en acción (1927), Padrino (1929), El último castigo: cuentos para padres y maestros (1929), Fabulario (1933) y Maestros del idioma (1936). Para la clásica colección Robin Hood (la de las tapas amarillas) escribió El hijo de Yapeyú, El primer soldado de la libertad, El maestro de América, Teatro Robin Hood y El Divino maestro, entre otras. También tradujo y adaptó obras clásicas como Corazón, de Edmundo de Amicis.

En El Monitor de la Educación Común publicó ensayos literarios y las obras de índole pedagógica.

En su época de esplendor anduvo por Paraná brindando conferencias. La cita fue el 2 y 3 de junio de 1948 en la Biblioteca Popular del Paraná y en el salón de actos de la Escuela Rivadavia.

Tras la caída del peronismo en 1955 su estrella parece desvanecerse. Aparece colaborando en periódicos y publica obras de teatro infantil.

En 1964 lo hallamos nuevamente en Paraná para participar del V Congreso Nacional de Escritores que presidió Beatriz Bosch.


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