20/7/24

A Bayo se le escapó el caudillo pero atrapó al inglés

 @Rubén I. Bourlot


La última rebelión de Ricardo López Jordán en Entre Ríos (1876) fue un nuevo fracaso que terminó con el apresamiento y condena de su líder. Tras el intento de escapar por Corrientes fue tomado prisionero en Goya y derivado a Paraná para su juzgamiento. Ante la ostensible parcialidad que demostró el juez a cargo del proceso se lo derivó engrillado a Rosario el 5 de enero de 1878 donde terminó condenado y preso en la Aduana local.

En agosto de 1879 el famoso preso estaba bajo el cuidado del entonces Jefe Político del Departamento Rosario Servando Florencio Bayo y se le escapó la tortuga. Efectivamente, el 12 de ese mes López Jordán no estaba más en su prisión. En el informe que elevó Bayo al Ministro de Guerra y Mariana, Julio Argentino Roca, dice que “resulta como comprobado el hecho que el prófugo se evadió de su prisión, mediante la cooperación de su misma esposa, a la que se le había concedido permiso para que lo acompañase y curase de ciertas dolencias de que se quejaba y éste, vistiendo el traje de la misma, aprovechó para fugarse, engañando de esta manera al centinela que estaba en la puerta de la prisión (…).

“(…) También, arrojan vehementes sospechas que su fuga una vez en la calle, haya sido protegida por un individuo llamado Pedro Romero (a) ‘El Indio’, pues éste fue oficial del mismo López Jordán y desapareció de la localidad, casi al mismo tiempo que el preso.”

López Jordán terminó exiliado en Montevideo de donde retornó en 1891 amnistiado por el presidente Miguel Juárez Celman. En 1889 fue asesinado en las calles de Buenos Aires donde residía.

 

“No he robado, ni dejado robar”

Por nuestros pagos tal vez no sea muy nombrado Servando Bayo, en ese momento un funcionario menor de Santa Fe, en tanto sí es más conocido, para los que profundizaron un poco la historia nacional, el episodio protagonizado por Manuel Quintana, futuro presidente, entonces senador nacional pero además asesor legal sucursal Rosario del Banco de Londres, que ante un conflicto de la entidad financiera con el gobierno de Santa Fe pidió al gobierno inglés que una cañonera bombardease Rosario.

Bayo fue una notable personalidad santafesina que sin dudas trasciende los límites provincianos y es clave en el devenir histórico del país.  Fue gobernador de su provincia entre 1874 y 1878 en coincidencia con la presidencia de Nicolás Avellaneda. Al término de su mandato asumió el cargo de Inspector General de Armas de la provincia y luego Jefe Político de Rosario.

Había nacido en Rosario, cursó la carrera militar, intervino en la batalla de Cepeda (1859) integrando las fuerzas de la Confederación Argentina con el rango de capitán, siendo ayudante del coronel Nicolás Martínez Fontes, quien cayera gravemente herido. Frente a este hecho, Bayo arriesgó su vida para auxiliar a su jefe, ayudándolo a subir al caballo y salvándolo de una muerte segura. Tiempo después, Justo José de Urquiza premiaría ese acto de arrojo.

Su gobernación, sin dudas progresista, estuvo plagada de conflictos. El primero de ellos fue el levantamiento armado de Bartolomé Mitre que intentó un golpe de estado contra el recién electo presidente Avellaneda. Bayo puso al servicio de las instituciones constitucionales su cuerpo de "Gendarmes Rosarinos", armados de las modernas Rémington. Una vez en la presidencia Avellaneda dispuso resarcir económicamente los gastos de aquellas provincias que habían cooperado para sofocar a los mitristas. Cuando pasó por los gastos de Santa Fe encontró que la provincia más adicta en la contienda fuera la que menos reclamaba. Bayo se expresó en forma brusca: "es que no he robado, ni he dejado robar a nadie, Señor presidente".

Eran públicas las reglas de transparencia y austeridad de la gestión de Bayo a partir de los más altos círculos gubernamentales, castigando severamente todo intento de malversación de bienes comunes.

Durante su gobernación fue creada la inspección general de Escuelas, base para el actual Ministerio de Educación provincial, y se aprobó la ley que hizo obligatoria la educación primaria para todos los niños. También gestionó la creación del Colegio Nacional de Rosario inaugurado el 28 de febrero de 1875.

Pese a la crisis económica que sacudía al país por ese entonces, Bayo logró incrementar la renta pública, levantar una Casa de Justicia y la torre del Cabildo de Santa Fe.

 

Bombardeen Rosario

Pero el hecho que marcó a fuego su gestión fue el conflicto con el Banco de Londres y Río de la Plata al intentar llevar adelante una política económica y financiera soberana en tiempos del reinado de la libra esterlina. En 1874 se creó el Banco Provincial de Santa Fe, proyectado por el gobernador saliente Simón de Iriondo, con el objetivo de favorecer el acceso al crédito a los sectores productivos, con capacidad para emitir moneda. El capital de la entidad se constituyó con aportes de la provincia, de particulares y con un empréstito gestionado en Inglaterra por 300.000 libras.

En 1876 la sucursal Rosario del Banco de Londres y Río de la Plata, gestionado por Norberto de la Riestra, realizaba todo tipo de maniobras para monopolizar la emisión de moneda y, con manejos especulativos, provocó corridas financieras para debilitar al banco de la provincia.

Antes de la creación de la entidad financiera estatal el banco de origen inglés había logrado ser el único que operaba en la provincia de Santa Fe y, además de los servicios financieros, con la facultad para emitir moneda, con lo cual ejercía una notable influencia en la economía nacional. La sucursal rosarina del Banco de Londres se había constituido con la cartera del Banco Mauá y compañía, fundado en Rosario en 1857 como agente financiero de la Confederación que recibía los depósitos oficiales, que en 1867 le había trasferido su patrimonio.

Frente a las maniobras del banco inglés Bayo tomó intervención inmediata encarcelando e iniciándole una causa al gerente Luis Behn, se incautó de los depósitos de oro y ordenó la liquidación de la entidad.

La reacción de los banqueros extranjeros no se hizo esperar. El primer día de junio de 1876, el encargado de negocios británico Federico Saint John ordenó a la cañonera Beacon situarse en Rosario “en resguardo de la propiedad británica” mientras entrevistaba el mismo día al ministro de relaciones exteriores Bernardo de Irigoyen. Por su parte el abogado de la entidad y senador Manuel Quintana había viajado al Londres para solicitar que si el gobierno de Santa Fe no cedía en su actitud aplicaran la fuerza con el bombardeo de Rosario.

Ante esta situación el canciller de Irigoyen hizo valer sus dotes de negociador y con firmeza negó cualquier intervención diplomática del gobierno inglés con el argumento de que el Banco de Londres "era una sociedad anónima, es una persona jurídica existiendo únicamente para un fin determinado. Las personas jurídicas deben exclusivamente su existencia a la ley del país que la autoriza y por consiguiente no son ni nacionales ni extranjeras (…) no tienen derecho a la protección diplomática". Esta tesis sentó una importante jurisprudencia para preservar los intereses soberanos del país.

Finalmente los ánimos se calmaron y la institución inglesa cedió ante la posición argentina.


Publicado originalmente en El Diario de Paraná, enero de 2024

13/7/24

Paraná, ciudad de retazos

 Rubén I. Bourlot


La capital de Entre Ríos, que fue también capital de la Confederación durante casi una década (1854-1861), es la ciudad retaceada. Por un lado, por motivos no muy bien fundamentados, se suele decir que es “la ciudad no fundada” y se conmemora como “día de la ciudad” el 25 de junio relacionado con la constitución del primer cabildo en 1813.

Por el otro lado es la ciudad que aún no ha escrito su historia completa como la tienen otras ciudades y pueblos entrerrianos. Solo cuenta retazos como la historia de Blas Pérez Colman (Paraná 1810-1860) y los dos tomos de Ofelia Sors (Paraná: dos siglos y cuarto de su evolución urbana, 1730-1955 y Paraná después del túnel subfluvial: 1960-1990), trabajos meritorios pero parciales. Actualmente se encuentra en marcha un proyecto de editar una historia para publicar con motivo de los 200 años de su elevación a ciudad (1826). Por otro lado hay un grupo que trabaja sobre la creación de la Parroquia.

Pero la verdadera fecha fundacional es el 23 de octubre de 1730 que durante mucho tiempo era reconocida como el origen de Paraná hasta que en estos últimos tiempos fue pasando al olvido y sustituida por el 25 de junio.

El caserío de lo que a principios del siglo XVIII se denominaba “Bajada del Paraná” o “La Capilla” en 1730 mereció ser sede de una parroquia. El asentamiento surgió a partir del traslado de Santa Fe desde su antigua localización en Cayastá a la actual que impulsó la radicación de pobladores en la “otra banda” del Paraná para dedicarse a las actividades mineras, ganaderas y vinculadas al desarrollo de un puerto favorecido por la topografía de la zona. También los viajeros que se dirigían a Corrientes y Asunción solían atravesar el Paraná para retomar la senda terrestre en La Bajada aprovechando por las mejores condiciones de transitabilidad de la ribera oriental del Paraná respecto de la costa santafesina. Así lo certifica la cartografía de la época que nos informa sobre las carreras de postas y correos que se fueron estableciendo desde la Bajada hacia Corrientes y las Misiones.

Con el tiempo el núcleo urbano fue creciendo en espejo al de Santa Fe de la Vera Cruz, hasta que en 1730, con fecha 23 de octubre, el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires tomó la decisión de erigir la Parroquia del Pago de la otra Banda del Paraná haciendo lugar a lo solicitado por el gobernador Bruno Mauricio de Zabala. Este hecho se debe considerar como el acto fundacional de la actual capital de Entre Ríos aún dentro de la jurisdicción del Cabildo de Santa Fe.

Como argumentos incontrastables para reivindicar el origen de Paraná en 1730 tomamos los criterios que adoptaron otras localidades de la región.

En el caso de la ciudad de San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires, toma al 23 de octubre como su fecha fundacional en coincidencia con la creación de su parroquia. Se trata del mismo acuerdo que erigió la parroquia de Paraná. Con el crecimiento de la población -aproximadamente veinticinco propietarios (que incluía a mujeres e indios) y encabezados por José Ruiz de Arellano- el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, declaró a San Antonio de Areco como una de las primeras siete “Parroquias de campaña”, firmándose el documento el 23 de octubre de 1730, fecha que se considera la partida de nacimiento del pueblo (Actis, 1944).

También la ciudad de Nogoyá conmemora su fundación el 16 de julio que está relacionada con la erección de la capilla del Carmen por parte del cura Fernando Andrés Quiroga y Taboada en 1782 (Segura, 1972).

Por todo lo expuesto no caben dudas que Paraná es el primer núcleo urbano de Entre Ríos, próximo a cumplir los tres siglos, tiene sus orígenes fundacionales en la creación de la parroquia el 23 de octubre de 1730.

También, para quienes argumentan que Paraná nace a partir de su emancipación del cabildo de Santa Fe, tenemos el ejemplo de Coronda que también estaba comprendida dentro del ejido de la ciudad fundada por Garay que fija su origen en 1664.

Según información histórica Coronda nace en torno a la fundación de Santa Fe. Cuando Juan de Garay salió desde Asunción rumbo a esta parte para fundar un puerto cercano a Buenos Aires. Al mismo tiempo parte desde Córdoba de Tucumán (actual Córdoba) Jerónimo Luis de Cabrera. Ambos tenían la misma intensión y la casualidad hizo que se encontraran en Coronda, dando comienzo a la propia historia del lugar.

El 28 de marzo de 1664, Melchor Martínez obtiene la posesión de las tierras pobladas, al sur del arroyo Matadero (actual Coronda), las que ya se encontraban habitadas por diversos pobladores y cuyo núcleo se va acrecentando, constituyendo así el asentamiento definitivo y tomando su nombre de los aborígenes del lugar.

Si bien no tiene fecha fundacional se toma como tal la de la posesión de la tierra por parte de Melchor Martínez, celebrándose entonces cada 28 de marzo.

Lo mismo sucede con San José del Rincón que toma como fecha fundacional el 7 de diciembre de 1580, cuando vecinos de Santa Fe la Vieja decidieron asentarse en los márgenes del arroyo Ubajay y río Colastiné por entonces terrenos de propiedad Antón Martín.


7/7/24

La historia vista desde nosotros

 Rubén I. Bourlot

 

En 2002 el Congreso de la Nación aprobó la Ley N° 25.566 que estableció el día 1° de julio como el Día del Historiador. La conmemoración hace referencia a esa fecha de 1812 cuando el gobierno del Primer Triunvirato firmó un decreto por el cual ordenaba que se escribiera una “historia filosófica de nuestra feliz revolución para perpetuar la memora de los héroes y las virtudes de los hijos de América del Sud…” 

La conmemoración nos da pie para abordar algunas convenciones que se aplican al discurso histórico a modo de verdades reveladas que resisten el paso del tiempo y atraviesan las culturas.

Son las consecuencias de la colonización cultural que aplica acríticamente modelos concebidos para interpretar la historia de Europa, resabio de la modernidad europea, como es la división de los tiempos históricos que intenta organizarlos en periodos a partir de un momento que se consigna como en inicio de la Historia que para los europeos, permeados por el positivismo del siglo XIX, coincide con la invención de la escritura. Aún hoy ese aserto se repite en libros y manuales que se utilizan en las cátedras.

Según esa interpretación, el punto inicial de la historia se fija hace unos 6.000 años en la Mesopotamia asiática con el hallazgo de algunas tablillas con escritura cuneiforme. ¿Y lo anterior? Eso sería prehistoria. ¿Y si hubo escritura anteriormente? Entonces tendríamos que correr los tiempos históricos.

La periodización eurocéntrica parte de un criterio muy acotado a la visión de algunos historiadores, con serias limitaciones para rastrear la historia de la humanidad y concebir que tal vez haya escrituras muy anteriores. Pero, además, ¿por qué limitar a la escritura la historicidad de una comunidad? ¿Acaso el hecho de carecer de escritura le quita la entidad de cultura histórica? “La historia es el estudio del hombre en el tiempo”, sostenía Marc Bloch. El hombre, como género humano, desde el momento que aparece como ser racional, que transforma el entorno natural para satisfacer sus necesidades, construye cultura y por lo tanto es un ser histórico.

 

LA PREHISTORIA PARA LOS DINOSAURIOS

Si hace unos 10.000 años, o más, grupos trashumantes trotaban por las costas del Uruguay cazando y pescando con jabalinas y arpones, ya había historia en Entre Ríos. Entonces dejemos la prehistoria para los tiempos de los dinosaurios. Escribió Víctor Badano al respecto: “La cultura es inherente a la condición humana. No es posible concebir al hombre sin cultura, pues cuando ya aparece sobre la superficie de la tierra posee capacidad creadora”.

Para Friedrich Behn (Prehistoria e historia primitiva): "La ciencia de los principios de la cultura es una disciplina histórica. Cuando una concepción humanista mal entendida y el interés por las manifestaciones del Sur clásico y del Oriente impedía toda investigación científica de los restos del pasado en el suelo de cada país, la prehistoria fue cultivada principalmente por las disciplinas naturalistas (geólogos, antropólogos) y se presentaba muchas veces con el ropaje de una ciencia natural. Pero la concepción moderna le ha señalado su lugar adecuado en el marco de la Historia. El fin de la ciencia prehistórica es convertir la prehistoria en historia."

Apelamos a otro pensador nuestro, Rodolfo Kusch (América Profunda) -porque no necesitamos que nos lo diga Erick Hobsbawm-: “Separar la prehistoria de la historia es hacer positivismo o sea entroncar con el pensamiento de una burguesía espléndida. La prehistoria para el burgués francés medio es una tierra de nadie en la que se dan los utensilios. Como nada sabía de sus dueños, tenía la impresión de que se trataba de un ámbito en el cual la ciencia exploraba una humanidad integrada por hijos naturales. Por eso ella no fue incorporada a la historia, ya que ésta es, en cambio, la que relata los hechos promovidos por los creadores del mundo moderno. Napoleón merece estar en la historia porque se le conoce la familia, y no sólo la de sus padres carnales sino también la de los padres espirituales: la Revolución Francesa, Julio César, etc.

“Y es que los historiadores europeos, sólo ven como historia lo ocurrido en un solo vector en los últimos cuatrocientos años europeos o sea todo aquello que favoreció a la cultura dinámica y urbana. El resto ya va contaminado de prehistoria, excepto Grecia, que sirve, por cierto, de mito para la ciudad moderna. Una forma más profunda de ver la historia sería dividirla en cambio entre la gran historia, que palpita detrás de los primeros utensilios hasta ahora y que dura lo que dura la especie, y que simplemente está ahí, y la pequeña historia que relata sólo el acontecer puramente humano ocurrido en los últimos cuatrocientos años europeos, y es la de los que quieren ser alguien. La gran historia supone la simple sobrevivencia de la especie. La pequeña, en cambio, surge de la complicación adquirida por el hombre detrás del utensilio grande, que es, ante todo, la ciudad y que data de las primeras ciudades griegas hasta ahora, claro está salteando la ‘oscura’ edad media.”

Y por acá nomás observamos esa discriminación ente “históricos” y “prehistóricos” en los museos. Los testimonios materiales de las comunidades “históricas” se atesoran en el Museo Histórico Martiniano Leguizamón, por ejemplo, y los de las “prehistóricas” en el Museo de Ciencias Naturales Antonio Serrano mezclados con esqueletos de gliptodontes, macrauquenias y troncos petrificados, como si fueran partes del paisaje natural.

 

ANTIGUO Y EUROPEO, PRIMERO

En la escuela entrerriana los diseños curriculares de Historia (historia enseñada) estructuran los contenidos desde lo más antiguo y lejano, para el primer año, copiando el clásico modelo hegeliano eurocéntrico que concibe la historia como la marcha desde Oriente a Occidente en donde América recién emerge con la llegada de los europeos, cuyo estudio está contemplado en el segundo año. El tercer año está dedicado a los siglos XVIII y XIX (Diseño curricular, 2010, tomo I). En el ciclo superior se contempla el estudio del siglo XX. El mismo criterio cronológico, desde lo más antiguo a lo reciente, está contemplado para el ciclo superior de la educación primaria (cuarto a sexto años - Lineamientos Curriculares para la Educación Primaria, 2011).

Enrique Dussel (Europa, modernidad y eurocentrismo, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales) pone en tensión esa perspectiva hegeliana de una Europa moderna, occidental que explica la marcha de la historia desde Asia, llega a Europa y “descubre” América hace solo cinco siglos. Pero desde nuestro punto de vista tanto Europa como América son Oriente; ambas historias se construyeron a partir de las migraciones de pueblos asiáticos. Y en lo que nos interesa a los americanos, nuestra historia comenzó con las migraciones desde el verdadero “occidente” para nosotros.  Porque el occidente (occidere: donde declina el sol) para los americanos es Asia y Oceanía, desde donde vinieron los primeros pueblos que descubrieron el continente.

Quienes construyeron los diseños para la enseñanza no se atrevieron a navegar contra la corriente y proponer una visión americocéntrica que contemple la marcha de las civilizaciones desde Asia y Oceanía en el poblamiento del territorio americano varios siglos antes de la llegada de los europeos.

Por todo lo expuesto es menester repensar la historia, desnaturalizar los preconceptos, dar vuelta los órdenes preestablecidos, girar los mapas, introducir la perspectiva nacional iberoamericana en todos los contenidos del aprendizaje y dejar de actuar como el antiguo esclavo que pensaba que esa era su naturaleza, que su condición estaba impresa en su ADN y debía procurar realizarse dentro de los límites de su condición. Al menos al esclavo eso le servía para comer y abrigarse porque al amo le era útil saludable y le costaba dinero sustituirlo.

 

Más sobre el tema

Badano, Víctor, El arte de los ribereños plásticos paranaenses, Memorias del Museo de Entre Ríos, N° 34, Paraná, 1957. 

5/7/24

Claudia Rosa, in memoriam

 Rubén I. Bourlot


El 5 de julio de 2018 nos dejó Claudia Rosa. Rara avis esta Rosa, como una rosa negra. Una rosa que se marchitó demasiado pronto pero dejó su sutil perfume entre quienes la conocieron.

Como un colibrí siempre se la veía inquieta, inasible, imparable entre recortes y libros. Siempre en la búsqueda de las palabras bien escritas, hurgando los rincones de la literatura regional, esa que con vocación universal tiene que “remarla” para subirse a los escaparates de la fama metropolitana.

Claudia siempre recorriendo territorios en sus búsquedas. En la UNER, La UADER y de pronto, en un veloz vuelo en Alemania, o en París, o en su última morada: la Universidad del Nordeste.

Desde su casi iniciático Poética e ideología en Carlos Martronardi, se alza con el premio Fray Mocho, máximo galardón entrerriano de las letras.

Siempre fiel a un anclaje regional de la literatura, en su último trabajo publicado por el parisino Cuadernos Lírico, dice: “El mal que aqueja a la literatura argentina no es la extensión sino la apropiación de la cultura de la pampa húmeda, que alcanza la forma de lo nacional por sobre las producciones literarias de otras regiones del país. Un hiperprovincialismo expandido con pretensiones cosmopolitas. Y en estas constelaciones creadas a las sombras terribles del siglo XIX, que no terminamos nunca de invocar, aparece como contrapartida la impronta litoraleña que todos nosotros estamos empujados a evocar.” (Alfredo Veiravé y sus paisajes laterales). Así fue y así debe seguir siendo en alguna galaxia. Con el empuje para llevar nuestra voces a

 

Claudia Rosa fue profesora de las cátedras “Semiótica” y “Procesos Culturales Argentinos y Latinoamericanos” en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, docente de posgrado, investigadora. Además, fue docente en la Universidad Autónoma de Entre Ríos y en la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes y rectora del Instituto ETER Paraná.  Se destacó en la crítica literaria y en colaboraciones fundamentales en las publicaciones de Amaro Villanueva y Arnado Calveyra, entre otras obras de la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Falleció en Corrientes el 5 de julio de 2018.