26/6/12

En al huella de Artigas (IV)

Rumbo a un nuevo aniversario del Congreso del Arroyo de la China (29-6-1815) transcribimos la cuarta y última entrega de la conferencia pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el 11 de junio de 1983, durante las Primeras Jornadas Humanísticas organizadas por la institución educativa de Concepción del Uruguay en adhesión a los 200 años de la ciudad.

Escribe Artigas, refiriéndose a las deliberaciones del Congreso: “Resolvió tan respetable corporación, el Congreso de los Pueblos Libres reunidos en Concepción del Uruguay, marchase nuevamente ante el gobierno de Buenos Aires cuatro diputados (del Congreso de Artigas ) que a nombre de este Congreso General representase la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”. 
En efecto, partirán en breve para aquel destino los ciudadanos Dr. José Simón García del Cosio nombrado por el Entre Ríos. Y aquí una precisión: en la época fue corriente dar denominación en sentido lato a Entre Ríos para Misiones, Corrientes y la propia Entre Ríos. Se elige al doctor Cosio de la zona central de Corrientes para todo el Entre Ríos por ser el hombre de vastas luces y de respeto y consideración de todos los vecindarios, y además por no tener representatividad, posiblemente, de la dimensión del cabildo. En todo el sistema representativo federal primero hay una fuerte adhesión al viejo derecho indiano que confería representaciones en cortes o congresos a las ciudades con cabildos y no a las villas o pueblos que no lo tuvieran. Don José Artigas es amplio en la convocatoria porque se dirige a la villa, a pueblos, pero que en el acto en que el congreso designa le confiere al cabildo, al representante del cabildo de Corrientes, la representación de Entre Ríos. Al doctor Andino por Santa Fe – Cabildo -, al doctor Cabrera – Cabildo – por Córdoba y a don Miguel Barreiro por la Banda Oriental – Cabildo -. Es decir cuatro ciudades con cabildo. El congreso toma esos representantes y los hace suyos y los envía a Buenos Aires, “todos con los poderes e instrucciones bastantes a llenar su comisión”. Van estos diputados a Buenos Aires y comienza una larga gestión. No voy a fatigar a ustedes con este particular detalle de la gestión. Sépase que fracasó y que fracasó porque mal podía triunfar una gestión que estaba de antemano destinada a no ser atendida ni entendida por cuanto no se había hecho otra cosa, de parte del Directorio de señor Álvarez Thomas, que ganar tiempo para preparar un nuevo asalto sobre el flanco de Santa Fe con sus ejércitos y con la escuadrilla volante desde el Paraná, y que sacudió incluso hasta el soborno en dinero para ganar voluntades de algunos jefes montaraces de las montoneras entrerrianas y orientales, para volcarlos a favor del Directorio. No se escatimó nada. Al extremo, además, que estos diputados por la inveterada tradición americana que penetra en el fondo del medioevo castellano, de nuestro derecho esencial, eran inmunes como diputados de los pueblos, fueron alojados en una fragata de guerra, la Neptuno, sin poder abandonar los camarotes. Sus alojamientos un poco singulares para alojar diputados de los pueblos libres. Y en esos ámbitos de la nave de guerra, surta en la bahía de Buenos Aires, les llegó finalmente un hombre bueno – la historia está llena de hombres buenos que ha sido intérpretes de maldades -. Un comisionado respetable en su persona, don Ignacio Sáenz, el padre Ignacio Sáenz, con el cual estos diputados melancólicamente, luego de haber hecho una protesta admirable por la energía y posición con que se expresan ante el directorio que no fue finalmente contestada, ante don Ignacio Sáenz, sólo melancólicamente pueden suscribir una sola frase que dice: “habrá paz entre el director Álvarez Thomas y el Protector de los Pueblos Libres”. 
Todo el tremendo, vertebral problema de fundar sobre principios de decisión soberana de dos pueblos la estructura del a patria quedaba reducido a una querella menor de investiduras de dos personajes, o de pretensiones de dos personajes. Y en la triste historia con que a veces nos manejamos así ha quedado un poco planteado el tema. Como un problema de personalismos, lo que es un problema vertebral, esencial de la constitución y del concepto que se tenga de quien es el verdadero titular del derecho público en la constitución de una patria. 
Los acontecimientos que habrán de seguir traerán, con la llamada “sublime intriga” por Mitre, refiriéndose a la maniobra grosera con que se gestó la tropelía de la invasión del Portugal sobre los pueblos libres, que no debía haber separado el Uruguay, en el designio de las instrucciones originarias de quien sería cívicamente llamado “pacificador”, debía haber marchado hasta la línea del Paraná. Pero tiene una obsesión bonaerense, partir la torta en el Paraná, salvar el puerto preciso. Claro, Santa Fe era el nudo de las comunicaciones con el norte. Pero amparado por una franja que querían sacar; que no se emponzoñaran Santa Fe y Córdoba con esta peste del Litoral, afuera Santa Fe. Entonces las instrucciones originarias de Lecor es avanzar hasta el Paraná. Habrá acontecimientos que modificarán la marcha. Y en el engrudo no era ajeno, por cierto, el imperio británico, siempre vigilante sobre tan ricos mercados. Porque el señor Lecor traerá, como es sabido, de asesor militar - ¡creíamos que el nombre de “asesores militares” era de este tiempo!, ¡qué equivocados estábamos! , pero la dolorosa historia de nuestros pueblos ya registró el sofisma en sí mismo de la denominación de la intervención subrepticia de las potencias interesadas en sacar la castaña con mano ajena – cuando el mismísimo conde de Beresford, Williams Carr Beresford, el prisionero que pudo escapar de Luján por la inteligente complicidad pava de Saturnino Rodríguez Peña, ¿recuerdan?. El conde Beresford venía para asesorar y para reforzar la invasión 2.000 lansquenetes mercenarios alemanes contratados, munición, barcos y armamento – no sé, sería porque sobraba acero – hechos en Sherfield que está casualmente en al islas británicas. Lecor que había sido el jefe de la vanguardia de Waterloo. Iba a venir el propio duque de Wellington pero sufrió un ataque renal y fue sustituido por su jefe de estado mayor en Waterloo: Beresford. 
Digo esto señores para que se den cuenta que se daba a esta expedición un cierto interés y un cierto rango, porque no se mandan generales de primera para pequeños episodios menores en estas alejadas tierras. Se pensó en el duque de Wellington y luego se lo sustituyó por el conde de Beresford, como “asesor” de Lecor. Es porque importaba callar la boca de los pueblos libres y el sistema del Protectorado. No era, estimados amigos, meramente una actitud paternalista del viejo y admirable caudillo. El Protectorado era un sistema americano de tarifas diferenciales protectoras que formaban un mercado intermedio incómodo a la fácil penetración de las mercancía británica introducida por los amables consignatarios y clientes de los puertos de Buenos Aires y luego rápidamente Montevideo. De manera, pues que había que romper ese núcleo intermedio que osaba oponerse a las ideas de libertad de comercio tan prestigiosamente defendidas por el inteligente Adam Smith y tan hábilmente aprovechadas por los comerciantes de ambas márgenes y sus proveedores ingleses. No era un simple episodio de pequeña intriga, de doctrina entre unitarismo y federalismo, era mucho más profundo. Ya vendrá después aquel que dirá que hay que hacer la unidad a palos. Eso vendrá después. Por ahora se dan los palos sin mentarlos.
Y el hecho es que en ese contexto se desvanecerá la voluntad del pueblo. La guerra, en el frente interior y en el frente externo, la guerra que acabará con el Protector de los Pueblos Libres y con la posibilidad de obtener desde las bases mismas de los pueblos de la Patria Grande. Pero la primera formulación y denuncia categórica y la primera presentación frontal de un programa común de las provincias tuvo lugar en esta honorable ciudad de Concepción del Uruguay un 29 de junio de 1815. Y hoy, que en este junio de 1983, levantamos nuestro recuerdo a la fundación, 200 años ha de este primer vecindario, unamos en nuestro recuerdo el título de honor de haber sido la sede primaria del primer congreso auténticamente libre y democrático de los pueblos americanos del Plata. 
Pienso, pues hacer que desde cada uno de nuestros pueblos, de nuestras comunidades y vecindarios, con este caso, al reconocer en cada uno de ellos la parte o porción que les haya correspondido en el intento grande y generoso, fraterno de armar, de instituir la convivencia de la comarca unida del Río de la Plata. Rescatar esto es, a mi modo de ver, hacernos conscientes del legado auténtico de nuestra historia y comprender que efectivamente ella nos compromete ante la nación americana inconclusa a que, superando esquemas maltrechos de las patrias hechas a medias, podamos reconstruir esta curiosa nación plural donde, sin perder ninguno de nuestros pueblos el color, la particularidad, la singularidad propia; lo que decía el caudillo: la soberanía particular, se integren armónicamente en una soberanía compartida mayor que nos asegure a todos por fin el ser protagonistas o al menos actores de nuestro destino por nosotros mismos, sin tener que estar viviendo en los sobresaltos que quedan sometidos eternamente los pueblos que no acaban de concluir su gran proyecto histórico nacional. Si no concluimos el gran proyecto soñado por los libertadores no descansarán estos en paz por más homenajes, ofrendas y recuerdos que le tributemos y nosotros no volveremos a encontrar la huella del viejo camino histórico que una vez nos hicieron perder el andar.

14/6/12

En la huella de Artigas (III)


Rumbo a un nuevo aniversario del Congreso del Arroyo de la China (29-6-1815) transcribimos la tercera entrega de la conferencia pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el 11 de junio de 1983, durante las Primeras Jornadas Humanísticas organizadas por la institución educativa de Concepción del Uruguay en adhesión a los 200 años de la ciudad.

Aquí emerge la voluntad federal como primer paso básico de la organización futura de los pueblos, es en la voz de los provincianos libre y espontáneamente electos ante una convocatoria abierta y no coartada, no calificada luego con trocha angosta para impedir que se formaran mayorías adversas a tal o cual posición. Y también los entrerrianos, y también los de la Banda Oriental y aquellos diputados indios de que os hablé no llegaron; tenemos la constancia de que llegaron tarde, la distancia no los permitió estar en los días aquellos del 29 y 30 de junio, en que tuvieron lugar las deliberaciones del Congreso del Arroyo de la China. Lo sabemos por el propio Protector que con fecha 29 de agosto se dirige a los diputados que habían sido electos manifestando que desgraciadamente no pudieron llegar pero que les agradece todo el interés y devoción puesta en la procura de estar en la causa federal de los pueblos. Convendría decir que Córdoba eligió, tenemos el acta, al ilustre doctor José Antonio Cabrera, el cual nos ha dejado a su vez una relación de lo actuado en este congreso que podemos utilizar como el elemento de contraste documental con la relación que hace el propio don José Artigas.
Veamos qué dice don José Artigas respecto de lo ocurrido en aquella jornada. Pocos días antes (para que todos tengan la total ilustración de los hechos), iniciando lo que sería una intriga hábil, habían sido enviados ante el Protector, de parte del director sustituto (Álvarez Thomas) a dos comisionados que tenían que ser y eran hombres gratos al Protector: el valiente coronel José Blas de Pico y el ilustre sacerdote Dr. Francisco Bruno de Rivarola  – la famosa misión Pico – Rivarola – que llegó a ofrecer a don José de Artigas, ¡oh escándalo!, que creo no se subraya suficientemente, le va a ofrecer, ¿qué cosa de va a ofrecer?, le va a ofrecer partir la patria. Que las tierras que están más allá del Paraná, total más allá del Paraná…, sean del Protectorado de don José y haga lo que quiera, lo que le venga en gana con los pueblos de Entre Ríos, de Corrientes y de la Banda Oriental, pero que del Paraná para acá, allí debía imperar Buenos Aires. Trasladaban la misión de dueños, la visión de quienes disponen como patrimonio de las tierras de los pueblos y de los intereses de los pueblos, lo trasladaban de su intencionalidad y designio y creían que fuera la intencionalidad y designio del hombre que convocaba a los pueblos para que estos decidieran sobre su destino, querían ganar la voluntad del Protector de los Pueblos Libres, como quien corta una torta y se reparte la mitad para cada uno. Naturalmente que esto fue rechazado, porque dirá don José Artigas que garantir la independencia de las Provincias no es ni por asomo una cuestión personal.
Muchas veces se ha acusado, de mala fe, a los viejos federales fundadores de esta tierra, de haber sido segregacionistas y se ha dicho de ellos que son los íncubos de nuestras desgracias, de la imposibilidad de construir la Patria Grande, que si hubiera imperado el orden unitario, centralizador, prudente y sabio de los hombres que regían el destino común de los pueblos otro hubiera sido el cantar. Pero si ellos a cada rato y a cada paso reiterarán la oferta de las tierras americanas como sobrantes. Todo cuanto fuera un poco más allá de los lindes de los campos poseídos en la pampa de Buenos Aires y las inmediatas, no preocupaba a la visión miope, patriachiquista de la ciudad – puerto, eran terrenos sobrantes, sin utilidad, llenos de indios, de criollos pobres, de pueblos en armas por su libertad que creían formular exigencias de respeto, de autonomías y derechos ¿qué es esto?, esto es anarquía.
Había ocurrido este escándalo y el Protector narra, cuando se refiere a lo ocurrido en el Congreso: “Conducidos siempre por la prudencia y ansioso de la concordia general, llamé a los pueblos para que por medio de sus diputados formalizaran cualquier medida competentes a su ulterior felicidad. No pudimos acordar, entre tanto, con los diputados de Buenos Aires los principios que debían fijar y, creyendo que por la grande importancia del asunto, el destino de la nación, debía sujetarse el tema al escrutinio de la expresión general, convoqué a un congreso de todos los diputados que hasta aquella fecha se habían reunido, tanto de la Banda Oriental como de los demás pueblos que tengo el honor de proteger. Ya reunidos en esta Villa de Concepción del Uruguay, el 29 del corriente, expuse lo urgente de las circunstancias para no dejar en problema estos resultados (se refiere al fracaso de las negociaciones con Pico y Rivarola). Califiqué las proposiciones que por ambas partes se habían hecho, su conveniencia o disonancia en todas y cada una de sus partes, y después de muchas reflexiones resolvió tan respetable corporación, el Congreso de los Pueblos Libres reunidos en Concepción del Uruguay, marchase nuevamente ante el gobierno de Buenos Aires cuatro diputados (del Congreso de Artigas ) que a nombre de este Congreso General representase la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”.


4/6/12

Entre Ríos tiene chamamé


Por Rubén Bourlot
Entre Ríos, como cada provincia, tiene la música que la identifica, en este caso la chamarrita. Otros ritmos entrerrianos quedaron en el olvido o en muy segundo plano, como el tanguito liso o montielero, los antiguos tristes o bailecitos federales, los valsesitos criollos, la milonga, el compuesto entrerriano, el carancho cupé y tantos otros.
Pero sin dudas que el chamamé, que identifica a Corrientes tiene profundas raíces en nuestra provincia. El investigador Carlos Vega, recoge el testimonio del santaelenense Agustín Franco, que en una entrevistas dice "tocaré un tanguito antiguo que ahora llaman chamamé...me lo enseñaron en Federal, en 1905". Es expresión nos da la idea de la antigüedad del ritmo litoraleño entre nosotros. Cada año, el Festival Nacional del Chamamé del Norte Entrerriano que se realiza en Federal es un testimonio más del arraigo del baile popular.
Escuchá "Extraño mi acordeón"
Uno de los máximos cultores del chamamé entrerriano es el acordeonista y compositor Abelardo Héctor Dimotta  nacido en Villaguay en 1921. Criado en un ambiente rural, se inició en la ejecución del acordeón de 2 hileras aprendiendo de los peones rurales en las estancias del departamento Villaguay.
 En el 1945 Dimotta hace su estreno como músico profesional y posteriormente se radica en Buenos Aires donde pasa a integrar al conjunto Los Troperos del Iberá dirigido por el poeta goyano Odín Fleitas. En esta etapa se presenta además como solista actuando en bailes del barrio de La Boca en Buenos Aires, acompañado del guitarrista correntino Cambá Quiroz.

Rápidamente le llega el reconocimiento de sus colegas y el público por lo que a principios de la década del 50 decide formar su propia agrupación con la que realiza sus primeras grabaciones para el sello R.C.A. Víctor. En estas primeras grabaciones lo acompañan Julio Lujan “El cantor del Litoral, también oriundo de Villaguay y Eliseo Corrales.
En esta etapa compone sus primeras obras como Estancia La Isabel y El carretel, obras que desde su edición pasan al repertorio de celebrados artistas como Ernesto Montiel, Mario Millán Medina y Tarragó Ros, entre otros.
Dueño de un particular estilo que luego se conocería como el sonido a la “selva de montiel” , Dimotta recrea todos los ritmos litoraleños como valseados, rasguidos dobles, tanguito montielero y chamamé.
Integraron su conjunto  artistas como los bandoneonistas Francisco Casís, Paulino Correa, Tilo Trevisán y Luis Marcó; el acordeonista Alvaro Copello y las voces de Julio Luján, Juancito El Peregrino, Gregorio Molina,  Hugo Suárez, Lucio Maidana, Jorge Toloza y las Hermanas Caballero.
 Compuso más de 200 obras, entre las que recordamos (además de las nombradas) El mingo, dedicado a su hermano, El arisco, Motivo triste, El entrerriano, Tagüé rape , Canto a Entre Ríos, Los corrales y Suerte escasa, por citar algunas.

 Continúo presentándose con gran aceptación de público al frente de su conjunto hasta su fallecimiento, acaecido en Rosario el 15 de Junio de 1992.


1/6/12

En la huella de Artigas (II)


Rumbo a un nuevo aniversario del Congreso del Arroyo de la China (29-6-1815) transcribimos la segunda entrega de la conferencia pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el 11 de junio de 1983, durante las Primeras Jornadas Humanísticas organizadas por la institución educativa de Concepción del Uruguay en adhesión a los 200 años de la ciudad.


De este congreso sabemos fragmentos, los hemos pesquisado y los pesquisaron ilustres historiadores de las provincias argentinas. Entre otras el doctor Hernán Félix Gómez de Corrientes, tiempo ha. ¿Quiénes en definitiva estuvieron, si fue congreso? Estuvieron representantes de Córdoba, de Santa Fe, de la provincia Oriental, de Corrientes, sin dudas Entre Ríos. Lo sabemos por constancias que vamos a mencionar aunque la circunstancia de no existir entonces cabildos en las villas de Entre Ríos no nos dejó, como en el caso de Córdoba o Corrientes, o Misiones o Santa Fe, las actas donde se eligieron los diputados y hasta las instrucciones que se le impartieron, pero tenemos la certidumbre de que mal podía haberse realizado el Congreso de los Pueblos Libres en el Arroyo de la China sin que los hombres más importantes y preclaros del Entre Ríos naciente no estuvieran aquí representando a esos pueblos.
Creo que es un desafío para los historiadores de Entre Ríos el dirigir el interés de la indagación para ver si podemos llegar a alcanzar otras referencias que nos permitan ubicar quiénes fueron aquellos representantes en aquel primer gran Congreso de los Pueblos Libres. Y habrán observado que bonitamente he ignorado el tan cacareado Congreso del año XIII, ¿verdad? Y lo he ignorado porque, obviamente, no vamos a referirnos a lo que fue la más triste mascarada que solo sirvió para cohonestar malamente, sin dudas, los intereses del grupo oligárquico directorial porteño. Aquel congreso donde se maniobró de manera descarada para impedir que los diputados de la provincia Oriental pudieran sumarse a los votos de los diputados que respondían a la preclara conducción de San Martín, con cuya unidad podía haberse imposible la maniobra porteñista. De manera que tal congreso, que fue prácticamente en la trascendencia del devenir histórico un mero antecedente de la repetición casi a la letra de cuanta ley iban sancionando las Cortes de Cádiz, repudiada por toda América, en definitiva, ese congreso no es para quien está sintiendo la historia como un quehacer de los pueblos, una asamblea digna de ser recordada. Más bien si hay una asamblea a olvidar es aquella mascarada del año XIII. Pero la que no deberá ser olvidada y tengo la esperanza que aquí, en el Colegio del Uruguay, en Concepción, se levantará la reivindicación para que nunca jamás se le olvide, es aquel congreso rústico del Arroyo de la China, donde se reunieron convocados y elegidos directamente por los pueblos libres, los representantes dignos de la voluntad popular. Y no eran cualquier cosa los representantes. Porque ahora vamos a pasar a decir quiénes y cómo, de qué manera vinieron a ese congreso.
La convocatoria, en primer lugar, fue hecha en abril con lógica secuencia a la esperanzada actitud con que los pueblos recibieron la noticia de que al fin de la fortaleza de Buenos Aires se había arriado el escandalosos estandarte de la monarquía española y se había levantado la bandera azul y blanca que se le había oportunamente prohibido a Manuel Belgrano. Recordad, la bandera prohibida, la bandera execrada, ahora lucía en el mástil de la fortaleza como insignia de independencia y libertad. Y eso fue considerado por los pueblos del Plata como una definición categórica de que al fin se había tomado el camino que todos esperaban, más no sería así. Nuevas artimañas esperaban a los pueblos para estafar su voluntad. Pero en Concepción del Uruguay se afirmaría esa esperanza, y la convocatoria del Protector en ese clima de abril de 1815. Esa convocatoria la conservamos en originales hallados en los archivos de las Misiones. Porque este caudillo increíble no convocaba a la parte más sana o distinguida de los vecindarios a resolver en consejo de notables lo que importaba al común americano. Convocaba también a todos los vecinos sin distinción de color de piel ni condición y por eso convocaba a los vecindarios indios de los pueblos de Misiones.
Les voy a leer las notificaciones con que al pie de la convocatoria se firman en cada uno de los pueblos misioneros al haber dado recibo a la convocatoria y ponerla en ejecución. Por ejemplo: pueblo de Concepción: Manuel Cahiré, corregidos, Carlos Areñú, alcalde de primer voto, Inocencio Emburana, alcalde de segundo voto. Pueblo de Santa María de Mayorí: Eustaquio de Arecayá, corregidos, José Evaristo Aybó, regidor primero, Vicente Pérez, secretario del Cabildo. San Javier: Francisco Borja Albasariyé, corregidor, Mariano Ñandutí, alcalde de primer voto, Pascual Cuaraguá, secretario del Cabildo. Pueblo de los Santos Mártires: Ignacio Cuñariguez, corregidor, Celedonio Chaiñez, Miguel Ibayú. Pueblo de San José: Esteban Manaustí, Juan Cheque, Celedonio Mandomí, Nicolás Guaranguaí. Pueblo de San Carlos: Tomás Yripá, Ponciano Mano, Miguel Yaribú. Pueblo de Apóstoles: Miguel Ángel Gramajo, Ventura Abayá.
En todos los pueblos no está Candelaria, porque Candelaria, por el tratado celebrado con don Manuel (Belgrano) al dar término a la desgraciada campaña contra el Paraguay, y celebrado el tratado de Federación en octubre de 1811, Candelaria quedaba en jurisdicción del Paraguay.
¿Y qué les había dicho el Protector a estos pueblos? “Concluidos los negocios públicos (con fecha 29 de abril de 1815) al alto punto en que se ven es peculiar al pueblo sellar el primer paso que deben seguirse a la conclusión de las transacciones que espero formalizar. En esta virtud creo ya oportuno reunir en Arroyo de la China un congreso compuesto de los diputados de los pueblos y, para facilitar el modo de la elección tengo el honor de acompañar a usía el adjunto reglamento confiando en el esmero de su ilustre corporación que, eludiendo hasta el menor motivo de demora, al momento de recibir esta de las disposiciones competentes para que con igual actividad se proceda en ese departamento a la reunión de las asambleas electorales, encargando muy particularmente que los ciudadanos en quienes la mayoridad de votos haga recaer la elección sean inmediatamente provistos de sus credenciales y poderes y se pongan con toda prontitud en camino al indicado punto del Arroyo de la China, no siendo posible fijar otros que aminore la distancia por ser el prescripto un punto medio relativamente a los demás pueblos que deben concurrir. El orden, la buena fe y la voluntad deben caracterizar el fondo que recomiendo al celo de usía”. Y se procedió a la elección.
Conocemos la convocatoria que se hizo llega al cabildo de Corrientes, tenemos los documentos que se hicieron llegar a Córdoba y a Santa Fe. Repito: tenemos constancia documental que voy a pasar luego a leer, de la existencia naturalmente de representantes de Entre Ríos y de la provincia Oriental. El cabildo de Corrientes se reúne y elige primeros electores de diputados que son: Juan Francisco Cabral y Ángel Mariano Bedoya, el teniente Serapio Rodríguez, Juan Hernández, Bartolomé Lezcano, luego sustituido por Sebastián Almirón, y un hermano de José Artigas elegido por otra jurisdicción. Y estos, luego reunidos, van a proceder a designar nada menos que al ilustre letrado y figura de alto nivel, doctor Simón García del Cosio, como representante de la provincia de Corrientes en el Congreso de Concepción.
Sabemos de los electos por el Entre Ríos porque cuando en la autobiografía de un médico oriental que estuvo presente como uno de los diputados de la Banda Oriental, el doctor Francisco Martínez, junto a Pablo Bauzá. En la autobiografía de Francisco Martínez, este hace constar la existencia de diputados de todos los pueblos en los que enumera a los pueblos del Entre Ríos sin dar, desgraciadamente, los nombres. Podemos suponer sin embargo que no podían faltar los hombres que por entonces eran representativos de cada una de estas comunidades, tales como por ejemplo: Pancho Ramírez, Samaniego, Hereñú, Correa y algunos otros. También Santa Fe, tenemos las actas, tenemos las instrucciones que dieron a los representantes. Santa Fe elige a otra alta e importante figura, el doctor Pascual Diez de Andino que trae precisamente instrucciones para defender, fijar de una vez el sistema proclamado en esta América de su libertad e independencia, y la de cada uno de los pueblos unidos, y particularmente que se reconozca a Santa Fe como provincia independiente con todo el territorio que comprende su jurisdicción en el continente occidental del río de la Plata. 
Para publicar en este blog enviar los artículos a bourlotruben@gmail.com. Son requisitos que traten sobre la temática de este espacio, con una extensión no mayor a 2500 caracteres y agregar los datos del autor. Se puede adjuntar una imagen en formato jpg.
---------------------------------------------------------------