29/9/15

Memoria Cooperativa Entrerriana. Homenaje a Don Aldo Torlaschi

Por Ricardo Cesar Bazán (Téc. Sup. en Cooperativismo)

De la mano de Don José Echeverría dí mis primeras charlas de cooperativismo, escribí mis primeras notas en vocero de Vicoer y asistí a los primeros actos del día de la cooperación. A manera de homenaje y para que la memoria cooperativa no se pierda he transcripto el discurso que pronunciara Don José en la ciudad de Diamante (Julio de 1994) al recordar a Don Aldo Torlaschi, quién rescató a la Cooperativa Federal Agrícola Ganadera de Diamante Ltda. Muy emocionado evocó a este ilustre cooperativista con estas palabras:

José Etcheverría
“No es mi intención desarrollar una clase de historia cooperativa, porque no es lugar ni momento, quería sólo que nos ubiquemos en el tema para dimensionar en su justo valor la obra de este pionero, que recaló aquí en esta ciudad de Diamante en el año 1949, y aceptó el desafío de hacerse cargo de esta cooperativa, a lo que solo le quedaba el nombre y un grupo de consejeros honestos que la querían salvar, pero que no encontraban la forma. Cabe destacar que económicamente estaba en quiebra y era inquilina de este local. Don Aldo Torlaschi tenía escasos 22 años y con una perseverancia sin desmayos ni descanso remontó la cuesta transformándola en una de las cooperativas más importante de nuestra provincia. El logro conseguido con su tesón no fue únicamente económico aunque tuvo una dimensión que a muy pocos se les hubiese ocurrido en esta época, sino que no descuidó en ningún momento la parte humana, por ello buscó afanosamente mejorar el standard de vida de los minifundistas del departamento de Diamante y sus alrededores. Cuando el gobierno provincial propone un plan de electrificación rural, esta cooperativa fue la primera que aceptó el desafío. No se le podía escapar a Don Aldo el valor que representaba para la familia rural contar con electricidad. Cambiaría, como sucedió, su nivel de vida en todos los aspectos: cultural, en economía familiar, comodidades, esparcimiento, servicios, tecnificación para una mayor y mejor producción. Cuando aquí se secaba el cereal desparramado en las calles de la ciudad compró la secadora y así la cooperativa podía entregar el grano con el exacto grado de humedad permitido y se ahorraba la multa y servicios de secado conque castigaba la Junta Nacional de Granos a los colonos o cerealistas que entregaban la cosecha. Cuando se trabajaba todo el cereal embolsado emprendió la construcción de los silos del puerto, que tantos beneficios trajeron para los socios de la cooperativa. Lastimosamente por las injusticias políticas del momento no pudo concluir tremenda obra como era su proyecto, con el puente de embarque directo al buque. Cuando compro el predio sobre ruta once donde luego se levantó la planta láctea, contrató un profesional para diagramar y concretar una quinta de frutales. Es seguro que eso lo realizó con el afán de demostrar que era posible obtener buenas cosechas, y harían lugar que los minifundistas lo imitaran, y cuando la producción se justificara industrializar el producto. También fue pensando en la economía familiar de los socios de la cooperativa que levantó la planta láctea que tenía que ser un polo industrial sumamente importante para Diamante cuando se produjese el aprovechamiento industrial integral de la leche. Lo que no pudo materializar fue el criadero de cerdos con uso del suero que produciría la fábrica de quesos. El norte de toda su lucha fue el progreso de los socios de la cooperativa, y la creación de fuentes de trabajo para los jóvenes.
“Don Aldo fue un ciudadano de una conducta ejemplar como esposo, padre de familia, sensible a los problemas de la comunidad, donde estaba inserto y tuvo, como ya dijimos visión, de futuro y se sacrifico por el bien y el progreso de su cooperativa, o sea de todos sus asociados. 
“La propuesta de este homenaje fue planteada por una joven que no lo conoció personalmente, pero que por referencias de sus mayores sabía quién había sido Don Aldo Torlaschi, 
“Sra. de Torlaschi, familiares, Sras. y Sres., deja nuestra Fundación (Fe Cooperativa) con este acto, concretado este homenaje a quien consideramos un ejemplo de vida ejemplar, que debía servir de norte a las nuevas generaciones”.
Don Aldo y Don José ya no están entre nosotros físicamente, pero perduran sus obras como testimonio que nos alienta para fomentar el ideal cooperativo en nuestra juventud.
Entre los emprendimientos cooperativos realizados por Don José Jorge Echeverría podemos citar el nacimiento de la Cooperativa Vicoer Ltda, de la Mutual Solidaridad y la Cooperativa Educacional Edupro Ltda, la creación de la Fundación Fe Cooperativa de una destacable trayectoria en la educación y capacitación cooperativa en la provincia de Entre Ríos y la vecina Santa Fe. También Don José Jorge Echeverría participó en la constitución de la Federación CADER Ltda .

Fuentes: 
“Cooperando” (Ricardo César Bazán)-Programa Radial de Educación y Promoción Cooperativa.
F. M. De La Nuca-Area Comunicación Social-Hospital Neurosiquiatrico “Antonio Roballos” -Año 1994.-

26/9/15

El colectivo. ¿Invento argentino?

Por Rubén Bourlot

En una oportunidad el Museo Histórico de Entre Ríos Martiniano Leguizamón, presentó uno muestra en conmemoración al Día del Colectivo coincidiendo con la puesta en funcionamiento de la primera línea de colectivos urbanos en Paraná en 1924. Este hecho da por tierra con la leyenda muy difundida de que el colectivo es un invento porteño de 1928. “Paraná es pionero del colectivo (…)” sostiene el comunicado que informa sobre la muestra.
Tal vez para alimentar la autoestima o el ego del habitante del puerto se afirma, sin mayor rigor, que en 1928, ante la falta de pasajeros un grupo de taxistas de Buenos Aires que se reunían habitualmente en un cafetín del barrio de Floresta se les ocurrió poner en práctica el "taxi colectivo". Fue el 24 de septiembre que en la misma esquina donde se juntaban, comenzaron a ofrecer a los gritos un viaje hasta Caballito por 20 centavos (la quinta parte de lo que hubiera costado en taxi), o a Flores por sólo 10. Y así nace la leyenda del “colectivo, invento argentino”.

En Paraná
Para bajar el tono del autobombo porteño, varios años antes en Paraná una ordenanza fechada el 12 de junio de 1924 concedió a Eduardo Aliprandi autorización por el término de 20 años para instalar y explotar un servicio de ómnibus en la ciudad. Meses después todo estaba en orden para iniciar el nuevo servicio, como lo informa el diario La Mañana del 4 octubre. “Hoy, a las 16 horas, será inaugurado el servicio de ómnibus con la línea establecida entre Plaza 1° de Mayo y Puerto Nuevo (…)“  El servicio contaba con tres unidades con capacidad para 14 personas y con un costo de 10 centavos el pasaje.
 Diario La Mañana, licitación en Paraná, 4-10-24
Paraná desde hacía años contaba con servicios similares de trasporte público como el tranvía (o tranway) tirado por caballos desde 1873 y eléctrico desde 1921.

Un invento no tan argentino

Pero tampoco vamos a concederle a Paraná el privilegio de ser la pionera de este servicio. El trasporte colectivo terrestre de tipo urbano, sin vías, tiene una historia muy anterior en el mundo. Ya en 1823, en Nantes, Francia comienza a funcionar un servicio urbano de carruajes tirados por caballos que toman el nombre de “ómnibus”, por el nombre de una tienda de sombreros donde tenían la parada los mismos. Más tarde el inventor de automóviles Karl Benz desarrolla en 1895 un autobús con motor a combustión. Luego en Francia el 11 de junio de 1906 se libra al servicio la primera línea de autobuses. 
Diario La Acción, nuevas unidades 
en C. del Uruguay, 6-12-12
También en Estados Unidos hacia 1914 un grupo de desocupados se lanza a cubrir un servicio con tarifa y recorridos fijos, a la largo de algunas líneas de la Pacific Electric. A estos rodados (eran un auto común adaptado) se los bautizó jitneys, cuya traducción sería para nosotros como decir “chirola” (moneda de poco valor). Pronto tuvieron que desactivar el servicio por denuncias de competencia desleal hacia las compañías de tranvías.
 

Antes en Concepción del Uruguay

Y para abundar en testimonios sobre el funcionamiento de autobuses, omnibuses o colectivos no nos vayamos muy lejos. Una breve noticia aparecida en el diario La Acción de Paraná, el 6 de diciembre de 1913, de su corresponsalía en Concepción del Uruguay, da cuenta que “la empresa de autobús, en vista de éxito obtenido, traerá dos más, con lo que podrá realizar un servicio más completo”. Sin dudas una prueba contundente que este servicio era mucho más difundido de lo que dejan entrever las informaciones que circulan en diversos medios, originadas en los mentideros de la capital del país, donde dicen que Dios atiende. Y pensar que recién en 1928 se avivaron los porteños.
Colectivo de Concepción del Uruguay, Caras y Caretas, 1918
Agreguemos otra evidencia categórica. En la nunca suficientemente bien ponderada revista Caras y Caretas, de 1918, aparece publicada una crónica de viajes de un tal Dr. A. Vaccari que inserta una fotografía de “autobús empleados en Concepción del Uruguay, para paseos en la alrededores”, según el pie de la misma.
Estos son solo algunos testimonios tomados más o menos al azar; seguramente habrá numerosas experiencias en otros lugares del país, inclusive en nuestra provincia. De lo que no hay dudas es que el colectivo no es un invento porteño. Recordemos que la historia es dinámica, y lo que hoy parece una verdad revelada mañana tal vez sea solo una leyenda.

Fuentes:
Diarios La Acción y La Mañana, de Paraná

Caras y caretas (Buenos Aires), N° 1.050, 16-11-1918

17/9/15

El día que Entre Ríos tembló

Por Rubén Bourlot

Es enero de 1948, las lluvias arrecian, el calor agobia y la gente se refugia en las casas a la hora de la siesta. Alejandra Ramírez termina de lavar los platos después del almuerzo, y de pronto un temblor. “Siento que se mueve el piso de la cocina, me tomo de una mesa para no caerme, me siento y miro por la ventana hacia el campo y me parece ver que el terreno se ondula y comienza un tintinear de las ollas y sartenes que tengo colgados frente al fregadero”.
El fenómeno dura apenas unos pocos segundos, pero las personas sienten con alarma la sensación del movimiento telúrico, primero por el desconocimiento sobre el fenómeno, y luego por saber que en estos lugares nunca había ocurrido un "temblor de tierra" como dicen los lugareños. Seguramente en la memoria popular se mantiene fresco el recuerdo del trágico terremoto de San Juan, de 1944. 
El moviento sísmico ocurrió el día 21 de enero de 1948, a las 13, 47 y se sintió con intensidad en los departamentos Feliciano, Federación y Concordia. La magnitud estimada fue de 5,5 en la escala de Richter y de una intensidad de grado VI en la escala de Mercalli. Su epicentro estuvo en la zona de la isla Curuzú Chalí, departamento La Paz.
Los diarios La Acción y El Diario de Paraná del 22 de enero reflejan la noticia y pone en la tapa la información de los cables de las agencias que mencionan la presencia del fenómeno en Rosario y Corrientes. En páginas interiores El Diario informa que el movimiento fue percibido con poca intensidad de Paraná, en tanto que en Feliciano el sismo fue intenso y provocó “agrietamientos y caída de revoques en varios edificios”. También causó alarma en Concordia donde “los habitantes salieron a las calles alarmados, trasladándose a las plazas y lugares abiertos…”, y en la vecina Salto. Otros lugares donde se hizo notar fueron La Paz y Federación. 

La Acción informa que el fenómeno fue detectado por el Observatorio de Villa Ortúzar y que el mismo se debió a la Gran falla geológica del Río Paraná. Y precisa que no afectó a la provincia de San Juan. Al día siguiente el jefe del departamento de geofísica del Servicio Meteorológico Nacional explica que “se trata de un acontecimiento muy pocas veces observado, pero del cual se tienen antecedentes, así como se explicación natural (…). La cuenca donde corre el río Paraná no es otra cosa que una gran falla terrestre – añade - que ha desempeñado en las épocas geológicas del pasado un papel preponderante en la generación de terremotos”. Y más adelante abunda en hipótesis “(…) en cuanto a las causas probables que han puesto en movimiento las fallas del Paraná no es posible determinarlas con absoluta exactitud (…) Podría suponerse que la actual posición de la luna en su primer cuarto está originando tensión, que se conoce con el nombre de ‘mareas solares’ de la corteza terrestre, que podría deformar el planeta al combinarse con las similares del sol (…).” El geólogo Juan Carlos Bertolini explica que este movimiento se origina en “una falla transcurrente de desplazamiento de rumbo que se ubica entre la isla nombrada y la localidad de puerto Yeruá”.
El diario La Prensa de Buenos Aires (22/1/1948) por su parte consigna que en Villa Elisa, Entre Ríos, se sintió “un intenso movimiento sísmico que hizo trepidar los edificios y objetos que se encontraban en su interior”. Al día siguiente el mismo diario capitalino precisa que el epicentro del sismo se ubica entre Esquina, Corrientes y La Paz y lo ilustra con un mapa. 
Pero las noticias no advierten sobre los antecedentes que se registran en la zona desde el siglo XIX. Los diarios de 1848 dan cuenta del primer terremoto documentado de la zona que se produjo el 9 de agosto a las 18 horas y que continuó con réplicas hasta el 11 de septiembre. El epicentro se ubicó en la cuenca de Punta del Este. Dos periódicos, El Defensor de la Independencia Americana y El Comercio del Plata de Montevideo, ofrecieron una amplia información sobre el suceso. 
También en 1888 Buenos Aires, Montevideo y casi todo Entre Ríos sufrieron las consecuencias de un movimiento conocido como Terremoto del Río de la Plata, con una magnitud de 5,5 grados que provocó pánico en la población. Una crónica de un diario del Uruguay brinda un panorama del acontecimiento: “El temblor fue sentido asimismo con cierta intensidad en las ciudades uruguayas de Mercedes, Paysandú y Artigas, aproximadamente situadas en el mismo meridiano que el foco del temblor, así como en varias ciudades y pueblos del interior argentino. Una especial mención merece la información brindada por el diario La tacita de la ciudad de Colonia, en su número del 5 de junio de 1888: “... Venía el vapor ‘Saturno’ de la capital vecina para esta ciudad. Navegaba tranquilo por el centro del canal con más de 20 pies de agua, cuando de pronto se detuvo como si tocase el fondo. El capitán hizo echar la sonda, pero se encontró con que el barco, movido por una fuerza oculta, zarpaba por sí mismo de la varadura y seguía su camino”.

Fuentes: diarios La Prensa de Buenos Aires, La Acción y El Diario de Paraná de los días 22 y 23 de enero de 1948. Testimonio de Juan Ramírez de Feliciano, nieto de Alejandra Ramírez. Juan Carlos Bertolini, geólogo, entrevista, septiembre de 2013.

9/9/15

La visita del poeta

“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro (…)”. Cuántas generaciones de niños leyeron en la escuela estos párrafos de Platero y yo, la tierna descripción de ese burrito que trotaba por un prado salpicado de flores.

Juan Ramón Jiménez. El autor había nacido la noche de navidad de 1881.
Muchos años después, tras los convulsionados sucesos políticos de España, tras la tragedia de las guerras que desangraron a toda Europa, el poeta llegó al puerto de Paraná precedido por la fama que le había dado su humilde burrito. Fue en 1948 y nuestro poeta “entrerriano por el canto”, Jorge Enrique Martí, recuerda el acontecimiento en una nota escrita en 1979.

“Vale la pena recordar el suceso, ahora que la evocación lo sitúa desde una perspectiva de más de treinta años. Ocurrió el 27 de agosto de 1948, a las 18,30 en la Biblioteca Popular de Paraná .Ese día, a esa hora y en ese lugar Juan Ramón Jiménez habló sobre el tema La razón heroica. El memorable acontecimiento sigue vivísimo en el recuerdo de quienes fueron sus espectadores. Allí estaba, en Paraná, genio y figura, con la extrema dulzura de sus poemas, la barba estirada en la pera con hilos que ya plateaban los ojos tiernos y melancólicos como los del precioso burrito de su relato inmortal, el autor de Platero y yo. ¿Saben los muchachos de estos días que hace treinta y un años estuvo en Paraná el alto poeta español? Sesenta y siete años tenía entonces Juan Ramón y ya había cumplido veinte y cuatro el libro que le dio universal popularidad. Es de verlo o de imaginarlo en Entre Ríos, andando las calles paranaenses. Dialogó, con muchos o con todos. Queda para testimonio de la historia literaria su encuentro con nuestro Juanele a quien tanto se le parece por la transparente, honda luminosa sencillez de su poesía. Platero en Paraná. El poeta de "Españoles de tres mundos", "La estación total", "Diario de un poeta recién casado" y " Sonetos espirituales", entre nosotros, en la querida provincia recostada en las barrancas del gran pariente del mar (…)”
Jiménez y su esposa Zenobia llegaron a Buenos Aires el 4 de agosto de 1948 a bordo del “Río Juramento” y en el puerto los esperaba un grupo de estudiantes, entre los cuales se hallaba nuestra María Elena Walsh, la que con el tiempo se convertiría en el ícono de la literatura para los niños.

Juan Ramón desde hacía años andaba por estas tierras americanas. En 1936 se traslada a Nueva York como agregado cultural en la Embajada de España, luego vive en Puerto Rico, La Habana y Florida donde se dedica a escribir y dar clases y conferencias. Hacia 1939 vuelve a Nueva York para posteriormente instalarse en Coral Gables, Miami y finalmente se radica en Riverdale, en 1945.
Invitado por la revista Los Andes de Buenos Aires para la lectura de un ciclo de cuatro conferencias de la capital porteña, la visita se extiende a otras ciudades argentinas e incluso a Montevideo, y las actividades del poeta se multiplican.
El 25 de agosto llega a Rosario para pronuncia una conferencia, el 26 hace lo propio en Santa Fe y el 28 está en Paraná. El Diario de la capital entrerriana expresa que “se suscitó expectativa desde que se anunció la posibilidad de que el poeta pisara nuestras playas.” La llegada se produce al as 11 de la mañana en la balsa desde Santa Fe, siendo recibido por delegaciones escolares.
El diario La Acción también de Paraná anuncia brevemente que “a las 18,30 horas actuará hoy en la Biblioteca Popular el celebrado poeta Juan R. Giménez (sic), de actuación brillante, por lo que Paraná tendrá una nota artística de alto vuelo.”
Los organizadores de la presencia fueron el Centro Cultural Carlos María Onetti, la Asociación Mariano Moreno, Círculo de Profesores Diplomados, Asociación Amigos de la Música, Club Social, Asociación Guitarrística Entrerriana y Círculo Lírico de Paraná.

Al día siguiente El Diario agrega detalles del arribo. “Desde temprano se fueron congregando en el puerto personas ligadas a los círculos intelectuales. Su llegada estaba prevista para las 11. Había varias delegaciones de escolares. Cuando llegó fue rodeado por la concurrencia, él respondió con emoción acariciando a los niños más pequeños. Ya en el hotel fue saludando a mucha gente. La conferencia congregó a numeroso público en la Biblioteca Popular a las 18, sobre La razón heroica (hechos de la vida diaria con las batallas del espíritu). Cuando acabó fueron todos a felicitarle. Minutos después se embarcó para la vecina capital, en viaje a Córdoba, ya que deberá cumplir con un compromiso con las entidades culturales de la ciudad”.
En las escasas horas que estuvo en la ciudad entrerriana fue recibido por Juanele Ortiz a quien le comenta el poeta español, mirando la ciudad desde la zona de El Brete, que parecía “una Zaragoza del alma” y le puso en la dedicatoria de un libro “de Juan R. a Juan L.” 
Años después, en 1956, el poeta que anduvo pisando suelo entrerriano,  recibía el premio Nóbel por su obra.

Fuentes:
- Diario La Acción y El Diario, agosto de 1948
- Jiménez, Juan Ramón, Dios deseado y deseante, ed. Akal, 2009
- Martí, Jorge Enrique, Platero en Paraná, en Sucesos dominical, 29 de agosto de 1979 
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