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26/11/17

El gobernador que perdió la cabeza*

Por Rubén Bourlot

Eduardo Racedo fue gobernador de Entre Ríos en el periodo clave de la consolidación del estado argentino. Una figura que no da lugar para la indiferencia. Con claroscuros, puede decirse que fue el más amado y el más odiado de su tiempo, como se decía de Napoleón, de Perón… 
Placa sobre el costado de la Catedral de Paraná
donde descansan sus restos
Los historiadores dividen las aguas: para unos es el estadista que construyó la Entre Ríos moderna. Para otros, el execrable gobernador que trasladó la capital de Uruguay a Paraná. 
Y un buen día este gobernador perdió la cabeza, más bien el busto entero. Pero no por desequilibrios mentales. Sucedió en 2011 cuando el monumento que le rinde homenaje, en el bulevar que lleva su nombre y que conduce a la estación ferroviaria que supo impulsar, fue mutilado por manos anónimas.
El vapuleado Racedo fue un militar que a los 17 años ingresó al batallón de Línea de Buenos Aires, en 1860. Actuó como soldado en la guerra contra el Paraguay y diez años después participó de la represión de los entreveros jordanistas. A algún historiador trasnochado se le habrá ocurrido poner en tela de juicio su participación contraria a los intereses de la provincia, pero a esa altura era un joven teniente coronel que cumplía órdenes. La decisión política le correspondió al entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento. 
Más adelante el destino lo llevó a la campaña patagónica, integrando los ejércitos de Julio Argentino Roca, para incorporar al territorio nacional las vastedades del sur. Era el gobierno de Nicolás Avellaneda, para algunos distraídos. Esta campaña que está de moda denostar hasta el infinito con argumentos anacrónicos y descontextualizados.
Busto de Racedo en el bulevar que lleva su nombre
Después participó en la batalla decisiva de Puente Alsina, contra el gobierno de Carlos Tejedor, para logar la capitalización definitiva de Buenos Aires. 
El 80 de 1800 fue el año de la llegada de Roca al poder de la mano del Partido Autonomista Nacional, una alianza de provincianos que rompía con el círculo vicioso de partidos atrincherados en Buenos Aires. 
En Entre Ríos, Racedo constituiría la alianza roquista con el Partido Popular, la corriente del “racedismo” que lo llevará  a la gobernación. ¿Y quiénes integrarían ese nuevo movimiento de la política entrerriana? Gran parte del jordanismo se plegará en un trasvasamiento natural que tiempo después alimentará las filas del incipiente radicalismo, como lo fueron Juan A. Mantero, Vicente Morán y Miguel M. Laurencena entre otros, aunque sobre este último el historiador Celomar Aragachá sostiene que nunca estuvo vinculado al jordanismo.
El año 1883 fue el de Racedo; el de la reforma constitucional con logros como las autonomías municipales y la creación del Consejo General de Educación con un régimen educativo gratuito, laico y obligatorio. Pero también fue el año de la tragedia para los uruguayenses que vieron perdida su capitalidad en manos de los paranaenses. Esta medida le costó caro al prestigio del gobernador y fracturó al partido que vio emigrar a valiosos elementos del jordanismo de la costa del Uruguay. 
Racedo promovió el poblamiento de la provincia mediante la expansión de la colonización agrícola y amplió las redes ferroviarias. Tal vez como una compensación, Concepción del Uruguay se unió con caminos de hierro a la nueva capital. 
Y como era usual, y lo es hoy mismo, la geografía se llenó de topónimos con el nombre del gobernador, tan abundante que resultaba harto difícil distinguir las localidades: Pueblo Racedo, Colonia Racedo, Estación  Racedo. Y en Paraná el bulevar que pasa frente a la estación central también fue bautizado con el nombre del gobernador. 
Y para completar el homenaje, en 1938 sobre una de las plazoletas se erigió un busto obra del notable escultor entrerriano Israel Hoffman. Una obra de arte que embellecía esta arteria que aún conserva los tradicionales adoquines.
Pedestal sin el busto 
Pero un día, manos anónimas, cobardes, descabezaron el pedestal y se llevaron con rumbo desconocido el busto del general. ¿Cuáles fueron los motivos de semejante acto vandálico? Una nota también anónima bajo la presuntuosa firma de “el pueblo” pretendió justificar el acto derramando las consabidas críticas a la “mal llamada conquista del desierto (que) fue en realidad un plan sistemático de exterminio de los reales dueños de esta tierra. Un plan que sirvió para consolidar la dependencia del tirano opresor extranjero”. Y agregaba: “Ahora, con los vientos de cambio que soplan, debemos tirar los mármoles de los traidores que tanto ensuciaron a nuestra patria para dejar pedestales libres para los reales héroes del pueblo. Basta de mentiras en los libros. ¡Viva la historia de los valientes!”. Una ironía completa que los cobardes de esa calaña exclamen vivas a los “valientes”.
El pedestal quedó trunco, descabezado, con algunas placas que testimonian el homenaje. El busto, con suerte soterrado en algún sitio desconocido, o tal vez fundido, convertido en vil metal.

Bibliografía:
- Jorge Riani, “Estupor y desconcierto por el robo del busto a Racedo “, El Diario, Paraná, 28/6/2011.
- Argachá, Celomar José, Origen y fundación de la Unión Cívica Radical en Entre Ríos, 1998.
- http://paranahaciaelmundo.com.ar
- https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Racedo

*Publicado originalmente en la revista Orillas.
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