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6/7/11

La independencia y el artiguismo

Por Rubén Bourlot
Seis años después del primer grito de libertad dado en el cabildo de Buenos Aires los pueblos del Río de la Plata se atrevieron a dar el gran paso de anunciar al mundo su independencia.
Fue un largo y accidentado proceso que estuvo salpicado por conflictos internos, intrigas políticas y amenazas de las potencias de entonces.
La idea de la constitución de un nuevo estado independiente estuvo latente desde décadas antes de la Revolución de Mayo pero tomó fuerza a partir de los intentos de ocupación inglesa en 1806 y 1807.
El año 10 fue el momento justo para dar el gran paso pero la mayoría de la Junta de gobierno no pudo o no quiso resolverlo. A los más impulsivos, como Mariano Moreno y su grupo, los enviaron a realizar misiones alejadas de los lugares de decisión.
Tres años antes, ante la convocatoria de la Asamblea Constituyente, conocida como del año 13, los diputados de los pueblos que respondían a José Artigas tenían la instrucción de pedir “la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España y de la familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es y debe ser totalmente disuelta”, pero no pudieron participar del cónclave por cuestiones formales o excusas que interpusieron en Buenos Aires para no avanzar en la declaración de la independencia como se solicitaba.
En junio de 1815 en el Congreso de Oriente o de Concepción del Uruguay, convocado por Artigas, se trató el tema de la independencia como una de las prioridades en el diálogo pendiente entre los representantes de las provincias del Litoral y las autoridades de Buenos Aires.
Pero recién en julio de 1816 los diputados de medio país, ya que las provincias de la Liga de Artigas no concurrieron, resolvieron declarar la independencia. Es verdad que el Congreso no fue convocado con ese objeto sino para decidir acerca de la forma de gobierno. Pero era un contrasentido discutir cómo se iba a gobernar un país si primero no se constituía en un estado independiente.
Así lo hizo saber San Martín desde Mendoza: “¡Hasta cuando esperaremos declarar nuestra Independencia! No le parece a Usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quién en el día se cree dependemos. ¿Qué nos falta más que decirlo? … Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos...
“Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”.
El 9 de julio, al fin, se declaró con toda solemnidad que  las "Provincias Unidas en Sudamérica" eran “una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”. Días después, luego de varios cabildeos, se completó la fórmula con el agregado "...y de toda otra dominación extranjera".

29/6/11

El Congreso del Arroyo de la China

Por Rubén Bourlot
Este 29 de junio se recuerda la convocatoria del Congreso de Oriente, de los Pueblos Libres o del Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay) convocado por José Artigas en su carácter de Protector de la Liga de Pueblos Libres del Río de la Plata.
Entre los asuntos discutidos en el encuentro estaban las condiciones para llegar a un pacto con Buenos Aires para convocar a un Congreso Constituyente en donde, sin dudas, estaría presente la declaración de la independencia, postergada desde 1813. El potencial es porque las actas del congreso no fueron encontradas y sólo se conocen los pormenores por menciones indirectas.
Para algunos autores no hay dudas que el 29 de junio de 1815 hubo una declaratoria de independencia de España y de todo otra potencia extranjera. Para otros no se trató la declaración de independencia pues no era ese el objeto del congreso.
Al cónclave asistieron representantes de los pueblos que integraban la Liga como Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Corrientes y los pueblos indios de la Misiones a los que se recomendaba, por intermedio de Andrés Guacurarí (Andresito), “que mande cada pueblo su diputado indio al Arroyo de la China. Usted dejará a los pueblos en plena libertad para elegirlos a su satisfacción, pero cuidando que sean hombres de bien y de alguna capacidad para resolver lo conveniente.” (…)”
No obstante la idea de marchar por los caminos de la independencia, frente a la actitud dubitativa y timorata de los personeros del centralismo porteños, habría sobrevolado en ese digno encuentro. Artigas, en el Congreso de Tres Cruces, había instruido los diputados a la Asamblea Constituyente de 1813 para que se solicite “la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España y de la familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es y debe ser totalmente disuelta”
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