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21/4/25

El catolicismo en los procesos de emancipación americana y el artiguismo*

Rubén I. Bourlot


Historiar la presencia de la iglesia católica en la región y en toda nuestra América significa rescatar uno de los procesos fundantes de nuestra comunidad actual, recatar el alma identitaria de lo que somos hoy. Por ello es válida preguntarse por qué cuando se lleva la historia a las aulas, a la historia enseñada, hay una tendencia a irse por los extremos. De una visión histórica liberal que soslaya las cosmovisiones religiosas, salvo para enaltecer a personajes que resultan funcionales a esa línea de interpretación, a un revisionismo posmoderno que se preocupa por divulgar la leyenda negra sobre la conquista espiritual de América. Pero un “revisionismo” bien entendido no puede soslayar la inclusión del papel de la iglesia católica en los currículos de la historia enseñada.

Estamos convencidos que el componente religioso de un pueblo es el elemento esencial de su cultura. En este caso nos referimos al catolicismo que a partir de la irrupción de Europa en nuestra América se constituyó en uno de los elementos cohesionadores de lo americano. Por las venas del mestizaje, de nuestra “raza cósmica” como decía José Vasconcelos, corre la sangre del cristianismo sincretizado, de la lengua castellana, de los ideales hispánicos que se fusionaron y enriquecieron con lo indígena y constituyeron un nuevo ser con altos ideales humanísticos.

Por ello, el gran equívoco que significó haber constituido un puñado de estados fragmentados en lugar de la gran nación latinoamericana es una de las tareas pendientes que nos dejaron los Libertadores.

Al decir de Darcy Ribeiro: "El drama actual del desarrollo de América Latina reside en gran medida en el divorcio entre sus tres élites intelectuales fundamentales: la clerical, la militar y la universitaria. Hasta que no haya convergencia entre esas tres élites, no habrá vigor para la independencia de América Latina”


En tanto Alberto Methol Ferré, el notable historiador, teólogo, amigo del Papa Francisco y su estrecho colaborador, sostiene que “El círculo cultural latinoamericano tiene su raíz en la Iglesia Católica: por esto los movimientos nacional-populares no caen en el anticlericalismo oligárquico del siglo XIX”. Y más adelante contrasta: “Sin duda puede hablarse de un círculo histórico-cultural latinoamericano en cuya base existe el ethos católico, así como en Estados Unidos existe el ethos protestante”

Jorge Abelardo Ramos por su parte, en el Meeting de Rimini desarrollado en 1984, argumentaba que “Los españoles mezclaron su sangre con los aborígenes de la Vieja América. Por medio de tal formidable fusión, nació en cuatro siglos una nueva raza cultural, étnica y política, una sociedad mestiza, criolla, de inmigración cristiana y de paganismo cristianizado, algo muy peculiar que no resultó ser en definitiva ni la América original ni la Europa colonizadora, sino una creación histórica nueva, lanzada hacia el azaroso destino de procurarse una identidad nacional.”

No quedan dudas acerca de la influencia del pensamiento católico en los procesos de emancipación americana, en particular las ideas de Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, que a mi entender tuvieron una vinculación más profunda que las ideas jacobinas. La conocida expresión de Artigas en el congreso de Abril de 1813: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana” se enraíza directamente con el principio de la soberanía popular esgrimido por Suárez y la idea de retroversión de la soberanía a su titular, el pueblo.

Sería imposible comprender nuestra historia sin integrar la dimensión religiosa y el papel de la Iglesia en el desarrollo de la civilización hispanoamericana.

La iglesia fue fundadora de villas y ciudades como lo hacían las autoridades civiles. Así en cada pequeño centro poblado levantaba un oratorio, una capilla, aglutinaba pobladores y cuando cobraba cierta importancia lo convertía en parroquia. Sobre este tópico, Rodolfo Puiggrós sostiene que las órdenes religiosas “fueron los más metódicos, racionales y perseverantes agentes del tipo de colonización hispana”. Y a la vez fue nombradora de un nuevo paisaje de topónimos. Pero fue nombradora con un criterio de sincretismo y así los nombres fusionan la dimensión religiosa con lo autóctono: Nuestra Señora del Rosario con el guaranítico Paraná, la Purísima Concepción con el indígena Uruguay, San José de Gualeguaychú, San Antonio de Gualeguay, Asunción del Paraguay.

Sin dudas, lo más notable de esa conjunción entre lo americano indígena o preexitente a la ocupación europea y el cristianismo es la experiencia de la misiones jesuíticas entre los guaraníes. Esa enorme tarea de armonizar cosmovisiones, hallar puntos en común y acelerar un proceso civilizatorio notable, se vio frustrada precisamente por la Europa retardataria que expulsó a la Compañía. No obstante gran parte de la tarea se salvó y permanece hoy no solo en la ruinas de los pueblos misioneros sino en la identidad de esta vasta región que hoy comprende a tres países.


Artiguismo y religiosidad

Artigas nació en un ambiente católico: en 1764, en el Montevideo colonial. El entorno cultural que rodeó el nacimiento de Artigas era católico. Según un autor (Pedro Gaudiano, Artigas católico, Universidad Católica, Montevideo 2002, 396 pp.). Artigas pertenecía a una familia cristiana, católica, y hoy diríamos “comprometida” o “practicante”. Artigas se educó en el colegio del convento San Bernardino de los padres franciscanos de Montevideo. Y aquellos franciscanos maestros de Artigas fueron los grandes ideólogos de la revolución.

Los maestros de Artigas se habían formado en la Universidad de Córdoba, en Argentina. Allí se estudiaban las doctrinas del jesuita español del siglo XVI Francisco Suárez.

Con esos antecedentes Artigas supo comprender la religiosidad de su pueblo como un componente esencial de la cultura. En particular esta comprensión los llevó a estrechar lazos con las comunidades indígenas, como fue el caso de los guaraníes misioneros formados por los jesuitas en la doctrina cristiana. Todo el pensamiento artiguista está atravesado por los valores del cristianismo. Su sistema político, como dijimos influido por Suárez y también Francisco de Vitoria, se valió de esos sacerdotes que conformaron su secretariado: Monterroso, Larrañaga, Solano García entre otros.

“A comienzos del siglo XIX los sacerdotes tenían un predicamento muy grande sobre la población de la Banda Oriental. La mayoría absoluta de los clérigos adhirió al movimiento revolucionario y oficiaron como ‘propagandistas’ del mismo. Las autoridades españolas dejaron sendos testimonios de la eficacia de esta prédica y los males que causaba a la Corona.” (Sansón, 262)

En tanto Ana Bianchi sostiene que “la preocupación de Artigas por la Iglesia era política, pero de una naturaleza que no difería de la que sustentaron los ilustrados españoles hasta 1808: colaboración con el régimen.” (Bianchi, 188). No obstante que “la mentalidad imperante atribuía a la religión una función cohesionadora” y “no escapó a la visión estratégica de Artigas -dice Sansón, no se puede reducir la iniciativa a estos términos porque implica desconocer sus sentimientos profundos.”

Y ya en su exilio paraguayo lo vemos a Artigas rezando el rosario junto a sus vecinos, en su mayoría guaraníes, como lo menciona su hijo José María cuando lo visitó:

“Aquellos vecinos de Ibiray –escribe-, aquellos pobres que tanto quieren y veneran a mi padre, se reúnen con él para rezar el rosario, cuando el toque de oraciones de las campanas distantes llega hasta ellos de la Asunción, los vi todos los días en el mismo sitio. Mi padre hacía coro; los demás arrodillados en torno suyo, contestaban las oraciones, muchos de ellos, la mayor parte, en guaraní. En concluyendo, todos se retiraban a sus casas, después de saludar, uno a uno, con veneración al viejo, éste entraba a paso lento en su rancho, y se acostaba muy temprano.” (Sansón, 271)


Tomamos por caso la fundación de Purificación, un campamento militar que hacía las veces de capital de la Liga de los Pueblos Libres, donde Artigas Artigas estableció una escuela y requirió para ésta a un religioso cuya doctrina franciscana facilitó la adhesión de su orden a la revolución. El propio nombre de “Purificación” nos delata la concepción religiosa, tan vez por inspiración del cura Monterroso. Lo mismo podemos decir de la fundación de Carmelo puesto bajo la advocación de la Virgen del Carmen.

No significa que propiciara un gobierno teocrático o algo similar. Al contrario, al parecer en los proyectos constitucionales y en la Instrucciones del Año XIII pone énfasis en la libertad religiosa: en el artículo 3º indica que se “Promoverá la libertad civil religiosa en toda su extensión imaginable.” En tanto que el artículo 2º del Proyecto de Constitución de la Provincia Oriental de 1813 dice: “Toca igualmente al derecho y al deber de todos los hombres en sociedad, adorar públicamente al Ser Supremo al Gran Creador y Preservador del universo, pero ningún sujeto será atropellado molestado, limitado en su persona, libertad o bienes, por adorar a Dios en manera y ocasión le agrade… con tal de que no perturbe la paz pública, ni embarque a los otros en un culto religioso de la Santa Iglesia Católica”.

Aquí seguramente entra a jugar la relación de Artigas con las jerarquías eclesiásticas y el patronato en competencia con las facultades que reclamaba el gobierno de Buenos Aires. Artigas reclamaba para sí la herencia virreinal del privilegio de patronato para nombrar autoridades religiosas, igual que lo requería Buenos Aires. Varios son los oficios de Artigas protestando por la intervención de Buenos Aires en el nombramiento de sacerdotes en la provincia Oriental. Como ejemplo consignamos la orden dada al presbítero Dámaso Larrañaga (cura de la Iglesia Matriz de Montevideo desde el 28 de abril de 1815) en diciembre de 1815 para que “no acepte a ningún cura nombrado por Buenos Aires”.

¿Quiénes fueron los religiosos que adhirieron a la causa artiguista?

Una sucinta nómina nos dará una idea de su presencia en el entorno del caudillo.


Dámaso Larrañaga

Sacerdote, sabio naturalista, escritor, personalidad política de su tiempo. Fue delegado en Buenos Aires, ante la Asamblea General Constituyente de 1813, y actuó luego en el Congreso de Capilla Maciel. Colaboró con Artigas y fue el fundador de la Biblioteca pública en 1816 (formada en gran parte con una donación de la biblioteca privada del padre Pérez Castellano). Luego se enemistó con el caudillo y tras su exilio, en 1821 tomó parte en el Congreso Cisplatino, en cuyo seno votó la incorporación de esta Banda a Portugal.

Asimismo, en 1821 Larrañaga fundó la Sociedad Lancasteriana destinada a implantar ese método de enseñanza. La escuela lancasteriana funcionó en una sala del Fuerte hasta fines de la dominación brasileña. En 1824 fue designado Vicario Apostólico.


José Benito Monterroso

Monterroso fue su asesor y su escribiente en el gobierno de Purificación. Había nacido en Montevideo en el año 1780 y era el mayor de seis hermanos, entre quienes se contaba Ana Monterroso, esposa del jefe de los 33 orientales, general Juan Antonio Lavalleja.

Estudió en Montevideo, con los franciscanos y luego se ordenó sacerdote en Buenos Aires el 30 de julio de 1799.

Se dedicó inicialmente a la docencia y en 1803 asumió la cátedra de filosofía en la Universidad de Córdoba. En 1807, siempre radicado en Córdoba, se hizo cargo de la cátedra de Teología y adquirió un prestigio de ilustre doctor que su actuación política posterior llegaría a borrar casi totalmente.

Profesó como fraile franciscano, pero luego abandonó todos sus cargos y acompañó a Artigas como secretario, siendo autor de sus proclamas. Muchos le atribuyen la paternidad de las instrucciones de los diputados orientales a la asamblea del año XIII. Tras el exilio de Artigas en el Paraguay se unió al proyecto del caudillo entrerriano Francisco Ramírez fundador de la efímera República de Entre Ríos en 1820.


José Leonardo Acevedo

El padre Acevedo acompañó a Andresito en toda su vida de campaña. El líder guaraní cristiano le llamaba "mi compañero".

Era oriundo de Córdoba e ingresó al convento franciscano de esa provincia donde fue ordenado sacerdote en 1812. Se inició como cura en la Villa de Mandisoví, Entre Ríos y se vincula al artiguismo a través de Domingo Manduré. Luego es nombrado capellán de las tropas artiguistas de Entre Ríos que estaban al mando de Francisco Ramírez. Finalmente se vincula con Andrés Guacurarí oficiando como secretario.

Fue detenido en 1819 por el ejército portugués a orillas del Río Uruguay y conducido a prisión en la Ilha das Cobras de Río. Amnistiado en pésimas condiciones de salud volvió a la Banda Oriental en 1822, el mismo año que Andresito moría en prisión.


Fray Solano García

En Concepción del Uruguay (Entre Ríos), y bajo la protección del Comandante artiguista José Antonio Berdum, encontramos al cura Fray Solano García, párroco de la Inmaculada Concepción, que fundó una escuela privada y gratuita donde se aplicaba -por primera vez en América- la metodología lancasteriana. También es conocido Solano García por la impresión de las conocidas barajas artiguistas con consignas de propaganda revolucionaria.


Otros curas

En otros religiosos que prestaron servicios con Artigas podemos mencionar José Valentín Gómez, cura vicario Florida y Santiago Figueredo, cura vicario de Canelones; Mateo Vidal, diputado ante la Asamblea del Año XIII, José Manuel Pérez, Manual Antonio Fernández, José Valentín Gómez, Tomás Gomensoro, José María de la Peña, Juan José Ortiz, León Porcel de Peralta, Manuel Amenedo Montenegro, José Benito Lamas y Juan Francisco Larrobla, entre otros.

*Publicada originalmente en la revista Huella (2021). N° 2. Paraná.

Bibliografía

- Bianchi, Diana, Educación y cobertura escolar en el contexto del pensamiento ilustrado, en Frega, Ana, Islas, Ariadna, (2001), Nuevas miradas sobre el artiguismo (comp.), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Montevideo.

- Sansón, Tomás, la religiosidad de Artigas, en ibíd.

11/10/18

Las primeras reivindicaciones de Artigas en Entre Ríos

Por Rubén Bourlot

Esta es una aproximación que pretende indagar acerca del temprano interés sobre la figura de Artigas en la provincia de Entre Ríos y su reivindicación como protagonista imprescindible del proceso emancipador de nuestra América.
Hallamos que a partir de la década de 1930 si inicia el interés en los estudios académicos sobre la figura de Artigas en Entre Ríos. Esta vocación artiguista también se proyecta en las letras y en la visibilización a través de los monumentos públicos. No obstante, no sucede lo mismo con su inclusión en el currículum escolar, carencia que continúa hasta nuestros días.
Un ejemplo de lo dicho es el Seminario de Historia Argentina y Americana, desarrollado durante 1936 en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná, bajo la dirección del Profesor Dr. José Luis Busaniche, que llevó a cabo un valioso trabajo de rescate del artiguismo en la provincia, que contó con un entusiasta grupo de alumnos, luego caracterizados historiadores y trabajadores de la cultura, entre ellos: Facundo Arce, Manuel Demonte Vitale, Inés Géricke, Nélida Reynoso, Manuel E. Macchi y Víctor M. Badano.
Como producto de ese Seminario vieron a la luz varias publicaciones, como Artigas y el Directorio, de Víctor Badano en la revista Tellvs (Paraná, número 4, 1948), y Artigas heraldo del federalismo rioplatense de Facundo Arce y Manuel Demonte Vitali (Paraná, 1950).
Acerca del impulsor de la iniciativa dice Facundo Arce: “El Dr. José Luis Busaniche, a quien rendimos nuestro fervoroso homenaje de gratitud, cumplió en Paraná, como Profesor de su más alta casa de estudios, una acción proficua, señalando una orientación definida y clara a los que nos conocíamos entre sus discípulos. De sus lecciones quedaron enseñanzas duraderas y no es exagerado decir que, de entonces acá, estimamos de otra manera, como debe ser según la verdadera justicia, la historia nuestra. Este maestro ha sido de los que en hora temprana se dieron a la tarea nada fácil ni cómoda por cierto, de liberar a la historia de las adherencias puestas por la pasión, el interés o simplemente la ignorancia.”
Lamentan los autores que no se haya podido publicar en su momento, en su totalidad, los textos del seminario y que es esta oportunidad no se pudieran reunir los correspondientes a los otros atuores: Gérike, Reynoso y Macchi. 
Víctor Badano, por su parte, en 1948 publica su trabajo en la revista Tellvs, una publicación de la Dirección de Cultura de la Provincia. Este se refiere específicamente al Congreso del Arroyo de la China. 
También recordemos los trabajos de César B. Pérez Colman que a fines de la década del 40 fue invitado a dictar una conferencia en Montevideo, frustrada por la temprana muerte del historiador entrerriano. Los apuntes de la misma son rescatados y publicados por Oscar Tavani Pérez Colman en 2011. En la misma se refiere la actuación en Entre Ríos del “Protector y Padre de las patrias rioplatenses, y factor predominante de la creación del Estado de Entre Ríos”. Obsérvese el lenguaje utilizado. 

En la poesía
Por el costado literario el poeta del Montiel, Delio Panizza, en su extenso poema Artigas publicado en 1950, rescata la gesta del caudillo. Reivindica el congreso de Arroyo de la China de 1815 que convocó a representantes de toda la Liga de los Pueblos Libres.  La poesía canta los esfuerzos de Artigas para mantener la unidad: “las busca, las atrae, / las quiere ver al fin confederadas / en un lazo perenne” de  federalismo y democracia, escribe Panizza.
El libro es publicado, en el centenario de la muerte del caudillo, por la Sociedad Criolla “Doctor Elías Regules” tras su participación en Montevideo de los actos conmemorativos del centenario de la muerte de Artigas, donde leyó el poema.
En la nota al libro, el propio Panizza pretende que su obra sea “mi homenaje al Protector de los Pueblos Libres, al gran calumniado de la Historia de América, al fundador del federalismo argentino…”
A partir de la declaración del Congreso de Oriente, dice Panizza, “…Queda libre la Patria / del porteño falaz y el godo hidalgo; / libre por las cuchillas / puede volar el pabellón creado”. 
Don Delio describe la enseña federal como “un himno de llamas dividiendo en diagonal un cielo azul y blanco”.  Nuestra bandera, la de la Liga de los Pueblos Libres, grita a los vientos y el poeta talero supo escucharla, al decir del poeta Luis Salvarezza: “Dice Federación esa bandera sesgada por un rayo”.  
El poeta oriental Edgardo Ubaldo Genta sostiene “que se trata del más extenso himno que poeta alguno escribiera a la gloria del inmensurable Protector de los Libres, uno de los más originales héroes de América, y, para nosotros el mayor”.
En otro de los tramos del poema, refiriéndose a Purificación, dice del caudillo: “Es ejemplo, sanciona y obedece / su propia ley, es jefe y ciudadano / y la “ciudad” bajo sus ojos crece …”
“Allí edifica su primera capilla / para la devoción de sus legiones … / Y la escuela primera se levanta… / Artigas en dinámico proceso / es juez, legislador, ejecutivo… / todo caído por su propio peso / de su notable cerebro pensativo”
En otro libro de Panizza, Montonera (publicado en 1947), el poema En Unión y Libertad lo dedica a  Luis Alberto de Herrera, al ser inaugurado en Concepción del Uruguay - en 1943 - el busto de Artigas, confiado por un grupo de ciudadanos uruguayos a la custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos.

El primer monumento
Este busto en Concepción del Uruguay es el primero dedicado a Artigas en el actual territorio argentino, que se inaugura el 25 de febrero de 1943, con una conferencia pronunciada por el historiador uruguayo Felipe Ferreiro. En la placa colocada en el monumento se lee: “Confiado a custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos como símbolo de perenne amistad entre orientales y argentinos”. 
Y no es casualidad la elección de la ciudad, que fue sede del Congreso de Oriente convocado por Artigas en 1815.
“Aspiramos en un primer momento a realizar – para leer en este acto – un trabajo comprensivo de todo el proceso relatado confusamente hasta ahora – del Congreso Federal que en junio de 1815 se reunió en esta hoy riente y progresista ciudad y entonces pobre villa enlutada y transida por los sufrimientos de la guerra”, manifestó en la oportunidad Ferreiro.
Según lo advierte el licenciado Alberto Umpiérrez, la concreción de ese monumento allí y en esas fechas, está vinculada al reconocimiento que le hiciera el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Buenos Aires al Dr. Luis Alberto de Herrera, en diciembre de 1940, con motivo de haber logrado abortar el proyecto de instalar unas bases aeronavales norteamericanas en la costa uruguaya del Río de la Plata. En ese viaje la delegación argentina aprovechó para realizar homenajes a Artigas y a Oribe en sus respectivos monumentos.

Bibliografía
Salvarezza, L. A., “Delio Panizza, el poeta del Montiel”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“El primer monumento a Artigas en Argentina”, en
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“Seminario de Historia artiguista en Paraná”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=37786 (Consultado: 29-9-2018)
Ferreiro, F., Estudios Históricos e Internacionales, (1989), Edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, Publicado en la Revista Por la Patria Nros. 2, 3, 4 y 5 año 1943/1944 – Conferencia dictada en Concepción del Uruguay con motivo de la inauguración del primer Monumento a Artigas en Argentina el 25 de febrero de 1943.
https://es.wikisource.org/wiki/Artigas_en_el_nacimiento_de_la_Liga_Federal
Arce, F. y Demonte Vitale, M., (1950), Artigas heraldo del federalismo rioplatense, Paraná, Nueva Impresora.
Panizza, D. (1950), Artigas, Edición de la Criolla, Montevideo.
Badano, V. M., “Artigas y el Directorio”, en Tellvs (10 de mayo de 1948), Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná.
Pérez Colman, C. B. Conferencia inédita, en Tavani Pérez Colman, C. B. (2011), Artigas y Entre Ríos”. 1870. “Biografía del historiador de Entre Ríos. Dos estudios inéditos del Dr.César B.Pérez Colman”

17/6/17

Jornadas Interdisciplinarias Congreso de los Pueblos Libres



Este 29 de junio, en coincidencia con el aniversario del Congreso del Arroyo de la China de 1815, se llevará a cabo la Jornada interdisciplinaria sobre el Congreso de los pueblos libres: perspectivas, reflexiones y debates a realizarse en Paraná, en el Centro La Vieja Usina.
En el marco de la Jornada, en un acto a realizarse a las 12 horas, el gobernador de Entre Ríos Gustavo Eduardo Bordet asistirá a las Jornadas a efectos de firmar el “Convenio de Cooperación entre la provincia y el Congreso de Intendentes del Uruguay” habiéndose invitado a suscribirlo al Gobernador de Misiones Hugo Mario Passalacqua.
Organizada por el Instituto Federal de Estudios e Integración “José Artigas”, en la jornada se debatirá sobre integración regional, federalismo, enseñanza de la historia en clave regional y la influencia del ideario artiguista. Fue declarada de interés educativo por resolución Nº 2089 del Consejo General de Educación, y de Interés Institucional por Res. Nº 481/17 de la UADER.
Al cierre se desarrollará un panel con disertaciones a cargo de los especialistas Dra. Mariela Coudannes de la Universidad Nacional del Litoral, Dr. José Mateo del CONICET, Lic. Y Mg. Facundo Gabás de la UCA y UNL, y Dr. Rubén Román de la UNL y el Instituto Artiguista de Santa Fe.
La jornada está destinada a docentes de distintos niveles educativos, estudiantes de formación docente, secundarios, de carreras vinculadas a las ciencias sociales, ciencia política y afines.
Está prevista la participación de delegaciones de la provincia, de Santa Fe y de la República Oriental del Uruguay.

Otras actividades
En coincidencia con la Jornada, también se suscribirá un Convenio Marco de intercambio y cooperación entre el Congreso de Intendentes de la República Oriental del Uruguay y el Gobierno de Entre Ríos con el objeto de avanzar en la institucionalización del Comité Hidrovía del Río Uruguay.
En el marco de la misma también se proyectará la película “Andresito” del director misionero Camilo Gómez.

Ampliación
Las “Jornadas Interdisciplinarias sobre el Congreso de los Pueblos Libres: perspectivas, reflexiones y debates” tienen por objetivo propiciar un espacio de debate común entre los investigadores, docentes y estudiantes interesados en brindar interpretaciones renovadas sobre la influencia del proyecto artiguista en la región sostenido desde hace unos años por las nuevas demandas políticas, sociales y culturales.
Las políticas de integración regional -hasta la actualidad- atraviesan múltiples situaciones que merecen el análisis desde diferentes ópticas que exceden el carácter meramente histórico de las mismas. En general las ciencias sociales aspiran a confluir en miradas críticas que sean complementarias y convergentes en el análisis de nuestra realidad. De allí que la propuesta de los ejes incluya perspectivas amplias para su análisis y debate (político, económico, histórico, educativo). La reflexión sobre lo histórico nos permite considerara las crisis del presente como una necesaria herramienta para el cambio.
Propone un espacio de conformación de mesas donde se presenten las ponencias completas y se pueda enriquecer el debate a partir del aporte de especialistas en cada una de ellas. Nuestro objetivo con este encuentro es instalar en el escenario actual los trabajos realizados en institutos de investigación, trabajos de estudiantes avanzados o nóveles graduados para brindar un espacio de reflexión y socialización de los resultados obtenidos.
Los ejes a abordar durante la Jornada son:
Integración regional: abordajes historiográficos sobre la propuesta artiguista. Proyección actual.  La Integración regional como estrategia geopolítica y como clave de la política exterior de la nación.
La cultura de los pueblos y la integración regional. Las subregiones y su impacto en el desarrollo territorial. Los organismos supranacionales y una agenda que incluya la integración regional:
La Liga de los Pueblos Libres y su impacto en la organización regional: legado, implicancias políticas: acuerdos y confrontaciones.
Federalismo y Federalismo de concertación: la concepción artiguista. Las subregiones y el gobierno central. Debates en torno a la figura del caudillismo.
Asimetrías y equidad: la necesidad de políticas compensatorias. Centralidad y conformación institucional de las regiones y subregiones en el siglo XXI.
Reconversión y reorientación de la Educación y sus contenidos curriculares. Enseñanza de la Historia en clave regional: propuestas, obstáculos y nudos articuladores. El currículum en la enseñanza superior: actualización/desactualización respecto de los desarrollos regionales.

PROGRAMA
8.30  Acreditaciones
9.15 Ponencias (Módulo I): Integración regional: abordajes historiográficos sobre la propuesta artiguista. Proyección actual.
10,30 Ponencias (Módulo II): Federalismo y Federalismo de concertación: la concepción artiguista.  Autonomía y   gobierno central. Debates en torno al rol  del caudillismo en el contexto geopolítico  que nos comprende.
12.00  Apertura oficial. Firma de un convenio de cooperación entre intendentes del Uruguay y Entre Ríos
13,00 Espacio para almorzar
13,45  Ponencias (Módulo II - continuación)
15,00 Ponencias (Módulo III): Reconversión y reorientación de la Educación y sus contenidos curriculares. Enseñanza de la Historia en clave regional: propuestas, obstáculos y nudos articuladores

16,30 Panel de cierre: Dra. Mariela Coudannes (UNL), Dr. José Mateo (CONICET) Lic. Facundo Gabas (UNL, UCA), Dr. Rubén Román (UNL - Instituto Artiguista de Santa Fe).

21/7/16

La independencia entre dos congresos

Por Rubén Bourlot

Versión completa, publicada originalmente en el quincenario Análisis de la actualidad, .

Promediando la segunda década del siglo XIX parten las diligencias hacia el norte, rumbo a Tucumán. Los porteños almidonados abandonaban por primera vez las comodidades d
e la aldea portuaria para asistir a un congreso que, sin proponérselo, dejaría su impronta en los libros de historia. Por fin parecía que desde el centralismo se accedía a deliberar fuera del puerto que todo lo absorbía.
En abril de 1815, la Junta de Observación dicta un estatuto por el que reglamenta la forma que debían elegirse los diputados y lo envían a los gobiernos provinciales para su conocimiento y aprobación. 
Las disposiciones de ese instrumento improvisado disgustaron a los pueblos por las excesivas prerrogativas que se arrogaban sus autores, simples miembros de una autoridad que gobernaba desde Buenos Aires. Sólo las aceptaron, con reservas, Salta, Jujuy, Tucumán, Chuquisaca y Potosí.
La Junta de Guerra presidida por José de San Martín, en Mendoza, lo rechazó, “por no considerarlo oportuno al actual régimen de las provincias”.

El congreso de Oriente
Por otro lado el 29 de junio de 1815, en el Congreso de Oriente o de Concepción del Uruguay convocado por Artigas, se trató el tema de la independencia como una de las prioridades en el diálogo pendiente entre los representantes de las provincias y las autoridades de Buenos Aires. Fueron citados a esta magna asamblea representantes de Córdoba, de Santa Fe, de la provincia Oriental, de Corrientes, los pueblos guaraníticos de las Misiones, y de Entre Ríos. La voluntad de declarar la independencia que propiciaba el Protector José Artigas estaba atada también a la forma de organización de la nueva nación independiente de la América del sur, que comprendía el sistema republicano y el respeto a la autonomía de cada territorio, la “soberanía particular de los pueblos”, según su particular definición.
Mucho se ha dicho acerca de una presunta declaración de la independencia en 1815. Son debates de barricada son escasos fundamentos y mucha imaginación literaria. Sólo algunas manifestaciones posteriores, por cierto ambiguas, alientan las especulaciones. Artigas no lo dice en su informe inmediato sobre los resultados del Congreso. Sólo menciona la negociación con Buenos Aires en reclamo de la “unión ofensiva y defensiva” de todas las provincias respetando sus respectivas autonomías, y por añadidura el reclamo de una pronta decisión de declarar la independencia. No habría sido prudente, sostenemos, que el Congreso del Arroyo de la China adoptara tal decisión para dejarle servido en bandeja el propósito de Buenos Aires, que días antes, mediante la Misión Pico – Rivarola, precisamente le había ofrecido a Artigas: “Buenos Aires reconoce la independencia de la Banda Oriental del Uruguay, renunciando los derechos que por el anterior régimen le pertenecían.” La independencia debía declararse manteniendo la unidad de todas las Provincias Unidas del Sur según surge de la voluminosa documentación artiguista. Sí el congreso uruguayense resuelve enviar cuatro diputados a negociar con el director Álvarez Thomas “la unión ofensiva y defensiva” de todas las provincias.
No hubo ningún acuerdo. Sólo el ofrecimiento de una paz ficticia (“habrá paz entre el director Álvarez Thomas y el Protector de los Pueblos Libres”) mientras se preparaba una expedición militar sobre Santa Fe. Los enviados del Congreso de Oriente (José Simón García del Cosio por el continente de Entre Ríos, Pascual Diez de Andino por Santa Fe, José Antonio Cabrera por Córdoba, y Miguel Barreiro por la provincia Oriental), fueron alojados en una fragata de guerra, la Neptuno, sin poder abandonar los camarotes. Así frustró la posible participación de las provincias de la Liga en Tucumán.
En julio de 1816, tras la declaración de la independencia en Tucumán, Artigas le manifiesta al director Pueyrredón, en una breve misiva, que "Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V. E. presente al soberano Congreso para su superior conocimiento.” No existe otra documentación que corrobore esta afirmación y está sujeta a las más diversas interpretaciones.

El Congreso de Tucumán
Así llegamos a la fría jornada del 9 de julio 1816 cuando los diputados de medio país resolvieron, enredados en intrigas, declarar la independencia. Tan accidentada fue esta manifestación que lo hizo un congreso no convocado con ese objeto sino para decidir acerca de la forma de gobierno. Los diputados de dos provincias fueron los únicos que llevaron el mandato expreso de tratar la cuestión de la independencia: Tucumán y Jujuy. Pero era un contrasentido discutir cómo se iba a gobernar un país si primero no se constituía en un estado independiente.
Así lo hizo saber San Martín desde Mendoza: "¡Hasta cuando esperaremos declarar nuestra Independencia! No le parece a Usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quién en el día se cree dependemos. ¿Qué nos falta más que decirlo? ... Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos...
"Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas".
¿Qué territorios estuvieron representados? Por el conflicto entre la Liga de los Pueblos Libres y Buenos Aires no estuvieron Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe Misiones y la Banda Oriental. Tampoco asistieron representantes del Paraguay alejado desde 1810 del gobierno de Buenos Aires y de parte del Alto Perú, ocupado por los realistas. Córdoba estuvo representada a medias, haciendo equilibrio entre su adhesión a la Liga artiguista y la participación del congreso que sesionaba en la provincia vecina.
Concurrieron 33 congresales que representaban a las provincias de San Juan, Salta, Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Cuyo, Santiago del Estero, Tucumán, Mizque, Charcas y Chichas, estas tres últimas actualmente pertenecientes a Bolivia. 
El 9 de julio al fin se declaró con toda solemnidad que las "Provincias Unidas en Sudamérica" eran "una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli". Días después se agregó "...y toda otra dominación extranjera".
Como dijimos, en 1816 se cierra la primera etapa del proceso de emancipación con la declaración de la independencia que en esos tiempos era de las Provincias Unidas de Sudamérica, no solo del Río de la Plata. Había una vocación de integración de los países de América del sur que se deslizaba en la terminología. Así el mismo Congreso nombra, el 5 de mayo de ese año, a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas de Sudamérica. 

15/6/15

Un congreso a caballo

Por Rubén Bourlot
(Publicado originalmente en Orillas, 13 de junio de 2015)

En la segunda década del siglo XIX se llevó a cabo un congreso en la pequeña villa del Arroyo de la China, la Concepción del Uruguay nombrada por Rocamora pero que los vecinos se resistían a llamarla así.  
Fue un congreso que se hizo a lomo de caballos. Nada de las carretas o diligencias que nos muestran las revistas escolares, que trasportaban a los almidonados congresales de Tucumán en 1816. Al galope tendido, o al trotecito nomás fueron llegando los representantes de los cuatro rumbos de la Liga de los Pueblos Libres. Habían sido convocados por Artigas, el Protector, para tratar el tema fundamental de la independencia de la Provincias Unidas del Sur. Artigas que venía siendo hostigado por Buenos Aires, considerado un personaje molesto que quería la independencia antes de tiempo y además pretendía la autonomía de cada uno de los pueblos del antiguo Virreinato del Río de la Plata.
Artigas creyó conveniente reunir a los representantes de cada uno de los cabildos de la Liga en un sitio central como lo era Concepción del Uruguay. Allí sesionaron los que alcanzaron a llegar a tiempo el 29 de junio de 1815 reunidos en un congreso que se llamó de Oriente, o del Arroyo de la China o de Los Pueblos Libres.
Referencia a la convocatoria para
la elección de diputados

Artigas escribió acerca de la convocatoria del Congreso “… creo ya oportuno reunir en Arroyo de la China un congreso compuesto de los diputados de los pueblos y, para facilitar el modo de la elección tengo el honor de acompañar a usía el adjunto reglamento confiando en el esmero de su ilustre corporación que, eludiendo hasta el menor motivo de demora, al momento de recibir esta de las disposiciones competentes para que con igual actividad se proceda en ese departamento a la reunión de las asambleas electorales, encargando muy particularmente que los ciudadanos en quienes la mayoridad de votos haga recaer la elección sean inmediatamente provistos de sus credenciales y poderes y se pongan con toda prontitud en camino al indicado punto del Arroyo de la China, no siendo posible fijar otros que aminore la distancia por ser el prescripto un punto medio relativamente a los demás pueblos que deben concurrir. El orden, la buena fe y la voluntad deben caracterizar el fondo que recomiendo al celo de usía”
¿Quiénes estuvieron? Estuvieron representantes de Córdoba, de Santa Fe, de la provincia Oriental, de Corrientes, sin dudas Entre Ríos, pero de esta representación no se conocen los nombres. Tampoco alcanzaron a llegar los representantes indígenas de las Misiones. La larga distancia y la urgencia para sesionar imposibilitó su presencia. Fueron elegidos y se conocen sus nombres de resonancias guaraníticas. Por el pueblo de Concepción: Manuel Cahiré, corregidor, Carlos Areñú, alcalde de primer voto, Inocencio Emburana, alcalde de segundo voto. Pueblo de Santa María de Mayorí: Eustaquio de Arecayá, corregidos, José Evaristo Aybó, regidor primero, Vicente Pérez, secretario del Cabildo. San Javier: Francisco Borja Albasariyé, corregidor, Mariano Ñandutí, alcalde de primer voto, Pascual Cuaraguá, secretario del Cabildo. Pueblo de los Santos Mártires: Ignacio Cuñariguez, corregidor, Celedonio Chaiñez, Miguel Ibayú. Pueblo de San José: Esteban Manaustí, Juan Cheque, Celedonio Mandomí, Nicolás Guaranguaí. Pueblo de San Carlos: Tomás Yripá, Ponciano Mano, Miguel Yaribú. Pueblo de Apóstoles: Miguel Ángel Gramajo, Ventura Abayá.
Artigas en la Meseta que lleva su nombre
Es notable que los indios fueran convocados a un solemne congreso “porque este caudillo increíble no convocaba a la parte más sana o distinguida de los vecindarios a resolver en consejo de notables lo que importaba al común americano – dice Reyes Abadie -. Convocaba también a todos los vecinos sin distinción de color de piel ni condición y por eso convocaba a los vecindarios indios de los pueblos de Misiones.”

Los temas del Congreso

¿Qué se trató en esa reunión? No mucho se sabe de fuentes directas. Las actas o cualquier otro registro no se encontraron. Seguramente, al igual que las actas del cabildo uruguayense, se perdieron en los entreveros. Pero sabemos que tuvo como propósito nombrar una delegación de la Liga para negociar la paz con Buenos Aires e instar a la convocatoria de un congreso que declare la independencia absoluta del sur de América, y reafirme de las bases para la organización republicana y federal, respetando la “soberanía particular” de los pueblos.
Por la documentación obrante se conoce que el 28 de junio Artigas salió de Paysandú, cruzó el río Uruguay y al día siguiente realizó una exposición de apertura del congreso. De acuerdo a las cartas enviadas con fecha 30 de junio por los diputados de Córdoba y Santa Fe, en la sesión del 29 Artigas explicó lo tratado con los enviados Pico y Rivarola, señalando el éxito desgraciado que había tenido la negociación y luego se decidió enviar cuatro diputados a Buenos Aires para:
“(...) reproducir las mismas reclamaciones hechas anteriormente por dicho general (...)”
Es importante destacar que la pequeña Villa del Arroyo de la China, no solo se constituye en protagonista, con la adhesión al gobierno patrio, el 8 de junio de 1810, si no que es uno de los primeros pueblos del interior en sumarse a la gesta emancipadora, y comienza, de esta manera, a ser un lugar de referencia en las disputas entre los realistas españoles, que querían mantener el orden monárquico, y os criollos, que luchaban por la emancipación contra españoles y portugueses.
¿Y la independencia? Mucho se ha dicho acerca de una supuesta declaración de la independencia en 1815, previa a la del 9 de julio de 1816. Pero poco son los fundamentos de tal afirmación. Sólo algunas manifestaciones posteriores por cierto ambiguas. Artigas no lo dice en su informe inmediato sobre los resultados del Congreso. Sólo menciona la negociación con Buenos Aires en reclamo de la “unión ofensiva y defensiva” de todas las provincias respetando sus respectivas autonomías, y por añadidura el reclamo de una pronta decisión de declarar la independencia. No habría sido prudente que el Congreso del Arroyo de la China adoptara tal decisión para dejarle servido en bandeja el propósito de Buenos Aires, que días antes, mediante la Misión Pico – Rivarola precisamente le había ofrecido a Artigas: “Buenos Aires reconoce la independencia de la Banda Oriental del Uruguay, renunciando los derechos que por el anterior régimen le pertenecían.” La independencia debía declararse manteniendo la unidad de todas las Provincias Unidas.

La misión ante Buenos Aires

De ese congreso salieron comisionados a Buenos Aires el Dr. José Simón García del Cosio (por el continente de Entre Ríos) Pascual Diez de Andino (por Santa Fe), José Antonio Cabrera (por Córdoba) y Miguel Barreiro (por la provincia Oriental) con instrucciones para negociar la "unión ofensiva y defensiva" entre las provincias que se hallan bajo la dirección del Jefe de los Orientales y el gobierno de Buenos Aires" y la devolución del parque extraído de Montevideo por el general Alvear.
Artigas al frente del Éxodo Oriental
Como decíamos al principio, sobre los resultados del Congreso, Artigas informa que “Reunidos en esta Villa de Concepción del Uruguay, el 29 del corriente, expuse lo urgente de las circunstancias para no dejar en problema estos resultados (se refiere al fracaso de las negociaciones con Pico y Rivarola, enviados por Buenos Aires). Califiqué las proposiciones que por ambas partes se habían hecho, su conveniencia o disonancia en todas y cada una de sus partes, y después de muchas reflexiones resolvió tan respetable corporación, el Congreso de los Pueblos Libres reunidos en Concepción del Uruguay, marchase nuevamente ante el gobierno de Buenos Aires cuatro diputados que a nombre de este Congreso General representase la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”.
Y van estos diputados a Buenos Aires, y comienza una larga gestión. Dice Reyes Abadie: “Sépase que fracasó y que fracasó porque mal podía triunfar una gestión que estaba de antemano destinada a no ser atendida ni entendida por cuanto no se había hecho otra cosa, de parte del Directorio de señor Álvarez Thomas, que ganar tiempo para preparar un nuevo asalto sobre el flanco de Santa Fe con sus ejércitos y con la escuadrilla volante desde el Paraná, y que sacudió incluso hasta el soborno en dinero para ganar voluntades de algunos jefes montaraces de las montoneras entrerrianas y orientales, para volcarlos a favor del Directorio. No se escatimó nada. Al extremo, además, que estos diputados por la inveterada tradición americana que penetra en el fondo del medioevo castellano, de nuestro derecho esencial, eran inmunes como diputados de los pueblos, fueron alojados en una fragata de guerra, la Neptuno, sin poder abandonar los camarotes. Sus alojamientos un poco singulares para alojar diputados de los pueblos libres. Y en esos ámbitos de la nave de guerra, surta en la bahía de Buenos Aires, les llegó finalmente un hombre bueno – la historia está llena de hombres buenos que ha sido intérpretes de maldades -. Un comisionado respetable en su persona, don Ignacio Sáenz, el padre Ignacio Sáenz, con el cual estos diputados melancólicamente, luego de haber hecho una protesta admirable por la energía y posición con que se expresan ante el directorio que no fue finalmente contestada, ante don Ignacio Sáenz, sólo melancólicamente pueden suscribir una sola frase que dice: ‘habrá paz entre el director Álvarez Thomas y el Protector de los Pueblos Libres’”.

Fuentes: 
- “En la huella de Artigas”, conferencia pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el 11 de junio de 1983.
- Archivo Artigas, Montevideo, 1976.

18/11/14

Artigas y la escuelita de Paraná

Por Rubén Bourlot
Publicada originalmente en revista Orillas

Hacia 1815 José Artigas, ya triunfante en su proyecto de constituir la Liga de los Pueblos Libres, dispone la fundación de una escuela de primeras letras en Paraná. No abunda la información acerca del funcionamiento de esta institución como tampoco de la existencia de otras escuelas en la provincia, lo que hace suponer coherente su preocupación por la educación de los niños.
Pérez Colman consigna que el seis de abril de 1815, estando Artigas en Paraná, ordena al comandante José Eusebio Hereñú fundar una escuela de primeras letras “notando que la existente continuaba clausurada, con graves perjuicios para la niñez en edad escolar”(1). En ese momento Herenú era el comandante militar de Paraná, tras su triunfo en la batalla del Espinillo ante los porteños comandados por el barón Eduardo de Holmberg.
La información surge de un expediente mediante el cual Doña Francisca Paula del Valle, reclama los alquileres adeudado por el Estado de la casa de su propiedad que había funcionado como escuela. Según consta en la documentación, el 5 de julio de 1815, Hereñú dispuso que ese local se destinara al funcionamiento de la institución.
En el petitorio del Valle, viuda y albacea de D. José Romeo, solicita que se certifique la propiedad del inmueble y se le abone los alquileres adeudados entre 1814 y 1821 de “… una casa pajiza, con sitio correspondiente, distante de la plaza una quadra al Norte, (que) la alquilé al actual Tesorero del Estado Dn. José Ramírez, para con el estipendio que perciba vine manteniendo, en el entretanto concluir los encargos de la testamentaria; y habiendo el dicho D. José Ramírez, mudándose, la alquilé nuevamente a D. José Eusebio Hereñú, quien vivió en ella algún tiempo, hasta que pasándose a otra casa determinó de la mía ocupándola en varios destinos, y últimamente a escuela de primeras letras sin mi conocimiento cuyo procedimiento atribuía las circunstancias del tiempo o a otros motivos que debía ignorar …” (2) 
El comandante Hereñú certifica 
que la casa arrendada funcionó como escuela
En la respuesta al reclamo, Hereñú manifiesta que “viví en ella algún tiempo, y que con motivo de hablar venido a esta Villla el Sr. Gral. D. José Artigas, y mandado se pusiese una escuela de primeras letras para la educación de la juventud, destiné y otra casa por lo pronto al mencionado ejercicio con ánimo de consultar el pago de los alquileres, fuese a cuenta del estado, lo que no pudo tener efecto por las ocurrencias del tiempo…”
En el testamento de la señora del Valle, firmado el 14 de enero de 1822, precisa detalles de la ubicación y características de la vivienda localizada en un “sitio distante de la Plaza una cuadra, que hace esquina frente al Leste y Sud y en él edificada una casa pajiza, paredes de adobe, compuesta de una sala y dos cuartos, y en el corral un galpón que servía de cocina y jabonería, y un cuarto de dispensa. Que la expresada casa al poco tiempo se alquiló a D. José Eusebio Hereñú cuyos alquileres no satisfizo y después como gobernador de este pueblo la estuvo en servicio del estado, sin que yo pudiese sacarla, hasta que mudado, y en el mes de febrero del año veinte y uno me la mandó a entregar…” La vivienda lindaba con las propiedades de Dionisio Castañeda, Ignacio Vera, Seguier y Miguel Varbarrey. Pérez Colman concluye que el lugar corresponde a la esquina de las actuales calles Andrés Pazos y Corrientes.
Firma de Francisca del Valle, propietaria de la vivienda
En 1821 la edificación se encontraba en un estado de evidente abandono, “(…) de hecho perdido el galpón, cocina y cuarto y toda la casa muy maltratada; de forma que la alquiló dicho Hereñú el día catorce de septiembre de mil ochocientos catorce y la entregó el día dos de febrero del año mi ochocientos veintiuno (…) La pieza expresada era de tanteo y de treinta y cinco varas de largo y seis de ancho (…)”
Probable ubicación de la escuela, actuales calles
Corrientes y Andrés Pazos
Como mencionábamos más arriba, no existen constancia del funcionamiento de escuelas en la provincia a partir de 1810, y recién para 1916 se informa de la existencia de una de sistema Lancaster en Concepción del Uruguay, fundada por el sacerdote chileno Solano García, también impulsada por Artigas. Es probable que la escuela de Paraná hubiera funcionado por poco tiempo dada la situación de inestabilidad política de la época y la carencia de fondos para sostenerla. El estado de abandono del edificio hacia 1821 demuestra que desde un tiempo considerable no prestaba ninguna utilidad.
Cabe acotar que el Protector de los Pueblos Libres mantuvo una permanente preocupación por la educación demostrada en la abundante legislación y en varias iniciativas como la distribución de cartillas para la enseñanza y la creación de la biblioteca pública de Montevideo, en 1816. "Sean los orientales tan ilustrados como valientes", era una de sus consignas.

(1) Pérez Colman, César B., Paraná 1810-1860, 1946.
(2) Archivo General de Entre Ríos, Fondo Gobierno, Serie VIII: tierras, propiedades del estado y colonización 1778 – 1897.

28/6/13

La soberanía particular de los pueblos

Por Rubén Bourlot
Este 29 de junio se conmemoran los 198 años del Congreso de los Pueblos Libres convocados por Artigas en Concepción del Uruguay en 1815.
El artiguismo como corriente del pensamiento no fue un ideario fruto de la reflexiones de un individuo sino de la acción y el pensamiento de un grupo de hombres inspirados en la presencia gravitacional de Artigas. Las ideas fueron expresadas a través de diversos escritos, cartas, proclamas, reglamentos que surgían del pensamiento de Artigas y de sus colaboradores, los famosos secretarios, como Miguel
Barreiro, José Benito Monterroso y Dámaso Antonio Larrañaga, en donde no se puede identificar una autoría individual. “El Protector estaba dictando a dos secretarios que ocupaban en torno de una mesa de pino las dos únicas sillas que había en toda la choza (…)” describe el viajero inglés Robertson.  Ese ideario fue tomado a su vez por los representantes de Artigas en todo el territorio de la Liga Federal y permaneció más allá de la presencia física del Protector.
Una de las ideas del artiguismo es la original concepción de la soberanía particular de los pueblos, nacido de los particularismos regionales del Plata y constituyen el reconocimiento de estos por parte del artiguismo.
El espíritu autonomista de la soberanía popular tiene sus orígenes más remotos en la tradición hispánica. Desde la España caballeresca, las autonomías de los castellos medievales que respondían a los caudillos, y las concedidas a través de las “cartas pueblas” en los tiempos de la reconquista se trasladaron a los dominios americanos. También se arraiga con el movimiento comunero castellano que, entre otros motivos, tuvo su desenlace anta presencia de un emperador extranjero, el flamenco Carlos V.
En América, las enormes extensiones que ponían distancia entre los centros poblados y de estos con los centros de poder favoreció la formación de entidades con una fuerte autonomía. El imperio español se vio en la obligación de adoptar una legislación específica para sus posesiones americanas – las Leyes de Indias -, respetando su casuística y permitiendo una aplicación flexible, adecuándola a cada caso.
Se crea así el cabildo de las villas y ciudades en la institución autónoma por antonomasia, centro de la actividad cívica, en donde se ponía en práctica una forma de gobierno asambleario, aunque restringido a parte reducida de sus habitantes. También en el ámbito de las misiones jesuíticas del Plata, el cabildo se constituyó en el centro de la vida política donde hacen escuela los pueblos indígenas. Esta práctica política es la que rescata Artigas para plantear su defensa de la soberanía particular y la amplia considerablemente. Porque para el Protector todos los habitantes eran parte de esa soberanía, estaban habilitados para elegir y ser elegidos: criollos, indios, negros.
Esta es la diferencia sustancial con el cabildo colonial que restringía el derecho de participación a la “parte sana”, a quienes tenían el carácter de “vecino” por ser fundador y descendiente de este, propietario, padre de familia, etc.
Dice Vicente Sierra: “Debido a la dispersión de los centros urbanos se adjudicó el sentido localista a cada ciudad creando un espíritu de edad media. El hombre de la época hispana careció de la noción de estado que posee el actual (…)” Lo notable del artiguismo es que respetó esta particularismo, aprovechó la experiencia democrática de los pueblos pero lo sacó de su condición de localismo para aplicarlo a una concepción de república en un ámbito mucho más amplio. La unidad respetando la diversidad. La soberanía particular en el contexto de una soberanía nacional articulada en una confederación de los pueblos de los antiguos reinos hispanoamericanos.
Mi hipótesis es que la soberanía particular de los pueblos dio lugar a una forma de federalismo distinta al concepto que surgió después de la desaparición de Artigas. Éste era un federalismo de los pueblos, sin límites geográficos rígidos, no interesaban demasiado los límites, sí la particularidad de cada pueblo y su derecho a decidir. “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de otra revolución”, manifiesta Artigas en 1813. El federalismo posterior se fue configurando alrededor de los caudillos provinciales con otro tipo de liderazgo más preocupado en delimitar sus espacios geográficos, convirtiendo esos territorios en una rémora de los señoríos feudales, que en respetar  la autonomía de los habitantes.
No obstante, no hay que confundir el sentido amplio y flexible de la soberanía popular concebida por Artigas con ideas anárquicas. Como bien lo sostiene Wáshington Reyes Abadie Artigas respetaba a las instituciones preexistentes como los cabildos. Así cuando convoca a la elección de los diputados para el Congreso de Concepción del Uruguay en 1815, éstos representan a los cabildos. “En todo el sistema representativo federal – dice Reyes Abadie - primero hay una fuerte adhesión al viejo derecho indiano que confería representaciones en cortes o congresos a las ciudades con cabildos y no a las villas o pueblos que no lo tuvieran. Don José Artigas es amplio en la convocatoria porque se dirige a la villa, a pueblos, pero que en el acto en que el congreso designa le confiere al cabildo la representación”.
Otro aspecto a destacar es la idea de república frente al republicanismo liberal formal, copia de fórmulas importadas. Es un republicanismo popular resultante de su concepción de la vida y de la organización política, nacida de su raíz popular, sin nigún aditamento frente a las vacilaciones de otros protagonistas de la época que especulaban con establecer formas monárquicas abiertas o disimuladas.
En esta concepción política, en la ideada para la Constitución futura y en la impuesta por la realidad revolucionaria, hay siempre la expresión del necesario respeto de la expresión de la libre voluntad popular, es decir la soberanía particular de cada pueblo.
En los proyectos constitucionales y en las asambleas frente a los representantes del pueblo afirma que su “autoridad emana de ellos y cesa ante su presencia soberana”.
El respeto de la libertad y la igualdad, los derechos de todos los seres humanos que vivieron en su territorio, de cualquier clase social y condición constituyó la principal preocupación del caudillo.
Esta conciencia profunda de la necesidad del respeto y de la garantía de los derechos del hombre, se manifiesta en los grandes documentos constitucionales artiguistas, y en los actos de su gobierno, con las ineludibles imposiciones que resultaban del proceso revolucionario, de la lucha, de la revolución, y de la guerra internacional, de las traiciones de toda índole, de las debilidades y de los desfallecimientos que minaban su empresa.
La igualdad, la consideración de los iguales derechos de todos los seres humanos -los blancos, los indios, los negros-, el tratamiento igual para todos en condiciones iguales, la proscripción de los execrables privilegios basados en el nacimiento, en la casta, en las obsoletas ideas heredadas de la monarquía autocrática, están en la esencia del artiguismo, así como la aceptación de la necesidad de los tratamientos diferenciales para asegurar la verdadera igualdad: "Que los más infelices sean los más privilegiados", era una de sus consignas.
En Artigas el control del poder y la sumisión de éste al Derecho, está en la raíz y en el núcleo de su pensamiento.
En el sistema constitucional deseado y promovido para cuando fuera posible, por medio preferentemente, pero no de manera única y excluyente, por el principio de la separación de poderes, que las Instrucciones del Año XIII afirman como necesario tanto respecto del gobierno provincial como del federal. Igualmente este criterio se encuentra en los proyectos de Constitución, provincial y federal, nacidos del artiguismo.
Pero además, en los hechos y en la realidad que podemos llamar preconstitucional, por la aceptación de la contención de su propio poder ya que, como jefe y caudillo, reconoció siempre la necesidad de su limitación y control por los congresos representativos.
También, asimismo, por el control que él ejerció sobre sus subordinados para impedir la arbitrariedad y el desvío de la autoridad.
Para el pensamiento artiguista la etapa constitucional, con la existencia de una Constitución formal y escrita, reguladora de los elementos caracterizantes del Estado, de los derechos y deberes de los individuos y de los ciudadanos y de los poderes y obligaciones de los órganos públicos, era una necesidad ineludible.


26/4/13

La Asamblea del Ayuí


En el bicentenario de las Instrucciones del Año XIII, reproducimos una nota publicada en la revista montivedeana Hoy es Historia, de marzo de 1985, que hace referencia a la asamblea artiguista celebrada en el Ayuí, Entre Ríos.

En diciembre de 1811 el pueblo oriental, milicias artiguistas y ciudadanos acogidos al seguro de sus armas en su "redota" había llegado a las Costas del Uruguay, en Salto Oriental. Por allí cruzaron al Entre Ríos, y en el Salto Chico, occidental estuvo ubicado el campamento patriota hasta mayo de 1812. 
El 27 de ese mes Artigas, recogiendo la decisión de una Junta de Guerra, había instalado su Cuartel General y campamento oriental en el Ayuí, Capilla del Pilar, jurisdicción de Curuzú Cuatiá. 
Pronto llegará hasta allí la agresión centralista. En efecto celebrado el tratado Rademaker-Herrera que resolvía la retirada de las tropas portuguesas del territorio de la Banda Oriental, el Triunvirato gobernante en Buenos Aires decide dar, lo que creyó seria el golpe decisivo contra el liderazgo de don José Artigas. Designa a su presidente, el tendero Manuel de Sarratea, Capitán General del Ejército de las Provincias Unidas y ordena al postergado Jefe oriental se subordine a esa jerarquía. Un buen testigo por contemporáneo y protagonista, el militar Nicolás de Vedia, no titubea en afirmar refiriéndose a ese hecho: 
"La elección de este sujeto fue un insulto, un desaire cometido por el gobierno central, hecho a Artigas que estaba a la cabeza del pueblo oriental al que había sublevado en masa... y que tenía una opinión en toda América del Sud." Fue una falta imperdonable por el resultado de un complot amalgamado en la cuadrilla de bribones que se proponía regimentar los destinos de América". 
Notificado Artigas de esta nueva postergación la acepta, pero al mismo tiempo devuelve al Gobierno Central por intermedio de Sarratea los despachos militares que aquel le había otorgado: "gozo al verme ya como un ciudadano particular", afirma el 16 de julio. 
El 27 de julio recibe Sarratea la orden de detener y remitir a Buenos Aires al líder patriota; él que reconoce la popularidad de Artigas, responde que no se siente capaz.
Entre tanto él y su equipo de legistas (Francisco Javier de Viana, Pedro Veliceau Cawie y los principales) intrigan para desintegrar los cuerpos armados artiguistas. Con promesas y prebendas unos pocos oficiales: Balta Bargas, constancia en obedecer los preceptos Superiores como sagrados, y esto mismo fue causa de que me quisieran asesinar. Según las demostraciones y la grita que levantaron, que por evitar prolijidad omito, mis oficiales presenciaron que al que quería levantar el grito contra el dictamen de ellos, lo amenazaban, como sucedió con los Tenientes Coroneles Don Baltasar Bargas y don Manuel Artigas, queriendo al primero desarmarle su gente y al segundo vilipendiándole por querer defender los derechos de la patria. Esto Señor Excelentísimo iba tomando tanto incremento que no fue bastante el respeto de nuestro General don José Artigas, que mandó no se admitiese tal propuesta, pero llegó a tal la audacia de los revolucionarios que negándole obediencia dijeron que -por ellos era el General y que había de nacer lo que convenía al pueblo. En fin Excelentísimo Señor me retiré con mis oficiales haciendo Junta de ellos. Se deliberó en el particular tomando la precaución de aprehender a los insurgentes y remitirlos a disposición de V.E. Se puso 'en ejecución este proyecto la noche siguiente y se prendieron cinco con el famoso Barreiro y se hubiese continuado hasta el último, si al alboroto no hubiese concurrido el señor General quien ordenó se pusieran en libertad por evitar algún tumulto que pudieran causar los partidarios, atendiendo el corto número de gente que tenía la División por estar la mayor parte de ella invertida en el pasaje. Los principales motores de esta tramoya son el señor de Barreiro, Don F. Sierra, don José Yupes, Capitán de la segunda división de Infantería, el Capitán de Blan­dengues don F. Acha, y el Teniente Coronel don Fernando Otorgues y otros varios. Últimamente esta División está unida con la del Comandante don Baltasar Bargas y resueltos a sostenernos con las bayonetas, advirtiendo que este Coman­dante se haya del otro lado. Son las diez y más de la noche y en este momento he recibido aviso del Comandante Bargas que a la madru­gada viene a atacarlo don Fernando Otorgues con su División, estando pronto y prevenido para hacer la resistencia más vigorosa, obrando yo de este lado con la artillería que se halla a mi mando. Este es el estado en que nos halla­mos y esperamos que a la mayor brevedad, sin pérdida de un solo instante nos auxilie con 300 hombres, lo suficiente para contener y castigar a los rebeldes. Dios guarde a V.E. Campamento en la Barra del Ayuí, agosto 26 de 1812." 
Fue en esta Asamblea, pues, cuando se defi­nieron públicamente fundamentales principios de la doctrina artiguista: soberanía popular, reivindicación de la independencia autonómica de la Provincia, cerrada oposición a toda forma de prepotencia militar. 
No podemos saber si la inicial resistencia de Artigas a los planteos de la mayoría, fueron real oposición o mero sondeo, pulseada criolla para medir la profundidad y extensión de los sentimientos y la decisión de los paisanos; de cualquier manera la lección práctica de ejerci­cio de la soberanía popular estuvo dada y lo que el pueblo reclamaba se cumplió por su Jefe. 


26/6/12

En al huella de Artigas (IV)

Rumbo a un nuevo aniversario del Congreso del Arroyo de la China (29-6-1815) transcribimos la cuarta y última entrega de la conferencia pronunciada por Wáshington Reyes Abadie en el Colegio Nacional del Uruguay el 11 de junio de 1983, durante las Primeras Jornadas Humanísticas organizadas por la institución educativa de Concepción del Uruguay en adhesión a los 200 años de la ciudad.

Escribe Artigas, refiriéndose a las deliberaciones del Congreso: “Resolvió tan respetable corporación, el Congreso de los Pueblos Libres reunidos en Concepción del Uruguay, marchase nuevamente ante el gobierno de Buenos Aires cuatro diputados (del Congreso de Artigas ) que a nombre de este Congreso General representase la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”. 
En efecto, partirán en breve para aquel destino los ciudadanos Dr. José Simón García del Cosio nombrado por el Entre Ríos. Y aquí una precisión: en la época fue corriente dar denominación en sentido lato a Entre Ríos para Misiones, Corrientes y la propia Entre Ríos. Se elige al doctor Cosio de la zona central de Corrientes para todo el Entre Ríos por ser el hombre de vastas luces y de respeto y consideración de todos los vecindarios, y además por no tener representatividad, posiblemente, de la dimensión del cabildo. En todo el sistema representativo federal primero hay una fuerte adhesión al viejo derecho indiano que confería representaciones en cortes o congresos a las ciudades con cabildos y no a las villas o pueblos que no lo tuvieran. Don José Artigas es amplio en la convocatoria porque se dirige a la villa, a pueblos, pero que en el acto en que el congreso designa le confiere al cabildo, al representante del cabildo de Corrientes, la representación de Entre Ríos. Al doctor Andino por Santa Fe – Cabildo -, al doctor Cabrera – Cabildo – por Córdoba y a don Miguel Barreiro por la Banda Oriental – Cabildo -. Es decir cuatro ciudades con cabildo. El congreso toma esos representantes y los hace suyos y los envía a Buenos Aires, “todos con los poderes e instrucciones bastantes a llenar su comisión”. Van estos diputados a Buenos Aires y comienza una larga gestión. No voy a fatigar a ustedes con este particular detalle de la gestión. Sépase que fracasó y que fracasó porque mal podía triunfar una gestión que estaba de antemano destinada a no ser atendida ni entendida por cuanto no se había hecho otra cosa, de parte del Directorio de señor Álvarez Thomas, que ganar tiempo para preparar un nuevo asalto sobre el flanco de Santa Fe con sus ejércitos y con la escuadrilla volante desde el Paraná, y que sacudió incluso hasta el soborno en dinero para ganar voluntades de algunos jefes montaraces de las montoneras entrerrianas y orientales, para volcarlos a favor del Directorio. No se escatimó nada. Al extremo, además, que estos diputados por la inveterada tradición americana que penetra en el fondo del medioevo castellano, de nuestro derecho esencial, eran inmunes como diputados de los pueblos, fueron alojados en una fragata de guerra, la Neptuno, sin poder abandonar los camarotes. Sus alojamientos un poco singulares para alojar diputados de los pueblos libres. Y en esos ámbitos de la nave de guerra, surta en la bahía de Buenos Aires, les llegó finalmente un hombre bueno – la historia está llena de hombres buenos que ha sido intérpretes de maldades -. Un comisionado respetable en su persona, don Ignacio Sáenz, el padre Ignacio Sáenz, con el cual estos diputados melancólicamente, luego de haber hecho una protesta admirable por la energía y posición con que se expresan ante el directorio que no fue finalmente contestada, ante don Ignacio Sáenz, sólo melancólicamente pueden suscribir una sola frase que dice: “habrá paz entre el director Álvarez Thomas y el Protector de los Pueblos Libres”. 
Todo el tremendo, vertebral problema de fundar sobre principios de decisión soberana de dos pueblos la estructura del a patria quedaba reducido a una querella menor de investiduras de dos personajes, o de pretensiones de dos personajes. Y en la triste historia con que a veces nos manejamos así ha quedado un poco planteado el tema. Como un problema de personalismos, lo que es un problema vertebral, esencial de la constitución y del concepto que se tenga de quien es el verdadero titular del derecho público en la constitución de una patria. 
Los acontecimientos que habrán de seguir traerán, con la llamada “sublime intriga” por Mitre, refiriéndose a la maniobra grosera con que se gestó la tropelía de la invasión del Portugal sobre los pueblos libres, que no debía haber separado el Uruguay, en el designio de las instrucciones originarias de quien sería cívicamente llamado “pacificador”, debía haber marchado hasta la línea del Paraná. Pero tiene una obsesión bonaerense, partir la torta en el Paraná, salvar el puerto preciso. Claro, Santa Fe era el nudo de las comunicaciones con el norte. Pero amparado por una franja que querían sacar; que no se emponzoñaran Santa Fe y Córdoba con esta peste del Litoral, afuera Santa Fe. Entonces las instrucciones originarias de Lecor es avanzar hasta el Paraná. Habrá acontecimientos que modificarán la marcha. Y en el engrudo no era ajeno, por cierto, el imperio británico, siempre vigilante sobre tan ricos mercados. Porque el señor Lecor traerá, como es sabido, de asesor militar - ¡creíamos que el nombre de “asesores militares” era de este tiempo!, ¡qué equivocados estábamos! , pero la dolorosa historia de nuestros pueblos ya registró el sofisma en sí mismo de la denominación de la intervención subrepticia de las potencias interesadas en sacar la castaña con mano ajena – cuando el mismísimo conde de Beresford, Williams Carr Beresford, el prisionero que pudo escapar de Luján por la inteligente complicidad pava de Saturnino Rodríguez Peña, ¿recuerdan?. El conde Beresford venía para asesorar y para reforzar la invasión 2.000 lansquenetes mercenarios alemanes contratados, munición, barcos y armamento – no sé, sería porque sobraba acero – hechos en Sherfield que está casualmente en al islas británicas. Lecor que había sido el jefe de la vanguardia de Waterloo. Iba a venir el propio duque de Wellington pero sufrió un ataque renal y fue sustituido por su jefe de estado mayor en Waterloo: Beresford. 
Digo esto señores para que se den cuenta que se daba a esta expedición un cierto interés y un cierto rango, porque no se mandan generales de primera para pequeños episodios menores en estas alejadas tierras. Se pensó en el duque de Wellington y luego se lo sustituyó por el conde de Beresford, como “asesor” de Lecor. Es porque importaba callar la boca de los pueblos libres y el sistema del Protectorado. No era, estimados amigos, meramente una actitud paternalista del viejo y admirable caudillo. El Protectorado era un sistema americano de tarifas diferenciales protectoras que formaban un mercado intermedio incómodo a la fácil penetración de las mercancía británica introducida por los amables consignatarios y clientes de los puertos de Buenos Aires y luego rápidamente Montevideo. De manera, pues que había que romper ese núcleo intermedio que osaba oponerse a las ideas de libertad de comercio tan prestigiosamente defendidas por el inteligente Adam Smith y tan hábilmente aprovechadas por los comerciantes de ambas márgenes y sus proveedores ingleses. No era un simple episodio de pequeña intriga, de doctrina entre unitarismo y federalismo, era mucho más profundo. Ya vendrá después aquel que dirá que hay que hacer la unidad a palos. Eso vendrá después. Por ahora se dan los palos sin mentarlos.
Y el hecho es que en ese contexto se desvanecerá la voluntad del pueblo. La guerra, en el frente interior y en el frente externo, la guerra que acabará con el Protector de los Pueblos Libres y con la posibilidad de obtener desde las bases mismas de los pueblos de la Patria Grande. Pero la primera formulación y denuncia categórica y la primera presentación frontal de un programa común de las provincias tuvo lugar en esta honorable ciudad de Concepción del Uruguay un 29 de junio de 1815. Y hoy, que en este junio de 1983, levantamos nuestro recuerdo a la fundación, 200 años ha de este primer vecindario, unamos en nuestro recuerdo el título de honor de haber sido la sede primaria del primer congreso auténticamente libre y democrático de los pueblos americanos del Plata. 
Pienso, pues hacer que desde cada uno de nuestros pueblos, de nuestras comunidades y vecindarios, con este caso, al reconocer en cada uno de ellos la parte o porción que les haya correspondido en el intento grande y generoso, fraterno de armar, de instituir la convivencia de la comarca unida del Río de la Plata. Rescatar esto es, a mi modo de ver, hacernos conscientes del legado auténtico de nuestra historia y comprender que efectivamente ella nos compromete ante la nación americana inconclusa a que, superando esquemas maltrechos de las patrias hechas a medias, podamos reconstruir esta curiosa nación plural donde, sin perder ninguno de nuestros pueblos el color, la particularidad, la singularidad propia; lo que decía el caudillo: la soberanía particular, se integren armónicamente en una soberanía compartida mayor que nos asegure a todos por fin el ser protagonistas o al menos actores de nuestro destino por nosotros mismos, sin tener que estar viviendo en los sobresaltos que quedan sometidos eternamente los pueblos que no acaban de concluir su gran proyecto histórico nacional. Si no concluimos el gran proyecto soñado por los libertadores no descansarán estos en paz por más homenajes, ofrendas y recuerdos que le tributemos y nosotros no volveremos a encontrar la huella del viejo camino histórico que una vez nos hicieron perder el andar.
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