1/1/17

La Barraca Americana

Por Rubén Bourlot

“La primera casa mayorista importadora en los ramos de artículos para la construcción recibidos directamente de Estados Unidos, perteneció a la firma Hufnagel y Plottier, instalada a instancias del general Urquiza”, escribe Urquiza Almadoz en su Historia de Concepción del Uruguay. Con sucursales en varias ciudades de ambas costas del río Uruguay, la firma que giraba bajo el nombre de Barraca Americana fue un símbolo distintivo del comercio de la región y un lugar de cita obligatoria para quienes tenían que proveerse de las más diversas mercaderías.
Edificio de la sucursal C. del Uruguay
Urquiza Almandoz transcribe una evocación de Mariano López que recordaba “con cuánta curiosidad acudió el pueblo, en romería interminable, al llamado ahora puerto viejo, al arribar los embarques iniciales de dos veleros norteamericanos, el Alfredo y el Dudley, novedad que subió a lo extraordinario con la llegada del tercer buque, mucho más grande y cuyo nombre era Don Justo, en homenaje al prócer…”. Transcurrían los primeros años del siglo XX.



Una ficha de clientes
El profesor Mario Ramírez, cuando cursaba el profesorado en Concepción del Uruguay en la década del 80 se enteró, como buen historiador sabueso, que “se estaban por rematar judicialmente las propiedades de la constructora Ivoskevich, la entonces dueña de la Barraca Americana. Un compañero era amigo del que vigilaba los lotes que estaban listos para el remate; un día entre charla y charla se enteró que había un fichero lleno de fichas... Paso siguiente hablamos con el rematador y nos dijo que teníamos que comprar el mueble; cosa imposible para nosotros en ese momento. Pero a la vez sentíamos de corazón que ese material iba a ir a parar a la basura (dependiendo de quién lo compraba). Así que iniciamos trámites ante el Juzgado que entendía en la quiebra, para solicitar la entrega de las fichas solamente, solicitud que fue aprobada a los pocos días.
“En total rescatamos 2861 fichas, algunas más completas que otras”.
Eran las fichas de clientes de la firma a través de su casi centenaria historia, una valiosa cantera de información que tal vez tenían el destino trágico de una fogata.
El origen de la firma se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, aún en vida de Urquiza que mantenía vínculos comerciales con A. B. Morton & Sons de Baltimore (EE. UU.).  Fallecido el gobernador entrerriano, y como consecuencia de la intervención de la provincia y la rebelión jordanista, quedó varado un cargamento de mercadería sobre un buque al mando del capitán John G. Hufnagel. Pensando qué hacer tomó contacto con el belga Eugenio Plottier, radicado en Paysandú y éste le aconsejó vender la mercadería en la plaza de la ciudad cervecera, según se relata en un trabajo del nombrado Ramírez, Portela y Martínez.

Los primeros pasos
De esa feria callejera pasaron a asociarse Hufnagel y Plottier para fundar la Barraca Americana de Paysandú a fines de 1870. Con el éxito obtenido cruzaron el río y abrieron una sucursal en Concordia en 1892. 
Instalaciones portuarias en Paysandú en una postal
Unos años después, con la construcción del nuevo puerto de Concepción del Uruguay, la firma instala depósitos que culminan en 1909, y el 19 de septiembre de 1910 con la autorización final del Ministerio de Hacienda de la Nación, queda inaugurada formalmente la sucursal. En este edificio emblemático “predomina la arquitectura de estilo inglés; con gruesa mampostería, ladrillos de máquina importados de buena calidad y las estructuras de entrepisos con perfilería metálica de gran porte”. La firma comenzó sus actividades comerciando maderas como el pino y combustibles como el kerosene. “Los rubros autorizados fueron: ferretería, carpintería, construcción, derivados del petróleo y químicos”. 
Con el tiempo la operatoria se fue diversificando y las instalaciones incorporaron nuevas infraestructuras. En la sucursal de Uruguay contaban con vías de ferrocarril internas, de tipo “Decauville” que se empalmaban con el Ferrocarril Urquiza. Contaban con aserraderos, talleres diversos y una usina de generación eléctrica.
En 1916, Ford Motor Co. le otorgó la categoría de agente oficial a la Barraca Americana para lo cual construyeron un salón exposición para los vehículos de la marca.

Conflictos laborales 
No todo fue tan pacífico para la firma. La irrupción de la gran guerra europea en 1914 produjo algún tembladeral, entre otros la suspensión de la importación de automóviles. No obstante supieron capear el temporal y continuar con la firma a flote. 
Edificio Sucursal Concordia – Hoy Centro cívico
También tuvieron que enfrentar los reclamos sociales de sus trabajadores hacia 1916 y que se fueron incrementando los años subsiguientes, en plena efervescencia de los reclamos obreros en el país. Fueron tiempos de trabajosas negociaciones que concluyeron en buenos términos.
Finalizada la guerra, la firma retomó su relación de la fábrica Ford y presentó en 1919 los novedosos tractores Fordson. Sucesivamente se abrieron agencias y representaciones en distintas localidades de la provincia y de la Mesopotamia.

La radio de la barraca
En 1923 los empresarios presentaron una verdadera innovación tecnológica. Los autores citados nos informan que “durante una presentación de los tractores Fordson, llevada a cabo en los campos del señor Leopoldo Cabral, localidad de Caseros, para publicitar y entretener a los presentes se instaló un aparato radiotelefónico, que emitió una conferencia y un concierto de la Radio Sud Americana de Buenos Aires. La emisora fue instalada sobre un automóvil en 30 minutos.” 
Asimismo “en la Agencia Ford de la Barraca Americana, se había instalado un equipo radiotelefónico, que transmitía diariamente los últimos acontecimientos ocurridos en la metrópoli y donde se escuchaban las noticias que llegaban telegráficamente antes de su aparición en los principales periódicos. La empresa no solamente comercializaba los aparatos terminados, sino que también garantizaba a través de su servicio de reparaciones y repuestos los productos que representaban”.
Una verdadera novedad ya que en la provincia la primera emisora radial con trasmisiones formales se registran en Paraná hacia 1927.
Una parte muy importante del giro comercial de la firma estaba vinculado con los productores rurales, a los que proveía de insumos y maquinarias, y les adquiría la producción. 
Para 1972 la firma era una sombra de sus antiguas glorias y comenzaba a vender sus propiedades. Persistieron algunas sucursales en el Uruguay administradas por los descendientes de los fundadores.

Bibliografía:
- Mario Rubén Ramírez, Flavia Elizabeth Portela y Roberto Eduardo Martínez, Luces de ayer... Sombras de hoy... La sucursal de Concepción del Uruguay de la Barraca Americana, su instalación y clientela en las colonias Judías, presentado en Terceras Jornadas de Historia Económica, Asociación Uruguaya de Historia Económica (AUDHE), Montevideo, 9 al 11 de julio de 2003.
- Urquiza Almadoz, Oscar F., Historia de Concepción del Uruguay, T. III.
- Testimonios de Mario Rubén Ramírez.

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