Rubén I. Bourlot
En publicaciones
anteriores nos referimos a los intentos de desarrollar
la industria automotriz de origen nacional en el país y en particular en Paraná
con la experiencia del camión liviano Feresa que la firma Losi fabricaba en su
planta ubicada en el parque industrial “Manuel Belgrano”. Pero antes de esta
iniciativa empresaria hubo otra que pretendió de llevar a cabo la fabricación
de una serie de automóviles, localizada también en Paraná, destinada a
insertarse en el mercado nacional.
A principios de la década
del ’60, cobijado por del Régimen de Promoción Automotriz creado por un decreto
del entonces presidente Arturo Frondizi, se comenzó el montaje de una fábrica
de automóviles en Paraná de la que quedan escasos indicios en los archivos y en
la memoria de los vecinos de la ciudad. El proyecto fue aprobado por una
resolución del gobierno nacional el 11 de diciembre de 1959.
El empresario había
acordado un convenio con la compañía Heinkel DgmbH que fabricaba los motores, y
Bellino y Cía que proveería las carrocerías, ambas de origen alemán ubicadas en
la ciudad de Göppingen. Los alemanes se comprometieron a invertir en el
proyecto 1.200.000 dólares cada una.
El automóvil que se iba a
fabricar era un miniauto de bajo consumo, muy en boga en la época, con una
identidad local como los recordados De Carlo, Isetta e Isard. Tal vez era el
inicio de una industria automotriz con el mismo método que estaban utilizando los
coreanos del Sur, que arrancaron su industria adaptando y copiando modelos
europeos. Para esa época se había cancelado la fabricación de automóviles
nacionales de la empresa estatal IAME y sólo había sobrevivido el Rastrojero.
El modelo que se copiaba
era Champion Maico 400 europeo, modelo 1955, que aquí se denominó Alcre Susana
500 con un motor bicilíndrico de dos tiempos y 452 centímetros cúbicos que consumía
seis litros de combustible cada 100 kilómetros. También se proyectó la
fabricación de otro modelo denominado Sport Luis 700, una coupé convertible de
dos asientos impulsada por un motor de tres cilindros de dos tiempos y 677 centímetros
cúbicos que alcazaba una velocidad de 130 Km/h. Los nombres correspondían al de
los hijos de Credidio: Susana y Luis.
Una publicidad prometedora
Con una intensa campaña
publicitaria a fines de 1961, inserta en los principales diarios y periódicos
especializados del país, se promovía la compra del Alcre donde se anunciaban
las características del vehículo, sus precios y planes de financiación.
“El desembarco en el
mercado del Alcre Susana llegó de la mano de una promoción irresistible.
‘¡Usted lo necesita! $198.000 únicamente los primeros 1.000 automóviles.”
Finalizada la oferta el
valor sería de $230.000. Además se ofrecía una financiación a 30 meses, con la
entrega asegurada en 120 días. En tanto el Sport Luis 700 tenía un precio de
310.000 pesos.
La publicidad gráfica
tenía como eslogan: “El más grande entre los chicos, un gigante en los malos
caminos”. La folletería mostraba a las unidades como un auto familiar incluso
con mujeres conduciéndolos para poner en relieve la versatilidad del vehículo y
también lo publicitaba como “El coche argentino para el pueblo argentino”.
Para la promoción se
fabricaron prototipos que se exhibieron en distintos lugares del país. Según
información disponible se llegaron a reservar 470 unidades que habrían abonado
una seña de $ 50.000.
Qué pasó luego es todo un
misterio. No se construyeron más que los prototipos de los cuales hoy no se
conoce su destino. El hecho es que los 470 clientes que tuvieron intenciones de
adquirirlo se quedaron sin su auto y no se conoce qué pasó con la seña que habrían
abonado. Se supone que con este número de reservas no era suficiente para
iniciar la fabricación en serie o que tal vez las inversiones prometidas por
los empresarios alemanes nunca llegaron a concretarse. Pero lo cierto que el
dato de las 470 reservas solamente están documentadas en la publicidad de la
empresa.
Para tratar de explicar
el fracaso del proyecto el artículo citado concluye que “el mercado automotor
de entonces no escapaba a los años convulsionados de la Argentina. Aquel
contexto, sumado a otros modelos económicos de marcas importantes disponibles
en los concesionarios, combinaron el peor escenario para los vehículos de
Alcre.”
La fábrica de Paraná
Según algunos testimonios
de la zona y otros recopilados por Juan José Batistutti, el local de la fábrica
sería el amplio galpón que hoy en parte ocupa la municipalidad de Colonia
Avellaneda, donde funcionan depósitos y el Centro Comunitario Nº 15. El mismo
tiene superficie cubierta de aproximadamente 20 metros de frente por 50 de
fondo, gran parte en condiciones ruinosas y otras construcciones más pequeñas
al fondo de un terreno muy generoso.
Imágenes: publicidad del automóvil Alcre y la posible localización de la fábrica.
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