Rubén I. Bourlot
El 14 de septiembre en Argentina es el día del boxeador que recuerda la épica pelea que en 1923 enfrentó a Luis Ángel Firpo, “el Toro salvaje de las pampas”, y el norteamericano Jack Dempsey. Este hecho rodeado de una aureola de leyenda mantuvo a los entrerrianos en vilo a lo largo de varios meses.
“Tiene buen color y su vista es clara y animada. Demuestra gran soltura en el movimiento de su espalda, pecho y extremidades.”
En otro de los cables informa que “las ventas de entradas (…) alcanzan ya de quinientos a ochocientos mil dólares.
“(…) las entradas alcanzará a una suma nunca obtenida”, agrega. Se estima que unos los 85.000 espectadores estuvieron presentes.
La primera trasmisión deportiva
Así como en Paraná los diarios mantenían la información cotidiana, en Buenos Aires se tuvo la oportunidad de escuchar el relato casi en directo de la pelea a través de las radios Sudamérica y Cultura. Fue esta la primera trasmisión a nivel mundial de un evento deportivo compartido por las emisoras de EEUU y de Argentina. Recordemos que 1920 los “locos de la azotea” había realizado la primera trasmisión radiofónica en Argentina y para 1923 inauguraban ese novedoso formato radial. No fue una emisión para muchos ya que eran escasos los vecinos que contaban con receptores de radio. Eran esos primitivos aparatos de galena sin altoparlante que se sintonizaban a través de auriculares (como todo vuelve, hoy estamos utilizando de nuevo auriculares para las popularizadas videoconferencias en pandemia). Para consuelo, los que no poseían una radio tuvieron la oportunidad de escuchar la trasmisión por los altoparlantes ubicados en el interior del Luna Park pagando una módica entrada. También en el Teatro Gualeguaychú se instaló un altoparlante para amplificar la transmisión radial y nos imaginamos que en Paraná sucedió lo mismo.
También hubo dos entrerrianos que tuvieron el privilegio de presenciar el espectáculo en vivo, en el Polo Grounds de Nueva York. Se trata de los vecinos de Gualeguaychú Pedro Olaechea y Juan Lavayén. Poco se sabe de esa experiencia porque no se conservan sus relatos. Olaechea falleció en el viaje de regreso, en alta mar. En tanto Lavayén se recibió como abogado, militó en las filas del Partido Demócrata Nacional y fue Diputado Nacional durante el gobierno de Juan B. Justo. También ocupó un cargo directivo en el Frigorífico Gualeguaychú y una calle de esa ciudad lleva su nombre.
“Patada de burro”
Luis Ángel Firpo había nacido en Junín, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia laboriosa. Su padre, Homero Firpo, era empleado de una zapatería y también habría sido ladrillero. Primo hermano de otro Firpo famoso: Roberto Firpo, compositor de tangos, entre ellos los arreglos de La Cumparsita.
La carrera profesional de Firpo comenzó en 1817 y recorrió con sus puños triunfadores por toda América. Perdió solo en dos oportunidades antes del malogrado combate por la corona mundial donde se ganó el mote de “Toro salvaje de las pampas”, atribuido al periodista neoyorquino Damon Runyon. Tras la derrota continuó con la práctica deportiva hasta 1926 cuando se retiró. A partir de ese momento emprendió otras actividades también exitosas. Se dedicó a los negocios ganaderos y a la venta de automóviles. Fue representante en la Argentina de la marca norteamericana Stutz, que fabricó una versión exclusiva con su nombre: el Firpo Stutz Bearcat, de color rojo con una cabeza de toro pintada en el costado. También comercializó sombreros y zapatos con su marca.
Falleció en 1960, a los 65 años y sus restos reposan en una bóveda diseñada por el escultor Luis Perlotti, en el Cementerio de La Recoleta.
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