Rubén I. Bourlot
Junio
de 1820 fue un mes trágico para los caudillos del Litoral. El gran triunfo
federal de Cepeda, donde las fuerzas de Francisco Ramírez y Estanislao López
derrotaron al gobierno centralista de Buenos Aires y la consecuente firma del
Tratado del Pilar, se empañó con la ruptura entre los principales
protagonistas. Meses antes José Artigas había sufrido un duro contraste en la
batalla de Tacuarembó frente al invasor portugués. Esta circunstancia le
impidió se partícipe de la campaña que culminó en Cepeda.
A
partir del Tratado del Pilar los hechos se precipitaron. Las negociaciones
relativas a su firma entre López, Sarratea y Ramírez, asumiendo este último el
título de gobernador de Entre Ríos, disgustaron a Artigas que lo consideró como
un desconocimiento de su liderazgo en la Liga Federal.
Tras
un duro e irreconciliable intercambio de correspondencia con Ramírez, Artigas
hizo ratificar su autoridad en el Congreso de Ábalos (abril de 1820) y se
dispuso a hacerla valer frente al entrerriano. La situación de Entre Ríos se
tornó delicada, pues paralelamente actuaban los caudillos Eusebio Hereñú y Gervasio
Correa, que no habían acatado lo resuelto en el Pilar. No obstante, Ricardo López
Jordán finalmente logró atraer a Correa.
Ramírez
se encontraban en la Bajada a mediados de abril y el 26 llegó a Nogoyá. La
grave amenaza portuguesa quedó contrarrestada por el ofrecimiento que le hizo el
comandante portugués Carlos Frederico Lecor a Ramírez de mantenerse neutral. En
tanto la escuadrilla porteña, a las órdenes de Manuel Monteverde, arribaba a la
actual Paraná (Bajada) a principios de mayo, trayéndole los auxilios de armas,
municiones y pólvora que enfáticamente había reclamado Ramírez a Sarratea, y
que eran parte de la cláusula secreta del Tratado del Pilar.
Lanzas artiguistas sobre Entre Ríos
Con
la autoridad ratificada en Ávalos, Artigas ordenó a Francisco Javier Siti,
comandante de Misiones, que avanzara sobre Entre Ríos para atacar el centro del
poder del jefe entrerriano. Entre fines de abril y los primeros días de mayo de
1820 las fuerzas del misionero invadieron y saquearon la villa de Concepción
del Uruguay, por lo que una parte de sus pobladores tuvieron que refugiarse en
Paysandú.
Tras
los pasos de Siti avanzó Artigas y agitando lanzas puso rumbo a Paraná. En el
arroyo Las Guachas, afluente del Gualeguay, en el actual departamento Tala, lo
esperaban las huestes de Ramírez. A las cuatro de la tarde del 13 de junio de
1820 se trenzaron en combate. Los entrerrianos contaban con 600 hombres, en
tanto el caudillo oriental encabezaba una montonera de 1.800 efectivos. Al caer
las primeras sombras de la noche cesó la lucha sin una definición categórica
aunque la peor parte le correspondió a Ramírez que optó por replegarse hacia Paraná
con sólo 400 de sus hombres.
La batalla de Las Tunas
Agazapado
en Paraná, con Artigas pisándole los talones, Ramírez preparó la defensa con el
concurso de sus mejores oficiales como José León Sola, Gregorio Piris, Lucio Mansilla,
Francisco Pereira, Ricardo López Jordán, Pedro Barrenechea y otros. Apeló a su
astucia para elegir un sitio estratégico sobre el arroyo Las Tunas, cercano a
Paraná, y provocar al combate al temible oriental.
El 22 de junio, Artigas le remitió una conminación de rendición de la plaza de Paraná. El oriental contaba con 1.300 efectivos y Ramírez 1.000. El 24 de junio de 1820, después del mediodía, se produjo el enfrentamiento de ambas fuerzas en un combate que según la tradición fue observado desde la cresta de las lomadas por los vecinos de Paraná. La horda artiguista no pudo contra los disciplinados y bien atrincherados soldados entrerrianos.
El
sitio exacto donde se produjo el combate de Las Tunas no está determinado
materialmente. Algunas suposiciones sitúan el enfrentamiento en la proximidad
de lo que se llamaba el Camino de las Carretas, hoy jurisdicción de San Benito.
Sobre la ruta 18, en el acceso Este de Paraná, inmediatamente al puente sobre
el arroyo, existe un monolito con una placa que reza “en esta zona del arroyo
de las Tunas el general Francisco Ramírez, Supremo Entrerriano, derrotó a las
fuerzas del general don José Artigas en la batalla de las Tunas (junio 24 de
1820). Los habitantes de Paraná, desde la altura más próxima a la ciudad,
presenciaron la acción.”
Si
el encuentro fue sangriento, más encarnizada fue la persecución de la derrotada
tropa artiguista que rumbeó hacia el noreste a lo largo de ocho leguas. La
oscuridad al caer la puso paños fríos a la furia de las lanzas pero no impidió
la definitiva derrota de Artigas en un rosario agónico de escaramuzas por las
lomadas entrerrianas y por Corrientes: se sucedieron Sauce de Luna (17 de
julio), Yuquerí (22), Mocoretá (23) y Ávalos (24), el último encuentro entre
los dos caudillos. Luego el oriental se dirigió a Asunción del Cambay, en el
Miriñay (15 de agosto de 1820), que señaló el mojón de arranque de su
itinerario hacia el exilio. El 5 de setiembre el antiguo Protector de los
pueblos libres traspasó el Paraná, por Candelaria, para internarse
definitivamente en la selva del Paraguay dejando el escenario de sus luchas, de
sus glorias y de sus derrotas. Sólo regresó después de muerto como héroe de la
República Oriental del Uruguay, el pequeño país que Artigas nunca quiso ver
escindido de las demás provincias del Plata.