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19/3/24

Lucas Piriz y la heroica Paysandú

 

Rubén I. Bourlot

 

Corría 1863 y el presidente uruguayo “Blanco” Bernardo P. Berro estaba jaqueado por los revolucionarios encabezados por Venancio Flores. La llamada "Cruzada Libertadora de 1863"  no fue otra cosa que una invasión apoyada por el gobierno de Bartolomé Mitre que había tenido a Flores bajo su mando en las guerras contra los últimos caudillo federales.

Los cruzados insurrectos no tuvieron éxito y Berro pudo finalizar su mandato. Lo sucedió Atanasio Aguirre quien no corrió con la misma suerte. Un nuevo intento de Flores con el apoyo explícito con el apoyo del Emperador de Brasil Pedro II que envió armas, tropas y embarcaciones, puso sitio a Paysandú en diciembre de 1864. Cabe acotar que este sistema de alianzas fue el prolegómeno de la cuenta guerra contra el Paraguay (1865-1870).

Los barcos de la marina brasileña, comandados por el Almirante Joaquim Marques Lisboa (Marqués de Tamandaré), amenazaron a Paysandú que se preparaba para defender su honor y el de la república bajo el mando del heroico Leandro Gómez. Del otro lado del charco, los entrerrianos no estaban ajenos a los sucesos, salvo el aún influyente Justo José de Urquiza, sucedido en la gobernación por José María Domínguez, que mantenía una posición neutral a pesar de la insistencia del cura Domingo Ereño.

Otro Urquiza, Waldino Urquiza Calvento, hijo del general, cruzó el río que es un puente de agua que nos une y se presentó: “Venimos por nuestra voluntad a combatir al infame invasor Venancio Flores y sus horda de bandoleros alimentados y sostenidos por el oro de nuestros encarnizados enemigos los porteños unitarios...” Allí lo esperaba otro entrerriano afincado desde pequeño en la ciudad, Lucas Piriz. Y fueron muchos los argentinos que partieron a reforzar la resistencia de la Heroica - algunos no llegaron a tiempo - como Rafael Hernández, Carlos Guido y Spano y Juan Saá.

 

“Cuando sucumba”


El bombardeo de la ciudad sitiada fue sin cuartel. El 3 de diciembre Flores intima la rendición a Gómez y recibe como lacónica respuesta: "Cuando sucumba", firma y le devuelve el pliego.

La ciudad estaba dispuesta a resistir hasta los últimos escombros. Leandro Gómez designó a Piriz para defender la plaza. La pólvora y las balas escaseaban. Esperaron los refuerzos del gobierno nacional que nunca llegaron.

El 6 de diciembre el capitán Hermógenes Masanti en su Diario de Guerra, La Defensa de Paysandú, expresa que "el entusiasmo de la guarnición es inmenso e indescriptible. En medio de la pelea se oyen los vivas que los Guardias Nacionales dan a la patria, a la independencia, al gobierno, y a sus jefes inmediatos. Aquí no hay ningún cobarde, todo el mundo está en su puesto de honor; y los jefes superiores, seguidos de sus ayudantes cruzan al galope de un punto a otro de la línea, impartiendo órdenes y conteniendo el ardor de la tropa que quiere lanzarse fuera de las trincheras.

“En el centro de la Plaza se elevaba una pequeña pirámide con la estatua de la Libertad. Un proyectil de la escuadra Brasilera, disparado a las dos de la tarde, hace saltar en pedazos el monumento. El General Gómez estaba con sus ayudantes en una esquina de la Plaza. Al ver volar los fragmentos de la estatua, dice el capitán don Hermenegildo Alarcón:

- Mi General, los brasileros han muerto a la Libertad.

“El General contestó:

- Levantaremos nuevamente su estatua, sobre una pirámide hecha con las balas demandantes de los cantones, que en cuanto pase el fuego recojan, todas las balas brasileras que se encuentren.”

La ciudad resistió casi un mes. Los edificios agujereados como queso gruyere por el impacto del cañoneo. Años después Gabino Ezeiza saluda a la Heroica Paysandú “la Troya americana porque lo es / dedican a este pueblo de valientes / y cuna de los bravos 33 / saludan a este pueblo de valientes / y cuna de los bravos 33…” y en 1922 Carlos Gardel y el oriental José Razzano le ponen sus voces y lo dejan registrado en el disco.

El 1 de enero de 1865 amaneció bajo la metralla del enemigo que ya avanzaba por las calles de la ciudad. La lucha fue cuerpo a cuerpo. A los defensores no les quedaban más balas y le sobraban muertos. Un proyectil atravesó el cuerpo de Piriz y cayó herido de muerte. La mayoría de los jefes perecieron en la resistencia. Al día siguiente Leandro Gómez fue tomado prisionero y luego fusilado. Como escribe María Esther de Miguel en Jaque a Paysandú “… con los tiros que tiran las armas el cuerpo que durante semanas y semanas paseó entre el humo y el fuego y el poderoso ímpetu de la batalla con la bandera de la partia, cae ahora envuelto en la roja bandera de la sangre entregada por un alto ideal llamado ‘Unidad’ y llamada ‘República’…”

Lucas Piriz

¿Quién era ese Píriz que nos “suena” a los entrerrianos y es un héroe para los orientales? Había nacido en Concepción del Uruguay el 18 de octubre de 1806 pero a los seis años se trasladó junto a sus padres a Paysandú. Hermano del coronel de los Dragones de la Muerte de Ramírez, Gregorio Piriz que cayó muerto en 1822 en un levantamiento contra el gobierno de Lucio Mansilla.

Lucas participó junto a Juan Antonio Lavalleja de la Cruzada de los 33 Orientales (1825) y en la guerra del Brasil (1828). También combatió en los ejércitos de la Confederación Argentina bajo las órdenes de Manuel Oribe y Justo José de Urquiza. Era jefe político de Salto cuando fue nombrado coronel y pasó a prestar servicios en Paysandú.

  

Bibliografía

La defensa de Paysandú. Diario de guerra del capitán Hermógenes Masanti en https://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-8/Paysandu/LaDefensadePaysandu.pdf

¡Hasta el Patíbulo y Más Allá! (21 de octubre de 2018) en http://elpatriciadodelriodelaplata.blogspot.com/2018/10/una-familia-un-sitio-y-dos-divisas.html

Urquiza Almandoz, O., (2002), Historia de Concepción del Uruguay, 1783 – 1890, T. I, Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, delegación argentina, T. I.


14/8/12

Los entrerrianos en la Guerra contra el Paraguay


Por Rubén Bourlot
La guerra contra el Paraguay, librada entre 1865 y 1870 por la Triple Alianza – Argentina, Uruguay y el Imperio del Brasil – tuvo en Entre Ríos una amplia repercusión y graves consecuencias. Fue un conflicto ajeno a los intereses de la provincia y del país todo. La guerra estuvo motorizada por el Imperio del Brasil y tuvo como telón de fondo los intereses del libre cambio comercial de Inglaterra.
El Paraguay industrial e independiente era un precedente insoportable para la política británica.
Bartolomé Mitre fue el firmante de la alianza bélica y exigió a las provincias la contribución de todos los hombres disponibles. A Justo José de Urquiza le tocó la movilización de las tropas entrerrianas. Pero los entrerrianos no eran fáciles de arrear por su rebeldía natural y por la impopularidad de una guerra de la mano del Brasil. Hacía medio siglo que la provincia había sido teatro de operaciones de la compaña contra el imperio portugués y aún estaban candentes las bombas que Tamandaré había lanzado contra Paysandú en 1864-65. Allí estuvieron, junto a Leandro Gómez, en la defensa heroica de la ciudad oriental entrerrianos como Lucas Piriz, Waldino de Urquiza (hijo del General), Ricardo López Jordán, entre otros. Era la Paysandú que le cantó Gabino Ezeiza: “Heroica Paysandú, ¡yo te saludo!”, y Olegario V. Andrade: “¡Sombra de Paysandú, sombra gigante…!. Y ahora tenían que marchar bajo la bandera imperial contra los hermanos paraguayos.
El gobierno nacional le impuso a Entre Ríos una contribución de 5.000 hombres de caballería que serían reunidos en el campamento de Calá. Urquiza cumplió sobradamente con ese cometido y partió hacia el norte provincial con 6.000 efectivos que acamparon sobre el arroyo Basualdo, en el límite con Corrientes. En Concordia se encontraba Bartolomé Mitre al comando del cuartel general. Pero el 3 de julio de 1865, aprovechando la ausencia de Urquiza, la caballería provocó un desbande general. Los cuerpos de “victorianos” y “nogoyaceros” escaparon y, al decir de Mitre, “no existe ya el cuerpo del ejército entrerriano” (carta de Mitre a Juan Gelly y Obes). Urquiza le prometió volver a reunir las tropas “después de haber tomado sus medidas contra aquellas que él cree han tenido participación en tan desagradable incidente”. Mitre sostiene que la rebelión fue producto de las “miserables intrigas de alguno de sus jefes, entre los que parece haber sido cabecilla López Jordán”. No obstante Aníbal S. Vázquez (Caudillos entrerrianos: López Jordán), dice que López Jordán se mantuvo en su puesto ante la rebelión. Otros historiadores acusan al santafesino Telmo López (hijo del brigadier Estanislao López), al servicio del Paraguay, de ser el instigador.
No hay dudas que López Jordán no simpatizaba con esta guerra y en una carta que se le atribuye le manifestaba a Urquiza: “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca General, ese pueblo es nuestro. Llámenos para pelear a los porteños y brasileros. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo de Entre Ríos”. (Ramón J. Cárcano: Guerra del Paraguay).
Según Estanislao Zeballos, el propio Urquiza convocaba a las tropas diciéndole que iban a la guerra contra el Imperio del Brasil.
Tras el desastre de Basualdo, Urquiza prometió reunir un nuevo contingente “más numeroso, más entusiasta y más decidido que el que licencié en Basualdo…”, le asegura a Mitre.
Con mucho esfuerzo logró tener la tropa lista, que para noviembre se encontraba en el arroyo Toledo y ahí nomás se volvieron a desbandar.
Posteriormente, bajo su propia vigilancia, embarcó en el puerto de Concepción del Uruguay dos batallones de infantería y uno de artillería, a los que seguirían otros contingentes en el transcurso de la guerra.
No hay dudas que desde el comienzo fue esta una guerra impopular, resistida por todas las provincias, que provocó la destrucción del Paraguay y horadó el prestigio de muchos de los dirigentes que en ese momento tuvieron que optar entre resistir los embates del gobierno nacional como lo hicieron Juan Saá o Felipe Varela, u obedecer a regañadientes.
“La libertad que los presidentes Mitre y Sarmiento han servido por la guerra contra el Paraguay, cuesta a la República Argentina diez veces más sangre y diez veces más dinero que le costó toda la guerra de su independencia contra España; y que si esta guerra produjo la independencia del país respecto de la corona de España; la otra está produciendo la enfeudación de la República a la corona del Brasil”, escribía Juan Bautista Alberdi (El crimen de la guerra).
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