Rubén I. Bourlot
Corría 1863 y el presidente
uruguayo “Blanco” Bernardo P. Berro estaba jaqueado por los revolucionarios
encabezados por Venancio Flores.
La llamada "Cruzada Libertadora de
1863" no fue otra cosa que una invasión apoyada por el
gobierno de Bartolomé Mitre que había tenido a Flores bajo su mando en las
guerras contra los últimos caudillo federales.
Los cruzados insurrectos no tuvieron éxito y Berro pudo finalizar su mandato. Lo sucedió Atanasio Aguirre quien no corrió con la misma suerte. Un nuevo intento de Flores con el apoyo explícito con el apoyo del Emperador de Brasil Pedro II que envió armas, tropas y embarcaciones, puso sitio a Paysandú en diciembre de 1864. Cabe acotar que este sistema de alianzas fue el prolegómeno de la cuenta guerra contra el Paraguay (1865-1870).
Los barcos de la marina brasileña, comandados
por el Almirante Joaquim Marques Lisboa (Marqués de Tamandaré), amenazaron a
Paysandú que se preparaba para defender su honor y el de la república bajo el
mando del heroico Leandro Gómez. Del otro lado del charco, los entrerrianos no
estaban ajenos a los sucesos, salvo el aún influyente Justo José de Urquiza, sucedido
en la gobernación por José María Domínguez, que mantenía una posición neutral a
pesar de la insistencia del cura Domingo Ereño.
Otro Urquiza, Waldino Urquiza Calvento,
hijo del general, cruzó el río que es un puente de agua que nos une y se
presentó: “Venimos por nuestra voluntad a combatir al infame invasor Venancio
Flores y sus horda de bandoleros alimentados y sostenidos por el oro de
nuestros encarnizados enemigos los porteños unitarios...” Allí lo esperaba otro
entrerriano afincado desde pequeño en la ciudad, Lucas Piriz. Y fueron muchos los
argentinos que partieron a reforzar la resistencia de la Heroica - algunos no
llegaron a tiempo - como Rafael Hernández, Carlos Guido y Spano y Juan Saá.
“Cuando sucumba”
El bombardeo de la ciudad sitiada fue
sin cuartel. El 3 de diciembre Flores intima la rendición a Gómez y recibe como
lacónica respuesta: "Cuando sucumba", firma y le devuelve el pliego.
La ciudad estaba dispuesta a resistir
hasta los últimos escombros. Leandro Gómez designó a Piriz para defender la
plaza. La pólvora y las balas escaseaban. Esperaron los refuerzos del gobierno
nacional que nunca llegaron.
El 6 de diciembre el capitán
Hermógenes Masanti en su Diario de Guerra, La Defensa de Paysandú, expresa que
"el entusiasmo de la guarnición es inmenso e indescriptible. En medio de la
pelea se oyen los vivas que los Guardias Nacionales dan a la patria, a la
independencia, al gobierno, y a sus jefes inmediatos. Aquí no hay ningún
cobarde, todo el mundo está en su puesto de honor; y los jefes superiores,
seguidos de sus ayudantes cruzan al galope de un punto a otro de la línea,
impartiendo órdenes y conteniendo el ardor de la tropa que quiere lanzarse
fuera de las trincheras.
“En el centro de la Plaza se elevaba
una pequeña pirámide con la estatua de la Libertad. Un proyectil de la escuadra
Brasilera, disparado a las dos de la tarde, hace saltar en pedazos el
monumento. El General Gómez estaba con sus ayudantes en una esquina de la
Plaza. Al ver volar los fragmentos de la estatua, dice el capitán don
Hermenegildo Alarcón:
- Mi General, los brasileros han
muerto a la Libertad.
“El General contestó:
- Levantaremos nuevamente su estatua,
sobre una pirámide hecha con las balas demandantes de los cantones, que en
cuanto pase el fuego recojan, todas las balas brasileras que se encuentren.”
La ciudad resistió casi un mes. Los
edificios agujereados como queso gruyere por el impacto del cañoneo. Años
después Gabino Ezeiza saluda a la Heroica Paysandú “la Troya americana porque
lo es / dedican a este pueblo de valientes / y cuna de los bravos 33 / saludan
a este pueblo de valientes / y cuna de los bravos 33…” y en 1922 Carlos Gardel
y el oriental José Razzano le ponen sus voces y lo dejan registrado en el
disco.
El 1 de enero de 1865 amaneció bajo la
metralla del enemigo que ya avanzaba por las calles de la ciudad. La lucha fue
cuerpo a cuerpo. A los defensores no les quedaban más balas y le sobraban
muertos. Un proyectil atravesó el cuerpo de Piriz y cayó herido de muerte. La
mayoría de los jefes perecieron en la resistencia. Al día siguiente Leandro
Gómez fue tomado prisionero y luego fusilado. Como escribe María Esther de
Miguel en Jaque a Paysandú “… con los tiros que tiran las armas el cuerpo que
durante semanas y semanas paseó entre el humo y el fuego y el poderoso ímpetu
de la batalla con la bandera de la partia, cae ahora envuelto en la roja
bandera de la sangre entregada por un alto ideal llamado ‘Unidad’ y llamada
‘República’…”
Lucas Piriz
¿Quién era ese Píriz que nos “suena” a los entrerrianos y es un héroe para los orientales? Había nacido en Concepción del Uruguay el 18 de octubre de 1806 pero a los seis años se trasladó junto a sus padres a Paysandú. Hermano del coronel de los Dragones de la Muerte de Ramírez, Gregorio Piriz que cayó muerto en 1822 en un levantamiento contra el gobierno de Lucio Mansilla.Lucas participó junto a Juan Antonio
Lavalleja de la Cruzada de los 33 Orientales (1825) y en la guerra del Brasil
(1828). También combatió en los ejércitos de la Confederación Argentina bajo
las órdenes de Manuel Oribe y Justo José de Urquiza. Era jefe político de Salto
cuando fue nombrado coronel y pasó a prestar servicios en Paysandú.
Bibliografía
La
defensa de Paysandú. Diario de guerra del capitán Hermógenes Masanti en https://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-8/Paysandu/LaDefensadePaysandu.pdf
¡Hasta
el Patíbulo y Más Allá! (21 de octubre de 2018) en http://elpatriciadodelriodelaplata.blogspot.com/2018/10/una-familia-un-sitio-y-dos-divisas.html
Urquiza Almandoz, O., (2002), Historia de Concepción del Uruguay, 1783 – 1890, T. I, Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, delegación argentina, T. I.