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18/8/09

Apuntes para una nueva escuela

Por Rubén Bourlot

Un nuevo modelo de educación desde la persona que aprende.
Estos son algunos apuntes para iniciar una discusión. Invito a los colegas y no colegas a comentar y aportar a estas ideas poco ortodoxa y tal vez utópicas.
A lo largo de más de un siglo la ley 1420 cumplió con su cometido de alfabetizar a los argentinos, integrarlos socialmente, cohesionar a una población heterogénea como consecuencia de las oleadas inmigratorias de diverso origen y prepararlos para la vida ciudadana. “Educar al soberano” era la consigna sarmientina no exenta de prejuicios para con los sectores sociales más desposeídos del interior. También tuvo una misión “civilizadora” con la incorporación de contenidos europeizantes, que constituían el ideal del régimen político y de los intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX.
Con el tiempo la eficiencia del sistema educativo se fue deteriorando. La escuela no acompañó los cambios económicos y sociales. Se intentaron reformas y parches pero con escasa efectividad.
Antigua escuela rancho del departamento Gualeguay
Finalmente, y luego de prolongados debates se logró cambiar la ley 1420 por dos proyectos aprobados en pocos años – 1993 y 2006 –. La denominada Ley Federal de Educación, sancionada al calor del veranito neoliberal, resultó un rotundo fracaso. La actual ley de educación, sancionada en 2006, no termina de consolidarse. Es un proyecto a medias que no ataca los problemas de fondo.
Es hora de pensar en una nueva escuela con un criterio innovador y audaz, como lo hicieron quienes crearon la Ley 1420. La educación debe ser prioridad absoluta y por ello no se deben escatimar esfuerzos presupuestarios, con la convicción de que se trata de una inversión con resultados inmediatos y futuros.

Hay que cambiar el paradigma
Hay que pensar en una educación a partir de la persona que aprende en unidades de aprendizaje según sus capacidades y grado de maduración. No hay tiempos rígidos para aprender, no hay etapas de la vida determinadas para aprender. Siempre se aprende. No se puede encorsetar el aprendizaje en grados y ciclos lectivos anualizados. Como no hay dos personas iguales, cada persona va madurando a ritmos distintos. Para que una masa leude hay que darle un tiempo, no se puede forzar el proceso. Entonces, ¿por qué forzar el aprendizaje uniformando los tiempos y contenidos? Tampoco hay dos personas a las que les interese exactamente lo mismo o con idénticas habilidades para todas las áreas de aprendizaje.
No hay que pensar a las instituciones educativas asimiladas a un edificio, un lugar físico. No debe existir más el aula como un espacio que Foucault caracterizó como lugar de encierro, vigilancia y castigo, tal vez un exceso pero que hoy ya no tiene ningún sentido. Los medio que hoy tienen las personas para aprender son muy distintos a los existentes hace dos siglos cuando se inicia la escuela moderna, la que imaginó la ilustración para popularizar el acceso al conocimiento. La revolución digital dejó en una situación marginal a la institución escolar. El panóptico de Foucault ya no necesita de una institución de “encierro” para vigilar. Ahora la vigilancia penetra todos los intersticios de la vida cotidiana borrando la línea divisoria entre lo público y lo privado.
La escuela como está estructurada, el papel del docente quedó al margen y por más artefactos tecnológicos que se agreguen a las escuelas, no se va a lograr dar el gran salto hacia un nuevo modelo. Será solo emparcha lo viejo e ineficaz.

La verdadera inclusión
Se deberá garantizar una educación de calidad para todos los habitantes, independientemente de su ubicación geográfica, el nivel socioeconómico, etc.
No deberá haber diferencias entre escuelas del "centro" y de los barrios. El estado debe asegurar la educación mediante el sistema público estatal y, subsidiariamente, a través de iniciativas educativas no estatales. Se aplicarán medidas compensatorias para sectores con carencias de aprendizaje y económicas. Se garantizarán las mismas posibilidades para los sectores rurales.
Los diseños curriculares de todos los ciclos se deberán articular a partir del conocimiento de la realidad inmediata y concreta, partiendo de lo local, regional, latinoamericano y universal. Se ofrecerá una formación humanística y la capacitación específica para la inserción en el mundo del trabajo y el acceso a la universidad.

La persona que aprende
El sistema se centrará en la persona que “aprende” de la familia, de la comunidad, de las instituciones y del docente que facilita y aporta sus saberes. Se sustituirán conceptos como escuela “primaria”, “secundaria”, “media” por una estructura de Educación Obligatoria conformada por tres ciclos: Aprendizaje preescolar (desde los 45 – 60 días hasta los 5 - 7 años), Aprendizaje Básico (de aproximadamente los 6 años de duración) y Aprendizaje Orientado - Especializado (de aproximadamente 6 años de duración). De carácter no obligatoria será el ciclo de Formación Profesional Universitario. El ciclo de Aprendizaje Orientado - Especializado comprenderá escuelas especializadas en las modalidades Técnica, Agrotécnica y Administración contable; y orientadas en las modalidades Humanística, en Ciencias Naturales, Artística y complementarias: de adultos, especial, etc.
Se asegurará una asignación por escolaridad y la ayuda escolar anual que cubra una canasta escolar que comprenderá los costos de útiles y vestimenta escolar. Estas asignaciones que perciben los empleados en relación de dependencia se extenderán a los sectores de bajos recursos sin empleo formal o cuentapropistas.

Ciclos sin grados
Se suplantará la educación graduada por una estructura de niveles, seis en cada ciclo, que el alumno irá superando a medida que logre objetivos, independiente del tiempo. Se sustituyen los bimestres, trimestres por módulos de aprendizaje. De esta manera se respeta el ritmo de aprendizaje de cada persona y se eliminan los recuperatorios, los exámenes previos y la repitencia.
En forma progresiva se implementará el sistema de Aulas temáticas específicas de cada asignatura o área de asignaturas afines. Por lo tanto las comisiones de alumno/as no tienen un aula sino que rotan por los distintos espacios.
Todos los aprendizajes contendrán un componente teórico y otro práctico que se desarrollarán en jornada completa, asimilando el actual modelo de escuelas técnicas. Por lo tanto se podrá destinar media jornada para los aprendizajes teóricos con asistencia en las aulas, y en otros casos, a distancia, donde el alumno permanece en su hogar conectado mediante chat, redes sociales, etc. y realiza actividades monitoreadas por el docente a distancia, con el cumplimiento de horarios preestablecidos. En la otra media jornada el alumno asiste al respectivo espacio para la cursar la parte práctica o actividades grupales junto a los docentes. Estos espacios podrán estar localizados un sitio común o en distintos lugares dentro de un radio geográfico. La unidad educativa ya no estará identificada con un edificio y los espacios (talleres, laboratorios, etc.) podrán ser compartidos por distintas unidades educativas.

Régimen docente
Los docentes de todos los ciclos tendrán un régimen escalafonado conformado por ocho categorías. El docente ingresa en la categoría inicial (1) y puede ascender una categoría cada tres años concursando con su credencial de puntaje, siempre que haya sumado un puntaje predeterminado que implique la realización de capacitación y actualización. La capacitación será requisito para los ascensos y el estado la garantizará como parte de la jornada laboral.
Se modificará en el régimen docente sustituyendo las horas-cátedra y se implementará el sistema de docentes por cargo con dedicaciones y se incorporará la figura de maestro y profesor integrador-articulador y la del alumno ayudante.
Los comedores escolares dejarán de estar a cargo de personal docente y se reemplazarán por un Servicio de Asistencia Escolar anexo a cada establecimiento, que comprenderá comedor, servicio de enfermería, vacunador y guardería, etc.
El gobierno del sistema estará a cargo de consejos escolares, consejos departamentales, consejos provinciales y un Consejo Federal de Educación, todos conformados por representantes del gobierno, de los docentes, padres y estudiantes. En las provincias y a nivel país el organismo educativo tendrá el rango de ministerio.
La elección de los miembros en representación de docentes, padres y estudiantes de los consejos en los distintos niveles se realizará mediante asambleas, primero en forma directa a nivel establecimiento y en las siguientes instancias mediante asambleas de delegados.

4/6/09

Osvaldo Magnasco y la reforma educativa


Por Rubén Bourlot
Osvaldo Magnasco nació en Gualeguaychú y estudió en el histórico Colegio del Uruguay. Fue un destacado jurista, ocupó bancas en el Congreso de la Nación representando al Partido Autonomista Nacional, donde se destacó con su oratoria y tuvo un destacado papel en la investigación sobre el funcionamiento de los ferrocarriles privatizados.
Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca (1894 – 1904) fue nombrado Ministro de Instrucción Pública. Desde ese cargo elaboró un proyecto de reforma educativa para sustituir el sistema implementado a partir de la Ley 1.420, sancionada precisamente, durante la primera presidencia de Roca (1880 – 1886). Consideraba Magnasco que el sistema universalista, enciclopédico y verbalista no respondía a las necesidades de la época, cuando el desarrollo del país necesitaba de más profesionales y técnicos para diversificar su economía que hasta el momento se sustentaba en las exportaciones de carnes y granos.
Su propuesta implicaba sustituir los bachilleratos comunes por un sistema de colegios secundarios descentralizados que respondieran a las características de cada región, con una considerable reducción de los contenidos humanistas, como la enseñanza del latín. Proponía en cambio incorporar “nociones elementales de trabajo agrícola, de trabajo y dibujo industrial y de química aplicada a nuestras principales industrias".
Pero no tuvo suerte con su audaz iniciativa. Los sectores influyentes de Buenos Aires, que concebían a la educación secundaria como mera preparatoria para el acceso a la universidad, reaccionaron rápidamente con una campaña de descrédito para Magnasco. El diario La Nación, representante del mitrismo opositor a Roca, se opuso a la reforma y lanzó denuncias contra el ministro. La misma actitud adoptó el diario La Prensa. La Iglesia también reaccionó negativamente ante la abolición del latín. Qué ironía la del sector clerical que en 1886 se opuso a la Ley 1.420 por establecer la educación laica, ahora la reivindicaba para oponerse a su reforma.
El operativo de desprestigio llegó al Congreso, donde un sector importante del propio roquismo se opuso a la sanción del proyecto. Ante estos hechos, el presidente Roca hizo renunciar a su ministro.
Y no es casual que hoy estemos debatiendo y tratando de “resignificar” el secundario que en las últimas décadas no ha dejado de deteriorarse, a pesar de las dos leyes que se sancionaron en pocos años. Tal vez si releemos un poco las ideas de Magnasco podríamos encontrar el rumbo.
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