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27/10/23

La educación y los mileinials

 Rubén I. Bourlot

En estos días de votos (por suerte no de botas) pululan en las redes sociales, en la TV y en otros medios, críticas a la educación actual, a la crisis y decadencia del sistema, a la falta de rigor en la evaluación de los aprendizajes, y las respuestas-soluciones no son las más acertadas. La mayoría quedan en la superficie, sin profundizar, con consignas vacías, cartelitos que se comparten con un simple corte y pegue, e imputaciones varias a las políticas actuales y de ayer nomás. Hay también discursos nostálgicos de épocas cuando la escuela “enseñaba”, las maestras no hacían paro, los niños aún descalzos y chapaleando el barro asistían a la escuela.

Hoy, en plena campaña electoral los candidatos prometen y mucho. Las educación con los maestros en las aulas dicen unos, como si los docentes no estuvieran en las aulas todos los días, y si no están en las aulas siguen trabajando con el culo en la silla preparando clases, corrigiendo carpetas, exámenes e, inclusive, recortando florcitas de goma eva para el acto escolar. En otras oportunidades no estaban en el aula porque la pandemia los obligó a trasmitir las clases desde casa, con la notebook, con el celular, pescando señal como sea, ingeniándoselas para que las clases se parezcan lo más posible al aula. No podemos seguir con “cuatro docentes por pizarrón” dijo algún gobernante hace un tiempo refiriéndose a las suplencias. Y sí, los docentes se enferman, sacan licencias para capacitarse como les reclaman siempre, y alguien los tiene que reemplazar porque los alumnos no pueden quedar si clases. Y también los docentes hacen huelga, porque es el modo que tienen de reclaman por sus siempre diezmados derechos. Que reclamen sin hacer paro dicen, y claro ¿con un cartelito pegado en la frente “docente reclamando”? Desde acá se escucha la risotada de la patronal porque ¿a quién moviliza eso?

Pero si los docentes pasan una temporada sin tomar medidas de fuerza, los gremios logran ámbitos de negociación con maestros y alumnos en el aula, se alzan las voces acusando a los dirigentes sindicales de “oficialistas”, “vendidos” al gobierno e imputaciones similares. Gataflorismo al palo.

Otros reclaman 180, 190, 200 días de clases como si con el mero paso del tiempo se aprendiera más. Pero cuando el calendario escolar comienza en febrero viene el reclamo porque se les cortan las vacaciones.

Y por otra parte están los que publican, cartelitos preconcebidos claro (el talento no les da para tanto), que reivindican a los niños que “antes trabajaban” justificando en trabajo infantil ¿y cuándo estudiaban?

 

LAS SOLUCIONES MILEINIALS

Ahora, en tiempos de campaña, vienen las soluciones mágicas, los paracaidistas que nos hablan de las bondades del santo varón mercado (porque el mercado es macho, misógino) para solucionar todos los problemas de la educación. La solución que viene de la mano ¿invisible? de los negocios financieros, de las fundaciones bancadas por las corporaciones multinacionales. La magia de un “voucher” que todo lo puede. De las escuelas que tienen salir cual safari en una cacería salvaje (como leones hambrientos) para capturar a sus alumnos-clientes porque hay que competir. Y sostienen muy sueltos de cuerpo que las instituciones deficitarias (no elegidas por los clientes-alumnos) simplemente ¡quiebran! Ya escuchamos algo así: “Escuela que no recibe voucher; escuela que quiebra”.

No nos explican cómo va a funcionar el sistema pero podemos sospecharlo. Si una escuela se equipara a una empresa que compite en el mercado tendrá que hacerse cargo de su administración financiera, liquidar los salarios del personal, pagar servicios, mantener los edificios y demás ¿Quién se hará cargo? Será el equipo directivo que sin dudas acumulará más tareas y tendrá que contar con auxilio de un servicio contable, abrir una cuenta bancaria, o en su defecto crear una estructura administrativa ¿todo eso se sostendrá con las cuotas (voucher)? Es evidente que las escuelas resultarán mucho más caras pero como estos tipos no dan puntadas sin hilo, el ahorro se producirá clausurando escuelas “inviables” o cerrando divisiones con escasa matrícula ¿Y los docentes?

Nos imaginamos que el régimen de trabajo actual no se adapta a este sistema que exige una mayor flexibilidad. Ya no habría más docentes con estabilidad en las plantas y serán contratados como monotributistas. De ese modo si se cierra una escuela o una división cesarán al finalizar el contrato sin ninguna indemnización. Y a correr la coneja para atrapar algún contratito.

Lo notable es que se escuchan voces de muchos docentes, de escuelas estatales, que fogonean a los candidatos trasnochados que hacen ese tipo de propuestas. Y dicen que los votan. No los leí ni les escuché si el fundamento de su voto es a favor de los proyectos que comentamos. Sólo argumentan que no van a votar “lo mismo”, que entre “lo malo conocido y lo malo por conocer” prefieren lo último. Me imagino que no escucharon ni leyeron las propuestas. Tal vez las ignoren o piensen que el candidato que van a votar es un mentiroso serial y no va a hacer lo que dice. Tal vez vivan demasiado encerrados entre las cuatro paredes del aula, embotados por los polvos de la tiza, enredados en los discursos de las redes sociales, que no los deja ver más allá ese mundo diminuto y artificial.

 

COLOFÓN

No hay que negar la profunda crisis que hoy vive la educación. Hay carencias de todo tipo, falta de financiamiento, docentes que hacen malabarismo para sostenerse económicamente y se recargan de tareas para redondear un ingreso más o menos digno; edificios ruinosos, disparidad en la calidad educativa entre instituciones según la zona geográfica donde se ubican. La docencia corre detrás de los tiempos cuando tiene que actualizarse a la luz de las novedades tecnológicas, las modas, las exigencias de las nuevas infancias y juventudes, las crisis de la familia que cada vez traslada sus responsabilidades paternales y maternales en las instituciones escolares.

Todo esto en un contexto de un país que se mantiene atrapado en los lazos de viejas y nuevas estructuras coloniales.

Por lo tanto la tarea de la hora no es apelar a doctrinas decrépitas que postulan la desaparición del estado, la entrega de nuestros valores a las fauces del insaciable mercado, sino la recuperación de los valores que dieron origen a nuestro sistema educativo en el siglo XIX que se fue perfeccionando con las reformas de 1918, la creación del sistema de escuelas técnicas, la conquista de la gratuidad universitaria a mediados del siglo, la creación de la original Universidad Tecnológica Nacional (en su origen Universidad Obrera) y la multiplicación de universidades en los últimos años.

Ahora queda, además de mejorar el presupuesto educativo, la actualización y perfeccionamiento docente, impulsar la descolonización de las mentes de docentes y estudiantes, la promoción de un pensamiento nacional con perspectiva latinoamericana para reconstruir desde la educación la consciencia de pertenencia a la gran nación que aún permanece en estado latente.  

Para reflexionar, los versos del inmortal poeta José Larralde

“Como se hace pa’ vivir entre leones o entre cabras

Mal el hombre ha de pasarla si entrega su dignidad

Pues poco suele durar lo que a tal precio se obtiene

Vale todo si se tiene, vale nada si se da”

4/7/17

Maestras y maestros con olor a tiza

 
Por Rubén Bourlot

“Quiero pastores con olor a ovejas”, reclama el Papa Francisco. Lo mismo podemos decir sobre nuestros docentes, y en particular de quienes se encargan de diseñas las políticas educativas, y las necesarias reformas que tanto se reclaman en estos días. Para ello es imprescindible que los protagonistas de los cambios sean las maestras y maestros con olor a tiza, los que a diario gastan zapatos y cuerdas vocales en las aulas, además de los estudiantes, padres y toda la comunidad educativa.

Los informes sobre nuestro sistema educativo dan un resultado negativo, las evaluaciones muestran que no dan los números. Los expertos gastan tinta y bytes en sesudos análisis para contarnos lo que a diario los docentes constatan en el aula. Y nos ofrecen recetas infalibles para solucionar los problemas, la mayoría calcadas de las que se vienen proponiendo desde hace décadas. Mil intentos y ningún invento, como el título del conocido largometraje de García Ferré.

¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlos? ¿Por qué hacerlo? ¿Con quiénes hacerlo? Los tres primeros interrogantes empiezan a resolverse si se acierta en el último. Con los docentes con olor a tiza.

 Sabemos que los que enseñan, los que está a diario frente a los alumnos en el aula no tienen tiempo en pensar horizontes muy lejanos, más allá de la tarea de preparar clases, corregir trabajos y exámenes, confeccionar planificaciones y carpetas didácticas, participar de las más diversas reuniones institucionales, atender padres y madres, acompañar a alumnos en excursiones, hacer capacitaciones para seguir aprendiendo y sumar puntajes para concursar, participar de marchas y asambleas para defender sus magros salarios, atender comedores, desayunadores, vigilar los recreos, participar de la cooperadora… y mucho más.

Pero es necesario hacerse el tiempo para imaginarse cómo cambiar esa educación que agobia a todos, que no consigue los resultados esperados, que se suspendió en el tiempo. Una estructura educativa del siglo XIX que pretende enfrentar los desafíos del siglo XXI.

No podemos dejar que los cambios de la escuela pasen por ese penoso ensayo y error que se viene practicando desde hace décadas, pergeñado por “expertos” desde un escritorio lejos del fragor de la tiza. Esos que “bajan” sus fórmulas mágicas “gugleando”, envasadas “all on one” con el manual de uso incluido, supuestamente exitosas en otras latitudes. Nos hablan del milagro finlandés, de los sistemas de España, de las bondades de la educación chilena.

El último intento es la reforma del secundario que trae como el último grito de la moda agrupar los contenidos por áreas afines y reemplazar las horas cátedra por cargos. Sí sería fantástico. Es un atractiva zanahoria. Pero ¿qué se traen debajo del poncho? Nombra profesores por cargo implica un incremento presupuestario. La solución: reducimos las materias y un mismo profesor/a se hace cargo del paquete de “sociales” (Historia, Geografìa, Etc. – all inclusive-), otro/a “exactas”. La ecuación cierra.

Por otra parte cada escuela estará obligada, con sus docentes, a presentar un proyecto educativo que le dé sentido a la escuela, es decir algo así como volver al ya fracasado polimodal del los 90 que pulverizó el sistema con cientos de terminalidades distintas. Y también cada establecimiento deberá planificar el año especificando cuáles son los indicadores de mejora que se plantea, de acuerdo a los datos y el informe que entrega la prueba Aprender. ¿Será una especie de competencia? ¿Vendrá después una categorización de escuelas con premios y castigos? Quién sabe. Es la lógica del mercado metido en la educación.

Otra novedad es la “flexibilización” de la repitencia, eliminando las molestas “previas” e implementando un sistema similar al universitario, recursando los espacios no promovidos. No es novedad un sistema de escuela “no graduada” pero… su implementación no es sencilla. Para eso hay que discutirlo con los docentes con olor a tiza. Si es solamente para no develar en las estadísticas los niveles de desgranamiento y repitencia, no sirve.

Entonces ¿qué hacemos? Porque criticar está bien, pero hay que acercar propuestas. Y las propuestas deben partir de los docentes en el aula. Las reformas deben empezar al revés, desde la escuela y la comunidad al mundo y no del mundo a la escuela. Como el fueguito para hacer el puchero debe calentar desde abajo. Que cada docente, que cada comunidad educativa, con sus maestros y maestras, con los alumnos, padres y vecinos, se junten a discutir y formular propuestas que culminen en un gran Congreso Federal de Educación.

Y aquí tiro sobre el pupitre algunas ideas, una tormenta de ideas:

- Presupuesto mínimo asignado por el estado nacional para distribuir en todas las provincias, garantizando un piso salarial a todos los trabajadores de la educación.

- Profesores por cargo en el secundario. Horas áulicas y no áulicas.

- Todas las escuelas hoy llamadas secundarias transformadas según el modelo de la escuelas técnicas, con espacios curriculares de formación común, espacios específicos de la orientación y espacios para la práctica. Para ello es aplicable el modelo de jornada completa de las escuelas técnicas.

- Escuela no graduada que flexibilice los tiempos de aprendizaje sin resignar la calidad de los contenidos. Los alumnos cursan los espacios hasta lograr los objetivos sin “repetir”.

- Regionalización de los diseños curriculares según las características y necesidades de de cada región.

- Adecuada inversión en infraestructura básica, conectividad y tecnología.

15/11/11

Educación: si avanzamos muy “tranquilos” no incluimos

Por Rubén Bourlot
La escuela está en crisis, aunque algunos digan que estamos avanzando mucho. Estimo que avanzamos demasiado “tranquilos” y la historia nos pasa por encima. Los efectos del descalabro se observan tiempo después, cuando es un poco tarde. Ahora se están viendo las consecuencias de la aplicación de la nefasta ley Federal de Educación de la década infame de 1990 orientada a formar personas con habilidades para enfrentar un mercado laboral flexibilizado y competitivo – vaciada de contenidos formativos (una verdadera colonización pedagógica) -, con un fuerte impulso hacia la privatización de la escuela y que sólo logró fragmentar en mil pedazos el sistema educativo.
Con la nueva ley Nacional de Educación se suprimieron esos intentos neoliberales, pero su implementación no avanza. En Entre Ríos en particular, con nueva ley tampoco no se alcanzan los objetivos mínimos que se pretenden con la tan mentada “inclusión”. No hay estadísticas fiables acerca del nivel de repitencia (neologismo que espanta) en el nivel primario, inclusive del abandono. Tampoco salen a la luz, en los análisis políticos, las dificultades del secundario “resignificado” que, no obstante ser obligatorio, no logra consolidarse. El porcentaje de desgranamiento y abandono debería preocupar, más aún teniendo en cuenta los cada vez más bajos niveles de exigencia que carcome de a poco la calidad de los egresados. Eso lo observa el mismo egresado cuando intenta acceder a la universidad o al mundo laboral.
Este panorama es más grave si lo contextualizamos en medio de numerosas acciones que pretenden favorecer la inclusión, como becas, ayudas económicas (planes Asignación por hijos, Jóvenes estudiando), distribución de tecnología (netbook) y otras.
Los indicadores de la crisis se observan a la noche. Efectivamente, cuando la educación se “nocturniza”, cuando ante la incapacidad de la escuela para contener al alumno, lo deriva a las modalidades de escuelas primarias nocturnas y secundarios para jóvenes y adultos que generalmente se cursan a la noche. Si comparamos la composición de los Bachilleratos para adultos (BAPA) de hace dos década con los actuales ESJA (Escuela Secundaria para Jóvenes y Adultos) observamos un inquietante incremento de la matrícula y una pronunciada baja en la edad de los alumnos. En lo últimos años se permite el ingreso de jóvenes a partir de los 16 años (antes era desde los 18) y el grueso de la matrícula pertenece al grupos de edades entre los 16 y 20 años. Como esta modalidad no resulta suficiente se agregó otro régimen complementario para procurar la finalización del secundario como es el denominado FINES (para alumnos que terminaron de cursar y adeudan algunas materias). Un nuevo parche.
Una pequeña estadística tomada de casos muy puntuales – seguramente el Consejo General de Educación cuenta con datos completos de todo el sistema y los técnicos se toman el trabajo de leerlos para sacar sus conclusiones -  nos da la idea de la profundidad de la crisis. Para ellos se tomaron cuatro divisiones de una ESJA y se compararon los ingresantes en marzo del corriente año, y los alumnos que continúan regulares a noviembre. En tres divisiones de primer año ingresaron al principio del ciclo lectivo 38, 37 y 50 alumnos, de los cuales siguen como regulares 13, 9 y 11 alumnos, respectivamente. En la restante división, de segundo año, ingresaron 46 estudiantes de los cuales 22 continúan en noviembre.
Los mencionados son casos puntuales pero muestran una tendencia preocupante, síntoma de un mal que no se está tratando. Se habla mucho de inclusión, de retención, de contención pero son solo palabras que suenan bien. En los hechos poco es lo que se hace. ¿Crisis? Si lo vemos por la positiva podemos decir que el estado de crisis es una transición hacia un cambio. Pero ¿qué cambio? ¿Hacia dónde? Esta es la cuestión.

4/6/10

Un comentario al artículo sobre Magnasco

Una joven estudiante del secundario realiza estas interesantes reflexiones motivadas por el artículo "Osvaldo Magnasco y la reforma educativa" publicado en esta página el de junio de 2009. Si dudas es obligatorio para quienes ya tenemos nuestros años en la actividad escuchar la opinión expresada con frescura y desprejuicio de los jóvenes. Y a pesar de todo somos muchos quienes tenemos esperanzas de que se realicen los sueños que tuvieron hace un siglo nuestros mayores como Magnasco o el mismo Sarmiento, con sus desaciertos y arrebatos. Que la utopía no se pierda.

“Soy una estudiante de secundario que casualmente me encuentro en Quinto año y estamos estudiando los progresos por los que pasó la educación, al igual que quienes se han movido para realizar cambios en la misma. Desde mi punto de vista, lo que planteó Magnasco es muy acertado y tal vez si hoy se analizaría con mas profundidad los procesos de esta actividad, la educación sería totalmente otra, y supongo no estaríamos en las circunstancias en la que nos hallamos hoy, los profesores no haría "paros", y pensarían mejor en que deben desarrollar su oficio con orgullo, y poniendo atención en que el alumno es quien debe aprender ahora, sin prestar tanta atención en ellos mismos, deberían dejar a un lado esa forma de reclamo y tratar de buscar otra. Por ejemplo: en el colegio en el que concurro, hay un profesor que no realiza paro. Un día le preguntamos a que se debía, y respondió firmemente que para él hay otras formas de reclamar, ya que de esa forma lo único que lograban era perjudicarnos a nosotros, los estudiantes... Concluyó su frase diciendo que el proponía por ejemplo que como medida de reclamo, se dictaran clases fuera del salón de clase, así de esa manera de una forma u otra, participaríamos no solo los alumnos y los profesores, sino que lo podrían ver los demás.
Me asombra, los cambios que sufrió la educación, es impresionante, antes se movilizaban para buscar la posibilidad de que todo chico recibiera educación, se buscó todos los medios. Y hoy... Hoy hay chicos que los propios padres los mandan a trabajar... Es algo increíble lo mal que esta la misma hoy en día si continuamos así, no llegaremos muy lejos. Deberíamos enfatizar más sobre el tema.
Gracias. Desde Chajarí, Entre Ríos.P/d: Si alguien puede hacer algo para buscar un mejor progreso, no lo dude”

26/8/09

Crónica de una escuela sola

Por Rubén Bourlot

Esta es la semblanza de una escuela de campo que floreció y se marchitó a lo largo del siglo XX, al compás de los vaivenes del auge y decadencia de la población rural. Es la crónica del destino de un sinnúmero de establecimientos diseminados por la provincia.
Lo que nos ocupa es la ex escuela primaria Nº 17 “Justo José de Urquiza” de colonia Las Achiras, departamento Uruguay, que fuera clausurada en 1982 por falta de matrícula.
El establecimiento fue formalmente fundado en 1904 por pedido de los vecinos encabezados por Carmelo de Urquiza, hijo del General Urquiza, quien adquiere un terreno de 5 hectáreas al vecino Antonio Piñón – propietario de un Almacén en las cercanías -, y lo ofrece en donación para levantar el edificio escolar, con la condición de que lleve el nombre de su padre. En 1905 se forma una comisión de edificación constituida por Carmelo de Urquiza, presidente, Antonio Piñón, secretario, Silverio Casse, secretario, Francisco Amarillo y Eugenio Paccot.
El terreno se localiza en un sector denominado Colonia Carmelo, aunque los vecinos continuaron llamándola Las Achiras, en el distrito Molino. Para abril de 1905 los vecinos ya habían reunido $ 1.700 en dinero y material para la construcción, y en mayo el Consejo General de Educación, presidido por Manuel Antequeda, resuelve el llamado a licitación que se adjudica la firma Domingo D'Affarra y Cía de Concepción del Uruguay, con un presupuesto de $ 5.750.
La obra comienza en agosto de 1905 y finaliza en abril de 1906. Se trata de un edificio con dos aulas y habitaciones para los maestros. El frente recuerda a la Casa de Tucumán con su puerta de estilo colonial y las columnas simuladas a sus costados.
En los primeros años concurrían unos 120 alumnos, lo que da una idea de la importancia de la iniciativa. Para atender a los niños se nombra directora a Emilia Micheli, que renuncia pocos meses después y es sustituida por Ana Otero.
Pero no todo termina felizmente, ya que en diciembre de 1906 un ciclón destruye parte del edificio: vuela el techo del aula y lo arroja a unos 10 metros de distancia, se caen algunas partes de las paredes y se aflojan los techos de las habitaciones del frente. Nuevamente los vecinos inician penosas gestiones para la reconstrucción que culmina a fines de 1907. En tanto las clases se dictaban en la galería que había conservado su cubierta intacta.
También en la escuela funcionaba la biblioteca popular Bernardino Rivadavia.
A lo largo de su casi ochenta años de existencia, entre las docentes que dirigieron el establecimiento durante varios años se cuentan María Plazaola, Delia Capurro de Addy y Sara de la Cruz.
Hoy el noble edificio escolar permanece en pie a modo de mudo testigo de nuestro pasado
.

18/8/09

Apuntes para una nueva escuela

Por Rubén Bourlot

Un nuevo modelo de educación desde la persona que aprende.
Estos son algunos apuntes para iniciar una discusión. Invito a los colegas y no colegas a comentar y aportar a estas ideas poco ortodoxa y tal vez utópicas.
A lo largo de más de un siglo la ley 1420 cumplió con su cometido de alfabetizar a los argentinos, integrarlos socialmente, cohesionar a una población heterogénea como consecuencia de las oleadas inmigratorias de diverso origen y prepararlos para la vida ciudadana. “Educar al soberano” era la consigna sarmientina no exenta de prejuicios para con los sectores sociales más desposeídos del interior. También tuvo una misión “civilizadora” con la incorporación de contenidos europeizantes, que constituían el ideal del régimen político y de los intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX.
Con el tiempo la eficiencia del sistema educativo se fue deteriorando. La escuela no acompañó los cambios económicos y sociales. Se intentaron reformas y parches pero con escasa efectividad.
Antigua escuela rancho del departamento Gualeguay
Finalmente, y luego de prolongados debates se logró cambiar la ley 1420 por dos proyectos aprobados en pocos años – 1993 y 2006 –. La denominada Ley Federal de Educación, sancionada al calor del veranito neoliberal, resultó un rotundo fracaso. La actual ley de educación, sancionada en 2006, no termina de consolidarse. Es un proyecto a medias que no ataca los problemas de fondo.
Es hora de pensar en una nueva escuela con un criterio innovador y audaz, como lo hicieron quienes crearon la Ley 1420. La educación debe ser prioridad absoluta y por ello no se deben escatimar esfuerzos presupuestarios, con la convicción de que se trata de una inversión con resultados inmediatos y futuros.

Hay que cambiar el paradigma
Hay que pensar en una educación a partir de la persona que aprende en unidades de aprendizaje según sus capacidades y grado de maduración. No hay tiempos rígidos para aprender, no hay etapas de la vida determinadas para aprender. Siempre se aprende. No se puede encorsetar el aprendizaje en grados y ciclos lectivos anualizados. Como no hay dos personas iguales, cada persona va madurando a ritmos distintos. Para que una masa leude hay que darle un tiempo, no se puede forzar el proceso. Entonces, ¿por qué forzar el aprendizaje uniformando los tiempos y contenidos? Tampoco hay dos personas a las que les interese exactamente lo mismo o con idénticas habilidades para todas las áreas de aprendizaje.
No hay que pensar a las instituciones educativas asimiladas a un edificio, un lugar físico. No debe existir más el aula como un espacio que Foucault caracterizó como lugar de encierro, vigilancia y castigo, tal vez un exceso pero que hoy ya no tiene ningún sentido. Los medio que hoy tienen las personas para aprender son muy distintos a los existentes hace dos siglos cuando se inicia la escuela moderna, la que imaginó la ilustración para popularizar el acceso al conocimiento. La revolución digital dejó en una situación marginal a la institución escolar. El panóptico de Foucault ya no necesita de una institución de “encierro” para vigilar. Ahora la vigilancia penetra todos los intersticios de la vida cotidiana borrando la línea divisoria entre lo público y lo privado.
La escuela como está estructurada, el papel del docente quedó al margen y por más artefactos tecnológicos que se agreguen a las escuelas, no se va a lograr dar el gran salto hacia un nuevo modelo. Será solo emparcha lo viejo e ineficaz.

La verdadera inclusión
Se deberá garantizar una educación de calidad para todos los habitantes, independientemente de su ubicación geográfica, el nivel socioeconómico, etc.
No deberá haber diferencias entre escuelas del "centro" y de los barrios. El estado debe asegurar la educación mediante el sistema público estatal y, subsidiariamente, a través de iniciativas educativas no estatales. Se aplicarán medidas compensatorias para sectores con carencias de aprendizaje y económicas. Se garantizarán las mismas posibilidades para los sectores rurales.
Los diseños curriculares de todos los ciclos se deberán articular a partir del conocimiento de la realidad inmediata y concreta, partiendo de lo local, regional, latinoamericano y universal. Se ofrecerá una formación humanística y la capacitación específica para la inserción en el mundo del trabajo y el acceso a la universidad.

La persona que aprende
El sistema se centrará en la persona que “aprende” de la familia, de la comunidad, de las instituciones y del docente que facilita y aporta sus saberes. Se sustituirán conceptos como escuela “primaria”, “secundaria”, “media” por una estructura de Educación Obligatoria conformada por tres ciclos: Aprendizaje preescolar (desde los 45 – 60 días hasta los 5 - 7 años), Aprendizaje Básico (de aproximadamente los 6 años de duración) y Aprendizaje Orientado - Especializado (de aproximadamente 6 años de duración). De carácter no obligatoria será el ciclo de Formación Profesional Universitario. El ciclo de Aprendizaje Orientado - Especializado comprenderá escuelas especializadas en las modalidades Técnica, Agrotécnica y Administración contable; y orientadas en las modalidades Humanística, en Ciencias Naturales, Artística y complementarias: de adultos, especial, etc.
Se asegurará una asignación por escolaridad y la ayuda escolar anual que cubra una canasta escolar que comprenderá los costos de útiles y vestimenta escolar. Estas asignaciones que perciben los empleados en relación de dependencia se extenderán a los sectores de bajos recursos sin empleo formal o cuentapropistas.

Ciclos sin grados
Se suplantará la educación graduada por una estructura de niveles, seis en cada ciclo, que el alumno irá superando a medida que logre objetivos, independiente del tiempo. Se sustituyen los bimestres, trimestres por módulos de aprendizaje. De esta manera se respeta el ritmo de aprendizaje de cada persona y se eliminan los recuperatorios, los exámenes previos y la repitencia.
En forma progresiva se implementará el sistema de Aulas temáticas específicas de cada asignatura o área de asignaturas afines. Por lo tanto las comisiones de alumno/as no tienen un aula sino que rotan por los distintos espacios.
Todos los aprendizajes contendrán un componente teórico y otro práctico que se desarrollarán en jornada completa, asimilando el actual modelo de escuelas técnicas. Por lo tanto se podrá destinar media jornada para los aprendizajes teóricos con asistencia en las aulas, y en otros casos, a distancia, donde el alumno permanece en su hogar conectado mediante chat, redes sociales, etc. y realiza actividades monitoreadas por el docente a distancia, con el cumplimiento de horarios preestablecidos. En la otra media jornada el alumno asiste al respectivo espacio para la cursar la parte práctica o actividades grupales junto a los docentes. Estos espacios podrán estar localizados un sitio común o en distintos lugares dentro de un radio geográfico. La unidad educativa ya no estará identificada con un edificio y los espacios (talleres, laboratorios, etc.) podrán ser compartidos por distintas unidades educativas.

Régimen docente
Los docentes de todos los ciclos tendrán un régimen escalafonado conformado por ocho categorías. El docente ingresa en la categoría inicial (1) y puede ascender una categoría cada tres años concursando con su credencial de puntaje, siempre que haya sumado un puntaje predeterminado que implique la realización de capacitación y actualización. La capacitación será requisito para los ascensos y el estado la garantizará como parte de la jornada laboral.
Se modificará en el régimen docente sustituyendo las horas-cátedra y se implementará el sistema de docentes por cargo con dedicaciones y se incorporará la figura de maestro y profesor integrador-articulador y la del alumno ayudante.
Los comedores escolares dejarán de estar a cargo de personal docente y se reemplazarán por un Servicio de Asistencia Escolar anexo a cada establecimiento, que comprenderá comedor, servicio de enfermería, vacunador y guardería, etc.
El gobierno del sistema estará a cargo de consejos escolares, consejos departamentales, consejos provinciales y un Consejo Federal de Educación, todos conformados por representantes del gobierno, de los docentes, padres y estudiantes. En las provincias y a nivel país el organismo educativo tendrá el rango de ministerio.
La elección de los miembros en representación de docentes, padres y estudiantes de los consejos en los distintos niveles se realizará mediante asambleas, primero en forma directa a nivel establecimiento y en las siguientes instancias mediante asambleas de delegados.
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