4/4/11

La bandera de Entre Ríos

Por Rubén Bourlot
 Hace unos días Isidoro Ruíz Moreno planteaba que la actual bandera oficial de Entre Ríos no es en realidad la verdadera enseña que debiera identificar a nuestra provincia. Según el historiador, el auténtico emblema provincial sería la bandera aprobada durante la gobernación de Pascual Echagüe en 1833.
La bandera de Entre Ríos que actualmente se utiliza en las ceremonias oficiales fue oficializada en 1987 mediante un decreto del gobernador Sergio Montiel. Se trata de la enseña que mandó a confeccionar José Artigas, en ese momento Protector de la Liga de los Pueblos Libres, a todas las provincias que integraban la entidad. La misma debía ser similar a la de la Provincia Unidas creada por Belgrano con el aditamento de una banda roja que representaba el federalismo. En Entre Ríos fue adoptada en 1815 y en fechas similares se impuso en Corrientes, Santa Fe, Córdoba y naturalmente en la Banda Oriental. Fue la bandera de la Liga de los Pueblos Libres y luego de la República de Entre Ríos, cuando Francisco Ramírez rompió relaciones con Artigas.
En 1822, tras la muerte de Ramírez, el gobernador Lucio N. Mansilla impuso la bandera argentina.
Años después, en 1833, el gobernador Pascual Etchagüe instituyó a través de una ley una bandera para la provincia, la primera exclusivamente local. La norma establece que “La bandera azul y blanca que hasta hoy ha cubierto la Provincia no se usará en adelante en las fortalezas, puertos ni buques de su dependencia ni menos en su ejército.
“En adelante solo se usará de un pabellón tricolor con tres fajas horizontales, debiendo ser blanca la del centro, azul y colorada las de los lados, poniéndose en la parte superior la azul hasta la mitad de la bandera y el mismo escudo en el centro”.
Este último pabellón fue usado durante las sucesivas gobernaciones de Echagüe y Justo José de Urquiza y flameó triunfal en la batalla de Caseros, en 1852.

30/3/11

Bailes en las chacras

Por Rubén Bourlot
Bien entrado el siglo XX era una costumbre arraigada los bailes en las chacras, al finalizar las labores de la cosecha. Como el proceso es principalmente manual y con máquinas estáticas a las que había que alimentar para que hicieran su trabajo, se necesitaba convocar a un importante número de trabajadores. Era costumbre también que estas tareas las realizaba toda la familia (hombres, mujeres, niños) y los vecinos que se acercaban a colaborar en un sistema de ayuda mutua similar a la minga de los pueblos incas.
Al finalizar la cosecha, y a modo de agasajo, el dueño del campo organizaba un baile, que en ocasiones se realizaba en el mismo lugar de trabajo, entre las parvas de restrojo o las trojas de maíz.
La costumbre viene de muy lejos en Entre Ríos como lo podemos observar en un decreto del gobernador Justo José de Urquiza datado en 1848 que disponía lo siguiente. “Se prohíbe la antigua y perniciosa costumbre de bailes y demás diversiones en la yerras y cosechas.
“El agricultor o hacendado que quiera proporcionar alguna diversión a sus peones, podrá hacerlo solo con el conocimiento y venia de la autoridad más inmediata; siendo la autoridad y él responsables de cualquier grave desorden que tenga lugar en ella”
Como podemos leer, se refiere a la “antigua y perniciosa costumbre”, lo que indica que el problema venía de lejos.
Pensemos que en el campo, por esos tiempos heroicos no había televisión, ni radio, ni cines, ni boliches. El único momento de encuentro entre los jóvenes para platicar, para “echar unas parrafadas”, como decían Paraná hace años, era ese encuentro después del trabajo bajo el sol.
Después vino la radio que servía para ponerle algo de música a la vida, y los bailes en las terrazas anexas a los almacenes y bolichos. Pero eran muy cada tanto.
Omar Gallay, en su Narrativa histórica de la colonia San Cipriano no dice que “La música y el baile en familia fueron las improntas que subsistieron en la colonia por mucho tiempo (…) No en pocas casas, el dueño era capaz de tocar el acordeón de dos hileras o verdulera( …)”
“Otras fuentes de música fueron el fonógrafo y la vitrola (…)
Agrega el autor que los bailes muchas veces “coincidían con los finales de trilla, quema de ladrillos o carneadas de cerdos”
En un testimonio dejado por las hermanas Cecilia y María Defazi de colonia Hughes, a fines de la década de 1970, recuerdan los bailes que se hacían luego de las jornadas de deschala de maíz y los bailes familiares animados por con una orquesta improvisada con acordeón y guitarras. A medianoche se obsequiaba a las damas con una taza de chocolate.

28/3/11

¿Dónde nació el general Urquiza?

Por Rubén Bourlot
En la bibliografía histórica se indica que Justo José de Urquiza, el político más influyente de la historia entrerriana en el siglo XIX, varias veces gobernador, organizador constitucional del país y primer presidente, nació en el Talar del Arroyo Largo (hoy Urquiza). Un monolito emplazado sobre el trazado de la ruta 14, en el departamento Uruguay, señala el sitio aproximado de su nacimiento. Pero, ¿Cuál sería el lugar exacto donde vio la luz el futuro organizador de la República? Una hipótesis que aquí planteamos es un  sitio ubicado dentro del espacio que actualmente se denomina colonia Las Achiras.
La historia comienza con el padre de Urquiza, José Narciso de Urquiza y Álzaga, que llega a Entre Ríos para dedicarse a la actividad ganadera. En 1795 se instala en los campos de Pedro Duval que regentea hasta 1808, cuando los adquiere. Estas tierras están ubicadas entre el río Uruguay, el río Gualeguaychú, el arroyo Molino y el arroyo el Cordobés.
José construye su vivienda familiar, a la que nombra “San José”, en un predio que pasa a denominarse “Rincón de Urquiza”. El establecimiento estaría ubicado sobre el arroyo Las Achiras, a pocos metros de su desembocadura en el Urquiza donde aún hoy quedan vestigios de la construcción.
Con el tiempo el campo pasó manos de uno de los hijos de José, Cipriano, y posteriormente este lo transfiere a su hermano Justo José. Tras el asesinato de Urquiza en 1870, su hijo Carmelo hereda la fracción que comprendía el establecimiento “San José” y posteriormente vende esta última fracción a su hermana Teresa, casada con Juan Pablo Sáenz Valiente. En las cercanías del antiguo casco el matrimonio construye una nueva edificación bajo la denominación de “Villa Teresa” como se la conoce actualmente. 

16/3/11

¿Nos quedaremos en la vía?

Artículo publicado por el autor del blog en la revista Información Agraria de Concepción del Uruguay en 1977 cuando se iniciaba un nuevo proceso de destrucción de los ferrocarriles

25/11/10

Eva Perón en Paraná

Por Rubén Bourlot

En dos oportunidades, durante 1950, Eva Perón, esposa del entonces presidente Juan Domingo Perón, visitó la ciudad de Paraná. Estos acontecimientos merecieron importantes titulares en los diarios locales. Como solía suceder en los acontecimientos políticos de la época, el pueblo se volcó a las calles de la ciudad para observar de cerca a la mujer que movilizaba multitudes.
El periódico paranense La Acción tituló en su edición del 3 de marzo de 1950: “Paraná no presenció jamás un espectáculo como el que se le ofreció ayer”, y en la crónica de primera plana, ilustrada con grandes fotografías, destacó que “la expectativa que había despertado la visita de Eva Duarte de Perón a Paraná y el hecho de ser la primera vez que llegaba a nuestra ciudad fue motivo suficiente para que desde hora temprana al promediar la mañana ya se notara en la plaza 1º de Mayo una gran actividad…”
A las 17 y 35 arribó a la estación local el tren especial donde viajaba Eva Perón. De inmediato fue conducida al predio donde la Fundación de Ayuda Social levantaría el Hogar Escuela para colocar la piedra fundamental. Después de este acto la comitiva se dirigió al edificio del correo donde se había levantado el palco oficial. Luego de una serie de discursos se dirigió a público Eva Perón que, entre otros conceptos anunció la construcción de un asilo de ancianos den Gualeguaychú y un hospital en Gualeguay.
Esta visita estuvo enmarca por la campaña electoral para la gobernación de la provincia. En este sentido, la titular de la Fundación de Ayuda Social elogió las condiciones del candidato de Partido Peronista, general Ramón Albariño “gran amigo de Perón, que realizaría la obra peronista en Entre Ríos”.
“No pretendo – dijo en otra parte de su discurso – ninguna posición, solo deseo ser la compañera Evita, la más humilde de la mujeres argentinas al servicio de mis queridos descamisados”.

La segunda visita

Meses después, el 23 de mayo, Evita volvió a la ciudad capital de Entre Ríos, esta vez acompañando a su esposo, el presidente Juan Domingo Perón, para asistir a la asunción de electo gobernador Ramón Albariño.
El diario ya citado, en su edición del 24 de mayo tituló: “Jornada memorable fue la de ayer” y destinó toda la portada para el desarrollo de la información con varias fotografías.
Perón y su esposa arribaron en el barco “Tequara” a puerto local donde una multitud los esperaba y siguieron el trayecto de la comitiva que se trasladó bordeando el Parque Urquiza.
En la Casa de gobierno se realizó el acto de trasmisión del mando y luego se dirigieron a calle Carbó donde se llevaría a cabo un desfile militar.
Las notas gráficas que acompañan la crónica muestran a las autoridades en el palco para presenciar el desfile militar, en donde se puede ver al general Perón con su uniforme, al gobernador saliente Héctor Domingo Maya, al recién asumido Albariño y a la señora Eva Perón. Tres notas gráficas relatan el desarrollo de la ceremonia de trasmisión del mando y al pie de página se insertan las fotos de los cinco ministros.

2/9/10

Vuelve la Alameda de la Federación

Por Rubén Bourlot

Con gran satisfacción a partir de agosto de 2010 una tradicional avenida de Paraná, Entre Ríos, retoma su denominación histórica y plena de significado: Alameda de la Federación. La arteria parte de la actual plaza Alvear y la une con el sector que se denomina del Puerto Viejo.
La historia comienza en 1836 cuando el gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe ordenó la formación de una plaza en un terreno que perteneció a don Juan Garrigó, donde existía un molino de trigo, por lo cual el sitio se conocía con el nombre de "El Molino". La plaza se denominó Echagüe y la avenida que comunicaba con el antiguo puerto fue nombrada “Alameda de la Federación”. El decreto disponía que los sitios baldíos frente a la Alameda se donaran a quienes se comprometieran a edificarlos. La avenida fue delineada por el ingeniero Juan Bautista André.
La crónica de la inauguración de las obras consignan: “Leídos los bandos por el pregonero y fijado el último de ellos en el centro del lugar elegido para la plaza, se procedió a demarcar la calle mediante el instrumento visual fijado en el punto donde debía arrancar la misma con dirección a los 49 grados, doce minutos noroeste y a la bandera encarnada que se divisa entre la arboleda. De inmediato se inició la tarea de desmonte (la primera en caer fue una higuera) hasta dejar el trazado abierto, con la amplitud de 24 varas establecidas por la ley… Todo lo que fue dispuesto y ejecutado en el día claro y sereno a la vista de una numerosa concurrencia”
El 25 de abril fue inaugurada y nombrado para cuidarla Miguel Artigue, con obligación de mantener el “orden, el cuidado de la arboleda, su riego diario”. Cada aguatero debía “echar cuatro baldes de agua diario a los árboles”. El decreto indicaba que todos los domingos de 4 a 6 se “tocaría música en la mencionada calle”.
La historia continuó con periodos de abandonos y otros de esplendor. En 1877 se dispuso el empedrado y se la engalanó con 300 plantas entre eucaliptos, acacias y aromos. Tenía 18 bancos de hierro y madera. Contaba con canteros centrales. En 1880 se licitó la colocación de faroles a querosene.
En 1890 se terminó el adoquinado, primero de la ciudad y en 1891 se cambió el alumbrado por farolas a gas. En 1900 se colocaron luminarias eléctricas, todo un avance para la época.
Hacia 1890, en fecha no precisada, por un proyecto que se dice presentado por un “grupo de estudiantes”, se resolvió quitar el nombre que tenías connotaciones demasiado “federales” para trocarlo por el muy unitario “Rivadavia”, una verdadera afrenta para los entrerrianos.
Casi un siglo después, en 1975 le fue restituido el nombre original y en 1976, el gobierno de facto anuló la medida, volviendo a la denominación Rivadavia.

30/8/10

Precisiones: ¿Quiénes descubrieron América?

Por Rubén Bourlot
Es una convención decir que Colón “descubrió” América. Tal vez el intrépido navegante genovés haya descubierto algo aunque ni él tuvo noción de ello: creyó haber llegado a las “indias”, territorio conocido de mentas por los europeos. Entonces ¿quién o quiénes descubrieron este continente que se extiende de polo a polo? Tampoco fueron los vikingos unos cinco siglos antes. Europa, en todo caso, “descubrió” que América existía, despertó de su ignorancia pero se encontró con tierras vastas y habitadas por millones de seres humanos que conformaban cientos de naciones desarrolladas y sin su ayuda. Tierras habitadas desde hacía miles de años. Los habitantes del continente aún no bautizado como “indias” o “américa” fueron los verdaderos descubridores. Habían penetrado lentamente desde el norte por la región de Beringia, en tiempos anteriores a que el mar separara el extremo oriental de la Siberia asiática de Alaska. Se estima que hace unos 40.000 años los primeros contingentes comenzaron a localizarse en puente de Beringia y unos miles de años después, interrumpido el pasaje por la irrupción del mar, se inició el desplazamiento hacia el centro y sur del continente.

Cuánta agua pasó debajo de los puentes hasta que en ese 1492 de la era cristiana llegó Colón y sus secuaces a “descubrirnos”.



Precisiones: ¿Cuándo comienza la Historia?

Por Rubén Bourlot
Es hora de establecer algunas precisiones sobre la terminología histórica que por convicciones, por convenciones o por simple comodidad se sigue utilizando pero que merecen revisiones. Una idea, que nos viene de la modernidad europea, está relacionada con la división de los tiempos históricos que intenta organizarlos en periodos a partir de un momento que se consigna como en inicio de la Historia. Pero ¿cuándo comienza la historia?, ¿con el homo sapiens?, de ninguna manera. La historia, dicen se inicia con la escritura, pero ¿Cuándo? Hace unos 6.000 años en Asia con el hallazgo de algunas tablillas con escritura cuneiforme. ¿Y lo anterior? Bueno, eso es prehistoria.
No nos creemos esto. Eso es un criterio muy acotado a la visión de algunos historiadores, a las limitaciones para rastrear la historia de la humanidad y descubrir que tal vez la escritura en muy anterior, solo que no hemos hallados los testimonios. Pero, además, por qué acotar a la escritura el concepto de ser histórico. ¿Acaso en hecho de carecer de escritura le quita la entidad de cultura histórica?
El hombre, como género humano, desde el momento que aparece como ser racional que transforma el entorno natural para satisfacer sus necesidades construye cultura, por lo tanto es un ser histórico. Dice Friedrich Behn: “La ciencia de los principios de la cultura es una disciplina histórica”.
Es decir que la prehistoria es la etapa que los historiadores no comprenden pero de ninguna manera, un tiempo determinado en la evolución de la humanidad. El autor citado sostiene que “el fin de la ciencia prehistórica es convertir la prehistoria en historia”.
Si hace unos 10.000 años o mas grupos trashumantes trotaban por las costas del Uruguay cazando y pescando con jabalinas y arpones, ya había historia en Entre Ríos. Dejemos la prehistoria para los tiempos de los dinosaurios.
Escribió Víctor Badano: “La cultura es inherente a la condición humana. No es posible concebir al hombre sin cultura, pues cuando ya aparece sobre la superficie de la tierra posee capacidad creadora”.

4/6/10

Un comentario al artículo sobre Magnasco

Una joven estudiante del secundario realiza estas interesantes reflexiones motivadas por el artículo "Osvaldo Magnasco y la reforma educativa" publicado en esta página el de junio de 2009. Si dudas es obligatorio para quienes ya tenemos nuestros años en la actividad escuchar la opinión expresada con frescura y desprejuicio de los jóvenes. Y a pesar de todo somos muchos quienes tenemos esperanzas de que se realicen los sueños que tuvieron hace un siglo nuestros mayores como Magnasco o el mismo Sarmiento, con sus desaciertos y arrebatos. Que la utopía no se pierda.

“Soy una estudiante de secundario que casualmente me encuentro en Quinto año y estamos estudiando los progresos por los que pasó la educación, al igual que quienes se han movido para realizar cambios en la misma. Desde mi punto de vista, lo que planteó Magnasco es muy acertado y tal vez si hoy se analizaría con mas profundidad los procesos de esta actividad, la educación sería totalmente otra, y supongo no estaríamos en las circunstancias en la que nos hallamos hoy, los profesores no haría "paros", y pensarían mejor en que deben desarrollar su oficio con orgullo, y poniendo atención en que el alumno es quien debe aprender ahora, sin prestar tanta atención en ellos mismos, deberían dejar a un lado esa forma de reclamo y tratar de buscar otra. Por ejemplo: en el colegio en el que concurro, hay un profesor que no realiza paro. Un día le preguntamos a que se debía, y respondió firmemente que para él hay otras formas de reclamar, ya que de esa forma lo único que lograban era perjudicarnos a nosotros, los estudiantes... Concluyó su frase diciendo que el proponía por ejemplo que como medida de reclamo, se dictaran clases fuera del salón de clase, así de esa manera de una forma u otra, participaríamos no solo los alumnos y los profesores, sino que lo podrían ver los demás.
Me asombra, los cambios que sufrió la educación, es impresionante, antes se movilizaban para buscar la posibilidad de que todo chico recibiera educación, se buscó todos los medios. Y hoy... Hoy hay chicos que los propios padres los mandan a trabajar... Es algo increíble lo mal que esta la misma hoy en día si continuamos así, no llegaremos muy lejos. Deberíamos enfatizar más sobre el tema.
Gracias. Desde Chajarí, Entre Ríos.P/d: Si alguien puede hacer algo para buscar un mejor progreso, no lo dude”

3/6/10

El tren de la decepción

Por Rubén Bourlot


Era abril de 1989. Año atravesado por campañas electorales en la Argentina. Se renovaba la presidencia de la Nación y tras la declinación del primer gobierno constitucional luego de la dictadura, el candidato por el Frente Justicialista, Carlos Menem, venía arrasando en las intenciones de voto. Y en ese abril llegó a Paraná (Entre Ríos) para encaramarse en el denominado “Tren de la esperanza” o “Menem tren”. Con esta metodología pretendía emular las campañas que otrora realizaron a bordo de un tren, en 1925 Alvear; en 1928 Hipólito Yrigoyen y el general Perón en 1946, todos finalmente electos para la primera magistratura.
Esa luminosa mañana de otoño, el exótico candidato de las pobladas patillas arribó a la estación de Paraná en helicóptero y fue recibido por una multitud que agitaba banderitas y pancartas.
Sobre las vías lo esperaba la locomotora con dos vagones acondicionados al efecto, con cartelería alusiva a la campaña electoral. Adelante y a los costados el tren tenía los clásicos anuncios: Síganme o Menem-Duhalde, la esperanza en marcha. A bordo se subieron unas 210 personas, entre ellas periodistas acreditados de todo el país, de Francia, Alemania, México, España, Brasil y Uruguay. También se encontraban los apóstoles de Menem y varios de quienes luego serían sus más cercanos colaboradores, como Miguel Ángel Vicco, Ramón Hernández o José Luis Manzano, y funcionarios del gobierno de Entre Ríos.
El tren salió de Paraná y en un lapso de nueve horas recorrió trece localices hasta el punto final que era la estación de Concepción del Uruguay. En cada estación del recorrido se realizaron actos relámpago con una nutrida y entusiasta afluencia de público, entre ellos el que se realizó en Nogoyá congregó unas 4.000 personas.
Párrafo aparte merece el arribo Basavilbaso donde los obreros ferroviarios y representantes sindicales recibieron al candidato con inusitado entusiasmo.
Al llegar a Uruguay, se llevó a cabo el acto final con nuevas demostraciones de fervor popular.
Días después Menem era consagrado presidente de los argentinos y tras asumir el poder sucedió lo que ya es la historia de hecatombe definitiva de nuestros ferrocarriles. Al compás de la consigna “ramal que para, ramal que cierra”, se dilapidó uno de los orgullos de los argentinos, herramienta indispensable para el desarrollo de un país soberano que hoy se intenta, penosamente, rescatar.

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