Por Rubén Bourlot
En los últimos años hay un aparente incremento de jóvenes y adultos que cursan el secundario para adultos, generalmente en horarios nocturnos. Esta afirmación se deduce de la creación de numerosos nuevos establecimientos en la provincia de Entre Ríos. Otro fenómeno detectado es la baja en la edad de los cursantes. Hace unos 20 años la matrícula se componía de personas mayores a 30 años, en tanto en la actualidad hay una notable participación de jóvenes de entre 16 a 20 años. Hasta la nueva ley de educación provincial se permitía el ingreso con 18 años. Luego de la aprobación de la nueva norma, el ingreso es a partir de los 16.
Sin dudas, el incremento de jóvenes de corta edad, menos de 20 años, indica una crisis profunda del sistema educativo con altos índices de repitencia. Nadie puede sostener la conveniencia de que jóvenes de 16 años asistan a la escuela en horarios nocturnos con los riesgos que implica, ya que estos establecimientos fueron establecidos en su momento para permitir la asistencia de gente mayor que trabajaban en el horario diurno.
De una pequeña muestra realizada entre alumnos del primer y segundo año de una escuela secundaria para jóvenes y adultos de Paraná surgen algunos datos significativos.
El 75 por ciento de los encuestados pertenecen al grupo de edad que va de los 16 a 20 años y sólo el 10 por ciento comprende las edades de 39 a 50 años.
Del grupo de 16 a 20 años el 40 por ciento manifestó que trabaja y el 7 por ciento tiene hijos.
Consultados acerca de los motivos por los cuales ingresaron al secundario nocturno el 64 por ciento lo hizo por repitencia, el 38 por ciento debido a que dejó el secundario porque tuvo que trabajar, y el 7 por ciento lo abandonó por embarazo.
Consultados por las motivaciones que tuvieron para reiniciar el secundario el 55 por ciento manifestó que quería seguir una carrera posterior, el 48 por ciento para conseguir trabajo, el 38 por ciento porque era un desafío personal y el 20 por ciento porque le piden el título en su trabajo e igual porcentaje para distraerse y relacionarse. Para ayudar a sus hijos o para cobrar un plan social (asignación por hijo, etc.) lo hace un 14 por ciento de los encuestados y un 7 por ciento son obligados por los padres.
Finalmente fueron consultados acerca de las carreras futuras que tienen pensado seguir: uno sólo respondió que no piensa seguir carrera alguna, el 27 por ciento no sabe y el resto tiene previsto continuar estudios. Entre las carreras preferidas están: policía, psicología, educación inicial, inglés, abogacía, en ese orden. También aparecen carreras como agronomía, educación física, enfermería, medicina y veterinaria. Con menor preferencia están las carreras de bioinformática, bromatología, comunicación social, ciencias económicas, computación, electricidad y mecánica del automotor, evicerador, radiología, turismo, entre otras.
1 comentario:
Personalmente creo que no es la solucion bajar la edad de los cursantes en las escuelas nocturnas. El sistema debió incorporar equipos psicopedagógicos y tutores para los alumnos con sobreedad en las escuelas diurnas para ayudarlos a cumplimentar la escuela como corresponde. Con estas escuelas de jóvenes y adultos (de la cual soy rectora)lo único que se consigue es que los padres, a quienes no les alcanza el dinero para mantener a la familia, envíen a sus jóvenes hijos a trabajar sin haberlos preparado para eso. Muchos jóvenes son utilizados por empleadores inescrupulosos, consiguiendo mano de obra barata para múltiples actividades, que nadie denuncia pues lo importante es llevar un poco más de dinero al hogar o que ellos cubran sus propios gastos de salidas y vestimenta.
En fin, desde la política educativa del estado, es más importante tener al joven dentro del sistema, sin saber bien cómo hacerlo.
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