18/8/17

Un trotskista en el Ibicuy*

Por Rubén Bourlot

“Deja el libro que ha estado leyendo sobre la evolución de los mundos, sobre las lejanas nebulosas y las últimas teorías respecto a la expansión del universo que lo abisman, una vez más, en el tremendo misterio de los espacios siderales. Sale afuera y va hasta la punta de su muelle. Es una noche tranquila, oscura ya fresca. El cielo está parcialmente nublado. Hay un silencio y quietud impresionantes. Silencio y quietud; un paisaje agreste y solitario, donde uno podría llegar a sentirse como perdido en un apartado rincón del planeta. Apenas se escucha el chirrido de los grillos, el croar de las ranas y el coletazo de algún pez, que resuena profundo. A ambos costados del arroyo se perfila la negra silueta del monte, agazapado en la orilla. Y, hacia el Sur, las aguas, inmóviles, aparecen plateadas por un reflejo lejano que viene de las nubes con la leve claridad de una luna que asoma; ¡es el resplandor de las luces de la ciudad de Buenos Aires!”. Así pone la puntada final Lobodón Garra a su excelente relato costumbrista que llamó Río abajo. Una serie de pinceladas sobre las islas del Ibicuy y su protagonistas, al estilo de Marcos Sastre en El tempe argentino o de Fray Mocho en su Un viaje al país de los matreros. 
Pero quién es el autor de esta obrita de colección publicada en la década del 50. Porque firma con un seudónimo que a la mayoría le debe resultar extraño. Y si decimos que también usó otros seudónimos como Bernal o Quebracho, tal vez algunos iniciados descubran que detrás de estos nombres de mentira se esconde Liborio Justo, además  autor de títulos como "Estrategia revolucionaria" (1957), "León Trotsky y Wall Street" (1959), "Nuestra patria vasalla", más acordes a un activista político de los bordes. Se trata de, nada más y nada menos, uno de los hijos del general Agustín P. Justo, presidente del país entre 1932 y 1938, en lo más oscuro de la denominada década infame. Digamos brevemente que Justo padre nació circunstancialmente en Concepción del Uruguay, y que su progenitor, del mismo nombre, era oriundo de Corrientes donde llegó a ser gobernador.
Liborio Justo fue un joven rebelde y transgresor que adhería a las corrientes de izquierda, para desazón de su padre. Y peor aún para el sistema, fue el iniciador de una vertiente opositora a los tradicionales partidos marxistas como el Partido Socialista y el Partido Comunista.  Participó de los primeros grupos de seguidores de León Trotsky en la década del 30, críticos la visión internacionalista y proeuropea de estos partidos, planteando los primeros atisbos de la cuestión nacional. Fundó en 1939 el Grupo Obrero Revolucionario (GOR) que fue el núcleo iniciático de dirigentes como Adolfo Perelman, Enrique Rivera y Jorge Abelardo Ramos. 
Un episodio lo retrata de cuerpo entero, cuando en el Congreso Nacional gritó "¡Abajo el imperialismo!", mientras el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt era recibido con honores por el presidente Justo, su padre. 
Liborio Justo había nacido en Buenos Aires en 1902. Dejó Medicina en tercer año y viajó mucho por Europa y América. En 1930 ganó una beca de 8000 dólares del Instituto de Educación de Nueva York que perdió cuando en un acto en la Universidad de Williamstown se despachó contra la política agresiva de los Estados Unidos en el Caribe.
Y en 1943, de pronto, deja las luces de la gran ciudad y las lides de la política y marcha hacia el delta entrerriano “con el cerebro y los nervios agotados por diversas circunstancias, como uno más entre los náufragos del mundo que aquí llegaron a establecerse, vine a buscar refugio y curación en este ambiente cuya soledad, primitivismo y peculiaridad me alejaban, como a otro mundo, de aquel en que había vivido y deseaba olvidar, por un tiempo, con el fin de recuperarme. Como venía en busca, principalmente, de lejanía, elegí una de las zonas más apartadas, el arroyo Martínez, cerca del Uruguay. Fue allí, en una estrecha parcela, que me puse por primera vez en contacto con la tierra de las islas con el propósito de trabajarla. En pequeña escala empecé a plantar árboles y a descubrir la realidad de aquéllas, tan diferente de la de tierra firme, la que me planteaba problemas distintos a los que estaba acostumbrado a resolver, y se me abría como una caja de sorpresas a cual más inesperada”. A partir de ese momento comenzó a conocer los increíbles personajes que habitaban el Ibicuy, y a escuchar las historias más insólitas, sucedidos de otros tiempos relatados en las largas pausas isleñas. Ahí conoció, por  ejemplo, a Domingo Vico que “vivía  adentro  del  arroyo  Cuzco, que va a salir a una de las zonas más apartadas y solitarias del Bravo. En  ese arroyo  era  el  único  poblador. Vino a las islas a los 20 años, allá por 1904 (…). Criollo de pura cepa y entrerriano por añadidura, una vez, conversando, descubrimos que su padre, antiguo "jordanista", y mi abuelo paterno, entonces diputado nacional por Corrientes, habían luchado en bandos contrarios, allá por el año 1871, en la batalla de Ñaembé, un lejano episodio de la historia nacional ocurrido cuando López Jordán, después de asumir la responsabilidad del asesinato del general Urquiza y ponerse al frente del gobierno de Entre Ríos, levantó en armas a esta provincia contra las autoridades de Buenos Aires, que lo desconocieron, e invadió —siendo derrotado en la mencionada batalla— la provincia de Corrientes, de la cual, en ese mismo año, mi abuelo fue gobernador. Entre tantos plantadores extranjeros en las islas, por nuestra nacionalidad, casi constituíamos una excepción”.
Liborio murió a los 101 años  en 2003, solitario y con tal lucidez que unos años antes, en 1998, se había dado el lujo de publicar “Cien años de letras argentinas".

Fuentes: 
- http://www.lanacion.com.ar/518063-fallecio-liborio-justo-literato-e-historiador
- Garra, Lobodón, Río abajo (El drama de los montes y los esteros de las islas del Ibicuy), Colección Tatú, Ed. Schapire, Bs. As., 3 Ed. 1968.
- Galasso, Norberto, La izquierda nacional y el FIP, Biblioteca Política Argentina Nº 8, CEAL, Bs. As, 1983. 
*Publicado originalmente en revista Orillas

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