Rubén I. Bourlot
Desde hace unos 150 años las escuelas
argentinas conmemoran las fechas patrias y recuerdan a los próceres con actos
escolares que repiten un ritual "casi sagrado" que ni padres ni
maestros se atreven a alterar, aunque en lo que los rituales tienen de particular
como una expresión de símbolo de creencia social, están cambiando. La
investigadora y especialista en educación Marta Amuchástegui explica que a
través de los actos escolares "se sostiene la tradición" y los
maestros buscan "formar la conciencia cívica y transmitir el amor a la
patria".
Era el ideal de quienes comenzaron a
edificar un estado nacional a partir de una población heterogénea, un aluvión
inmigratorio que iba sumando nuevos actores de diversa procedencia que era
necesario homogeneizar. El ideal de “educar al soberano”, “civilizar al
bárbaro” más que nada dirigido a la población criolla se chocaba con las nuevas
capas de europeos “civilizados” que había que “argentinizar. De ahí la
importancia de los actos patrios, tanta como la de enseñar a leer y escribir.
Con el paso del tiempo poco se
modificó de esta estructura si le quitamos algún apoyo tecnológico del siglo
XXI. No podemos negar el que ritual no
haya cumplido con una función y no la siga cumpliendo pero no está demás pensar
cómo actualizar esos espacios, que escapan de los límites del aula y de los
diseños curriculares, para conmemorar acontecimientos del pasado y fechas
memorables que inviten al debate de ideas, al pensamiento crítico. No se trata
de cambiar un discurso hegemónico por otro. Hasta no hace mucho se solía
exaltar sin lugar a disensos la figura de un Cristóbal Colón “descubridor” de
América que fue reemplazado por la figura del “indio bueno” idealizado sin
demasiada apertura para la discrepancia.
Repensar los actos escolares para
darle una dinámica que revise conceptos cristalizados, ideas trasplantadas de
la cultura europea a nuestras tierras, y haga de los actos un espacio más
atractivo, participativo, para los chicos y jóvenes del siglo XXI.
Actores
En un acto conmemorativo de hechos
históricos no pueden faltar todos los actores, no solo los principales o que se
consideran así. Se repiten hasta el cansancio la mención a los miembros de la
Primera Junta en los actos del 25 de mayo, decorado con algún soldado Patricio,
la consabida dama antigua que es una mujer ricamente vestida, los infaltables
French y Berutti repartiendo cintitas, morenos
y morenas vendiendo velas y empanadas sin dejar en claro que eran
esclavos probablemente realizando esas tareas para sus amos. No aparecen ni los
campesinos de los alrededores, ni las comunidades indígenas, ni los pueblos de
las demás provincias que aún no se habían enterado de los que sucedía en las
cuatro manzanas que rodeaban el Cabildo de Buenos Aires.
En Entre Ríos podemos realizar un
recorrido de los actos escolares revisando los programas escolares que se
guardan en los archivos, e incluso los que se publicaban en los diarios. En los
mismos observamos que su desarrollo no difiere demasiado de los actuales. Con
la apertura con la entrada de la bandera nacional (la de Entre Ríos se agregó
después), la entonación del Himno Nacional (la marcha de Entre Ríos es
posterior), las palabras del o la docente, una poesía recitada de memoria, los
bailes tradicionales, alguna dramatización tomada de la revista La Obra (el
caballito de batalla de toda maestra) y el final de fiesta con el agasajo a los
presentes con chocolate y bizcochos de panadería recién horneado.
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