13/6/25

Diamante y sus orígenes con raíces guaraníes y criollas

Rubén I. Bourlot

El forzado traslado de un centenar de guaraníes desde Mandisoví a Punta Gorda en 1832 es un necesario antecedente de la fundación de Diamante en 1836. Los pobladores allí reunidos deben haber conformado el núcleo inicial del pueblo aunque no queden demasiados registros documentales.

El historiador Ricardo Brumatti dice que “durante la gobernación de Pascual Echagüe, en 1832 se trasladaron familias de guaraníes de la zona de Mandisoví, que se sumaron a los habitantes lugareños y estuvo a punto de fundarse un pueblo, pero recién el 27 de febrero de 1836, cuando la Honorable Representación Provincial aprobó la correspondiente Ley y el nombrado primer mandatario provincial la promulgó el 1º de marzo, se fundó denominándolo ‘El Diamante’”.

Punta Gorda era un punto estratégico para asegurar la defensa del río Paraná y es por ello que en 1812 se emplazó en el lugar una batería, meses después de las baterías que se instalaron a la altura de Rosario y el la isla Espinillo donde Belgrano creó la bandera. Pero además era un punto ideal para atravesar el río por el denominado Paso del Rey, que fue utilizado en reiteradas oportunidades por Francisco Ramírez y luego Justo José de Urquiza en la conocida campaña contra Juan Manuel de Rosas. Esta denominación se refiere a la prominencia costera que se extiende desde la desembocadura del arroyo La Ensenada hasta la boca del arroyo Azotea. A mediados del siglo XIX se la conocía también como "Punta del Diamante"

Los 99 guaraníes

En 1830 el caudillo oriental Fructuoso Rivera había emprendido una enérgica campaña contra la población indígena que culminó en 1831 con la matanza de charrúas en el arroyo Salsipuedes. También guaraníes radicados en Bella Unión sufrieron las persecuciones y huyeron a Mandisoví donde fueron recibidos por el comandante del lugar.

En agosto de 1830 el gobernador José León Sola se dirigió a la Legislatura “para poner en su conocimiento que acaba de tener un parte del Comandante de Mandisoví por el que avisa que muchas familias de las naturales de Misiones que se hallaban en Villa Unión, se han venido a esta banda buscando asilo y protección del Gobierno de esta Provincia quien no ha podido mirar con indiferencia la reclamación que hacen aquello infelices, que cansados de padecer solicitan un rincón donde refugiarse, después de haber concluido sus intereses, agregando a esto la decisión con que estos naturales se empeñan en sacudir el ominoso yugo con que el Imperio del Brasil oprimía la Banda Oriental.” El mensaje continuaba informando que se les permitió a las familias localizarse “en el lugar de Mocoretá” proveyéndoles “alguna mantención de carne en razón de la suma indigencia que se manifiesta en algunos de estos desgraciados” y previniendo que ante la necesidad “estas causen algunos daños de los hacendados”.

En 1832 el gobernador Pascual Echagüe, preocupado seguramente por la presencia de la población cerca de la frontera con el país vecino, le ordenó al entonces comandante general del Uruguay, Justo José de Urquiza, que organizara su traslado a la costa del Paraná. También dispuso el retiro de todo el armamento que conservaban. Las armas quedaron a disposición de los Cívicos de Mandisoví. El 13 de junio Urquiza se trasladó al caserío y les arrimó algunas vituallas para iniciar la marcha hacia Nogoyá puesta bajo el mando del coronel Miguel Tacuabé “sin permitir que se desparramen”, era la orden. Esta medida originó algunos conflictos pero el más grave se produjo cuando ordenó que del grupo se separaran 22 hombres para formar con ellos un piquete que debía quedarse en Mandisoví a lo que se sumó el retiro de cuatro familias con conocimientos de carpintería y música que se necesitaban en ese lugar. Finalmente, el 26 de julio,  emprendieron la marcha hacia Punta Gorda bajo la supervisión del capitán Domingo Álvarez.

Dice Brumatti que “Punta Gorda, cuya costa permitía servir como puerto natural, el río surtía de excelente pesca, sus montes proveían de leña y la posibilidad de caza, lo que atrajo una corriente colonizadora, principalmente desde el Oeste, formándose los primeros asentamientos en la zona.” Y a esto se agrega que la presencia de la batería mantenía en el lugar una importante dotación de soldados acantonados. Es por ello que con la llegada de los guaraníes se evaluó la posibilidad de fundar un pueblo recién concretado en 1836.

Diamante

Finalmente, el 27 de febrero de 1836 la Sala de Representantes provincial sanciona una ley por la cual “se designa la localidad de Punta Gorda, terreno de propiedad del Estado, para la fundación de un pueblo que en adelante se llamará Diamante bajo la protección de San Francisco Javier.” El articulado abunda en detalles sobre la planificación de la planta urbana que contará con “diez cuadras cuadradas sobre la ribera del Paraná” y media legua de espacio en los alrededores destinados a chacras y pastos. Similar al diseño de las antiguas fundaciones españolas la planificación comprendía una plaza central y manzanas divididas en cuatro solares. No obstante recién a fines de 1847 se concretó el establecimiento del pueblo, bajo la nueva advocación de San Cipriano, en homenaje a Cipriano de Urquiza, asesinado en Nogoyá tres años antes.

Queda en la incógnita el motivo del nombre de Diamante. Según Martín Ruiz Moreno “El Diamante ocupa uno de los lugares más pintorescos de la ribera del río Paraná; por eso se le cambió el nombre de Punta Gorda, por Diamante”. Hay que acotar lo citado anteriormente que Punta Gorda también era conocida como Punta Diamante y de ahí se pudo haber tomado el nombre.

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