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10/8/17

Tadea, mujer de mucha monta*

Por Rubén Bourlot

Tadea era una mujer de tomar las riendas. Madre y abuela de caudillos. Se dice que venía de una familia de alcurnia. Descendiente de inmigrantes malteses, había nacido en Buenos Aires. Su padre era un tal Antonio Jordán y Vértiz, hijo de Gonzalo Jordán y de Juana Tadea Magdalena Vértiz y Salcedo, hermana del virrey del Río de la Plata, Juan José Vértiz y Salcedo.
Tadea Jordán y su familia en el censo levantado en 1820
Tadea Jordán se casó con el comerciante paraguayo Juan Gregorio Ramírez. De su descendencia abundante el más notable fue José Francisco, al que después llamaron el Supremo.
El esposo era descendiente del Juan Ramírez de Velazco, Marqués de Salinas, gobernador del Tucumán y fundador de La Rioja, asegura Martiniano Leguizamón. Esos antecedentes le valieron para que el rey de España le conceda una suerte de estancia en el Partido del Tala, al norte del Arroyo de la China. Bien es sabido que por estos campos trotaban los bravos charrúas y guaraníes pero no los tenían amojonados y menos con papeles. Así que todo lo que no estaba cercado era propiedad “real” y disponible para regalar graciosamente.
Por esas vueltas del destino el paraguayo y la porteña se conocieron, y se casaron. Tuvieron tres hijos y ella enviudó en 1786.
Sola, con sus hijos pequeños, tuvo que montar el picazo y hacerse cargo del campo, lidiar con la peonada y organizar yerras, tropeadas y faenas. Y esto es tan cierto como que en el censo de 1820, mandado a levantar por Ramírez, Tadea figura con diez esclavos a su cargo.
En 1789 se vuelve a casar con Lorenzo López, inmigrante sevillano, herrero y comerciante. Tuvieron nueve hijos, y uno de ellos también heredó su espíritu levantisco, el conocido caudillo Ricardo López Jordán, padre a su vez del último rebelde del mismo nombre. En total Tadea procreó trece hijos, sumándole uno “natural” entre los dos matrimonios.
Lorenzo López levanta una vivienda donde actualmente se encuentra la Escuela Técnica “Ana Urquiza de Victorica”, que lleva precisamente el nombre de una de las nietas de Tadea.
Plano de la tierras de Ricardo López Jordán, hijo de Tadea
Producida la revolución de Mayo de 1810, los hermanos Francisco y Ricardo se plegaron a los revolucionarios. Doña Tadea no debió estar ajena a la preocupación de sus hijos y por alguna correspondencia se sabe que siempre estaba atenta para auxiliarlos con provisiones y mantenerlos informados.
En una carta a Ramírez de 1820 acusa recibo de “paños de mano y los mazos de tabaco que me mandaste…” y le ofrece el auxilio de “yo y tus hermanas (…) para lo que nos gustes mandar” y que su hijo Ricardo “me mandó el tercio de yerba”.
Para esa fecha ya había enviudado de su segundo esposo.

Rebelde y en prisión
Y sucedió que para 1821 Francisco, el Supremo Entrerriano, encontró la muerte en Río Seco, en los confines de Córdoba, perseguido por santafesinos y cordobeses. Y para reemplazarlo rápidamente es nombrado Ricardo López Jordán. Mala idea. El santafesino Estanislao López, que había colgado la cabeza de Ramírez al frente del Cabildo, lo proscribió y puso en su reemplazo, ya como gobernador, a Lucio Mansilla. Justo Mansilla, al que Ramírez y muchos entrerrianos sospechaban de haber traicionado la causa.
Pero los entrerrianos no se acobardaron. Desde Paysandú un grupo de partidarios del Supremo, entre los que se encontraban Gregorio Piris, Felipillo Rodríguez y seguramente la brava Tadea, en diciembre de 1821 intentaron desplazar al gobernador intruso. No lo lograron pero la semilla quedó latente.
Frente de la Escuela “Ana Urquiza de Victorica”, donde
estaba la residencia de los López Jordán
Meses después, López Jordán, Piris, Eusebio Hereñú, Juan Antonio Berdún, Anacleto Medina, Vera, los Calvento del Uruguay y la propia Tadea se complotaron para intentar nuevamente restablecer la autonomía provincial.
El conato se inició en el Arroyo de la China el 29 de mayo de 1822 pero fue sofocado rápidamente.
Los revolucionarios actuaron en las costas del Uruguay, siendo rechazados el 29 en su intentona de tomar a Concepción del Uruguay, y vencidos y dispersados dos días después en el Paso del Molino por el capitán Francisco Portes. Hereñú, a su vez, fracasó en su propósito de tomar a Gualeguaychú y debió retirarse, con la mayoría de los participantes, a la Banda Oriental. EI coronel Piris, que debía operar en el interior de la provincia, fue muerto de un balazo en las cercanías de Paraná, el  1° de junio. Mansilla, para demostrarles a los vecinos de Paraná lo que les podía pasar a los rebeldes,  ordenó el traslado del cuerpo a la plaza, donde se erigió un rústico patíbulo, con las mismas maderas que hace unos días habían formado parte de la tribuna para presenciar los festejos de la Revolución de Mayo, para colgar el cuerpo inerte del caudillo.
A Tadea no le fue mucho mejor. A esta mujer que ya pisaba los 60, el comandante militar de Uruguay, coronel Pedro Barrenechea, ordena ponerla en prisión y con esta medida los insurgentes pierden su agente de enlace y sería uno de los motivos del fracaso de la intentona.
No se sabe mucho más de esta valerosa mujer. Sólo que en 1827 fallece en su Concepción del Uruguay y sus restos sepultados con honres dentro de la iglesia.
  
Bibliografìa María del Carmen Miloslavich de Álvarez, Hace un largo fondo de años, C. del Uruguay, 1988.
*Publicado originalmente en la revista Orillas.
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