Por Rubén Bourlot
Un 14 de mayo de 1877, un grupo de
jóvenes, casi niños tienen el sueño de seguir sus estudios secundarios en el
histórico Colegio del Uruguay, y lo convierten en realidad. No sólo realizan el
sueño de niños sino que lo transforman en la realidad de los gigantes de hoy.
Esa humilde semilla germina y de ella nace la Sociedad Educacionista La
Fraternidad, echa raíces florece en la Universidad de Concepción del
Uruguay. “Sueño de niños, realidad de
gigantes” es su lema. Recuérdese que tanto el gobierno nacional como el
provincial suspenden becas que permitían a jóvenes de todo el país sobrevivir
mientras cursaban sus estudios secundarios en la entonces capital entrerriana.
Y recuérdese también que la nación estaba presidida por Nicolás Avellaneda, que
antes fuera ministro de educación de Domingo Faustino Sarmiento, dos
personalidades a las que se reivindica por su compromiso en la “educación del
soberano”.
Aníbal S. Vásquez, en su libro Dos siglos
de vida entrerriana, desgrana el proceso de creación de esa digna y original
institución.
“Reunidos en este día, en el teatro 1° de
Mayo, la mayoría de los estudiantes del Colegio Nacional ‘con el objeto de
poner en práctica el pensamiento de fundar una sociedad de socorros a los
estudiantes que, por la supresión de becas de las provincias, o por otras
circunstancias, no pudieran continuar sus estudios en las aulas del Colegio’,
—según reza en el acta de fundación—, el señor Francisco Barroetaveña ocupó la
presidencia provisional, explicando los motivos de la convocatoria. Luego se
designó una comisión organizadora presidida por José B. Zubiaur y se acordó
formar los fondos con cuotas de veinte a cuarenta centavos, que a los quince
días formaban cien pesos y con cuya cantidad pudieron reanudar sus estudios dos
jóvenes que los habían interrumpido. El vecindario de Uruguay, advertido de la
generosidad del propósito, prestó a la iniciativa su eficiente colaboración, al
punto que al año siguiente eran seis los jóvenes protegidos por la sociedad. Al
final de la primera década de vida ´La Fraternidad´ tenía ochenta y cuatro
jóvenes internos, de los cuales treinta estudiaban con su protección. El
desenvolvimiento de la asociación estaba sujeto a un reglamento.
El 23 de febrero de 1883, se aprobó la
realización de un empréstito destinado a la construcción de la casa propia, que
fue proyectada gratuitamente por el profesor del Colegio doctor Lorenzo Presas
y construida por don Enrique Delor, siendo recibida lo obra el 10 de diciembre
de 1889. Los recursos se obtuvieron, además, con donaciones, representaciones
teatrales a cargo de los estudiantes, subsidios, etc.
El doctor Antonio Sagarna, estudiante del
Histórico e internado de la "Frater" —luego juez, catedrático,
diputado, ministro provincial y nacional, embajador en Perú, ministro y
presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación— escribió la historia
de esta magnífica iniciativa estudiantil, única en el país, y a través de sus
páginas puede advertirse los beneficios de esta entusiasta y viril
manifestación constructiva de la juventud al servicio ´de una institución
democrática, liberal, justiciera en el propósito de hacer efectiva la
fraternidad.”