Rubén I. Bourlot
El 1 de agosto de 1828 eran fusilados en Nogoyá Juan Santa María y Tomás Cóceres en el contexto de la anarquía política que vivía Entre Ríos en esos tiempos.
En la década que se inicia en 1820, tras la batalla de Cepeda que descabeza transitoriamente el poder centralista de Buenos Aires, las provincias inauguraban un proceso de organización institucional con cierta autonomía. Entre Ríos en principio se integró a la República de Entre Ríos bajo el liderazgo de Francisco Ramírez pero a mediados de 1821 éste cayó muerto en los confines de Córdoba en su último intento por hacer cumplir lo acordado en el Tratado del Pilar.
La desaparición del Supremo trajo como consecuencia la disolución de la República de Entre Ríos. En la provincia se impuso como gobernador Lucio N. Mansilla sostenido por el gobernador santafesino Estanislao López. Esta primavera política se prolongó durante su gobernación y la de su sucesor José León Sola que culminó en 1826. No obstante, el gobernante porteño debió sortear varios intentos de insurrección por parte de los seguidores de Francisco Ramírez, encabezadas por su medio hermano Ricardo López Jordán, Anacleto Medina, Gregorio Píriz y la propia madre del Supremo, Tadea Jordán.
Finalizada la gobernación de Sola, que contó con el apoyo de Buenos Aries, se abrió la caja de Pandora que dejó escapar las desgracias de la anarquía, un complejo periodo de inestabilidad política.
La carencia de liderazgos
Para el historiador Pedro Kozul “en Entre Ríos, no sólo la destrucción por la guerra sino la vigencia de una estructura política anclada en villas y pueblos de alcance local, afectarán negativamente el deseo de consolidar un poder central. Ese problema no lo tuvo ninguna otra provincia, todas son como dijo Chiaramonte antiguas ciudades con sus áreas de influencia.” A esto agregamos por nuestra cuenta que tras la muerte de Ramírez no surgió en la provincia una figura con el liderazgo del Supremo que logre superar los caudillismos locales e imponer su autoridad al frente del gobierno. Sólo el poder armado del gobernador santafesino Estanislao López había logrado sostener a Mansilla y Sola al frente del ejecutivo provincial.
A partir de ese momento se sucedieron más de una decena de gobernadores; algunos permanecían unos pocos días en funciones. López Jordán, Sola, Barrenechea, Zapata, García de Zúñiga, Espino, asumieron sucesivamente el gobierno sin poder consolidar el poder en medio del caos. “Estas acciones armadas contra los gobernantes alcanzan un número de catorce levantamientos desde 1821 hasta 1828, entre revueltas, sublevaciones, fusilamientos y levantamientos propiamente dichos”, dice Kozul.
La sublevación
Al año siguiente el mismo Cóceres, junto con el comandante Juan Santa María, volvió a levantarse en armas contra el nuevo gobernador José León Sola a quién arrestaron y sometieron a juicio ante el Congreso, designándose en su reemplazo a Vicente Zapata. Pero luego Cóceres, como una veleta, cambió de parecer y encabezó un contramovimiento para hacerse nombrar encargado de las armas de la Capital y exigir la reposición del propio Sola.
El Congreso, el 24 de julio, entregó el mando al gobernador depuesto y dispuso que se pusiera "perpetuo silencio sobre los acontecimientos del 24 de junio". Además ordenó: "Que el caudillo don Juan Santa María salga desterrado de esta provincia quitándole los despachos que ha tenido por la provincia".
Sola, temeroso de las dobleces de los conspiradores, resolvió contar por los sano, no cumplir con lo dispuesto por el Congreso y ordenar un consejo de Guerra para juzgar la conducta de Cóceres y Santa María. El proceso culminó con la sentencia a muerte de los conjurados, pena que se ejecutó el 1 de agosto de ese año.
En los libros parroquiales de Nogoyá se registra la siguiente partida: "En el año 1828 del Señor a 1º de agosto di sepultura en el Campo Santo de esta viceparroquia con oficio menor rezado a los cadáveres de Juan Santa María, natural del reino de Galicia, de 42 años de edad y casado en la ciudad de Tucumán con doña Dolores Miñan y de Tomás Cóceres natural del Paraná como de treinta y tantos años de edad, casado con Mercedes López, los que fueron fusilados oy día de la fecha a las 11 de la mañana habiendo recebido el sacramento de la penitencia y de la eucaristía y por berdad lo firmo. Leonardo Acevedo".
La trayectoria de Santa
María
Uno de los conspiradores, Juan de Santa María, vio malograda así una carrera auspiciosa. Había combatido junto a Belgrano como lo expresa el creador de la bandera en un informe: “El oficial de artillería don Juan Santa María sirvió conmigo en el Paraguay, y habiéndole dejado en el ejército del norte cuando fui llamado á esa ciudad de resultas del 5 y 6 de abril de 1811, se desempeñó muy bien en el sitio de Montevideo, según el concepto general, y obtuvo ascensos.” Luego tuvo una reconocida actuación en la batalla de Tucumán (1812). Desconocemos en qué momento pasó a Entre Ríos donde se desempeñó como comandante del Parque y de la fortaleza de Paraná.
Imagen: pirámide que recuerda Batalla de Tucumán. Hay una placa donde figura el nombre de Santa María.