Por Rubén Bourlot
Un lugar común, en particular utilizado por el lenguaje de los medios llamados “nacionales” - es decir de Buenos Aires -, es denominar el “sillón de Rivadavia” al asiento del presidente de la Nación. Y a la institución presidencial misma. Una crónica que escribió Prudencio Bustos Argañarás en la Voz del Interior manifiesta que “cuando el presidente de la Nación concurre a la Catedral de Buenos Aires con motivo de algún acto de carácter oficial, ocupa un asiento conocido como ‘el sillón de Rivadavia’.”
Sello postal con la imagen de Rivadavia |
El origen de esta expresión es más bien oscuro, tanto como el personaje a que alude. Ese tal Rivadavia del sillón no es otro que el vanagloriado Bernardino Rivadavia, elevado al procerato por sobre muchos otros buenos patriotas gracias a los historiadores que construyeron el relato histórico liberal desde una visión centralista porteña.
Rivadavia fue titulado Presidente de la Nación en 1826, entre gallos y medianoche, ante el seguro fracaso en el intento de imponer una constitución unitaria. Más bien se asemeja a una presidencia de facto. Como dice Argañarás, la legislatura de Córdoba lo llamó irónicamente “El presidente de la ciudad de Buenos Aires”. La “presidencia” rivadaviana se prolongó por poco más de un año, entre febrero de 1826 y junio de 1827, cuando se vio obligado a renunciar como consecuencia de las escandalosas negociaciones de paz con el Brasil, llevadas a cabo por su ministro Manuel José García.
¿Cuál sería el argumento de quienes sostienen esta zoncera? (Jauretche lo sabría explicar mucho mejor). Que Rivadavia inauguró el ciclo de las presidencias de la Argentina, que fue el “primer presidente” y que su escultura se encuentra emplazada Galería de los Bustos de la Casa Rosada. Argumentos muy endebles. Es muy otra la verdad histórica.
El primer presidente
En 1826 faltaban décadas para que el país lograra su organización constitucional y por lo tanto consagrara la institución presidencial. El país en ese momento era un caótico conjunto de provincias si una autoridad nacional reconocida. Guste o no, a partir de 1831, tras la firma del Pacto Federal de ese año, se reconoció como autoridad nacional al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Pero hubo que esperar hasta 1853, cuando la constitución sancionada en Santa Fe estableció que “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación Argentina”.
Busto de Urquiza en Villa Elisa |
Al año siguiente se llevó a cabo la primera elección presidencial que recayó en el entrerriano Justo José de Urquiza. Por lo tanto cuando se hace referencia a la institución presidencial debiera decirse “el sillón de Urquiza”, aunque éste estuviera circunstancialmente instalado en la capital provisoria de la Confederación que fue Paraná.
El mueble en sí carece de significación puesto que el aposento donde hoy se sienta el o la presidente no es el original al que alude la leyenda. Se dice que Rivadavia cuando renunció se llevó a su casa todo el mobiliario que utilizó durante su gestión, inclusive el famoso sillón donde sentaba sus reales. Y según parece, cuenta la tradición, lo hizo para cobrarse los servicios prestados a la patria.
Gustavo Gabriel Levene, en su Historia de los presidentes argentinos escribe que “no existe un sillón que habiendo pertenecido a Rivadavia continúe ostentando la categoría de mueble que en la Casa de Gobierno sigan usando los jefes de Estado de la Argentina.
“Existen sí algunos sillones que Rivadavia usó cuando era gobernante. Uno de ellos al asistir, siendo ministro de la Provincia, a la ceremonia inaugural de la Universidad de Buenos Aires y volvió a ocuparlo en ocasiones sucesivas en que repitió sus visitas a la naciente Institución. Después quedaría en la Universidad como sillón de los Rectores de la Universidad, hasta que envejecido, tomaría el camino del Museo Histórico.
Sillón utilizado por el presidente Derqui |
“Otro sillón de elevado respaldo, coronado por un sol radiante dorado a fuego, con su asiento y brazos de apoyo forrados en celeste terciopelo, según la tradición habría sido obsequiado por Rivadavia al Cabildo Eclesiástico, al abandonar el gobierno. Y después de hacerlo usado Rivadavia en alguna ceremonia religiosa de fuste, sigue en la catedral de Buenos Aires y desde los tiempos de Mitre lo han ocupado durante las ceremonias religiosas todos los presidentes argentinos.”
Como una ironía, en el Museo del Bicentenario, inaugurado en 2011, se encuentra el Sillón presidencial utilizado por el presidente Santiago Derqui entre 1860 a 1861. Y es el más antiguo sillón de mando utilizado por un primer mandatario, precisamente instalado en Paraná, capital provisoria de la Confederación. Tallado en el respaldo el mueble ostenta el Escudo de la Confederación Argentina.
A la zoncera del “primer presidente” se debe agregar esa otra con que se machaca a los alumnos de la secundaria, aún hoy. La de las “presidencias históricas”, en referencia a las encabezadas por Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda, esquivando ex profeso a la de Urquiza, que para los historiadores y sus repetidores - los profesores - no sería “histórica”. Tampoco las que vinieron después.
Bibliografía:
Prudencio Bustos Argañarás, El “sillón de
Rivadavia”, suplemento Temas, La Voz del
Interior, el 20 de agosto de 2006.
Levene, Gustavo Gabriel, Historia de los
presidente argentinos, Bs. As., Sánchez Terruelo Editor, 1992.