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19/5/19

El hombre detrás de las efemérides

En esta entrevista con UNO TV, Rubén Bourlot dialoga sobre su oficio de investigador histórico y sobre algunos de los temas a los que se ha dedicado. Uno de ellos es el radioteatro, que estuvo muy vigente en las principales radios entrerrianas y en las audiencias hasta mediados de los 70. Otro es la toponimia: la forma en que los entrerrianos denominamos a algunos lugares de nuestra geografía, desafiando a los nombres oficiales.
Para este historiador, los entrerrianos y entrerrianas no conocemos suficientemente nuestro pasado: "Hay mucha producción histórica en Entre Ríos, especialmente de aspectos puntuales o de pueblos y ciudades. En cada pueblito hay un historiador. Pero esa gran producción no se vuelca, por ejemplo, en el sistema educativo y la historia regional está un poco soslayada".




Versión completa en https://www.unoentrerios.com.ar/uno-tv/el-hombre-detras-las-efemerides-n1763267.html Publicada en UnoTV Paraná. 19 de mayo de 2019


15/11/18

Mary Charriere, la Iris Yunque del radioteatro*


Por Rubén Bourlot

En la década que va de 1950 a 1960 las hermanas Charriere se vincularon al medio radial, Rosalía como locutora y, con cierta audacia para la época, relatora de radioteatro en ocasiones muy esporádicas. Era todo un desafío explorar un terreno dominado por voces impostadas al más puro estilo de Julio César Barton. Mary Mabel, la menor, se inclinó hacia el radioteatro, tentada por Teodoro Galotto que dirigía el elenco de LT 11 de Concepción del Uruguay junto a Liliana Campos, su hermano Roque Galotto y otros.
"Quien estuvo primero en la radio fue mi hermana Rosalía - afirma -, quién abrió el camino en estas cosas porque ella también hizo radioteatro e hizo teatro. Participó en las obras clásicas con el matrimonio Pepe - Saravia. Yo era una chiquilina que estaba muy apegada a mi hermana y como ella estaba en la radio a mi me gustaba todo lo artístico, y me llevaba a todos lados, yo iba y los miraba. Yo siempre fui una persona muy introvertida, muy calladita... Y entonces observaba todo y me gustaba. Pero en realidad mi vocación era ser maestra.
"Tal vez en la intimidad de mi casa, con esos espejos grandes, donde uno se podía ver, yo hacía de artista y hablaba con esa otra que era la del espejo. Pero para mí sola. Mientras mi sueño era ser maestra. Y mis hermanas escribían a las artistas de EE UU, a las direcciones que salían en la revistas, y recibían las fotos autografiadas. Yo pienso que ya había posiblemente algo muy metido en mí que me daba timidez expresarlo. Lo hacía yo sola en los espejos de mi casa. Y así fui sumando esas ganas de hacer algo.
"Cuando estaba estudiando en la Escuela Avellaneda, que está a media cuadra de la radio, me dicen si no quería actuar en un papelito en la compañía la dirigía Teodoro Galotto; la primera actriz era Liliana Campos. La recuerdo a Liliana Campos porque ella [en la ficción] era mi amita Dolores, yo hacía de una mulatita. Y era todo en vivo, todo se hacía en vivo. Era como hacer teatro dentro de la radio. Yo tendría ocho años... Yo hacía mi papel y me iba la  escuela, y en la escuela me olvidaba del papel".
Mary Charriere, como se la conoce actualmente en el medio radial recuerda su primer papel, donde debía contar una historia muy triste.
"Yo era muy llorona porque a mi amita le pasaba un montón de cosas, sufría mucho mi amita, y yo como mulatita era muy fiel a mi ama. Entonces yo lloraba, pero en algún momento yo lloraba en serio y no me decían que ya había terminado la escena, y yo seguía llorando. Yo lo vivía al personaje".
Después de ese primer paso continuó con la compañía pero
"el problema era el nombre - cuenta - Los esposos Galotto, Roque y Beba [María Luisa Casanova de Galotto o Marisa Allende], eran los que me tenían que buscar un nombre, porque como mi hermana ya era locutora y era Rosalía Charriere, no me querían poner Mary Charriere, para no confundir. Y como yo era chiquita, me querían elegir cada nombre: Aromito, entre los que me acuerdo. Después viene Marisa y me dice 'ya sé como te vamos a poner: Yunque, por el famoso escritor Álvaro, y entonces quedó Irita Yunque' y yo dije: bueno, mejor que Aromito...Pero después cuando fui creciendo y encabecé compañía, y conduje compañía con Rubén [Grey], ya me parecía que Irita era de chiquita, y entonces quedó Iris Yunque".
A fines de la década, actuó con las compañías de Roberto Volpi y Raúl Jordán
Mary Charriere (Iris Yunque) y
Oscar Trocoso (Rubén Grey)
"que estaba con su esposa Manuca Montes, con la hija Zaída y había también un grupo de jóvenes. Ellos iban a los teatros. Yo no salía a los teatros, yo solamente actuaba en la radio. En mi nombre iba otra persona".
Posteriormente, junto a Oscar Troncoso (Rubén Grey) encabezó y dirigió una compañía propia que hacía radioteatro familiar con obras de las autoras locales Marisa Allende, Eugenia Orlegui y de los consagrados de Rosario y Buenos Aires.
"Hicimos un montón de obras hasta que se hizo radioteatro doble, a la mañana y a la tarde. Yo me quedé a la mañana con Rubén [Grey]; el de las diez y cinco que nos escribía Marisa Allende con temas sociales. Un ciclo muy extenso, hasta que yo en el 65 me fui de Uruguay".
"Y todo era, como se dice, autodidacta. Si hubiéramos tenido la posibilidad que tienen tantos hoy de capacitarnos - reflexiona -. Los que nos sucedieron también fueron autodidactas. Ahora hay muchos talleres acá con los que vienen de Buenos Aires. Los artistas conocidos hacen talleres.
"Todo era todo corazón, pura sensibilidad. Y hacíamos todo. Cuando quedamos con Rubén habíamos adelantado en materia de sonido. Teníamos efectos especiales... Hasta ahí los efectos lo hacíamos nosotros. La silla para los golpes, los tiros, eran sillas de madera terciada",
ejemplifica.
También participó de la experiencia de radioteatro unitario que se trasmitía una vez a la semana, con obras de un repertorio más selecto. La obra que tuvo mayor repercusión fue El diario de Ana Frank.  "Eso iba por la noche - dice -.Lo hicimos con Manuca Santángelo, Zaída Santángelo, Rubén Grey y Maricarmen Galván.  Y después se hicieron otros".
El director de la emisora, en ese periodo era Jacobo Corach,
"el hombre que más apoyó el radioteatro - asegura -. Fue él que me descubrió a mí como locutora. Yo dejé el radioteatro. Por razones particulares tuve que dejar todo eso y entonces: ¿qué hago ahora?, no es que yo vivía, en cuanto a dinero, del radioteatro. Yo estudiaba y hacía radioteatro. Pero cuando me estoy recibiendo me llama el señor Corach y me dice: 'Señorita, ¿no le gustaría probarse como locutora?'. A mí me pareció una cosa tan distinta a lo que yo estaba haciendo. Me dice 'pruebe, pruebe'. Y probaba en los horarios de la siesta, esos horarios que nadie escuchaba, decía él. Yo hacía alguna práctica y me decían los vecinos 'Mary, ¡qué feo que sale!. ¿Por qué no seguís con el radioteatro?'. Y yo tímida, introvertida, le digo: 'mire señor, yo no voy a venir más'. Y me dice: 'Usted me hace caso a mí. Siga practicando, que si no va para esto, yo se lo voy a decir".
A partir de ese momento se incorporó a la radio como locutora, y cada tanto vuelve a interpretar alguna que otra obra que evoca los buenos tiempos del radioteatro. Como conductora tuvo recordados ciclos como "El rinconcito de los niños" donde utilizaba el seudónimo Iris Yunque, "De todo un poco", ya como Mary Charriere, y "Ocho y medio", un musical. Desde hace varios años conduce uno de los espacios de mayor popularidad en la región, la revista matutina "¡Hola, mañana!".

* Charriere, Mary Mabel (2006, septiembre 30). Entrevista, C. del Uruguay.

3/6/18

Marisa Allende, la dama del radioteatro

Por Rubén Bourlot

María Luisa Casanova fue poeta desde siempre. “Yo escribo poesía desde los 8 años, esa era mi tarea más fiel a mí misma” dice con énfasis, para justificar su paso por el radioteatro a lo largo de 12 años, en una entrevista de 2006.
Ya con el seudónimo de Marisa Allende, en 1955 se inició como guionista de ese exitoso género radial que fue el radioteatro (porque ya no lo es en estos tiempos de la imagen omnipresente). Y su incursión en el melodrama, sin mucho convencimiento, fue más por necesidad que por vocación. “Yo empecé a escribir radioteatro por lo que podíamos llamar una casualidad. Nunca pensé que iba a dedicarme al radioteatro, nunca se me cruzó por la cabeza que iba a escribir radioteatro. Yo había escuchado novelas de una autora muy buena que se llamaba Nené Cascallar, de (Alberto) Migré a quien después conocí en Buenos Aire. Tampoco era fanática del radioteatro”.
Uno de los motivos fue la necesidad de su esposo Roque Galotto que dirigía un elenco de radioteatro en LT11, la radio de Concepción del Uruguay, de contar con guiones adecuados al grupo. “¡En vez de escribir tantos poemas por qué no te ponés a escribir radioteatro! – le planteó -, que hoy tuvimos problemas con la novela. Son muchos personajes y nosotros somos 7 , 8...” 
Su primera obra surgió de esa manera: “Yo nunca había pensado en eso, en escribir. Pero mi esposo tenía una manera muy especial de tocarme el amor propio y me dice: pero claro, cómo vas a escribir radioteatro si no sabés.  Y agarró y se fue a acostar. Y yo me quedé pensando. Si yo escribo poemas, ¿por qué no puedo escribir radioteatro?  Y ahí nació mi primera obra de radioteatro que se llamó “El último concierto”, una obra tenía por característica, nada menos que el concierto Nº 1 de Tchaikovsky y contaba la historia de una pianista y un director de orquesta, y había música clásica por los cuatro costados. Escribí de un tirón el primer capítulo. Terminé a las 5 de la mañana, agarré las hojas, fui a donde dormía mi marido, lo destapé y le dije: tomá aquí está el primer capítulo de mi novela.  Ahí empezó todo, casi como un juego. Yo no me imaginaba  que ese juego iba a durar doce años. Y me iba a mantener encerrada en el escritorio doce años”.

Cuando “La Libertadora”…
Pero a esa justificación se suma otra mucho más prosaica “porque pasó que nosotros éramos profesores los dos y cuando la revolución Libertadora –éramos peronistas -, nos sacaron a los dos y bueno, había que buscar horizontes. Y mi esposo se fue a Buenos Aires a abrirse camino allá, y yo me quedé aquí escribiendo. Yo ya había empezado en LT 11, y hubo un momento que sentí que lo que yo escribía realmente lo necesitábamos, era una entrada importante, porque el radioteatro se pagaba muy bien  y había que seguir adelante”.  
Marisa Allende en 2006
Primero fueron guiones para el radioteatro de las 11 en la emisora local, “ese radioteatro, dentro de las categoría que había en esa época, se llamaba radioteatro blanco, porque era nada de populachera, nada de aventura rara, nada de nada. Era una cosa doméstica, con mucho amor, familia, cosas de la vida normal”, explica para diferenciarlos de los radioteatros efectistas (y más “comerciales”) que luego se representaban en los clubes de barrio. Poco tiempo después sus obras ganaron un espacio en las emisoras de Rosario y finalmente en Buenos Aires donde escribió para las radios más importantes de la época, entre otras Radio Belgrano y la mítica Radio El Mundo. En 1959 obtuvo el Premio Nacional de género para la categoría Radioteatro Unitario.
En Radio Belgrano, el director de radioteatro Julio Durán la contrató para escribir una obra cada dos meses. “Yo hice conocer Concepción  del Uruguay a través del radioteatro. Escribí una obra sobre la inundación que se llamaba “Basura que trajo el río” que era la narración de la inundación, cómo impactó  la inundación, la famosa inundación del 59, sobre la gente humilde y la otra gente que no lo era. Era gente de clase media pero que también el río no respetó. Después  de eso, al tiempo, protagonizada por Alfredo Alcón, escribí otra que se llamaba “Cuatro ladrillos y un sueño”  que era sobre la gente que en la inundación había perdido todo y volvía, quería  volver al lugar donde vivía y no encontraba nada. La novela de Alcón fue por radio El Mundo, en donde  me llamó Amando Discépolo”. 

Sin finales felices 
También se animó a transgredir los estereotipos consagrados del género, como que los radioteatros tenían que tener un final feliz. Marisa Allende se atrevió a escribir historias con final trágico a pesar de los reparos de Julio Durán: “Marisa, las novelas tienen que terminar bien, porque  son para las señoras gordas que tejen a la tarde o al mediodía o que están cocinando y tiene la radio al lado…” Ante ese argumento “le digo a Durán: pero la vida no siempre termina bien y los escritores, o los que nos llamamos escritores pintamos la vida. A mí me viene un argumento y no siempre termina bien porque yo reflejo una parte de la vida, ¿por qué no me deja probar?”. Y probó con una obra que se llamó “Sueño de una amor prestado” que tuvo como primer actor a Roberto Escalada y cuya protagonista moría al final. 
Escena de la versión fotonovela de su obra
“Cuatro ladrillos y un sueño”.
Otra transgresión fue escribir sobre temas tabúes para la época. En una oportunidad de presentó a Discépolo una novela llamada “Hogares sin hijos”. “Y me acuerdo que tuvimos una conversación sobre esa novela – cuenta Marisa - . Porque me dijo: Hogares sin hijos, a cuánta gente puede lastimar con este tema.  Y le digo: sí, pero tal vez esa misma novela que usted dice que puede lastimar a algunos, puede producir una reacción en otra gente que esté proyectando un hogar sin hijos y se den cuenta que ahí no está la felicidad, Don Armando. Tiene razón – le respondió Discépolo -, y se fue. Esa novela tiene un capítulo anterior. Mi marido llevó esa novela a una agencia muy importante de Buenos Aires: Linda S. A. Y la dejó para que la leyeran y el director de la agencia le dijo: no, escuchemé señor, esta novela no es para radioteatro, está demasiado bien escrita, dígale a su señora que baje... Pero yo no le toqué un pelo a la novela y se dio por radio El Mundo”.
Por Radio Excelsior la contrataron para realizar un ciclo que se denominaba “El radioteatro de Marisa Allende” que iba a las 11 de la noche con la compañía que encabezaba su esposo con el seudónimo de Mario Ferrer.  
La mayoría de sus obras, además de reflejar una realidad concreta vinculada a su ciudad, tenían un contenido social. Además de las ya mencionadas sobre la inundación, escribió “El andamio y las brasas”, que se dio por LT11 y luego en Buenos Aires, que cuenta la historia de un albañil que estaba trabajando en la construcción de un edificio de departamentos (“el primer edificio de departamentos de Concepción del Uruguay, el edificio Guini”) y se reprochaba a sí mismo que él no había podido ser capaz de terminar su propia casa. Esa contradicción entre su oficio de albañil para otros y su falta de una casa adecuada para su familia “Mis novelas no tenían cualquier argumento. No era la chica pobre con el chico rico o al revés. Si no que eran problemas, todas presentaban un problema. Por ejemplo hubo una novela que se llamaba – era la época que empezaba a ser como una peste el divorcio –  “Un amor que se humilla” y era la historia de una mujer que hace todo lo que puede hacer y acepta todas la humillaciones de su marido para no destruir su hogar. Era casi contraposición con lo que estaba en boga. 

Un final trágico
Una obra suya también se vio involucrada en una tragedia real. Eso sucedió con “Allí va Caín”.  “Esa novela nació cuando yo había llevado una tarde a mis hijos al circo y había unos trapecistas muy buenos. Vi serie de situaciones con las cuales podía escribir algo. Y cuando salimos de la función mis hijos descubrimos que había un pequeño zoológico. A  los chicos les encantó. Había un león que de la jaula le salía una parte de la cola y a mi hija no se le ocurrió otra cosa que agarrarle la cola y tirársela. Entonces, el león largó un rugido que se debe haber escuchado a la distancia. Yo corrí para sacarlo. Y en eso se acerca un extra del circo y me dice: quédese tranquila señora, el león es muy viejo y la jaula es muy segura. Ahí terminamos riéndonos y él se quedó conmigo conversando y como yo tenía esa idea de hacer una obra de ambiente circense, empecé a hacerle preguntas sobre la vida sobre como estaban, sobre qué hacía, sobre cómo se preparaban. Estuvimos como una hora. 
Marisa Allende en un homenaje
“Así nació “Allí va Caín”. La novela fue representada por Radio Belgrano. 
“Estaba por el capítulo 17 cuando  leo en el diario, en la tapa, “Ttragedia en un circo”, y era ese muchacho con el cual yo había hablado en el circo, se había caído del trapecio y se había matado. Yo a, pesar de los años transcurridos no puedo definir cómo fue el sentimiento que tuve en ese momento,  porque en la novela que yo había escrito, el trapecista moría al final, era una de las novelas que terminaban mal. Y me invadió una sensación de culpa, como si yo me hubiera adelantado. Y esa novela fue un éxito muy grande.
Tiempo después mi esposo, para el ciclo El radioteatro de Marisa Allende, eligió “Allí va Caín”. Yo le dije, si hay 30 obras para elegir por qué tenés que elegir esta. Y él me dijo: porque el personaje protagónico de esa obra es uno de los mejores personajes que vos has escrito. Y esa obra, a pesar de que se daba a las once de la noche, mis chicos de 6, 4 y 2 años tenían permiso para escucharla porque actuaba papá. La escuchaban en la pieza de la abuela, en la cama grande. Cuando esa obra terminó, aparecieron los tres en fila y la mayor me encaró y me dijo: “¡por qué lo mataste a papito!” 

Fuente: Entrevista C. del Uruguay, septiembre 2 de 2006.

4/3/18

Manuela Tejedor, un recuerdo a través de la entrevista


Por Rubén Bourlot

Manuela Tejedor comenzó su labor radioteatral con el seudónimo Manuca Montes, en la compañía de su suegro, Felipe Santángelo en la radio de Paraná. Pero, como ya se consignó anteriormente, Manuca bebió el arte dramático desde la cuna en el circo familiar y tuvo oportunidad de hacer sus primeras incursiones en la radio rosarina, meca del radioteatro en la década de 1950. El circo marcó profundamente su carácter y el destino de su vida. En ese ámbito se conoció con su esposo, Raúl Santángelo con quien constituyó una de las parejas más reconocidas del radioteatro entrerriano.

"Yo me crié en el circo - dice -. Desde que tengo uso de razón yo hice obras, las segundas partes le decíamos nosotros, y la primera parte también. Hacía contorsiones, hacía escalera con mi hermana, hacía el alambre, caminar sobre el alambre, en fin varios números. Es decir, me crié trabajando.
“A mí me dieron un premio por los cincuenta años. Un premio nacional por los cincuenta años de teatro.
"Y ahí [en el circo] hacíamos, por ejemplo de Alberto Vacarezza, El último gaucho, El calvario de una madre, El rosal de las ruinas, Fanfarrón pero derecho, Los chicos crecen, la obra de Darthés y Damel , Juan Moreira, Santos Vega, Los cardales, que nosotros le poníamos La venganza del arriero, para hacerlo más llamativo, porque los cardales no dice nada. Creo que también es de Vaccarezza Los cardales, Llegan parientes desde España. Esa siempre la hacíamos de debut, porque es una obra muy linda, y salía muy bien. El circo era de mi hermano y aún sigue trabajando [actualmente con el nombre Lowandi]."
Los carromatos y vagones del circo la llevaron por toda la república.
"Yo me casé a los 19 años - cuenta - y seguimos con mi marido ahí. Yo lo conocí porque ellos vinieron a trabajar con nosotros. Él y los padres. Él hacía galanes, hacía secretaría... los trabajos de afuera. Hacía maestro de pista que es el que presenta los números. El que toca el pito... antes. Ahora ya no se usa". (1)
En un relato de Eduardo A. Lorenzo en su libro “Crónicas de mi Pueblo”, hallamos el paso de Manuela por la ciudad de residencia de su familia, Victoria. Escribe Lorenzo que en la Romería de la Sociedad Española, una tradición en la ciudad de las siete colinas, tras una jornada de ágapes y homenajes se pasaba a los bailes donde
en los concursos de jota siempre se destacaban Doña Manuela Tejedor (madre de los muchachos del circo de los hermanos Tejedor), las señoritas Fe, Esperanza y Caridad Riquelme, Don Lapresa y Oitavén". (2)
Manuca Montes, Raúl Jordan
y Abelardo Santangelo
En Paraná los esposos Santángelo se incorporaron a la compañía de Felipe en 1953, y en 1959 se afincaron definitivamente en Concepción del Uruguay formando la compañía propia que marcó una época en el radioteatro, y en la actividad teatral, posteriormente. Manuela por esa época adoptó el nombre artístico Manuca Montes.
La gran repercusión que tenía la compañía se podía palpar durante las giras. Manuca cuenta que se presentaban por toda la zona de influencia de la emisora, LT 11,
"hasta 60 kilómetros, 100 kilómetros, donde  se podía arreglar una pista, una escuela, un salón de cine. En fin, donde nos daban lugar. Los pueblos eran todos los de acá a la vuelta: Colonia Elías, Caseros, Herrera, San José... todos esos pueblos. Hasta ese pueblo que era de los ferroviarios: Basavilbaso. Y las colonias: colonia La Suiza, pista La Marcianita (colonia Hughes). Incluso viajábamos con una orquesta - en ese entonces no teníamos camioneta ni nada -. Viajábamos con la orquesta de [Enrique] Zanardi. Entonces nosotros, después de la función, teníamos que aguantarnos el baile hasta no sé qué hora, hasta las cinco de la mañana. Sentaditos ahí hasta que terminara el baile para que él nos trajera de vuelta.
"Todos los días que se podía trabajábamos. Todos los días salíamos. Cuando uno tiene un negocio tiene que levantar la cortina todos los días. Hacíamos el capítulo a la tarde. A veces lo grabábamos, cuando era muy lejos la localidad donde trabajábamos, grabábamos el día anterior para que quedara grabado.
"Y en cada lugar se armaba la escenografía. Me acuerdo que en una pista de Vence, [el lugar para la actuación] era un ruedo de arpilleras alrededor del escenario y ahí las sillas. Había mucho viento, entonces no se podían poner los decorados. Entonces se empezó la obra y uno anuncia: 'Primer acto, la casa del conventillo del Rubio Millán' - vivía en un conventillo-. Decorado: 'las arpilleras...' porque imposible poner decorado. El segundo acto: 'en la casa del juez Arístides de la Vega', se llamaba el juez... 'siguen las arpilleras' - decía -. Es claro, si no se podía cambiar ni poner nada. El viento, había un viento terrible". (3)
Sus hijos también continuaron vinculados al medio. La hija Zaída integró desde joven las compañías de radioteatro y teatro, y Abelardo es locutor de LT 11.
Cuando el radioteatro fue desapareciendo del medio, la familia se volcó al teatro independiente.
Su esposo falleció en el 1973 y a partir de ahí Manuela adoptó el seudónimo Manuca Santángelo, como se la conoce en el ámbito de la actuación teatral. En 2006 integraba el elenco de teatro dirigido por Héctor Ferrari que puso en cartel una versión de El conventillo de la Paloma, de Vaccarezza.


1 Tejedor, Manuela (2006, septiembre 29). Entrevista, C. del Uruguay.
2 Yaber, Jalil. Del anecdotario popular. Extraído de http://www.turismovictoria.com.ar/espanola.htm.
3 Tejedor, cit.

22/10/15

Olguita Cinto, la “chispita rutilante"

Por Rubén Bourlot (Publicado originalmente en Orillas)

Un pequeño suelto publicado en la revista Chispas de Paraná, en 1945, informa de la actuación de la “precoz actriz” Olguita Cinto en el radioteatro “Evocación” que se emite en la radio LT 15 de Concordia. Son tiempos sin la imagen de la televisión, cuando las obras melodramáticas ganan los titulares de la revistas de espectáculos. En Entre Ríos, el año 45 marca el inicio de la radiodifusión local y con ella de los radioteatros con actores y actrices del lugar.
Caracterizada como soldadito
Olga Cinta Barnada era, como se decía en la época, una niña prodigio. Hacía sus primeras armas en la danza y también recitaba. Era natural que fuera convocada por las compañías radioteatrales pioneras para integrar sus elencos.  Además de Evocación, participó de varia obras más, como Zacha… El gitano, la obra de Luis Pozzo Ardizzi, con la compañía de Ricardo Sandoval, con la cual salía de gira por los clubes y teatros de la zona y de Salto, Uruguay.
Un programa del Club Ferrocarril, de 1945, anuncia la presentación de la obra Caperucita Azul, comedia dramática de Isidoro Rossi – sí, el mismo que es autor de la Marcha de Entre Ríos – que tenía en el papel principal de Caperucita a Oguita Cinto.
El Diario de Concordia la califica en una nota como la “Chispita rutilante” de LT 15, y comenta la gira de la embajada artística de Concordia auspiciado por la radio que incluye a la “precoz artista Olguita Cinto Barnada, cuyas encantadoras aptitudes hace tiempo deleitan a los públicos que se renuevan en el teatro del Ferro.
“Olguita Cinto Barnada tiene mucho ángel en su carita de serafín travieso. El capullito de su cuerpo, de armoniosa plasticidad, es una euritmia viva e inquietante…” Y continúa con un rosario de halagos.
Envuelta en un trajecito militar, suele hacer las delicias del público bailando El Soldadito, “bailecito de fantasía” como se anuncia en un diario.
En el Radioteatro de LT 15 en 1945 
Otro artículo de El Heraldo la califica como “precoz y dual artista, lo mismo actúa con soltura, compenetración y naturalidad en la interpretación ya sea poética o en la comedia, come en el arte de Tersipcore, cuyas piernas se transforman en su alma que se desborda generosa y prodigiosamente en los distintos movimientos que parecieran ser el pentagrama donde la emoción del baile va trazando sus gamas sensitivas y descriptivas…”
Unos años después la encontramos en otro programa del club Ferrocarril en su papel de cantante y bailarina clásica y popular, que incluye varias interpretaciones, entre otras cantando y bailando el muy difundido tema de la época La Raspa. En 1952, un anuncio de un festival del cine Odeón, invita a verla cerrando la velada, donde “compuso un Capricho Italiano, de P. Tchaicovsky, digno de sus conquistados prestigios en la interpretación de tales danzas”, relata la nota publicada por el diario El Litoral.
Su intensa y promisorio actividad artística se interrumpe con su traslado a Buenos Aires a mediados de la década del ’50.
“A los 17 ó 18 años, no recuerdo bien, ella vino para la Capital Federal – cuenta su hija María Fabiana Fernández -.  Aquí terminó sus estudios, se recibió de maestra e hizo los profesorados de educación física y danzas folklóricas.
“Se casó con mi padre el 8 de febrero de 1963 y tuvo 3 hijos de los cuales soy la mayor.
Bailarina clásica
Si bien su carrera artística quedó en Concordia, jamás se arrepintió de ello ni se sintió frustrada por tal cosa; todo lo contrario. Abrazó la docencia y el folklore con pasión pero mayor fue la pasión que puso en su familia”
Otra de sus hijas, Daniela, fue la que siguió los pasos de su madre en el ámbito del arte y los medios*.
Olga, la recordada Olguita que se subía a una silla para pronunciar los diálogos del radioteatro en la entonces radio Concordia, falleció en Buenos Aires el 28 de enero de 2011.

* Es bailarina y trabajó como movilera de Nico Repetto y en comedias musicales de Pepe Cibrián, en Calle 42 junto a Violeta Rivas y en Chicago el musical, entre otras. También en televisión con Reina Reech, "Reina en Colores", y Hugo Midón en “Vivitos y Coleando".
Fuentes: testimonios y archivo personal de Mariana Fabiana Fernández.

15/9/11

Camila Quiroga, una estrella de los primeros tiempos

(Extractado de El radioteatro en Entre Ríos, testimonios de una pasión popular)

Camila Quiroga nació en Federación y descolló en el teatro a nivel nacional e internacional. También incursionó en el radioteatro de las grandes emisoras de Buenos Aires. Nació el 19 de marzo de 1891, en Federación, en la casa del abuelo Constantino Saltery, actualmente sede del Museo Regional que lleva su nombre. Falleció en Buenos Aires el 28 de febrero de 1948.
Fue la gran actriz dramática de su época y también protagonizó obras de radioteatro en las décadas de 1930 y 1940. En1934 actuó en Radio Stentor y Radio Belgrano. En 1936 en Radio El Mundo y en 1942 en Radio Prieto. Por Radio Stentor, en 1934 se trasmitió Pirincho, el hijo del bosque de José González Castillo, una obra para niños, que representaba su compañía en el Teatro Corrientes.
Quiroga alcanzó la consagración con la compañía de Pablo Podestá en 1917 estrenando la obra de Emilio Berisso Con las alas rotas. Recorrió diversos países de América y de Europa dando a conocer el teatro argentino. Fue declarada huésped de honor en las ciudades de México, La Habana, Caracas, Lima y Bogotá. Recibió condecoraciones: Gran Oficial de la Orden de Santiago de la Espada del Gobierno portugués y la Gran Cruz de la Orden del Mérito del gobierno chileno.
Fue actriz de cine, cine mudo y cine sonoro. Hizo el papel de la madre en Viento Norte (1937). Su última película fue Veinte años y una noche dirigida por Alberto de Zavalía. De su actuación en al Manhattan Opera House de Nueva York opinó el New York Times de la siguiente manera:
"Todos los elogios que se habían hecho de Camila Quiroga no fueron exagerados; en su debut en Nueva York demostró que domina y conoce a fondo todos los modernos secretos escénicos, y que sabe ser superlativa evitando los superlativos, al par que suaviza las durezas de la emoción en un perfecto control de temperamento. Su éxito ha sido triunfal".
El Diario de Paraná, del 7 de julio de 1938, anuncia la presentación, en el teatro 3 de Febrero de Paraná, de la "artista eximia" Camila Quiroga con la obra Canadá del italiano Giulio Viola. El artículo elogia el prestigio de la intérprete "que a través de los escenarios más calificados de Europa y ante los públicos más calificados del mundo ha
conquistado una nombradía extraordinaria en su arte eximio."

26/4/11

El radioteatro rebrota en Entre Ríos

Por Rubén Bourlot

En los albores del siglo XXI el género radioteatral recobra vigencia en las radios de Entre Ríos. Este formato radial que floreció entre 1945 y 1970 aproximadamente en las emisoras históricas de la provincia está siendo revalorizado como un forma de trasmitir contenidos, emociones y entretenimiento en la era de las comunicaciones masivas, inmediatas y globalizadas. Con las correspondientes adecuaciones a las nuevas tecnologías y con un dinamismo distinto para despertar la atención de una sociedad acosada por las urgencias, el radioteatro volvió a germinar a partir de esa semilla que permaneció en latencia durante algunas décadas.
En la radio AM de La Paz se propaló el ciclo de radioteatro de la tercera edad, que en el 2006 recibió en Mar del Plata "Faro de Oro" al mejor programa cultural de radio del país.
La radio de Concepción del Uruguay cada tanto renueva el género con obras realizadas por actores locales, inspirados por la presencia de Mary Charriere, cultora del género y de la autora de radioteatros Marisa Allende (seudónimo de María Luisa Casanova de Galotto) y recientemente se llevó a cabo un ciclo denominado “Radioteatro para ver” en la sala de Casa de la Cultura, protagonizado por el grupo "La llave" con la puesta de obras originales Marisa Allende.
En LT 15 de Concordia se emiten mini radioteatros picarescos los sábados que a su vez son retrasmitidos por la red de internet.
En Paraná, un grupo de actores, autores, sonidistas y relatores encabezados por Ana María Veit terminan de editar un radioteatro histórico seriado en cinco capítulos sobre la vida de Francisco Ramírez, titulado Ramírez, patriota de la primera hora que se emitirá en radios de la provincia y se ofrecerá como material educativo.
La radio AM de Paraná, LT 14, también comienza en abril a emitir un ciclo diario de radioteatro con el formato más clásico, aunque algo más reducido en su duración para captar la atención del oyente. Cada obra se difundirá en el término de una semana, con capítulos diarios que no superarán los 20 minutos. La primera obra a emitirse es Estación Terminal de Marisa Allende y luego Mi esposa recibe anónimos, de la misma autora. Otro radioteatro que se grabará próximamente será Dejad el balcón abierto, de Ester Brafa, sobre un imaginario encuentro entre Eva Perón y Federico García Lorca.
Este movimiento de rescate del género tuvo como uno de los disparadores la publicación del ensayo El radioteatro en Entre Ríos, testimonios de una pasión popular, en el 2007. 

11/8/08

El radioteatro en Entre Ríos

Por Rubén Bourlot

Hace más de 60 años, hacía su aparición el radioteatro, ese mundo de magia y fantasía que compartìa el dial de las radios argentinas en las décadas del 30 y del 40
Uno de los elementos básicos de la transmisión radial es el uso de la imaginación. De esta fuente inagotable sacaba su fuerza el radioteatro. En la provincia de Entre Ríos también los oyentes se reunían en familia, todos los días a la hora del almuerzo, o por las tardes, a la hora del mate, paralizando sus labores, y se pegaban al receptor para seguir las historias de sus personajes favoritos: el León de Francia, el gaucho Mate Cosido o la Rubia Mireya.

El 45. Llega la pasión.
Los tres centros emisores: LT 14, LT 15 y LT 11

Con la instalación de las radios locales a partir de 1945, comenzó un proceso de mayor acercamiento de las compañías con el público entrerriano que conocía el radioteatro a través de las radios de Buenos Aires, Rosario y del Uruguay. Al instalarse las primeras radios en la Provincia el género hizo pie mediante las compañías que provenían de Rosario y Buenos Aires para realizar temporadas en las emisoras locales como las que se formaron al calor del nuevo medio. Las representaciones teatrales de las obras se multiplicaron ocupando también otros espacios distintos a las salas de teatro y de cine.
En 1945, en Paraná y Concordia se inauguran LT 14 y LT 15 respectivamente, integrantes de la Primera Cadena Argentina de Broadcasting con cabecera en Radio Belgrano. Posteriormente, en 1951 nació LT11 de Concepción del Uruguay, integrando la Red de emisoras Splendid.
La radio de Paraná tempranamente incorporó el radioteatro como componente central de su programación. En 1945 se emitían Alma de piedra, auspiciada por sedería La Cumbre, Santa y Rumbos desconocidos de Luis M. Gran con el auspicio de tiendas La Pampa.
Entre los primeros directores de compañía locales se mencionan a José Luis Olivero y Martha Dorgan, esta última actriz y libretista. También se lo menciona como uno de los pioneros a Horacio Sosa, que fuera conductor de programas y director artístico de LT14. Sostiene Magistrelli que “el primer radioteatro que se hizo en Paraná, lo hicimos nosotros. Lo dirigía un señor Horacio Sosa. Hicimos tres o cuatro obras cuyo nombre no me acuerdo. Una era El boyerito de la cara sucia [la obra de Omar Aladio]. Después hicieron El León de Francia donde ahí yo no quise: hacía las cosas que me gustaban y las cosas que no me gustaban no las hacía [...].”
Cristina Elizalde (nombre artístico de Nélida Ester Scetta), una de las primeras locutoras de LT 14 era también actriz y directora de obras de radioteatro infantil que, según testimonia Adolfo Golz, escribía Arnaldo H. Cruz. Elizalde, como La tía Cristina, conducía la audición "Rincón de los niños" por LT 14 en donde se introducían las dramatizaciones actuadas por los niños. Una publicación de 1947 dice de Elizalde que "ha sabido ser una 'locutora' persuasiva y brillante, y a quién los avisadores han preferido más de una vez: ha sabido ser una 'animadora' de jerarquía, en cuya intervención se percibía fácilmente su contagiosa simpatía, la constante animación de su espíritu y el colorido de su presentación oral. Y ha sido también la 'actriz' inteligente y apasionada; la actriz de cuya plasticidad temperamental, sacaron partido, todos los libretos y todas las situaciones radioteatrales".
El elenco infantil de "Rincón de los niños" también representaba obras en los teatros, como se informa en la revista Guía de 1950. En la misma se anunciaba la presentación en el escenario del Teatro "3 de Febrero" del "poema escénico musical" Rosas en la nieve, de María Alicia Domínguez y Armando Schiuma, inspirado en la vida de Santa Teresita del Niño Jesús.
A fines de la década de 1950 actuó en la radio de Paraná la compañía de Domingo Gago, conocido por su personaje “El negrito Faustino”, creado por Audón López. En 1959 "La compañía juvenil de Domingo Gago" ponía en el aire, a través de LT 14, La pasión de Juan Moreira de Héctor Bates, con la actuación de "la estrellita Syrley Rivas" y un elenco compuesto por Marta Montero, Osvaldo Martínez, Rudy Margot, Héctor Guzmán, María Elisa Linares, Fernando Martín, José V. Navarro y José Luis Navarro. Gago con su compañía actuaba en radios de Rosario, LT 9 de Santa Fe y LV 2 de Córdoba.
LT 15 de Concordia también tuvo radioteatros en la década de 1940. Una revista de la época informa que en 1945 se irradiaba el radioteatro Evocación donde actuaba Olguita Cinto, precoz actriz de 7 años. Para 1947 llegó a Concordia la compañía de Tato de Serra, reconocido también en el ámbito del teatro y del cine nacional. Otro de los pioneros en Concordia fue Luis Solano (Luis Solano Quesada), actor de origen peruano que trabajó durante varias temporadas en la ciudad con una compañía formada por actores del teatro independiente local. El relator J. J. Portillo asegura que "la compañía más destacada de Concordia fue la de Luis Solano Quesada, un marino peruano muy anciano que formó una compañía de radioteatro en Concordia. Fue el pionero en nuestra ciudad. Muy poco conocido es este tema. Se radicó en Concordia - vivió en calle Rivadavia y Alberdi -, y él fue el primero que impuso el radioteatro con una compañía propia de Concordia". Luis Solano había integrado, en Buenos Aires, la compañía de Lola Membrives.
El radioteatro infantil estuvo presente en los primeros tiempos de la radio concordiense. En la década de 1950 se emitía Las aventuras del capitán Tabito, cuando dirigía la radio Rubén Aldao, que años después tendría una destacada labor en emisoras de Capital Federal. "Era un programa de ficción similar a La pandilla Marylín", dice Oscar Cisterna, uno de El primer elenco de radioteatro de LT 11 de Concepción del Uruguay se formó con un grupo de actores locales, y se denominó "El radioteatro del Hogar", dirigido por Teodoro Galotto. Dice una de las actrices que integró ese primer elenco, María Marclay, que cuando se fundó la emisora como filial de la Red Splendid, trasmitía, entre otros, el radioteatro de las diez de la noche con Oscar Casco e Hilda Bernard. Fue así que en la radio decidieron tener un elenco propio que estuvo conformado por la citada Marclay (con el seudónimo de Susana Durán), Adriana Galván (esposa del reconocido locutor de la radio Tito Bonus), María del Carmen Minatta, con el seudónimo de Mónica del Río, Cecilio "Coco" Martínez, Juan Carlos Naveira, Alberto Errecart con el nombre artístico Alberto Luque y la juvenil Iris Yunque, seudónimo de Mary Charriere. Los relatos estaban a cargo de Federico Lombardo, Rosalía Charriere y Celso Villanueva. Técnico operador era Oscar Lupis.
En 1950, José Olivero encabezaba el elenco de radioteatro de LT 14, acompañado por la primera actriz Margot Villar, que ponían en el aire radionovelas de Juan Carlos Chiappe; entre otras Y ella esperaba, Lucía, la Federala y Lisandro Fierro, el tropero en el horario de las 17. En la crónica que anunciaba esta última obra se la caracterizaba como “de hondo contenido dramático cuya acción transcurre en la época de Federales y Unitarios”. Otros actores que acompañaban a Olivero eran Elias Sbott, Marita Frutos, Guillermo Fonseca, Juanita Rey, Aldo Bregant y Celia Ocampo. Gladis Medina era la relatora, Manuel Fernández Avendaño estaba a cargo del sonomontaje y Aníbal Luis Gandino era el técnico en sonidos.
El relator de la compañía era el locutor de LT14 Aldo Bregant que también cosechaba los elogios de una crónica de la época por su actuación teatral en el escenario del Teatro 3 de Febrero. Bregant fue protagonista en la obra teatral La gloria de Yapeyú dirigida por Pablo Oscar Carniglia, representada durante la Semana Sanmartiniana en el Teatro obrero de la C.G.T. Luis Perriere agrega que el locutor y actor también trabajó en radio El Mundo de Buenos Aires y en medios de Mar del Plata.
Otra de las pioneras del género radioteatral en la radio de Paraná fue Martha Dorgan, actriz y libretista que irrumpió ante los micrófonos de la emisora en agosto de 1950 con un novedoso espacio denominado Sea usted hoy nuestro astro o estrella, que tenía por objetivo incorporar nuevos actores para el radioteatro. Los aficionados participaban actuando los libretos escritos especialmente por Dorgan, y acompañados por el actor Mariano Balcarce.
“En el mismo - dice la crónica -, se hallan cabida todos los aficionados al radioteatro que quieran demostrar sus condiciones, tocándole al público definir por votación, cuáles serán los triunfadores que pasarán a formar parte de la compañía que prepara la escritora Martha Dorgan (...).”
Así se formaban los actores que se sumaban al novedoso género local, además de los que provenían del teatro vocacional, como del ya mencionado y legendario grupo "Casacuberta", del circo criollo y también los actores improvisados a los que apelaban las compañías en casos de emergencia, como se informa en una revista de espectáculos: “Impedida de actuar la actriz Margot Villar en un capítulo de Lisandro Fierro, el tropero, fue reemplazada con singular acierto por una empleada de las oficinas de LT 14”.
En septiembre de 1950 se comenzó a irradiar la novela escrita y dirigida por Dorgan, El extraño secreto de una madre. Actuaban en la misma María Dorgan, Gladys Medina, Margot Villar, Luis Cenobbio, Clara Valdez, Luis Velazco, Alberto Rendo, Mario Gettó, Carlos del Mar, Arturo Castro Méndez, George Northscott, entre otros.
En la década de 1950 actuó en LT 14 la compañía de Felipe Santángelo, hermano de Héctor Santángelo, el fundador del grupo Casacuberta. Cuenta Manuela Tejedor (Manuca Montes o Santángelo en la vida artística):
“Nosotros empezamos a trabajar en Paraná en el año 53, con mi marido Raúl Santángelo y mi suegro Felipe Santángelo. Hicimos la obra Perdonar es divino. […] La compañía era nuestra; de mi suegro y de mi marido. Y traíamos gente de Rosario que nos ayudaba. Después hicimos Furia, por ejemplo. [...] Hicimos cuatro temporadas en Paraná, siempre con novelas distintas y elencos distintos. Con nosotros estuvo la señora Nélida de Mendoza que es autora, que ya falleció, y Adolfo Marzoratti que era el esposo de ella. Ellos eran gente de mucha experiencia en radio. Estuvieron en LT 14 y después vinieron acá [a Concepción del Uruguay] con nosotros”.
El galán y primer actor Luis Roberto Volpi, oriundo de Rosario, actuó con su compañía en LT 14 de Paraná y en LT 11 de Concepción del Uruguay.
En Paraná, en la década del 50, tenía en su elenco a destacadas figuras como Oscar Pizani, Rudy Margot, Osvaldo Bustinza, Silvio de Mendoza y Lucy Dantés (actriz y locutora rosarina de prolongada trayectoria).
Después se trasladó a Concepción del Uruguay con su compañía y fue quien inició el denominado radioteatro comercial con las respectivas giras. Según testimonia José Osvaldo Maffey, que debutó como actor con Roberto Volpi, la primera obra que realizó la compañia fue Pancho Ramírez, el Supremo Entrerriano que recreaba la vida del principal caudillo de la provincia. Volpi solía convocar concursos para incorporar actores, entre otros el citado Maffey. Marcelo
Los esposos Hugo Sigal y Mary Melo encabezaron una reconocida compañía radioteatral que actuó en LT 15 Radio Concordia. Oscar Bordaçahar, que hacía el papel de galán, precisa que luego de hacer el servicio militar "estaba aquí en Concordia la compañía de Hugo Sigal que era un director de radioteatro y pasé a integrar su elenco y trabajé con él. Tomó casi todo el elenco que era de don Luis Solano, del Club Ferrocarril. Hicimos El León de Francia que fue el éxito más resonante [...]”.
Luis Jullier, era santafesino oriundo de San Gerónimo que se convirtió en una de la figuras más convocantes del radioteatro paranaense. Pasaron por su elenco actores santafesinos y locales como Julia Vilmar, Daniel Torres, Linda Abasto, Carlos del Mar (seudónimo de Carlos Topino), Margot Villar y Juan Carlos Acosta que interpretaban, entre otras, la clásica radionovela inspirada en la vida de Juan Moreira, personificado por el propio Jullier. El relator de sus obras era Luis Perriere, locutor de LT 14. José Luis Navarro y sus hijos José Victorino (con el seudónimo de Victorio Blasutti) y Dora actuaron en varias obras, como la exitosa El negro Tom, adaptación de Roberto Albarracín, Mate Cosido, El León de Francia, El Diablo rojo, entre otras. Según testimonian Luis Perriere y José Victorino Navarro, Jullier también escribía sus propios libretos. "Yo lo tengo presente a Luis Jullier porque el venía todos los días con el capítulo recién hecho". Con su compañía, además de LT 14, actuó en radios de Santa Fe y Corrientes, donde se lo encuentra realizando El último gaucho, obra clásica del repertorio circense.
Raúl Jordán, nació como Raúl Santángelo, hijo de Felipe Santángelo y sobrino de Héctor, ambos vinculados al circo y al teatro. Raúl formó parte de los circos criollos, y presumiblemente nació en uno de ellos en Los Ralos, Tucumán. Entre otros estuvo en el Circo fundado por Ramón Tejedor y ahí conoció a su futura esposa, Manuela Tejedor, con quién unirá su destino en el radioteatro y el teatro después. Juntos compartieron las giras con la familia Tejedor por todo el país y comenzaron a incursionar en el radioteatro.
Cuando el matrimonio se retiró del circo en 1953, se trasladó a Paraná para integrarse a la compañía radioteatral de Felipe Santángelo que tenía en su elenco a Nélida de Mendoza. "Ella era autora - recalca Manuela Tejedor -, ella hizo Yo no tengo la culpa [...]. Después hicimos otras cómicas también de ella".
En 1959 el matrimonio Santángelo - Tejedor se trasladó a Paysandú para iniciarse con su propia compañía en CW 39 Radio La voz de Paysandú, donde pusieron al aire Soy Fortunato Corrales, el zonzo de Pastizales y la llevaron en gira por todos los pueblos cercanos. Poco tiempo después se radicaron en Concepción del Uruguay y se asociaron a la compañía de Volpi, para hacer entre otras obras, El Rubio Millán. Cuando Volpi se retiró de LT 11, Raúl Jordán formó su propia compañía para dar comienzo una prolongada etapa radioteatral. Jordán solía hacer tanto papeles de traidor como los humorísticos. Son recordados los personajes de la famosa serie Tijereta Vizcacha de Nélida de Mendoza, entre otras Soy Tijereta Vizcacha, el terror de las muchachas y Con Tijereta y el inglés la estancia anda al revés. Tanta fue la penetración que tuvieron estas obras que el actor se fundió con su personaje: "Tijereta Vizcacha". De alguna manera fue el heredero de Adolfo Marzoratti en el personaje.
El elenco de la compañía Rubén Grey e Iris Yunque - nombres artísticos de Oscar Troncoso y Mary Charriere, respectivamente - tuvo durante años a su cargo el radioteatro de las diez de la mañana. Actuaba como compañía estable de LT 11 de Concepción del Uruguay, con el entusiasta apoyo del director de la emisora, Jacobo Korach. Interpretaban las obras del característico radioteatro familiar para escuchar, ya que no se presentaba en los teatros. Se emitían creaciones de autores locales como Marisa Allende y Eugenia Orleguy y libretos que se solicitaban en Buenos Aires y Rosario. Por esa época el elenco estaba constituido por Laura Galván, la señora de Aguerre, actriz y cantante lírica, Coco Martínez, que obtuvo el premio Podestá, Esteban López que era un actor de carácter, Mónica del Río, Quela Trias y Delia Berocay.
"Delia Berocay, en Nazareno Cruz y el Lobo hacía la Lechiguana, y su alarido erizaba la piel. La gente esperaba el alarido de la Lechiguana", acota Mary Charriere.

Las giras: El contacto con el pueblo

Las actuaciones en vivo con la versión teatral de las obras fueron un capítulo aparte en la dinámica del radioteatro. El público acudía masivamente para ver a los protagonistas, de quienes conocía sólo sus voces, particularmente en los pueblos y colonias alejadas de la ciudad donde tenía su sede la emisora. Los vecinos de la radio, en tanto, contaban con la posibilidad de asistir a los estudios para presenciar las transmisiones, como en LT 14. Luis Perriere recuerda que el auditorio tenía capacidad para sesenta personas y se hacía una cola de varias cuadras para sacar las entradas.

“¡Cómo besa Rubén!”

Oscar Troncoso, conocido por su seudónimo de Rubén Grey, relata las giras que realizaba con la compañía de Raúl Jordán. “En esa época cuando la televisión no había hecho su entrada, ir a hacer afuera teatro comercial - llegabas a lugares donde no había escenarios - era todo un suceso. En una oportunidad llegamos a una colonia a las cinco de la tarde, pleno invierno, un frío terrible y no había nada. Un patio desolado, ¿qué hacemos acá? Empezamos a buscar y encontramos dos tirantes muy grandes y le digo a Raúl [Jordán] '¿y si los plantamos y ponemos el telón?', y se plantaron los dos postes y pusimos un telón... Esa noche hubo más o menos unas trescientas personas, no sé si no era colonia La Guachas... Entonces estábamos detrás del telón - nos vestíamos todos detrás y la gente sentadita - y Raúl Jordán golpeaba las manos y decía: 'Atención va a comenzar la función la compañía de...' y hacía toda la perorata. Empezaba la obra. Salíamos a escena. Supongamos que se desvanecía un actor o lo herían y caía y terminaba el acto y la gente aplaudía a rabiar, y entonces [el actor] se levantaba y se iba para atrás del telón. Después de muerto tomaba vida y se iba detrás del telón. Era todo ficticio. Era una imaginación... La gente aplaudía a rabiar.
“Hemos hecho funciones con diez o doce personas porque llovió, no pudieron venir, frío. Y... ¿qué hacemos? Bueno, vamos a dar la función.
“Se llevaba la fotografía de la compañía. Te la sacaban de las manos.
“En esos clubes había cantina. La gente venía de muy lejos y estaban hasta la madrugada y siempre alguna copita alguno se tomaba demás. En una oportunidad estábamos con Raúl Jordán y me dice 'Buscame cigarrillos, por favor'. Entonces fui a buscar cigarrillos, trajecito celeste - yo era el que le pegaba a mi madre en la obra -. Salgo por detrás del escenario y me voy a la cantina y le digo al cantinero: 'por favor dame dos Jockey Club' y siento una mano que me toma del cuello, prácticamente me levantó en el aire - yo era una gurrumina - y me dice: '¿Así que vos sos el que le pegás a tu madre?'. Menos mal que me lo sacaron de encima a ese señor. El hombre estaba posesionado. Creía que realmente yo le pegaba mi madre. Son cosas que uno la vivió. Las cuenta y dice: no, no puede ser.
“Otra cosa. Yo trabajaba en el banco, en ese entonces no tenía jerarquía, salía a hacer inspecciones. Llegaba a una casa a hacer una inspección diez menos cinco de la mañana. La señora me decía: 'por favor, haga el trabajo rápido que tengo que escuchar el radioteatro...' y era yo, me escuchaban a mí. En otra oportunidad llegué a una casa de familia y estaban todos reunidos y todos pendientes del radioteatro, y una mujer decía: '¡cómo besa Rubén!', y yo estaba al lado. Nadie sabía quién era yo”.

¡Gracias, Lagos!

En LT 11 de Concepción del Uruguay, el relator Raúl Lagos era todo un símbolo en la compañía de Jorge de Torres, que popularizó la frase "¡gracias, Lagos!" y aún se pronuncia como muletilla.
"Los relatores... un intérprete más - dice Mary Charriere -. Nosotros tenemos a Raúl Lagos, ese era el que estaba con Jordán que iba a los teatros y ayudaba, se metía en la compañía porque era un actor más... Los otros días iba uno en bicicleta y le dice a otro ‘¡gracias Lagos...!’. A mí me dio una cosa... Él es el que dijo ‘hay que correr las paredes’ y eso enardecía a la audiencia. Porque claro, iba a colonia Hughes, iba a Las Guachas... Imaginate, Las Guachas le ha quedado a la gente por el doble sentido: ‘esta noche nos vamos a Las Guachas”.

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Extractado de “El radioteatro en Entre Ríos”, de Rubén Bourlot, Ediciones del Clé, Paraná, febrero de 2007.
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