8/4/19

Floro, el charrúa de Villaguay

Por Rubén Bourlot
Publicado originalmente en la revista Orillas.

Las diversas parcialidades de origen charrúa ocuparon gran parte del territorio entrerriano hasta bien entrado el siglo XIX. La información histórica tradicional dice que los últimos fueron exterminados en el combate de La Matanza (Victoria) por el teniente de gobernador de Santa Fe, Antonio de Vera y Mujica, pero no fue tan así. 
Sostiene el investigador José Pedro Rona (1) que si consideramos que güenoas, minuanes, mbohanes y otros grupos podrían formar parte del ‘gran complejo charrúa’, nuestra provincia sería tan charrúa como el Uruguay. Los rastros que persisten de este pueblo son escasos u ocultos. La fuerte influencia de los guaraníes, que solo poblaron  las islas y costas de los ríos Paraná y Uruguay, dominaron con su cultura y dejaron ríos, arroyos, pájaros, árboles con nombres en su lengua. En tanto de los charrúas solo conocemos algunas palabras sueltas y pocos nombres que presuntamente corresponden a su lengua, como el del arroyo pospós, en el departamento Colón.
El charúa Tacuabé, uno de  los enviados a Francia
luego de Salsipuedes
Pero aún hoy persisten comunidades en la provincia que reconocen su cultura charrúa. La sangre charrúa corre por nuestras venas. Y seguramente muchos entrerrianos, más de lo que suponemos, son criollos descendientes de los bravos indios que adoptaron el caballo español y lo dominaron con notable maestría. 
Hace más de medio siglo, en 1964, dos investigadores de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República,  José Pedro Rona  y Eugenio Petit Muñoz,  que estudiaban la lengua charrúa en el Uruguay, llegaron a Villlaguay para realizar un trabajo de campo sobre los descendientes charrúas de la zona. (2)

Floro el domador
Los estudiosos se enteraron por algunas publicaciones que a cuarenta kilómetros de Villaguay vivía una persona que se decía descendiente de charrúa.  Se trataba de Floro, su apellido se había perdido de la memoria o nunca lo tuvo. Tenía, según los cálculos de vecinos, 144 años y “había vivido desde los nueve en campos que pertenecientes a tres generaciones de la familia Lagos, según el testimonio de la última dueña, Berta Lago de Araya, donde trabajó como peón mensual y como domador de fama.” Sin dudas que su habilidad con los caballos denotaban sus raíces charrúas.
Floro, el charrúa de Villaguay
Los lugareños contaban que la familia de Floro había llegado a Entre Ríos cuando tenía nueve años, se extravió y fue recogido en la estancia de Lago. Se sabe que las últimas comunidades autónomas de charrúas del Uruguay fueron exterminadas en la denominada batalla de Salsipuedes, cerca de Paysandú, el 11 de abril de 1831 cuando el presidente Fructuoso Rivera decidió sacarse de encima a los molestos indios - los mismos que pelearon con Artigas por nuestra independencia – y los convocó a una emboscada donde muchos murieron, otros fueron tomados prisioneros y el resto logró escapar. Se dice también que muchos de ellos atravesaron el Uruguay y se afincaron en nuestra provincia. (3)
En la búsqueda de más información sobre Floro, los investigadores uruguayos hablaron con “la gente que está vinculada a él, que lo conoce desde hace años, ya que de él no pudimos obtener más que monosílabos. Aunque físicamente se conserva bien, su memoria no retiene más que sucesos recientes, de poco tiempo atrás.”
Juan Justino da Rosa, otro estudioso uruguayo, nos informa que “la misma dificultad en la comunicación la confirma un sacerdote de Villaguay que visitó a Floro para bautizarlo (…). ‘El sacerdote narró después que ni siguiera habló con el charrúa, ya que éste ignora el español y solo sabe pronunciar algunos monosílabos como ‘SI’, ‘NO’, ‘ADIÓS’. Pero otras declaraciones de Rona y de Petit Muñoz (…) despiertan interrogantes de difícil respuesta:

“Floro es charrúa”
Da Rosa cita una entrevista realizada a Rona y Petit Muñoz por el diario El País de Montevideo (4). “‘Floro es un charrúa’. Estas fueron las primeras palabras que nos dijeron los profesores en la entrevista que mantuviéramos con ellos para informarnos acerca del resultado de sus investigaciones. Un estudio antropológico y de las palabras que utiliza (habla solamente charrúa) nos permite asegurar merced a una comparación que efectuamos con lo que conocíamos acerca de dicha tribu, que efectivamente no puede existir ninguna duda sobre su autenticidad: es charrúa y nacido en Uruguay. Debe tener, según los datos que hemos recogido, alrededor de 144 años y se mantiene físicamente bien a su casi siglo y medio de vida. Posee la dentadura completa, habla charrúa, no conoce más que unas pocas palabras de español, y desde su juventud ha vivido a mate y asado (…).
Descendientes de charrúas. Lino García y su esposa Celina Lemos
y uno de sus hijos, de Tacuarembó (ROU), a mediados del siglo XX
“A fines del mismo año 64, Rona publica su conocido trabajo Nuevos elementos acerca de la lengua charrúa (1964), donde no se hace mención alguna de los materiales recogidos en ese trabajo de campo, excepto una referencia sin contexto a la Sra. Berta Lago de Araya, de la que obtuvo informes sobre el sistema de numeración que empleaba Floro: ‘la representación que nos hizo en Villaguay (Entre Ríos) la Sra. Berta Lago de Araya de los gestos de numeración que le había visto en su niñez al charrúa Floro, eran totalmente idéntica a nuestras suposiciones’.” (3)
De Floro circular algunas fotografías que nos permiten adivinar los antiguos rasgos charrúas. 
Años después, en pleno siglo XXI, se han juntado varios grupos de descendientes de charrúas, en Maciá la comunidad Gue Guidai Bera, el Pueblo Jaguar de Villaguay, organizado por Rosa Albariño -líder histórica de los charrúas contemporánes-; y Etriek, también de Villaguay. Durante 2004 y 2005 se realizó la Encuesta de Pueblos Indígenas, complementaria al Censo 2001, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec). Según estos listados, 676 habitantes se reconocieron como descendientes del pueblo charrúa. (5) 

(1) José Pedro Rona (1923-1974), dialectólogo eslovaco radicado en el Uruguay entre 1940 y 1970.
(2) Juan Justino da Rosa, ‘Historiografía lingüística del Río de la Plata: las lenguas indígenas de la Banda Oriental’, Boletín de filología, Universidad de La República, Uruguay, en http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-93032013000200007&script=sci_arttext
(3)Los prisioneros fueron llevados a Montevideo y colocados como esclavos en casas de familia y un pequeño grupo trasladado a Francia con el objeto de ser “estudiados por científicos” y exhibidos como seres exóticos.
(4) "El último de los charrúas vive en un rancho de Entre Ríos y tiene 144 años. Diario "El País", Montevideo, 01/04/1964.
 (5) “Del silencio a la voz: la comunidad Charrúa en Maciá bucea en sus orígenes y comienza a narrarlos”, en Análisis Digital, 14/05/2011. 

7/3/19

El zapatismo entrerriano salvó la Revolución de Mayo

Por Rubén Bourlot

 T al vez sea un poco presuntuoso el título pero algo de eso sucedió. En las primeras horas de nuestra emancipación hubo un Zapata en Entre Ríos que hizo pata ancha y se enfrentó como pudo a la soberbia realista.
Hace dos siglos una serie de sucesos conmovía el Río de la Plata y toda Hispanoamérica. 
La formación de la Junta Provisional de Gobierno en el cabildo de Buenos Aires y la consecuente renuncia del virrey Cisneros marcó un quiebre político. Los segundones locales se atrevían a discutir las autoridades europeas. No importa si gobernaba Fernando VII o Napoleón.
Cuando el Consejo de Regencia español intentó imponer su autoridad en nombre del rey la Junta hizo caso omiso. Los funcionarios nombrados por España se refugiaron en Montevideo y desde allí procuraron recobrar el control de resquebrajado Virreinato.
Algunos cabildos de la región reconocieron la autoridad de la Junta, entre ellos los tres cabildos entrerrianos: Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Otros como Paraguay, los del Alto Perú o Montevideo se mostraron remisos.
A fines de 1810 los españoles, atrincherados en Montevideo, procuraron retomar el control del Litoral enviando un contingente al mando del Capitán de Navío Juan Ángel Michelena. 
Ante la amenaza realista los miembros de los cabildos entrerrianos comenzaron a sentir la presión ejercida desde la capital oriental. El Comandante General de Entre Ríos, José de Urquiza, renunció a su cargo y los cabildantes de Gualeguaychú y Gualeguay retornaron rápidamente hacia el bando realista. 
El informe de Zapata en La Gazeta
Michelena, desde Paysandú traspasó el Uruguay y el 6 de noviembre procedió a la toma de Concepción del Uruguay. El cabildo fue renovado totalmente con miembros fieles a los realistas y los criollos sospechosos de adherir a la Junta fueron puestos en prisión y luego enviados a Montevideo. El resto de la población que no le rendía pleitesía al invasor optó por internarse en los montes de los alrededores. Días después cayeron las villas de Gualeguay y Gualeguaychú.
Pero en el interior los criollos procuraban organizarse para enfrentar al enemigo con los recursos que poseían y aprovechando la ventaja del conocimiento del terreno. Los primeros intentos en donde participaron Bartolomé Zapata, Juan José Román, José Francisco Taborda, Mariano Aulesia y Pedro Celis, entre otros, se frustraron y fueron tomados prisioneros. Bartolomé Zapata, que milagrosamente logró escapar, se ocultó en las inmediaciones de Nogoyá y reunió algunos paisanos patriotas, se puso de acuerdo con otros en distintos puntos de la Provincia, y esperó el momento oportuno para volver a intentar la resistencia.
En su asiento en Santa Fe, Martín Rodríguez y su Regimiento de Húsares del Rey debía prestar apoyo a los rebeldes pero la respuesta fue exigua y a destiempo.
En el interior de los montes entrerrianos se fue gestando la fuerza indomable de los primeros caudillos, que luchando al “montón” con unos pocos trabucos, lanzas, boleadoras y lazos lograrían la primera hazaña de los patriotas: rechazar a los realistas y salvar la revolución. La montonera, a partir de este momento, será la marca registrada de las luchas del pueblo rioplatense contra los realistas, contra el portugués, contra ingleses, franceses y también frente a las pretensiones hegemónicas del puerto de Buenos Aires.
Zapata, el “esforzado paisano”, como lo califica La Gazeta, es el primero de los caudillos que se manifiestan en el Litoral y el pionero de una manera de hacer la guerra contra un enemigo compuesto por tropas regulares y provistas con armas de guerra.
Zapata era oriundo de Gualeguay pero poco más es lo que se sabe. Humberto Vico escribe que era “un respetable hacendado de la campaña” y agrega “poco sabemos de Bartolo Zapata, como le decían”. 
Breve pero significativa fue su actuación. En un informe a la Junta describe las acciones para reconquistar las villas: “habiendo huido precipitadamente los europeos que las oprimían á la sola proximidad de cincuenta y dos hombres libres, que animados únicamente de la justicia, y sin mas armas que las de su manejo (el lazo y el cuchillo) buenos caballos, y el terror de que siempre está sobrecogido el opresor; se resolvieron auxiliar la indefensión de sus hermanos contra los últimos esfuerzos del poder”.
Una calle de Paraná recuerda a Bartolomé Zapata
Efectivamente, la toma de la ciudad se hizo con el concurso de una fuerza compuesta por “52 hombres, que a mi costa - dice - con sacrificio de mi pobreza, con mis persuasiones, influjo, y otros arbitrios, pude reunir con el alto fin de defender á costa de nuestra sangre”.
De Gualeguay la montonera marchó a Gualeguaychú donde lo esperaba el caudillo local de Gregorio Samaniego. Zapata en su informe relata los acontecimientos: “Allí tenían su fuerza, para sostenerse contra esa capital. Un comandante Sopeña mandaba una partida bien armada: con ella se acercó hasta seis leguas del Gualeguay; mas allí concluyó la acción de atacarme, que tanto vociferaba.
“Después que tomé posesión de la villa – continúa - me apoderé de dos barcos del puerto por ser procedentes de la ciudad de Montevideo, nuestra enemiga…”.
El 8 de marzo Zapata fechó otro parte dando cuenta de la recuperación de Concepción del Uruguay. En el mismo ponía de manifiesto las tropelías cometidas por los españoles “teniendo en prisiones hasta las mujeres, y niñas solteras, que manifestaban adhesión a la Suprema Junta contra quien se había publicado la guerra, y se cantaban versos públicamente”.
El 6 de marzo, ante la amenaza de los patriotas, los realistas evacuaron la villa. Algunos vecinos, fieles al régimen los acompañaban: José de Urquiza, el cura José Bonifacio Redruello y los miembros del cabildo realista, entre otros.
 Zapata hizo su ingreso al día siguiente y el 8 informa a la Junta que “yo acometí del modo que pude con mi gente, armada de las armas que usan como he dicho, y tomé la villa sin oposición, donde me hallo a su cuidado, y tengo repartida gente también en el Gualeguaychú y sus inmediaciones”.
La actuación de Zapata que hacía vislumbrar un futuro de gloriosos servicios para las armas de la patria, con un prestigio ganado en las escasas jornadas de lucha que le tocó enfrentar, se malogró rápidamente por un episodio tal vez menor. A los pocos días de la llegada a Concepción del Uruguay el caudillo cayó herido mortalmente en un enfrentamiento con el teniente Mariano Zejas que pretendía arrestarlo, según una versión, por orden del coronel Francisco Doblas, con quién mantenía una disputa por el cargo de Comandante interino.

4/12/18

El vuelo de Newbery

Por Rubén Bourlot

Corría enero de 1911, era un verano cálido y tormentoso pero no amilanaba al intrépido Jorge Newbery que, junto con Frank Lavalle Cobo, se animaba a surcar los cielos entrerrianos a bordo de un globo aerostático. “Interesante excursión por los aires” titula la crónica del diario La Libertad de Paraná, publicada el 10 de ese mes. 
Jorge Alejandro Newbery había nacido en Capital Federal el 29 de mayo de 1875, hijo de un odontólogo norteamericano y una argentina. Luego de sus estudios secundarios, viajó a Estados Unidos, donde se graduó de Ingeniero Electrónico en 1895.
Diario La Libertad 9-1-1911 
De vuelta a la Argentina, se destacó en varios deportes como boxeo, esgrima, lucha grecorromana, regata, también corredor de autos y maratonista. Tangos como "Corrientes y Esmeralda" y "De pura cepa" fueron dedicados a él. 
El 25 de diciembre de 1907 Jorge Newbery y Aarón Anchorena cruzaron el Río de la Plata en el globo El Pampero para aterrizar en Conchillas, Uruguay. Luego, en 1908, con el globo Huracán batió el récord sudamericano de duración y distancia al recorrer 550 kilómetros en 13 horas, uniendo Argentina, Uruguay y Brasil. Ese globo es símbolo del Club Atlético Huracán, del cual fue socio y el primer presidente honorario. En 1912  fundó del Aero Club de Villa Lugano, y fue el primer aviador militar del país.

Un globo sobre Maciá
“Ayer dimos nuestro saludo de feliz hospitalidad a los atrevidos excursionistas del aire, con motivo de su llegada a esta capital – relata la crónica del diario paranaense – y de conocer en parte el vuelo (…)” y a continuación reproduce fragmentos de lo narrado por el diario La Nación: “La aparición del “Eduardo Newbery” al norte de la república no dejó de causar sorpresa en los círculos aerostáticos (…)”
Según el relato del propio ingeniero Newbery, recibido mediante un telegrama, el diario de la familia Mitre confirma “que el viento noroeste, encontrado a 500 metros de altura, zona de equilibrio del globo, lo llevó hasta la bahía de Samborombón, y allí el fuerte viento sudoeste que había comenzado a soplar poco antes lo hizo contramarchar, pasando entonces nuevamente sobre Buenos Aires. La noche era muy oscura y soplaba un furioso vendaval, circunstancia que impresionaron necesariamente a los aeronautas.
Newbery junto a Cecilia C. de Quijano
 junto a sus hijas (Caras y Caretas)
El nombre de Eduardo Newbery le fue dado en homenaje al hermano de Jorge que en 1908 se accidentó y perdió la vida piloteando el globo El Pampero.
“Durante algunas horas marcharon casi al azar en medio de las tinieblas, orientándose al alba. El viaje siguió entonces aunque muy velozmente, en condiciones normales y a las 5 y 30 a. m. los ingenieros Newbery y Lavalle Cobo divisaron el pueblo de General Mansilla, en la provincia de Entre Ríos, y más tarde a Nogoyá, donde el globo, sufriendo la dilatación del gas por efecto del sol fue remontándose gradualmente hasta los 3.400 metros, altura máxima alcanzada durante el viaje.
“En la alta atmósfera – continúa el relato – los vientos contralisios hicieron derivar al aerostato sobre el este, y como ya avanzaba el día, el piloto resolvió preparar el descenso. Este se efectuó con toda felicidad en Durazno, cerca de Maciá.
 “La distancia en línea recta es de 800 kilómetros, y el cómputo general del recorrido de más de 800.
“Los administradores del establecimiento San José, señores Quijano, dieron franco hospedaje a los aeronautas, quienes se encontrarán de regreso aquí en las primeras horas de mañana.
Jorge Riani, en una nota de El Diario de Paraná recopila testimonios que aluden a la caída del globo cerca la pulpería La Esperanza, de Francisco Velázquez, y que junto a algunos parroquianos ayudan a amarrar el artefacto a un ñandubay. 
Newbery junto a los vecinos cargando
 el globo en el carro (Caras y Caretas)
El periódico La Libertad transcribe el acta que levantaron los vecinos que presenciaron el descenso en el campo de “Antonio Velázquez - estación Maciá, Provincia de Entre Ríos, departamento Nogoyá, distrito Crucesitas 8ª. A los 8 días del mes de enero de 1911. Los abajo firmados, vecinos de esta localidad declaramos haber visto y constatado el descenso en el día de la fecha a 4 leguas al Norte de Maciá en dirección a Villaguay, del globo del Aero Club Argentino, que conducía a los señores Don Jorge Newbery y Don Frank Lavalle Cobo y que tomó tierra en la propiedad del Sr. Antonio Velàzquez a las 8 y 10 a. m.
“Firmados: Ramón Quijano, Irineo Quijano, Mateo Quijano, Carmelo Quijano, José B. Thompson y Pastor E. Machado.”
Pasan la noche en la citada estancia San José y al otro día el carrero Secundino Amarillo los trasporta hasta la estación de Maciá. El 11 se llegan a Paraná y se embarcan para Buenos Aires.
La popular revista Caras y Caretas también se hace eco del acontecimiento con una breve entrevista acompañada por testimonios gráficos  donde se observa a Newbery y Lavalle Cobo posando con los vecinos “en el patio de la pulpería de Don Francisco Velázquez”. En otra fotografía se observa al grupo cargando la barquilla al carro de Amarillo y en otra al piloto posando junto a Cecilia C. de Quijano, propietaria de la estancia San José, y sus hijas.
“El viaje aéreo de los señores Newbery y Lavalle Cobo no estuvo exento de peligros y amenazas, y si bien no alcanzaron a exceder el récord argentino de distancia, que detiene el primero de los nombrados, en cambio ha mejorado el record de altura, que correspondía al mismo. En su viaje a Begé (Brasil) el ingeniero Newbery había hecho 3.300 metros de altura, y en la ascensión a que nos referimos le superó en poco más de 100 metros (…)” Esta altura sería superada en 1912 cuando batió el récord sudamericano de elevación al alcanzar los 5.100 metros en el globo “Buenos Aires”.

“Las gentes huían en todas direcciones
La crónica de periódico paranaense abunda en curiosidades del viaje. “Al salir del puerto de Ibicuy, los excursionistas comenzaron a hacer descender el globo como para ponerse en comunicación con algunos habitantes. 
Junto a los vecinos en las adyacencias
de la pulpería de Velazquez (Caras y Caretas)
“Cuando se aproximaron al pueblo de Gualeguay descendieron un poco más y hablaron como para que algunos moradores de esos lugares les dijeran el punto donde se encontraban. Los aeronautas notaron que las gentes huían en todas direcciones. De allí hicieron rumbo al pueblo de Mansilla, al que reconocieron porque alcanzaron a leer el letrero colorado de la estación del ferrocarril.”
Por su parte Caras y Caretas pregunta a Lavalle Cobo sobre los detalles del viaje, como la lista de víveres que llevaban a bordo: “cuatro pollos, jamón cocido, fiambres, ocho panes, medio kilo de azúcar, dos botellas de agua mineral, dos botellas de leche, una de Oporto, otra de champaña y un litro de café preparado” – responde el entrevistado.
En 1914 la azarosa vida del pionero de la aviación argentina llega a su fin en un accidente en Mendoza cuando intentaba cruzar la cordillera de Los Andes en avión.

Fuentes:
- Diario La Libertad, Paraná, 10/1/1911
- Riani, Jorge, El día que Newbery aterrizó en Maciá en El Diario, Paraná, 25 /9/ 2011
- Revista Caras y Caretas, 21/1/1911
- http://interdefensa.argentinaforo.net/t5116-jorge-newbery-las-hazanas-del-senor-coraje

2/12/18

Las dos muertes de Píriz*

Por Rubén Bourlot

La llovizna se entromete por todos los espacios. Cielo, suelo, barrancas, árboles y pajonales están invadidos por un frío y viscoso vaho. En la semipenumbra del amanecer los hombres, algunos agazapados, otros echados de panza sobre las gramillas, insuflan chorros del pestilente aire en su agitado respirar. Los corazones aceleran su ritmo al compás de la expectativa que anida en sus mentes. Las manos rozan de tanto en tanto el frío metal de los naranjeros. Los complotados avanzan por el camino resbaloso que rodea la barrancas con los caballos de las riendas. Cada ladrido lejano, cada resoplido de las cabalgaduras, los ponen en estado de alerta. Una repentina brisa del sureste comienza a soplar y desplaza los nubarrones hacia el norte. Amaina la precipitación y la claridad de la luna cuarto creciente empieza a configurar el paisaje del arrabal paranaense. Pasa un tiempo que parece interminable, el sol se insinúa entre la maraña del monte y ni noticias del contacto.
Hasta que debajo de un frondoso chañar se asoma la silueta de un guardia. Es el contacto convenido que los guiará hasta la casa de gobierno.

Todo está planificado para no terminar como en las intentonas anteriores. Primero fue la de diciembre del año 21 que fracasó estrepitosamente, con sus promotores detenidos. Anacleto Medina y Gregorio Piriz desterrados en Santa Fe, después enviados a Córdoba para tenerlos lo más lejos posible, de donde lograron escapar para retornar a Entre Ríos, donde debieron permanecer ocultos en los montes de Montiel. A principio de este año López Jordán encabezó un nuevo levantamiento con la misma obsesión de derrocar a Mansilla y recuperar la soberanía entrerriana. Con él se comprometieron los principales caudillos de la provincia que seguían el ideario del extinto supremo. Uno a uno fueron reagrupándose los gauchos que emergían de entre la maraña montielera para seguir a sus respectivos caudillos. A López Jordán se presentaron Piriz, Eusebio Hereñú, Juan Antonio Berdún, Vera, los Calvento del Uruguay y su propia madre, la brava doña Tadea y La Delfina. También un día se cuadró ante su despacho de reclutamiento, Medina con su rostro aindiado, pelo hirsuto, piernas arqueadas de tanto cabalgar en su tordillo, adelantando el paso con la torpeza propia de los hombres que han pasado más tiempo de su vida a caballo que con los pies sobre la tierra. Se presentó, pronunció las palabras necesarias para comunicar a su jefe que estaba dispuesto a participar de todos los entreveros que sean necesarios para combatir a todos los que obstaculizaban la autonomía de la tierra del Francisco. El conato se inició en el Arroyo de la China pero fue sofocado rápidamente por el comandante José Barrenechea, hombre fiel a Mansilla, con el apresamiento de Tadea Jordán y Anacleto Medina.
Meses después Ricardo López Jordán, en combinación con Gregorio Piriz y el coronel santafesino Juan José Obando, se aliaron para llevar a cabo una acción conjunta con el objetivo de apoderarse de Paraná, sacar del gobierno de Entre Ríos al impostor Lucio Mansilla, liberar a Medina y ayudar a los santafesinos a liberarse de López. Es como matar dos pájaros con un sólo tiro: eliminado López, caerá su títere, el usurpador del gobierno de Entre Ríos.
En la otra banda del Paraná, Orrego y los hermanos Maciel, en sus dilatadas pláticas vespertinas también llegaron a la conclusión de que el ciclo del Mulato López estaba terminado. Ya va para un lustro en el gobierno y no nos ha ofrecido más que guerras. Es hora de que tengamos la oportunidad de elegir a un gobernante liberal. Basta de caudillismo que solo arroja miserias sobre nuestros pueblos. Lo de Ramírez fue un exceso pero ya está hecho. Ahora hay que gobernar con tolerancia y negociar la paz con todos. 
Se suceden los contactos con los orientales, retazos del partido del malogrado Supremo, oprimido por la dictadura de Mansilla.
Algunos indios y un grupo de soldados mal pagos y víctimas del rigor disciplinario del Brigadier ya engrosan las filas de los conjurados. 

Nadie sabría precisar qué fue lo primero. Si el nervioso relincho de los caballos o el rebote de los cascos sobre el suelo encharcado, si el estampido de un chumbo de frente, a quemarropa, el que rompió el silencio a retaguardia haciendo pedazos la tranquilidad nocturna o la bulla que armaron los teros y el tumultuoso ladrido de los perros cimarrones. Pero en contados segundos todo es confusión. El cuerpo de Gregorio Piriz cae pesadamente con una flor escarlata abriéndose en su pecho. Por los cuatro costados se desata la furia de jinetes, trabucos escupiendo chumbos y sables cayendo sin asco sobre los lomos. Los tiros suenan y reverberan entre la arboleda y el aire se empapa de olor a pólvora. Confundidos, la veintena de complotados intenta escapar de su escondrijo rumbo a los caballos hacia los cuatro rumbos. Varios soldados de la partida dudan en reprimir cuando se encuentran frente a la estampa de un caudillo tan respetable como Eusebio Hereñú o Juan José Ovando. El comandante del grupo, sin titubear ordena la persecución y logran capturar a un grupo de los conspiradores. El resto se escabulle entre las barrancas y los matorrales. 
Por una vereda de vacas que bordea el arroyo Lanches, como un cortejo fúnebre, se desplazan a los tropiezos los prisioneros emparedados por una doble fila de jinetes. Más atrás un soldado transporta sobre la cruz de su cabalgadura el cadáver de Piriz. El perfume de azahares y jazmines se filtra entre los vahos, amainando los efluvios de la temperie. Atraviesan la laguna de Reyes, toman por la calle San Miguel, pasan raudos frente a la casa de gobierno y así arriban al cuartel de la guardia gubernamental. Los prisioneros son engrillados y arrojados a una celda oscura y húmeda. Ahí se encuentran con el indio Medina. Tiritan por el frío que les provoca la ropa mojada por la llovizna y el chapuzón del desembarco. Un oficial les comunica que están arrestados por orden del gobernador Mansilla.

Por el coladero de una ventana el sol matutino fusila los rostros de Medina y Ovando con proyectiles de luz que salpican las paredes con haces dorados. Los prisioneros, incorporándose venciendo el obstáculo de los grillos, espían por las hendiduras hacia la plaza Mayor. Observan la iglesia Matriz que hunde sus torres cuadradas inconclusas en la niebla, y a un costado el edificio de la comandancia.
- ¿Ves lo que yo veo? - Pregunta, con asombro que se va transformando en pánico, Medina. Ovando no logra enfocar sus pupilas deslumbradas por la luz exterior.
En medio de la plaza, rodeado por una tropilla y unas vacas que pastan con parsimonia, se erige un rústico patíbulo, armado junto al brocal del aljibe, con las mismas maderas que hace unos días formaron parte de la tribuna para presenciar los festejos de la Revolución de Mayo. Del mismo pende el cuerpo de Piriz, colgado de una soga, con la cabeza inclinada sobre el pecho, manchas de sangre seca sobre su chaleco, el pelo revuelto que cae en crenchas empapadas sobre la frente. 
Triste destino el de un valiente; bárbara venganza la de Mansilla que lo mató dos veces. 

*Publicado originalmente en el diario Uno de Paraná, 2/12/2018. Fragmento de "El secreto y la jaula"

15/11/18

Mary Charriere, la Iris Yunque del radioteatro*


Por Rubén Bourlot

En la década que va de 1950 a 1960 las hermanas Charriere se vincularon al medio radial, Rosalía como locutora y, con cierta audacia para la época, relatora de radioteatro en ocasiones muy esporádicas. Era todo un desafío explorar un terreno dominado por voces impostadas al más puro estilo de Julio César Barton. Mary Mabel, la menor, se inclinó hacia el radioteatro, tentada por Teodoro Galotto que dirigía el elenco de LT 11 de Concepción del Uruguay junto a Liliana Campos, su hermano Roque Galotto y otros.
"Quien estuvo primero en la radio fue mi hermana Rosalía - afirma -, quién abrió el camino en estas cosas porque ella también hizo radioteatro e hizo teatro. Participó en las obras clásicas con el matrimonio Pepe - Saravia. Yo era una chiquilina que estaba muy apegada a mi hermana y como ella estaba en la radio a mi me gustaba todo lo artístico, y me llevaba a todos lados, yo iba y los miraba. Yo siempre fui una persona muy introvertida, muy calladita... Y entonces observaba todo y me gustaba. Pero en realidad mi vocación era ser maestra.
"Tal vez en la intimidad de mi casa, con esos espejos grandes, donde uno se podía ver, yo hacía de artista y hablaba con esa otra que era la del espejo. Pero para mí sola. Mientras mi sueño era ser maestra. Y mis hermanas escribían a las artistas de EE UU, a las direcciones que salían en la revistas, y recibían las fotos autografiadas. Yo pienso que ya había posiblemente algo muy metido en mí que me daba timidez expresarlo. Lo hacía yo sola en los espejos de mi casa. Y así fui sumando esas ganas de hacer algo.
"Cuando estaba estudiando en la Escuela Avellaneda, que está a media cuadra de la radio, me dicen si no quería actuar en un papelito en la compañía la dirigía Teodoro Galotto; la primera actriz era Liliana Campos. La recuerdo a Liliana Campos porque ella [en la ficción] era mi amita Dolores, yo hacía de una mulatita. Y era todo en vivo, todo se hacía en vivo. Era como hacer teatro dentro de la radio. Yo tendría ocho años... Yo hacía mi papel y me iba la  escuela, y en la escuela me olvidaba del papel".
Mary Charriere, como se la conoce actualmente en el medio radial recuerda su primer papel, donde debía contar una historia muy triste.
"Yo era muy llorona porque a mi amita le pasaba un montón de cosas, sufría mucho mi amita, y yo como mulatita era muy fiel a mi ama. Entonces yo lloraba, pero en algún momento yo lloraba en serio y no me decían que ya había terminado la escena, y yo seguía llorando. Yo lo vivía al personaje".
Después de ese primer paso continuó con la compañía pero
"el problema era el nombre - cuenta - Los esposos Galotto, Roque y Beba [María Luisa Casanova de Galotto o Marisa Allende], eran los que me tenían que buscar un nombre, porque como mi hermana ya era locutora y era Rosalía Charriere, no me querían poner Mary Charriere, para no confundir. Y como yo era chiquita, me querían elegir cada nombre: Aromito, entre los que me acuerdo. Después viene Marisa y me dice 'ya sé como te vamos a poner: Yunque, por el famoso escritor Álvaro, y entonces quedó Irita Yunque' y yo dije: bueno, mejor que Aromito...Pero después cuando fui creciendo y encabecé compañía, y conduje compañía con Rubén [Grey], ya me parecía que Irita era de chiquita, y entonces quedó Iris Yunque".
A fines de la década, actuó con las compañías de Roberto Volpi y Raúl Jordán
Mary Charriere (Iris Yunque) y
Oscar Trocoso (Rubén Grey)
"que estaba con su esposa Manuca Montes, con la hija Zaída y había también un grupo de jóvenes. Ellos iban a los teatros. Yo no salía a los teatros, yo solamente actuaba en la radio. En mi nombre iba otra persona".
Posteriormente, junto a Oscar Troncoso (Rubén Grey) encabezó y dirigió una compañía propia que hacía radioteatro familiar con obras de las autoras locales Marisa Allende, Eugenia Orlegui y de los consagrados de Rosario y Buenos Aires.
"Hicimos un montón de obras hasta que se hizo radioteatro doble, a la mañana y a la tarde. Yo me quedé a la mañana con Rubén [Grey]; el de las diez y cinco que nos escribía Marisa Allende con temas sociales. Un ciclo muy extenso, hasta que yo en el 65 me fui de Uruguay".
"Y todo era, como se dice, autodidacta. Si hubiéramos tenido la posibilidad que tienen tantos hoy de capacitarnos - reflexiona -. Los que nos sucedieron también fueron autodidactas. Ahora hay muchos talleres acá con los que vienen de Buenos Aires. Los artistas conocidos hacen talleres.
"Todo era todo corazón, pura sensibilidad. Y hacíamos todo. Cuando quedamos con Rubén habíamos adelantado en materia de sonido. Teníamos efectos especiales... Hasta ahí los efectos lo hacíamos nosotros. La silla para los golpes, los tiros, eran sillas de madera terciada",
ejemplifica.
También participó de la experiencia de radioteatro unitario que se trasmitía una vez a la semana, con obras de un repertorio más selecto. La obra que tuvo mayor repercusión fue El diario de Ana Frank.  "Eso iba por la noche - dice -.Lo hicimos con Manuca Santángelo, Zaída Santángelo, Rubén Grey y Maricarmen Galván.  Y después se hicieron otros".
El director de la emisora, en ese periodo era Jacobo Corach,
"el hombre que más apoyó el radioteatro - asegura -. Fue él que me descubrió a mí como locutora. Yo dejé el radioteatro. Por razones particulares tuve que dejar todo eso y entonces: ¿qué hago ahora?, no es que yo vivía, en cuanto a dinero, del radioteatro. Yo estudiaba y hacía radioteatro. Pero cuando me estoy recibiendo me llama el señor Corach y me dice: 'Señorita, ¿no le gustaría probarse como locutora?'. A mí me pareció una cosa tan distinta a lo que yo estaba haciendo. Me dice 'pruebe, pruebe'. Y probaba en los horarios de la siesta, esos horarios que nadie escuchaba, decía él. Yo hacía alguna práctica y me decían los vecinos 'Mary, ¡qué feo que sale!. ¿Por qué no seguís con el radioteatro?'. Y yo tímida, introvertida, le digo: 'mire señor, yo no voy a venir más'. Y me dice: 'Usted me hace caso a mí. Siga practicando, que si no va para esto, yo se lo voy a decir".
A partir de ese momento se incorporó a la radio como locutora, y cada tanto vuelve a interpretar alguna que otra obra que evoca los buenos tiempos del radioteatro. Como conductora tuvo recordados ciclos como "El rinconcito de los niños" donde utilizaba el seudónimo Iris Yunque, "De todo un poco", ya como Mary Charriere, y "Ocho y medio", un musical. Desde hace varios años conduce uno de los espacios de mayor popularidad en la región, la revista matutina "¡Hola, mañana!".

* Charriere, Mary Mabel (2006, septiembre 30). Entrevista, C. del Uruguay.

8/11/18

Las flores de Kubero

Por Rubén Bourlot*

“La imaginación al poder” decían los revoltosos parisinos del Mayo francés. Tanta imaginación como la de esos muchachos que en La Plata pensaban en cultivar flores solares. O flores en el sol, todo era posible. Porque la década de 1960 – 1970 presenció, tal vez, la última revolución creativa del siglo XX en el viejo mundo “occidental”. Revolución que se plasmó en nuevas corrientes musicales como el rock de los Beatles, el arte pop, el hippismo y algunas rebeldías más. Y algo de esa inmensa ola se fue derramando hacia las periferias. A nuestra región la bitlemanía trocó en un rock nacional, el nuevo arte se expresó en los hapenning de Marta Minujin en el Instituto Di Tella, pero que también empujó a las juventudes hacia el folclore que brotaba en cada rincón. 
Kubero con Carlitos Díaz y Miguel Pustilnik en Nogoyá
En medio de este clima nació el grupo creativo que se conoció como La cofradía de la flor solar. Algunos de sus gestores fueron los muchachos entrerrianos de Nogoyá que se arraigaron en La Plata hacia 1966, un agitado año signado por la bota de hosco general Onganía.
Una crónica informa que la historia tiene su comienzo en Nogoyá cuando cuatro amigos estudiantes secundarios (igual que los de Liverpool) se juntaron para formar la banda Los Grillos (por esa época The Beatles eran “los escarabajos”) para animar las reuniones bailables de la época con la música de la “nueva ola”. Sus nombres: Juan Fernando Díaz -al que apodaban Kubero- en guitarra y voz, Mauricio Morcy Requena en bajo y voz, José Manija Paz en batería y Carlos Gómez en guitarra. Algunos ya habían incursionado en el folklore con Los Horneritos, niños aún.
“A los 15 años me vinieron a buscar para que tocara en Los Grillos – dice Kubero en una entrevista -, el primer grupo de rock que hubo en el pueblo. Allí tocaban Eduardo Paz, Luis Alberto Morcy Requena y Carlos Gómez. Esa fue una experiencia muy fuerte.” Cuando terminaron la secundaria tomaron diversos rumbos, y dos de ellos, Requena y Paz, se fueron a estudiar a la Universidad Nacional de La Plata, destino de tantos entrerrianos cuando aquí las carreras universitarias eran una rareza. 
Kubero hacia 1965 en el techo de su casa en Nogoyá
En un caserón alquilado de la avenida 122 se juntaron con el artista plástico Ricardo Mono Cohen, el escritor Néstor Candi y el estudiante de Antropología Hugo Pascua García, y comenzaron a fermentar la idea que terminó en una de las clásicas comunidades hippies, ampliada luego con la incorporación de disímiles disciplinas artísticas. “La Cofradía de La Flor Solar durante el verano del 67 propuso unir la vida al arte (acción y pensamiento) y buscar la fórmula para cambiar el corazón del hombre para, así, poder cambiar al mundo, expresando esta idea con canciones y toda clase de slogans imaginativos y estéticos. Un año después y con más prensa, los protagonistas del ‘mayo francés’, hicieron lo propio”, dice un manifiesto de la comunidad.
En este ambiente, hacia 1968, surge la banda de rock que forman Requena, Paz y Hugo Pascua García. La comunidad y la banda eran conocidas con el nombre que les dio fama: La cofradía de la flor solar. 

La llegada de Kubero
Pero a este grupo le faltaba una pieza fundamental, el cuarto elemento, que le aportaría una bocanada de creatividad. Y a Nogoyá fueron a buscarlo a Kubero, y lo convencieron para que se mudara a la ciudad de las diagonales. El propio Kubero explica el origen de su apodo  “Cuando era muy chico, mi madre me cantaba siempre una canción llamada Juancito, el escobero. Y yo en vez de ‘escobero’ decía ‘cobero’ o algo así. Y mi viejo me empezó a decir Kubero.”
Carátula de uno de sus primeros discos
De la creatividad de Kubero, una de las primeras canciones, “Juana”, se inspira en un personaje de su pueblo: “Es la historia de una pareja de Nogoyá: Juana y Troncoso, quienes cruzaban el pueblo pidiendo limosna. Él era inválido, andaba en muletas, y ella le hacía el aguante con una paciencia increíble. Desde chiquito, recuerdo que los veía todos los días cruzando el pueblo, y de ahí salió la canción: ‘Allí está Juana, sola junto al gran portón...’ Justo, era la época de Eleanor Rigby, y creo que está inspirado en material como ese.”
En el ‘69, después de un traspié con un disco rechazado por las discográficas,  llegan al vinilo con el sencillo "Sombra fugaz por la ciudad / La mufa", y luego le siguen "La Cofradía de la Flor Solar" en 1971 y  "Kubero Díaz y La Pesada" en 1973.
Para 1972 los miembros de La Cofradía se fueron dispersando por el acoso de las autoridades, en particular la policía. Pensaron en irse a Europa, una aventura muy remota de emprender sin los mínimos recursos económicos. Unos se fueron a El Bolsón cuando nacía esa comunidad de idealistas que pretendía vivir al margen de ruido urbano. Otros probaron con viajar al Brasil y algunos se vinieron a Entre Ríos para tantear suerte, y vaya si la tuvieron. Ricardo Legna se sacó la lotería de Entre Ríos y junto a Morcy Requena viajan a Londres con el objetivo de conseguir una casa capaz de albergar al grupo. Allí toman contacto con el sello Virgin Records mostrando unas cintas y el disco de La Cofradía e interesan también al manager de Led Zeppelin. Envían los pasajes y una parte de la ex Cofradía sale para Londres entre ellos Jorge Pinchevsky. En la capital británica no les acompaña la suerte. Un miembro del grupo es descubierto ocultando una dosis de marihuana y son deportados a Holanda.
En 1974 la Cofradía se disuelve y algunos de sus integrantes se integran a La Pesada del Rock and Roll de Billy Bond. Nuevamente perseguidos por la dictadura, en 1976, Kubero y Jorge Pinchevsky (viololinsta) parten a Europa con la idea de recrear allí la Cofradía. Con Miguel Abuelo tocaron como La Cofradía de la Nada. En Ibiza, cantaron rock en castellano, algo inédito para España. Durante todo 1976 se presentaron en una discoteca de Barcelona. A fines de 1976 se contactaron con Miguel Cantilo, que se radicaba en España, y de allí nacería Punch.
De nuevo en el país, cada tanto reeditan sus viejas canciones y nuevas producciones como "El café de los ciegos" (1997), "Cofrádika" (1998), "Histórico", álbum de archivo con temas inéditos (2005) y "Kundabuffer" (2007).
Kubero Díaz continúa con su labor artística participando de distintos proyectos, entre otros con los inicios de Los redonditos de ricota y con la banda de León Gieco.

Fuentes:
http://www.rock.com.ar
https://www.facebook.com/pages/Kubero-Díaz/
http://lacofradiadelaflorsolar.blogspot.com.ar/
http://secinicial.blogspot.com.ar/2013/03/las-rutas-de-un-viajero-entrevista.html

*Publicado originalmente en la revista Orillas

4/11/18

Trenes: de ayer para hoy

Por Rubén Bourlot

Hoy se plantea, de tarde en tarde, la necesidad de recuperar los ferrocarriles, que fueron destruyéndose a lo largo de décadas. Recordemos una nota de mi autoría en el mensuario Información Agraria que es editaba en Concepción del Uruguay. El recorte fue publicado en junio de 1977.

11/10/18

Las primeras reivindicaciones de Artigas en Entre Ríos

Por Rubén Bourlot

Esta es una aproximación que pretende indagar acerca del temprano interés sobre la figura de Artigas en la provincia de Entre Ríos y su reivindicación como protagonista imprescindible del proceso emancipador de nuestra América.
Hallamos que a partir de la década de 1930 si inicia el interés en los estudios académicos sobre la figura de Artigas en Entre Ríos. Esta vocación artiguista también se proyecta en las letras y en la visibilización a través de los monumentos públicos. No obstante, no sucede lo mismo con su inclusión en el currículum escolar, carencia que continúa hasta nuestros días.
Un ejemplo de lo dicho es el Seminario de Historia Argentina y Americana, desarrollado durante 1936 en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná, bajo la dirección del Profesor Dr. José Luis Busaniche, que llevó a cabo un valioso trabajo de rescate del artiguismo en la provincia, que contó con un entusiasta grupo de alumnos, luego caracterizados historiadores y trabajadores de la cultura, entre ellos: Facundo Arce, Manuel Demonte Vitale, Inés Géricke, Nélida Reynoso, Manuel E. Macchi y Víctor M. Badano.
Como producto de ese Seminario vieron a la luz varias publicaciones, como Artigas y el Directorio, de Víctor Badano en la revista Tellvs (Paraná, número 4, 1948), y Artigas heraldo del federalismo rioplatense de Facundo Arce y Manuel Demonte Vitali (Paraná, 1950).
Acerca del impulsor de la iniciativa dice Facundo Arce: “El Dr. José Luis Busaniche, a quien rendimos nuestro fervoroso homenaje de gratitud, cumplió en Paraná, como Profesor de su más alta casa de estudios, una acción proficua, señalando una orientación definida y clara a los que nos conocíamos entre sus discípulos. De sus lecciones quedaron enseñanzas duraderas y no es exagerado decir que, de entonces acá, estimamos de otra manera, como debe ser según la verdadera justicia, la historia nuestra. Este maestro ha sido de los que en hora temprana se dieron a la tarea nada fácil ni cómoda por cierto, de liberar a la historia de las adherencias puestas por la pasión, el interés o simplemente la ignorancia.”
Lamentan los autores que no se haya podido publicar en su momento, en su totalidad, los textos del seminario y que es esta oportunidad no se pudieran reunir los correspondientes a los otros atuores: Gérike, Reynoso y Macchi. 
Víctor Badano, por su parte, en 1948 publica su trabajo en la revista Tellvs, una publicación de la Dirección de Cultura de la Provincia. Este se refiere específicamente al Congreso del Arroyo de la China. 
También recordemos los trabajos de César B. Pérez Colman que a fines de la década del 40 fue invitado a dictar una conferencia en Montevideo, frustrada por la temprana muerte del historiador entrerriano. Los apuntes de la misma son rescatados y publicados por Oscar Tavani Pérez Colman en 2011. En la misma se refiere la actuación en Entre Ríos del “Protector y Padre de las patrias rioplatenses, y factor predominante de la creación del Estado de Entre Ríos”. Obsérvese el lenguaje utilizado. 

En la poesía
Por el costado literario el poeta del Montiel, Delio Panizza, en su extenso poema Artigas publicado en 1950, rescata la gesta del caudillo. Reivindica el congreso de Arroyo de la China de 1815 que convocó a representantes de toda la Liga de los Pueblos Libres.  La poesía canta los esfuerzos de Artigas para mantener la unidad: “las busca, las atrae, / las quiere ver al fin confederadas / en un lazo perenne” de  federalismo y democracia, escribe Panizza.
El libro es publicado, en el centenario de la muerte del caudillo, por la Sociedad Criolla “Doctor Elías Regules” tras su participación en Montevideo de los actos conmemorativos del centenario de la muerte de Artigas, donde leyó el poema.
En la nota al libro, el propio Panizza pretende que su obra sea “mi homenaje al Protector de los Pueblos Libres, al gran calumniado de la Historia de América, al fundador del federalismo argentino…”
A partir de la declaración del Congreso de Oriente, dice Panizza, “…Queda libre la Patria / del porteño falaz y el godo hidalgo; / libre por las cuchillas / puede volar el pabellón creado”. 
Don Delio describe la enseña federal como “un himno de llamas dividiendo en diagonal un cielo azul y blanco”.  Nuestra bandera, la de la Liga de los Pueblos Libres, grita a los vientos y el poeta talero supo escucharla, al decir del poeta Luis Salvarezza: “Dice Federación esa bandera sesgada por un rayo”.  
El poeta oriental Edgardo Ubaldo Genta sostiene “que se trata del más extenso himno que poeta alguno escribiera a la gloria del inmensurable Protector de los Libres, uno de los más originales héroes de América, y, para nosotros el mayor”.
En otro de los tramos del poema, refiriéndose a Purificación, dice del caudillo: “Es ejemplo, sanciona y obedece / su propia ley, es jefe y ciudadano / y la “ciudad” bajo sus ojos crece …”
“Allí edifica su primera capilla / para la devoción de sus legiones … / Y la escuela primera se levanta… / Artigas en dinámico proceso / es juez, legislador, ejecutivo… / todo caído por su propio peso / de su notable cerebro pensativo”
En otro libro de Panizza, Montonera (publicado en 1947), el poema En Unión y Libertad lo dedica a  Luis Alberto de Herrera, al ser inaugurado en Concepción del Uruguay - en 1943 - el busto de Artigas, confiado por un grupo de ciudadanos uruguayos a la custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos.

El primer monumento
Este busto en Concepción del Uruguay es el primero dedicado a Artigas en el actual territorio argentino, que se inaugura el 25 de febrero de 1943, con una conferencia pronunciada por el historiador uruguayo Felipe Ferreiro. En la placa colocada en el monumento se lee: “Confiado a custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos como símbolo de perenne amistad entre orientales y argentinos”. 
Y no es casualidad la elección de la ciudad, que fue sede del Congreso de Oriente convocado por Artigas en 1815.
“Aspiramos en un primer momento a realizar – para leer en este acto – un trabajo comprensivo de todo el proceso relatado confusamente hasta ahora – del Congreso Federal que en junio de 1815 se reunió en esta hoy riente y progresista ciudad y entonces pobre villa enlutada y transida por los sufrimientos de la guerra”, manifestó en la oportunidad Ferreiro.
Según lo advierte el licenciado Alberto Umpiérrez, la concreción de ese monumento allí y en esas fechas, está vinculada al reconocimiento que le hiciera el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Buenos Aires al Dr. Luis Alberto de Herrera, en diciembre de 1940, con motivo de haber logrado abortar el proyecto de instalar unas bases aeronavales norteamericanas en la costa uruguaya del Río de la Plata. En ese viaje la delegación argentina aprovechó para realizar homenajes a Artigas y a Oribe en sus respectivos monumentos.

Bibliografía
Salvarezza, L. A., “Delio Panizza, el poeta del Montiel”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“El primer monumento a Artigas en Argentina”, en
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“Seminario de Historia artiguista en Paraná”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=37786 (Consultado: 29-9-2018)
Ferreiro, F., Estudios Históricos e Internacionales, (1989), Edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, Publicado en la Revista Por la Patria Nros. 2, 3, 4 y 5 año 1943/1944 – Conferencia dictada en Concepción del Uruguay con motivo de la inauguración del primer Monumento a Artigas en Argentina el 25 de febrero de 1943.
https://es.wikisource.org/wiki/Artigas_en_el_nacimiento_de_la_Liga_Federal
Arce, F. y Demonte Vitale, M., (1950), Artigas heraldo del federalismo rioplatense, Paraná, Nueva Impresora.
Panizza, D. (1950), Artigas, Edición de la Criolla, Montevideo.
Badano, V. M., “Artigas y el Directorio”, en Tellvs (10 de mayo de 1948), Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná.
Pérez Colman, C. B. Conferencia inédita, en Tavani Pérez Colman, C. B. (2011), Artigas y Entre Ríos”. 1870. “Biografía del historiador de Entre Ríos. Dos estudios inéditos del Dr.César B.Pérez Colman”

4/8/18

Cooperativa de Provisión de Carniceros de Paraná Ltda.

Por Ricardo César Bazán*
                                                 
La Cooperativa de Carniceros fue fundada en el año 1958, si bien hubo intentos anteriores de formar una institución similar estos no prosperaron.
Fueron sus socios fundadores: Aguilar José, Antille Eduardo, Arellano Mario, Baranoff Noe, Borghello Juan, Braun José, Burioni Anselmo, Caseres Felix, Celman Gregorio, Coloma José, Damonte Carlos, De Paola Felipe, Del Castillo Leonidas, Echegaray Salvador, Emili Rafael, Fabre Claro, Flesler Moisés, Frenkel Jaime, Garen Eloi, Gastiazoro Ernesto, Grinovero Vicente, Heintz Alejandro, Erbeta José, Hurtado Clemente, Kosoi Salmón, Mair Eugenio, Maravankin Abraham, Martínez Lorenzo, Martín Ramón, Mendoza Herminio, Moya Carlos,  Muzzachiodi Luis, Nardin Juan, Nejamkin Daniel, Ostrovsky Bernardo, Ostrovsky José, Popilevsky Mateo, Reits Martín, Ríos Ventura, Saint Jhon, Sasdelli José, Scevola José, Scevola Miguel, Schnitman Naun, Selman Benjamin.
La Cooperativa se concreta a partir de la solidez del Centro de Carniceros Minoristas de Paraná para hacer frente al mal abastecimiento de carne que estaba monopolizado por la Municipalidad de Paraná como “único abastecedor”.
Sus inicios se hacen como usuario del frigorífico municipal para atender a sus asociados. Primero con transporte municipal para el reparto y al poco tiempo se compran dos camiones Bedford cero kilómetro, se los transforma en térmicos para el reparto siendo un gran salto para la cooperativa. Simultáneamente se compra un camión Mercedes Benz para el transporte de ganado en pié, que era todo una novedad para el año 1962. Se mandan a construir dos cargadores de ganado en zonas de influencia para las compras, uno en La Picada y otro en la zona de Aldea Brasilera pues los campos no contaban con esta herramienta. Las compras en la zona de Victoria, que eran muy importantes, venían por arreo (4 días) y de algunas localidades se traían en tren.
La primera sede administrativa estuvo en la casa del directivo Benjamín Selman y el primer empleado fue un joven de apellido Maravankin. La gerencia la ejerció Ventura Ríos y como comprador de hacienda Leónidas Del Castillo, ambos carniceros fundadores. Posteriormente la entidad se traslada a la calle Alen N° 23, de ahí a calle Misiones y actualmente en Avda. Ramírez 2883.
En la faz de su desarrollo económico la empresa tuvo grandes altibajos por razones ajenas a la cooperativa, no obstante se creció en camiones de transportes y se adquirió un campo para depósito de hacienda.
En la faz industrial en el año 1976 se comenzó a pensar en una planta frigorífica y luego de muchas alternativas se logra la autorización para realizar la misma en el lugar que hoy se encuentra.
Con los planos en mano y las autorizaciones de referencia se logra un crédito del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) a tasas muy promocionales para construir una planta de primera categoría. Las obras se comenzaron con recursos propios provenientes de la venta del campo y el ganado que en ese momento representaban el equivalente al 90% de la obra civil de la planta. Luego, y a esa altura de la inversión, se recurre a la utilización del crédito que se les había otorgado, que a los pocos meses debido a un severo giro en la política económica tuvieron que desistir del mismo por el cambio de tasas. Quedan peligrosamente endeudados pero con los avales solidarios de toda la Comisión Directiva se sale de esa situación.
En 1983 se retoma la construcción pero en forma precaria, se les habilita con tráfico provincial hasta 1987 que con las adecuaciones correspondientes se logra el tráfico federal, encontrándose hoy en esa situación.
La empresa se encuentra en la actualidad en un constante desarrollo de su capacidad industrial. La cooperativa tiene en vías de ejecución el edificio administrativo junto a la planta industrial, y desde ese lugar avanzar con mayor presencia en el comercio local y también en el de exportación.

Fuente: Jaime Frenkel -Presidente-
*Tec. Sup. en Cooperativismo

3/8/18

El juicio a un periodista*

Por Rubén Bourlot

Corría 1887. En Concordia el periodista Fernando G. Méndez dirigía el trisemanario “El Amigo del Pueblo”, temido por sus críticas sin concesiones a los funcionarios corruptos. El periódico era considerado uno de los más populares de la provincia. Fundado en 1886, había reemplazado a La Concordia y La Ley, cerrados por los ataques de los gobiernos de la época.
También “El Amigo del Pueblo” se había granjeado muchos enemigos, entre otros las autoridades políticas de Monte Caseros, Corrientes, hasta donde había llegado la prédica de Méndez. El diario imputaba a los políticos correntinos de graves irregularidades lo cual derivó en una denuncia y la formación de un Jurado de Imprenta para analizar la conducta del periodista. Fue el primer jurado de imprenta constituido en la provincia, de acuerdo a la ley del 4 de julio de 1884, que se reunió en el teatro Beñatena de Concordia y su pronunciamiento fue favorable a Méndez, que había encomendado su defensa al Dr. Miguel P. Rodríguez, El gobierno correntino se vio obligado a remover todas las autoridades policiales y judiciales del departamento. Este juicio tuvo repercusiones en todo el país.

¿Quién era Méndez? Había nacido en Buenos Aires, en 1853, radicándose desde niño en Concordia. Fue un periodista combativo y vehemente. Representó en varios períodos a Concordia y Federación en la cámara de diputados se desempeñó también como jefe de policía. Tras la muerte de Urquiza y en medio de las revueltas jordanistas, se exilió en Uruguay, abrazando la carrera de las armas. En 1885, de regreso a Concordia, es premiado por sus servicios con el grado de coronel del Ejército de Entre Ríos. 
Se había iniciado en el periodismo como reportero en La Libertad, periódico de
Olegario V. Andrade, en 1871. Como dijimos antes, en 1884 funda La Concordia, con Horacio Mitre. Desaparecido éste, dirige La Ley, empastelado por el oficialismo en 1886. Con este último periódico apoya la candidatura presidencial de Dardo Rocha, dentro del las filas del roquismo.
Escribe Luis María Medina  que “una crónica lo describe como «periodista, guerrero, político, legislador, hombre de negocios y de empresas múltiples, en las que su dinamismo, impetuoso y rebelde a las normas establecidas en la época actuante, impidiéronle el triunfo de sus afanes en el orden material”.

El Amigo del Pueblo
El 16 de octubre de 1886 Femando G. Méndez funda y dirige el periódico de más prolongada trayectoria y que le dará fama.
“El Amigo del Pueblo” circulará con intermitencias hasta 1934. Aparecía martes, jueves y sábados y entre sus redactores se contaban Lisardo Sierra, Damián P. Garat y Armando Tombeur. Varias veces clausurado, en agosto de 1893 fue reemplazado por Vox Populi. Reaparece en marzo de 1894 como diario vespertino. En sus últimos años fue dirigido por Armando, primero, y Agripino Méndez, después, hijos del fundador. En la década del 30 encontramos al periódico acusado de “conspirar a favor de una revolución para derrocar las autoridades constituidas”, en referencia al levantamiento irigoyenista contra el gobierno de Uriburo. Un informe emitido por la III Brigada de Caballería con fecha 23 de Junio de 1932, afirma que “se conspira abiertamente en el Salto y Concordia. Los que trabajan aquí son el Doctor Bulnes, un ingeniero Jurado, Agripino Méndez director del diario El Amigo del Pueblo, cuyos recortes se acompañan (…)”

Imprenta Marinoni, similar a la obsequiada a Méndez
Por su redacción, escribe Aníbal S. Vásquez, “pasaron como redactores o colaborando asiduamente, el Dr. Miguel F. Rodríguez, Francisco Podestá, Dr. Antonio B. Balleto, hijo de Gualeguaychú, conceptuado corno uno de los abogados más talentosos de Concordia y secretario de Roca en su primera presidencia, Leoncio Payva y Pablo Dunguey de la Peña, correntinos y brillantes periodistas, el escritor y político uruguayo, Eugenio Garzón, que se fuera a París para ingresar a la redacción de El Fígaro. Emiliano Ferreyra, Armando Tombeaur, que se distinguió en el periodismo de Buenos Aires y particularmente en El Diario de Lainez, Dr. Estanislao Mouliá y Antonio P. Arena. Y ahí se hicieron periodistas o se terminaron de modelar, Lisardo Sierra, Damián P. Garat, Cecilio M. de León y otros muchos que se desparramaron por el interior del país en publicaciones diversas.”

Un homenaje merecido
La repercusión del juicio contra el periódico y el triunfo de la opinión libre catapultó la figura de Méndez al ámbito nacional. 
En Buenos Aires se constituyó una comisión que logró la adhesión de la prensa argentina y extranjera que obsequió a Méndez con una imprenta completamente equipada, inclusive una máquina plana impresora, marca "Marinoni". Además la comisión constituida en Salta con la presidencia del doctor Eleodoro Lobos, —luego ministro de hacienda de la Nación-, le hizo entrega de una plaqueta y medalla de oro.
Ya retirado de la tarea periodística, Méndez falleció en Concordia el 2 de septiembre de 1938.

Bibliografía:
- Luis María Medina  Apuntes para la historia de Concordia, en http://www.delaconcordia.com.ar/
- Aníbal S. Vásquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Imp. de la Provincia, 1970.
* Publicado originalmente en la revista Orillas.


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