Por Rubén Bourlot
Publicado originalmente en la revista Orillas
En la segunda mitad
del siglo XIX un singular personaje atraviesa las lomadas entrerrianas montado
en su potro agitando el grito de ¡viva López Jordán! Son los últimos escarceos
de la guerra montonera contra la prepotencia porteña. Lanzas y trabucos se
enfrentan heroicos contra las armas mortíferas de repetición y el auxilio del
telégrafo.
Fotografía
de El Chumbiao por la casa Franco – inglesa de Gualeguay |
Tras la muerte del
general Justo José de Urquiza, el 11 de abril de 1870, la Legislatura de la
provincia nombra para sustituirlo como gobernador a Ricardo López Jordán. El
gobierno nacional, encabezado por Domingo Faustino Sarmiento, ofuscado ante
esta medida, responde con la intervención armada. López Jordán se prepara para
resistir en defensa de la autonomía provincial y en la zona de Paraná lo apoya
con sus paisanos montoneros El Chumbiao, apodo que llevaba el capitán Gerónimo
Romero, oriundo de Gualeguay.
Una canción popular
retrata la situación:
“Qué importe que ellos
traigan/ el prusiano Remington,/ si nosotros con la lanza/ iremos hasta el
cañón”… “A las armas, compañeros/ nos llama otra vez Jordán./ No más comer ese
pan/ amargo del extranjero”.
El historiador Fermín
Chávez es quien rescata esta figura legendaria, como el Calandria protagonista
de la obra teatral de Martiniano Leguizamón. Chávez relata un suceso que lo
pinta de cuerpo entero. “El 20 de mayo de 1870 a la cinco de la madrugada, el
conocido gaucho El Chumbaio (Gerónimo Romero) y 300 hombres dan un golpe de
audacia en Paraná, despertando a los gritos a la infantería nacional dormida en
la plaza, y retirándose sin tomarla”. Más allá de la importancia de la acción,
el hecho demostraba a las tropas nacionales que la intervención no sería un
paseo militar. Chávez documenta este episodio con una carta que el ex cónsul del
Brasil en Paraná le escribe al entonces ministro de Guerra y Marina argentino,
Juan A. Gelly y Obes. En esa misiva le expresa que “hoy a las cinco a seis de
la mañana hemos pasado un mal rato; más vergüenza que por el peligro – 300 a
400 gauchos se ha entrado a esta plaza principal donde había como 400 infantes
durmiendo al extremo que los centinelas los sintieron cuando se los llevaban
por delante pero a los primeros tiros huyeron. Esto ha sido debido a la
completa nulidad de las autoridades militares, pues la tropa ni las armas tenía
cargadas, en fin una vergüenza…”
Dibujo de El Chumbiao por Juan Arancio |
Pero también tenemos
la versión del propia Chumbiao que el 20 de mayo le escribe un informe a López
Jordán sobre su actuación:
“(…) En cumplimiento
de la orden recibida de S. E., me marché para el pueblo de Paraná con 200
hombres, y a las 5 y media de la mañana estuve en la plaza principal dando
vivas en la puerta de la Jefatura de Policía a nombre de nuestra Patria y de V.
E.; y habiendo contestado el Oficial de Guardia, gritando vivas y tocando
dianas, sentí unos tiros y descargas que la hacía el señor Ermeregildo
Albariño, que pasaba dando vivas en la esquina de la plaza (casa del General
Urquiza) una guardia que allí había, después de haber contestado las vivas.
“Luego después les
hicieron fuego a las demás partidas que había por distintos puntos y no pareciéndome
propia la pelea dentro del pueblo para no ofender a la población ordené la
retirada a los oficiales que encabezaban dichas comisiones a las orilla del
pueblo donde yo me retiré, parando a ver si salían los traidores enemigos para
combatirlos. (…)”
Después de esperar a
los porteños unas horas, se convencieron que no iban a salir a combatir a campo
abierto y resolvieron retirarse.
El Chumbiao acompañó a
López Jordán durante toda su primera campaña de resistencia a la intervención
federal. En junio del mismo año las montoneras de El Chumbiao toman Nogoyá. La
última actuación del capitán Romero se registra en la batalla de Ñaembé, Corrientes,
ocurrida el 26 de enero de 1871, donde los jordanitas derrotados ponen fin a la
rebelión.
De historieta
Tira publicada en el diario Clarín |
Después del último entrevero
la historia de este soldado matrero se pierde y comienza la leyenda. Y en esta
leyenda se inspira nuestro historiador Fermín Chávez para reconstruir su vida
legendaria en formato de historieta, plasmada en el dibujo por el santafesino
Juan Arancio, conocido por generaciones de lectores de las revistas de la
editorial Columba (El Tony, Dartagnan, Fantasía, entre otras). La historieta se
publicó como tira diaria en el diario Clarín entre 1967 y 1971. El primer
episodio cuenta que “en la Mesopotamia, a comienzos de 1871 un gaucho vencido
en batalla y en desbando… huye hacia el sur tratando de salvar el pellejo. Se
llama Gerónimo Romero, mas le dicen el Chumbiao”.
Fuentes:
Clarín Revista, Buenos
Aires, 15 de enero de 1867
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