Rubén I. Bourlot
Desde hace unos 150 años las escuelas argentinas conmemoran las fechas patrias y recuerdan a los próceres con actos escolares que repiten un ritual "casi sagrado" que ni padres ni maestros se atreven a alterar, aunque en lo que los rituales tienen de particular como una expresión de símbolo de creencia social, están cambiando. La investigadora y especialista en educación Marta Amuchástegui explica que a través de los actos escolares "se sostiene la tradición" y los maestros buscan "formar la conciencia cívica y transmitir el amor a la patria".
Era el ideal de quienes comenzaron a
edificar un estado nacional a partir de una población heterogénea, un aluvión
inmigratorio que iba sumando nuevos actores de diversa procedencia que era
necesario homogeneizar. El ideal de “educar al soberano”, “civilizar al
bárbaro”, más que nada dirigido a la población criolla se chocaba con las nuevas
capas de europeos “civilizados” que había que "argentinizar". De ahí la
importancia de los actos patrios, tanto como la de enseñar a leer y escribir.
Repensar los actos escolares para
darle una dinámica que revise conceptos cristalizados, ideas trasplantadas de
la cultura europea a nuestras tierras, y haga de los actos un espacio más
atractivo, participativo, para los chicos y jóvenes del siglo XXI.
Actores
En un acto conmemorativo de hechos
históricos no podían faltar todos los actores, no solo los principales o que se
consideran así. Hasta hoy se repiten hasta el cansancio la mención a los miembros de la
Primera Junta en los actos del 25 de mayo, decorado con algún soldado Patricio,
la consabida dama antigua como una mujer ricamente vestida, los infaltables
French y Berutti repartiendo cintitas (celestes y blancas), morenos
y morenas vendiendo velas y empanadas sin dejar en claro que eran
esclavos probablemente realizando esas tareas para sus amos. No aparecen ni los
campesinos de los alrededores, ni las comunidades indígenas, ni los pueblos de
las demás provincias que aún no se habían enterado de los que sucedía en las
cuatro manzanas que rodeaban el Cabildo de Buenos Aires.
En Entre Ríos podemos realizar un
recorrido de los actos escolares revisando los programas escolares que se
guardan en los archivos e, incluso, los que se publicaban en los diarios. En los
mismos observamos que su desarrollo no difiere demasiado de los actuales. Con
la apertura que incluye la entrada de la bandera nacional (la de Entre Ríos se agregó
después), la entonación del Himno Nacional (la marcha de Entre Ríos es
posterior), las palabras del o la docente, una poesía recitada de memoria, los
bailes tradicionales, alguna dramatización tomada de la revista La Obra (el
caballito de batalla de toda maestra) y el final de fiesta con el agasajo a los
presentes con chocolate y bizcochos de panadería recién horneados.
Con
cohetes y bombas
Otro programa de la Escuela Infantil
Nº 1 de Estaquitas da cuenta de los actos del 9 de Julio. Por la mañana, “a la
salida del sol, disparos de bomba; a las 9 Himno Nacional cantado por los
alumnos; discurso pronunciado por el director Sr. Valentín Cabrera; Los
congresales de Tucumán, declamación por el niño B. Ventura, y A San Martín, por
el niño Manuel Cabrera. Para la noche se programaba una Velada literaria que,
entre otras actividades preveía la representación de La clase del 95 por “dos
niñas y un niño”, un monólogo a cargo del niño Julio R. Cabrera y varias
representaciones breves que documentan el esmero puesto en la preparación de los
actos.
En
carro a la plaza
Francisco Francou en su libro El faro
de la cuchilla -valiosas memorias sobre la educación en la zona de Villa Elisa- nos ilustra sobre las fiestas patria en los últimos años del siglo XIX. “Es
digno de hacer constar aquí -escribe Francou-, toda la buena voluntad y
acatamiento de nuestra soberanía nacional, que siempre tuvieron las
colectividades extranjeras que poblaron nuestra villa y colonia.”
“En los años 1896 y 1897, por orden
de la Inspección, los maestros de la campaña con el mayor número posible de
niños, tuvieron que reunirse en Colón, para festejar el 25 de Mayo.” Los niños
de las colonias con sus maestros y padres, en caravanas de carros “colono”,
atravesaron los gredosos caminos rurales para llegar puntuales a las 10 de la
mañana del 25 en la plaza de la ciudad.
“Los alumnos iban lo más arreglados
que podían, luciendo con orgullo en sus pechos, la Escarapela Argentina.” En el
lugar participaron de los actos formales y luego fueron obsequiados con
“masitas y caramelos”. Pero todo no fue tan bien en 1897 cuando a la vuelta se
desató una copioso y fría lluvia azotando a los niños que viajaban en vehículos
descubiertos. “desde esa fecha -dice Francou- los padres no quisieron exponer
nuevamente a sus hijos a tantas contingencias
desagradables y resolvieron no concurrir más a Colón.”
2 comentarios:
Muy acertado su planteamiento querido profe. Es tiempo de pensar las fechas patrias desde otro lugar . Con el mismo respeto, pero con una estructura más acorde a los tiempos que corren.
Que interesante sería introducir esta discusión en las escuelas.
Muchas gracias. Así lo hemos planteado en la institución donde trabajaba y algunas modificiaciones se lograron pero hay que seguir el debate.
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