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14/2/14

Los Scalabrini

Por Rubén Bourlot (publicado originalmente en la revista Orillas)

El apellido Scalabrini tiene fuertes vínculos con nuestra provincia. Un Scalabrini cruza los mares y se afinca en estas tierras en la segunda mitad del siglo XIX para buscar fósiles de mamíferos. El otro la visita cada tanto para medir tierras.
Pedro Scalabrini trae en sus alforjas italianas las ideas novedosas de la época en el continente europeo, el positivismo comteano. Pronto se hace un lugar en la comunidad intelectual de la provincia, se incorpora a las cátedras de la Escuela Normal de Paraná y se constituye en un pensador influyente.
Raúl, que es Scalabrini pero también Ortiz, se va a Buenos Aires para cursar estudios de agrimensura.
Pedro deja en Paraná su legado intelectual y una colección de fósiles que será el germen del museo de Ciencias Naturales de la Provincia, fundado junto a Juan Bautista Ambrosetti. Pedro escarba la tierra; Raúl la mide.
Casado con una paranaense, Ernestina Ortiz, Pedro se traslada a Corrientes para continuar su labor educativa. En la provincia taragüí nace Raúl, en 1898.
Al frente del Consejo General de Educación de Entre Ríos, Pedro promueve una reforma de los planes de estudio en las escuelas normales para que se le dé mayor cabida a las materias de historia y geografía argentina, instrucción cívica e idioma y literatura nacional. Todo un adelantado este Pedro. De esa madera brota Raúl.
Raúl, el agrimensor, pronto se vincula con la intelectualidad de Buenos Aires, donde se establece. Además de medir tierras - lo que le otorga el sustento económico - se dedica al periodismo, a la filosofía y a las letras. El premiado ensayo El hombre que está solo y espera, de 1931, constituye un éxito editorial que lo consagra en los principales círculos literarios de la metrópolis. Los diarios y revistas más importantes no ahorran espacio para comentar la producción intelectual de este prometedor prosista de Corrientes y Esmeralda.
La década del 30, la infame, despierta en Raúl otras preocupaciones: política, economía e historia. Participa de la revolución irigoyenista de 1933 que tiene repercusiones en nuestra provincia junto a Gregorio Pomar, Arturo Jauretche, los hermanos Kennedy y otros, lo que le vale su detención. En 1934 se casa con una paranaense de reconocida familia: Mercedes “Mecha” o “Memé” Comaleras, y debe hacerlo esposado y acompañado por la policía, antes de partir al exilio. De retorno de Europa empieza a descubrir la trama de la dependencia del país y el papel de Gran Bretaña en la economía nacional. Traba amistad con los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, entrerrianos, nacionalistas y fundadores del revisionismo de nuestra historia. Acompaña al grupo que en 1935 funda FORJA (Fuerza de Orientación Radical del la Joven Argentina). A partir de ahí comienza la saga de publicaciones donde analiza la situación del país desde un punto de vista original: Política Británica en el Río de la Plata, Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional, El petróleo argentino, entre otros varios trabajos. Cuando estalla la Segunda Guerra Europea, desde su modesto diario Reconquista sostiene la posición de neutralidad de la Argentina frente la apabullante propaganda pro intervencionista a favor de Inglaterra y sus aliados.
El Scalabrini que hurga en las raíces de nuestra dependencia diluye al escritor mimado de Buenos Aires y ornado por los oropeles de la crítica literaria de los grandes diarios. Arturo Jauretche dice que ahí se inicia “la conspiración del silencio” para el escritor y periodista.
Acompaña desde los primeros instantes la emergencia del peronismo junto al futuro gobernador de Entre Ríos, Héctor Maya. Ambos vienen de la militancia forjista. Nunca ocupa cargo público alguno no obstante su influencia intelectual dentro del nuevo proceso político al que define como “el subsuelo de la patria sublevada”. Desde el llano fogonea la recuperación de los ferrocarriles y publica en 1946 Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino; toda una definición. Se dice que a partir de esas posiciones nacionales, y fundamentalmente de su adhesión al peronismo se enemista con la familia Comaleras de Paraná.
Tras el golpe de 1955, escribe en la legendaria revista Qué donde sigue con su prédica indeclinable y en 1958 se encuentra al frente de la publicación auspiciada por el nuevo gobierno que encabeza Arturo Frondizi. A los pocos meses, cuando el gobierno suscribe los polémicos contratos petroleros, renuncia y deja constancia de su posición en un artículo titulado "Aplicar al petróleo la experiencia ferroviaria".
Fallece el 30 de mayo de 1939, triste y olvidado. Arturo Jauretche despide sus restos en el cementerio "…Tú sabes que somos vencedores…vencedores en esta conciencia definitiva que los argentinos han tomado de lo argentino. Por eso hemos venido, más que a despedirte, a decirte: ¡Gracias, Hermano!"


Fuentes:
Orsi, René, Jauretche y Scalabrini Ortiz, Ed. Peña Lillo, 1985

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