8/11/18

Las flores de Kubero

Por Rubén Bourlot*

“La imaginación al poder” decían los revoltosos parisinos del Mayo francés. Tanta imaginación como la de esos muchachos que en La Plata pensaban en cultivar flores solares. O flores en el sol, todo era posible. Porque la década de 1960 – 1970 presenció, tal vez, la última revolución creativa del siglo XX en el viejo mundo “occidental”. Revolución que se plasmó en nuevas corrientes musicales como el rock de los Beatles, el arte pop, el hippismo y algunas rebeldías más. Y algo de esa inmensa ola se fue derramando hacia las periferias. A nuestra región la bitlemanía trocó en un rock nacional, el nuevo arte se expresó en los hapenning de Marta Minujin en el Instituto Di Tella, pero que también empujó a las juventudes hacia el folclore que brotaba en cada rincón. 
Kubero con Carlitos Díaz y Miguel Pustilnik en Nogoyá
En medio de este clima nació el grupo creativo que se conoció como La cofradía de la flor solar. Algunos de sus gestores fueron los muchachos entrerrianos de Nogoyá que se arraigaron en La Plata hacia 1966, un agitado año signado por la bota de hosco general Onganía.
Una crónica informa que la historia tiene su comienzo en Nogoyá cuando cuatro amigos estudiantes secundarios (igual que los de Liverpool) se juntaron para formar la banda Los Grillos (por esa época The Beatles eran “los escarabajos”) para animar las reuniones bailables de la época con la música de la “nueva ola”. Sus nombres: Juan Fernando Díaz -al que apodaban Kubero- en guitarra y voz, Mauricio Morcy Requena en bajo y voz, José Manija Paz en batería y Carlos Gómez en guitarra. Algunos ya habían incursionado en el folklore con Los Horneritos, niños aún.
“A los 15 años me vinieron a buscar para que tocara en Los Grillos – dice Kubero en una entrevista -, el primer grupo de rock que hubo en el pueblo. Allí tocaban Eduardo Paz, Luis Alberto Morcy Requena y Carlos Gómez. Esa fue una experiencia muy fuerte.” Cuando terminaron la secundaria tomaron diversos rumbos, y dos de ellos, Requena y Paz, se fueron a estudiar a la Universidad Nacional de La Plata, destino de tantos entrerrianos cuando aquí las carreras universitarias eran una rareza. 
Kubero hacia 1965 en el techo de su casa en Nogoyá
En un caserón alquilado de la avenida 122 se juntaron con el artista plástico Ricardo Mono Cohen, el escritor Néstor Candi y el estudiante de Antropología Hugo Pascua García, y comenzaron a fermentar la idea que terminó en una de las clásicas comunidades hippies, ampliada luego con la incorporación de disímiles disciplinas artísticas. “La Cofradía de La Flor Solar durante el verano del 67 propuso unir la vida al arte (acción y pensamiento) y buscar la fórmula para cambiar el corazón del hombre para, así, poder cambiar al mundo, expresando esta idea con canciones y toda clase de slogans imaginativos y estéticos. Un año después y con más prensa, los protagonistas del ‘mayo francés’, hicieron lo propio”, dice un manifiesto de la comunidad.
En este ambiente, hacia 1968, surge la banda de rock que forman Requena, Paz y Hugo Pascua García. La comunidad y la banda eran conocidas con el nombre que les dio fama: La cofradía de la flor solar. 

La llegada de Kubero
Pero a este grupo le faltaba una pieza fundamental, el cuarto elemento, que le aportaría una bocanada de creatividad. Y a Nogoyá fueron a buscarlo a Kubero, y lo convencieron para que se mudara a la ciudad de las diagonales. El propio Kubero explica el origen de su apodo  “Cuando era muy chico, mi madre me cantaba siempre una canción llamada Juancito, el escobero. Y yo en vez de ‘escobero’ decía ‘cobero’ o algo así. Y mi viejo me empezó a decir Kubero.”
Carátula de uno de sus primeros discos
De la creatividad de Kubero, una de las primeras canciones, “Juana”, se inspira en un personaje de su pueblo: “Es la historia de una pareja de Nogoyá: Juana y Troncoso, quienes cruzaban el pueblo pidiendo limosna. Él era inválido, andaba en muletas, y ella le hacía el aguante con una paciencia increíble. Desde chiquito, recuerdo que los veía todos los días cruzando el pueblo, y de ahí salió la canción: ‘Allí está Juana, sola junto al gran portón...’ Justo, era la época de Eleanor Rigby, y creo que está inspirado en material como ese.”
En el ‘69, después de un traspié con un disco rechazado por las discográficas,  llegan al vinilo con el sencillo "Sombra fugaz por la ciudad / La mufa", y luego le siguen "La Cofradía de la Flor Solar" en 1971 y  "Kubero Díaz y La Pesada" en 1973.
Para 1972 los miembros de La Cofradía se fueron dispersando por el acoso de las autoridades, en particular la policía. Pensaron en irse a Europa, una aventura muy remota de emprender sin los mínimos recursos económicos. Unos se fueron a El Bolsón cuando nacía esa comunidad de idealistas que pretendía vivir al margen de ruido urbano. Otros probaron con viajar al Brasil y algunos se vinieron a Entre Ríos para tantear suerte, y vaya si la tuvieron. Ricardo Legna se sacó la lotería de Entre Ríos y junto a Morcy Requena viajan a Londres con el objetivo de conseguir una casa capaz de albergar al grupo. Allí toman contacto con el sello Virgin Records mostrando unas cintas y el disco de La Cofradía e interesan también al manager de Led Zeppelin. Envían los pasajes y una parte de la ex Cofradía sale para Londres entre ellos Jorge Pinchevsky. En la capital británica no les acompaña la suerte. Un miembro del grupo es descubierto ocultando una dosis de marihuana y son deportados a Holanda.
En 1974 la Cofradía se disuelve y algunos de sus integrantes se integran a La Pesada del Rock and Roll de Billy Bond. Nuevamente perseguidos por la dictadura, en 1976, Kubero y Jorge Pinchevsky (viololinsta) parten a Europa con la idea de recrear allí la Cofradía. Con Miguel Abuelo tocaron como La Cofradía de la Nada. En Ibiza, cantaron rock en castellano, algo inédito para España. Durante todo 1976 se presentaron en una discoteca de Barcelona. A fines de 1976 se contactaron con Miguel Cantilo, que se radicaba en España, y de allí nacería Punch.
De nuevo en el país, cada tanto reeditan sus viejas canciones y nuevas producciones como "El café de los ciegos" (1997), "Cofrádika" (1998), "Histórico", álbum de archivo con temas inéditos (2005) y "Kundabuffer" (2007).
Kubero Díaz continúa con su labor artística participando de distintos proyectos, entre otros con los inicios de Los redonditos de ricota y con la banda de León Gieco.

Fuentes:
http://www.rock.com.ar
https://www.facebook.com/pages/Kubero-Díaz/
http://lacofradiadelaflorsolar.blogspot.com.ar/
http://secinicial.blogspot.com.ar/2013/03/las-rutas-de-un-viajero-entrevista.html

*Publicado originalmente en la revista Orillas

4/11/18

Trenes: de ayer para hoy

Por Rubén Bourlot

Hoy se plantea, de tarde en tarde, la necesidad de recuperar los ferrocarriles, que fueron destruyéndose a lo largo de décadas. Recordemos una nota de mi autoría en el mensuario Información Agraria que es editaba en Concepción del Uruguay. El recorte fue publicado en junio de 1977.

11/10/18

Las primeras reivindicaciones de Artigas en Entre Ríos

Por Rubén Bourlot

Esta es una aproximación que pretende indagar acerca del temprano interés sobre la figura de Artigas en la provincia de Entre Ríos y su reivindicación como protagonista imprescindible del proceso emancipador de nuestra América.
Hallamos que a partir de la década de 1930 si inicia el interés en los estudios académicos sobre la figura de Artigas en Entre Ríos. Esta vocación artiguista también se proyecta en las letras y en la visibilización a través de los monumentos públicos. No obstante, no sucede lo mismo con su inclusión en el currículum escolar, carencia que continúa hasta nuestros días.
Un ejemplo de lo dicho es el Seminario de Historia Argentina y Americana, desarrollado durante 1936 en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná, bajo la dirección del Profesor Dr. José Luis Busaniche, que llevó a cabo un valioso trabajo de rescate del artiguismo en la provincia, que contó con un entusiasta grupo de alumnos, luego caracterizados historiadores y trabajadores de la cultura, entre ellos: Facundo Arce, Manuel Demonte Vitale, Inés Géricke, Nélida Reynoso, Manuel E. Macchi y Víctor M. Badano.
Como producto de ese Seminario vieron a la luz varias publicaciones, como Artigas y el Directorio, de Víctor Badano en la revista Tellvs (Paraná, número 4, 1948), y Artigas heraldo del federalismo rioplatense de Facundo Arce y Manuel Demonte Vitali (Paraná, 1950).
Acerca del impulsor de la iniciativa dice Facundo Arce: “El Dr. José Luis Busaniche, a quien rendimos nuestro fervoroso homenaje de gratitud, cumplió en Paraná, como Profesor de su más alta casa de estudios, una acción proficua, señalando una orientación definida y clara a los que nos conocíamos entre sus discípulos. De sus lecciones quedaron enseñanzas duraderas y no es exagerado decir que, de entonces acá, estimamos de otra manera, como debe ser según la verdadera justicia, la historia nuestra. Este maestro ha sido de los que en hora temprana se dieron a la tarea nada fácil ni cómoda por cierto, de liberar a la historia de las adherencias puestas por la pasión, el interés o simplemente la ignorancia.”
Lamentan los autores que no se haya podido publicar en su momento, en su totalidad, los textos del seminario y que es esta oportunidad no se pudieran reunir los correspondientes a los otros atuores: Gérike, Reynoso y Macchi. 
Víctor Badano, por su parte, en 1948 publica su trabajo en la revista Tellvs, una publicación de la Dirección de Cultura de la Provincia. Este se refiere específicamente al Congreso del Arroyo de la China. 
También recordemos los trabajos de César B. Pérez Colman que a fines de la década del 40 fue invitado a dictar una conferencia en Montevideo, frustrada por la temprana muerte del historiador entrerriano. Los apuntes de la misma son rescatados y publicados por Oscar Tavani Pérez Colman en 2011. En la misma se refiere la actuación en Entre Ríos del “Protector y Padre de las patrias rioplatenses, y factor predominante de la creación del Estado de Entre Ríos”. Obsérvese el lenguaje utilizado. 

En la poesía
Por el costado literario el poeta del Montiel, Delio Panizza, en su extenso poema Artigas publicado en 1950, rescata la gesta del caudillo. Reivindica el congreso de Arroyo de la China de 1815 que convocó a representantes de toda la Liga de los Pueblos Libres.  La poesía canta los esfuerzos de Artigas para mantener la unidad: “las busca, las atrae, / las quiere ver al fin confederadas / en un lazo perenne” de  federalismo y democracia, escribe Panizza.
El libro es publicado, en el centenario de la muerte del caudillo, por la Sociedad Criolla “Doctor Elías Regules” tras su participación en Montevideo de los actos conmemorativos del centenario de la muerte de Artigas, donde leyó el poema.
En la nota al libro, el propio Panizza pretende que su obra sea “mi homenaje al Protector de los Pueblos Libres, al gran calumniado de la Historia de América, al fundador del federalismo argentino…”
A partir de la declaración del Congreso de Oriente, dice Panizza, “…Queda libre la Patria / del porteño falaz y el godo hidalgo; / libre por las cuchillas / puede volar el pabellón creado”. 
Don Delio describe la enseña federal como “un himno de llamas dividiendo en diagonal un cielo azul y blanco”.  Nuestra bandera, la de la Liga de los Pueblos Libres, grita a los vientos y el poeta talero supo escucharla, al decir del poeta Luis Salvarezza: “Dice Federación esa bandera sesgada por un rayo”.  
El poeta oriental Edgardo Ubaldo Genta sostiene “que se trata del más extenso himno que poeta alguno escribiera a la gloria del inmensurable Protector de los Libres, uno de los más originales héroes de América, y, para nosotros el mayor”.
En otro de los tramos del poema, refiriéndose a Purificación, dice del caudillo: “Es ejemplo, sanciona y obedece / su propia ley, es jefe y ciudadano / y la “ciudad” bajo sus ojos crece …”
“Allí edifica su primera capilla / para la devoción de sus legiones … / Y la escuela primera se levanta… / Artigas en dinámico proceso / es juez, legislador, ejecutivo… / todo caído por su propio peso / de su notable cerebro pensativo”
En otro libro de Panizza, Montonera (publicado en 1947), el poema En Unión y Libertad lo dedica a  Luis Alberto de Herrera, al ser inaugurado en Concepción del Uruguay - en 1943 - el busto de Artigas, confiado por un grupo de ciudadanos uruguayos a la custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos.

El primer monumento
Este busto en Concepción del Uruguay es el primero dedicado a Artigas en el actual territorio argentino, que se inaugura el 25 de febrero de 1943, con una conferencia pronunciada por el historiador uruguayo Felipe Ferreiro. En la placa colocada en el monumento se lee: “Confiado a custodia del Instituto Entrerriano de Estudios Históricos como símbolo de perenne amistad entre orientales y argentinos”. 
Y no es casualidad la elección de la ciudad, que fue sede del Congreso de Oriente convocado por Artigas en 1815.
“Aspiramos en un primer momento a realizar – para leer en este acto – un trabajo comprensivo de todo el proceso relatado confusamente hasta ahora – del Congreso Federal que en junio de 1815 se reunió en esta hoy riente y progresista ciudad y entonces pobre villa enlutada y transida por los sufrimientos de la guerra”, manifestó en la oportunidad Ferreiro.
Según lo advierte el licenciado Alberto Umpiérrez, la concreción de ese monumento allí y en esas fechas, está vinculada al reconocimiento que le hiciera el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Buenos Aires al Dr. Luis Alberto de Herrera, en diciembre de 1940, con motivo de haber logrado abortar el proyecto de instalar unas bases aeronavales norteamericanas en la costa uruguaya del Río de la Plata. En ese viaje la delegación argentina aprovechó para realizar homenajes a Artigas y a Oribe en sus respectivos monumentos.

Bibliografía
Salvarezza, L. A., “Delio Panizza, el poeta del Montiel”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“El primer monumento a Artigas en Argentina”, en
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=9065 (Consultado: 29-9-2018)
“Seminario de Historia artiguista en Paraná”, en 
http://genoma.cfi.org.ar/enciclopedia/Evento?eventoId=37786 (Consultado: 29-9-2018)
Ferreiro, F., Estudios Históricos e Internacionales, (1989), Edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, Publicado en la Revista Por la Patria Nros. 2, 3, 4 y 5 año 1943/1944 – Conferencia dictada en Concepción del Uruguay con motivo de la inauguración del primer Monumento a Artigas en Argentina el 25 de febrero de 1943.
https://es.wikisource.org/wiki/Artigas_en_el_nacimiento_de_la_Liga_Federal
Arce, F. y Demonte Vitale, M., (1950), Artigas heraldo del federalismo rioplatense, Paraná, Nueva Impresora.
Panizza, D. (1950), Artigas, Edición de la Criolla, Montevideo.
Badano, V. M., “Artigas y el Directorio”, en Tellvs (10 de mayo de 1948), Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná.
Pérez Colman, C. B. Conferencia inédita, en Tavani Pérez Colman, C. B. (2011), Artigas y Entre Ríos”. 1870. “Biografía del historiador de Entre Ríos. Dos estudios inéditos del Dr.César B.Pérez Colman”

4/8/18

Cooperativa de Provisión de Carniceros de Paraná Ltda.

Por Ricardo César Bazán*
                                                 
La Cooperativa de Carniceros fue fundada en el año 1958, si bien hubo intentos anteriores de formar una institución similar estos no prosperaron.
Fueron sus socios fundadores: Aguilar José, Antille Eduardo, Arellano Mario, Baranoff Noe, Borghello Juan, Braun José, Burioni Anselmo, Caseres Felix, Celman Gregorio, Coloma José, Damonte Carlos, De Paola Felipe, Del Castillo Leonidas, Echegaray Salvador, Emili Rafael, Fabre Claro, Flesler Moisés, Frenkel Jaime, Garen Eloi, Gastiazoro Ernesto, Grinovero Vicente, Heintz Alejandro, Erbeta José, Hurtado Clemente, Kosoi Salmón, Mair Eugenio, Maravankin Abraham, Martínez Lorenzo, Martín Ramón, Mendoza Herminio, Moya Carlos,  Muzzachiodi Luis, Nardin Juan, Nejamkin Daniel, Ostrovsky Bernardo, Ostrovsky José, Popilevsky Mateo, Reits Martín, Ríos Ventura, Saint Jhon, Sasdelli José, Scevola José, Scevola Miguel, Schnitman Naun, Selman Benjamin.
La Cooperativa se concreta a partir de la solidez del Centro de Carniceros Minoristas de Paraná para hacer frente al mal abastecimiento de carne que estaba monopolizado por la Municipalidad de Paraná como “único abastecedor”.
Sus inicios se hacen como usuario del frigorífico municipal para atender a sus asociados. Primero con transporte municipal para el reparto y al poco tiempo se compran dos camiones Bedford cero kilómetro, se los transforma en térmicos para el reparto siendo un gran salto para la cooperativa. Simultáneamente se compra un camión Mercedes Benz para el transporte de ganado en pié, que era todo una novedad para el año 1962. Se mandan a construir dos cargadores de ganado en zonas de influencia para las compras, uno en La Picada y otro en la zona de Aldea Brasilera pues los campos no contaban con esta herramienta. Las compras en la zona de Victoria, que eran muy importantes, venían por arreo (4 días) y de algunas localidades se traían en tren.
La primera sede administrativa estuvo en la casa del directivo Benjamín Selman y el primer empleado fue un joven de apellido Maravankin. La gerencia la ejerció Ventura Ríos y como comprador de hacienda Leónidas Del Castillo, ambos carniceros fundadores. Posteriormente la entidad se traslada a la calle Alen N° 23, de ahí a calle Misiones y actualmente en Avda. Ramírez 2883.
En la faz de su desarrollo económico la empresa tuvo grandes altibajos por razones ajenas a la cooperativa, no obstante se creció en camiones de transportes y se adquirió un campo para depósito de hacienda.
En la faz industrial en el año 1976 se comenzó a pensar en una planta frigorífica y luego de muchas alternativas se logra la autorización para realizar la misma en el lugar que hoy se encuentra.
Con los planos en mano y las autorizaciones de referencia se logra un crédito del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) a tasas muy promocionales para construir una planta de primera categoría. Las obras se comenzaron con recursos propios provenientes de la venta del campo y el ganado que en ese momento representaban el equivalente al 90% de la obra civil de la planta. Luego, y a esa altura de la inversión, se recurre a la utilización del crédito que se les había otorgado, que a los pocos meses debido a un severo giro en la política económica tuvieron que desistir del mismo por el cambio de tasas. Quedan peligrosamente endeudados pero con los avales solidarios de toda la Comisión Directiva se sale de esa situación.
En 1983 se retoma la construcción pero en forma precaria, se les habilita con tráfico provincial hasta 1987 que con las adecuaciones correspondientes se logra el tráfico federal, encontrándose hoy en esa situación.
La empresa se encuentra en la actualidad en un constante desarrollo de su capacidad industrial. La cooperativa tiene en vías de ejecución el edificio administrativo junto a la planta industrial, y desde ese lugar avanzar con mayor presencia en el comercio local y también en el de exportación.

Fuente: Jaime Frenkel -Presidente-
*Tec. Sup. en Cooperativismo

3/8/18

El juicio a un periodista*

Por Rubén Bourlot

Corría 1887. En Concordia el periodista Fernando G. Méndez dirigía el trisemanario “El Amigo del Pueblo”, temido por sus críticas sin concesiones a los funcionarios corruptos. El periódico era considerado uno de los más populares de la provincia. Fundado en 1886, había reemplazado a La Concordia y La Ley, cerrados por los ataques de los gobiernos de la época.
También “El Amigo del Pueblo” se había granjeado muchos enemigos, entre otros las autoridades políticas de Monte Caseros, Corrientes, hasta donde había llegado la prédica de Méndez. El diario imputaba a los políticos correntinos de graves irregularidades lo cual derivó en una denuncia y la formación de un Jurado de Imprenta para analizar la conducta del periodista. Fue el primer jurado de imprenta constituido en la provincia, de acuerdo a la ley del 4 de julio de 1884, que se reunió en el teatro Beñatena de Concordia y su pronunciamiento fue favorable a Méndez, que había encomendado su defensa al Dr. Miguel P. Rodríguez, El gobierno correntino se vio obligado a remover todas las autoridades policiales y judiciales del departamento. Este juicio tuvo repercusiones en todo el país.

¿Quién era Méndez? Había nacido en Buenos Aires, en 1853, radicándose desde niño en Concordia. Fue un periodista combativo y vehemente. Representó en varios períodos a Concordia y Federación en la cámara de diputados se desempeñó también como jefe de policía. Tras la muerte de Urquiza y en medio de las revueltas jordanistas, se exilió en Uruguay, abrazando la carrera de las armas. En 1885, de regreso a Concordia, es premiado por sus servicios con el grado de coronel del Ejército de Entre Ríos. 
Se había iniciado en el periodismo como reportero en La Libertad, periódico de
Olegario V. Andrade, en 1871. Como dijimos antes, en 1884 funda La Concordia, con Horacio Mitre. Desaparecido éste, dirige La Ley, empastelado por el oficialismo en 1886. Con este último periódico apoya la candidatura presidencial de Dardo Rocha, dentro del las filas del roquismo.
Escribe Luis María Medina  que “una crónica lo describe como «periodista, guerrero, político, legislador, hombre de negocios y de empresas múltiples, en las que su dinamismo, impetuoso y rebelde a las normas establecidas en la época actuante, impidiéronle el triunfo de sus afanes en el orden material”.

El Amigo del Pueblo
El 16 de octubre de 1886 Femando G. Méndez funda y dirige el periódico de más prolongada trayectoria y que le dará fama.
“El Amigo del Pueblo” circulará con intermitencias hasta 1934. Aparecía martes, jueves y sábados y entre sus redactores se contaban Lisardo Sierra, Damián P. Garat y Armando Tombeur. Varias veces clausurado, en agosto de 1893 fue reemplazado por Vox Populi. Reaparece en marzo de 1894 como diario vespertino. En sus últimos años fue dirigido por Armando, primero, y Agripino Méndez, después, hijos del fundador. En la década del 30 encontramos al periódico acusado de “conspirar a favor de una revolución para derrocar las autoridades constituidas”, en referencia al levantamiento irigoyenista contra el gobierno de Uriburo. Un informe emitido por la III Brigada de Caballería con fecha 23 de Junio de 1932, afirma que “se conspira abiertamente en el Salto y Concordia. Los que trabajan aquí son el Doctor Bulnes, un ingeniero Jurado, Agripino Méndez director del diario El Amigo del Pueblo, cuyos recortes se acompañan (…)”

Imprenta Marinoni, similar a la obsequiada a Méndez
Por su redacción, escribe Aníbal S. Vásquez, “pasaron como redactores o colaborando asiduamente, el Dr. Miguel F. Rodríguez, Francisco Podestá, Dr. Antonio B. Balleto, hijo de Gualeguaychú, conceptuado corno uno de los abogados más talentosos de Concordia y secretario de Roca en su primera presidencia, Leoncio Payva y Pablo Dunguey de la Peña, correntinos y brillantes periodistas, el escritor y político uruguayo, Eugenio Garzón, que se fuera a París para ingresar a la redacción de El Fígaro. Emiliano Ferreyra, Armando Tombeaur, que se distinguió en el periodismo de Buenos Aires y particularmente en El Diario de Lainez, Dr. Estanislao Mouliá y Antonio P. Arena. Y ahí se hicieron periodistas o se terminaron de modelar, Lisardo Sierra, Damián P. Garat, Cecilio M. de León y otros muchos que se desparramaron por el interior del país en publicaciones diversas.”

Un homenaje merecido
La repercusión del juicio contra el periódico y el triunfo de la opinión libre catapultó la figura de Méndez al ámbito nacional. 
En Buenos Aires se constituyó una comisión que logró la adhesión de la prensa argentina y extranjera que obsequió a Méndez con una imprenta completamente equipada, inclusive una máquina plana impresora, marca "Marinoni". Además la comisión constituida en Salta con la presidencia del doctor Eleodoro Lobos, —luego ministro de hacienda de la Nación-, le hizo entrega de una plaqueta y medalla de oro.
Ya retirado de la tarea periodística, Méndez falleció en Concordia el 2 de septiembre de 1938.

Bibliografía:
- Luis María Medina  Apuntes para la historia de Concordia, en http://www.delaconcordia.com.ar/
- Aníbal S. Vásquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Imp. de la Provincia, 1970.
* Publicado originalmente en la revista Orillas.


30/7/18

EL JUICIO

Un cuentito que circulaba entre inmigrantes piamonteses de las colonias de los departamento Uruguay y Colón. 
Dicen que un día llegaron a un pueblo de los valles alpinos unos gitanos que vendían “juicio”. Se cruzaron con dos paisanos y, haciendo galas de habilidad comercial, los envolvieron con argumentos sobre las bondades de tener un “juicio”. Convencidos los hombres se compraron uno. El “juicio” venía adentro de una cajita primorosamente decorada y, según los vendedores, tenía poderes mágicos. Cuando se fueron los gitanos uno de los paisanos, ansioso por ver de qué se trataba, abrió la cajita y al instante escapó algo como un grillo que se esfumó por el respiradero de un sótano. Desesperados los hombres, sin pensarlo dos veces, buscaron picos y palas para abrir un boquete en la pared. El ruido alertó al dueño de la casa que alarmado los increpó. “¡Que hacen!”, les gritó. “Es que perdimos el juicio”, intentó explicar uno de los hombres. “¡Ya veo que perdieron el juicio, pero no por eso me van a derrumbar la casa!”

5/6/18

El Gordo y Don Ata

Por Rubén Bourlot*

Un día cayó el Gordo (Juan Luis Puchulu, es decir, el Gordo que no es gordo) con unos papeles en la mano. Papeles que temblaban de emoción, o tal vez por ese imprevisto amor, el de una tal “Lilia Parkinson.” Ese amor que le tiene cansada la mano izquierda. “Es una contradicción. Si a ella nunca le di trabajo, ¿de qué puede estar cansada?”, dice.
Era ese mismo Gordo que se atrevió con los micrófonos de una radio a trasmitir desde el cielo, montado en un globo aerostático, o desde un planeador, o trepado a una antena. El mismo que caminó durante siete días desde Concepción del Uruguay a Paraná para rendir homenaje a los combatientes de Malvinas. Igual que la travesía de Hernandarias, pero a pié. El mismo de las largas jornadas solidarias haciendo lo que mejor sabe: hablar con un micrófono para recolectar juguetes, abrigos y monedas para los más humildes. 
Pero ese día el Gordo llegó portando una copia de una pequeña publicación con el mensaje “A la juventud estudiante del Concepción del Uruguay”.  Y temblaba de emoción porque esas eran las palabras de un eterno Don Atahualpa Yupanqui. Y él, el Gordo, había estado ahí cuando el guitarrero de las cosas nuestras las escribió.
Un día, cuenta el Gordo, llegó de visita a la Concepción del Uruguay Don Ata como rememorando su paso por los años treinta: “con mirada de otros años, y otros tiempos contemplé, sobre un mangrullo de talas, el palmeral de Montiel”. Ya no sin caballo y en Montiel, sino a bordo de un automóvil, arribaba esa primavera de 1963. Ya no payador perseguido sino cargando con todas las glorias del cantor que triunfante en todos los escenarios. 
Don Ata llegó para actuar en la ciudad invitado por la Peña Tradicionalista Ñanderogamí, y estuvo en la radio LT11, y al otro día estaría en el Colegio Nacional, el histórico fundado por Urquiza, para deleitar a los jóvenes con sus versos sentidos. 
Esa noche, cuenta el Gordo, Don Ata se fue a dormir pensando en el encuentro con la juventud estudiosa. Y el sueño remolón no venía pero sí las palabras se agolpaban en la mente del cantor. Las palabras para la juventud del Colegio. Y esa noche en vela las volcó en el papel.
“Qué linda suerte la mía, esa suerte de echar píe a tierra en este pago de Concepción del Uruguay, para saludar a la juventud estudiosa, pajaritos de reciente plumaje, que se preparan para el canto y el vuelo en venerables jaulas de mapas, de libros y consejos, en las que no hay ramas que detengan el sueño y la fantasía, y donde la vocación halla su cauce para correr tierra y tiempo, y darse con todo, como los arroyos que cruzan las praderas con sol y sombra, y remolino, hasta entregar su viaje al ancho y amado río, sumándose a la vida y al paisaje con un destino de mar…”
Bellas palabras que al día siguiente, bajo un sol primaveral, en el antiguo patio del Colegio, echaron a volar y recorrieron galerías y pasillos, y se confundieron con las voces de otros tantos célebres personajes que pisaron las baldosas del Histórico. 
“Fui como ustedes, pajarito libre sobre un paisaje de encantamiento. Quemaba mis carbones en el aula, y en el deporte, y en la danza. 
“Cualquier camino que recorría de niño, de muchacho, era para mí, como para todos los adolescentes, una senda milagrera donde se me rebelaba un mundo; un mundo que era solamente nuestro; un universo que apasionaba al muchachito descubridor, un territorio que impulsaba al conocimiento de yuyos y de árboles, de nidos y de arenas, de frutas tibias bajo el sol de la siesta…”
Los jóvenes estudiosos - seguramente guardando respetuosos silencio - con ojos de asombro y oídos atentos, observaban a ese hombre de rostro aindiado ahí presente, vivo. Sí vivo porque para los estudiosos de manual los grandes hombres sólo viven en las esculturas, como ese Urquiza, Clark, Larroque que señorean en el patio. 
“Los años, el tiempo, hicieron de aquellos caminitos de travesuras y revelaciones camperas y sencillas, un solo camino.
“El abuelo vasco y el abuelo indio, se confabularon con el paisaje de esta tierra en que nací.
“Desde la raíz de la piedra, desde la hondura del algarrobo, desde la nocturnidad de las llanuras, desde el misterio de los montes, los duendes mestizos que manejan mi destino, eligieron un trenzador. 
“Ese trenzador se llamaba destino. Y tomando las cinco líneas de aqu

el pentagrama que solía descifrar con dificultad cuando niño, hizo con ellas una trenza hechizada, un lazo sobado con amor y paciencia, con cielitos y rocíos mañaneros.
“Y con ese lazo, hecho para el desvelo y el camino, amarró junto a mi corazón un antiguo madero estremecido: la guitarra…”
Ese pequeño trozo de papel cobraba vida en las manos temblorosas del Gordo. En sus manos estaba el canto pausado del payador, el sonido grave de la guitarra criolla, el aroma de los espinillos en flor que lo recibieron en la vieja Arroyo de la China. 
“Y bendigo a mí la suerte de hoy, que me permite desensillar, siquiera por una noche, junto a los muros de esta ciudad, tan entrerriana y tan argentina, tan plena de historia, tradición y poesía, con un paisaje de prado, monte y río, capaz de atesorar la vocación de sus hijos, apuntalando el ayer para que sea más firme la luz del mañana”.
Y así terminó el paso del poeta de la tierra por la Concepción del río como cielo que viaja, al decir de Sampayo. 

*Publicado originalmente en el diario Uno de Paraná, 3-6-2018

3/6/18

Marisa Allende, la dama del radioteatro

Por Rubén Bourlot

María Luisa Casanova fue poeta desde siempre. “Yo escribo poesía desde los 8 años, esa era mi tarea más fiel a mí misma” dice con énfasis, para justificar su paso por el radioteatro a lo largo de 12 años, en una entrevista de 2006.
Ya con el seudónimo de Marisa Allende, en 1955 se inició como guionista de ese exitoso género radial que fue el radioteatro (porque ya no lo es en estos tiempos de la imagen omnipresente). Y su incursión en el melodrama, sin mucho convencimiento, fue más por necesidad que por vocación. “Yo empecé a escribir radioteatro por lo que podíamos llamar una casualidad. Nunca pensé que iba a dedicarme al radioteatro, nunca se me cruzó por la cabeza que iba a escribir radioteatro. Yo había escuchado novelas de una autora muy buena que se llamaba Nené Cascallar, de (Alberto) Migré a quien después conocí en Buenos Aire. Tampoco era fanática del radioteatro”.
Uno de los motivos fue la necesidad de su esposo Roque Galotto que dirigía un elenco de radioteatro en LT11, la radio de Concepción del Uruguay, de contar con guiones adecuados al grupo. “¡En vez de escribir tantos poemas por qué no te ponés a escribir radioteatro! – le planteó -, que hoy tuvimos problemas con la novela. Son muchos personajes y nosotros somos 7 , 8...” 
Su primera obra surgió de esa manera: “Yo nunca había pensado en eso, en escribir. Pero mi esposo tenía una manera muy especial de tocarme el amor propio y me dice: pero claro, cómo vas a escribir radioteatro si no sabés.  Y agarró y se fue a acostar. Y yo me quedé pensando. Si yo escribo poemas, ¿por qué no puedo escribir radioteatro?  Y ahí nació mi primera obra de radioteatro que se llamó “El último concierto”, una obra tenía por característica, nada menos que el concierto Nº 1 de Tchaikovsky y contaba la historia de una pianista y un director de orquesta, y había música clásica por los cuatro costados. Escribí de un tirón el primer capítulo. Terminé a las 5 de la mañana, agarré las hojas, fui a donde dormía mi marido, lo destapé y le dije: tomá aquí está el primer capítulo de mi novela.  Ahí empezó todo, casi como un juego. Yo no me imaginaba  que ese juego iba a durar doce años. Y me iba a mantener encerrada en el escritorio doce años”.

Cuando “La Libertadora”…
Pero a esa justificación se suma otra mucho más prosaica “porque pasó que nosotros éramos profesores los dos y cuando la revolución Libertadora –éramos peronistas -, nos sacaron a los dos y bueno, había que buscar horizontes. Y mi esposo se fue a Buenos Aires a abrirse camino allá, y yo me quedé aquí escribiendo. Yo ya había empezado en LT 11, y hubo un momento que sentí que lo que yo escribía realmente lo necesitábamos, era una entrada importante, porque el radioteatro se pagaba muy bien  y había que seguir adelante”.  
Marisa Allende en 2006
Primero fueron guiones para el radioteatro de las 11 en la emisora local, “ese radioteatro, dentro de las categoría que había en esa época, se llamaba radioteatro blanco, porque era nada de populachera, nada de aventura rara, nada de nada. Era una cosa doméstica, con mucho amor, familia, cosas de la vida normal”, explica para diferenciarlos de los radioteatros efectistas (y más “comerciales”) que luego se representaban en los clubes de barrio. Poco tiempo después sus obras ganaron un espacio en las emisoras de Rosario y finalmente en Buenos Aires donde escribió para las radios más importantes de la época, entre otras Radio Belgrano y la mítica Radio El Mundo. En 1959 obtuvo el Premio Nacional de género para la categoría Radioteatro Unitario.
En Radio Belgrano, el director de radioteatro Julio Durán la contrató para escribir una obra cada dos meses. “Yo hice conocer Concepción  del Uruguay a través del radioteatro. Escribí una obra sobre la inundación que se llamaba “Basura que trajo el río” que era la narración de la inundación, cómo impactó  la inundación, la famosa inundación del 59, sobre la gente humilde y la otra gente que no lo era. Era gente de clase media pero que también el río no respetó. Después  de eso, al tiempo, protagonizada por Alfredo Alcón, escribí otra que se llamaba “Cuatro ladrillos y un sueño”  que era sobre la gente que en la inundación había perdido todo y volvía, quería  volver al lugar donde vivía y no encontraba nada. La novela de Alcón fue por radio El Mundo, en donde  me llamó Amando Discépolo”. 

Sin finales felices 
También se animó a transgredir los estereotipos consagrados del género, como que los radioteatros tenían que tener un final feliz. Marisa Allende se atrevió a escribir historias con final trágico a pesar de los reparos de Julio Durán: “Marisa, las novelas tienen que terminar bien, porque  son para las señoras gordas que tejen a la tarde o al mediodía o que están cocinando y tiene la radio al lado…” Ante ese argumento “le digo a Durán: pero la vida no siempre termina bien y los escritores, o los que nos llamamos escritores pintamos la vida. A mí me viene un argumento y no siempre termina bien porque yo reflejo una parte de la vida, ¿por qué no me deja probar?”. Y probó con una obra que se llamó “Sueño de una amor prestado” que tuvo como primer actor a Roberto Escalada y cuya protagonista moría al final. 
Escena de la versión fotonovela de su obra
“Cuatro ladrillos y un sueño”.
Otra transgresión fue escribir sobre temas tabúes para la época. En una oportunidad de presentó a Discépolo una novela llamada “Hogares sin hijos”. “Y me acuerdo que tuvimos una conversación sobre esa novela – cuenta Marisa - . Porque me dijo: Hogares sin hijos, a cuánta gente puede lastimar con este tema.  Y le digo: sí, pero tal vez esa misma novela que usted dice que puede lastimar a algunos, puede producir una reacción en otra gente que esté proyectando un hogar sin hijos y se den cuenta que ahí no está la felicidad, Don Armando. Tiene razón – le respondió Discépolo -, y se fue. Esa novela tiene un capítulo anterior. Mi marido llevó esa novela a una agencia muy importante de Buenos Aires: Linda S. A. Y la dejó para que la leyeran y el director de la agencia le dijo: no, escuchemé señor, esta novela no es para radioteatro, está demasiado bien escrita, dígale a su señora que baje... Pero yo no le toqué un pelo a la novela y se dio por radio El Mundo”.
Por Radio Excelsior la contrataron para realizar un ciclo que se denominaba “El radioteatro de Marisa Allende” que iba a las 11 de la noche con la compañía que encabezaba su esposo con el seudónimo de Mario Ferrer.  
La mayoría de sus obras, además de reflejar una realidad concreta vinculada a su ciudad, tenían un contenido social. Además de las ya mencionadas sobre la inundación, escribió “El andamio y las brasas”, que se dio por LT11 y luego en Buenos Aires, que cuenta la historia de un albañil que estaba trabajando en la construcción de un edificio de departamentos (“el primer edificio de departamentos de Concepción del Uruguay, el edificio Guini”) y se reprochaba a sí mismo que él no había podido ser capaz de terminar su propia casa. Esa contradicción entre su oficio de albañil para otros y su falta de una casa adecuada para su familia “Mis novelas no tenían cualquier argumento. No era la chica pobre con el chico rico o al revés. Si no que eran problemas, todas presentaban un problema. Por ejemplo hubo una novela que se llamaba – era la época que empezaba a ser como una peste el divorcio –  “Un amor que se humilla” y era la historia de una mujer que hace todo lo que puede hacer y acepta todas la humillaciones de su marido para no destruir su hogar. Era casi contraposición con lo que estaba en boga. 

Un final trágico
Una obra suya también se vio involucrada en una tragedia real. Eso sucedió con “Allí va Caín”.  “Esa novela nació cuando yo había llevado una tarde a mis hijos al circo y había unos trapecistas muy buenos. Vi serie de situaciones con las cuales podía escribir algo. Y cuando salimos de la función mis hijos descubrimos que había un pequeño zoológico. A  los chicos les encantó. Había un león que de la jaula le salía una parte de la cola y a mi hija no se le ocurrió otra cosa que agarrarle la cola y tirársela. Entonces, el león largó un rugido que se debe haber escuchado a la distancia. Yo corrí para sacarlo. Y en eso se acerca un extra del circo y me dice: quédese tranquila señora, el león es muy viejo y la jaula es muy segura. Ahí terminamos riéndonos y él se quedó conmigo conversando y como yo tenía esa idea de hacer una obra de ambiente circense, empecé a hacerle preguntas sobre la vida sobre como estaban, sobre qué hacía, sobre cómo se preparaban. Estuvimos como una hora. 
Marisa Allende en un homenaje
“Así nació “Allí va Caín”. La novela fue representada por Radio Belgrano. 
“Estaba por el capítulo 17 cuando  leo en el diario, en la tapa, “Ttragedia en un circo”, y era ese muchacho con el cual yo había hablado en el circo, se había caído del trapecio y se había matado. Yo a, pesar de los años transcurridos no puedo definir cómo fue el sentimiento que tuve en ese momento,  porque en la novela que yo había escrito, el trapecista moría al final, era una de las novelas que terminaban mal. Y me invadió una sensación de culpa, como si yo me hubiera adelantado. Y esa novela fue un éxito muy grande.
Tiempo después mi esposo, para el ciclo El radioteatro de Marisa Allende, eligió “Allí va Caín”. Yo le dije, si hay 30 obras para elegir por qué tenés que elegir esta. Y él me dijo: porque el personaje protagónico de esa obra es uno de los mejores personajes que vos has escrito. Y esa obra, a pesar de que se daba a las once de la noche, mis chicos de 6, 4 y 2 años tenían permiso para escucharla porque actuaba papá. La escuchaban en la pieza de la abuela, en la cama grande. Cuando esa obra terminó, aparecieron los tres en fila y la mayor me encaró y me dijo: “¡por qué lo mataste a papito!” 

Fuente: Entrevista C. del Uruguay, septiembre 2 de 2006.

2/6/18

Qué universidad queremos; qué educación queremos

Por Rubén Bourlot

El debate universitario, al cumplirse el centenario de la reforma de 1918, que arrojó luz sobre el vasto territorio de nuestra América, está al rojo vivo. Improvisados funcionarios que salen a opinar con brutal sinceridad sobre un tema que aparentemente conocen poco, o simplemente no les importa, salvo para trasmitir los intereses espurios – ajenos al papel que debe cumplir nuestra universidad -.  
La universidad argentina que fue el faro para la educación en el continente de la esperanza, adonde concurrían los jóvenes para recibir una formación de calidad y prestigio, que a mediados de siglo se hizo gratuita y obrera – de ese riñón nació la hoy aún prestigiosa Universidad Tecnológica Nacional -. Esa universidad apaleada en los ’60 que no obstante se recuperó y siguió su rumbo. 
La universidad argentina que garantizaba la gratuidad, aunque difícil de alcanzar porque no sólo se hace accesible con simplemente abrir las puertas. Que con el tiempo se fue expandiendo y acercando los jóvenes del todo el país. Primero la UTN con sus unidades regionales, luego las universidades en cada provincia. En Entre Ríos, una larga marcha culminó en 1973 con la creación de la UNER que terminó con la sangría de entrerrianos que emigraban para estudiar el La Plata, Rosario, Buenos Aires…
Al comienzo del nuevo siglo, una nueva creación, la Universidad Autónoma de Entre Ríos, comenzaba a penetrar todos los intersticios de una comunidad ávida de conocimiento. Y en el país comenzaron a pulular las universidades. Pero no solamente las universidades públicas y gratuitas que permiten a los sectores más humildes acceder al elemental derecho a aprender, sino las privadas que por doquier surgieron para captar a sectores con mayor poder adquisitivo.
Sin dudas, no todas son flores. Junto a estos avances cualitativos, los nuevos tiempos, las tecnologías innovadoras, las crisis económicas, pusieron a prueba la capacidad de adaptación de la dirigencia universitaria y del campo de la educación en su totalidad. Décadas de ensayos, de idas y vueltas. Ensayos y muchos errores. La centenaria Ley 1420 aún vigente en la década del ’80 era el símbolo de esa incapacidad de ponerse al día.

La escuela neoliberal
El Congreso Pedagógico convocado en 1986-87 fue la última oportunidad de recuperar y actualizar el sistema educativo. No pudo ser. El avance neoliberal de los ’90 consagró un cambio de poco aliento que dio por tierra con todas las buenas intenciones. La Ley Federal de Educación, pomposo nombre, destruyó el sistema, lo puso en crisis sin alternativas, y una década después debió ser sustituida. 
La enseñanza secundaria, media o como se le llame, pasó a ser el cuello de botella del sistema. A la universidad, a los estudios superiores, se llega con serias falencias que le achacan a la formación del secundario. Pero no hay que olvidar que el nivel primario acusa profundos desajustes que se van trasladando de un nivel a otro.
En los últimos años mucho se habla de inclusión, caballito de batalla de políticos de todo pelo. Muchos fueron los intentos con suerte diversa. Es auspicioso, en el caso de nuestra provincia que se haya sembrado de escuelas secundarias en todo el territorio, en los pueblos más remotos. Auspicioso es que se haya dejado de lado el monstruoso ensayo de la escuela intermedia + polimodal (en el caso de Entre Ríos) con una dispersión de modalidades. Auspiciosos son los sistemas de becas para facilitar el acceso a la educación, como es el caso del Instituto Becario de Entre Ríos y otros. Pero sabemos que el crecimiento de la pobreza, la profundización de la misma, el hambre recurrente no es el mejor clima para incluir. Con la panza vacía el cerebro no funciona. También el plato de comida es parte del currículum.

Los que sobran
Hoy varios de los avances están en el ojo de la tormenta. Para muchos de los que deciden en materia educativa, o al menos trasmiten las intenciones de otros, sobran escuelas, sobran universidades, sobran como la canción chilena (“Nos dijeron cuando chicos / Jueguen a estudiar / Los hombres son hermanos y juntos deben trabajar / Oías los consejos / Los ojos en el profesor / Había tanto sol / Sobre las cabezas / Y no fue tan verdad, porque esos juegos al final / Terminaron para otros con laureles y futuro / Y dejaron a mis amigos pateando piedras”, dice la canción del grupo Los Prisioneros). Sobran estudiantes también. 
Y sobran años de estudio. Hoy el secreto son las carreras cortas, de salida rápida, con créditos académicos que flexibilicen el sistema y permitan un inmediato acceso al mundo del trabajo. Muy tentador por cierto (y repetimos como la canción de Arbolito “Sobran políticos, sobran políticos / Faltan maestros sin antifaz / Faltan espacios para crear / Faltan canciones, falta cobrar / Falta conciencia, falta estallar…”).
Una investigadora costarricense trazaba un panorama desalentador ya a mediados de la década del ’90: 
“Baste un análisis de las publicaciones del Banco Mundial para comprender que existe un claro interés por la homogeneización educativa, mediante sistemas de control a través de la evaluación. La publicación de La enseñanza superior: Las lecciones derivadas de la experiencia (Banco Mundial, 1995) señala la crisis de las instituciones de educación superior en el nivel mundial evidenciada en una serie de problemas y limitaciones. El informe mencionado indica que esta crisis tuvo efectos graves, especialmente para los países en desarrollo, en donde las limitaciones presupuestarias y el aumento en la demanda se tradujo en hacinamiento, deterioro de la infraestructura, falta de recursos y disminución de la calidad de la enseñanza y las actividades de investigación. Ante esta situación, el Banco Mundial propone cuatro enfoques básicos para la educación superior que tienen que ver con: Una mayor diferenciación entre instituciones de educación superior, incentivos para que las instituciones públicas diversifiquen sus fuentes de financiamiento, la redefinición del papel del Estado en la educación superior, y la introducción de políticas que busquen el logro de los objetivos de calidad y equidad…”1
Y sobran incumbencias de títulos. Hoy nos enteramos que el Ministerio de Educación de la Nación resolvió modificar las incumbencias exclusivas de los títulos. Qué se estaría buscando con este cambio. Desde diversos ámbitos se sugiere que la intención es trasladar las incumbencias a posgrados que son pagos en las universidades públicas, o directamente cursados en el sistema privado. Muy acorde a lo que propone el Banco Mundial de propiciar la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento. 
Y dice la ya citada Vargas Porras: “De esta forma, en los albores del siglo XXI el sentido de la educación se vuelca hacia una perspectiva productivista que coloca al empleo como punto central del fin educativo y en la década de los años 90 vemos la consolidación del pensamiento global de la educación que se basa en la libre competencia y la libre empresa, desde la perspectiva neoliberal. Este aspecto ha entrado en contradicción con la función social de la educación en general y de la educación superior en particular, en donde se busca la preparación de profesionales para las transnacionales, mediante empleos puntuales y específicos que desestiman aquellos aspectos que no contribuyan a la dinámica laboral del quehacer transnacional.”
Hoy el Plan Maestro, que no se nombra mucho pero está ahí agazapado, el Plan Educar 2050, las fundaciones que actúan entre bambalinas y muchos desde los ámbitos académicos trabajan sigilosamente para construir la universidad de los próximos años. Una universidad exclusiva, excluyente, para pocos.

1 Alicia Vargas Porras, Educación, vol. 26, núm. 2, 2002, pp. 245-254 Universidad de Costa Rica http://www.redalyc.org/pdf/440/44026223.pdf)

19/5/18

La pluma de un bohemio*

Por Rubén Bourlot

Uno de los precursores del periodismo pueblerino fue Claudio Premat, nacido en la colonia San José en 1888. Y decimos periodismo pueblerino a modo de elogio a esas personas que sirvieron a su localidad con un oficio poco reconocido, particularmente en lo monetario, y muchas veces, tal vez por pruritos o por razones de seguridad, escondido detrás de su seudónimo. Sí, peligroso el oficio de periodista en aquellos tiempos de plumas incisivas y de armas llevar.
   Y un bohemio que conoció el mundo y su gente. Adolfo Golz, periodista de Paraná, llegó a conocerlo en su casa rodeado de papeles y cartas de figuras del periodismo y de las letras. “Se solía cartear con Belisario Roldán”, el reconocido poeta, dice Golz. También con Delio Paniza y Leoncio Gianello, que le escribió un poema en 1926: 


A Claudio Premat

El caballero de los caballeros,
Don Quijote, no ha muerto todavía:
ayer lo vislumbró mi fantasía
siguiendo su matanza de carneros... 

Con el dulce dolor de los sinceros
iba triste y cansado por la vía;
y Sancho, bostezando, lo seguía
bajo la blanca luz de los luceros!

Y el señor de los locos desatinos,
creyendo combatientes los molinos
que se alzaban altivos en su alarde

fue corriendo el camino, lento paso
mientras el sol moría en el Ocaso
como un largo suspiro de la tarde!


“Escritor, periodista, poeta: así lo conoció la Colonia San José y lo distinguió entre sus hijos intelectuales”, así lo caracteriza Celia Vernaz. El tronco de su familia estaba en Saboya, comuna de Seytroux. Descendía de Juan Pedro Premat, casado con María Luisa Pascal.
“Terminado sus estudios primarios – continua el texto de Vernaz -, recorrió las aulas del Histórico Colegio de Concepción del Uruguay. Es indudable que gran parte de su formación se cimentó en este recinto educativo que tantas personalidades forjara. Entre los años 1904 y 1907 pulió las facetas más diversas del intelecto. Fue traductor de autores clásicoso como Víctor Hugo y se volcó a la escritura poética. Canta a los niños, a la palabra, a la distancia, y también a Matilde, a María y a Inés”.
Pleno de inquietudes y proyectos, visitó Europa, donde conoció parientes y ganó amigos. Su biblioteca se fue poblando de Historias Universales, clásicos griegos y latinos, Anatole France, Chateaubriand, Nietzche, Kant, Descartes, Poincaré, Schopenhauer, Musset, Lamartine, todo un mundo dilecto de escritores en lenguas diversas, pero especialmente en francés, junto a los grandes talentos de la ciencia española. También reunió las novelas más célebres, tratados y ensayos. En 1915, entregado de lleno al estudio y a las letras, elaboró una obra básica para la historia lugareña: Los Pionners de la colonización entrerriana - La Colonia San José 1857 - Julio 2 -1915.
Fue un periodista apasionado y audaz a veces, con rápida captación de situaciones; otras, sereno, moderado, casi maestro y moralizador. A través de las columnas de "El Pueblo", el órgano sanjosesino de varios años nutrido por su pluma, desplegó dotes de hábil relator. Gozó con el dardo político y satírico manteniendo en primer plano la tensión de una campaña electoral; valiente, supo poner "el dedo en la llaga" de cada funcionario público; auscultó en la sociedad el dolor y la alegría. Polémico y vital, su periódico fue el reflejo de una personalidad brillante y batalladora. Usó como seudónimo el nombre de Marcial Rivas. 
Suelto escrito en El Pueblo
El periódico sale a la palestra en 1914, acompañado por Rafael Martí, con información local, nacional e internacional, particularmente sobre la primera guerra mundial.  "El Pueblo» discontinuó su publicación entre 1916 y 1922, año que reapareció con la redacción  exclusiva de Claudio Premat. 
“Lo caracterizaba un estilo frontal, no exento de ironía, censor del juego clandestino; intolerante con todo lo que se apartara de una conducta transparente en el desempeño de la función pública, lo hicieron acreedor a rótuIos que tendían a desprestigiarlo”, dice Héctor Guionet.
 Al dividirse la Unión Cívica Radical entre antipersonalistas e Yrigoyenistas, Claudio Premat se alineó junto a estos últimos y confirió ese perfil a "El Pueblo». Cabían en la hoja sanjosesina tanto artículos para intelectuales como noticias policiales o murmuraciones de discutida veracidad que ponían en ebullición los ánimos de los pobladores de la Villa.
También colaboró con otros periódicos de la zona como "El Orden" utilizando innumerables seudónimos, como aquel Marcial Rivas “que siempre estuvo en la pesca de los yerros para mostrarlos en la cálida luz de su mirada escudriñadora”, dice una crónica, y también en el decano “El Entre Ríos” de Colón. Pero sus inquietudes fueron más allá de lo periodístico. Estuvo vinculado a varias instituciones de bien público, planificó la construcción de casas económicas para alquilar, que eran conocidas como “las casitas de Premat”, y cultivó una vida vegetariana que lo hacía más incomprendido aún.
Murió el 18 de octubre de 1962, en su ciudad su ciudad natal, cuna de sus desvelos.
 “Claudio Premat pudo ser un gran escritor – expresa el diario “El Orden” con motivo de su muerte -. Tenía fuerza y talento como para brillar en el periodismo nacional. Pero quiso el silencio provinciano y se despojó del oropel que otros persiguen con ansiedad. Su propia vida bohemia, el callado secreto en que vivió sus últimos años, entre sus viejos diarios, sus libros predilectos y el infaltable mate criollo de las charlas luminosas, configuran una actitud meditada, sabiamente meditada, en quien tenía títulos para brillar en cualquier escenario”.

Fuentes: 
Celia E. Vernaz, Figuras representativas de la colonia San José, Colmegna, Santa Fe, 1983
Héctor Norberto Guionet, Inmigrantes: La colonia San José y testimonio orales de Adolfo Golz de Paraná y David Rougier de Villa Elisa. 
* Publicado originalmente en la revista Orillas.
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