7/6/25

El asesinato del carrero Gaillard y voces que se apagan

 Rubén I. Bourlot

 

En enero de 1907 el asesinato del carrero Julio Modesto Gaillard despertó del letargo conservador a la provincia y tuvo repercusiones en los principales periódicos del país. El impacto de la noticia no lo produjo el crimen del obrero sino la destrucción de la preciosa carga que trasportaba, peligrosa para los poderes de la época. Se trataba de la flamante imprenta de Antonio R. Ciapuscio, que procuraba reflotar del diario El Pueblo en Villaguay, clausurado un par de años antes.

Las crónicas de la época ponen el acento en el ataque a la libertad de expresión teñido de crimen político, dejando en muy segundo plano la muerte del humilde carrero que transportaba la maquinaria. Hoy, un monolito a unos doce kilómetros al norte de la ruta N° 130 que une Villaguay con Villa Elisa, a orillas del arroyo Santa Rosa, es el silencioso recuerdo de Gaillard. En Villaguay, en tanto, una de las calles principales lleva el nombre del Jefe de Policía Juan Severino Hermelo, sospechado de la autoría intelectual del hecho.

La voz de El Pueblo

La historia comienza a principios de un enero caluroso y seco de 1907. Enterados de la liberación del periodista Ciapuscio, que había cumplido prisión de Concepción del Uruguay por una causa por calumnias,  y su intención de volver a Villaguay con una imprenta, Hermelo y el comisario Justino Velázquez, comienzan a poner en marcha un ardid para evitar que El Pueblo volviera a alzar su voz crítica ante los abusos del poder.

Ciapuscio explora alternativas para trasportar la imprenta recientemente adquirida en Colón. Por esa época los medios de transporte no eran muchos. El ferrocarril no tenía un ramal directo entre esta ciudad y Villaguay. Sí existían caminos de tierra surcados por vehículos de tracción a sangre. En Colón no consigue carro disponible. La buena cosecha de ese año y el auge de la construcción los mantenía a todos ocupados. Pero conoce un carrero oriundo de la colonia San José radicado en Villaguay, Julio Modesto Gaillard, residente en Villaguay.

 

El viaje

Ni bien acuerdan el viaje, el 9 de enero el carrero carga la imprenta y parte hacia Villaguay. Eran tiempos de sequía y mangas de langostas. El periódico local, El Entre Ríos, informa que “en la planta urbana como en la zona de quintas se ha procedido al enterramiento del contenido de un increíble número de bolsas de langosta.”

Bajo el sol veraniego el carro avanzaba con su pesada carga, tirado por los cuatro caballos, y los candeleros de refuerzo. Cada tanto el conductor azuzaba con el rebenque a un tordillo remolón para que tire parejo. Para matar el tiempo silbaba un valsecito muy popular en ese momento.

A mitad de camino se hizo noche y Gaillard se detuvo para comer y descansar. A la mañana reinició el viaje ni bien despuntó el sol. Quizás si todo andaba bien llegaría a Villaguay al anochecer. Los caballos apuraban la marcha. Ahora el camino transcurría entre campos marchitos poblados de vacas y ovejas. Como a las diez, se detuvo en el almacén de ramos generales de Miguel Dabuet para cambiar de caballos.

 

La conspiración

En Villaguay el Jefe de Policía Juan Severino Hermelo y sus secuaces hilvanaban hipótesis. Ante la presunción de que el carrero vendría por el camino General entre Colón y Villaguay, con paso obligado por La Capilla (hoy Ingeniero Miguel Sajaroff) donde señoreaba Félix Santa Cruz, comisario del Distrito Bergara, los conspiradores destacaron a Doroteo Vera, tipógrafo y director del diario El Departamento - propiedad de Hermelo – en la casa del policía con el presunto mandato de interceptar y apropiarse de la imprenta. Para su tarea de inteligencia utilizaron el telégrafo. Intercambiaron mensajes que informaban acerca del traslado de unos caballos desde Villaguay a Colón y viceversa, una clave para encubrir el verdadero sentido de los recados. El jueves 10 de enero, desde temprano, efectivos de la policía de La Capilla se mantenían apostados en el tramo de camino denominado “callejón de Medarda” muy cerca del paso sobre el arroyo Santa Rosa.

A media tarde del 11 arribó el carrero y su carga a las inmediaciones de La Capilla. Antes de ingresar a la localidad fue interceptado por la policía que lo obliga a retornar a Colón con la excusa de un embargo sobre la imprenta que trasporta. Una partida policial que se hacen cargo del carro con su carga, en tanto otro soldado custodia a Gaillard montado en un caballo con las manos atadas.

Al llegar a la cañada Las Achiras, tributaria del arroyo Santa Rosa, empujaron el carro, junto a los caballos, hasta precipitarlo al cauce de la cañada, no sin antes proceder a desmantelar la imprenta y empastelar  las cajas que contienen los tipos.

Hecho esto, prosiguieron su marcha en compañía de un azorado Gaillard hasta un campo y allí lo bajaron del caballo y lo apuñalaron en el tórax con su propio cuchillo. Seguidamente, sin vacilar, procedieron a su degüello.

Lo que siguió fue una comedia de enredos. Descubierto el hecho se inició un tortuoso proceso judicial, seguido al detalle por los diarios de la época, y terminó con la condena de algunos de los autores materiales y encubridores, pero no se llegó a ninguna sentencia contra el poderoso jefe político de Villaguay Juan Severino Hermelo, a quién se acusaba de ser el autor intelectual del crimen.

5/6/25

Los recursos naturales en Artigas, Fragueiro y en las constituciones de 1949 y 1994

 Rubén I. Bourlot


En lo que respecta a los recursos naturales, el artiguismo no lo alcanzó a abordar esplícitamente. El reglamento de tierras de 1815 dispuso una más armónica distribución de las tierras pero no hay referencias a las riquezas del subsuelo aunque se mantenía en vigencia la ordenanzas de Toledo, como veremos. Y este es otro de los temas que vamos a abordar y es de estricta actualidad con respecto al debate federal.

Hoy está vigente el debate acerca de si la reforma constitucional de 1994 reforzó el federalismo con la entrega del dominio de los recursos naturales a las provincias. Según el artículo 124: “Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio”. A su turno el artículo 75, inc. 12 indica que corresponde al Congreso dictar los Códigos, entre los cuales se encuentra el de Minería.”
 A mi criterio esta medida es un obstáculo para llevar adelante una política nacional y, por lo contrario, entrega el manejo de recursos estratégicos a las jurisdicciones provinciales con un poder de negociación muy débil frente a las empresas multinacionales potenciales adjudicatarias de las concesiones de explotación.

A lo largo de la historia, como veremos, primó el criterio de que la propiedad originaria del subsuelo pertenecía al estado nacional.


La Colonia y el siglo XIX

En los reinos americanos de España regían las Ordenanzas de Toledo, dictadas en el siglo XVI por el virrey del Perú Francisco de Toledo, que establecían la plena propiedad de la corona sobre los minerales. El principio regalista fue mantenido cuando por Real Cédula de 1783 se extendió al Virreinato del Río de la Plata la aplicación de las Ordenanzas de Nueva España (México) sancionadas por Carlos III.

En 1853, tras la sanción de la Constitución Nacional el mismo Congreso dio fuerza de ley al Estatuto de Hacienda y Crédito, redactado por el entonces Ministro de Hacienda Mariano Fragueiro, que funcionaba como anexo a la Constitución y no era un simple plan económico. El Título X del mismo está consagrado a las propiedades mineras o subterráneas y estableció la aplicación de las ordenanzas de Toledo, hasta tanto el Congreso dictara el Código de Minas, que reconoce la propiedad de las minas en el titular de la soberanía, es decir el estado nacional.

La propiedad “subterránea de minas” es “pública y nacional”.

Cada mina, según el Estatuto, comprendía la superficie de terreno que las Ordenanzas previnieran.  Organizaba un Registro de Minas, llevado por el Banco Nacional de la Confederación. Todo título de propiedad de minas debía estar registrado en la respectiva Administración del Banco.

El Registro de Minas tenía carácter nacional. “En él se anotarían: el dueño, la clase de mineral, el lugar, el rumbo o corrida de la veta, la fecha en que el título fue extendido y en la que se registraba. A continuación del título se pondría constancia del folio y fecha de su registro.”

El Congreso, al sancionar el Código Civil, mantuvo el criterio regalista aunque establecía que pertenecerían al “dominio privado de la Nación o de las provincias según el territorio en que se encuentren”.

El espíritu privatista y liberal del código es notable, dice el autor Enrique Hidalgo. El art. 8º concede a los particulares el derecho de buscar, explotar y disponer de ellas “como dueños”. A su vez, prohíbe al Estado explotar o disponer de las minas en el art. 9º, salvo los casos especialmente previstos. Por cierto, cabe advertir que estas normas están aún vigentes.

 

Reformas constitucionales

La reforma constitucional de 1949 (derogada por bando militar en 1956) estableció la nacionalización de las los recursos naturales. El art. 40 prescribía: “Los minerales, caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto, que se convenirá con las provincias”.

En 1972 Juan Domingo Perón en su Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo dejó como legado una advertencia sobre la sobreexplotación de los recursos naturales y "la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional". 

Y agregaba: "Necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental".

En la reforma constitucional de 1994 en lo que respecta a los recursos naturales poco se tienen cuenta los advertido por Perón y, como contrapartida, no refuerza para nada el federalismo al entregar a las provincias “el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio” y por el contrario es un obstáculo para planificar el desarrollo nacional a partir de la explotación de los recursos de modo armónico, sustentable y que garantice el máximo beneficio para el desarrollo del país.

En manos de las provincias sin dudas se reduce el poder de negociación que queda en manos de los gobernadores frente al poder de persuasión de poderosas empresas multinacionales que terminan cambiando los recursos por espejitos de colores.

27/5/25

La lucha del magisterio entrerriano para organizarse en defensa de sus derechos

 Rubén I. Bourlot

El 22 de junio de 1981 es la fecha del puntapié inicial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos. El gremio compañero de ruta del Centro Entrerriano de Docentes de Enseñanza Media y Superior (CEDEMYS) nacía en medio de un gobierno dictatorial. Ambos se fusionarán en 1988 conformando la actual AGMER. Tardíamente los trabajadores de la educación comprendían la importancia de luchar colectivamente y en solidaridad con los demás trabajadores.

El trabajo de docente desde siempre estuvo sometido a una visión sesgada de gran parte de la sociedad y hasta era su propia percepción.

El término pedagogo hunde sus raíces etimológicas en el antiguo griego y el latín. En la Roma clásica  los primeros pedagogos, los paidagogos, eran esclavos de familias acomodadas que conducían de la mano a los niños a la escuela y de paso también le brindaban instrucción acerca del comportamiento. La sumisión era la característica de su labor.

Tradicionalmente la tarea de la maestra era consideraba una especie de prolongación de las faenas femeninas del hogar. Por eso la predominancia de mujeres en la actividad. Los alumnos serían algo así como los hijos adoptivos de mujeres a las que se les dificultaba tener propios. La docencia-sacerdocio era la caracterización de su trabajo “vocacional”, y aún hoy se la suele asociar a esa función de mujeres célibes.

Las docentes eran mujeres abnegadas que debían renunciar a formar su propia familia para hacerse cargo de hijos ajenos.

También las había maestras sostenes del hogar que debían trabajar en sitios alejados de su residencia y no tenían estabilidad. Cada tanto les venía el “traslado” y debían acatar. Cuando tenían un esposo que las acompañaban a éstos les resultaba muy difícil consolidar un trabajo en esa condición de itinerante y solían dedicarse a tareas ocasionales o a hacerse cargo de las labores hogareñas mientras su pareja permanecía en el aula. Los “fogoneros” a cargo de la cocina como los caracterizaba Arturo Jauretche. 

Paralelamente estaban las maestras batalladoras que se rebelaban a este estado de cosas; que iniciaron el camino de las luchas feministas como Macedonia Amavet (una de las primeras maestras jardineras) o la propia Juana Manso. Fueron las pioneras de un largo y tortuoso camino porque la realidad era muy otra, los prejuicios estaban profundamente arraigados y aún permanecen en el subconsciente colectivo.


Profesiones liberales

Por lo expuesto el sector no lograba una organización sindical como el resto de las actividades que tempranamente comenzaron con la formación de gremios. Los intentos fueron tímidas asociaciones de maestras que no se asimilaban a los trabajadores asalariados. En Entre Ríos, en 1918 se creó una Asociación del Magisterio de Paraná con características similares.

El advenimiento del peronismo a mediados del siglo XX, con el decidido apoyo de un sindicalismo en ascenso, puso a la docencia en la vereda de enfrente. De modo más o menos masivo se recluyen en un individualismo furibundo y rechazaron cualquier alternativa de sindicalización.

Fue a partir de la década de 1960 que comenzaron los primeros intentos de agremiaciones percibiéndose como trabajadores de la educación y no como profesionales liberales.

En Entre Ríos, tras la experiencia de CTERA a nivel nacional (a partir del Congreso de Huerta Grande en 1973), los docentes encauzaron sus reclamos mediante la organización sindical.

En principio surgieron varias organizaciones que nucleaban a la actividad -nos informa un documento publicado por Elena Arnaudin- como “la Federación del Magisterio de Entre Ríos que agremiaba a los maestros dependientes del estado provincial; la Federación de Docentes Nacionales de Entre Ríos que nucleaba a los maestros de las escuelas ‘Láinez’; los Centros de Profesores Diplomados; la Unión Gremial de Maestros Privados Entrerrianos y la Asociación del Magisterio de Paraná, los que participaron del Congreso fundacional de la Ctera del 11 de septiembre de 1973, sosteniendo sus principios fundamentales del rol social y político de la escuela pública, de la obligación indelegable del Estado de sostenerla, de la democracia sindical y de la autonomía político partidaria de las organizaciones gremiales.”

Finalmente, el 22 de junio de 1981, nació la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos que coexistía con el Centro Entrerriano de Docentes de Enseñanza Media y Superior (CEDEMYS). Según la convocatoria a la asamblea fundacional, publicada por EL DIARIO el 19 de junio, el gremio era la continuidad de la mutual Asociación del Magisterio fundada en 1918. Los docentes enfrentaban el desafío de organizarse y luchar por sus derechos en medio de los estertores de un gobierno tiránico que desconfiaba de las organizaciones populares y las venía reprimiendo desde hacía un lustro.

La primera comisión directiva de AGMER fue presidida por Roberto Barbero. Como reivindicación inicial tomaron la reincorporación de todos los docentes cesanteados por el gobierno de facto que había arrebatado el poder en 1976.

Luego comenzaron a trabajar con grupos organizados en distintos departamentos de la provincia para consolidar su presencia territorial. En 1983, se organizó una Junta Provisoria carácter provincial encabezada por Alba Bochatón de Dondo como secretaria general. En 1984 fue elegida secretaria general Clelia Lavini, una histórica militante del gremialismo docente, que robusteció la organización del gremio.


La unidad en marcha

En 1988 los docentes del país protagonizaron la histórica Marcha Blanca, huelga nacional de 43 días, que exigían el salario único en todo el país, paritaria docente nacional, la sanción de una ley de financiamiento educativo y una nueva ley nacional de educación. Este hecho movilizó a la docencia entrerriana que comprendió la importancia de marchar unidos en las reivindicaciones y los impulsó a fusionar ambas organizaciones, dando origen a AGMER-CEDEMYS. En septiembre de ese año los afiliados de ambos sindicatos eligieron una conducción unificada: Ricardo Matzkin (por AGMER) surgió como secretario general y Blanca Benavídez (CEDEMYS), secretaria adjunta.

En 1990 el principal gremio docente entrerriano pasó a denominarse definitivamente AGMER. La actividad gremial provincial también se canalizaba a través de la Unión Docentes Argentinos (UDA), AMET (docentes de escuelas técnicas) y SADOP (educación privada).

Uno de los acontecimientos más importantes a nivel nacional que tuvo como protagonista a AGMER fue la Carpa Blanca instalada en frente al Congreso a partir de 1997, que duró 1003 días. Los docentes seguían reclamando la paritaria docente nacional, una ley de financiamiento educativo, la derogación de la polémica Ley Federal de Educación, y el cese de las políticas de ajuste y precarización instrumentadas durante el gobierno de Carlos Menem.

Una de las conquistas de la Carpa Blanca fue la creación del hoy fulminado Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) que el estado nacional distribuía entre las provincias para reforzar los salarios.

La resignificación de los actos escolares y las fiestas patrias

 Rubén I. Bourlot

Desde hace unos 150 años las escuelas argentinas conmemoran las fechas patrias y recuerdan a los próceres con actos escolares que repiten un ritual "casi sagrado" que ni padres ni maestros se atreven a alterar, aunque en lo que los rituales tienen de particular como una expresión de símbolo de creencia social, están cambiando. La investigadora y especialista en educación Marta Amuchástegui explica que a través de los actos escolares "se sostiene la tradición" y los maestros buscan "formar la conciencia cívica y transmitir el amor a la patria".

Era el ideal de quienes comenzaron a edificar un estado nacional a partir de una población heterogénea, un aluvión inmigratorio que iba sumando nuevos actores de diversa procedencia que era necesario homogeneizar. El ideal de “educar al soberano”, “civilizar al bárbaro”, más que nada dirigido a la población criolla se chocaba con las nuevas capas de europeos “civilizados” que había que "argentinizar". De ahí la importancia de los actos patrios, tanto como la de enseñar a leer y escribir.

Con el paso del tiempo poco se modificó de esta estructura si le quitamos algún apoyo tecnológico del siglo XXI.  No podemos negar que estos rituales no hayan cumplido con una función y no la sigan cumpliendo pero no está demás pensar cómo actualizar esos espacios que escapan de los límites del aula y de los diseños curriculares para conmemorar acontecimientos del pasado y fechas memorables que inviten al debate de ideas y al pensamiento crítico. No se trata de cambiar un discurso hegemónico por otro. Hasta no hace mucho se solía exaltar sin lugar a disensos la figura de un Cristóbal Colón “descubridor” de América que fue reemplazado por la figura del “indio bueno” idealizado sin demasiada apertura para la discrepancia. 

Repensar los actos escolares para darle una dinámica que revise conceptos cristalizados, ideas trasplantadas de la cultura europea a nuestras tierras, y haga de los actos un espacio más atractivo, participativo, para los chicos y jóvenes del siglo XXI.

 

Actores

En un acto conmemorativo de hechos históricos no podían faltar todos los actores, no solo los principales o que se consideran así. Hasta hoy se repiten hasta el cansancio la mención a los miembros de la Primera Junta en los actos del 25 de mayo, decorado con algún soldado Patricio, la consabida dama antigua como una mujer ricamente vestida, los infaltables French y Berutti repartiendo cintitas (celestes y blancas), morenos  y morenas vendiendo velas y empanadas sin dejar en claro que eran esclavos probablemente realizando esas tareas para sus amos. No aparecen ni los campesinos de los alrededores, ni las comunidades indígenas, ni los pueblos de las demás provincias que aún no se habían enterado de los que sucedía en las cuatro manzanas que rodeaban el Cabildo de Buenos Aires.

En Entre Ríos podemos realizar un recorrido de los actos escolares revisando los programas escolares que se guardan en los archivos e, incluso, los que se publicaban en los diarios. En los mismos observamos que su desarrollo no difiere demasiado de los actuales. Con la apertura que incluye la entrada de la bandera nacional (la de Entre Ríos se agregó después), la entonación del Himno Nacional (la marcha de Entre Ríos es posterior), las palabras del o la docente, una poesía recitada de memoria, los bailes tradicionales, alguna dramatización tomada de la revista La Obra (el caballito de batalla de toda maestra) y el final de fiesta con el agasajo a los presentes con chocolate y bizcochos de panadería recién horneados.

 

Con cohetes y bombas

De una rendición de fondos de la escuela de Curtiembre (departamento Paraná), para el festejo del 25 de mayo de 1897, observamos que se había adquirido para la ocasión papel azul y blanco, pelotas, 5 docenas de cohetes, mates con bombilla, cintas argentinas y punzó, pañuelos entre otros insumos. En un programa que publica el diario local en la primera década del siglo XX se describe la conmemoración del 25 de Mayo en Pueblo Brugo donde participaba toda la comunidad: “El 25 a la mañana saldrá una gran manifestación de la escuela a cuyo frente irán las autoridades nacionales y provinciales de este punto y los alumnos de la escuela hasta la plaza donde cantarán el Himno Nacional.”

Otro programa de la Escuela Infantil Nº 1 de Estaquitas da cuenta de los actos del 9 de Julio. Por la mañana, “a la salida del sol, disparos de bomba; a las 9 Himno Nacional cantado por los alumnos; discurso pronunciado por el director Sr. Valentín Cabrera; Los congresales de Tucumán, declamación por el niño B. Ventura, y A San Martín, por el niño Manuel Cabrera. Para la noche se programaba una Velada literaria que, entre otras actividades preveía la representación de La clase del 95 por “dos niñas y un niño”, un monólogo a cargo del niño Julio R. Cabrera y varias representaciones breves que documentan el esmero puesto en la preparación de los actos.

 

En carro a la plaza

Francisco Francou en su libro El faro de la cuchilla -valiosas memorias sobre la educación en la zona de Villa Elisa- nos ilustra sobre las fiestas patria en los últimos años del siglo XIX. “Es digno de hacer constar aquí -escribe Francou-, toda la buena voluntad y acatamiento de nuestra soberanía nacional, que siempre tuvieron las colectividades extranjeras que poblaron nuestra villa y colonia.”

“En los años 1896 y 1897, por orden de la Inspección, los maestros de la campaña con el mayor número posible de niños, tuvieron que reunirse en Colón, para festejar el 25 de Mayo.” Los niños de las colonias con sus maestros y padres, en caravanas de carros “colono”, atravesaron los gredosos caminos rurales para llegar puntuales a las 10 de la mañana del 25 en la plaza de la ciudad.

“Los alumnos iban lo más arreglados que podían, luciendo con orgullo en sus pechos, la Escarapela Argentina.” En el lugar participaron de los actos formales y luego fueron obsequiados con “masitas y caramelos”. Pero todo no fue tan bien en 1897 cuando a la vuelta se desató una copioso y fría lluvia azotando a los niños que viajaban en vehículos descubiertos. “desde esa fecha -dice Francou- los padres no quisieron exponer nuevamente a  sus hijos a tantas contingencias desagradables y resolvieron no concurrir más a Colón.”

13/5/25

Yayo Grassi, el cocinero amigo de Francisco: “Me gusta que los paladares bailen con música propia”

 Rubén I. Bourlot

A modo de humilde homenaje al Papa Francisco una entrevista que le realizara a su amigo Sereno Oscar Yayo Grassi el 20 de marzo de 2020 y publicada en la revista Ramos generales Nº 4, junio de 2020.

Sereno Oscar Yayo Grassi está radicado en Washington D.C. (Estados Unidos) en donde administra un negocio de gastronomía, “lo que yo llamo una ‘boutique catering’”, dice. Pero su historia está involucrada desde muy joven con el hoy Sumo Pontífice, cuando el padre Jorge Bergogoglio dictaba cátedras en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Desde esa época cultiva su amistas con el Papa Francisco. “Begoglio nutrió mi placer por la literatura; sustentó mi infrenable curiosidad por la lectura y piloteó mis primeros vuelos por la escritura”. 

-¿Dónde nació y cursó la escuela primaria?

-Nací en Paraná. Mi escuela primaria fue el Colegio La Salle en la calle Santa Fe.

-¿Qué actividades realizaban sus padres?

-Mi padre, Sereno Grassi, junto a sus dos hermanos, Eduardo y Selena, era el dueño de la Sodería Grassi Hnos., que estaba ubicada en calle Enrique Carbó.

-El secundario ¿lo cursó en la Inmaculada de Santa Fe?

-Parte del secundario lo cursé en Santa Fe. Para ser más preciso, mis últimos tres años de bachillerato, en el Colegio de la Inmaculada Concepción.

-¿Qué recuerdos tiene del padre Jorge en sus años de alumno de la Inmaculada? 

-Los recuerdos que tengo del Cura Bergoglio, “Carucha” como le decíamos con afecto sus alumnos, están muy íntimamente relacionados con la formación de mi carácter, mis gustos artísticos, mis conocimientos sobre literatura, filosofía y cine, y la formación de mi personalidad. Pero sobre todo, Begoglio nutrió mi placer por la literatura; sustentó mi infrenable curiosidad por la lectura y piloteó mis primeros vuelos por la escritura. 

Bergoglio era un maestrillo extraordinario, sumamente intelectual, pero a la vez profundamente humano: “Espiritualidad y humanismo no son antagónicos” me dijo en una oportunidad en que los dos discutíamos a Teilhard de Chardin, “son complementarios, son como  las superficies del anillo de Möbius”. Tremendo conocedor y amante del cine, fue el primero que nos expuso al cine existencial, mostrándonos películas de Ingmar Bergman, cuando teníamos ¡16 años! Después de más de medio siglo,  recuerdo perfectamente el profundo desasosiego que me provocó “El Séptimo Sello”. La búsqueda inútil y redundante por un dios totalmente aislado de su “creación”, que nunca se manifiesta vivo, solo en la máscara de la muerte, marcó fuertemente mis desafíos religiosos.

Cuentos originales

-Un cuento suyo fue elegido por Bergoglio para publicar el libro “Cuentos originales”, prologado por nada menos que Borges. ¡Habrá sido una experiencia extraordinaria! ¿Recuerda cuando se presentó en Paraná?

-En realidad son tres mis cuentos en “Cuentos Originales”. Este librito fue el producto de la visión, la tenacidad y la fe extraordinaria que Begoglio tenía en nosotros, sus alumnos. En sus clases de literatura, estudiábamos, por supuesto, a los clásicos –a Cervantes, Echeverría,  Hernández, Macedonio Fernández, Güiraldes…- pero analizábamos, es decir: leíamos y escribíamos monografías sobre los contemporáneos. Porque, como nos decía él, “los clásicos son la base de nuestra literatura, pero cuando ustedes salgan de aquí, van a leer a Borges, a Lorca, a Sábato, a Cortazar, a Neruda…, y por eso tienen que familiarizarse con ellos”.

Así fue que convenció a Borges que viniera a darnos una clase sobre literatura gauchesca… ¡Cosa de locos! ¡Hacer venir en colectivo desde Buenos Aires a Santa Fe al viejo para darnos una cátedra de un día! Al día siguiente, el cura Bergoglio le comentó a Borges que algunos de sus alumnos habían escrito unos cuentos cortos y que significaría mucho para nosotros si él quisiera escuchar unos pocos (este ejemplo de su confianza en nosotros es uno de las cualidades que mas valoro en él). Borges, por supuesto, asintió  –después de todo se trataba de literatura, y ya estaba acostumbrado a que le leyeran-.  Al finalizar de la lectura, Borges le comentó a Bergoglio lo impresionado que estaba con la calidad de los cuentos que acababa de escuchar. Le dijo que merecían ser publicados, y se ofreció a escribir el prólogo. 

Demás está decir que la experiencia de conocer a Jorge Luis Borges, escucharlo hablar de literatura gauchesca, tener con él una charla de igual a igual y al final sentarnos a su alrededor, mientras escuchaba, con concentrada intensión, nuestros primeros balbuceos literarios, ¡fue extraordinaria! (a veces me pregunto: ¿qué habrá pasado por la mente de Borges, mientras nos escuchaba?).

Pero la osadía de Bergoglio no terminó allí, porque también trajo a las escritoras María Esther de Miguel, quien enriqueció nuestra visión de la literatura del interior, sobre todo de Entre Ríos; y luego a María Ester Vásquez, quien nos enseñó a leer y a descifrar las claves de la escritura borgiana en los signos del poema “Everness”. 

Recuerdo cuando “Cuentos Originales” se presentó en Paraná, en el Ateneo de El Diario, con la maravillosa Sofía Acosta. 

- ¿Siguió manteniendo vínculos con Bergoglio? ¿Los sigue manteniendo?

-No inmediatamente después que terminara mi bachillerato. En realidad pasaron muchos años, y un día vi en las noticias algo sobre el Cardenal Primado de Argentina. Me pareció asombroso que el curita de mi juventud hubiese llegado tan alto. No porque él no fuera capaz, sino porque se me hacía imposible entender como Carucha había vencido sus propias resistencias. Lo que es extraordinario en su historia es que jamás hizo lobby para alcanzar las numerosas etapas que poco a poco lo acercarían más al Pontificado.

Lo visité en la Sede del Arzobispado en Buenos Aires, junto a la Catedral, en el año 2008. Yo sabía que después de mi visita Bergoglio tenía que ir a celebrar una misa en alguna parte. Pensando que le estaba sacando tiempo, en un momento le dije, idiotamente: “Jorge, no quiero sacarte más tiempo, sé que tenés que irte y tu chofer debe estar esperándote”. Me miró con una sonrisa divertida y me dijo: “¿Chofer? No, Obdulio, yo no tengo chofer. A mí me gusta tomar el subte, y a veces camino, y a veces van a buscarme en auto a la estación. Esta es la única forma en puedo charlar con la gente y enterarme de sus problemas y de sus inquietudes”.

- ¿A qué se dedicó luego de egresar del Colegio de la Inmaculada?

- Fui a Córdoba, a estudiar Medicina en la Universidad Católica. Abandoné Medicina cuando me di cuenta que nunca llegaría a ser un buen médico, y me fui a estudiar Sicología en Milán. Abandoné Sicología cuando me di cuenta que nunca llegaría a ser un buen sicológo. Entonces me metí en la escuela de Moda…y supe en seguida que llegaría a ser un buen experto.

El cocinero en Washington

-¿Cuándo y dónde se radicó fuera del país?

-Vine a los Estados Unidos en junio de 1978. Llegué aquí justo el día de mi cumpleaños. Fue un re-nacimiento simbólico. Pienso que mi primer nacimiento fue un incidente geográfico; en cambio, treinta años más tarde, nací por decisión propia.

-En algún momento se dedicó a la actuación ¿Puede explayarse?

-Yo ya hice teatro amateur en Paraná y luego en Córdoba. Cuando llegué a Washington DC me puse en contacto con dos teatros que producían obras del repertorio español y latinoamericano. Los dos directores de estos teatros son argentinos. Con ellos hice varias obras. Pero mi mayor orgullo es el de haber dirigido el estreno nacional en Estados Unidos de “El Público”, la obra póstuma de Federico García Lorca. Fue 1998, en celebración del centenario del nacimiento del poeta.

-¿Cuándo inició su actividad gastronómica?

-No sé… ¿cuando tenía 8 años, tal vez? Sí recuerdo que una de mis fascinaciones tempranas fue descubrir la relación entre el fuego y el desarrollo del sabor… Mi hermana, mi hermano y yo tuvimos la ventaja increíble de que Amalia, mi madre, gozara cuando estábamos en la cocina con ella. Ella nos llamaba para que la viéramos cocinar y para que la “ayudáramos”. 

-¡No sé como lo hacía! Yo necesito estar solo cuando cocino, de tal modo que diseñé mi cocina aquí con dos partes bien demarcadas: la zona “laboral”, que todos mis amigos respetan, y la zona “social” en la que son libres de hacer lo que quieran. Mi madre era una magnífica cocinera (mi padre también), pero observándola a ella fue que aprendí a amar la cocina y a gozar el trajín de cocinar.

-¿Qué emprendimientos gastronómicos tuvo y tiene actualmente?

-Mi compañía de catering es muy pequeña, lo que yo llamo una “boutique catering”. Pero me empeño en tener clientes con los que establezco, además, una relación de amistad. Es algo maravilloso conectarse con la gente a través de la comida. A la mayoría de mis clientes les hago eventos desde hace más de 15 años. Me considero afortunado que el catering se haya transformado en mi trabajo. Mis días están llenos de retos de crear sabores nuevos… no me puedo quejar, ¿no?

-Puede explicar su estilo de cocina. ¿Cuáles son los platos que prefiere cocinar?

-A lo mío no lo llamaría un “estilo”… sería demasiado pretencioso: cocino lo que a mí me gusta y como a mí me gusta. Si tengo que cocinar un lomo de cerdo, por ejemplo, busco y leo 10 o 15 recetas y de todas ellas aprendo y saco un poco y así creo mis propios sabores. Me gusta cocinar todo lo que traiga alegría a la mesa, todo lo que haga a los amigos más amigos; me gusta que los paladares bailen con música propia, y que al ritmo lo pongan las especias, las texturas y los colores…Y también me gustan los desafíos: por ejemplo, tengo un matrimonio a los que les hago su fiesta de navidad desde hace 12 años. Son una pareja de aventureros que viajan todos los años a lugares distintos del planeta. El desafío es que el menú de cada fiesta refleje la comida del país que visitaron ese año. Así, por ejemplo, tuve que meterme, leer y aprender cocina mexicana, italiana, japonesa, española, rusa… Y es muy divertido cuando ellos dos y yo nos sentamos a planear la comida.

Los ñoquis de Amalia
"Sabiendo que Begoglio vendría a Paraná, mi madre lo invitó a cenar a mi casa. Mami le pregunto qué le gustaría comer:

"'¿Usted hace ñoquis? Entonces me gustaría comerme unos ñoquis' ¡Y mami le hizo los ñoquis! Cuarenta y tres años después, cuando visité al Cardenal Bergoglio en Buenos Aires, él mismo sacó el tema: “Nunca volví a comer ñoquis como los de Amalia”, me dijo. En realidad, yo tampoco. Los ñoquis de Amalia no tenían igual."

6/5/25

La primera universidad pública de los entrerrianos

Rubén I. Bourlot


El 10 de mayo de 1973 era creada la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).  Su establecimiento debe enmarcarse en el denominado "Plan Taquini" que había instalado dieciséis universidades nacionales entre mayo de 1971 y mayo de 1973. La intención de este proyecto era redimensionar las universidades existentes, sobre todo las localizadas en los principales centros urbanos, así como propender a la regionalización del sistema universitario.

Pero el proyecto de la UNER venía de muy lejos y era la concreción de intensas gestiones de la comunidad entrerriana, en donde tuvieron un papel protagónico los vecinos de Concepción de Uruguay, que a lo largo de más de un década acariciaron el anhelo de una universidad propia.

Una década atrás se había conformado el Movimiento Pro Universidad Nacional de Entre Ríos y en agosto de 1964 -informa un diario (La Acción de Paraná)- sus promotores se entrevistaron con el senador nacional Antonio Tardelli para expresarle su complacencia por a presentación en el Senado del proyecto de ley de creación de la casa de estudios.

Este intento se frustró y el sueño de la universidad propia se postergó por varios años.

Tras la promulgación de la Ley Nº 20.366, en septiembre de ese año, se nombró rector organizador al doctor Miguel Ángel Marsiglia.




29/4/25

El INTA y los clubes juveniles rurales

Rubén I. Bourlot


El 4 de diciembre de 1956 se creaba el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) mediante un decreto del gobierno de facto denominado pomposamente “Revolución Libertadora”. Los artículos y fundamentos de su creación remarcaban la importancia de “impulsar, vigorizar y coordinar el desarrollo de la investigación y extensión agropecuaria y acelerar con los beneficios de estas funciones fundamentales la tecnificación y el mejoramiento de la empresa agraria y de la vida rural”. Años después, al calor de la institución y apuntando a los jóvenes comenzaban a organizarse con clubes juveniles 4A.

En esos tiempos los gobiernos que sucedieron al derrocado presidente constitucional Juan Domingo Perón ponían énfasis en desmontar el sistema de planificación económica diseñado durante los gobiernos peronistas y en “modernizar” el sistema productivo amparados en la ola desarrollista que soplaba en América Latina propiciado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y luego la Alianza para el Progreso impulsada desde Wáshington.


Apuntar a la juventud

La modernización de la producción agropecuaria se iba a desarrollar a través de la incorporación de las variedades híbridas tanto en la agricultura como en la producción avícola que eran procesos de selección genética realizadas por compañías norteamericanas que ahora irían a ser promovidas por los asesores del INTA y otros organismos. También preveía ayuda técnica para promover el desarrollo tecnológico, la elevación de la producción y la productividad agrícola. Pero esto no era suficiente para lograr que el productor abandonara sus prácticas tradicionales.

Los agricultores adultos, sin embargo, no aceptaban fácilmente las nuevas enseñanzas propuestas por los técnicos de los servicios de extensión y prefe­rían continuar trabajando con los conocimientos y tecnologías de sus esferas de acción. Las alternativas para solucionar ese problema fueron la ampliación de la enseñanza agrícola y la creación de clubes de jóvenes para formar a los futuros agricultores.” Escribe un autor. Para lograrlo apuntaron a los hijos e hijas de los productores mediante la réplica de un modelo de organización de la juventud rural que funcionaba en EEUU: los clubes 4H. Estos se constituían en espacios de sociabilidad, como nicho para com­partir conocimientos, de perfeccionamiento de las habilidades de liderazgo, de aprendizaje de las técnicas de organización social, de planeación y con­ducción de reuniones, así como de organización de los pensamientos y de las formas adecuadas de expresarlos. Y era verdaderas instituciones de aprendizaje continuo de la juventud que por aquella época no asistían al sistema de la enseñanza formal.


Los clubes 4A y Hogar rural

En la argentina, a fines de la década de 1960 los clubes 4A (Acción, Amistad, Ayuda y Adiestramiento) comenzaron a organizarse en la órbita del INTA a través sus respectivas agencias de extensión. Los mismos estaban a cargo de extensionistas y asesores que iban por los pueblos y colonias incentivando la formación de grupos. Su funcionamiento se sostenía a partir de reuniones periódicas, generalmente quincenales que convocaban a los jóvenes en alguna escuela, club y otro sitio público. Un extensionista recuerda que “los capacitábamos en materia agronómica y los estimulábamos a elaborar proyectos. Debíamos elevar las capacidades económicas, culturales y educacionales de la población juvenil rural en sus lugares de pertenencia (…)” pero “no sólo hacíamos un trabajo técnico. También incorporábamos actividades sociales: teatro, baile, cine, excursiones. Había que motivar esa mirada. El primer paso era generar confianza. Utilizábamos su lenguaje, términos conocidos, y los hacíamos sentir importante en lo que hacían.” (Herman Zorzin, extensionista de Venado Tuerto, Santa Fe).

En Entre Ríos los clubes se desarrollaron alrededor de las agencias de extensión de las tres Estaciones Experimentales del INTA (Concordia, Paraná y Concepción del Uruguay). Como lo manifiesta el citado Zorzin en las reuniones se brindaban charlas técnicas, proyección de filmes para mostrar el desarrollo de cultivos, técnicas de laboreo y funcionamiento de la maquinaria. También se distribuía material informativo, revistas especializadas y la publicación oficial 4A Noticias. En ese tiempo la llegada al campo de los medios de comunicación eran escasos. La radio era el predominante y algunos periódicos que circulaban por correo. Por esa época internet era como una fábula de Julio Verne. También se asesoraba a la juventud que pretendía emprender alguna actividad distinta a la de sus padres como la producción hortícola o la apicultura. No se dejaba de lado, como se menciona más arriba, la función recreativa. Cada tanto se organizaban proyecciones de cine, encuentros deportivos, encuentros familiares con juegos y demostraciones.

Pero no todo quedaba en los clubes 4A que estaban orientados a los varones, aunque no estaba vedado el ingreso de jóvenes mujeres. Para ello también funcionaban de manera paralela los clubes Hogar Rural con actividades que se consideraban “femeninas” como el aprendizaje de elaboración de dulces y conservas, mejoramiento de las viviendas y todo lo que tuviera relación con la vida hogareña. Un autor nos ilustra sobre el tema. “Los Clubes del Hogar Rural participaron activamente para la difusión de mejoras en las condiciones de vida en el agro. Se destacaron las consignas que apuntaban al mejoramiento del hogar, con indicaciones sencillas acompañadas por imágenes y textos que explicaban cómo acondicionar dormitorios y cocinas; qué tipo de productos consumir y en qué época del año eran aconsejables para seguir una alimentación saludable. Consejos de costura, primeros auxilios, puericultura, administración del hogar y servicios sanitarios, eran algunos de los temas sobre los cuales versaban los fascículos.” (Maximiliano Ivickas Magallán, El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (1956-1966).

En la agencia de extensión del INTA Concepción del Uruguay durante muchos años los asesores César Seró e Inés Martinetti recorrían los polvorientos caminos de su jurisdicción para asesorar a los jóvenes de los clubes en una de las características Estancieras IKA.

Pero como no todo es para siempre y sin haber agotado su valiosa función para fomentar la radicación de la juventud en las zonas rurales, otro gobierno de facto en 1976 resolvió que ya no servían a sus propósitos iniciales y dejó caer el proyecto a la par que vació las agencias de extensión expulsando de su seno a un importante número de técnicos. Los jóvenes rurales entraron en un proceso de orfandad, muchos emigraron a las ciudades, y el INTA poco a poco dejó de “ir al campo”. Se transformó en un organismo de transferencia de tecnologías para unos pocos. 

Hoy (2025) el INTA está en jaque y lo mismo sus agencias de extensión. Es parte de su responsabilidad que los productores del campo y su asociaciones gremiales hagan oír su vos en defensa de una institución a la que le sacaron el jugo mientras les sirvió. Que no dejen morir la gallina de los huevos de oro.


27/4/25

Laudato Si: “Hermana nuestra madre tierra”*

 Rubén I. Bourlot

 


San Francisco de Asís le cantaba al hermano sol, a la hermana luna, a la madre tierra. “En ese hermoso cántico – dice el Papa Francisco - nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: « Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba »

Aquí desgranamos algunos párrafos de la encíclica de Francisco dada a conocer en 2015 que nos habla del cuidado de la casa común pero que se explaya sobre los problemas del mundo de hoy, más allá de lo atinente al cuidado del ambiente natural.
Nos habla del hombre contemporáneo cada vez más individualista y ajeno al entorno. Una humanidad que se encierra entre artificios por ella creados e ignora la naturaleza que la rodea.
“Por eso - no dice el Pontífice -, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto »
 
“Olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.” Nos está diciendo que lo que olvidamos es ese vínculo inseparable entre nosotros y nuestra pachamama, como lo entendían en la cosmovisión incaica.
Y desliza un verdadero programa para gobernar las naciones: “Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en « los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad ».  El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y « tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado».”

Un huerto sin cultivar
El modelo franciscano nos interpela: “la pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.
“Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza. El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.”
Cómo no asumir que ya el santo de Asís, hace casi mil años,  pensaba en lo que hoy conocemos como reservas naturales, parques nacionales o los extensos humedales que son tan necesarios para que la vida continúe.

El Papa no niega que haya cambios y que estos sean inherentes a la vida misma, pero “si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.”
Y los cambios veloces de las últimas décadas están ligadas a los avances tecnológicos y en particular a la cultura digital que a la par de ofrecer soluciones inimaginables hace medio siglo nomás, también significan una deshumanización de las comunidades puesto que, dice Francisco: “la tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros.

La cultura del descarte
Bien dice el papa argentino, que uno de los grandes problemas actuales ligados también a la problemática ambiental, se relacionan con “la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura.
“Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar.”
Es consciente que todas estas problemáticas no tienen la repercusión que se merecen y las soluciones adecuadas porque “muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático.

El tesoro del agua
Más que los yacimientos de oro, de diamantes, riquezas suntuarias que mueven millones, el tesoro más preciado y útil para la vida humana es el agua potable. Nos dice Francisco que “un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil.
Y avanza en su reflexión sobre una cuestión que hoy está más que vigente en los modelos económicos mercantilistas que se apropian de los bienes naturales, los que nadie fabricó, para explotarlos abusivamente. La tierra, el primer recurso natural privatizado a partir de la instauración del derecho a la propiedad, el subsuelo, los recursos pesqueros, los bosques, los espacios aéreos y hoy el agua (tal vez mañana el aire). “Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible – dice -, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos.
Producto de la explotación de la naturaleza y de la tecnología genética para mejorar las especies vegetales y animales, cada vez la biodiversidad es más acotada. “Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana.
“Posiblemente nos inquieta saber de la extinción de un mamífero o de un ave, por su mayor visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos.
No es ajeno a la lucha cotidiana que observamos en nuestros países para evitar el abuso en el uso de plaguicidas, insecticidas y fungicidas que afectan seriamente al propio ser humano, al ambiente y contaminan los recursos naturales con substancias ajenas al ecosistema. “Muchos pájaros e insectos que desaparecen a causa de los agrotóxicos creados por la tecnología son útiles a la misma agricultura, y su desaparición deberá ser sustituida con otra intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos nocivos.
“Mencionemos, por ejemplo, esos pulmones del planeta repletos de biodiversidad que son la Amazonia y la cuenca fluvial del Congo, o los grandes acuíferos y los glaciares. No se ignora la importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad. Los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies, cuando no se convierten en áridos desiertos.”

La ecología de las multinacionales
No ignora Francisco que no siempre las entidades que promueven la defensa de los recursos naturales son bienintencionados. Sabemos que muchas organizaciones no gubernamentales reciben jugosos subsidios de empresas interesadas en apropiarse de los recursos de manera sutil, y otras que responden a intereses vinculados a una moderna versión de la división internacional del trabajo, que pretenden mantener a países periféricos como productores de materias primas y consumidores de manufacturas que se producen en las naciones industrializadas. Escribe el Papa que “un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales.
“Existen « propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales »”, cita el texto aprobado por la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007).

Barrios cerrados y patrimonio cultural
La preocupación de Francisco también se desliza hacia la problemática de las aglomeraciones urbanas cada vez más caóticas y superpobladas. Como consecuencia quienes poseen mayores recursos económicos tienden a apropiarse de los espacios más adecuados para construir sus viviendas, e incluso hacerlo en barrios cerrados, separados del resto de la comunidad.
“En algunos lugares, rurales y urbanos, la privatización de los espacios ha hecho que el acceso de los ciudadanos a zonas de particular belleza se vuelva difícil. En otros, se crean urbanizaciones «ecológicas» sólo al servicio de unos pocos, donde se procura evitar que otros entren a molestar una tranquilidad artificial.
Finalmente acotamos esta interesante reflexión sobre el patrimonio cultural material e inmaterial que debiera ser preocupación central de los gobiernos. “Junto con el patrimonio natural – dice Francisco -, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular.”
Estos algunos párrafos glosados de este riquísimo documento que merece ser difundido, estudiado y aplicado.

 *Publicado originalmente en la revista Ramos Generales. N° 4. 2020

21/4/25

El catolicismo en los procesos de emancipación americana y el artiguismo*

Rubén I. Bourlot


Historiar la presencia de la iglesia católica en la región y en toda nuestra América significa rescatar uno de los procesos fundantes de nuestra comunidad actual, recatar el alma identitaria de lo que somos hoy. Por ello es válida preguntarse por qué cuando se lleva la historia a las aulas, a la historia enseñada, hay una tendencia a irse por los extremos. De una visión histórica liberal que soslaya las cosmovisiones religiosas, salvo para enaltecer a personajes que resultan funcionales a esa línea de interpretación, a un revisionismo posmoderno que se preocupa por divulgar la leyenda negra sobre la conquista espiritual de América. Pero un “revisionismo” bien entendido no puede soslayar la inclusión del papel de la iglesia católica en los currículos de la historia enseñada.

Estamos convencidos que el componente religioso de un pueblo es el elemento esencial de su cultura. En este caso nos referimos al catolicismo que a partir de la irrupción de Europa en nuestra América se constituyó en uno de los elementos cohesionadores de lo americano. Por las venas del mestizaje, de nuestra “raza cósmica” como decía José Vasconcelos, corre la sangre del cristianismo sincretizado, de la lengua castellana, de los ideales hispánicos que se fusionaron y enriquecieron con lo indígena y constituyeron un nuevo ser con altos ideales humanísticos.

Por ello, el gran equívoco que significó haber constituido un puñado de estados fragmentados en lugar de la gran nación latinoamericana es una de las tareas pendientes que nos dejaron los Libertadores.

Al decir de Darcy Ribeiro: "El drama actual del desarrollo de América Latina reside en gran medida en el divorcio entre sus tres élites intelectuales fundamentales: la clerical, la militar y la universitaria. Hasta que no haya convergencia entre esas tres élites, no habrá vigor para la independencia de América Latina”


En tanto Alberto Methol Ferré, el notable historiador, teólogo, amigo del Papa Francisco y su estrecho colaborador, sostiene que “El círculo cultural latinoamericano tiene su raíz en la Iglesia Católica: por esto los movimientos nacional-populares no caen en el anticlericalismo oligárquico del siglo XIX”. Y más adelante contrasta: “Sin duda puede hablarse de un círculo histórico-cultural latinoamericano en cuya base existe el ethos católico, así como en Estados Unidos existe el ethos protestante”

Jorge Abelardo Ramos por su parte, en el Meeting de Rimini desarrollado en 1984, argumentaba que “Los españoles mezclaron su sangre con los aborígenes de la Vieja América. Por medio de tal formidable fusión, nació en cuatro siglos una nueva raza cultural, étnica y política, una sociedad mestiza, criolla, de inmigración cristiana y de paganismo cristianizado, algo muy peculiar que no resultó ser en definitiva ni la América original ni la Europa colonizadora, sino una creación histórica nueva, lanzada hacia el azaroso destino de procurarse una identidad nacional.”

No quedan dudas acerca de la influencia del pensamiento católico en los procesos de emancipación americana, en particular las ideas de Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, que a mi entender tuvieron una vinculación más profunda que las ideas jacobinas. La conocida expresión de Artigas en el congreso de Abril de 1813: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana” se enraíza directamente con el principio de la soberanía popular esgrimido por Suárez y la idea de retroversión de la soberanía a su titular, el pueblo.

Sería imposible comprender nuestra historia sin integrar la dimensión religiosa y el papel de la Iglesia en el desarrollo de la civilización hispanoamericana.

La iglesia fue fundadora de villas y ciudades como lo hacían las autoridades civiles. Así en cada pequeño centro poblado levantaba un oratorio, una capilla, aglutinaba pobladores y cuando cobraba cierta importancia lo convertía en parroquia. Sobre este tópico, Rodolfo Puiggrós sostiene que las órdenes religiosas “fueron los más metódicos, racionales y perseverantes agentes del tipo de colonización hispana”. Y a la vez fue nombradora de un nuevo paisaje de topónimos. Pero fue nombradora con un criterio de sincretismo y así los nombres fusionan la dimensión religiosa con lo autóctono: Nuestra Señora del Rosario con el guaranítico Paraná, la Purísima Concepción con el indígena Uruguay, San José de Gualeguaychú, San Antonio de Gualeguay, Asunción del Paraguay.

Sin dudas, lo más notable de esa conjunción entre lo americano indígena o preexitente a la ocupación europea y el cristianismo es la experiencia de la misiones jesuíticas entre los guaraníes. Esa enorme tarea de armonizar cosmovisiones, hallar puntos en común y acelerar un proceso civilizatorio notable, se vio frustrada precisamente por la Europa retardataria que expulsó a la Compañía. No obstante gran parte de la tarea se salvó y permanece hoy no solo en la ruinas de los pueblos misioneros sino en la identidad de esta vasta región que hoy comprende a tres países.


Artiguismo y religiosidad

Artigas nació en un ambiente católico: en 1764, en el Montevideo colonial. El entorno cultural que rodeó el nacimiento de Artigas era católico. Según un autor (Pedro Gaudiano, Artigas católico, Universidad Católica, Montevideo 2002, 396 pp.). Artigas pertenecía a una familia cristiana, católica, y hoy diríamos “comprometida” o “practicante”. Artigas se educó en el colegio del convento San Bernardino de los padres franciscanos de Montevideo. Y aquellos franciscanos maestros de Artigas fueron los grandes ideólogos de la revolución.

Los maestros de Artigas se habían formado en la Universidad de Córdoba, en Argentina. Allí se estudiaban las doctrinas del jesuita español del siglo XVI Francisco Suárez.

Con esos antecedentes Artigas supo comprender la religiosidad de su pueblo como un componente esencial de la cultura. En particular esta comprensión los llevó a estrechar lazos con las comunidades indígenas, como fue el caso de los guaraníes misioneros formados por los jesuitas en la doctrina cristiana. Todo el pensamiento artiguista está atravesado por los valores del cristianismo. Su sistema político, como dijimos influido por Suárez y también Francisco de Vitoria, se valió de esos sacerdotes que conformaron su secretariado: Monterroso, Larrañaga, Solano García entre otros.

“A comienzos del siglo XIX los sacerdotes tenían un predicamento muy grande sobre la población de la Banda Oriental. La mayoría absoluta de los clérigos adhirió al movimiento revolucionario y oficiaron como ‘propagandistas’ del mismo. Las autoridades españolas dejaron sendos testimonios de la eficacia de esta prédica y los males que causaba a la Corona.” (Sansón, 262)

En tanto Ana Bianchi sostiene que “la preocupación de Artigas por la Iglesia era política, pero de una naturaleza que no difería de la que sustentaron los ilustrados españoles hasta 1808: colaboración con el régimen.” (Bianchi, 188). No obstante que “la mentalidad imperante atribuía a la religión una función cohesionadora” y “no escapó a la visión estratégica de Artigas -dice Sansón, no se puede reducir la iniciativa a estos términos porque implica desconocer sus sentimientos profundos.”

Y ya en su exilio paraguayo lo vemos a Artigas rezando el rosario junto a sus vecinos, en su mayoría guaraníes, como lo menciona su hijo José María cuando lo visitó:

“Aquellos vecinos de Ibiray –escribe-, aquellos pobres que tanto quieren y veneran a mi padre, se reúnen con él para rezar el rosario, cuando el toque de oraciones de las campanas distantes llega hasta ellos de la Asunción, los vi todos los días en el mismo sitio. Mi padre hacía coro; los demás arrodillados en torno suyo, contestaban las oraciones, muchos de ellos, la mayor parte, en guaraní. En concluyendo, todos se retiraban a sus casas, después de saludar, uno a uno, con veneración al viejo, éste entraba a paso lento en su rancho, y se acostaba muy temprano.” (Sansón, 271)


Tomamos por caso la fundación de Purificación, un campamento militar que hacía las veces de capital de la Liga de los Pueblos Libres, donde Artigas Artigas estableció una escuela y requirió para ésta a un religioso cuya doctrina franciscana facilitó la adhesión de su orden a la revolución. El propio nombre de “Purificación” nos delata la concepción religiosa, tan vez por inspiración del cura Monterroso. Lo mismo podemos decir de la fundación de Carmelo puesto bajo la advocación de la Virgen del Carmen.

No significa que propiciara un gobierno teocrático o algo similar. Al contrario, al parecer en los proyectos constitucionales y en la Instrucciones del Año XIII pone énfasis en la libertad religiosa: en el artículo 3º indica que se “Promoverá la libertad civil religiosa en toda su extensión imaginable.” En tanto que el artículo 2º del Proyecto de Constitución de la Provincia Oriental de 1813 dice: “Toca igualmente al derecho y al deber de todos los hombres en sociedad, adorar públicamente al Ser Supremo al Gran Creador y Preservador del universo, pero ningún sujeto será atropellado molestado, limitado en su persona, libertad o bienes, por adorar a Dios en manera y ocasión le agrade… con tal de que no perturbe la paz pública, ni embarque a los otros en un culto religioso de la Santa Iglesia Católica”.

Aquí seguramente entra a jugar la relación de Artigas con las jerarquías eclesiásticas y el patronato en competencia con las facultades que reclamaba el gobierno de Buenos Aires. Artigas reclamaba para sí la herencia virreinal del privilegio de patronato para nombrar autoridades religiosas, igual que lo requería Buenos Aires. Varios son los oficios de Artigas protestando por la intervención de Buenos Aires en el nombramiento de sacerdotes en la provincia Oriental. Como ejemplo consignamos la orden dada al presbítero Dámaso Larrañaga (cura de la Iglesia Matriz de Montevideo desde el 28 de abril de 1815) en diciembre de 1815 para que “no acepte a ningún cura nombrado por Buenos Aires”.

¿Quiénes fueron los religiosos que adhirieron a la causa artiguista?

Una sucinta nómina nos dará una idea de su presencia en el entorno del caudillo.


Dámaso Larrañaga

Sacerdote, sabio naturalista, escritor, personalidad política de su tiempo. Fue delegado en Buenos Aires, ante la Asamblea General Constituyente de 1813, y actuó luego en el Congreso de Capilla Maciel. Colaboró con Artigas y fue el fundador de la Biblioteca pública en 1816 (formada en gran parte con una donación de la biblioteca privada del padre Pérez Castellano). Luego se enemistó con el caudillo y tras su exilio, en 1821 tomó parte en el Congreso Cisplatino, en cuyo seno votó la incorporación de esta Banda a Portugal.

Asimismo, en 1821 Larrañaga fundó la Sociedad Lancasteriana destinada a implantar ese método de enseñanza. La escuela lancasteriana funcionó en una sala del Fuerte hasta fines de la dominación brasileña. En 1824 fue designado Vicario Apostólico.


José Benito Monterroso

Monterroso fue su asesor y su escribiente en el gobierno de Purificación. Había nacido en Montevideo en el año 1780 y era el mayor de seis hermanos, entre quienes se contaba Ana Monterroso, esposa del jefe de los 33 orientales, general Juan Antonio Lavalleja.

Estudió en Montevideo, con los franciscanos y luego se ordenó sacerdote en Buenos Aires el 30 de julio de 1799.

Se dedicó inicialmente a la docencia y en 1803 asumió la cátedra de filosofía en la Universidad de Córdoba. En 1807, siempre radicado en Córdoba, se hizo cargo de la cátedra de Teología y adquirió un prestigio de ilustre doctor que su actuación política posterior llegaría a borrar casi totalmente.

Profesó como fraile franciscano, pero luego abandonó todos sus cargos y acompañó a Artigas como secretario, siendo autor de sus proclamas. Muchos le atribuyen la paternidad de las instrucciones de los diputados orientales a la asamblea del año XIII. Tras el exilio de Artigas en el Paraguay se unió al proyecto del caudillo entrerriano Francisco Ramírez fundador de la efímera República de Entre Ríos en 1820.


José Leonardo Acevedo

El padre Acevedo acompañó a Andresito en toda su vida de campaña. El líder guaraní cristiano le llamaba "mi compañero".

Era oriundo de Córdoba e ingresó al convento franciscano de esa provincia donde fue ordenado sacerdote en 1812. Se inició como cura en la Villa de Mandisoví, Entre Ríos y se vincula al artiguismo a través de Domingo Manduré. Luego es nombrado capellán de las tropas artiguistas de Entre Ríos que estaban al mando de Francisco Ramírez. Finalmente se vincula con Andrés Guacurarí oficiando como secretario.

Fue detenido en 1819 por el ejército portugués a orillas del Río Uruguay y conducido a prisión en la Ilha das Cobras de Río. Amnistiado en pésimas condiciones de salud volvió a la Banda Oriental en 1822, el mismo año que Andresito moría en prisión.


Fray Solano García

En Concepción del Uruguay (Entre Ríos), y bajo la protección del Comandante artiguista José Antonio Berdum, encontramos al cura Fray Solano García, párroco de la Inmaculada Concepción, que fundó una escuela privada y gratuita donde se aplicaba -por primera vez en América- la metodología lancasteriana. También es conocido Solano García por la impresión de las conocidas barajas artiguistas con consignas de propaganda revolucionaria.


Otros curas

En otros religiosos que prestaron servicios con Artigas podemos mencionar José Valentín Gómez, cura vicario Florida y Santiago Figueredo, cura vicario de Canelones; Mateo Vidal, diputado ante la Asamblea del Año XIII, José Manuel Pérez, Manual Antonio Fernández, José Valentín Gómez, Tomás Gomensoro, José María de la Peña, Juan José Ortiz, León Porcel de Peralta, Manuel Amenedo Montenegro, José Benito Lamas y Juan Francisco Larrobla, entre otros.

*Publicada originalmente en la revista Huella (2021). N° 2. Paraná.

Bibliografía

- Bianchi, Diana, Educación y cobertura escolar en el contexto del pensamiento ilustrado, en Frega, Ana, Islas, Ariadna, (2001), Nuevas miradas sobre el artiguismo (comp.), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Montevideo.

- Sansón, Tomás, la religiosidad de Artigas, en ibíd.

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