3/8/18

El juicio a un periodista*

Por Rubén Bourlot

Corría 1887. En Concordia el periodista Fernando G. Méndez dirigía el trisemanario “El Amigo del Pueblo”, temido por sus críticas sin concesiones a los funcionarios corruptos. El periódico era considerado uno de los más populares de la provincia. Fundado en 1886, había reemplazado a La Concordia y La Ley, cerrados por los ataques de los gobiernos de la época.
También “El Amigo del Pueblo” se había granjeado muchos enemigos, entre otros las autoridades políticas de Monte Caseros, Corrientes, hasta donde había llegado la prédica de Méndez. El diario imputaba a los políticos correntinos de graves irregularidades lo cual derivó en una denuncia y la formación de un Jurado de Imprenta para analizar la conducta del periodista. Fue el primer jurado de imprenta constituido en la provincia, de acuerdo a la ley del 4 de julio de 1884, que se reunió en el teatro Beñatena de Concordia y su pronunciamiento fue favorable a Méndez, que había encomendado su defensa al Dr. Miguel P. Rodríguez, El gobierno correntino se vio obligado a remover todas las autoridades policiales y judiciales del departamento. Este juicio tuvo repercusiones en todo el país.

¿Quién era Méndez? Había nacido en Buenos Aires, en 1853, radicándose desde niño en Concordia. Fue un periodista combativo y vehemente. Representó en varios períodos a Concordia y Federación en la cámara de diputados se desempeñó también como jefe de policía. Tras la muerte de Urquiza y en medio de las revueltas jordanistas, se exilió en Uruguay, abrazando la carrera de las armas. En 1885, de regreso a Concordia, es premiado por sus servicios con el grado de coronel del Ejército de Entre Ríos. 
Se había iniciado en el periodismo como reportero en La Libertad, periódico de
Olegario V. Andrade, en 1871. Como dijimos antes, en 1884 funda La Concordia, con Horacio Mitre. Desaparecido éste, dirige La Ley, empastelado por el oficialismo en 1886. Con este último periódico apoya la candidatura presidencial de Dardo Rocha, dentro del las filas del roquismo.
Escribe Luis María Medina  que “una crónica lo describe como «periodista, guerrero, político, legislador, hombre de negocios y de empresas múltiples, en las que su dinamismo, impetuoso y rebelde a las normas establecidas en la época actuante, impidiéronle el triunfo de sus afanes en el orden material”.

El Amigo del Pueblo
El 16 de octubre de 1886 Femando G. Méndez funda y dirige el periódico de más prolongada trayectoria y que le dará fama.
“El Amigo del Pueblo” circulará con intermitencias hasta 1934. Aparecía martes, jueves y sábados y entre sus redactores se contaban Lisardo Sierra, Damián P. Garat y Armando Tombeur. Varias veces clausurado, en agosto de 1893 fue reemplazado por Vox Populi. Reaparece en marzo de 1894 como diario vespertino. En sus últimos años fue dirigido por Armando, primero, y Agripino Méndez, después, hijos del fundador. En la década del 30 encontramos al periódico acusado de “conspirar a favor de una revolución para derrocar las autoridades constituidas”, en referencia al levantamiento irigoyenista contra el gobierno de Uriburo. Un informe emitido por la III Brigada de Caballería con fecha 23 de Junio de 1932, afirma que “se conspira abiertamente en el Salto y Concordia. Los que trabajan aquí son el Doctor Bulnes, un ingeniero Jurado, Agripino Méndez director del diario El Amigo del Pueblo, cuyos recortes se acompañan (…)”

Imprenta Marinoni, similar a la obsequiada a Méndez
Por su redacción, escribe Aníbal S. Vásquez, “pasaron como redactores o colaborando asiduamente, el Dr. Miguel F. Rodríguez, Francisco Podestá, Dr. Antonio B. Balleto, hijo de Gualeguaychú, conceptuado corno uno de los abogados más talentosos de Concordia y secretario de Roca en su primera presidencia, Leoncio Payva y Pablo Dunguey de la Peña, correntinos y brillantes periodistas, el escritor y político uruguayo, Eugenio Garzón, que se fuera a París para ingresar a la redacción de El Fígaro. Emiliano Ferreyra, Armando Tombeaur, que se distinguió en el periodismo de Buenos Aires y particularmente en El Diario de Lainez, Dr. Estanislao Mouliá y Antonio P. Arena. Y ahí se hicieron periodistas o se terminaron de modelar, Lisardo Sierra, Damián P. Garat, Cecilio M. de León y otros muchos que se desparramaron por el interior del país en publicaciones diversas.”

Un homenaje merecido
La repercusión del juicio contra el periódico y el triunfo de la opinión libre catapultó la figura de Méndez al ámbito nacional. 
En Buenos Aires se constituyó una comisión que logró la adhesión de la prensa argentina y extranjera que obsequió a Méndez con una imprenta completamente equipada, inclusive una máquina plana impresora, marca "Marinoni". Además la comisión constituida en Salta con la presidencia del doctor Eleodoro Lobos, —luego ministro de hacienda de la Nación-, le hizo entrega de una plaqueta y medalla de oro.
Ya retirado de la tarea periodística, Méndez falleció en Concordia el 2 de septiembre de 1938.

Bibliografía:
- Luis María Medina  Apuntes para la historia de Concordia, en http://www.delaconcordia.com.ar/
- Aníbal S. Vásquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Imp. de la Provincia, 1970.
* Publicado originalmente en la revista Orillas.


30/7/18

EL JUICIO

Un cuentito que circulaba entre inmigrantes piamonteses de las colonias de los departamento Uruguay y Colón. 
Dicen que un día llegaron a un pueblo de los valles alpinos unos gitanos que vendían “juicio”. Se cruzaron con dos paisanos y, haciendo galas de habilidad comercial, los envolvieron con argumentos sobre las bondades de tener un “juicio”. Convencidos los hombres se compraron uno. El “juicio” venía adentro de una cajita primorosamente decorada y, según los vendedores, tenía poderes mágicos. Cuando se fueron los gitanos uno de los paisanos, ansioso por ver de qué se trataba, abrió la cajita y al instante escapó algo como un grillo que se esfumó por el respiradero de un sótano. Desesperados los hombres, sin pensarlo dos veces, buscaron picos y palas para abrir un boquete en la pared. El ruido alertó al dueño de la casa que alarmado los increpó. “¡Que hacen!”, les gritó. “Es que perdimos el juicio”, intentó explicar uno de los hombres. “¡Ya veo que perdieron el juicio, pero no por eso me van a derrumbar la casa!”

5/6/18

El Gordo y Don Ata

Por Rubén Bourlot*

Un día cayó el Gordo (Juan Luis Puchulu, es decir, el Gordo que no es gordo) con unos papeles en la mano. Papeles que temblaban de emoción, o tal vez por ese imprevisto amor, el de una tal “Lilia Parkinson.” Ese amor que le tiene cansada la mano izquierda. “Es una contradicción. Si a ella nunca le di trabajo, ¿de qué puede estar cansada?”, dice.
Era ese mismo Gordo que se atrevió con los micrófonos de una radio a trasmitir desde el cielo, montado en un globo aerostático, o desde un planeador, o trepado a una antena. El mismo que caminó durante siete días desde Concepción del Uruguay a Paraná para rendir homenaje a los combatientes de Malvinas. Igual que la travesía de Hernandarias, pero a pié. El mismo de las largas jornadas solidarias haciendo lo que mejor sabe: hablar con un micrófono para recolectar juguetes, abrigos y monedas para los más humildes. 
Pero ese día el Gordo llegó portando una copia de una pequeña publicación con el mensaje “A la juventud estudiante del Concepción del Uruguay”.  Y temblaba de emoción porque esas eran las palabras de un eterno Don Atahualpa Yupanqui. Y él, el Gordo, había estado ahí cuando el guitarrero de las cosas nuestras las escribió.
Un día, cuenta el Gordo, llegó de visita a la Concepción del Uruguay Don Ata como rememorando su paso por los años treinta: “con mirada de otros años, y otros tiempos contemplé, sobre un mangrullo de talas, el palmeral de Montiel”. Ya no sin caballo y en Montiel, sino a bordo de un automóvil, arribaba esa primavera de 1963. Ya no payador perseguido sino cargando con todas las glorias del cantor que triunfante en todos los escenarios. 
Don Ata llegó para actuar en la ciudad invitado por la Peña Tradicionalista Ñanderogamí, y estuvo en la radio LT11, y al otro día estaría en el Colegio Nacional, el histórico fundado por Urquiza, para deleitar a los jóvenes con sus versos sentidos. 
Esa noche, cuenta el Gordo, Don Ata se fue a dormir pensando en el encuentro con la juventud estudiosa. Y el sueño remolón no venía pero sí las palabras se agolpaban en la mente del cantor. Las palabras para la juventud del Colegio. Y esa noche en vela las volcó en el papel.
“Qué linda suerte la mía, esa suerte de echar píe a tierra en este pago de Concepción del Uruguay, para saludar a la juventud estudiosa, pajaritos de reciente plumaje, que se preparan para el canto y el vuelo en venerables jaulas de mapas, de libros y consejos, en las que no hay ramas que detengan el sueño y la fantasía, y donde la vocación halla su cauce para correr tierra y tiempo, y darse con todo, como los arroyos que cruzan las praderas con sol y sombra, y remolino, hasta entregar su viaje al ancho y amado río, sumándose a la vida y al paisaje con un destino de mar…”
Bellas palabras que al día siguiente, bajo un sol primaveral, en el antiguo patio del Colegio, echaron a volar y recorrieron galerías y pasillos, y se confundieron con las voces de otros tantos célebres personajes que pisaron las baldosas del Histórico. 
“Fui como ustedes, pajarito libre sobre un paisaje de encantamiento. Quemaba mis carbones en el aula, y en el deporte, y en la danza. 
“Cualquier camino que recorría de niño, de muchacho, era para mí, como para todos los adolescentes, una senda milagrera donde se me rebelaba un mundo; un mundo que era solamente nuestro; un universo que apasionaba al muchachito descubridor, un territorio que impulsaba al conocimiento de yuyos y de árboles, de nidos y de arenas, de frutas tibias bajo el sol de la siesta…”
Los jóvenes estudiosos - seguramente guardando respetuosos silencio - con ojos de asombro y oídos atentos, observaban a ese hombre de rostro aindiado ahí presente, vivo. Sí vivo porque para los estudiosos de manual los grandes hombres sólo viven en las esculturas, como ese Urquiza, Clark, Larroque que señorean en el patio. 
“Los años, el tiempo, hicieron de aquellos caminitos de travesuras y revelaciones camperas y sencillas, un solo camino.
“El abuelo vasco y el abuelo indio, se confabularon con el paisaje de esta tierra en que nací.
“Desde la raíz de la piedra, desde la hondura del algarrobo, desde la nocturnidad de las llanuras, desde el misterio de los montes, los duendes mestizos que manejan mi destino, eligieron un trenzador. 
“Ese trenzador se llamaba destino. Y tomando las cinco líneas de aqu

el pentagrama que solía descifrar con dificultad cuando niño, hizo con ellas una trenza hechizada, un lazo sobado con amor y paciencia, con cielitos y rocíos mañaneros.
“Y con ese lazo, hecho para el desvelo y el camino, amarró junto a mi corazón un antiguo madero estremecido: la guitarra…”
Ese pequeño trozo de papel cobraba vida en las manos temblorosas del Gordo. En sus manos estaba el canto pausado del payador, el sonido grave de la guitarra criolla, el aroma de los espinillos en flor que lo recibieron en la vieja Arroyo de la China. 
“Y bendigo a mí la suerte de hoy, que me permite desensillar, siquiera por una noche, junto a los muros de esta ciudad, tan entrerriana y tan argentina, tan plena de historia, tradición y poesía, con un paisaje de prado, monte y río, capaz de atesorar la vocación de sus hijos, apuntalando el ayer para que sea más firme la luz del mañana”.
Y así terminó el paso del poeta de la tierra por la Concepción del río como cielo que viaja, al decir de Sampayo. 

*Publicado originalmente en el diario Uno de Paraná, 3-6-2018

3/6/18

Marisa Allende, la dama del radioteatro

Por Rubén Bourlot

María Luisa Casanova fue poeta desde siempre. “Yo escribo poesía desde los 8 años, esa era mi tarea más fiel a mí misma” dice con énfasis, para justificar su paso por el radioteatro a lo largo de 12 años, en una entrevista de 2006.
Ya con el seudónimo de Marisa Allende, en 1955 se inició como guionista de ese exitoso género radial que fue el radioteatro (porque ya no lo es en estos tiempos de la imagen omnipresente). Y su incursión en el melodrama, sin mucho convencimiento, fue más por necesidad que por vocación. “Yo empecé a escribir radioteatro por lo que podíamos llamar una casualidad. Nunca pensé que iba a dedicarme al radioteatro, nunca se me cruzó por la cabeza que iba a escribir radioteatro. Yo había escuchado novelas de una autora muy buena que se llamaba Nené Cascallar, de (Alberto) Migré a quien después conocí en Buenos Aire. Tampoco era fanática del radioteatro”.
Uno de los motivos fue la necesidad de su esposo Roque Galotto que dirigía un elenco de radioteatro en LT11, la radio de Concepción del Uruguay, de contar con guiones adecuados al grupo. “¡En vez de escribir tantos poemas por qué no te ponés a escribir radioteatro! – le planteó -, que hoy tuvimos problemas con la novela. Son muchos personajes y nosotros somos 7 , 8...” 
Su primera obra surgió de esa manera: “Yo nunca había pensado en eso, en escribir. Pero mi esposo tenía una manera muy especial de tocarme el amor propio y me dice: pero claro, cómo vas a escribir radioteatro si no sabés.  Y agarró y se fue a acostar. Y yo me quedé pensando. Si yo escribo poemas, ¿por qué no puedo escribir radioteatro?  Y ahí nació mi primera obra de radioteatro que se llamó “El último concierto”, una obra tenía por característica, nada menos que el concierto Nº 1 de Tchaikovsky y contaba la historia de una pianista y un director de orquesta, y había música clásica por los cuatro costados. Escribí de un tirón el primer capítulo. Terminé a las 5 de la mañana, agarré las hojas, fui a donde dormía mi marido, lo destapé y le dije: tomá aquí está el primer capítulo de mi novela.  Ahí empezó todo, casi como un juego. Yo no me imaginaba  que ese juego iba a durar doce años. Y me iba a mantener encerrada en el escritorio doce años”.

Cuando “La Libertadora”…
Pero a esa justificación se suma otra mucho más prosaica “porque pasó que nosotros éramos profesores los dos y cuando la revolución Libertadora –éramos peronistas -, nos sacaron a los dos y bueno, había que buscar horizontes. Y mi esposo se fue a Buenos Aires a abrirse camino allá, y yo me quedé aquí escribiendo. Yo ya había empezado en LT 11, y hubo un momento que sentí que lo que yo escribía realmente lo necesitábamos, era una entrada importante, porque el radioteatro se pagaba muy bien  y había que seguir adelante”.  
Marisa Allende en 2006
Primero fueron guiones para el radioteatro de las 11 en la emisora local, “ese radioteatro, dentro de las categoría que había en esa época, se llamaba radioteatro blanco, porque era nada de populachera, nada de aventura rara, nada de nada. Era una cosa doméstica, con mucho amor, familia, cosas de la vida normal”, explica para diferenciarlos de los radioteatros efectistas (y más “comerciales”) que luego se representaban en los clubes de barrio. Poco tiempo después sus obras ganaron un espacio en las emisoras de Rosario y finalmente en Buenos Aires donde escribió para las radios más importantes de la época, entre otras Radio Belgrano y la mítica Radio El Mundo. En 1959 obtuvo el Premio Nacional de género para la categoría Radioteatro Unitario.
En Radio Belgrano, el director de radioteatro Julio Durán la contrató para escribir una obra cada dos meses. “Yo hice conocer Concepción  del Uruguay a través del radioteatro. Escribí una obra sobre la inundación que se llamaba “Basura que trajo el río” que era la narración de la inundación, cómo impactó  la inundación, la famosa inundación del 59, sobre la gente humilde y la otra gente que no lo era. Era gente de clase media pero que también el río no respetó. Después  de eso, al tiempo, protagonizada por Alfredo Alcón, escribí otra que se llamaba “Cuatro ladrillos y un sueño”  que era sobre la gente que en la inundación había perdido todo y volvía, quería  volver al lugar donde vivía y no encontraba nada. La novela de Alcón fue por radio El Mundo, en donde  me llamó Amando Discépolo”. 

Sin finales felices 
También se animó a transgredir los estereotipos consagrados del género, como que los radioteatros tenían que tener un final feliz. Marisa Allende se atrevió a escribir historias con final trágico a pesar de los reparos de Julio Durán: “Marisa, las novelas tienen que terminar bien, porque  son para las señoras gordas que tejen a la tarde o al mediodía o que están cocinando y tiene la radio al lado…” Ante ese argumento “le digo a Durán: pero la vida no siempre termina bien y los escritores, o los que nos llamamos escritores pintamos la vida. A mí me viene un argumento y no siempre termina bien porque yo reflejo una parte de la vida, ¿por qué no me deja probar?”. Y probó con una obra que se llamó “Sueño de una amor prestado” que tuvo como primer actor a Roberto Escalada y cuya protagonista moría al final. 
Escena de la versión fotonovela de su obra
“Cuatro ladrillos y un sueño”.
Otra transgresión fue escribir sobre temas tabúes para la época. En una oportunidad de presentó a Discépolo una novela llamada “Hogares sin hijos”. “Y me acuerdo que tuvimos una conversación sobre esa novela – cuenta Marisa - . Porque me dijo: Hogares sin hijos, a cuánta gente puede lastimar con este tema.  Y le digo: sí, pero tal vez esa misma novela que usted dice que puede lastimar a algunos, puede producir una reacción en otra gente que esté proyectando un hogar sin hijos y se den cuenta que ahí no está la felicidad, Don Armando. Tiene razón – le respondió Discépolo -, y se fue. Esa novela tiene un capítulo anterior. Mi marido llevó esa novela a una agencia muy importante de Buenos Aires: Linda S. A. Y la dejó para que la leyeran y el director de la agencia le dijo: no, escuchemé señor, esta novela no es para radioteatro, está demasiado bien escrita, dígale a su señora que baje... Pero yo no le toqué un pelo a la novela y se dio por radio El Mundo”.
Por Radio Excelsior la contrataron para realizar un ciclo que se denominaba “El radioteatro de Marisa Allende” que iba a las 11 de la noche con la compañía que encabezaba su esposo con el seudónimo de Mario Ferrer.  
La mayoría de sus obras, además de reflejar una realidad concreta vinculada a su ciudad, tenían un contenido social. Además de las ya mencionadas sobre la inundación, escribió “El andamio y las brasas”, que se dio por LT11 y luego en Buenos Aires, que cuenta la historia de un albañil que estaba trabajando en la construcción de un edificio de departamentos (“el primer edificio de departamentos de Concepción del Uruguay, el edificio Guini”) y se reprochaba a sí mismo que él no había podido ser capaz de terminar su propia casa. Esa contradicción entre su oficio de albañil para otros y su falta de una casa adecuada para su familia “Mis novelas no tenían cualquier argumento. No era la chica pobre con el chico rico o al revés. Si no que eran problemas, todas presentaban un problema. Por ejemplo hubo una novela que se llamaba – era la época que empezaba a ser como una peste el divorcio –  “Un amor que se humilla” y era la historia de una mujer que hace todo lo que puede hacer y acepta todas la humillaciones de su marido para no destruir su hogar. Era casi contraposición con lo que estaba en boga. 

Un final trágico
Una obra suya también se vio involucrada en una tragedia real. Eso sucedió con “Allí va Caín”.  “Esa novela nació cuando yo había llevado una tarde a mis hijos al circo y había unos trapecistas muy buenos. Vi serie de situaciones con las cuales podía escribir algo. Y cuando salimos de la función mis hijos descubrimos que había un pequeño zoológico. A  los chicos les encantó. Había un león que de la jaula le salía una parte de la cola y a mi hija no se le ocurrió otra cosa que agarrarle la cola y tirársela. Entonces, el león largó un rugido que se debe haber escuchado a la distancia. Yo corrí para sacarlo. Y en eso se acerca un extra del circo y me dice: quédese tranquila señora, el león es muy viejo y la jaula es muy segura. Ahí terminamos riéndonos y él se quedó conmigo conversando y como yo tenía esa idea de hacer una obra de ambiente circense, empecé a hacerle preguntas sobre la vida sobre como estaban, sobre qué hacía, sobre cómo se preparaban. Estuvimos como una hora. 
Marisa Allende en un homenaje
“Así nació “Allí va Caín”. La novela fue representada por Radio Belgrano. 
“Estaba por el capítulo 17 cuando  leo en el diario, en la tapa, “Ttragedia en un circo”, y era ese muchacho con el cual yo había hablado en el circo, se había caído del trapecio y se había matado. Yo a, pesar de los años transcurridos no puedo definir cómo fue el sentimiento que tuve en ese momento,  porque en la novela que yo había escrito, el trapecista moría al final, era una de las novelas que terminaban mal. Y me invadió una sensación de culpa, como si yo me hubiera adelantado. Y esa novela fue un éxito muy grande.
Tiempo después mi esposo, para el ciclo El radioteatro de Marisa Allende, eligió “Allí va Caín”. Yo le dije, si hay 30 obras para elegir por qué tenés que elegir esta. Y él me dijo: porque el personaje protagónico de esa obra es uno de los mejores personajes que vos has escrito. Y esa obra, a pesar de que se daba a las once de la noche, mis chicos de 6, 4 y 2 años tenían permiso para escucharla porque actuaba papá. La escuchaban en la pieza de la abuela, en la cama grande. Cuando esa obra terminó, aparecieron los tres en fila y la mayor me encaró y me dijo: “¡por qué lo mataste a papito!” 

Fuente: Entrevista C. del Uruguay, septiembre 2 de 2006.

2/6/18

Qué universidad queremos; qué educación queremos

Por Rubén Bourlot

El debate universitario, al cumplirse el centenario de la reforma de 1918, que arrojó luz sobre el vasto territorio de nuestra América, está al rojo vivo. Improvisados funcionarios que salen a opinar con brutal sinceridad sobre un tema que aparentemente conocen poco, o simplemente no les importa, salvo para trasmitir los intereses espurios – ajenos al papel que debe cumplir nuestra universidad -.  
La universidad argentina que fue el faro para la educación en el continente de la esperanza, adonde concurrían los jóvenes para recibir una formación de calidad y prestigio, que a mediados de siglo se hizo gratuita y obrera – de ese riñón nació la hoy aún prestigiosa Universidad Tecnológica Nacional -. Esa universidad apaleada en los ’60 que no obstante se recuperó y siguió su rumbo. 
La universidad argentina que garantizaba la gratuidad, aunque difícil de alcanzar porque no sólo se hace accesible con simplemente abrir las puertas. Que con el tiempo se fue expandiendo y acercando los jóvenes del todo el país. Primero la UTN con sus unidades regionales, luego las universidades en cada provincia. En Entre Ríos, una larga marcha culminó en 1973 con la creación de la UNER que terminó con la sangría de entrerrianos que emigraban para estudiar el La Plata, Rosario, Buenos Aires…
Al comienzo del nuevo siglo, una nueva creación, la Universidad Autónoma de Entre Ríos, comenzaba a penetrar todos los intersticios de una comunidad ávida de conocimiento. Y en el país comenzaron a pulular las universidades. Pero no solamente las universidades públicas y gratuitas que permiten a los sectores más humildes acceder al elemental derecho a aprender, sino las privadas que por doquier surgieron para captar a sectores con mayor poder adquisitivo.
Sin dudas, no todas son flores. Junto a estos avances cualitativos, los nuevos tiempos, las tecnologías innovadoras, las crisis económicas, pusieron a prueba la capacidad de adaptación de la dirigencia universitaria y del campo de la educación en su totalidad. Décadas de ensayos, de idas y vueltas. Ensayos y muchos errores. La centenaria Ley 1420 aún vigente en la década del ’80 era el símbolo de esa incapacidad de ponerse al día.

La escuela neoliberal
El Congreso Pedagógico convocado en 1986-87 fue la última oportunidad de recuperar y actualizar el sistema educativo. No pudo ser. El avance neoliberal de los ’90 consagró un cambio de poco aliento que dio por tierra con todas las buenas intenciones. La Ley Federal de Educación, pomposo nombre, destruyó el sistema, lo puso en crisis sin alternativas, y una década después debió ser sustituida. 
La enseñanza secundaria, media o como se le llame, pasó a ser el cuello de botella del sistema. A la universidad, a los estudios superiores, se llega con serias falencias que le achacan a la formación del secundario. Pero no hay que olvidar que el nivel primario acusa profundos desajustes que se van trasladando de un nivel a otro.
En los últimos años mucho se habla de inclusión, caballito de batalla de políticos de todo pelo. Muchos fueron los intentos con suerte diversa. Es auspicioso, en el caso de nuestra provincia que se haya sembrado de escuelas secundarias en todo el territorio, en los pueblos más remotos. Auspicioso es que se haya dejado de lado el monstruoso ensayo de la escuela intermedia + polimodal (en el caso de Entre Ríos) con una dispersión de modalidades. Auspiciosos son los sistemas de becas para facilitar el acceso a la educación, como es el caso del Instituto Becario de Entre Ríos y otros. Pero sabemos que el crecimiento de la pobreza, la profundización de la misma, el hambre recurrente no es el mejor clima para incluir. Con la panza vacía el cerebro no funciona. También el plato de comida es parte del currículum.

Los que sobran
Hoy varios de los avances están en el ojo de la tormenta. Para muchos de los que deciden en materia educativa, o al menos trasmiten las intenciones de otros, sobran escuelas, sobran universidades, sobran como la canción chilena (“Nos dijeron cuando chicos / Jueguen a estudiar / Los hombres son hermanos y juntos deben trabajar / Oías los consejos / Los ojos en el profesor / Había tanto sol / Sobre las cabezas / Y no fue tan verdad, porque esos juegos al final / Terminaron para otros con laureles y futuro / Y dejaron a mis amigos pateando piedras”, dice la canción del grupo Los Prisioneros). Sobran estudiantes también. 
Y sobran años de estudio. Hoy el secreto son las carreras cortas, de salida rápida, con créditos académicos que flexibilicen el sistema y permitan un inmediato acceso al mundo del trabajo. Muy tentador por cierto (y repetimos como la canción de Arbolito “Sobran políticos, sobran políticos / Faltan maestros sin antifaz / Faltan espacios para crear / Faltan canciones, falta cobrar / Falta conciencia, falta estallar…”).
Una investigadora costarricense trazaba un panorama desalentador ya a mediados de la década del ’90: 
“Baste un análisis de las publicaciones del Banco Mundial para comprender que existe un claro interés por la homogeneización educativa, mediante sistemas de control a través de la evaluación. La publicación de La enseñanza superior: Las lecciones derivadas de la experiencia (Banco Mundial, 1995) señala la crisis de las instituciones de educación superior en el nivel mundial evidenciada en una serie de problemas y limitaciones. El informe mencionado indica que esta crisis tuvo efectos graves, especialmente para los países en desarrollo, en donde las limitaciones presupuestarias y el aumento en la demanda se tradujo en hacinamiento, deterioro de la infraestructura, falta de recursos y disminución de la calidad de la enseñanza y las actividades de investigación. Ante esta situación, el Banco Mundial propone cuatro enfoques básicos para la educación superior que tienen que ver con: Una mayor diferenciación entre instituciones de educación superior, incentivos para que las instituciones públicas diversifiquen sus fuentes de financiamiento, la redefinición del papel del Estado en la educación superior, y la introducción de políticas que busquen el logro de los objetivos de calidad y equidad…”1
Y sobran incumbencias de títulos. Hoy nos enteramos que el Ministerio de Educación de la Nación resolvió modificar las incumbencias exclusivas de los títulos. Qué se estaría buscando con este cambio. Desde diversos ámbitos se sugiere que la intención es trasladar las incumbencias a posgrados que son pagos en las universidades públicas, o directamente cursados en el sistema privado. Muy acorde a lo que propone el Banco Mundial de propiciar la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento. 
Y dice la ya citada Vargas Porras: “De esta forma, en los albores del siglo XXI el sentido de la educación se vuelca hacia una perspectiva productivista que coloca al empleo como punto central del fin educativo y en la década de los años 90 vemos la consolidación del pensamiento global de la educación que se basa en la libre competencia y la libre empresa, desde la perspectiva neoliberal. Este aspecto ha entrado en contradicción con la función social de la educación en general y de la educación superior en particular, en donde se busca la preparación de profesionales para las transnacionales, mediante empleos puntuales y específicos que desestiman aquellos aspectos que no contribuyan a la dinámica laboral del quehacer transnacional.”
Hoy el Plan Maestro, que no se nombra mucho pero está ahí agazapado, el Plan Educar 2050, las fundaciones que actúan entre bambalinas y muchos desde los ámbitos académicos trabajan sigilosamente para construir la universidad de los próximos años. Una universidad exclusiva, excluyente, para pocos.

1 Alicia Vargas Porras, Educación, vol. 26, núm. 2, 2002, pp. 245-254 Universidad de Costa Rica http://www.redalyc.org/pdf/440/44026223.pdf)

19/5/18

La pluma de un bohemio*

Por Rubén Bourlot

Uno de los precursores del periodismo pueblerino fue Claudio Premat, nacido en la colonia San José en 1888. Y decimos periodismo pueblerino a modo de elogio a esas personas que sirvieron a su localidad con un oficio poco reconocido, particularmente en lo monetario, y muchas veces, tal vez por pruritos o por razones de seguridad, escondido detrás de su seudónimo. Sí, peligroso el oficio de periodista en aquellos tiempos de plumas incisivas y de armas llevar.
   Y un bohemio que conoció el mundo y su gente. Adolfo Golz, periodista de Paraná, llegó a conocerlo en su casa rodeado de papeles y cartas de figuras del periodismo y de las letras. “Se solía cartear con Belisario Roldán”, el reconocido poeta, dice Golz. También con Delio Paniza y Leoncio Gianello, que le escribió un poema en 1926: 


A Claudio Premat

El caballero de los caballeros,
Don Quijote, no ha muerto todavía:
ayer lo vislumbró mi fantasía
siguiendo su matanza de carneros... 

Con el dulce dolor de los sinceros
iba triste y cansado por la vía;
y Sancho, bostezando, lo seguía
bajo la blanca luz de los luceros!

Y el señor de los locos desatinos,
creyendo combatientes los molinos
que se alzaban altivos en su alarde

fue corriendo el camino, lento paso
mientras el sol moría en el Ocaso
como un largo suspiro de la tarde!


“Escritor, periodista, poeta: así lo conoció la Colonia San José y lo distinguió entre sus hijos intelectuales”, así lo caracteriza Celia Vernaz. El tronco de su familia estaba en Saboya, comuna de Seytroux. Descendía de Juan Pedro Premat, casado con María Luisa Pascal.
“Terminado sus estudios primarios – continua el texto de Vernaz -, recorrió las aulas del Histórico Colegio de Concepción del Uruguay. Es indudable que gran parte de su formación se cimentó en este recinto educativo que tantas personalidades forjara. Entre los años 1904 y 1907 pulió las facetas más diversas del intelecto. Fue traductor de autores clásicoso como Víctor Hugo y se volcó a la escritura poética. Canta a los niños, a la palabra, a la distancia, y también a Matilde, a María y a Inés”.
Pleno de inquietudes y proyectos, visitó Europa, donde conoció parientes y ganó amigos. Su biblioteca se fue poblando de Historias Universales, clásicos griegos y latinos, Anatole France, Chateaubriand, Nietzche, Kant, Descartes, Poincaré, Schopenhauer, Musset, Lamartine, todo un mundo dilecto de escritores en lenguas diversas, pero especialmente en francés, junto a los grandes talentos de la ciencia española. También reunió las novelas más célebres, tratados y ensayos. En 1915, entregado de lleno al estudio y a las letras, elaboró una obra básica para la historia lugareña: Los Pionners de la colonización entrerriana - La Colonia San José 1857 - Julio 2 -1915.
Fue un periodista apasionado y audaz a veces, con rápida captación de situaciones; otras, sereno, moderado, casi maestro y moralizador. A través de las columnas de "El Pueblo", el órgano sanjosesino de varios años nutrido por su pluma, desplegó dotes de hábil relator. Gozó con el dardo político y satírico manteniendo en primer plano la tensión de una campaña electoral; valiente, supo poner "el dedo en la llaga" de cada funcionario público; auscultó en la sociedad el dolor y la alegría. Polémico y vital, su periódico fue el reflejo de una personalidad brillante y batalladora. Usó como seudónimo el nombre de Marcial Rivas. 
Suelto escrito en El Pueblo
El periódico sale a la palestra en 1914, acompañado por Rafael Martí, con información local, nacional e internacional, particularmente sobre la primera guerra mundial.  "El Pueblo» discontinuó su publicación entre 1916 y 1922, año que reapareció con la redacción  exclusiva de Claudio Premat. 
“Lo caracterizaba un estilo frontal, no exento de ironía, censor del juego clandestino; intolerante con todo lo que se apartara de una conducta transparente en el desempeño de la función pública, lo hicieron acreedor a rótuIos que tendían a desprestigiarlo”, dice Héctor Guionet.
 Al dividirse la Unión Cívica Radical entre antipersonalistas e Yrigoyenistas, Claudio Premat se alineó junto a estos últimos y confirió ese perfil a "El Pueblo». Cabían en la hoja sanjosesina tanto artículos para intelectuales como noticias policiales o murmuraciones de discutida veracidad que ponían en ebullición los ánimos de los pobladores de la Villa.
También colaboró con otros periódicos de la zona como "El Orden" utilizando innumerables seudónimos, como aquel Marcial Rivas “que siempre estuvo en la pesca de los yerros para mostrarlos en la cálida luz de su mirada escudriñadora”, dice una crónica, y también en el decano “El Entre Ríos” de Colón. Pero sus inquietudes fueron más allá de lo periodístico. Estuvo vinculado a varias instituciones de bien público, planificó la construcción de casas económicas para alquilar, que eran conocidas como “las casitas de Premat”, y cultivó una vida vegetariana que lo hacía más incomprendido aún.
Murió el 18 de octubre de 1962, en su ciudad su ciudad natal, cuna de sus desvelos.
 “Claudio Premat pudo ser un gran escritor – expresa el diario “El Orden” con motivo de su muerte -. Tenía fuerza y talento como para brillar en el periodismo nacional. Pero quiso el silencio provinciano y se despojó del oropel que otros persiguen con ansiedad. Su propia vida bohemia, el callado secreto en que vivió sus últimos años, entre sus viejos diarios, sus libros predilectos y el infaltable mate criollo de las charlas luminosas, configuran una actitud meditada, sabiamente meditada, en quien tenía títulos para brillar en cualquier escenario”.

Fuentes: 
Celia E. Vernaz, Figuras representativas de la colonia San José, Colmegna, Santa Fe, 1983
Héctor Norberto Guionet, Inmigrantes: La colonia San José y testimonio orales de Adolfo Golz de Paraná y David Rougier de Villa Elisa. 
* Publicado originalmente en la revista Orillas.

14/3/18

Preparando todo para la charla " MUJERES QUE DEJARON HUELLAS " de Archivo Entre Ríos.

Charla a cargo de las profesoras:
Prof. Norma Fernández Doux de Demarchi
Prof. Sara del Rosario Mentasti
Sobre las educadoras
Ana Emma Lucía Bedogni de Basaldúa, primera mujer Ministra de Educación, y Macedonia Amavet y las primeras maestras jardineras.
Hoy miércoles 14 de marzo a las 10 hs.
Alameda de la Federación 222
LOS ESPERAMOS!


5/3/18

CAFESG entregó el proyecto para el rescate y puesta en valor del histórico Campamento del Calá

El coordinador del Directorio de la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande, Roberto Acuña, hizo entrega este viernes a representantes de la Asociación Amigos del Calá, del proyecto para el “Rescate, puesta en valor y conservación del polvorín y el uso público del entorno del Campamento del Calá” que fuera elaborado por personal técnico del mencionado organismo provincial.
La entrega se realizó en las instalaciones de CAFESG con la presencia de Gastón Buet, Luis Félix Quiróz y Sergio Barbiero, presidente, vicepresidente y miembro respectivamente de la Asociación Amigos del Calá.
Luego del encuentro Acuña destacó que “este proyecto que acabamos de entregar es resultado de la continuidad que viene teniendo CAFESG, tanto desde su área de Desarrollo Regional como técnica, casi desde la gestación de la idea por parte de vecinos de Rocamora de poner en valor el Campamento del Calá”.
Efectivamente este proyecto recibió un rápido respaldo por parte de la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande (CAFESG), a través de su Área de Desarrollo Regional, que –entre otros objetivos– tiene por finalidad promocionar y consolidar la actividad turística en pequeñas comunas y municipios de la Región de Salto Grande, a través de su Programa de Fortalecimiento del Turismo en los Gobiernos Locales.
El equipo técnico de profesionales en turismo de CAFESG abocado al Programa, acompañó y estimuló esta propuesta de rescate, puesta en valor, conservación y uso público de las ruinas y el entorno del Campamento del Calá, que está rodeado por una espesa y única vegetación.
El coordinador del Directorio de CAFESG, Roberto Acuña, fue enfático al aclarar que “este proyecto tiene un presupuesto oficial de más de dos millones de pesos, pero que quede claro que no lo haremos desde nuestro organismo, sino que serán los miembros de la Asociación Amigos del Calá quienes deban gestionar y conseguir la financiación para la realización del mismo” finalizó.
En tanto Gastón Buet, presidente de la asociación que nuclea la iniciativa, señaló luego de la reunión que “este es un proyecto que veníamos trabajando con CAFESG hace más de un año, y felizmente hoy lo recibimos, ahora deberemos conseguir los fondos para hacerlo realidad pero sin dudas este es un gran paso hacia nuestro objetivo que es preservar la historia”.
El profesor, miembro fundador de la Asociación de Amigos del Campamento del Calá y principal impulsor de esta recuperación histórica manifestó que “la idea del sitio histórico a futuro tiene varias aristas, por un lado recuperar la historia de la entrerrianía remarcando la importancia de Urquiza en ella, por otro lado y por su cercanía al Palacio San José, incluirlo en un circuito histórico de lo que fue mediados del siglo diecinueve en la historia entrerriana y nacional, y finalmente con un fin social apuntar a que la gente del lugar recupere identidad”.

Importancia histórica
El establecimiento se encuentra ubicado en la ciudad de Rocamora, en el departamento de Concepción del Uruguay, actualmente funciona como lugar turístico denominado Ruinas del polvorín.
Su importancia histórica reside en que en 1818 el General Francisco Ramírez reunió en Calá su primer ejército, y luego acampó el General Urquiza con el “Ejército de Operaciones en campaña contra los salvajes unitarios”. Ahí estuvo su campamento permanente, donde reunió a las caballerías entrerrianas que combatieron en la batalla de Caseros. Allí también confluyeron los soldados que debieron participar en la guerra contra el Paraguay.
Urquiza hizo construir varias piezas y galpones de techo pajizo destinados a habitaciones y oficinas militares, hospital, herrería, residencia de jefes y capellán, jabonería, barracas y pulperías.
Es importante destacar que el Campamento del Calá es uno de los doce monumentos y lugares que se encuentran identificados por la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, en este caso por el Decreto Nº 2840 de fecha 1 de octubre de 1983.

El proyecto
El presente proyecto elaborado por CAFESG prevé un techo de chapa galvanizada que cubriría el total de las dimensiones de la excavación existente del polvorín, unos 15×27 metros aproximadamente.
Además, un sector destinado a servicios con columnas de hormigón armado y mamposterías de ladrillos huecos con aberturas de aluminio. Se incluye también las instalaciones completas de sanitarios e iluminación, contemplándose el suministro de agua por la perforación de un pozo para extracción de la misma, y sus desagües cloacales de acuerdo al sitio donde se implantará dicha construcción.
El presente proyecto tiene un presupuesto oficial que ronda los dos millones doscientos mil pesos, que deberán ser gestionados por la Asociación Amigos del Calá.

Fuente: https://www.facebook.com/groups/campamentocala/

4/3/18

Manuela Tejedor, un recuerdo a través de la entrevista


Por Rubén Bourlot

Manuela Tejedor comenzó su labor radioteatral con el seudónimo Manuca Montes, en la compañía de su suegro, Felipe Santángelo en la radio de Paraná. Pero, como ya se consignó anteriormente, Manuca bebió el arte dramático desde la cuna en el circo familiar y tuvo oportunidad de hacer sus primeras incursiones en la radio rosarina, meca del radioteatro en la década de 1950. El circo marcó profundamente su carácter y el destino de su vida. En ese ámbito se conoció con su esposo, Raúl Santángelo con quien constituyó una de las parejas más reconocidas del radioteatro entrerriano.

"Yo me crié en el circo - dice -. Desde que tengo uso de razón yo hice obras, las segundas partes le decíamos nosotros, y la primera parte también. Hacía contorsiones, hacía escalera con mi hermana, hacía el alambre, caminar sobre el alambre, en fin varios números. Es decir, me crié trabajando.
“A mí me dieron un premio por los cincuenta años. Un premio nacional por los cincuenta años de teatro.
"Y ahí [en el circo] hacíamos, por ejemplo de Alberto Vacarezza, El último gaucho, El calvario de una madre, El rosal de las ruinas, Fanfarrón pero derecho, Los chicos crecen, la obra de Darthés y Damel , Juan Moreira, Santos Vega, Los cardales, que nosotros le poníamos La venganza del arriero, para hacerlo más llamativo, porque los cardales no dice nada. Creo que también es de Vaccarezza Los cardales, Llegan parientes desde España. Esa siempre la hacíamos de debut, porque es una obra muy linda, y salía muy bien. El circo era de mi hermano y aún sigue trabajando [actualmente con el nombre Lowandi]."
Los carromatos y vagones del circo la llevaron por toda la república.
"Yo me casé a los 19 años - cuenta - y seguimos con mi marido ahí. Yo lo conocí porque ellos vinieron a trabajar con nosotros. Él y los padres. Él hacía galanes, hacía secretaría... los trabajos de afuera. Hacía maestro de pista que es el que presenta los números. El que toca el pito... antes. Ahora ya no se usa". (1)
En un relato de Eduardo A. Lorenzo en su libro “Crónicas de mi Pueblo”, hallamos el paso de Manuela por la ciudad de residencia de su familia, Victoria. Escribe Lorenzo que en la Romería de la Sociedad Española, una tradición en la ciudad de las siete colinas, tras una jornada de ágapes y homenajes se pasaba a los bailes donde
en los concursos de jota siempre se destacaban Doña Manuela Tejedor (madre de los muchachos del circo de los hermanos Tejedor), las señoritas Fe, Esperanza y Caridad Riquelme, Don Lapresa y Oitavén". (2)
Manuca Montes, Raúl Jordan
y Abelardo Santangelo
En Paraná los esposos Santángelo se incorporaron a la compañía de Felipe en 1953, y en 1959 se afincaron definitivamente en Concepción del Uruguay formando la compañía propia que marcó una época en el radioteatro, y en la actividad teatral, posteriormente. Manuela por esa época adoptó el nombre artístico Manuca Montes.
La gran repercusión que tenía la compañía se podía palpar durante las giras. Manuca cuenta que se presentaban por toda la zona de influencia de la emisora, LT 11,
"hasta 60 kilómetros, 100 kilómetros, donde  se podía arreglar una pista, una escuela, un salón de cine. En fin, donde nos daban lugar. Los pueblos eran todos los de acá a la vuelta: Colonia Elías, Caseros, Herrera, San José... todos esos pueblos. Hasta ese pueblo que era de los ferroviarios: Basavilbaso. Y las colonias: colonia La Suiza, pista La Marcianita (colonia Hughes). Incluso viajábamos con una orquesta - en ese entonces no teníamos camioneta ni nada -. Viajábamos con la orquesta de [Enrique] Zanardi. Entonces nosotros, después de la función, teníamos que aguantarnos el baile hasta no sé qué hora, hasta las cinco de la mañana. Sentaditos ahí hasta que terminara el baile para que él nos trajera de vuelta.
"Todos los días que se podía trabajábamos. Todos los días salíamos. Cuando uno tiene un negocio tiene que levantar la cortina todos los días. Hacíamos el capítulo a la tarde. A veces lo grabábamos, cuando era muy lejos la localidad donde trabajábamos, grabábamos el día anterior para que quedara grabado.
"Y en cada lugar se armaba la escenografía. Me acuerdo que en una pista de Vence, [el lugar para la actuación] era un ruedo de arpilleras alrededor del escenario y ahí las sillas. Había mucho viento, entonces no se podían poner los decorados. Entonces se empezó la obra y uno anuncia: 'Primer acto, la casa del conventillo del Rubio Millán' - vivía en un conventillo-. Decorado: 'las arpilleras...' porque imposible poner decorado. El segundo acto: 'en la casa del juez Arístides de la Vega', se llamaba el juez... 'siguen las arpilleras' - decía -. Es claro, si no se podía cambiar ni poner nada. El viento, había un viento terrible". (3)
Sus hijos también continuaron vinculados al medio. La hija Zaída integró desde joven las compañías de radioteatro y teatro, y Abelardo es locutor de LT 11.
Cuando el radioteatro fue desapareciendo del medio, la familia se volcó al teatro independiente.
Su esposo falleció en el 1973 y a partir de ahí Manuela adoptó el seudónimo Manuca Santángelo, como se la conoce en el ámbito de la actuación teatral. En 2006 integraba el elenco de teatro dirigido por Héctor Ferrari que puso en cartel una versión de El conventillo de la Paloma, de Vaccarezza.


1 Tejedor, Manuela (2006, septiembre 29). Entrevista, C. del Uruguay.
2 Yaber, Jalil. Del anecdotario popular. Extraído de http://www.turismovictoria.com.ar/espanola.htm.
3 Tejedor, cit.

2/3/18

El Instituto Artigas con la Secretaria de Turismo y Cultura



Este viernes integrantes del Instituto José Artigas de Entre Ríos, encabezado por su presidenta Sara L. de Amavet, fueron recibidos por la Secretaria de Cultura y Turismo de la Provincia, Carolina Gaillard con el objeto de dialogar acerca de las actividades del Instituto.
En el marco del encuentro se le presentó a Gaillard el proyecto  “Circuitos históricos turísticos educativos de la gesta artiguista” elaborado por el Instituto con el objeto de coordinar acciones para llevarlo a cabo. La funcionaria se comprometió en auspiciar el proyecto y motorizar las correspondientes coordinaciones con las áreas de Cultura, Turismo, el Consejo General de Educación y municipios involucrados.


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