30/8/10

Precisiones: ¿Cuándo comienza la Historia?

Por Rubén Bourlot
Es hora de establecer algunas precisiones sobre la terminología histórica que por convicciones, por convenciones o por simple comodidad se sigue utilizando pero que merecen revisiones. Una idea, que nos viene de la modernidad europea, está relacionada con la división de los tiempos históricos que intenta organizarlos en periodos a partir de un momento que se consigna como en inicio de la Historia. Pero ¿cuándo comienza la historia?, ¿con el homo sapiens?, de ninguna manera. La historia, dicen se inicia con la escritura, pero ¿Cuándo? Hace unos 6.000 años en Asia con el hallazgo de algunas tablillas con escritura cuneiforme. ¿Y lo anterior? Bueno, eso es prehistoria.
No nos creemos esto. Eso es un criterio muy acotado a la visión de algunos historiadores, a las limitaciones para rastrear la historia de la humanidad y descubrir que tal vez la escritura en muy anterior, solo que no hemos hallados los testimonios. Pero, además, por qué acotar a la escritura el concepto de ser histórico. ¿Acaso en hecho de carecer de escritura le quita la entidad de cultura histórica?
El hombre, como género humano, desde el momento que aparece como ser racional que transforma el entorno natural para satisfacer sus necesidades construye cultura, por lo tanto es un ser histórico. Dice Friedrich Behn: “La ciencia de los principios de la cultura es una disciplina histórica”.
Es decir que la prehistoria es la etapa que los historiadores no comprenden pero de ninguna manera, un tiempo determinado en la evolución de la humanidad. El autor citado sostiene que “el fin de la ciencia prehistórica es convertir la prehistoria en historia”.
Si hace unos 10.000 años o mas grupos trashumantes trotaban por las costas del Uruguay cazando y pescando con jabalinas y arpones, ya había historia en Entre Ríos. Dejemos la prehistoria para los tiempos de los dinosaurios.
Escribió Víctor Badano: “La cultura es inherente a la condición humana. No es posible concebir al hombre sin cultura, pues cuando ya aparece sobre la superficie de la tierra posee capacidad creadora”.

4/6/10

Un comentario al artículo sobre Magnasco

Una joven estudiante del secundario realiza estas interesantes reflexiones motivadas por el artículo "Osvaldo Magnasco y la reforma educativa" publicado en esta página el de junio de 2009. Si dudas es obligatorio para quienes ya tenemos nuestros años en la actividad escuchar la opinión expresada con frescura y desprejuicio de los jóvenes. Y a pesar de todo somos muchos quienes tenemos esperanzas de que se realicen los sueños que tuvieron hace un siglo nuestros mayores como Magnasco o el mismo Sarmiento, con sus desaciertos y arrebatos. Que la utopía no se pierda.

“Soy una estudiante de secundario que casualmente me encuentro en Quinto año y estamos estudiando los progresos por los que pasó la educación, al igual que quienes se han movido para realizar cambios en la misma. Desde mi punto de vista, lo que planteó Magnasco es muy acertado y tal vez si hoy se analizaría con mas profundidad los procesos de esta actividad, la educación sería totalmente otra, y supongo no estaríamos en las circunstancias en la que nos hallamos hoy, los profesores no haría "paros", y pensarían mejor en que deben desarrollar su oficio con orgullo, y poniendo atención en que el alumno es quien debe aprender ahora, sin prestar tanta atención en ellos mismos, deberían dejar a un lado esa forma de reclamo y tratar de buscar otra. Por ejemplo: en el colegio en el que concurro, hay un profesor que no realiza paro. Un día le preguntamos a que se debía, y respondió firmemente que para él hay otras formas de reclamar, ya que de esa forma lo único que lograban era perjudicarnos a nosotros, los estudiantes... Concluyó su frase diciendo que el proponía por ejemplo que como medida de reclamo, se dictaran clases fuera del salón de clase, así de esa manera de una forma u otra, participaríamos no solo los alumnos y los profesores, sino que lo podrían ver los demás.
Me asombra, los cambios que sufrió la educación, es impresionante, antes se movilizaban para buscar la posibilidad de que todo chico recibiera educación, se buscó todos los medios. Y hoy... Hoy hay chicos que los propios padres los mandan a trabajar... Es algo increíble lo mal que esta la misma hoy en día si continuamos así, no llegaremos muy lejos. Deberíamos enfatizar más sobre el tema.
Gracias. Desde Chajarí, Entre Ríos.P/d: Si alguien puede hacer algo para buscar un mejor progreso, no lo dude”

3/6/10

El tren de la decepción

Por Rubén Bourlot


Era abril de 1989. Año atravesado por campañas electorales en la Argentina. Se renovaba la presidencia de la Nación y tras la declinación del primer gobierno constitucional luego de la dictadura, el candidato por el Frente Justicialista, Carlos Menem, venía arrasando en las intenciones de voto. Y en ese abril llegó a Paraná (Entre Ríos) para encaramarse en el denominado “Tren de la esperanza” o “Menem tren”. Con esta metodología pretendía emular las campañas que otrora realizaron a bordo de un tren, en 1925 Alvear; en 1928 Hipólito Yrigoyen y el general Perón en 1946, todos finalmente electos para la primera magistratura.
Esa luminosa mañana de otoño, el exótico candidato de las pobladas patillas arribó a la estación de Paraná en helicóptero y fue recibido por una multitud que agitaba banderitas y pancartas.
Sobre las vías lo esperaba la locomotora con dos vagones acondicionados al efecto, con cartelería alusiva a la campaña electoral. Adelante y a los costados el tren tenía los clásicos anuncios: Síganme o Menem-Duhalde, la esperanza en marcha. A bordo se subieron unas 210 personas, entre ellas periodistas acreditados de todo el país, de Francia, Alemania, México, España, Brasil y Uruguay. También se encontraban los apóstoles de Menem y varios de quienes luego serían sus más cercanos colaboradores, como Miguel Ángel Vicco, Ramón Hernández o José Luis Manzano, y funcionarios del gobierno de Entre Ríos.
El tren salió de Paraná y en un lapso de nueve horas recorrió trece localices hasta el punto final que era la estación de Concepción del Uruguay. En cada estación del recorrido se realizaron actos relámpago con una nutrida y entusiasta afluencia de público, entre ellos el que se realizó en Nogoyá congregó unas 4.000 personas.
Párrafo aparte merece el arribo Basavilbaso donde los obreros ferroviarios y representantes sindicales recibieron al candidato con inusitado entusiasmo.
Al llegar a Uruguay, se llevó a cabo el acto final con nuevas demostraciones de fervor popular.
Días después Menem era consagrado presidente de los argentinos y tras asumir el poder sucedió lo que ya es la historia de hecatombe definitiva de nuestros ferrocarriles. Al compás de la consigna “ramal que para, ramal que cierra”, se dilapidó uno de los orgullos de los argentinos, herramienta indispensable para el desarrollo de un país soberano que hoy se intenta, penosamente, rescatar.

9/4/10

La primera siembra de soja

Por Rubén Bourlot
A mediados de la década de 1960 se habría realizado la primera siembra de soja en la zona del departamento Diamante.

El periódico Pregón de Ramírez en su edición del 16 de julio de 1965 consigna que “en esta zona se ha hecho, por primera vez, un intento de sembrar poroto de soya” y agrega una serie de consideraciones acerca de las cualidades del grano “y las inmensas perspectivas que tienen en la alimentación humana y animal”.

El cultivo se llevó a cabo en un campo de seis hectáreas a cargo de Federico Plaumer y Gerardo Debner, a partir del 1 de noviembre de 1964. Se sembró en surcos con la variedad LEE y con la previa inoculación de los granos – para favorecer la fijación del nitrógeno - que “resultó inefectiva”, se aclara.

Según el informe el rendimiento no fue satisfactorio debido a debido a las malezas (abrojo chico) y a la falta de lluvias. Asimismo se consignan inconvenientes en la trilla por la gran pérdida de granos.

Finalmente, el artículo insta a no abandonar el cultivo a pesar de las dificultades ya que “podría cambiar la fisonomía económica de la zona”

5/4/10

Nuestra Historia vista desde “allá”

Por Rubén Bourlot
Los nuevos contenidos establecidos para la materia Historia que se dictan en los secundarios para adultos en la provincia de Entre Ríos (Argentina) demuestran que en las últimas décadas nada ha pasado por la cabeza de los planificadores del Consejo de Educación. Las transformaciones curriculares de fines de la década del 80, que con sus errores supusieron un avance con respecto a los contenidos y metodologías vigentes, son ignoradas por los nuevos programas que retornan a la tradicional visión eurocéntrica de la Historia. Los tres años en que están compendiados los seis del nuevo secundario recorren la marcha de los acontecimientos históricos desde la antigüedad oriental: Egipto, Palestina, Persia, Etc. y avanzan por las culturas greco-romana, el medio evo europeo y la modernidad, hasta llegar a los tiempos contemporáneos. Todo observado desde algún mangrullo situado en las alturas de los Alpes o los Pirineos. Pareciera que el vetusto Grosso o el Astolfi, donde abrevaron la historia generaciones de argentinos, fueran a reeditarse. ¿Y donde se sitúa la América, nuestra América, en este contexto? Según los diseños curriculares la “visión del hombre y la construcción de la sociedad desde las distintas cosmovisiones históricas” ubican la historia de América como un apéndice, un mero episodio menor de la comedia histórica del denominado “Viejo mundo”. Sólo un agregado marginal. El “poblamiento” de América comienza con la llegada de los europeos. ¿Y antes qué? Estas tierras feraces serían un desierto como lo sostenían en el siglo XIX quienes pretendían apropiarse de las extensiones patagónicas. No se tiene en consideración que en nuestra América nacieron y se desarrollaron magníficas civilizaciones a lo largo 30 ó 40 mil años, y sin la ayuda de Europa. La etapa denominada “colonial” se estudiaría en el marco de “la construcción de los imperios ultramarinos”, según la nueva estructura curricular. Otra visión desde “allá”.
Tampoco se contempla el estudio de la historia local, las microhistorias que conservan la memoria de nuestra aldea y permiten comprender, desde lo inmediato y palpable, el mundo. Por qué no reflexionar acerca de los acontecimientos que a lo largo de dos siglos enriquecen la historia de nuestra Entre Ríos. Por qué dejar de lado a nuestros chanáes y charrúas que con su hidalguía nos podrían enseñar mucho más que los centuriones romanos. Pareciera que nuestros diseñadores curriculares no leen a hombres esclarecidos como José Martí que decía: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”. Sin dudas la colonización pedagógica sigue calando hondo, y no sería excesivo plantear darnos un baño de Jauretche y Scalabrini Ortiz cada tanto para desaprender las enseñanzas de ultramar.
En los nuevos contenidos poco se habla de indios, pero quienes nos desempeñamos en la tarea concreta de enseñar, haciendo uso de nuestra libertad de cátedra, hablaremos de indios, conscientes que cuarenta siglos nos interpelan. Porque así también lo recomendaba el maestro Simón Rodríguez: “En lugar de pensar en medos, persas, en egipcios, ¡pensemos en los indios!”.

Publicado en El Diario, Paraná, 2/4/2010

31/3/10

Hace 200 años: El zapatismo entrerriano

Por Rubén Bourlot
Finalizaba el año 1810 plagado de sucesos en la costa del Uruguay. La revolución había conmovido todos los estamentos de la sociedad colonial. Las villas de Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú estaban comprometidas con el nuevo gobierno que se alzaba contra las inoperates monarquías europeas. Es por esa razón que los realistas que resistían en Montevideo enviaron una expedición naval al mando de Juan Ángel Michelena para retomar el control del río Uruguay. Pero no contaban con el patriotismo de los gauchos entrerrianos que encabezarían las primeras montoneras. En esta circunstancia se hace presente el “el esforzado paisano D. Bartolomé Zapata” como lo califica La Gazeta de Buenos Aires. Fue “el primero que dio el grito de libertad en esta provincia contra las fuerzas españolas, en número muy considerable y protegidas por su escuadra” destaca una crónica del siglo XIX.
Bartolomé Zapata era oriundo de Gualeguay pero poco más es lo que se sabe de quien fuera uno de los primeros caudillos entrerrianos. Humberto Vico escribe que era “un respetable hacendado de la campaña” y agrega “poco sabemos de Bartolo Zapata, como le decían”. Breve pero significativa fue su actuación que logró la liberación de las tres ciudades de la provincia que por su adhesión al la Junta revolucionaria habían sido ocupadas por las tropas realistas. “Aparece en diciembre de 1810 en la escena al frente de una partida de 25 húsares, confiada por el General Rodríguez, junto con paisanos armados a su costa [...]”, agrega el autor citado.
Michelena, desde Paysandú traspasa el Uruguay y el 6 de noviembre de 1810 procede a la toma de Concepción del Uruguay, lo que provocó el retiro de Díaz Vélez hacia la Bajada con el objeto de no someter sus escasos recursos a una derrota segura. El cabildo fue renovado totalmente con miembros fieles a Michelena y los criollos sospechosos de adherir a la Junta son puestos en prisión y luego enviados a Montevideo. El resto de la población que no le rendía pleitesía al invasor optó por internarse en los montes de los alrededores.
En el interior los criollos procuraban organizarse para enfrentar al enemigo con los recursos que poseían y aprovechando la ventaja del conocimiento del terreno. En diciembre Zapata al frente de 25 hombres marchó desde la Bajada a la costa del Uruguay para hostigar al enemigo en cumplimiento de directivas de Martín Rodríguez. Este primer intento fracasó pero los paisanos no se amilanaron. En febrero Zapata encabezó una partida que expulsó a los realistas de la villa de Gualeguay. La Gazeta de Buenos Ayres publica los partes del “esforzado paisano D. Bartolomé Zapata, por cuyo valor, y laudable patriotismo tenemos ya unidas, y subordinadas a esta capital las villas del Gualeguay , Gualeguaychú y Arroyo de la China, de donde trae su fecha el último: habiendo huido precipitadamente los europeos que las oprimían á la sola proximidad de cincuenta y dos hombres libres , que animados únicamente de la justicia, y sin mas armas que las de su manejo (el lazo y el cuchillo) buenos caballos , y el terror de que siempre está sobrecogido el opresor; se resolvieron auxiliar la indefensión de sus hermanos contra los últimos esfuerzos del poder”. La toma de la ciudad se hizo con el concurso de una fuerza compuesta por “52 hombres, que a mi costa, con sacrificio de mi pobreza, con mis persuasiones, influjo, y otros arbitrios, pude reunir con el alto fin de defender á costa de nuestra sangre”, escribe Zapata. “Es verdad – agrega -, que en esta villa no hubo resistencia alguna para su reconquista: pero lo mismo hubiera sido, que la hubiese habido. A todo estábamos dispuestos”. El caudillo actuó en todo momento con la precaución de no teñir con los excesos de la venganza este heroico acto. “Yo confieso, Exmo. Sr., que me acaloré en tanto extremo por vengar esta sangre, que me fue de sumo trabajo el moderar mis acciones, y las de los míos cuando llegó el caso de apoderarme de esta villa". De Gualeguay la montonera marchó a Gualeguaychú donde lo esperaba el caudillo local de Gregorio Samaniego y la villa fue recuperada sin dificultades ante la huída de los realistas.
El 8 de marzo Zapata fechó otro parte dando cuenta de la recuperación de Concepción del Uruguay. En el mismo ponía de manifiesto las tropelías cometidas por los españoles “teniendo en prisiones hasta las mujeres, y niñas solteras, que manifestaban adhesión a la Suprema Junta contra quien se había publicado la guerra, y se cantaban versos públicamente”. Y agregaba que “no tuve pecho para aguardar las órdenes de V. E.”, decidiendo la continuidad de las acciones. Para este fin contó con la colaboración de Basilio Galván y el comandante Arellano, “hombre de mucho valor y resolución, en cuyo grado suplico a V. E., que lo confirme, pues mantiene en su compañía cien hombres”.
El 6 de marzo, ante la amenaza de los patriotas, los realistas evacuaron la villa rumbo a su reducto en Montevideo.
La actuación de Zapata que hacía vislumbrar un futuro de gloriosos servicios para las armas de la patria, con un prestigio ganado en las escasas jornadas de lucha que le tocó enfrentar, se malogró rápidamente por un episodio tal vez menor. A los pocos días de la llegada a Concepción del Uruguay el caudillo cayó herido mortalmente en un enfrentamiento con el teniente Mariano Zejas que pretendía arrestarlo, según una versión, por orden del coronel Francisco Doblas, con quién mantenía una disputa por el cargo de Comandante interino.

15/12/09

La época del automovilismo familiar

Por Rubén Bourlot


El automovilismo entrerriano tuvo su época de mayor gloria y repercusión social en las décadas de 1950 a 1970 con el desarrollo de las competencias de Fórmula Entrerriana, que se inició como Fórmula Ford T y luego Fómula 5. Fue una época donde toda la familia estuvo involucrada en un espectáculo penetraba mucha más allá del ámbito puramente “tuerca”.
Merece un párrafo mencionar lo orígenes de esa pasión. En 1926 se habría corrido la primera competencia en Entre Ríos con autos Ford T en un trayecto rutero entre Paraná y Viale. Pero es en 1935 cuando se inicia formalmente esta disciplina con la Vuelta de Entre Ríos que ganaron los paranaenses Bienachi y Gutiérrez.
A fines de la década las competencias se generalizan y aparecen los primeros ídolos como Martín Giraudo de Colón y Martín Vidal de San José.
Después del paréntesis obligado provocado por la Segunda Guerra, se reinician las competencias y ya se va delineando lo que luego sería la fórmula Ford T, con nuevas figuras como Américo Durandó, Luis César Castelli y Carlos Godoy, en otros.
En 1950 se organiza la actividad con al creación de la Asociación Entrerriana de Volantes Categoría Ford T. En 1955 nace la Unión de Volantes Entrerrianos (UVE) que sería la protagonista casi excluyente del automovilismo en la provincia y que se consolidaría a partir de 1960 cuando se hicieron cargo de la conducción los hermanso Raúl y Alcides Scolamieri.
En este periodo se destacaron corredores como Vicente Linares, Ricardo Jaurena, Gerstner, Jorge Ravassi, Von Wernik, Alfredo Scattone.
La preparación de los coches era una verdadera odisea. Todo se hacía de manera artesanal en los talleres sostenidos económicamente por la “peñas”. Los ya viejos Ford T se reformaban a “lima e ingenio” sacándole revoluciones a los motores “agujereando o rasurando las bielas, o realizando el cambio de cigüeñal por el de Ford B, fabricando pistones de aluminio recubiertos con una chapa remachada para pasar por legítimos de fundición”, como cuenta una crónica.
Los circuitos eran de tierra, situación que perduró hasta bien entrada la década de 1970, donde sólo se subía al asfalto cuando de corría en Paraná o Concordia. De este período se cuentan los trazados de “Salvia” en San José, el “Mena” de Concepción del Uruguay, “Águilas mecánicas” de La Clarita, entre otros donde se corrían más de veinte fechas por temporada. “Cada reunión agrupaba un gran número de participantes (en 1974, en el Gran Premio Coronación, que se corrió en el circuito de Concepción del Uruguay, hubo 62 pilotos habilitados para tomar parte de la prueba, de los cuales clasificaron 54)”
La presencia del público era multitudinaria, y particularmente de las familias, y sin dudas era el espectáculo más concurrido con más de 10.000 personas en cualquier carrera, y donde se destacaban verdaderas “hinchadas” que seguían a un determinado corredor. Hacia fines de la década de 1960 y principios de los 70 brillaban conductores como Próspero Bonelli y Reynaldo Baccalluzzo de Concepción del Uruguay, Jorge Ravassi de Colón que insistía con su milagrosa Ford T preparada en su propio taller, capaz de pelear de igual a igual con los nuevos motores Renault, Dodge, Peugeot. También estaban Héctor “Tino” Niemitz de Paraná, Oscar Riffel de Viale, Raúl Grinóvero, “Cacho” Scarazzini de Villa Elisa, José Luis Gallo de La Clarita.
Capítulo aparte merecen las trasmisiones radiales que ampliaron considerablemente el público involucrado. Las trasmisiones la escuchaban religiosamente quienes no tenían la posibilidad de asistir al autódromo. Los equipos más conocidos eran los que encabezaban Martín Bustamente, primero por CW35 de Paysandú y luego por LT 14 de Paraná, Jorge Eduardo Scarinci por LT 15 de Concordia. Por la radio de Concepción del Uruguay trasmitía el equipo Pista 11, primero encabezado por Horacio Palassoli y después por Enrique Pontelli. Una radio de menor alcance pero de gran popularidad en las trasmisiones de automovilismo fue LT 26 de Colón con los relatos polémicos de Eduardo Pedro González, conocido como “La Mona”.

9/11/09

El grupo periodístico de la familia Etchevehere

Rubén Bourlot
Desde hace algún tiempo ganó los titulares de los medios el tema de la concentración de medios periodísticos, vinculado a la sanción de la nueva ley de medios audiovisuales. El tópico no es nuevo y tampoco ajeno a nuestra provincia, que cuenta con varios grupos multimedios, con dimensiones más reducidas, por cierto, que las que circulan a nivel nacional.
Un caso es El Diario de Paraná, propiedad de la familia Etchevehere, que de alguna manera se fue constituyendo en un grupo de prensa gráfica que tuvo y tiene en su poder una serie de medios locales en Entre Ríos.
La historia que vincula la familia con los medios se remonta a 1882 cuando se funda el La Paz el trisemanario El Departamento que contaba como redactor a Sebastián Etchevehere.
En el nuevo siglo, Luis L. Etchevehere, quien llegara a ocupar la gobernación de Entre Ríos en el periodo 1932-1935, en 1910 dirigió un periódico con el título de El Diario que auspiciaba la candidatura a gobernador de Prócoro Crespo. Posteriormente, con el mismo nombre se fundó en 1914 un diario vocero de la Unión Cívica Radical, que fue puesta bajo la dirección de Etchevehere y con los años el medio pasó a manos de la familia.
En 1975 se produjo en Gualeguay la fusión de los diarios El Debate (fundado en 1901) y Pregón (fundado en 1945) que comenzó a circular bajo la dirección de Alberto Lagrenade y Arturo J. Etchevehere. En 1977 el periódico Crisol de Victoria, fundado en 1947, se puso bajo la dirección de Daniel Sobrero y Arturo J. Etchevehere.
En 1978 la empresa familiar inició la publicación, en Nogoyá, del diario La Acción, segunda época del diario del mismo nombre que circulara en Paraná desde 1912. Primero fue dirigido por Carlos Contín y Arturo J. Etchevehere y a partir de 1998 por Luis Miguel Etchevehere.
En 1980 la familia Echevehere fundó el diario Concordia en la ciudad del mismo nombre, en los primeros momentos bajo la dirección de Mario Alarcón Muñiz, luego a cargo de Arturo J. Etchevehere y posteriormente de Ivar Etchevehere. Dejó de circular en la década de 1990.
En el 2000, en Paraná se lanza un segundo diario por parte de la editora familiar, Región que circuló unos pocos años.

26/10/09

Un entrerriano en la Patagonia rebelde

Por Rubén Bourlot
En 1921 la Patagonia estaba convulsionada por la huelgas de los peones, impulsada por los anarquistas, acontecimiento que describe con maestría Osvaldo Bayer en su libro La Patagonia Rebelde. Y en esos entreveros estuvo un entrerriano del los montes del Montiel*, Don José Font, también conocido como “Facón Grande”. Font llegó a la Patagonia alrededor de 1905, y entre otras actividades se dedicó al oficio de carrero haciendo el recorrido entre Puerto San Julián y los lagos Posadas y Pueyrredón. Era muy habilidoso en la doma y también en la construcción de casas. Era el carrero más respetado por los estancieros por su honestidad y generosidad. Vestía como paisano, bombachas, alpargatas, ancha faja negra a la cintura con su famoso facón cruzado. El estanciero Iriarte lo había llevado de Entre Ríos como domador.
Con el tiempo, logró establecerse en un campo propio en Bahía Laura, pero un comisario famoso por sus actitudes violentas lo quiso desalojar, a lo que Font hizo caso omiso. El comisario lo detuvo, lo hizo lonjear y le destruyó las instalaciones de su campo. De nuevo en libertad Font volvió a su oficio de carrero.
Cuando se produjo el gran levantamiento patagónico de 1921, las peonadas alzadas lo fueron a buscar. Era el único hombre con una autoridad moral ganada por su conducta. Él se negó varias veces, tal vez previendo la tragedia y sabiendo la fuerza de los poderosos. Pero al final se largó. En él bullía la sangre calentada a longazos por la policía, instrumento de los que tenían y querían más.
Una vez declarada la huelga, “Facón Grande” se dedicó a reclutar gente de las estancias y caballadas. Luego se fue arrimando hacia la costa. Se dio cuenta de que el dominio de la red ferroviaria de Puerto Deseado a Colonia Las Heras podría haber sido decisivo para el triunfo. Pero en ningún momento lo logró plenamente. El movimiento multitudinario se lo impidió. Fueron de un lado a otro, masivamente.
Imagen gentileza de Julio Oscar Blanche
Además, José Font no tenía ni don de mando ni sentido táctico ni estratégico. Él conversaba con la gente. Siempre conversaba y pedía consejos. Sin demostrar debilidad en ningún momento, pero temeroso de que los que lo han elegido crean que él quería sacar algún provecho de su situación.
Una de las columnas de “Facón Grande” se dirigió a Colonia Las Heras, punto terminal del ferrocarril de Puerto Deseado. Allí la Liga Patriótica se había organizado para la defensa, mientras las mujeres y los niños emprendían viaje hacia Comodoro Rivadavia.
El grupo en el que operó “Facón Grande”, estaba compuesto de unos 350 a 400 hombres y maniobró en Puerto Deseado.
El represor teniente coronel Varela y sus hombres los esperaban. Facón Grande viajaba en un automóvil acompañado de una columna de vehículos. Cuando vieron a los efectivos gubernamentales se dispusieron a enfrentarlos. Varela los recibió con una descarga cerrada, creyendo que eso bastaría para que los huelguistas bajaran y levantaran los brazos en señal de rendición. Pero ante su sorpresa, no ocurrió así, sino que éstos hicieron pie en tierra y contestaron con fuego de metralla, generalizándose un intenso tiroteo.
En ese momento “Facón Grande” ocupó el terreno y comprendió que había luchado contra el ejército y no contra la policía. El teniente coronel Varela retrocedió hasta Jaramillo.
Facón Grande procuró llegar a una solución negociada del conflicto, para lo cual intervino el gerente de “La Anónima” de Pico Truncado, Mario Mesa, quien se hallaba de rehén con la gente de “Facón Grande”. Mesa conversó largamente con Varela y regresó a Tehuelches para decirle a “Facón Grande” que Varela aceptaba los puntos sugeridos pero primero exigía la rendición de todos los huelguistas y la entrega de las armas. Mesa ofreció la garantía de su palabra de que serán respetadas todas las vidas humanas. En la asamblea obrera que se realizó a continuación, “Facón Grande” aconsejó la aceptación de la propuesta de Varela. Y el 22 de diciembre organizaron la rendición, en la estación Jaramillo.
Como gesto de buena voluntad, los huelguistas dejaron sus cosas en el suelo y entregaron la caballada. A “Facón Grande” lo aislaron junto al galpón de la estación. Él no tuvo un pelo de zonzo y se dio cuenta en seguida, porque pese a que pedía hablar con Varela éste no lo recibió y lo mantuvo custodiado; además, le hizo quitar la famosa daga, el facón grande. “Facón Grande” era en ese momento era nada más que José Font, pero con altanería solicitó que se cumpla lo pactado. El enemigo respondión con golpes hacia la persona de Font. Este, entonces le gritó a los soldados que lo custodiaban que le digan a Varela que él lo desafiaba a pelear con cuchillo, delante de todos, para ver si era tan valiente como dicen. Como única respuesta Varela lo hizo atar de pies y manos para lo cual lo voltearon al suelo.
Dos suboficiales y dos soldados lo cargaron a la caja de un camión como si fuera una bolsa de papas y se lo llevaron. Le quitaron las ligaduras y lo pusieron contra unos bretes. Enardecido dijo que esa no era la manera de tratar a un hombre, que uno por uno se animaba a pelearlos a todos aún con las manos atadas. Sin facón, sin chambergo y sin la ancha faja negra que usaba en la cintura lo pusieron frente al pelotón de fusilamiento: las balas le atravesaron el cuerpo mientras él trataba de que no se le resbalaran las bombachas. En la primera descarga ni se movió. En la segunda cayó de rodillas y fue el final.

* Según Julio Oscar Blanche de La Paz "José Font alias Facón Grande nació en Cataluña, España en el año 1881, llegó a este país junto a su padre, tambien llamado José Font y su madre Petra Perez en el año 1885, se instalarón en el distrito Tala, en el departamento Uruguay, el padre fue en su país un dirigente anarquista, en Tala fue agricultor. Facón Grande se jactaba de ser entrerriaano, y cuando se refería a Montiel era a la Selva de Montiel."

7/10/09

Indios de ayer y de hoy

Por Rubén Bourlot
Hace más de quinientos años la burguesía europea se lanzó a la aventura de los mares, a la conquista de nuevas rutas, de nuevos espacios.
A un humilde y empecinado genovés le tocó realizar el gran hallazgo. Un tres de agosto de 1492 partió de Palos de Moguer con tres embarcaciones que hoy nos parecen de juguete; se lanzó al gran Atlántico plagado de monstruos, de vientos misteriosos, de islas legendarias ...
Al cabo de dos azarosos meses arribó a tierras extrañas. El Gran Capitán nunca supo la real dimensión de su hallazgo. Las mentes simples de los navegantes vieron en estos lares a las codiciadas Indias e "indios" fueron sus habitantes. Pero no era así: un enorme territorio y un inconmensurable mar irrumpían en el mundo europeo de la época. Los hombres de ciencia no podían entender; América no encajaba en sus planes, en sus mapas no había espacio. ¿Y el indio?, ¿qué era eso que llamaban indio? A pesar de las evidencias no lo podían considerar hombres completos porque todo lo de América era inferior: los leones calvos, los perros no sabían ladrar. Por algo sería que en América había más monos que hombres diría Voltaire. Por lo tanto se ocuparon de clasificarlo en la escala zoológica y lo bautizaron con un latinismo: "Aborigen".
Después vino el sueño imperial; el sueño del espacio hispanoamericano. Vinieron curas de sotana medieval, soldados hidalgos cargados de hierro, fundadores con cruces y espadas. Pero el sueño no pudo ser; España se ahogó en el oro de América. En tanto otros europeos preparaban otras conquistas. En el norte americano los ingleses arrasaban con indios y con búfalos sin preguntarle a Dios.
Hoy los hombres simples de la América morena, que tiene mucho de indio y otro tanto de español y de africano, guardan con celo lo que legó España: Dios y la palabra. De los indios también tienen ritos, pobrezas y rebeldías Algunos hombres blancos, en cambio, hoy tampoco entienden y se refugian en discusiones de hace quinientos años. Son hombres blancos defensores de indios. Con cruel ironía frente a la casa del defensor de indios pasa un ciruja con su carrito. A pesar de su rostro cobrizo y su aire aindiado el hombre de ciencia no repara en él; está para cosas más importantes.
Quizás dentro de quinientos años aparezcan hombres de ciencia que se pongan a estudiar los restos fósiles del ciruja y su carrito, de ese hombre con ancestros indios y españoles, que vive aquí cerquita en una casilla de chapas. Pero será quinientos años tarde.

Publicado originalmente en Semanario Hoy, C. del Uruguay, 26/09/1993
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