25/11/10

Eva Perón en Paraná

Por Rubén Bourlot

En dos oportunidades, durante 1950, Eva Perón, esposa del entonces presidente Juan Domingo Perón, visitó la ciudad de Paraná. Estos acontecimientos merecieron importantes titulares en los diarios locales. Como solía suceder en los acontecimientos políticos de la época, el pueblo se volcó a las calles de la ciudad para observar de cerca a la mujer que movilizaba multitudes.
El periódico paranense La Acción tituló en su edición del 3 de marzo de 1950: “Paraná no presenció jamás un espectáculo como el que se le ofreció ayer”, y en la crónica de primera plana, ilustrada con grandes fotografías, destacó que “la expectativa que había despertado la visita de Eva Duarte de Perón a Paraná y el hecho de ser la primera vez que llegaba a nuestra ciudad fue motivo suficiente para que desde hora temprana al promediar la mañana ya se notara en la plaza 1º de Mayo una gran actividad…”
A las 17 y 35 arribó a la estación local el tren especial donde viajaba Eva Perón. De inmediato fue conducida al predio donde la Fundación de Ayuda Social levantaría el Hogar Escuela para colocar la piedra fundamental. Después de este acto la comitiva se dirigió al edificio del correo donde se había levantado el palco oficial. Luego de una serie de discursos se dirigió a público Eva Perón que, entre otros conceptos anunció la construcción de un asilo de ancianos den Gualeguaychú y un hospital en Gualeguay.
Esta visita estuvo enmarca por la campaña electoral para la gobernación de la provincia. En este sentido, la titular de la Fundación de Ayuda Social elogió las condiciones del candidato de Partido Peronista, general Ramón Albariño “gran amigo de Perón, que realizaría la obra peronista en Entre Ríos”.
“No pretendo – dijo en otra parte de su discurso – ninguna posición, solo deseo ser la compañera Evita, la más humilde de la mujeres argentinas al servicio de mis queridos descamisados”.

La segunda visita

Meses después, el 23 de mayo, Evita volvió a la ciudad capital de Entre Ríos, esta vez acompañando a su esposo, el presidente Juan Domingo Perón, para asistir a la asunción de electo gobernador Ramón Albariño.
El diario ya citado, en su edición del 24 de mayo tituló: “Jornada memorable fue la de ayer” y destinó toda la portada para el desarrollo de la información con varias fotografías.
Perón y su esposa arribaron en el barco “Tequara” a puerto local donde una multitud los esperaba y siguieron el trayecto de la comitiva que se trasladó bordeando el Parque Urquiza.
En la Casa de gobierno se realizó el acto de trasmisión del mando y luego se dirigieron a calle Carbó donde se llevaría a cabo un desfile militar.
Las notas gráficas que acompañan la crónica muestran a las autoridades en el palco para presenciar el desfile militar, en donde se puede ver al general Perón con su uniforme, al gobernador saliente Héctor Domingo Maya, al recién asumido Albariño y a la señora Eva Perón. Tres notas gráficas relatan el desarrollo de la ceremonia de trasmisión del mando y al pie de página se insertan las fotos de los cinco ministros.

2/9/10

Vuelve la Alameda de la Federación

Por Rubén Bourlot

Con gran satisfacción a partir de agosto de 2010 una tradicional avenida de Paraná, Entre Ríos, retoma su denominación histórica y plena de significado: Alameda de la Federación. La arteria parte de la actual plaza Alvear y la une con el sector que se denomina del Puerto Viejo.
La historia comienza en 1836 cuando el gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe ordenó la formación de una plaza en un terreno que perteneció a don Juan Garrigó, donde existía un molino de trigo, por lo cual el sitio se conocía con el nombre de "El Molino". La plaza se denominó Echagüe y la avenida que comunicaba con el antiguo puerto fue nombrada “Alameda de la Federación”. El decreto disponía que los sitios baldíos frente a la Alameda se donaran a quienes se comprometieran a edificarlos. La avenida fue delineada por el ingeniero Juan Bautista André.
La crónica de la inauguración de las obras consignan: “Leídos los bandos por el pregonero y fijado el último de ellos en el centro del lugar elegido para la plaza, se procedió a demarcar la calle mediante el instrumento visual fijado en el punto donde debía arrancar la misma con dirección a los 49 grados, doce minutos noroeste y a la bandera encarnada que se divisa entre la arboleda. De inmediato se inició la tarea de desmonte (la primera en caer fue una higuera) hasta dejar el trazado abierto, con la amplitud de 24 varas establecidas por la ley… Todo lo que fue dispuesto y ejecutado en el día claro y sereno a la vista de una numerosa concurrencia”
El 25 de abril fue inaugurada y nombrado para cuidarla Miguel Artigue, con obligación de mantener el “orden, el cuidado de la arboleda, su riego diario”. Cada aguatero debía “echar cuatro baldes de agua diario a los árboles”. El decreto indicaba que todos los domingos de 4 a 6 se “tocaría música en la mencionada calle”.
La historia continuó con periodos de abandonos y otros de esplendor. En 1877 se dispuso el empedrado y se la engalanó con 300 plantas entre eucaliptos, acacias y aromos. Tenía 18 bancos de hierro y madera. Contaba con canteros centrales. En 1880 se licitó la colocación de faroles a querosene.
En 1890 se terminó el adoquinado, primero de la ciudad y en 1891 se cambió el alumbrado por farolas a gas. En 1900 se colocaron luminarias eléctricas, todo un avance para la época.
Hacia 1890, en fecha no precisada, por un proyecto que se dice presentado por un “grupo de estudiantes”, se resolvió quitar el nombre que tenías connotaciones demasiado “federales” para trocarlo por el muy unitario “Rivadavia”, una verdadera afrenta para los entrerrianos.
Casi un siglo después, en 1975 le fue restituido el nombre original y en 1976, el gobierno de facto anuló la medida, volviendo a la denominación Rivadavia.

30/8/10

Precisiones: ¿Quiénes descubrieron América?

Por Rubén Bourlot
Es una convención decir que Colón “descubrió” América. Tal vez el intrépido navegante genovés haya descubierto algo aunque ni él tuvo noción de ello: creyó haber llegado a las “indias”, territorio conocido de mentas por los europeos. Entonces ¿quién o quiénes descubrieron este continente que se extiende de polo a polo? Tampoco fueron los vikingos unos cinco siglos antes. Europa, en todo caso, “descubrió” que América existía, despertó de su ignorancia pero se encontró con tierras vastas y habitadas por millones de seres humanos que conformaban cientos de naciones desarrolladas y sin su ayuda. Tierras habitadas desde hacía miles de años. Los habitantes del continente aún no bautizado como “indias” o “américa” fueron los verdaderos descubridores. Habían penetrado lentamente desde el norte por la región de Beringia, en tiempos anteriores a que el mar separara el extremo oriental de la Siberia asiática de Alaska. Se estima que hace unos 40.000 años los primeros contingentes comenzaron a localizarse en puente de Beringia y unos miles de años después, interrumpido el pasaje por la irrupción del mar, se inició el desplazamiento hacia el centro y sur del continente.

Cuánta agua pasó debajo de los puentes hasta que en ese 1492 de la era cristiana llegó Colón y sus secuaces a “descubrirnos”.



Precisiones: ¿Cuándo comienza la Historia?

Por Rubén Bourlot
Es hora de establecer algunas precisiones sobre la terminología histórica que por convicciones, por convenciones o por simple comodidad se sigue utilizando pero que merecen revisiones. Una idea, que nos viene de la modernidad europea, está relacionada con la división de los tiempos históricos que intenta organizarlos en periodos a partir de un momento que se consigna como en inicio de la Historia. Pero ¿cuándo comienza la historia?, ¿con el homo sapiens?, de ninguna manera. La historia, dicen se inicia con la escritura, pero ¿Cuándo? Hace unos 6.000 años en Asia con el hallazgo de algunas tablillas con escritura cuneiforme. ¿Y lo anterior? Bueno, eso es prehistoria.
No nos creemos esto. Eso es un criterio muy acotado a la visión de algunos historiadores, a las limitaciones para rastrear la historia de la humanidad y descubrir que tal vez la escritura en muy anterior, solo que no hemos hallados los testimonios. Pero, además, por qué acotar a la escritura el concepto de ser histórico. ¿Acaso en hecho de carecer de escritura le quita la entidad de cultura histórica?
El hombre, como género humano, desde el momento que aparece como ser racional que transforma el entorno natural para satisfacer sus necesidades construye cultura, por lo tanto es un ser histórico. Dice Friedrich Behn: “La ciencia de los principios de la cultura es una disciplina histórica”.
Es decir que la prehistoria es la etapa que los historiadores no comprenden pero de ninguna manera, un tiempo determinado en la evolución de la humanidad. El autor citado sostiene que “el fin de la ciencia prehistórica es convertir la prehistoria en historia”.
Si hace unos 10.000 años o mas grupos trashumantes trotaban por las costas del Uruguay cazando y pescando con jabalinas y arpones, ya había historia en Entre Ríos. Dejemos la prehistoria para los tiempos de los dinosaurios.
Escribió Víctor Badano: “La cultura es inherente a la condición humana. No es posible concebir al hombre sin cultura, pues cuando ya aparece sobre la superficie de la tierra posee capacidad creadora”.

4/6/10

Un comentario al artículo sobre Magnasco

Una joven estudiante del secundario realiza estas interesantes reflexiones motivadas por el artículo "Osvaldo Magnasco y la reforma educativa" publicado en esta página el de junio de 2009. Si dudas es obligatorio para quienes ya tenemos nuestros años en la actividad escuchar la opinión expresada con frescura y desprejuicio de los jóvenes. Y a pesar de todo somos muchos quienes tenemos esperanzas de que se realicen los sueños que tuvieron hace un siglo nuestros mayores como Magnasco o el mismo Sarmiento, con sus desaciertos y arrebatos. Que la utopía no se pierda.

“Soy una estudiante de secundario que casualmente me encuentro en Quinto año y estamos estudiando los progresos por los que pasó la educación, al igual que quienes se han movido para realizar cambios en la misma. Desde mi punto de vista, lo que planteó Magnasco es muy acertado y tal vez si hoy se analizaría con mas profundidad los procesos de esta actividad, la educación sería totalmente otra, y supongo no estaríamos en las circunstancias en la que nos hallamos hoy, los profesores no haría "paros", y pensarían mejor en que deben desarrollar su oficio con orgullo, y poniendo atención en que el alumno es quien debe aprender ahora, sin prestar tanta atención en ellos mismos, deberían dejar a un lado esa forma de reclamo y tratar de buscar otra. Por ejemplo: en el colegio en el que concurro, hay un profesor que no realiza paro. Un día le preguntamos a que se debía, y respondió firmemente que para él hay otras formas de reclamar, ya que de esa forma lo único que lograban era perjudicarnos a nosotros, los estudiantes... Concluyó su frase diciendo que el proponía por ejemplo que como medida de reclamo, se dictaran clases fuera del salón de clase, así de esa manera de una forma u otra, participaríamos no solo los alumnos y los profesores, sino que lo podrían ver los demás.
Me asombra, los cambios que sufrió la educación, es impresionante, antes se movilizaban para buscar la posibilidad de que todo chico recibiera educación, se buscó todos los medios. Y hoy... Hoy hay chicos que los propios padres los mandan a trabajar... Es algo increíble lo mal que esta la misma hoy en día si continuamos así, no llegaremos muy lejos. Deberíamos enfatizar más sobre el tema.
Gracias. Desde Chajarí, Entre Ríos.P/d: Si alguien puede hacer algo para buscar un mejor progreso, no lo dude”

3/6/10

El tren de la decepción

Por Rubén Bourlot


Era abril de 1989. Año atravesado por campañas electorales en la Argentina. Se renovaba la presidencia de la Nación y tras la declinación del primer gobierno constitucional luego de la dictadura, el candidato por el Frente Justicialista, Carlos Menem, venía arrasando en las intenciones de voto. Y en ese abril llegó a Paraná (Entre Ríos) para encaramarse en el denominado “Tren de la esperanza” o “Menem tren”. Con esta metodología pretendía emular las campañas que otrora realizaron a bordo de un tren, en 1925 Alvear; en 1928 Hipólito Yrigoyen y el general Perón en 1946, todos finalmente electos para la primera magistratura.
Esa luminosa mañana de otoño, el exótico candidato de las pobladas patillas arribó a la estación de Paraná en helicóptero y fue recibido por una multitud que agitaba banderitas y pancartas.
Sobre las vías lo esperaba la locomotora con dos vagones acondicionados al efecto, con cartelería alusiva a la campaña electoral. Adelante y a los costados el tren tenía los clásicos anuncios: Síganme o Menem-Duhalde, la esperanza en marcha. A bordo se subieron unas 210 personas, entre ellas periodistas acreditados de todo el país, de Francia, Alemania, México, España, Brasil y Uruguay. También se encontraban los apóstoles de Menem y varios de quienes luego serían sus más cercanos colaboradores, como Miguel Ángel Vicco, Ramón Hernández o José Luis Manzano, y funcionarios del gobierno de Entre Ríos.
El tren salió de Paraná y en un lapso de nueve horas recorrió trece localices hasta el punto final que era la estación de Concepción del Uruguay. En cada estación del recorrido se realizaron actos relámpago con una nutrida y entusiasta afluencia de público, entre ellos el que se realizó en Nogoyá congregó unas 4.000 personas.
Párrafo aparte merece el arribo Basavilbaso donde los obreros ferroviarios y representantes sindicales recibieron al candidato con inusitado entusiasmo.
Al llegar a Uruguay, se llevó a cabo el acto final con nuevas demostraciones de fervor popular.
Días después Menem era consagrado presidente de los argentinos y tras asumir el poder sucedió lo que ya es la historia de hecatombe definitiva de nuestros ferrocarriles. Al compás de la consigna “ramal que para, ramal que cierra”, se dilapidó uno de los orgullos de los argentinos, herramienta indispensable para el desarrollo de un país soberano que hoy se intenta, penosamente, rescatar.

9/4/10

La primera siembra de soja

Por Rubén Bourlot
A mediados de la década de 1960 se habría realizado la primera siembra de soja en la zona del departamento Diamante.

El periódico Pregón de Ramírez en su edición del 16 de julio de 1965 consigna que “en esta zona se ha hecho, por primera vez, un intento de sembrar poroto de soya” y agrega una serie de consideraciones acerca de las cualidades del grano “y las inmensas perspectivas que tienen en la alimentación humana y animal”.

El cultivo se llevó a cabo en un campo de seis hectáreas a cargo de Federico Plaumer y Gerardo Debner, a partir del 1 de noviembre de 1964. Se sembró en surcos con la variedad LEE y con la previa inoculación de los granos – para favorecer la fijación del nitrógeno - que “resultó inefectiva”, se aclara.

Según el informe el rendimiento no fue satisfactorio debido a debido a las malezas (abrojo chico) y a la falta de lluvias. Asimismo se consignan inconvenientes en la trilla por la gran pérdida de granos.

Finalmente, el artículo insta a no abandonar el cultivo a pesar de las dificultades ya que “podría cambiar la fisonomía económica de la zona”

5/4/10

Nuestra Historia vista desde “allá”

Por Rubén Bourlot
Los nuevos contenidos establecidos para la materia Historia que se dictan en los secundarios para adultos en la provincia de Entre Ríos (Argentina) demuestran que en las últimas décadas nada ha pasado por la cabeza de los planificadores del Consejo de Educación. Las transformaciones curriculares de fines de la década del 80, que con sus errores supusieron un avance con respecto a los contenidos y metodologías vigentes, son ignoradas por los nuevos programas que retornan a la tradicional visión eurocéntrica de la Historia. Los tres años en que están compendiados los seis del nuevo secundario recorren la marcha de los acontecimientos históricos desde la antigüedad oriental: Egipto, Palestina, Persia, Etc. y avanzan por las culturas greco-romana, el medio evo europeo y la modernidad, hasta llegar a los tiempos contemporáneos. Todo observado desde algún mangrullo situado en las alturas de los Alpes o los Pirineos. Pareciera que el vetusto Grosso o el Astolfi, donde abrevaron la historia generaciones de argentinos, fueran a reeditarse. ¿Y donde se sitúa la América, nuestra América, en este contexto? Según los diseños curriculares la “visión del hombre y la construcción de la sociedad desde las distintas cosmovisiones históricas” ubican la historia de América como un apéndice, un mero episodio menor de la comedia histórica del denominado “Viejo mundo”. Sólo un agregado marginal. El “poblamiento” de América comienza con la llegada de los europeos. ¿Y antes qué? Estas tierras feraces serían un desierto como lo sostenían en el siglo XIX quienes pretendían apropiarse de las extensiones patagónicas. No se tiene en consideración que en nuestra América nacieron y se desarrollaron magníficas civilizaciones a lo largo 30 ó 40 mil años, y sin la ayuda de Europa. La etapa denominada “colonial” se estudiaría en el marco de “la construcción de los imperios ultramarinos”, según la nueva estructura curricular. Otra visión desde “allá”.
Tampoco se contempla el estudio de la historia local, las microhistorias que conservan la memoria de nuestra aldea y permiten comprender, desde lo inmediato y palpable, el mundo. Por qué no reflexionar acerca de los acontecimientos que a lo largo de dos siglos enriquecen la historia de nuestra Entre Ríos. Por qué dejar de lado a nuestros chanáes y charrúas que con su hidalguía nos podrían enseñar mucho más que los centuriones romanos. Pareciera que nuestros diseñadores curriculares no leen a hombres esclarecidos como José Martí que decía: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”. Sin dudas la colonización pedagógica sigue calando hondo, y no sería excesivo plantear darnos un baño de Jauretche y Scalabrini Ortiz cada tanto para desaprender las enseñanzas de ultramar.
En los nuevos contenidos poco se habla de indios, pero quienes nos desempeñamos en la tarea concreta de enseñar, haciendo uso de nuestra libertad de cátedra, hablaremos de indios, conscientes que cuarenta siglos nos interpelan. Porque así también lo recomendaba el maestro Simón Rodríguez: “En lugar de pensar en medos, persas, en egipcios, ¡pensemos en los indios!”.

Publicado en El Diario, Paraná, 2/4/2010

31/3/10

Hace 200 años: El zapatismo entrerriano

Por Rubén Bourlot
Finalizaba el año 1810 plagado de sucesos en la costa del Uruguay. La revolución había conmovido todos los estamentos de la sociedad colonial. Las villas de Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú estaban comprometidas con el nuevo gobierno que se alzaba contra las inoperates monarquías europeas. Es por esa razón que los realistas que resistían en Montevideo enviaron una expedición naval al mando de Juan Ángel Michelena para retomar el control del río Uruguay. Pero no contaban con el patriotismo de los gauchos entrerrianos que encabezarían las primeras montoneras. En esta circunstancia se hace presente el “el esforzado paisano D. Bartolomé Zapata” como lo califica La Gazeta de Buenos Aires. Fue “el primero que dio el grito de libertad en esta provincia contra las fuerzas españolas, en número muy considerable y protegidas por su escuadra” destaca una crónica del siglo XIX.
Bartolomé Zapata era oriundo de Gualeguay pero poco más es lo que se sabe de quien fuera uno de los primeros caudillos entrerrianos. Humberto Vico escribe que era “un respetable hacendado de la campaña” y agrega “poco sabemos de Bartolo Zapata, como le decían”. Breve pero significativa fue su actuación que logró la liberación de las tres ciudades de la provincia que por su adhesión al la Junta revolucionaria habían sido ocupadas por las tropas realistas. “Aparece en diciembre de 1810 en la escena al frente de una partida de 25 húsares, confiada por el General Rodríguez, junto con paisanos armados a su costa [...]”, agrega el autor citado.
Michelena, desde Paysandú traspasa el Uruguay y el 6 de noviembre de 1810 procede a la toma de Concepción del Uruguay, lo que provocó el retiro de Díaz Vélez hacia la Bajada con el objeto de no someter sus escasos recursos a una derrota segura. El cabildo fue renovado totalmente con miembros fieles a Michelena y los criollos sospechosos de adherir a la Junta son puestos en prisión y luego enviados a Montevideo. El resto de la población que no le rendía pleitesía al invasor optó por internarse en los montes de los alrededores.
En el interior los criollos procuraban organizarse para enfrentar al enemigo con los recursos que poseían y aprovechando la ventaja del conocimiento del terreno. En diciembre Zapata al frente de 25 hombres marchó desde la Bajada a la costa del Uruguay para hostigar al enemigo en cumplimiento de directivas de Martín Rodríguez. Este primer intento fracasó pero los paisanos no se amilanaron. En febrero Zapata encabezó una partida que expulsó a los realistas de la villa de Gualeguay. La Gazeta de Buenos Ayres publica los partes del “esforzado paisano D. Bartolomé Zapata, por cuyo valor, y laudable patriotismo tenemos ya unidas, y subordinadas a esta capital las villas del Gualeguay , Gualeguaychú y Arroyo de la China, de donde trae su fecha el último: habiendo huido precipitadamente los europeos que las oprimían á la sola proximidad de cincuenta y dos hombres libres , que animados únicamente de la justicia, y sin mas armas que las de su manejo (el lazo y el cuchillo) buenos caballos , y el terror de que siempre está sobrecogido el opresor; se resolvieron auxiliar la indefensión de sus hermanos contra los últimos esfuerzos del poder”. La toma de la ciudad se hizo con el concurso de una fuerza compuesta por “52 hombres, que a mi costa, con sacrificio de mi pobreza, con mis persuasiones, influjo, y otros arbitrios, pude reunir con el alto fin de defender á costa de nuestra sangre”, escribe Zapata. “Es verdad – agrega -, que en esta villa no hubo resistencia alguna para su reconquista: pero lo mismo hubiera sido, que la hubiese habido. A todo estábamos dispuestos”. El caudillo actuó en todo momento con la precaución de no teñir con los excesos de la venganza este heroico acto. “Yo confieso, Exmo. Sr., que me acaloré en tanto extremo por vengar esta sangre, que me fue de sumo trabajo el moderar mis acciones, y las de los míos cuando llegó el caso de apoderarme de esta villa". De Gualeguay la montonera marchó a Gualeguaychú donde lo esperaba el caudillo local de Gregorio Samaniego y la villa fue recuperada sin dificultades ante la huída de los realistas.
El 8 de marzo Zapata fechó otro parte dando cuenta de la recuperación de Concepción del Uruguay. En el mismo ponía de manifiesto las tropelías cometidas por los españoles “teniendo en prisiones hasta las mujeres, y niñas solteras, que manifestaban adhesión a la Suprema Junta contra quien se había publicado la guerra, y se cantaban versos públicamente”. Y agregaba que “no tuve pecho para aguardar las órdenes de V. E.”, decidiendo la continuidad de las acciones. Para este fin contó con la colaboración de Basilio Galván y el comandante Arellano, “hombre de mucho valor y resolución, en cuyo grado suplico a V. E., que lo confirme, pues mantiene en su compañía cien hombres”.
El 6 de marzo, ante la amenaza de los patriotas, los realistas evacuaron la villa rumbo a su reducto en Montevideo.
La actuación de Zapata que hacía vislumbrar un futuro de gloriosos servicios para las armas de la patria, con un prestigio ganado en las escasas jornadas de lucha que le tocó enfrentar, se malogró rápidamente por un episodio tal vez menor. A los pocos días de la llegada a Concepción del Uruguay el caudillo cayó herido mortalmente en un enfrentamiento con el teniente Mariano Zejas que pretendía arrestarlo, según una versión, por orden del coronel Francisco Doblas, con quién mantenía una disputa por el cargo de Comandante interino.

15/12/09

La época del automovilismo familiar

Por Rubén Bourlot


El automovilismo entrerriano tuvo su época de mayor gloria y repercusión social en las décadas de 1950 a 1970 con el desarrollo de las competencias de Fórmula Entrerriana, que se inició como Fórmula Ford T y luego Fómula 5. Fue una época donde toda la familia estuvo involucrada en un espectáculo penetraba mucha más allá del ámbito puramente “tuerca”.
Merece un párrafo mencionar lo orígenes de esa pasión. En 1926 se habría corrido la primera competencia en Entre Ríos con autos Ford T en un trayecto rutero entre Paraná y Viale. Pero es en 1935 cuando se inicia formalmente esta disciplina con la Vuelta de Entre Ríos que ganaron los paranaenses Bienachi y Gutiérrez.
A fines de la década las competencias se generalizan y aparecen los primeros ídolos como Martín Giraudo de Colón y Martín Vidal de San José.
Después del paréntesis obligado provocado por la Segunda Guerra, se reinician las competencias y ya se va delineando lo que luego sería la fórmula Ford T, con nuevas figuras como Américo Durandó, Luis César Castelli y Carlos Godoy, en otros.
En 1950 se organiza la actividad con al creación de la Asociación Entrerriana de Volantes Categoría Ford T. En 1955 nace la Unión de Volantes Entrerrianos (UVE) que sería la protagonista casi excluyente del automovilismo en la provincia y que se consolidaría a partir de 1960 cuando se hicieron cargo de la conducción los hermanso Raúl y Alcides Scolamieri.
En este periodo se destacaron corredores como Vicente Linares, Ricardo Jaurena, Gerstner, Jorge Ravassi, Von Wernik, Alfredo Scattone.
La preparación de los coches era una verdadera odisea. Todo se hacía de manera artesanal en los talleres sostenidos económicamente por la “peñas”. Los ya viejos Ford T se reformaban a “lima e ingenio” sacándole revoluciones a los motores “agujereando o rasurando las bielas, o realizando el cambio de cigüeñal por el de Ford B, fabricando pistones de aluminio recubiertos con una chapa remachada para pasar por legítimos de fundición”, como cuenta una crónica.
Los circuitos eran de tierra, situación que perduró hasta bien entrada la década de 1970, donde sólo se subía al asfalto cuando de corría en Paraná o Concordia. De este período se cuentan los trazados de “Salvia” en San José, el “Mena” de Concepción del Uruguay, “Águilas mecánicas” de La Clarita, entre otros donde se corrían más de veinte fechas por temporada. “Cada reunión agrupaba un gran número de participantes (en 1974, en el Gran Premio Coronación, que se corrió en el circuito de Concepción del Uruguay, hubo 62 pilotos habilitados para tomar parte de la prueba, de los cuales clasificaron 54)”
La presencia del público era multitudinaria, y particularmente de las familias, y sin dudas era el espectáculo más concurrido con más de 10.000 personas en cualquier carrera, y donde se destacaban verdaderas “hinchadas” que seguían a un determinado corredor. Hacia fines de la década de 1960 y principios de los 70 brillaban conductores como Próspero Bonelli y Reynaldo Baccalluzzo de Concepción del Uruguay, Jorge Ravassi de Colón que insistía con su milagrosa Ford T preparada en su propio taller, capaz de pelear de igual a igual con los nuevos motores Renault, Dodge, Peugeot. También estaban Héctor “Tino” Niemitz de Paraná, Oscar Riffel de Viale, Raúl Grinóvero, “Cacho” Scarazzini de Villa Elisa, José Luis Gallo de La Clarita.
Capítulo aparte merecen las trasmisiones radiales que ampliaron considerablemente el público involucrado. Las trasmisiones la escuchaban religiosamente quienes no tenían la posibilidad de asistir al autódromo. Los equipos más conocidos eran los que encabezaban Martín Bustamente, primero por CW35 de Paysandú y luego por LT 14 de Paraná, Jorge Eduardo Scarinci por LT 15 de Concordia. Por la radio de Concepción del Uruguay trasmitía el equipo Pista 11, primero encabezado por Horacio Palassoli y después por Enrique Pontelli. Una radio de menor alcance pero de gran popularidad en las trasmisiones de automovilismo fue LT 26 de Colón con los relatos polémicos de Eduardo Pedro González, conocido como “La Mona”.
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