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27/10/23

La educación y los mileinials

 Rubén I. Bourlot

En estos días de votos (por suerte no de botas) pululan en las redes sociales, en la TV y en otros medios, críticas a la educación actual, a la crisis y decadencia del sistema, a la falta de rigor en la evaluación de los aprendizajes, y las respuestas-soluciones no son las más acertadas. La mayoría quedan en la superficie, sin profundizar, con consignas vacías, cartelitos que se comparten con un simple corte y pegue, e imputaciones varias a las políticas actuales y de ayer nomás. Hay también discursos nostálgicos de épocas cuando la escuela “enseñaba”, las maestras no hacían paro, los niños aún descalzos y chapaleando el barro asistían a la escuela.

Hoy, en plena campaña electoral los candidatos prometen y mucho. Las educación con los maestros en las aulas dicen unos, como si los docentes no estuvieran en las aulas todos los días, y si no están en las aulas siguen trabajando con el culo en la silla preparando clases, corrigiendo carpetas, exámenes e, inclusive, recortando florcitas de goma eva para el acto escolar. En otras oportunidades no estaban en el aula porque la pandemia los obligó a trasmitir las clases desde casa, con la notebook, con el celular, pescando señal como sea, ingeniándoselas para que las clases se parezcan lo más posible al aula. No podemos seguir con “cuatro docentes por pizarrón” dijo algún gobernante hace un tiempo refiriéndose a las suplencias. Y sí, los docentes se enferman, sacan licencias para capacitarse como les reclaman siempre, y alguien los tiene que reemplazar porque los alumnos no pueden quedar si clases. Y también los docentes hacen huelga, porque es el modo que tienen de reclaman por sus siempre diezmados derechos. Que reclamen sin hacer paro dicen, y claro ¿con un cartelito pegado en la frente “docente reclamando”? Desde acá se escucha la risotada de la patronal porque ¿a quién moviliza eso?

Pero si los docentes pasan una temporada sin tomar medidas de fuerza, los gremios logran ámbitos de negociación con maestros y alumnos en el aula, se alzan las voces acusando a los dirigentes sindicales de “oficialistas”, “vendidos” al gobierno e imputaciones similares. Gataflorismo al palo.

Otros reclaman 180, 190, 200 días de clases como si con el mero paso del tiempo se aprendiera más. Pero cuando el calendario escolar comienza en febrero viene el reclamo porque se les cortan las vacaciones.

Y por otra parte están los que publican, cartelitos preconcebidos claro (el talento no les da para tanto), que reivindican a los niños que “antes trabajaban” justificando en trabajo infantil ¿y cuándo estudiaban?

 

LAS SOLUCIONES MILEINIALS

Ahora, en tiempos de campaña, vienen las soluciones mágicas, los paracaidistas que nos hablan de las bondades del santo varón mercado (porque el mercado es macho, misógino) para solucionar todos los problemas de la educación. La solución que viene de la mano ¿invisible? de los negocios financieros, de las fundaciones bancadas por las corporaciones multinacionales. La magia de un “voucher” que todo lo puede. De las escuelas que tienen salir cual safari en una cacería salvaje (como leones hambrientos) para capturar a sus alumnos-clientes porque hay que competir. Y sostienen muy sueltos de cuerpo que las instituciones deficitarias (no elegidas por los clientes-alumnos) simplemente ¡quiebran! Ya escuchamos algo así: “Escuela que no recibe voucher; escuela que quiebra”.

No nos explican cómo va a funcionar el sistema pero podemos sospecharlo. Si una escuela se equipara a una empresa que compite en el mercado tendrá que hacerse cargo de su administración financiera, liquidar los salarios del personal, pagar servicios, mantener los edificios y demás ¿Quién se hará cargo? Será el equipo directivo que sin dudas acumulará más tareas y tendrá que contar con auxilio de un servicio contable, abrir una cuenta bancaria, o en su defecto crear una estructura administrativa ¿todo eso se sostendrá con las cuotas (voucher)? Es evidente que las escuelas resultarán mucho más caras pero como estos tipos no dan puntadas sin hilo, el ahorro se producirá clausurando escuelas “inviables” o cerrando divisiones con escasa matrícula ¿Y los docentes?

Nos imaginamos que el régimen de trabajo actual no se adapta a este sistema que exige una mayor flexibilidad. Ya no habría más docentes con estabilidad en las plantas y serán contratados como monotributistas. De ese modo si se cierra una escuela o una división cesarán al finalizar el contrato sin ninguna indemnización. Y a correr la coneja para atrapar algún contratito.

Lo notable es que se escuchan voces de muchos docentes, de escuelas estatales, que fogonean a los candidatos trasnochados que hacen ese tipo de propuestas. Y dicen que los votan. No los leí ni les escuché si el fundamento de su voto es a favor de los proyectos que comentamos. Sólo argumentan que no van a votar “lo mismo”, que entre “lo malo conocido y lo malo por conocer” prefieren lo último. Me imagino que no escucharon ni leyeron las propuestas. Tal vez las ignoren o piensen que el candidato que van a votar es un mentiroso serial y no va a hacer lo que dice. Tal vez vivan demasiado encerrados entre las cuatro paredes del aula, embotados por los polvos de la tiza, enredados en los discursos de las redes sociales, que no los deja ver más allá ese mundo diminuto y artificial.

 

COLOFÓN

No hay que negar la profunda crisis que hoy vive la educación. Hay carencias de todo tipo, falta de financiamiento, docentes que hacen malabarismo para sostenerse económicamente y se recargan de tareas para redondear un ingreso más o menos digno; edificios ruinosos, disparidad en la calidad educativa entre instituciones según la zona geográfica donde se ubican. La docencia corre detrás de los tiempos cuando tiene que actualizarse a la luz de las novedades tecnológicas, las modas, las exigencias de las nuevas infancias y juventudes, las crisis de la familia que cada vez traslada sus responsabilidades paternales y maternales en las instituciones escolares.

Todo esto en un contexto de un país que se mantiene atrapado en los lazos de viejas y nuevas estructuras coloniales.

Por lo tanto la tarea de la hora no es apelar a doctrinas decrépitas que postulan la desaparición del estado, la entrega de nuestros valores a las fauces del insaciable mercado, sino la recuperación de los valores que dieron origen a nuestro sistema educativo en el siglo XIX que se fue perfeccionando con las reformas de 1918, la creación del sistema de escuelas técnicas, la conquista de la gratuidad universitaria a mediados del siglo, la creación de la original Universidad Tecnológica Nacional (en su origen Universidad Obrera) y la multiplicación de universidades en los últimos años.

Ahora queda, además de mejorar el presupuesto educativo, la actualización y perfeccionamiento docente, impulsar la descolonización de las mentes de docentes y estudiantes, la promoción de un pensamiento nacional con perspectiva latinoamericana para reconstruir desde la educación la consciencia de pertenencia a la gran nación que aún permanece en estado latente.  

Para reflexionar, los versos del inmortal poeta José Larralde

“Como se hace pa’ vivir entre leones o entre cabras

Mal el hombre ha de pasarla si entrega su dignidad

Pues poco suele durar lo que a tal precio se obtiene

Vale todo si se tiene, vale nada si se da”

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