Rubén I. Bourlot
En estos días de votos (por suerte no de botas) pululan en las redes sociales, en la TV y en otros medios, críticas a la educación actual, a la crisis y decadencia del sistema, a la falta de rigor en la evaluación de los aprendizajes, y las respuestas-soluciones no son las más acertadas. La mayoría quedan en la superficie, sin profundizar, con consignas vacías, cartelitos que se comparten con un simple corte y pegue, e imputaciones varias a las políticas actuales y de ayer nomás. Hay también discursos nostálgicos de épocas cuando la escuela “enseñaba”, las maestras no hacían paro, los niños aún descalzos y chapaleando el barro asistían a la escuela.
Hoy, en plena campaña electoral los
candidatos prometen y mucho. Las educación con los maestros en las aulas dicen
unos, como si los docentes no estuvieran en las aulas todos los días, y si no
están en las aulas siguen trabajando con el culo en la silla preparando clases,
corrigiendo carpetas, exámenes e, inclusive, recortando florcitas de goma eva
para el acto escolar. En otras oportunidades no estaban en el aula porque la
pandemia los obligó a trasmitir las clases desde casa, con la notebook, con el
celular, pescando señal como sea, ingeniándoselas para que las clases se
parezcan lo más posible al aula. No podemos seguir con “cuatro docentes por
pizarrón” dijo algún gobernante hace un tiempo refiriéndose a las suplencias. Y
sí, los docentes se enferman, sacan licencias para capacitarse como les
reclaman siempre, y alguien los tiene que reemplazar porque los alumnos no
pueden quedar si clases. Y también los docentes hacen huelga, porque es el modo
que tienen de reclaman por sus siempre diezmados derechos. Que reclamen sin
hacer paro dicen, y claro ¿con un cartelito pegado en la frente “docente
reclamando”? Desde acá se escucha la risotada de la patronal porque ¿a quién moviliza
eso?
Pero si los docentes pasan una temporada sin
tomar medidas de fuerza, los gremios logran ámbitos de negociación con maestros
y alumnos en el aula, se alzan las voces acusando a los dirigentes sindicales
de “oficialistas”, “vendidos” al gobierno e imputaciones similares.
Gataflorismo al palo.
Otros reclaman 180, 190, 200 días de clases
como si con el mero paso del tiempo se aprendiera más. Pero cuando el
calendario escolar comienza en febrero viene el reclamo porque se les cortan
las vacaciones.
Y por otra parte están los que publican,
cartelitos preconcebidos claro (el talento no les da para tanto), que
reivindican a los niños que “antes trabajaban” justificando en trabajo infantil
¿y cuándo estudiaban?
LAS SOLUCIONES
MILEINIALS
Ahora, en tiempos de campaña, vienen las
soluciones mágicas, los paracaidistas que nos hablan de las bondades del santo
varón mercado (porque el mercado es macho, misógino) para solucionar todos los
problemas de la educación. La solución que viene de la mano ¿invisible? de los
negocios financieros, de las fundaciones bancadas por las corporaciones
multinacionales. La magia de un “voucher” que todo lo puede. De las escuelas
que tienen salir cual safari en una cacería salvaje (como leones hambrientos)
para capturar a sus alumnos-clientes porque hay que competir. Y sostienen muy
sueltos de cuerpo que las instituciones deficitarias (no elegidas por los
clientes-alumnos) simplemente ¡quiebran! Ya escuchamos algo así: “Escuela que
no recibe voucher; escuela que quiebra”.
No nos explican cómo va a funcionar el
sistema pero podemos sospecharlo. Si una escuela se equipara a una empresa que
compite en el mercado tendrá que hacerse cargo de su administración financiera,
liquidar los salarios del personal, pagar servicios, mantener los edificios y
demás ¿Quién se hará cargo? Será el equipo directivo que sin dudas acumulará
más tareas y tendrá que contar con auxilio de un servicio contable, abrir una
cuenta bancaria, o en su defecto crear una estructura administrativa ¿todo eso
se sostendrá con las cuotas (voucher)? Es evidente que las escuelas resultarán
mucho más caras pero como estos tipos no dan puntadas sin hilo, el ahorro se
producirá clausurando escuelas “inviables” o cerrando divisiones con escasa
matrícula ¿Y los docentes?
Nos imaginamos que el régimen de trabajo actual
no se adapta a este sistema que exige una mayor flexibilidad. Ya no habría más
docentes con estabilidad en las plantas y serán contratados como
monotributistas. De ese modo si se cierra una escuela o una división cesarán al
finalizar el contrato sin ninguna indemnización. Y a correr la coneja para
atrapar algún contratito.
Lo notable es que se escuchan voces de muchos
docentes, de escuelas estatales, que fogonean a los candidatos trasnochados que
hacen ese tipo de propuestas. Y dicen que los votan. No los leí ni les escuché si
el fundamento de su voto es a favor de los proyectos que comentamos. Sólo
argumentan que no van a votar “lo mismo”, que entre “lo malo conocido y lo malo
por conocer” prefieren lo último. Me imagino que no escucharon ni leyeron las
propuestas. Tal vez las ignoren o piensen que el candidato que van a votar es
un mentiroso serial y no va a hacer lo que dice. Tal vez vivan demasiado
encerrados entre las cuatro paredes del aula, embotados por los polvos de la
tiza, enredados en los discursos de las redes sociales, que no los deja ver más
allá ese mundo diminuto y artificial.
COLOFÓN
No hay que negar la profunda crisis que hoy
vive la educación. Hay carencias de todo tipo, falta de financiamiento,
docentes que hacen malabarismo para sostenerse económicamente y se recargan de
tareas para redondear un ingreso más o menos digno; edificios ruinosos, disparidad
en la calidad educativa entre instituciones según la zona geográfica donde se
ubican. La docencia corre detrás de los tiempos cuando tiene que actualizarse a
la luz de las novedades tecnológicas, las modas, las exigencias de las nuevas
infancias y juventudes, las crisis de la familia que cada vez traslada sus
responsabilidades paternales y maternales en las instituciones escolares.
Todo esto en un contexto de un país que se
mantiene atrapado en los lazos de viejas y nuevas estructuras coloniales.
Por lo tanto la tarea de la hora no es apelar
a doctrinas decrépitas que postulan la desaparición del estado, la entrega de
nuestros valores a las fauces del insaciable mercado, sino la recuperación de
los valores que dieron origen a nuestro sistema educativo en el siglo XIX que
se fue perfeccionando con las reformas de 1918, la creación del sistema de
escuelas técnicas, la conquista de la gratuidad universitaria a mediados del
siglo, la creación de la original Universidad Tecnológica Nacional (en su origen
Universidad Obrera) y la multiplicación de universidades en los últimos años.
Ahora queda, además de mejorar el presupuesto
educativo, la actualización y perfeccionamiento docente, impulsar la
descolonización de las mentes de docentes y estudiantes, la promoción de un
pensamiento nacional con perspectiva latinoamericana para reconstruir desde la
educación la consciencia de pertenencia a la gran nación que aún permanece en
estado latente.
Para reflexionar, los versos del inmortal
poeta José Larralde
“Como se hace pa’ vivir entre leones o entre
cabras
Mal el hombre ha de pasarla si entrega su
dignidad
Pues poco suele durar lo que a tal precio se
obtiene
Vale todo si se tiene, vale nada si se da”