20/11/12

El regreso de la Nº 1



Mucho hemos hablado de la histórica gaseosa Nº1, bebida creada en Concepción del Uruguay y de la cual se ha esperado siempre su regreso. José Ascona, hombre de Basavilbaso que adquirió la fórmula en el año 1972, confirmó en la mañana de Radio 9 el retorno de la Nº1.



Este es el enlace donde se puede escuchar el anuncio del retorno de la popular gaseosa, que sale a competir con las grandes marcas multinacionales.
http://radio9digital.net/web/?p=11288

27/9/12

PIRNA: un plan a la medida de los avicultores


Por Rubén Bourlot
En 1974, alentado por los nuevos aires institucionales, con la recuperación de la democracia, el gobierno de Entre Ríos implementó el Plan Integral de Reconstrucción y Nacionalización Avícola (PIRNA)  que pretendió, junto a las cooperativas, mejorar las condiciones de trabajo de los avicultores, específicamente a los productores de pollos parrilleros, y ofrecer un precio justo. Conocido también como Plan Avícola Provincial intentaba defender al productor avícola pequeño y mediano, dándole un horizonte de seguridad con financiación y asesoramiento, mediante equipos técnicos, apoyo en la comercialización y un margen de rentabilidad razonable. A principios de la década de 1970 el sistema de producción avícola se encontraba en un proceso de cambios por los cuales los frigoríficos planteaban la producción mediante la modalidad de integración. El avicultor recibía los pollitos y los insumos para la crianza y cobraba un monto por pollo entregado terminado. De esta manera iban desapareciendo los productores independientes que ya no encontraban donde colocar su producción.
Se decía en la época que a la avicultura no sólo se la debía valorar desde el punto de vista estrictamente económico, que representaba un porcentaje muy alto del producto bruto provincial, sino como un factor social. La producción avícola significaba el arraigo de la familia rural en una época que Entre Ríos se caracterizaba por sus altos porcentajes de emigración rural y expulsión de la población fuera del territorio provincial. “El Plan Avícola incluye a la avicultura como parte de un programa de recuperación del minifundio, donde van a intervenir principalmente actividades intensivas y donde también están ligados planes de colonización – declaraba el entonces Subsecretario de Industria y Comercio, González Languasco -. El plan va mucho más allá de la avicultura, tiene connotaciones directas con el pequeño productor y con la familia campesina, que en estos años se quedó enfrentando la adversidad, defendiendo su permanencia en la tierra”.
El plan pretendía involucrar a organismos, instituciones y empresas vinculadas a la actividad, entre los que se mencionaban a las Ligas Agrarias, cooperativas, frigoríficos, fábricas de alimentos balanceados, incubadores, transportistas, el INTA, SELSA, Junta Nacional de Carnes, Banco de la Nación, Banco de Entre Ríos, entre otros. El objetivo era lograr una producción de un millón y medio de pollos mensuales con financiamiento del Banco de la Nación entregado a los productores. La compra de la producción estaba a cargo de un organismo gubernamental.
Pero los propósitos tan plausibles no estuvieron, aparentemente, acordes con las expectativas. A los pocos meses de implementado el plan se conocieron los primeros cuestionamientos y desajustes entre los sectores involucrados. Desde el cooperativismo reclamaban por la falta de pago de la producción en los términos acordados y por la demora en levantar los pollos terminados de las granjas. Una de las medidas adoptadas con el propósito de favorecer el valor agregado local fue la prohibición de sacar de la provincia los pollos vivos, pero esto provocó una sobreoferta que los frigoríficos locales eran incapaces de absorber.
Los productores testimoniaban su preocupación a través de entrevistas en la prensa, como Pablo Thea, del departamento Uruguay, que observaba la mala calidad de los alimentos y las dificultades para encarar las inversiones que les exigían  para mejorar  las instalaciones. Los productores Daniel y Victorio Boujón ponían el acento en las dificultades para conseguir pollitos bebé a través del plan. Otro avicultor, Julio Kachinisky, también cuestionaba la falta de cumplimento de los pagos en fecha y la calidad del alimento balanceado.
Desde las Ligas Agrarias Entrerrianas, el delegado  Orlando Lepratti también observaba como un obstáculo las exigencias de inversión que eran imposibles de cumplir para los pequeños productores. También era evidente que los hombres de campo eran remisos a tomar los créditos ofrecidos para ese fin ya que nadie los mencionaba en las entrevistas.
Sin dudas que la desconfianza del avicultor, la falta de experiencia y eficiencia por parte de los sectores involucrados y alguna que otra mano dada por los grupos de poder vinculados a las grandes empresas del sector fueron limando las posibilidades de éxito del plan. Finalmente, con tras el golpe de estado de 1976, el PIRNA se canceló definitivamente.

19/9/12

Historia del cooperativismo entrerriano: Cooperativa Saladeril


Por Ricardo César Bazán
Tec. Sup. en Cooperativismo

Cuenta la recopilación histórica de Concordia que la Cooperativa Saladeril se constituyó en el año 1923. La iniciativa fue de varios hacendados de la provincia de Entre Ríos a los cuales luego se plegaron muy pronto otros de Corrientes.
Cita la recopilación antes mencionada que “su fin primordial era industrializar los ganados de sus asociados y obtener con ello una mejor defensa de los precios de los animales, que hasta ese entonces estaban librados a arbitrios impropios, de entidades extrañas”.
El funcionamiento de la cooperativa sirvió para regularizar la salida de ganados de diversas categorías y clases.
Cooperativa Saladeril y Frigorífica Concordia S.A.L.
Al cumplirse los propósitos de sus fundadores se decidió la construcción del establecimiento propio, y de esta manera aumentar la capacidad industrial, llegando también a la elaboración del tasajo, la preparación de carnes conservas y aprovechar la totalidad de los subproductos.
La fábrica fue levantada a orillas del río Uruguay, entre los arroyos Yuquerí Grande y Chico, teniendo una capacidad para la industrialización de 1.200 animales diarios.
El primer presidente de lo que se llamó Cooperativa Saladeril y Frigorífica Argentina Concordia fue el  señor Benito Legern, quien dirigió sus destinos por varios años.
Cooperativa Saladeril y Frigorífica Argentina Concordia S.A.L.
Establecimiento de su propiedad, en construcción.
Octubre 1926
Menciona también la recopilación en la página 109 lo que fue un establecimiento anterior que se llamó El Saladero Grande, y que Don Eduardo Nebel había alquilado las instalaciones de aquel establecimiento a la recién constituida Cooperativa de Ganaderos, quienes llevaron allí sus faenas de haciendas durante varios años.
Debido a la buena marcha de la misma, fue necesaria una ampliación, por lo cual la Cooperativa de ganaderos se instaló en la zona del Yuquerí y fue la base del frigorífico de ese nombre.
El Saladero Grande al que la cooperativa alquiló sus instalaciones fue fundado por Don Hipólito Lesca, ciudadano de origen Vasco. Dicho saladero tuvo su época de apogeo entre los años 1904 y 1914. El cronista H.E. Aramburo del periódico “La Calle” afirmaba en una nota aparecida el 27 de septiembre de 1969 que El Saladero Grande había llegado a ser un verdadero emporio de trabajo y quizá el principal de la ciudad de Concordia.
Cooperativa Saladeril y Frigorífica Argentina Concordia S.A.L.
Octubre 1926
Las instalaciones del saladero se levantaban en el actual Barrio Nebel, estando compuesto el mismo por varios galpones de madera y techo de cinc y pisos de material.
 Continúa diciendo la publicación antes mencionada que  “Se supone que el edificio cubierto y cerrado correspondería a lo que fue la fábrica de extracto de carne, con instalaciones de calderas a vapor, independientes de las grandes calderas y las llamadas tinas de hierro, donde -con el vapor- se cocinaban los esqueletos de los animales.
Sobre el río, casi, se elevaba otro galpón, el que se conocía como “La Tonelería”, pues allí se armaban los cascos de roble que llegaban de Europa. El agua era extraída directamente del río, por medio del bombeo con una máquina de vapor, alimentada por las calderas principales.
El muelle de madera, al que llegaban los barcos y chatas para carga o descarga, se comunicaba directamente con la parte central del saladero por medio de una vía, con un desvío”.
A continuación cito datos estadísticos de la época, relacionada con la actividad mencionada en esta nota:

SALADEROS Y FÁBRICAS DE CONSERVA - PROVINCIA DE ENTRE RÍOS
Establecimientos                                      Localidad
Compañía “Liebigs” Ltda.                        Fábrica Colón
Establecimientos Argentinos Bovril Ltda.  Santa Elena
S.A. Pastoril e Industrial M. Freitas          Concordia
Sociedad Cooperativa Saladeril Argentina Concordia
Saladero Alzúa                                         Gualeguay
Saladero San José                                    Gualeguay
S. A. Abastecimiento Urbano Saladeril Frigorífico  Gualeguaychú

TASAJO ELABORADO Y EXPORTADO POR LOS SALADEROS DE LA PROVINCIA - AÑO 1925
Establecimientos                               Localidad     Kilos      Valor M$N.
S.A. Cooperativa Saladeril               Concordia 6.491.527   4.009.250.69
S.A. Pastoril Industrial “M. Freitas    Concordia   914.997       532.768.73
S.A. Abasto Urbano Salad. Frig.      Gchú.          711.552       451.625.05
S.A. Salad. S. José (E. Etchebarne) Gualeguay    121.074         35.213.02
Totales                                                             8.239.110   5.028.857.49
  
Fuentes:
Libro de Oro de Paraná (1826-1926) Archivo María Lourdes Cura.
Recopilación histórica de Concordia- Grafelco-Edic.

13/9/12

¿Dónde está López Jordán? (Parte II)


Por Jorge G. Villanova
El jordanismo, encarnación del federalismo más extremo, se encuentra espantado. Observa en los últimos años de Urquiza una renuncia a los postulados del partido Federal. Sacarlo del medio parece ser la única oportunidad para devolver a la provincia su lugar de preeminencia entre sus hermanas. Eso creen al menos.

"Vengo a tabear de nuevo con mi pueblo
pero de amores fuertes, no de chala:
vengo a pintar mi pena en una bala.

Hay hombres que se venden como anillos
y que le vienen como anillo al dedo
al unitario que pagó su credo.

Hay hombres que disparan cuando hay fuego
y están enfermos para la pelea
porque adentro ya tienen manea.

Hay un hombre en Montiel recién volteado:
lo manearon de aquí los setembrinos
cuando él durmió su corazón alzado.

Voy a tabear de nuevo con mi raza,
con mis amigos de tendón celoso,
con mi pueblo chasqueado, con mi casa.

Voy a calzar mi amor americano
como a un pozo de huesos insondables
donde nadie ha llegado con su mano.

Trotando voy hacia mi corazón.
Y le garanto, amigo, que esta tarde
medio toruno me dejó Pavón.

Voy a hablar con soldados montaraces,
con hombres de pereba y esos otros
con ojos negros como mangangases.

Dicen que el hombre les llovió del cielo,
que ya no asusta dicen los salvajes;
pero si él se vendió, yo no los pelo..." 1,

...dicen que borronea el poeta Fermín Chávez, ¿o es el mismo Ricardo López Jordán, que no entiende derrotas propias y ajenas cuando no son derrotas? O entiende que existe la derrota pero no es la de las armas, que es otra, mucho más profunda. Es la de un hombre, la de un partido, una provincia, o un país, o lo que es peor la de un proyecto que se escapa, que ya no será. Tal vez no entiende de los nuevos tiempos de campos llenos de vacas, ovejas y alambrados, de ferrocarriles y de mercancías británicas, del por qué ese progreso no lo incluye a él ni a sus pares. Ni por qué arrasarán a sangre y fuego las provincias internas, y por qué caerán sus amigos Peñaloza y Varela. Sí, sabe quiénes son ellos y sabe quién es él, y por eso no los pela.
Escribe Susana Cogno: "La historiografía y literatura liberal, para negarle al gaucho y al trabajador del presente la capacidad de enfrentar opositores políticos con plena conciencia de su destino como clase y componente de la Nación, crearon el mito romancesco de los gauchos tomándolos como personajes pintorescos, alejándolos de los compromisos y luchas por un proyecto de nación soberano contra las élites de la oligarquía. Así intentaron sacar del debate la marginación de la que son objeto por parte del proyecto unitario y liberal" 2.
Y entonces, si tomamos esta definición por cierta, caen todos. Desde Artigas, pasando por Ramírez, López, Quiroga, Peñaloza, Varela y, por supuesto, López Jordán. ¿Y quién era Ricardo López Jordán?: "Fue un luchador de la causa federal, un auténtico militante de esa causa. Y no era ningún ignorante, fue profesor en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. En la parte militar, se conservan las actas de los exámenes" 3.
En la misma línea, Aníbal Vásquez agrega: "Él era el caudillo de la nueva causa; pero no el caudillo ramplón, grosero e inculto que presume la gente desaprensiva, sino aquel que había definido sus capacidades y aptitudes civilistas en la Cámara de Diputados de la Confederación, en la Presidencia de la Legislatura local, en la integración de las mesas examinadoras del Colegio Histórico del Uruguay, en el ejercicio interino y reiterado del gobierno de la provincia" 4.
Después de las insurrecciones, la cárcel y el exilio, "lo mataron en Buenos Aires, en la calle Esmeralda al 500, por un enviado de los hijos de Urquiza. El asesino llamado Aurelio Casa utilizó una infamia, diciendo que Jordán había matado a su padre, y al padre de Casa lo habían matado sus propios partidarios, por traidor" 5.
A principios de los años 90, durante el siglo pasado, el entonces presidente Carlos Menem, decidió repatriar los restos del brigadier Juan Manuel de Rosas como parte de una política de unidad nacional. Un tema que se presuponía espinoso. En verdad, salvo algunas pocas voces, nadie puso reparos.
Una de las consecuencias del hecho fue la instauración del método 'repatriemos a todos', que continuaron los corifeos de Menem. Así, Entre Ríos, con su gobernador Jorge Busti a la cabeza, decidió que ya era hora de que los restos de Ricardo López Jordán descansen en la provincia. Así se hizo, y el antiguo general -o lo que quedaba de él- fue a descansar al cementerio de Paraná. En realidad, el lugar correcto donde hubiera correspondido depositar sus restos, hubiera sido Concepción del Uruguay. Pero tal vez esto hubiera sido demasiado irritante para el sentimiento urquicista que aún se mantiene en La Histórica.

"EDICTO: El Gobierno del Pueblo de la Provincia de Entre Ríos y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires comunican a los familiares de quien en vida fuera el Gral. Ricardo López Jordán y a los titulares de la bóveda formada por los lotes 7/9, tablón 7, de la Sección 18, del cementerio de la Recoleta, donde se encuentran inhumados los restos de dicho prócer, que los mismos serán trasladados el día 21 de junio de 1990 a la Provincia de Entre Ríos. Le otorgan cinco (5) días corridos para formular las oposiciones del caso, de lo contrario se procederá a su traslado en la fecha indicada. 16/6/1990" (6).
Por supuesto, pasado el tiempo de los actos rimbombantes y especulativos, sucedió lo que debía suceder: los mismos que intentaron un acto hueco y vacío de contenido -no incluimos aquí a Fermín Chávez-, en pos de sus propios intereses políticos, le dieron el golpe de gracia al pensamiento legítimo y revolucionario del caudillo autonomista:

"López Jordán
Señor director: En la edición de La Nación del 12 de julio hemos podido leer la carta del único nieto con vida del caudillo entrerriano Ricardo López Jordán, el señor Jorge Eduardo López Jordán, y enterarnos de la voluntad de sus ancestros de dejar que sus restos descansen en Buenos Aires. Voluntad que evidentemente fue desoída por las autoridades entrerrianas.
¿Qué dirá López Jordán nieto si un día resolviera venir a Paraná para conocer la nueva morada de las cenizas de su ilustre abuelo? No la hallaría. Aquí ha pasado al anonimato.
Ninguna autoridad acompañó la cureña con los restos en el trayecto que va del palco de actos centrales hasta la necrópolis. Una vez allí, fue depositado en un mausoleo anónimo y finalmente trasladado al panteón de la familia Martínez de Forte, sin que se colocara en su exterior referencia alguna. Si no hay quien guíe a quienes desean visitar la tumba, es imposible hallarla. (...) Apagados los ecos del acto político en el que reiteraron discursos dos precandidatos de la interna entrerriana, el general López Jordán descansa anónimo... Y quizás olvidado en poco tiempo más".
Luis Egidio Jacobi, periodista, Yrigoyen 1213, Crespo, Entre Ríos 7.

Publicado originalmente en www.miercolesdigital.com.ar, acceso: 31 de Agosto de 2012

Citas y fuentes
1- Fermín Chávez, 'López Jordán regresa de Pavón', en Crisis Nº 25, Buenos Aires, Mayo 1975, Pág. 47.
2- Susana Cogno, 'Caudillos y montonera', Uno, Paraná, 9-9-2001.
3- Fermín Chávez, 'Hablando bien claro', Reportaje de Aníbal Vicentín en Análisis Nº 624, Paraná, 29-7-04, Pág. 28-9.
4- Aníbal Vásquez, 'Periódicos y periodistas de Entre Ríos', Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná, 1970, Pág. 103.
5- Chávez, Hablando...
6- La Nación 16-6-90.
7- La Nación 29-7-1990.

3/9/12

¿Dónde está López Jordán?


Por Jorge G. Villanova
(Parte I)

El jordanismo, encarnación del federalismo más extremo, se encuentra espantado. Observa en los últimos años de Urquiza una renuncia a los postulados del partido Federal. Sacarlo del medio parece ser la única oportunidad para devolver a la provincia su lugar de preeminencia entre sus hermanas. Eso creen al menos.

No es de ahora, todo habría arrancado en Pavón. En 1864, Evaristo Carriego, ya asumido en el rol de opositor, escribe a su amigo Martín Ruiz Moreno sintetizando la posición de los jordanistas: "Parece que el general Urquiza se ha propuesto, como dice muy bien usted borrar, todos sus buenos antecedentes. Desde Pavón a esta parte no ha hecho más que seguir una cadena de desaciertos. Pierde el país, pierde a sus amigos y se pierde él mismo. La historia no presenta el caso de una ceguedad igual... Lástima causa verlo en la declinación de sus fuerzas morales y en el oscurecimiento de una gloria que ha podido brillar con tanto esplendor. ¿A dónde va hoy? Va al precipicio que su misma mano ha cavado...".
Sumemos todos los antecedentes ya tratados y ubiquémonos en el 11 de abril de 1870, con Urquiza muerto. ¿Cómo reaccionó la población? "Nadie se movió. No se alzó una voz de protesta. Descabezado el gobierno, ni civiles ni militares dieron muestra de desasosiego, de inquietud, de reacción. El pueblo no se conmovió", dice Aníbal Vásquez.
López Jordán asume la gobernación y no sólo eso, también se hace cargo de la responsabilidad política que le cabe a su movimiento por la muerte del viejo caudillo. Y cuando todo se perfila para una nueva etapa en la Provincia, sobreviene lo impensado: Sarmiento decide que es imprescindible intervenir Entre Ríos.
El presidente, presionado por Mitre, pero no sin poca buena voluntad de su parte, ordena a un 'ejército de Observación' ubicado en la zona, proceder al desembarco en la provincia sin autorización legal alguna el día 19. Ubiquémonos en el pensamiento del sanjanuanino y preguntémonos, conociéndolo mínimamente en sus antecedentes ¿Podía acaso Sarmiento, -desde su óptica de país- permitirse el lujo de que renazcan las lanzas montoneras? "...(Urquiza) ha sido víctima de su sumisión al gobierno nacional, deplorada su muerte por los que antes fueron sus enemigos y por Buenos Aires, y que ha sido sacrificado por los suyos y sus favoritos, como es casi siempre la suerte de los que se salen de las condiciones ordinarias del poder regular...", contesta el presidente. Y procede a su manera.
Mientras, el día 14 la Legislatura designa a Ricardo López Jordán para ocupar el cargo vacante. Todos los pasos fueron ejecutados legalmente. Las acciones del nuevo gobernador se desarrollan de acuerdo a esa tesitura: "El mismo jefe oficiaba al gobierno nacional su elevación al poder y manifestaba que aceptaba las autoridades y órdenes del Poder Federal".
Claro que Sarmiento no estaba para este tipo de sutilezas por más legales que fueran. Y en una proclama del 20 de abril señala: "Un general de Entre Ríos oculta su espada para tomar el puñal del asesino, y premedita una muerte eligiendo sus adeptos entre aquellos que el crimen ha hecho más famosos. Atraviesa con ellos una larga distancia, se aposta en un lugar vecino y envía a sus sicarios...", y agrega: "La Legislatura se reúne después bajo el estupor de este crimen, y estando presentes los que lo habían cometido, eligió cediendo a sus intimidaciones al general López Jordán... En Entre Ríos no hay administración de justicia, porque los criminales se han apoderado del gobierno...".
Ahí se prenden los urquicistas y van a los números. Sobre 23 diputados, asisten 12 y de ellos dos votan en contra, señalan.
Una carta del legislador Francisco Crespo al Ministro de Guerra, Martín de Gainza, refiriéndose acerca de la revolución, es nota interesante de repasar: "Querido Martín: No pertenezco a los que la hicieron ni remotamente la esperaba, pero simpatizo con ella porque espero tendremos un gobierno más liberal y menos despilfarrador que el anterior. La tranquilidad que reina en toda la provincia, la prontitud y alegría con que fue recibida y cumplida la primera orden del nuevo gobierno (...) me hace creer que piensa como yo la mayoría del pueblo entrerriano (...) Tal vez se diga a ustedes que en la elección del general López ha habido cohecho, pero esto es falso (...) Tengo también la persuasión de que se intentará hacer creer en ésa que López Jordán en el poder es una amenaza para el gobierno nacional. Yo no lo creo. Antes que todo es argentino y ambiciona, me consta, para su patria, engrandecimiento, libertad y progreso, bienes que no se obtienen sino con la paz y el respeto a la Constitución...".
Otra opinión autorizada será la de Onésimo Leguizamón, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien en 1877 reconocerá: "La intervención fue a Entre Ríos, terrible i desoladora como la manejaban los mejores generales del imperio, es decir Mitre (...) López Jordán vivía i me era odiado. Su causa mala en sus formas, era, sin embargo justa en su derecho".
Obviamente que López Jordán reaccionará, y el 23 convoca a cadena provincial y atiza al pueblo, con su conocida proclama: "¡Entrerrianos! Os acabo de dar libertad y derecho. Nuestros eternos enemigos no lo quieren reconocer, trayéndonos la guerra, y aquí me tenéis con la lanza en la mano para defenderlos. Si queréis ser esclavos permaneced en vuestras casas. Si queréis ser libres, venid a acompañarme...
¡Entrerrianos! Vuestros representantes me han elegido para defender la Constitución; y esos infames enemigos desconocen y pisotean vuestro gobierno, vuestros representantes y la Constitución. ¡La guerra pues! Esto manda el honor y la libertad".
Y a los gobernadores de las provincias hermanas, en un extenso cartapacio, les comunica, entre otras cosas: "Hace 30 años que Entre Ríos cumple con la noble misión de fecundizar con su sangre el árbol de la libertad, a cuya sombra viven felices, ricos y prósperos los pueblos hermanos, mientras él, sacrificado en dilatadas campañas, volvía a su hogar a encorvarse bajo el yugo del despotismo personal.
Jamás le alcanzaron los beneficios de la libertad que llevaba con sus armas victoriosas al otro lado del Uruguay y al otro lado del Paraná, y como hijo i desheredado de la justicia y el derecho, el pueblo grande y generoso, gemía bajo la mano férrea que había oprimido a dos generaciones... Entre Ríos quería ser libre, necesitaba ser libre. Y por santo amor a la libertad, esa aspiración sublime de los pueblos que los lleva hasta el martirio, esa conciencia de su derecho por tanto tiempo hollado y desconocido, armó su brazo en el glorioso movimiento revolucionario del 14 de abril en que se dispuso a poner término a su prolongado sufrimiento".
"Si al decretar la intervención militar de la Nación en Entre Ríos, Sarmiento supone que sus planes han de verse secundados por una parte de la población entrerriana, se equivoca, pues mientras los principales vecinos de Gualeguay, Concepción del Uruguay y otras poblaciones reclaman el retiro de las fuerzas nacionales, por considerar que los habitantes disfrutan de plenas garantías, los comandantes militares de los departamentos se ponen incondicionalmente a las órdenes del nuevo gobernante", afirma Newton.
Hasta la insospechable Beatriz Bosch reconoce que la mayoría del pueblo se alinea tras el nuevo gobernador: "Por un momento los entrerrianos olvidan la muerte inicua del Organizador. Sólo piensan en detener a los invasores. Provistos de escasas y rutinarias armas comandan las huestes Carmelo Campos, Mariano Querencio, Bartolomé Castañeda, Alejandro Leiva, Robustiano Vera, Juan Luis González".
Las acciones de guerra son conocidas, los combates también: Santa Rosa, Don Cristóbal. Ñaembé, el 24 de enero del 71, será el final del jordanismo. Derrotado por el joven Julio Roca, su ex alumno en el Colegio, López Jordán marchará al exilio. Pero es el fin. Los dos intentos posteriores no tendrán sentido. López Jordán lamentaba haber sido derrotado por un puñado de muchachos, pero no fue así. Ni siquiera fue abatido por los Remington ni por los cañones Krupp, ni por los sobornos, ni por el precio que impuso Sarmiento a su cabeza. En verdad había sido vencido por el nuevo país que conformaba la antigua oligarquía vacuna de Buenos Aires, bajo la protección del comercio británico. Donde los caudillos federales, a la vieja usanza, no tenían cabida. Con todo lo que eso implicaba.

"El cañón toca milonga
y hay que saltar la cuja
con su poncho se tapuja
del fiero viento los fríos.
¡Y revoleando los sables
gritemos: Viva Entre Ríos!"


Publicado originalmente en www.miercolesdigital.com.ar, acceso: 31 de Agosto de 2012

Citas y fuentes
Carta de Evaristo Carriego a Martín Ruiz Moreno en enero de 1864, en Roberto Iñigo Carrera, 'Sarmiento y López Jordán, Revolución en Entre Ríos', CEAL, Buenos Aires, 1981, Pág. 261.
Aníbal Vásquez, 'Periódicos y periodistas de Entre Ríos', Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná, 1970, Pág. 105.
La República del 14-8-1870.

28/8/12

En el cielo las estrellas...


Por Estanislao Córdoba
Hay una cuarteta que podernos decir sin exagerar, son muy pocos los que alguna vez no la repitieron. Es aquella que dice: «En el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en el medio de mi pecho, la República Argentina». Hasta 1966 nada se sabía sobre quién era su autor. Pero en este año, el 1°de Febrero, el diario «La Razón» de Buenos Aires comenta el origen de tan difundida cuarteta de sentido patriótico en toda la sencilla composición de la misma. Su autor habla sido don José Piñeiro, español residente en Buenos Aires y emparentado con una antigua y conocida familia lapaceña, y precisamente aquí en La Paz había sido compuesta la tan mentada cuarteta “…que se remonta a 1901, y por lo tanto es anterior a “La Morocha”, el sencillo tango de Enrique Saborido y Villoldo. Autor de esta difundida cuarteta lo fue don José Piñeiro, quien la compuso en oportunidad de encontrarse en La Paz (Entre Ríos). José Píñeiro había llegado de España en 1896 y trabajaba como mandadero en un almacén en la Capital Federal. Con el afán de progresar, invertí en libros parte de sus ahorros y redactaba pequeñas composiciones en prosa y en verso. Atraído por el sentimiento familiar, en 1901 viajó a La Paz para visitar a su prima Generosa Piñeiro de Dopazo. Carmencita Dopazo, hija de doña Generosa, tenía entonces cuatro años y mucha gracia y se veía en el compromiso de tener que tomar parte en una fiesta escolar, y alguien pidió a su tío que el hiciera un versito.
José Piñeiro
Escuchar "Los argentinitos" de Miguel Mateos
Don José sentía la influencia y atracción de Gustavo AdolfoBecquer, pero escribir especialmente para una criatura le hizo meditar. Entonces se le ocurrió la asociación de la belleza del cielo y la profundidad del amor a la Argentina, y compuso cuatro graciosos versos para que Carmencita en su balbuceo infantil, los dijera en la fiesta de fin de curso.
La nena los aprendió y fue el éxito. El episodio quedó en el olvido para don José Piñeiro, que sin siquiera previo lo que acontecería. Es posible que la maestra anotara la cuarteta y siguiera enseñándola a sus pequeños, pues se difundió y hasta llegó a vulgarizarse en La Paz…”
La niña Carmencita, fue después la señora Carmen Dopazo de Giménez que vivió los últimos años de suestada en La Paz, en la esquina Este que forman calle San Martín y Sáenz Peña, frente al Palacio de Tribunales.
“…Cincuenta años después de aquella visita a La Paz, mientras don José esperaba un tren en Capilla del Señor, oyó a un niño repetir la poesía, lo que le produjo gran emoción.
El tiempo siguió. Los decenios de este siglo fueron sumándose, y los cuatro versos se repitieron por todas partes.
Y así, aquel humilde “mayora de tranvía llegado de Pontevedra años antes, pleno de ilusiones y esperanzas, compuso en 1901 en nuestra ciudad aquellos versos sencillos y emocionantes: «En el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en el medio de mi pecho, la República Argentina».

Este relato fue publicado en la revista Cuando el pago se hace canto, La Paz, enero de 1996, con el título original “La más difundida y popular de las estrofas patrióticas fue compuesta en La Paz”

22/8/12

Más sobre la guerra contra el Paraguay

Por Ángel Harman
La guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay siempre dará lugar a controversias y especulaciones.
De todos modos, es necesario hacer algunas aclaraciones:
1) Este conflicto se inscribe en el largo proceso de conformación territorial de los Estados sudamericanos y de formación de las nacionalidades.
2) Tanto la diplomacia del Estado oriental como la paraguaya cometieron errores inconcebibles q
ue tuvieron influencia decisiva en el origen de la guerra.
3) El Paraguay no era una potencia industrial: el establecimiento de Ibicuy era una fundición de hierro, no muy diferente de las que se conocían en Europa desde fines de la Edad Media.
4) Nadie duda de que el Paraguay era un país independiente, en el cual el Estado ejercía el monopolio de los principales rubros del comercio exterior (yerba mate, tabaco y maderas). Pero su producción esencialmente agrícola y forestal alcanzaba para el autoabastecimiento, y en menor medida, para la exportación a los países vecinos.
5) No se puede decir que la guerra fue alentada por Gran Bretaña. En todo caso, una vez iniciada la contienda, tanto Argentina como el Imperio del Brasil buscaron financiación a través de las casas bancarias británicas, que eran las que mayor presencia y capacidad en la región.
6) La guerra fue aprovechada por grupos empresariales vinculados al gobierno argentino, que hicieron buenos negocios como proveedores del ejército. Esta costumbre no era una novedad, pues venía desde los tiempos de las guerras de la independencia. 
7) De parte del gobierno argentino hubo errores e improvisación: nadie había pensado en que el conflicto durara más de un año. 
8) Además, las deserciones en los ejércitos, más que relacionarse con el sentimiento de unidad americana o de reacción antimperialista, era común en nuestro país: mientras la lucha fuera en territorio propio había posibilidades de conservar el control de las tropas; pero siempre hubo deserciones masivas cuando los conflictos se producían en regiones alejadas del lugar de procedencia de los milicianos.
9) No se puede negar las responsabilidades que los principales actores tuvieron en el estallido de la guerra y en su perduración: en principio, la del Imperio con su afán expansionista; la del gobierno encabezado por Mitre, por haber alentado el derrocamiento del gobierno “blanco” uruguayo; los desaciertos políticos y diplomáticos cometidos por el gobierno oriental; y los errores políticos y estratégicos cometidos por de Francisco Solano López, cuya megalomanía suicida condujo al sacrificio de la mayor parte de su pueblo. 
10) Esta guerra significó para los entrerrianos otro elemento negativo en el declinante prestigio del general Urquiza, que se sumó a las dudas sobre la derrota de Pavón y a las subsiguientes rebeliones protagonizadas por los federales del interior. Pese a la resistencia y desbande de las milicias entrerrianas, un buen número que participó en la guerra murió, en tanto, algunos pocos de los que pudieron regresar, recibieron compensaciones, mientras la mayoría padeció las secuelas producidas por las heridas o por el abandono de sus propiedades. 
La tragedia de la guerra contra el Paraguay ha representado una pesada carga sobre la conciencia de los argentinos. Pero si se quiere comprender en amplitud las causas de la misma, es necesario hacer un análisis profundo de cada una de ellas. No hubo entre los principales protagonistas voluntad de solucionar los conflictos por otra vía; en cambio, millares de hombres de los cuatro Estados fueron conducidos a sufrimientos indecibles. El Paraguay padeció las peores consecuencias de la guerra; pero los otros países quedaron endeudados y maltrechas sus economías.

14/8/12

Los entrerrianos en la Guerra contra el Paraguay


Por Rubén Bourlot
La guerra contra el Paraguay, librada entre 1865 y 1870 por la Triple Alianza – Argentina, Uruguay y el Imperio del Brasil – tuvo en Entre Ríos una amplia repercusión y graves consecuencias. Fue un conflicto ajeno a los intereses de la provincia y del país todo. La guerra estuvo motorizada por el Imperio del Brasil y tuvo como telón de fondo los intereses del libre cambio comercial de Inglaterra.
El Paraguay industrial e independiente era un precedente insoportable para la política británica.
Bartolomé Mitre fue el firmante de la alianza bélica y exigió a las provincias la contribución de todos los hombres disponibles. A Justo José de Urquiza le tocó la movilización de las tropas entrerrianas. Pero los entrerrianos no eran fáciles de arrear por su rebeldía natural y por la impopularidad de una guerra de la mano del Brasil. Hacía medio siglo que la provincia había sido teatro de operaciones de la compaña contra el imperio portugués y aún estaban candentes las bombas que Tamandaré había lanzado contra Paysandú en 1864-65. Allí estuvieron, junto a Leandro Gómez, en la defensa heroica de la ciudad oriental entrerrianos como Lucas Piriz, Waldino de Urquiza (hijo del General), Ricardo López Jordán, entre otros. Era la Paysandú que le cantó Gabino Ezeiza: “Heroica Paysandú, ¡yo te saludo!”, y Olegario V. Andrade: “¡Sombra de Paysandú, sombra gigante…!. Y ahora tenían que marchar bajo la bandera imperial contra los hermanos paraguayos.
El gobierno nacional le impuso a Entre Ríos una contribución de 5.000 hombres de caballería que serían reunidos en el campamento de Calá. Urquiza cumplió sobradamente con ese cometido y partió hacia el norte provincial con 6.000 efectivos que acamparon sobre el arroyo Basualdo, en el límite con Corrientes. En Concordia se encontraba Bartolomé Mitre al comando del cuartel general. Pero el 3 de julio de 1865, aprovechando la ausencia de Urquiza, la caballería provocó un desbande general. Los cuerpos de “victorianos” y “nogoyaceros” escaparon y, al decir de Mitre, “no existe ya el cuerpo del ejército entrerriano” (carta de Mitre a Juan Gelly y Obes). Urquiza le prometió volver a reunir las tropas “después de haber tomado sus medidas contra aquellas que él cree han tenido participación en tan desagradable incidente”. Mitre sostiene que la rebelión fue producto de las “miserables intrigas de alguno de sus jefes, entre los que parece haber sido cabecilla López Jordán”. No obstante Aníbal S. Vázquez (Caudillos entrerrianos: López Jordán), dice que López Jordán se mantuvo en su puesto ante la rebelión. Otros historiadores acusan al santafesino Telmo López (hijo del brigadier Estanislao López), al servicio del Paraguay, de ser el instigador.
No hay dudas que López Jordán no simpatizaba con esta guerra y en una carta que se le atribuye le manifestaba a Urquiza: “Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca General, ese pueblo es nuestro. Llámenos para pelear a los porteños y brasileros. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo de Entre Ríos”. (Ramón J. Cárcano: Guerra del Paraguay).
Según Estanislao Zeballos, el propio Urquiza convocaba a las tropas diciéndole que iban a la guerra contra el Imperio del Brasil.
Tras el desastre de Basualdo, Urquiza prometió reunir un nuevo contingente “más numeroso, más entusiasta y más decidido que el que licencié en Basualdo…”, le asegura a Mitre.
Con mucho esfuerzo logró tener la tropa lista, que para noviembre se encontraba en el arroyo Toledo y ahí nomás se volvieron a desbandar.
Posteriormente, bajo su propia vigilancia, embarcó en el puerto de Concepción del Uruguay dos batallones de infantería y uno de artillería, a los que seguirían otros contingentes en el transcurso de la guerra.
No hay dudas que desde el comienzo fue esta una guerra impopular, resistida por todas las provincias, que provocó la destrucción del Paraguay y horadó el prestigio de muchos de los dirigentes que en ese momento tuvieron que optar entre resistir los embates del gobierno nacional como lo hicieron Juan Saá o Felipe Varela, u obedecer a regañadientes.
“La libertad que los presidentes Mitre y Sarmiento han servido por la guerra contra el Paraguay, cuesta a la República Argentina diez veces más sangre y diez veces más dinero que le costó toda la guerra de su independencia contra España; y que si esta guerra produjo la independencia del país respecto de la corona de España; la otra está produciendo la enfeudación de la República a la corona del Brasil”, escribía Juan Bautista Alberdi (El crimen de la guerra).

3/8/12

Escuelas para cultivar la tierra


Por Rubén Bourlot
Entre Ríos es pródiga iniciativas educativas desde los orígenes de su conformación como territorio autónomo. Ya en 1815, ante el cierre de la escuela parroquial, José Artigas encomienda al comandante Eusebio Hereñú la fundación de una escuela sostenida por el estado en Paraná. Un año después, en 1816 comienza a funcionar la primera escuela lancasteriana de Latinoamérica en Concepción del Uruguay, fundada por el chileno Fray Solano García.
Años más tarde se destaca la labor a favor de la educación sostenida por Francisco Ramírez, que en los reglamentos que organizan la República de Entre Ríos dispone la obligatoriedad de asistir a la escuela a todos los niños e instruye a los comandantes militares para que instalen escuelas en sus respectivas jurisdicciones.
Justo José de Urquiza es reconocido como uno de los pioneros en el impulso de la educación a nivel nacional. A él se le deben múltiples proyectos como la ley de 1826 que ordenaba la construcción de escuelas en villa y pueblos, o la fundación de escuelas normales en Paraná y Concepción del Uruguay, en 1848, dos décadas antes de su efectiva concreción. Pero lo más destacable son las realizaciones como los planes de educación durante sus gobernaciones, la fundación del Colegio del Uruguay en 1849 y el impulso para la definitiva instalación del normalismo en la provincia.
También merece reconocerse la labor de pioneros en sus respectivos momentos a entrerrianos como Martiniano y Onésimo Leguizamón, y Osvaldo Magnasco en sus gestiones a nivel nacional, a Manuel Antequeda como Director General de Escuelas a principios del siglo XX y Héctor Guionet en los albores de la década del ’60, por nombrar algunos.

Formar agricultores
En materia de educación agropecuaria la provincia tiene sobrados títulos para considerársela precursora.  En los reglamentos de la República de Entre Ríos, se estimula a los vecinos para que favorezcan el procreo de los animales vacunos y caballares, y los instruye para que siembren granos y planten árboles frutales.
En 1824, en la memoria del gobernador José León Sola se menciona el envío de jóvenes para estudiar en la Escuela de Agricultura de Buenos Aires, la que fuera fundada por Rivadavia, de efímera existencia.
Durante la gestión de Urquiza, en 1851 se dispuso la formación de chacras en las escuelas de campaña para que los niños aprendieran el cultivo de la tierra. Estas chacras debían tener una extensión mínima de tres varas de frente por tres de fondo.
A fines del siglo XIX comienzan a concretarse las primeras iniciativas para instalar establecimientos de enseñanza agropecuaria, de lo cual ofrecemos algunos ejemplos.

Carbó y la Escuela de Agricultura de Villa Urquiza
Uno de los impulsores de la educación agropecuaria fue Alejandro Carbó, egresado y director de la Escuela Normal de Paraná, que alternó la función docente con el desempeño como legislador. En  1896 fue nombrado presidente del Consejo de Educación de Entre Ríos. Desde esa función se propuso cumplir la ley de educación común promulgada en la provincia en 1886, la cual determinaba que se debían preferir los elementos teórico–prácticos que mejor convinieran "a las condiciones locales de cada distrito o sección escolar, teniendo en cuenta los trabajos habituales del vecindario y el mejor servicio de las industrias existentes o que puedan establecerse según las fuentes naturales de riqueza". Por esa razón estableció un plan de actividades para el Consejo de Educación que determinaba que en las escuelas de campaña (es decir, campo) se haría obligatoria la práctica de la granja escolar para los varones y de jardín para las niñas, a la vez que establecía excursiones a los establecimientos y colonias cercanos a las escuelas. Con el objetivo de cumplir esas disposiciones ordenó la creación de una granja escolar en los alrededores de la capital y una escuela de agricultura en Villa Urquiza. Esta última creada en 1898 en la que fuera la primer colonia agrícola del país fundada en 1853 por Urquiza. El primer director fue un francés, Gastón Decleve. En 1920, un tornado destruyó sus instalaciones. En 1985 fue recreada bajo su actual denominación de Escuela Agrotécnica de Villa Urquiza.

La Escuela de Las Delicias
Durante la gobernación de Leónidas Echagüe, se adquiere 300 hectáreas en la Estación Las Delicias, cerca de Paraná, que se donan al gobierno nacional para la instalación  de una escuela de agricultura que se formaliza mediante el decreto del 3 de mayo de 1900 que crea la escuela de Agricultura "Las Delicias". En 1904 comienza la etapa de organización, funcionando en primera instancia como Escuela Agrícola Primaria.
 Posteriormente se construyen nuevos edificios y el 5 de Junio de 1911, pasa a ser la Escuela Práctica de Agricultura de Las Delicias.
Los cursos duraban 3 años y para su ingreso debían rendir un examen equivalente al tercer grado de las escuelas comunes, pudiendo también asistir en calidad de oyente, siendo el primer egresado don Ángel Barozzi en Junio de 1914 como Práctico Competente en Agricultura y Ganadería.
En 1945 la Escuela de Agricultura Las Delicias pasa a funcionar como Establecimiento de Enseñanza Agrícola Superior, de carácter Politécnico, con la finalidad de capacitar a los agrónomos egresados de las escuelas agrícolas, técnica y prácticamente para intervenir en el manejo de las explotaciones rurales.
En 1946 comienza el nuevo plan de estudios que permitía al alumno obtener el título de cabañero, dado que era una escuela de Tambo y Cabaña. Posteriormente se otorga  título de Técnico en Granja. A partir de 1966 se extienden los títulos de Experto Agropecuario al terminar el ciclo básico, y el de Agrónomo General Nacional de tres años más de duración.

Escuela Agrotécnica de Villaguay
La escuela Justo José de Urquiza, fundada en Villaguay en 1905, se concentra en la enseñanza del cultivo, siembra, recolección de cereales, la cría y cuidados del ganado,  y la transformación industrial de los productos. Los fundamentos de su creación hacen hincapié en la supuesta "ignorancia de la población rural, refractaria a las innovaciones". De ahí que se propicia convencer al alumno de la importancia de las industrias accesorias que "deben resolver el problema de la subsistencia del colono y su familia, y de que de las industrias madres debe arrancarse esto: el ahorro". Los estudios duraban tres años y al mismo tiempo los alumnos cursaban de tercero a quinto grados de la escuela primaria común. Se aclaraba que no se proponía formar profesionales, ni siquiera capataces, sino "desarrollar aptitudes que, bien aplicadas, provocarán la evolución del trabajo empírico hacia el trabajo consciente y fecundo".

Escuela de Avicultura de Colón
En 1903 el diputado Emilio Gouchón proyectó una Escuela de Agricultura en Colón. En 1913, el diputado nacional Méndez Casariego presenta un nuevo proyecto para el mismo fin. En 1927 el Centro de Fomento Departamental de Colón se dirige al Ministro de Agricultura de la Nación ofreciendo 100 hectáreas de terreno a dos kilómetros de la ciudad para una Escuela de Avicultura que empieza a funcionar como un establecimiento agrícola siendo su primer encargado el agrónomo Humberto Fonseca. En 1937 empieza a funcionar como Escuela de Agricultura en Formación, sin alumnos oficiales y con peones aprendices. En 1942 asume la dirección el agrónomo y administrador rural Guillermo San Román, quien le imprime una orientación más técnica a la escuela. Viendo que la avicultura está muy desarrollada en la zona y que se realizaba con técnicas precarias se comienzan a dictar clases teóricas en la Universidad Popular y prácticas en el Establecimiento. Los primeros egresados en 1946 obtuvieron el título de Práctico en Avicultura. En marzo de 1944 la “Escuela en formación” pasa a ser Escuela de Avicultura, funcionando oficialmente.
El 2 de julio de 1944, se coloca la piedra fundamental del futuro edificio de la Escuela de Avicultura con su respectivo internado que se inaugura el 26 de mayo de 1952.
En la década del ’60 se modifican los planes de estudio con la incorporación de dos ciclos, un básico del cual los alumnos egresan con el título de Experto en Granja y otros superior del cual egresan con el título de Agrónomo Nacional. Hasta fines de la década del ’80 perteneció a la jurisdicción nacional.

La formación de maestros rurales
Con el objeto de implementar el plan de implementar las granjas anexas a las escuelas rurales, establecidas por la ley de educación común de 1896, en 1904 por iniciativa de Manuel Antequeda se resolvió crear una escuela para la formación de maestros que a su vez tuvieran conocimientos en técnicas de cultivos y crianza de animales para trasmitirlas a sus alumnos. Así nace la Escuela Normal de Maestros Rurales Juan Bautista Alberdi, ubicada en las cercanías de la estación Tezanos Pinto. Es la primera escuela en su tipo de Latinoamérica. En esta escuela estudiaban exclusivamente varones.
Medio siglo después, en 1862, durante la gobernación de Raúl Uranga y la presidencia del Consejo General de Educación de Héctor Guionet, se fundó la Escuela Normal de Maestras Rurales Almafuerte, en las cercanías de La Picada. De esta manera se agregaba la perspectiva femenina al magisterio rural.
Hoy ambos establecimientos son mixtos.

1/8/12

Un singular establecimiento con pretensiones socialistas


Por Rubén Bourlot
En las cercanías de la localidad de Hughes, departamento Colón, Entre Ríos, un siglo atrás funcionó un establecimiento agropecuario de singulares características. Aún hoy se encuentran ruinas de lo que fue el sueño socialista de Juan José Durandó (Jean Joseph Durandó).
En 1978, quien escribe visitó los vestigios del establecimiento, enredados entre la maleza, y recogió testimonios de vecinos y descendientes de Durandó que residían en Colón. Entre otros a Eduardo Durandó, de 82 años, hijo de Juan José y quien vivía junto a dos hijas. En Hughes el guía fue Raúl Morel, uno de los propietarios de una tradional panadería del lugar.

El socialismo utópico entre nosotros
Según relata el historiador Héctor Norberto Guionet, “la creación del "falansterio" (de colonia Hughes), fue una experiencia insólita del siglo XIX, una comunidad singular que vivía del trueque. Jean Joseph Durando, fue sin duda su principal protagonista”.
El término “falansterio, viene de falange. Significa edificación para actividades de gente que vive en comunidad. La recreación del falansterio surge de las ideas de François Fourier (1772-1837), socialista utópico francés, uno de los antecesores del socialismo científico, autor entre otras obras de El nuevo mundo industrial y societario”, sostiene Guionet y agrega “era una asociación voluntaria de familias que vivían en comunidad. Nadie los obligaba; el que quería entraba, como en una cooperativa”.
Según lo expresa Guionet, el valesano Jean Joseph Durando había formado un pueblito, una "petite place", con los que lo seguían, llamado también colonia Hugues.  En sus orígenes fue establecimiento Agrícola-Industrial, que después tomó el nombre de su fundador, Durandó.

Las ruinas del falansterio
En 1978, se podían ver los vestigios  de un establecimiento agropecuario fuera de lo   común, creada por un visionario. Aún permanecían en pie las gruesas paredes de ladrillos de varias construcciones. En el interior, existían sótanos de dimensiones considerables a los que se accedía mediante escaleras de madera de muy excelente confección. Lo mismo se podía decir de los techos y sus pisos que se conservaban en buen estado.
Era interesante observar los baños para el personal, individuales y de una construcción que poco difería de las actuales.
Otra construcción de que llamaba la atención era el molino harinero, con paredes construidas con enormes piedras labradas, que funcionaba con un motor a vapor apoyado sobre una enorme piedra. Varios basamentos de este tipo se podían ver en las construcciones aledañas.
Edificio de la escuela en 1978

También  permanecía en buen estado la edificación la escuela primaria que funcionaba en la granja, con su techo a dos aguas y cielorraso de paja.
En los alrededores se erguían ejemplares de de un monte frutal con ejemplares de perales, durazneros, entre otras especies. También había plantaciones de robles, coníferas y  otros.
Un molino abastecía de agua a tanque de hierro remachado, que se distribuía mediante cañerías que aún se podían ver.
Dentro de las habitaciones de lo que fuera la residencia quedabann algunos restos de muebles y un baúl de viaje con una inscripción de despacho desde Francia a “Villa Colón” a nombre de P. Massera.

Un día en la Granja Durandó
Es la madrugada de un nuevo día, allá por los finales del siglo diecinueve. Aún las sombras impiden vislumbrar el paisaje ondulante cubierto por espinillares que años atrás invadían la zona, pero que a esta altura van dando paso a las mieses, día a día más extendidas merced al trabajo de los gringos inmigrantes.
En las chacras el canto de los gallos se oye mezclado con las voces somnolientas de los colonos que se aprestan para iniciar - una vez más - las tareas en las chacras. En uno de esos establecimientos, muy singular, en la colonia fundada por don Luis Hughes, la actividad va tomando el ritmo que no se detendrá hasta el anochecer. En todas las edificaciones resplandecen las lámparas de carburo. Más de un centenar de almas darán la emergía a esa máquina que es el establecimiento de José Durandó. Luego del humeante desayuno, preparado por el cocinero Julio Antonio Jaton, cada hombre y cada mujer partirán rumbo a su lugar de trabajo, donde los encontrarán los primeros albores del amanecer.
Minutos después, la escuela se puebla de voces infantiles, donde los niños observan atentos las explicaciones de la maestra Elena Andreasi. Cerca del molino harinero la gran caldera, una innovación, comienza a inyectar vapor para movilizar la maquinaria de la molienda y del torno, que en manos de Humberto Haudemmand proveerá de los útiles necesarios para el trabajo cotidiano.
Desde el edificio principal, Juan José Durandó imparte órdenes y supervisa las diversas tareas. La actividad continuará a lo largo de toda la jornada hasta que el astro rey de paso a las primeras estrellas. Así todos los días, hasta el domingo, día destinado al reposo y  la meditación. Entonces la banda de música descubrirá sus relucientes bronces dando la nota agradable a la jornada.
Dice Héctor Guionet que “Durandó incluyó en su búsqueda el auxilio religioso a su numerosa comunidad a la que inducía, no a un nihilismo que negara toda creencia, pero sí—consciente de que todo se desarrolla en el interior del hombre —a un nuevo compromiso con la fe en lo que Grand Père proveía mostrando el camino por seguir cada vez que su interlocutor —Monsieur Durandó—lo consultaba concentrándose en sus invocaciones al caer la tarde.
Su palabra era, entonces, la palabra de Dios. Ello así aunque cada vez que anunciaba: ‘Hablé con Mon Père, Notre Père o Le Grand Père’, agregaba que también los demás podían lograr una comunicación directa con Él sin su intermediación”.
Quizás diste en algo o en mucho de la realidad esta reconstrucción imaginaria de una jornada en el establecimiento Agrícola Industrial de Juan José Durandó de colonia Hughes. Pero sí podemos afirmar que por aquella época el trabajo era duro, constante y por cierto consecuente, pues aun lo demuestran los vestigios que perduran. El progreso del establecimiento fue fruto de ese trabajo.

Hombres, mujeres y oficios
EI alma mater de todo ello fue don Juan José Durando, nacido en Turín (Italia) el 7 de marzo de I842, hijo de Constantino Durandó y María Luisa Coquoz. Se nacionalizó Suizo, casándose en Vevey (Suiza) con Ema E. Pittex, oriunda del Cantón de Vallais, nacida el 28 de marzo del 1862. Según Héctor Guionet, había nacido en Evionnaz, cantón del Valais, Suiza.
 Durando llegó a estas tierras el 18 de diciembre de 1874 y realizó varios viajes a Europa para traer inmigrantes y materiales para su singular establecimiento. Sin duda la prédica entusiasmaba a los europeos que se embarcaban en la búsqueda de una nueva quimera. En diciembre de 1888 traslada de Europa a su familia.
Eduardo Durandó, hijo de Juan José
En 1894 vuelve de Europa con Pedro Massera  que tendría un papel fundamental en el desenvolvimiento del establecimiento. Nacido en 1847 en Cicogna (Italia), hijo de Juan Massera y Teresa Reggazzini. Se casó con Carolina Crivelli en 1870. Este empresario de obras, tal su título, asociado a Durandó fue responsable de la organización y construcción de las edificaciones de la granja.
En la documentación donde figuran los datos personales de cada uno de los habitantes del establecimiento resulta muy ilustrativo observar los oficios de muchos de ellos. En su mayoría son agricultores. Además podemos individualizar nombres como Enrique Corbaz, jardinero, Juan Ducret, sastre, Augusto Hegglin, tornero, Humberto Haudemmand, carpintero, Julio Antonio Jaton, un exquisito cocinero, José Raynaud zapatero y Francisco Juan Massera (hijo de Pedro) que figura como dibujante pero que luego de separarse del establecimiento continúa sus estudios, y es responsable de la construcción de la costanera colonense.
Cabe acotar que Francisco Massera es el padre del almirante Emilio Eduardo Massera. En 1807 ingresa a la granja Juan Bautista Andreasi, italiano, nacido en 1883, de profesión tenedor de libros.
En junio de 1903 también hace su ingreso Elena Andreasi, maestra jardinera de Concepción del Uruguay, que desempeña tareas docentes hasta 1916 cuando se retira "por su propia voluntad" como reza en los apuntes citados.
EI establecimiento también contaba con un prestigioso grupo musical. Una banda que actuaba no sólo dentro del mismo sino también en localidades vecinas como San José, Colón y en oportunidad de inaugurarse la capilla San Luis Gonzaga de Hughes.
Indudablemente la evolución de la granja tuvo un momento de gran auge, para luego ir declinando su actividad que la llevó a su desaparición. Si bien no tenemos precisiones al respecto, sabemos que luego del fallecimiento de Durandó el 3 de octubre de 1916, el establecimiento continuó en manos de su administrador Antonio Ramat.
La institución fue decayendo teniendo que soportar el asedio que se imprimía desde afuera por diversos motivos y también por la disconformidad de los miembros del grupo por el rigor impuesto. Tal vez la intolerancia religiosa y política fueron definitorias, como lo insinúa Guionet cuando se refiere a los conflictos entre Durandó y el cura de la iglesia de Hughes: “Contrariado el abate de Hugues  lo visitó para tratar de disuadirlo de continuar considerándose con el poder de comunicarse con Notre Père y transmitiendo a las personas la voluntad divina sobre cómo resolver sus cuestiones domésticas. No logró convencerlo y esto enojó aún más al cura católico. Se quejó entonces al párroco de Colón y al obispo de Paraná. Lo acusó de que el casi centenar de personas que vivían en el establecimiento trabajaban los días de guardar, que había chicos sin bautizar y que no siempre recibían enseñanza religiosa.
“La autoridad católica consideraba el Falansterio de Durando de ‘espiritista’. La Iglesia lo combatía y había logrado la deserción del Establecimiento de numerosas familias”. Luego de disuelta la institución muchos de sus antiguos integrantes dispersos volvían a reunirse los 12 de enero para festejarla llegada del año.
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