11/3/14

Los pieds noirs de La Paz

Por Rubén Bourlot
(Publicado originalmente en la revista Orillas)

Alguna vez hubo una colonia de pieds noirs (pies negros) en el departamento La Paz. Fue un emprendimiento de mediados de la década del 60, de cual quedan pocos rastros, salvo algunos apellidos diseminados en la ciudad cabecera del departamento. En la zona los mayores aún recuerdan a los francoargelinos que sin dudas conmovieron la calma del verano paceño de 1964.
La historia de esta inmigración está vinculada con la guerra de independencia de Argelia que se desarrolla entre 1956 y 1962. Una guerra que el gobierno francés no estaba convencido en librar pero fue impulsada por los descendientes de colonizadores franceses residentes en Argelia, precisamente los pieds noirs. Acabada la conflagración y acordada la independencia con la firma del tratado de Evian, los argelinos hostilizaron a los residentes franceses y los obligaron a abandonar el país, con tanta mala suerte para éstos que tampoco fueron aceptados en Francia. Eran unos verdaderos indeseables.
El presidente municipal de La Paz, Osvaldo Lamboglia (a la derecha) 
dialogando con los argelinos 
Mujeres y niños francoargelinos de paseo 
Un francoargelino cazando liebres
Así fue como el gobierno francés procuró ubicarlos en algún lugar en el mundo y surgió el acuerdo con la Argentina, de larga tradición en el cobijo de migrantes. El proyecto fue elaborado por el Consejo Agrario Nacional y preveía la formación de colonias de francoargelinos en Salta, Formosa, Entre Ríos y otros lugares. El grupo traía consigo un promedio de 30.000 dólares por familia en concepto de útiles de labor, adquiridos a través de un crédito pagadero en cinco años otorgado por el gobierno francés. Este a su vez proveería a lo largo de un año la suma de 13.000 pesos argentinos, también por familia, para gastos de mantenimiento. Los elementos antes citados incluían tractores, cosechadoras, pulverizadores, etc. Con ellos venía personal especializado en agronomía. Se consideraba este plan como una colonización modelo. 
La edición del diario La Nación del 22 de marzo de 1964 refleja con notas gráficas el asentamiento de los primeros colonos en un sitio cercano a La Paz, denominado El Saucecito - un predio de unas 21.000 hectáreas - que muestra a los argelinos en un campamento, realizando algunas tareas previas para preparar “el lugar donde se va a erigir la pequeña ciudad destinada a albergar a los colonos”.
Se estima que “llegaron ciento cincuenta familias de pieds noirs a Argentina, con un promedio de dos o tres niños por unidad familiar, lo cual representa un total aproximado de entre setecientas cincuenta y ochocientas personas. Los primeros arribaron hacia 1960 y siguen llegando, cada vez menos, hasta aproximadamente 1970”, cuenta Agustín Osvaldo Revelant Lamboglia.
Los funcionarios nacionales de la época destacaban que “la corriente migratoria hacia nuestro país se ve dificultada por Canadá quien presta importante asistencia a los colonos que incluyó la entrega de 400 granjas y viviendas”. Reinaba un optimismo que resultó, finalmente, exagerado. 
La experiencia comunitaria pronto fracasó porque los pieds noirs no lograban constituir una comunidad homogénea. Lo que los había unido al principio, era su condición de rechazados en Francia y una identidad de muy forzada de pieds noirs, mote que le habían adjudicado los árabes de Argelia. Y para completar este panorama sombrío hay que añadir la falta de experiencia de trabajo agrícola de los recién llegados, la mayoría empleados y funcionarios del gobierno colonial. Además, junto con estos grupos se infiltraron miembros de la OAS, una organización secreta terrorista que solía atentar contra los funcionarios franceses proclives a la independencia argelina.
Una crónica sobre los colonos que llegaron a Formosa pone de relieve que “ellos trajeron sus propios agrónomos, ante su desconocimiento del mundo de la producción rural, ya que nunca habían sido campesinos. Habían sido una suerte de señores coloniales”. No era como preconizaba el diario La Nación ya citado: “La tierra… Han vuelto a ella. En otra latitud, con otro marco, pero es el mismo y hondo y dulce sentimiento de la posesión fecunda el que los vincula a la tierra…”.
La mayoría se alejó de los lugares asignados e inició una reconversión para ejercer actividades comerciales en centros urbanos. Algunos apellidos resuenan aún en la comunidad de La Paz como recuerdo. Pero la mayoría de los vecinos no sale de su asombro cuando uno le pregunta por los pieds noirs.


Fuentes: Testimonios de Julio Blanche y Agustín Osvaldo Revelant Lamboglia. Diario La Nación, 22 de marzo de 1964. Los Hechos Políticos del Siglo XX, Ed. Hyspamérica, Vol. 8, 1982. Isabel Santi, Evocando la emigración a la Argentina de los franceses pieds noirs de Argelia, en http://alhim.revues.org/389: 16 septiembre 2013.

Imágenes tomadas del diario La Nación.

19/2/14

Historia del cooperativismo entrerriano: Sociedad Cooperativa La Clerical

Por Ricardo César Bazán (Tec. Sup. en Cooperativismo)

Cuenta el compendio de cooperativas de 1921 que la Cooperativa La Clerical “fue fundada en la ciudad de Paraná el 14 de Octubre de 1920 a las 10 Horas en el salón de actos públicos del Seminario Conciliar, por iniciativa del clero entrerriano con motivo de la semana social celebrada por el mismo, en la primera reunión se designo a monseñor doctor Abel Bazán y Bustos como presidente provisorio y como secretario al Pbro. José Dobler, los fundadores de “La Clerical” fueron lo mas destacado del clero y civiles de reconocida reputación intelectual , como así también modestos vecinos de Paraná, ellos eran: José Finocchi, Carlos A. Arigós, José Joannas, José Dobler, Abel Bazán y Bustos, Nicolás De Carlo, Juan R. Alvarez Prado, Damián Errecart, José Leonelli, José Eberlé, Pedro Blason, Francisco del Maso, Ramón Elgart, Francisco Pausich, Andrés Sabater, Pedro Alumni, Estanislao Tipek, José Amill, Ángel P. Armelín, Juan Schneider, Nicolás D. Ángelo, José Noctker, Jorge Schrolder, Pedro Weber, Camilo Vázquez, Ángel Taquela, Manuel Baños, Juan Vilar, Jorge Jacob, Juan Jacob, Pedro Tibiletti, Manuel Boedo, Bartolome Grella, José Spugnardi, Miguel de Goucci, Joaquín Fernández, Julián Martínez, Indalalecio Cuena, Juan Grigolato, Elías Roselló, Juan B. Monti, Pedro D. Tibeletti, Gaspar Schaab, Luis Izaguirre, Juan Kropp, Miguel Seib, Conrado Heit, Ignacio Heit y Jorge Schoenfeld.
Mons. Bazán y Bustos
Por Superior Decreto de fecha 17 de noviembre de 1920 fueron aprobados los estatutos, como se detalla a continuación y reconocida como persona jurídica.
Art. 1- Se constituye en Paraná la ‘Sociedad Cooperativa Limitada “La Clerical’, con duración de noventa y nueve años a partir de la aprobación de sus estatutos.
Art. 2- La Sociedad se propone: a) Fomentar entre sus socios la ayuda mutua y la defensa solidaria de sus intereses morales y materiales: b) Estimular el ahorro; c) Abaratar la vida: d) Proporcionar crédito a sus socios: e) Organizar entre dichos socios el seguro de vida y el vitalicio.
Art. 3- De conformidad con su carácter estrictamente mutualista la sociedad excluye de su actividad toda operación de especulación y lucro. 
Su primer Consejo Directivo estuvo constituido por las siguientes personas: Presidente, Pbro. Doctor José Finocchi; vice Presidente doctor Dobler; secretario Pbro. Francisco Pausich; tesorero Pbro. doctor José Spugnardi; Vocales: doctor Juan R. Álvarez Prado, Manuel Baños, Pbro. Juan Martínez.”
Edificio del ex Seminario
Junta de Vigilancia: Monseñor Nicolás de Carlo y doctor Carlos A. Arigós. Sindico, doctor Juan Vilar.
David M. Merener cita en una conferencia pronunciada en 1951 al referirse a las cooperativas formadas en Entre Ríos que se habían reunido en congreso la “Cooperativa Agrícola Israelita de Basavilbaso”con ”La Comuna” del Circulo Obrero y con “La Clerical”, a pesar de que no habiendo normas en ese entonces que las encausaran ni ley que determinara su forma de actuar, y que los principios de Rochdale no habían sido interpretados por igual, lo que se comprobaba con el análisis de sus estatutos y en la propia denominación que se daban.
El salón de actos públicos del Seminario donde se fundó la cooperativa, nos ilustra el Profesor de Historia Alberto Ferreyra Casco que es hoy el actual edificio ocupado por la Universidad Nacional de Entre Ríos ubicado en calle La Rioja y Urquiza.

Material Consultado:
Ofelia Sors, Paraná-Dos siglos y cuarto de su evolución urbana, 1730-1955.
David M. Merener-El movimiento cooperativo en Entre Ríos (1951)
Abel Bazán y Bustos-Correspondencia y Archivos Arzobispado de Paraná
Compendio-“Las Cooperativas de la Provincia de Entre Ríos”. (1921)
Libro de Oro de Paraná-Archivo María Lourde Cura.
Foto de Seminario y de Monseñor Abel Bazán y Bustos.

14/2/14

Los Scalabrini

Por Rubén Bourlot (publicado originalmente en la revista Orillas)

El apellido Scalabrini tiene fuertes vínculos con nuestra provincia. Un Scalabrini cruza los mares y se afinca en estas tierras en la segunda mitad del siglo XIX para buscar fósiles de mamíferos. El otro la visita cada tanto para medir tierras.
Pedro Scalabrini trae en sus alforjas italianas las ideas novedosas de la época en el continente europeo, el positivismo comteano. Pronto se hace un lugar en la comunidad intelectual de la provincia, se incorpora a las cátedras de la Escuela Normal de Paraná y se constituye en un pensador influyente.
Raúl, que es Scalabrini pero también Ortiz, se va a Buenos Aires para cursar estudios de agrimensura.
Pedro deja en Paraná su legado intelectual y una colección de fósiles que será el germen del museo de Ciencias Naturales de la Provincia, fundado junto a Juan Bautista Ambrosetti. Pedro escarba la tierra; Raúl la mide.
Casado con una paranaense, Ernestina Ortiz, Pedro se traslada a Corrientes para continuar su labor educativa. En la provincia taragüí nace Raúl, en 1898.
Al frente del Consejo General de Educación de Entre Ríos, Pedro promueve una reforma de los planes de estudio en las escuelas normales para que se le dé mayor cabida a las materias de historia y geografía argentina, instrucción cívica e idioma y literatura nacional. Todo un adelantado este Pedro. De esa madera brota Raúl.
Raúl, el agrimensor, pronto se vincula con la intelectualidad de Buenos Aires, donde se establece. Además de medir tierras - lo que le otorga el sustento económico - se dedica al periodismo, a la filosofía y a las letras. El premiado ensayo El hombre que está solo y espera, de 1931, constituye un éxito editorial que lo consagra en los principales círculos literarios de la metrópolis. Los diarios y revistas más importantes no ahorran espacio para comentar la producción intelectual de este prometedor prosista de Corrientes y Esmeralda.
La década del 30, la infame, despierta en Raúl otras preocupaciones: política, economía e historia. Participa de la revolución irigoyenista de 1933 que tiene repercusiones en nuestra provincia junto a Gregorio Pomar, Arturo Jauretche, los hermanos Kennedy y otros, lo que le vale su detención. En 1934 se casa con una paranaense de reconocida familia: Mercedes “Mecha” o “Memé” Comaleras, y debe hacerlo esposado y acompañado por la policía, antes de partir al exilio. De retorno de Europa empieza a descubrir la trama de la dependencia del país y el papel de Gran Bretaña en la economía nacional. Traba amistad con los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, entrerrianos, nacionalistas y fundadores del revisionismo de nuestra historia. Acompaña al grupo que en 1935 funda FORJA (Fuerza de Orientación Radical del la Joven Argentina). A partir de ahí comienza la saga de publicaciones donde analiza la situación del país desde un punto de vista original: Política Británica en el Río de la Plata, Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional, El petróleo argentino, entre otros varios trabajos. Cuando estalla la Segunda Guerra Europea, desde su modesto diario Reconquista sostiene la posición de neutralidad de la Argentina frente la apabullante propaganda pro intervencionista a favor de Inglaterra y sus aliados.
El Scalabrini que hurga en las raíces de nuestra dependencia diluye al escritor mimado de Buenos Aires y ornado por los oropeles de la crítica literaria de los grandes diarios. Arturo Jauretche dice que ahí se inicia “la conspiración del silencio” para el escritor y periodista.
Acompaña desde los primeros instantes la emergencia del peronismo junto al futuro gobernador de Entre Ríos, Héctor Maya. Ambos vienen de la militancia forjista. Nunca ocupa cargo público alguno no obstante su influencia intelectual dentro del nuevo proceso político al que define como “el subsuelo de la patria sublevada”. Desde el llano fogonea la recuperación de los ferrocarriles y publica en 1946 Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino; toda una definición. Se dice que a partir de esas posiciones nacionales, y fundamentalmente de su adhesión al peronismo se enemista con la familia Comaleras de Paraná.
Tras el golpe de 1955, escribe en la legendaria revista Qué donde sigue con su prédica indeclinable y en 1958 se encuentra al frente de la publicación auspiciada por el nuevo gobierno que encabeza Arturo Frondizi. A los pocos meses, cuando el gobierno suscribe los polémicos contratos petroleros, renuncia y deja constancia de su posición en un artículo titulado "Aplicar al petróleo la experiencia ferroviaria".
Fallece el 30 de mayo de 1939, triste y olvidado. Arturo Jauretche despide sus restos en el cementerio "…Tú sabes que somos vencedores…vencedores en esta conciencia definitiva que los argentinos han tomado de lo argentino. Por eso hemos venido, más que a despedirte, a decirte: ¡Gracias, Hermano!"


Fuentes:
Orsi, René, Jauretche y Scalabrini Ortiz, Ed. Peña Lillo, 1985

13/1/14

Los sombreros de Filomena

Por Rubén Bourlot (Publicado originalmente en Orillas)

Recuerdo a la abuela Filomena tejiendo trenzas de oro inclinada debajo de la galería. A lo lejos se escucha el bullicio de la gurisada y más allá el arrullo de las palomas entre el follaje de las casuarinas. En su cabeza también luce una larga trenza blanca envuelta en un rodete. La abuela Filomena cultiva un arte traído por los inmigrantes europeos desde las lejanas montañas de Suiza, el sudeste de Francia y de los valles piamonteses: la confección de sombreros de paja de trigo que se va trasmitiendo de generación en generación. Hoy este oficio es una actividad casi desparecida. Ya no tiene un fin utilitario. Se conserva como actividad en algunos reductos artesanales, revalorizada por el turismo creciente. La propia UNESCO reconoce la tejeduría en paja de trigo como expresión cultural a preservar. Asimismo en el Perú, en la localidad de Catacaos, el sombrero de paja, y los conocimientos y prácticas asociados al tejido del mismo, han sido declarados Patrimonio Cultural de la Nación. Todo un ejemplo para imitar en nuestras tierras para que el oficio no se pierda.
En el campo, hace ya décadas, es casi un mandato que en cada hogar una mujer se dedicara a tejer sombreros para toda la familia y para los vecinos. Sombreros para los hombres y la mujeres, pequeños y grandes. Las mujeres que trabajan, junto a los hombres, en las tareas de la cosecha usan esos enormes sombreros para proteger la piel de los rayos del sol. Junto con las polainas en las piernas, ayudan a conservar sea piel de nácar, estéticas de otros tiempos cuando todavía no reina ese bronceado extremo que obsesiona a los jóvenes y no tan jóvenes de hoy. 
Filomena, llegado noviembre, se encarga de recoger las gavillas de trigo en el momento justo antes que llegue al punto máximo de maduración evitando la quebradura de los tallos, para luego secarlas a la sombra. Después viene el remojo de las plantas en agua templada durante unas horas, o mejor durante toda la noche, colocando un peso encima para que no floten en la superficie, hasta que se vuelvan blandas y flexibles. Y con esa materia prima más paciencia y habilidad realiza largas trenzas que va enrollando hasta darle la forma al sombrero, fijadas con certeras puntadas. Y cuando ya el número de sombreros es suficiente, y agotada la materia prima, usa sus habilidades manuales en la elaboración de multicolores ramos de flores de papel como para no perder la práctica.

La hermanas Morel Vulliez tejiendo sombreros
Un testimonio, de mediados de la década del 1970, no informa de la actividad que llevan a cabo las hermanas Elva y Edelma Morel Vulliez en la colonia 1° de Mayo, departamento Colón, cuyo trabajo en paja de trigo merece la consideración de los más exigentes jurados en festivales y ferias artesanales de la provincia y del país. Son cuantiosos los premios que atesoran, como un 1° Premio en la Feria Artesanal de Rosario de 1971, 1º Premio en la Feria del Festival de Cosquín de 1970, tres primeros premios en Villaguay, 1º premio y distinción en la Feria del Paraná de Santa Fe, 1º Premio en la Feria de Artes populares Entrerrianas en la Paz, 1º Premio en Paso del Salado, Santa Fe y distinción del Fondo Nacional de las Artes. 
Comentan las hermanas Morel Vulliez que trabajan con hasta 25 tipos distintos de trenzas que van desde el número de tres hasta las 22 hebras. Con las doradas fibras elaboran todo tipo de sombreros y también capelinas, portalápices, pantallas, costureros y hasta ramos de flores. 
La conocida cumbia “Un sombrero ‘e paja”, del autor santafesino Chico Novarro y popularizada por los Wawancó y bailada hasta el cansancio en la década del 60 rinde homenaje a este accesorio.
Si a lo lejos vez venir un sobrero ‘e paja y se ve / la canoa llega y se ve a un hombre remando, / si a lo lejos vez venir una guayabera y se ve / la canoa llega y se ve a un hombre remando soy yo, / que con regalos vengo yo a visitar (…)
Y seguramente la abuela Filomena, más allá de las casuarinas, seguirá tejiendo sombreros de paja, para no perder la costumbre.



26/11/13

El hombre de la vacuna

Por Rubén Bourlot
Publicado originalmente en revista Orillas, 21/71/2013


Un notable hombre de ciencia es el doctor Scholein Rivenson nacido hacia 1918. Y es el inventor de una innovación en las vacunas para la fiebre aftosa.
En la década del 30 parte desde su Pastor Britos natal, esa pequeña localidad del departamento Gualeguaychú arrimada a la estación del ferrocarril que hoy agoniza, para estudiar veterinaria en la Universidad de Buenos Aires. Para realizar ese sueño de inmigrantes: mi hijo el doctor. Hijo de una familia originaria de Rusia con ascendencia judía que se afincan en Entre Ríos para ver realizados sus sueños proyectados en sus hijos.
En 1938 obtiene en ansiado título y logra su primer trabajo en una cooperativa agropecuaria de Bovril. Entre 1946 y 1950 se desempeña como veterinario regional del Ministerio de Agricultura y Ganadería. En lugar de refugiarse en la cómoda rutina de controlar pariciones prefiera enfrentar el riesgo de investigar cosas nuevas. A partir de 1950 inicia sus trabajos relacionados con la Fiebre Aftosa, al incorporarse al Instituto Nacional de Fiebre Aftosa, enfermedad que azota los rodeos vacunos de la época, y hasta no hace muchos años. En 1956 se incorpora al recién creado Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) donde propicia la creación del Centro de Investigaciones de Ciencias Veterinarias. 
Desde el nuevo centro de investigaciones continúa con el desarrollo de la nueva vacuna contra la enfermedad. Así diseña y pone a prueba la vacuna antiaftosa con coadyuvante oleoso que lleva su nombre. A diferencia de la versión anterior esta vacuna requiere menos frecuencias de aplicaciones y brinda protección a los terneros de madres vacunadas. Pero no se queda con eso sino que impulsa planes de lucha contra la enfermedad en distintas regiones del país que supervisa personalmente.
En 1976 inicia el plan piloto de vacunación con resultados notables. A partir de esta experiencia se generaliza la práctica en todo el país y finalmente, en 1997, con la aplicación de la vacuna oleosa polivalente, la Argentina es declarada “país libre de aftosa con vacunación”. Se pone fin a 120 años de sobresaltos por las amenazas de embargos a las carnes argentinas sospechadas de trasmitir la enfermedad. 
La trayectoria de Rivenson gana reconocimiento en distintos ámbitos, entre otros obtención de la medalla de oro otorgada por la Organización Internacional de Epizootias en 1988 "a quien ha producido avances importantes en Medicina Veterinaria".
Pero como no sólo de vacunas vive el hombre, Riverson, además de los dos centenares de informes científicos, escribe sus búsquedas filosóficas. En 2000 publica “La revolución lúcida: Misterio y despertar del hombre”, un ensayo donde “luego de varias décadas de intensas búsquedas, de agudas intuiciones, de hondas reflexiones e indagaciones, Rivenson ha expresado en esta obra su pensamiento cosmovisional, su credo filosófico implícito en la dimensión de la Sabiduría”, enuncia su prologuista. Sus preocupaciones éticas y filosóficas las hace conocer también en artículos y conferencias como la disertación sobre bioética en oportunidad de su incorporación como Académico de Número a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria [en 1999] donde sostiene, entre otros asuntos, que “si bien las investigaciones del genoma humano son de gran ayuda, uno de los riesgos que entraña es la manipulación genética en la medida que no respete la vida del embrión humano. Esto plantea un profundísimo conflicto ético y moral. Por esta razón, es necesario legislar sobre las aplicaciones genéticas en base a los derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana”.
Pero no todas son flores en la vida de este empecinado descendiente de gauchos judíos. En las postrimerías del siglo XX, ya anciano, predica casi en un desierto de audiencia para que las autoridades no se duerman en los laureles y no dejaran de vacunar. El logro de declarar el país libre de aftosa no implica abandonar la práctica. Ya anciano clama, olvidado por las nuevas generaciones y los gobiernos que mandan a los científicos a lavar los platos, por un magro reajuste de su jubilación. Fallece en 2001 a los 83 años. Aún la provincia que lo vio nacer está adeudando el justo homenaje, al menos post mortem.

29/9/13

Historia de la Cooperativa S.I.T.T.A.L

Por Tsc. Ricardo Cesar Bazán.
La siguiente transcripción pertenece al libro “Historia del Colectivo en Paraná- 1934-1986” de Don Alnidar Timoteo Bornissen (1), referida a la constitución de la cooperativa S.I.T.T.A.L. (Servicio Integral de Trabajo de Transporte Automotor Limitado).
                            
Hasta el 1° de Mayo de 1966, los colectiveros para hacer sus reparaciones, lavado y engrase y demás servicios a los colectivos, incluso guardería, andaban dispersos en diferentes talleres. Yo tenía un galpón en el cual cabían 20 colectivos. Este galpón lo fuimos haciendo poco a poco con ayuda de mi padre, con el cual éramos socios en los colectivos, en un terreno de 1400 metros cuadrados que compré en el año 1942 en $5000 con entrega de $2000 y 30 cuotas de $ 100 mensuales sin interés. Con mi padre teníamos 7 colectivos, los demás lugares los alquilaba a otros colectiveros que lo ocupaban para hacer reparaciones y para guardería. También tenía venta de combustible, lubricantes, y algunos repuestos.
En el año 1965, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, organizó un viaje a Europa para Consejeros de las Cajas de Créditos, para que estos estudiaran los adelantos de las cooperativas de los países que visitaran. De la Caja de Créditos Paraná fueron Tranquilino Pereyra, Alberto Costa y Miguel Brunstein, que era secretario de la Caja de Créditos.
A Miguel Brunstein, A.T.A.P.E.R., le encomendó que también viera las innovaciones y forma de trabajo en el transporte automotor, algo serviría para bajar los costos de explotación.
Al volver, Miguel trajo la inquietud de que debíamos formar una cooperativa de servicios integrales para el mantenimiento de los colectivos. Esto fue bien recibido por los colectiveros, especialmente de las líneas N° 2 y N° 4, pero pasaba el tiempo y no teníamos la posibilidad de comprar o conseguir un local adecuado. Pasado ya casi un año tomé una decisión: ofrecí a los colectiveros mi local, con transferencia gratuita para el uso de todo lo instalado - surtidores, tambores y bombas de aceite, herramientas, gato para gomería, guinche para sacar motores, etc., cobrándole por alquiler del galpón $70 mensuales. El 30 de abril de 1966 el negocio era mío; el 1° de Mayo era de S.I.T.T.A.L. En este local S.I.T.T.A.L. estuvo hasta 1970, porque ya habíamos podido comprar un terreno en calle 3 de Febrero y hacer galpones con todas comodidades: lavado, engrase, mecánica, gomería, con las fosas necesarias y oficinas, y también provisión de repuestos o accesorios a los socios.

Debo aclarar que en S.I.T.T.A.L. están con todo lo necesario para reparaciones y guardería Transporte Mariano Moreno S.C. líneas N° 2, 7, 8, y Transporte Urquiza S.R.L. línea N° 4. Las demás empresas tienen sus comodidades en cada empresa.
La cooperativa tuvo un socio muy bueno, gran colaborador: la Empresa Central El Rápido S.A. que hacía el mantenimiento de sus ómnibus en la cooperativa, cargaban combustible, lubricantes, etc. y tenían una fosa para uso exclusivo de su mecánico. Esto fue hasta el año 1985 que se trasladaron a su local propio en calle Fray Mamerto Esquiú.
También se asociaron y ocupaban sus servicios las empresas de servicios interurbanas: El Tigre, E.T.A.C.E.R., El Entrerriano, Fioravanti y otras más. La Cooperativa tenía muchos asociados particulares que cargan combustibles, lubricantes, lavado, engrase, etc.
S.I.T.T.A.L. funcionaba muy bien hasta que algunas empresas, principalmente una constructora que firmaba las boletas y pagaba semanalmente, se atrasó. La empresa constructora quebró y le dejo una gran deuda a S.I.T.T.A.L.
Esto lo tuvimos que solucionar con un crédito otorgado por la Caja de Créditos Paraná a largo plazo y bajo interés.
En la entrevista que tuvimos con consejeros de la Caja citada, el presidente Sr. Krevisky dijo que una cooperativa no podía permitir que otra cooperativa fuera a remate. S.I.T.T.A.L. cumplió perfectamente con el pago de esta deuda.
El primer Consejo de Administración, fue formado con los siguientes socios: Presidente: Eduardo M. Sattler, Vice: José Jorge Lentini, Secretario: Miguel Brunstein, Pro-Secretario: Ermelio Ludi, Vocales: 1°. Jorge Ceparo, 2°.César Magnín, 3°. Antonio Grippaldi, 4°. Carlos Borrás, Síndico Titular: Alnidar T. Bornissen, Síndico Suplente: Federico Viola.
También fueron presidente: Antonio Novello, José Jorge Lentini y Alnidar T. Bornissen.
Los primeros empleados fueron: Emilio Magnín (encargado); Bartolomé Vignola, Miguel Clara, Valerio Pitavino (mecánicos); Abel Jorge Gianichini (lavador y engrasador); Corona (chapista gomero, pintor, electricista), y José Miguel Brunstein (administrador general).


(1)Don Alnidar Timoteo Bornissen nació un 22 de Agosto de 1913, en Colonia Celina, Distrito Tala, (Paraná Campaña).A los 21 años, el 15 de setiembre de 1934, iniciaron con su padre y hermanos la línea de colectivos de Plaza 1° de Mayo, Gazzano, Base Aérea y San Benito. Fue el primer presidente de la Caja de Crédito Paraná Coop. Ltda. (1962). Tuve la dicha de conocerlo personalmente en sus últimos días en la residencia para personas mayores en calle La Paz de la Ciudad de Paraná. Por ahí volvían a su memoria algunos recuerdos; me contó que una vez estando en la Caja de Créditos Paraná Coop. Ltda.  se acercó una empleada doméstica que tenía empeñada la máquina de coser en el Banco Municipal y tenía que pedir un préstamo para poder retirarla porque la usaba para trabajar, la señora era de escasos recursos por lo que le consultó al Gerente Osvaldo Gasparín y le preguntó si le otorgaban el crédito, lo que Gasparín le dijo que sí, Bornissen le dijo ¿y si no nos puede pagar?, a lo que Gasparín contestó: lo pagamos nosotros.

10/9/13

Volver a las chacras

Por Rubén Bourlot

La colonización agrícola iniciada a mediados del siglo XIX se lleva a cabo con inmigrantes europeos y en pocos casos con criollos. Ese proceso inmigratorio que se da principalmente en Santa Fe y Entre Ríos permite el acceso a la propiedad de la tierra en pequeñas concesiones que le posibilitan al productor vivir con su familia. Se constituyen establecimiento de tipo “granja mixta” donde se alterna con el cultivo de cereales, la cría de pequeños y grandes animales, el cultivo de una huerta, árboles frutales. Como consecuencia se produce un notable incremento de la población rural. Distinta es la situación de los inmigrantes de los aluviones posteriores – la inmigración golondrina que luego se afinca en la región pampeana – que se convierten en aparceros de los grandes terratenientes y su tarea se circunscribe exclusivamente en la producción de granos para la exportación. Esto desalienta la diversificación de cultivos y la implantación de árboles frutales y otro tipo de explotaciones agropecuarias puesto que el chacarero no es dueño de la tierra. Cada tanto, con la finalización de los contratos parte de las familias de aparceros se traslada a las grandes ciudades en busca de oportunidades (Rosario o Buenos Aires).
Esta situación provoca coyunturas de tensión con lo sucedido en la primera década del siglo XX con el Grito de Alcorta, cuando los chacareros se levantan en protesta por los precios de los alquileres y las condiciones de los mismos.
Otra etapa que marca cambios cualitativos en la producción rural es la sanción del Estatuto del peón de campo en 1944. Mejoraron las condiciones del trabajador rural con la garantía de un salario, pero también produce un cambio favorable en las explotaciones ya que los propietarios empleadores se ven obligados diversificar la actividad para aprovechar al peón mensualizado.
El despoblamiento del campo, fenómeno del siglo XX, se inicia precisamente por la falta de posibilidades de acceder a la tierra, por la subdivisión de las propiedades por la herencia, la falta de capital para ampliar los predios. Los hombres de campo se van trasladando a las ciudades, para trabajar en las fábricas y otras actividades urbanas Los propietarios prefieren vender la propiedad y probar suerte en las ciudades donde tienen acceso a una vida más confortable y mejores perspectivas a sus hijos: estudio por ejemplo. Pero muchos terminan sobreviviendo en barrios de emergencia.
Los planes de colonización van perdiendo impulso y los últimos con cierto grado de masividad se dan en la década del 60 pero sin demasiadas adecuaciones a los nuevos sistemas de producción.
Hoy, con los cambios en la tecnología, los nuevos requerimientos del mercado, los avances genéticos el campo se ha transformado en un espacio vital para muy pocos. Quienes carecen de capital venden o arriendan y se van a vivir a las ciudades. Los que explotan el campo tampoco viven en el lugar. Son propietarios o contratistas que tiene sus residencias en ciudades o barrios privados. Sólo algunos sectores productivos como la cadena avícola, con sus bemoles, garantiza la permanencia de la población rural, y en parte la actividad tambera. No obstante, la avicultura también va en camino a desplazar mano de obra con la creciente automatización de las instalaciones que busca una mayor rentabilidad sin atender a las necesidades sociales. Lo mismo puede suceder con los tambos y otras explotaciones.
La producción rural en la actualidad está “colonizada” por contratistas, pooles de siembra y empresas integradas, altamente concentradas, sostenida por capitales de los más diversos orígenes y muchas veces dudosos, que convierten la ruralidad en un extenso desierto verde. Falta por lo tanto la escala humana.
Es por ello que se necesita pensar, en una perspectiva de medio siglo hacia el futuro, o más y plantearse cambios de paradigmas. Los problemas actuales más acuciantes de la mayoría de los países son la urbanización cada vez más insalubre e inviable en materia de infraestructura,  el despoblamiento rural, la sobreexplotación del suelo con el consecuente agotamiento de su fertilidad, la saturación de tóxicos para combatir malezas y plagas, la destrucción del medio natural: bosques, ecosistemas, la desaparición de la biodiversidad, el reemplazo de especies naturales por organismos genéticamente modificados. La tecnología puesta al servicio del lucro de un cada vez más reducido grupo de actores no ofrece soluciones a las cuestiones planteadas. Los sistemas productivos a partir de la crianza intensiva de animales bajo el modelo de “fábricas” logran un incremento exponencial de la producción pero sacrifica la calidad natural del producto. Está probado que el bienestar del animal impacta positivamente sobre la calidad de los subproductos que se obtienen: los corrales de engorde (para los anglófonos feedlots), la avicultura en jaula y otras técnicas que mantienen a los animales encerrados, inmóviles y alimentados con dietas artificiales son la contracara de una producción amable con la naturaleza y por ende saludable. Por otra parte este tipo de instalaciones provocan un impacto contaminante en el entorno y reducen considerablemente la ocupación de mano de obra.
Hasta el momento la producción natural (orgánica), diversificada y rotativa es poco viable por la falta de capacitación, concientización,  y por los costos, según las reglas del mercantilismo actual. Se tiende a plantear discursos extremistas que niegan los avances tecnológicos, como son lo que llevan adelante determinadas organizaciones ambientalistas. Las experiencias utópica de aldeas tipo hippies no son viables ni económica ni socialmente. Pero por otro lado la tecnología, reiteramos, está puesta al servicio de un mercado deshumanizado. Y los centros de desarrollo, tanto privados como públicos, dirigen la investigación en ese sentido.

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Es hora de ir pensando en cambios de paradigmas. La tierra como los yacimientos de minerales, petróleo, el agua, los ríos y mares, y  el aire son recursos naturales cuya propiedad no debe tener el mismo tratamiento que la propiedad de un bien manufacturado por el hombre. La tierra es un recurso natural que no lo produjo la mano del hombre por lo tanto su ocupación o propiedad debe estar limitada a una función social. Este es el primer paso para llevar adelante reformas profundas que lleven a una nueva “colonización” rural. Si así lo pudieron hacer en el siglo XIX, no es utópico pensar en nuevas maneras de producción a escala humana, con el aporte de los adelantos tecnológicos a su servicio.
Se debiera plantear una distribución de los recursos, en este caso de las tierras, para reinstalar familias de productores en unidades de superficie de extensión razonable, que hagan sustentables las actividades. Para hacer posible estos cambios se necesita de la planificación de acciones desde el estado, y a largo plazo. Hay que prever planes de capacitación y adiestramiento a través de escuelas agrotécnicas, e INTA y otros organismos, una convocatoria amplia para la migración garantizándole a los interesados todas las posibilidades y las comodidades similares a las que gozan en las grandes ciudades: acceso a la comunicación, esparcimiento, fuentes de energía como electricidad y gas, posibilidades de capacitación y estudios. Con las nuevas tecnologías, las fronteras entre la ciudad y el campo tienden a desparecer.
Se podrían radicar familias, esa es la idea, en las parcelas o en centros de población adyacente a los campos, similares a las aldeas de los alemanes del Volga, que permitan concentrar servicios y facilitar la vida social. Esos lugares, además podrían ser centros de comercialización y de manufacturación de la producción, integrados al circuito comercial mediante una red caminera adecuada, inclusive redes ferroviarias.
También se necesitará cambiar los mecanismos para incorporar maquinaria y tecnología, ya que la inversión necesaria no podría ser soportada por los productores en forma individual. Es por ellos que se deben buscar alternativas asociativas, como las cooperativas, para adquirir la maquinaria y administrarla para uso común. Algo así lo pensaba hace medio siglo Bernardino Horne, cuando proyecta los contratos para la utilización comunitaria de tractores y otros implementos.
Otra cuestión a resolver con este nuevo sistema es la utilización de productos químicos para combatir plagas y maleza, inclusive para la fertilización. Hay que buscar alternativas de manejo incluyendo el control mecánico para evitar la contaminación con sustancias riesgosas y que como valor agregado, incorpore mano de obra. Un ejemplo puede servir para ilustrar. En la zona de colonia 1º de Mayo, un agricultor solía tener su chacra, que sembraba con lino o trigo, totalmente libre de malezas a través de su paciencia y precisión de cirujano para eliminarla manualmente. Tenía el hábito de recorrer diariamente el sembrado con una azada al hombro y con eso era suficiente. Si se aplica ese sistema a escala, con incorporación de trabajadores que realicen una tarea similar, se podría llevar adelante una agricultura mucho más limpia, diversificada y más independiente de las compañías monopólicas que producen químicos y patentan semillas modificadas genéticamente. El sistema no sólo serviría para los cultivos, sino para limpiar los campos de pastoreo y los de ganadería bajo monte. Pensemos en cientos de trabajadores ocupados en las tareas de las chacras mixtas bajo un régimen laboral de estabilidad para lo cual es necesario combatir los sistemas de contratistas y las falsas “cooperativas” de contratación de trabajadores golondrinas. Para ello desde el estado se debe proporcionar el acceso a la vivienda y al bienestar a estos trabajadores, inclusive contribuir a sostener el costo laboral para fomentar la contratación por parte del productor.

No pensamos en una colectivización al estilo stalinista ni nada semejante sino es la necesidad de ir pensando alternativas para un futuro no tan lejano, en donde se  considere al hombre como el verdadero destinatario de la riqueza que él mismo produce y la naturaleza como un recurso al servicio de la sociedad en su conjunto. Parafraseando a la canción “la tierra me la han prestado y tengo que devolverla…”

14/8/13

No solo de pan vive el hombre. También se nutre de la cooperación

 Por Ricardo César Bazán
 Tec. Sup. en Cooperativismo, Periodista – Investigador

Como reza el título de este articulo “No solo de pan vive el hombre”, también se nutre de la cooperación”, parece ser que  así lo entendieron los hombres por estas tierras. En El libro de la Nueva Alianza se  hace mención al pan,  dice sobre el mismo en “La primera comunidad cristiana”: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar de la vida en común, en la fracción del pan (...) más adelante continua diciendo:”Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común” (...).
El pan es nombrado también en “La institución de la Eucaristía” y dice así: “Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronuncio la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos” (...)
 Jesús hace mención a la preparación del pan en “La parábola de la levadura” “Digo también: “¿Con que podré comparar el reino de Dios?  Se parece a un poco de la levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.
También se nombra al pan en La multiplicación de los panes.
En 1855 en Paraná “Cuna de la Cooperación Argentina”, se fundó la primera Empresa Panadera Cooperativista  del país, el Dr. César Blas Pérez Colman en su libro Paraná 1810 - 1860 “Los primeros cincuenta años de la vida nacional” publicado en el año 1946 dice en la página 425: “Para terminar agregaremos que en 1858 se estableció en Paraná una importante fábrica de cerveza, que giraba bajo la razón  social de Martínez y Rivero. Ese mismo año empezó a funcionar  una panadería cooperativa, que contaba con numerosos asociados”
En nuestra investigación encontramos en los archivos del Dr. Oscar R. Tavani Pérez Colman , en la Hemeroteca del Congreso de la Nación y en  Archivo General de la Nación Argentina , publicaciones de la época donde está documentada la existencia de la misma, en el periódico El Nacional Argentino hay un aviso que dice : “Asociación Panadería Del Pueblo”- Los Sres. accionistas se servirán pasar por la casa del Sr. Subiaur, tesorero de la asociación á recibir el dividendo de las utilidades que resultaron según balance del 2º trimestre del 4º periodo administrativo que se dio cuenta en 18 de julio último á la Asamblea General - Paraná 20 de Octubre de 1858.
En la Hemeroteca del Congreso de la Nación hay una publicación del periódico antes mencionado en donde encontramos que esta empresa cooperativa realizaba sus asambleas en el Club Socialista el mismo estaba situado en calle Urquiza , sitio que  podríamos ubicar aproximadamente en el predio  que  ocupan actualmente el Banco Credicoop y la Cooperativa Institucional.
En Buenos Aires en el año 1887 cita Julio César de la Vega (Diccionario Consultor Político) que “los miembros del Club “Vorwarts”, de orientación socialista fundan una cooperativa panadera que funcionó hasta 1896” (...).
 Hemos encontrado también que en el año 1891 en Gualeguaychú se fundó una Cooperativa de Panaderos, los estatutos de este emprendimiento cooperativo se encuentran en el Fondo Gobierno del Archivo de la Provincia de Entre, el mismo reza:”Copia del Acta de instalación de la Sociedad Cooperativa de Panadería. En la ciudad de Gualeguaychu, a los catorce días del mes de junio y año del Señor de mil ochocientos noventa y uno, reunidos los accionistas que al margen se suscriben, en el local denominado Teatro 1º de Mayo á fin de constituir definitivamente la Sociedad Cooperativa de Panadería y nombrar su directorio efectivo se procedió a nombrar un presidente y secretario had-hoc recayendo en las personas de Dn Belisario Ruiz y Dn Pedro M. Obispo respectivamente, en los estatutos de la cooperativa en su art. 1º dice: “Se constituye una sociedad anónima bajo la denominación Sociedad COOPERATIVA DE PANADERÍA cuyos objetos son los siguientes: 1º Establecer panaderías en esta ciudad para el expendio de este articulo á los asociados y demás clientela que el establecimiento adquiera” (...)
Antiguo horno de pan
En Rosario en el año 1889 (Revista del instituto de la cooperación-Tomo Y-1974 -pág. 21) cita que la ciudad vivía una difícil situación social y dice: “...la situación de la municipalidad “rosarina es critica” y la de su vecindario- agregamos nosotros-peor, a tal punto que el 21 de octubre de 1890 hubo de otorgarse un subsidio para la “Comida de Pobres” (...).”En el país del trigo, el más apremiante problema a resolver era, pues, el de poner el pan al alcance de los humildes y, en la ciudad de Rosario tomo cuerpo la idea de constituir una cooperativa destinada a aliviar las consecuencias del dramático trance. A tal efecto, el 26 de setiembre de 1889, tuvo lugar una reunión de vecinos pertenecientes a los círculos mercantiles y profesionales con el objeto de constituir una sociedad “Cooperativa de Panaderías”, con un capital de 500.000 pesos, en dos series de acciones de 25 pesos”(...).
La obra antes mencionada cita que “En 1889, fue, según dijimos, un grupo rosarino de la clase media el que intentó organizar una “Cooperativa de Panaderías”, sin lograr un buen éxito a su propósito; en cambio, son los propios obreros rosarinos quienes, en una reacción espontanea contra los abusos de los comerciantes, organizan con buen resultado la cooperativa “Panadería de trabajadores”, (...) Fundada el 5 de Abril de 1904, siguiendo el modelo de Rochdale” (...).”Los iniciadores de la “Panadería de Trabajadores” eran operarios del ferrocarril “Buenos Aires y Rosario (...) Las reuniones preparatorias se realizaron bajo la dirección de Juan Borzone, un hojalatero ferroviario, en una modesta casita de madera situada en la calle Jorge Canning, entre Junín y la avenida Alberdi, y la asamblea constitutiva fue convocada para la fecha ya mencionada: 5 de abril de 1904. El acto se realizo con asistencia de 65 obreros y empleados ferroviarios, uno de los cuales -José Ojeda - dio lectura a un modelo de estatuto que había recibido del Dr. Juan B. Justo” (...)
El pan alimento presente en la mesa del rico como del pobre llego desde los comienzo de nuestra Patria de la mano de la Solidaridad entre los Hombres, porque entendieron que no solo de pan vive el hombre sino también que era necesario elaborarlo y ponerlo al alcance de todos a través del sistema cooperativo.

Fuentes:
Archivos del Dr. Oscar Ricardo Tavani Pérez Colman- El Libro de la Nueva Alianza- Diccionario Consultor Político- Revista del Instituto de la Cooperación- Hemeroteca del Congreso de la Nación  Argentina- Archivo General de la Nación Argentina -



El matrero de Tres Lagunas

Por Rubén Bourlot
Publicado originalmente en revista Orillas, 21/71/2013

Entre Ríos es tierra fértil en mitos y leyendas, en relatos de milagros y sucedidos. La solapa es el duende más popular de la región y el Lázaro Blanco el milagrero que recorre el imaginario popular del norte provincial. Pero también existen personajes con un predicamento muy encarnados en su pago, de quienes suelen contarse historias extraordinarias, como es el caso de Carmelito Acosta, un gaucho matrero de la zona de La Paz. Nacido en el distrito Tacuaras hacia 1870, es un gaucho que vivió solitario y al margen de las normas de lo que se llama la “civilización”, con la única compañía de su fiel caballo ruano Pajarito. Como los antiguos matreros, a semejanza del Calandria que con maestría retrata Martiniano Leguizamón en su comedia campestre, Carmelito no gusta obedecer a la autoridad ni depender de un patrón. Vive de la bondad de algún amigo, tal vez de lo que puede obtener de un conchabo ocasional, pero más de las veces de carnear algún ajeno. Pero su justa fama no viene del robo de las reses que le sobran al estanciero sino de las pendencias en los boliches por una copa bebida demás y de su habilidad para escapar de los milicos. Rara vez la autoridad logra atraparlo. 
Su refugio es un hueco cavado en un tronco de guaraniná en los campos de Tres Lagunas. 
Aguedo Martínez relata que en una oportunidad, en horas nocturnas, Carmelito se dirige a la casa de una amiga, quien es la que le lava la ropa, sin advertir que en los corrales de la casa lo espera una partida policial. Cuando desmonta de su ruano recibe el ataque con armas de fuego y una bala alcanza su pierna lo que le impide montar de nuevo. No le queda más recurso que prenderse a la cola de una vaquilla, que espantada por la batahola huye junto al resto de la tropa y así logra escapar de las autoridades.
Otra hazaña que se cuenta lo tiene de protagonista en un boliche tomándose una ginebrita, cuando llega otro gaucho que se acoda al mostrador y luego de mojar el garguero como corresponde mira desafiante a Carmelito. Y de la mirada se fueron a las palabras, y de las palabras al facón. El parroquiano con facón y Carmelito con un cuchillo que con gran habilidad le metió un agujero en el cuero del rival que lo dejó fuera de combate y con una marca para toda la vida.
Y sigue la saga. Un domingo, en esas raras oportunidades que visitaba la casa de una amigo, es sorprendido por la policía pero lograr zafar montado en su ruano saltando los cercos. Sobre el lomo de su Pajarito, no había portón ni alambrado que lo atajara.
Otro testimonio lo brinda Roque Casals, de Santa Elena, que aporta datos brindados por Jesús Blanco, integrante del Conjunto “Los Peregrinos”: Carmelito era amigo de su padre, Juan Ramón Blanco, oriundo de Ombú. En los años 1947 y 1948, cuando Jesús tenía alrededor de 10 años, Carmelo visitó su casa del barrio puerto de La Paz (…) Tenía un caballo ruano, que saltaba los alambrados y con un silbido lo tenía a su lado (…) Nunca se le conoció muerte; posiblemente era cuatrero porque era muy perseguido por la policía.
Pero además de sus habilidades para montar y manejar el cuchillo, tiene una particular destreza para el dibujo, tanto que en el papel es capaz de reflejar el paisaje agreste que lo rodea. Lo menciona Martínez y también Linares Cardozo, el maestro de la chamarritas, en su libro Júbilo de esperanza. Dice el autor de La Lindera que en una oportunidad, pintando un paisaje en el arroyo Estacas, se le aparece el famoso gaucho, anciano ya “espigado, ágil todavía, muy prolijo y aseado en su vestimenta, con una cabellera blanca que le caía, sujetada a la altura de la frente por una vincha que la hacía patriarca gaucho. Su presencia fue como una aparición, llevaba puesto en ponchillo que protegía la espalda. Dejé mi trabajo para atenderlo. Según sus palabras andaba con sus perros rastreando un zorro por el arroyo. Curioso, se sintió atraído por mi paisaje que lo observó un largo rato, para finalmente dar su juicio pícaro y travieso: ‘el que sabe, sabe, el que no sabe, ignora y el ignorante pelea…’ Luego me confesó el entusiasmo de toda su vida por el dibujo, por la música y las artesanías. Don Carmelito me hacía notar su gran amor por la naturaleza, los pájaros, los bichos (…)”
Hoy el campo donde se realiza la Fiesta del Toro, en campos de la familia Genés, en la zona de Yacaré, se denomina precisamente “Carmelito Acosta”. Cuenta Marcelo Faure en la página del Centro de Estudios Históricos Arturo Jauretche, que “Pituco Martínez acceso a un papel de estraza (que se usaba para envolturas en los viejos almacenes) con escritos y dibujos de Carmelo Acosta hechos con pétalos de flores del monte”.
Un copla popular lo recuerda: “Un gaucho de Tres Lagunas/ con cara de zorrito/ no hay alambrado que ataje/ a su ruano Pajarito”.

Y así lo pinta Héctor Cacho Miño en su chamamé Campo Carmelito Acosta.

Llega la “Fiesta del Toro”, ya se escucha los murmullos
Por el lao de “Tres lagunas”, por el pago del “barullo”.
Allí junto al Yacaré, ese arroyo entrerrianito
Está el campo de destreza, bien llamado “Carmelito”.

Gauchito de “Tres Lagunas”, aunque los años pasaron
se recuerdan sus andanzas, porque en la gente quedaron.
Era ágil cual un gato y le sobraba el valor
al tratarlo muy amable, buen dibujante y pintor.

Fuentes:
Marcelo Faure, “Carmelito Acosta: mito y devoción popular”, en http://www.vascojauretche.com.ar/2013/04/carmelito-acosta.html#more
Marcelo Faure, entrevista, 12/06/2013
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