Para el
imaginario popular y para todo el andamiaje histórico construido desde el
liberalismo, Domingo Faustino Sarmiento es considerado el “padre del aula”, el
maestro por antonomasia, el fundador de escuelas, el que trajo a las maestras
de maestras para edificar el normalismo en el país. Tal vez porque era un hábil
publicista, polemizador y experto en el autobombo,
supo construirse ese perfil que nadie se atreve a poner en tela de juicio.
Cada 11 de
septiembre se exalta la figura del sanjuanino a pesar de las diatribas que se
lanzan desde el revisionismo histórico, que no hacen mella en su rostro hosco y
pétreo. No hay que quitarle méritos, a los 15 años fue maestro y con el tiempo
llegó a presidente.
Para ser
justos, la educación argentina sentó sus bases en el siglo XIX gracias al
esfuerzo, la dedicación y la obsesión de personalidades que no siempre son
puestas a la par del autor de Facundo.
O por encima. No hay que olvidar que Nicolás Avellaneda como ministro de Instrucción
Pública de Sarmiento fue el ejecutor sus proyectos, y luego como presidente
continuó esa labor. Posteriormente participó activamente del Congreso
Pedagógico Sudamericano de 1882 y más tarde elaboró la ley de universidades. Y
Juana Manso, esa gran educadora, amiga de Sarmiento, también sembró el país de
escuelas. Y qué decir de las dos presidencias de Julio Argentino Roca, el
impulsor del Primer Congreso Pedagógico, de la sanción de la ley de educación
1.420, que tuvo vigencia por un siglo y
el mismo que propuso durante su segunda presidencia, por medio de su ministro
de Instrucción Pública - Osvaldo Magnasco -, readecuar profundamente las
escuelas, rectificando muchos de los postulados de la ley original. Este último
intento no pudo concretarse pero fue una interesante iniciativa de trocar la
escuela universalista, enciclopédica y verbalista por instituciones de
formación profesional y técnica que respondieran a las características y
necesidades de cada región del país.
El normalismo
de Urquiza
En Entre
Ríos la figura de Justo José de Urquiza cobra relevancia nacional si analizamos
su acción a la luz de una nueva interpretación del papel que tuvo con respecto
a la educación. Se le reconoce el carácter de fundador del Colegio del Uruguay,
el primer colegio laico de nivel secundario del país, pero en segundo plano
queda la extensa labor que no se limitó a la fundación de un colegio. Las misma
obsesión de Sarmiento pero tal vez anticipándose en tratar de instalar
instituciones para formar maestros, de impartir educación vinculada a la
producción como la incorporación de “chacras” anexas a las escuelas rurales y la
instalación de una escuela pública para mujeres, una novedad en la primera
mitad del siglo XIX. Pero lo que nos interesa subrayar es la idea que daba
vueltas por su mente de instalar escuelas normales en Entre Ríos en la década
del ’40, dos antes de que se fundaran los establecimientos impulsados por
Sarmiento.
Fragmento de la carta de Galán a Urquiza |
Como lo señala
Antonino Salvadores en su historia de la instrucción pública, en 1948 Urquiza
proyectó la instalación de dos escuelas normales, en Paraná y Concepción del
Uruguay, que no pudo llevar a cabo por la falta de profesores. Recordemos que
Sarmiento tuvo que contratar docentes de Estados Unidos para la instalación de
las escuelas normales.
Sobre este
proyecto hace mención el ministro general José Miguel Galán en una carta a
Urquiza del 27 de octubre de 1848. En la misma le informa acerca del alquiler
de la casa de Antonio Castro para el funcionamiento del frustrado Colegio de
estudios preparatorios de Paraná. Y acota que “convencidos de que para obtener
los importantes resultados que Ud. se promete de un decidido empeño por la
educación pública, es necesario que ella sea uniformemente metodizada en todas
las escuelas de la provincia: para conseguirlo debemos poner el mayor esmero en
el establecimiento de la Escuela Normal de esta ciudad y la del Uruguay (…) Y
agrega que “según los informes que me han dado el cura Vidal y el presbítero
Erausquin no se podrá hallar un sujeto más a propósito para metodizar las dos
escuelas normales que el presbítero Don José Delgado actual preceptor de la
Escuela de Gualeguaychú.”
Si bien el
proyecto no llegó a concretarse, recordemos que no es casual que las dos
primeras escuelas normales del país se instalaron en Entre Ríos, la de Paraná
en 1871 y la de Concepción del Uruguay en 1873.
Alumnas de la Escuela Normal de Uruguay en 1909 |
Entre otros
aciertos, Urquiza tuvo la intuición de rodearse de eficaces colaboradores para
la tarea educativa. En 1849 nombró nada menos que a Marcos Sastre como Inspector
General de Escuelas quién redactó el reglamento de escuelas y escribió el libro
“Anagnosia” para la enseñanza de la lectura. El coronel Manuel Urdinarrain
también fue un activo colaborador en materia educativa que en 1948 organizó la
enseñanza primaria en el departamento Uruguay. Con la creación del Colegio del
Uruguay llegaron a Entre Ríos docentes de notable jerarquía como Alberto
Larroque, Jorge Clark, Vicente H. Montero, Juan Manuel Blanes, Martín Ruiz
Moreno, Lino Churruarín, Carlos Tomás Sourigues, Pablo G. Lorentz, Alejo
Peyret, entre muchos otros.
Fuentes:
- Salvadores,
Antonino, Historia de la instrucción pública en Entre Ríos, Gobierno de Entre
Ríos, Paraná, 1966.
- Archivo
General de Entre Ríos, Hacienda, Instrucción Pública.