Por Jorge G. Villanova
(Parte I)
El jordanismo, encarnación del federalismo más extremo, se encuentra espantado. Observa en los últimos años de Urquiza una renuncia a los postulados del partido Federal. Sacarlo del medio parece ser la única oportunidad para devolver a la provincia su lugar de preeminencia entre sus hermanas. Eso creen al menos.
No es de ahora, todo habría arrancado en Pavón. En 1864,
Evaristo Carriego, ya asumido en el rol de opositor, escribe a su amigo Martín
Ruiz Moreno sintetizando la posición de los jordanistas: "Parece que el general
Urquiza se ha propuesto, como dice muy bien usted borrar, todos sus buenos
antecedentes. Desde Pavón a esta parte no ha hecho más que seguir una cadena de
desaciertos. Pierde el país, pierde a sus amigos y se pierde él mismo. La
historia no presenta el caso de una ceguedad igual... Lástima causa verlo en la
declinación de sus fuerzas morales y en el oscurecimiento de una gloria que ha
podido brillar con tanto esplendor. ¿A dónde va hoy? Va al precipicio que su
misma mano ha cavado...".
Sumemos todos los antecedentes ya tratados y ubiquémonos en
el 11 de abril de 1870, con Urquiza muerto. ¿Cómo reaccionó la población?
"Nadie se movió. No se alzó una voz de protesta. Descabezado el gobierno,
ni civiles ni militares dieron muestra de desasosiego, de inquietud, de
reacción. El pueblo no se conmovió", dice Aníbal Vásquez.
López Jordán asume la gobernación y no sólo eso, también se
hace cargo de la responsabilidad política que le cabe a su movimiento por la
muerte del viejo caudillo. Y cuando todo se perfila para una nueva etapa en la
Provincia, sobreviene lo impensado: Sarmiento decide que es imprescindible
intervenir Entre Ríos.
El presidente, presionado por Mitre, pero no sin poca buena
voluntad de su parte, ordena a un 'ejército de Observación' ubicado en la zona,
proceder al desembarco en la provincia sin autorización legal alguna el día 19.
Ubiquémonos en el pensamiento del sanjanuanino y preguntémonos, conociéndolo
mínimamente en sus antecedentes ¿Podía acaso Sarmiento, -desde su óptica de
país- permitirse el lujo de que renazcan las lanzas montoneras?
"...(Urquiza) ha sido víctima de su sumisión al gobierno nacional,
deplorada su muerte por los que antes fueron sus enemigos y por Buenos Aires, y
que ha sido sacrificado por los suyos y sus favoritos, como es casi siempre la
suerte de los que se salen de las condiciones ordinarias del poder
regular...", contesta el presidente. Y procede a su manera.
Mientras, el día 14 la Legislatura designa a Ricardo López
Jordán para ocupar el cargo vacante. Todos los pasos fueron ejecutados
legalmente. Las acciones del nuevo gobernador se desarrollan de acuerdo a esa
tesitura: "El mismo jefe oficiaba al gobierno nacional su elevación al
poder y manifestaba que aceptaba las autoridades y órdenes del Poder Federal".
Claro que Sarmiento no estaba para este tipo de sutilezas
por más legales que fueran. Y en una proclama del 20 de abril señala: "Un
general de Entre Ríos oculta su espada para tomar el puñal del asesino, y
premedita una muerte eligiendo sus adeptos entre aquellos que el crimen ha
hecho más famosos. Atraviesa con ellos una larga distancia, se aposta en un
lugar vecino y envía a sus sicarios...", y agrega: "La Legislatura se
reúne después bajo el estupor de este crimen, y estando presentes los que lo habían
cometido, eligió cediendo a sus intimidaciones al general López Jordán... En
Entre Ríos no hay administración de justicia, porque los criminales se han
apoderado del gobierno...".
Ahí se prenden los urquicistas y van a los números. Sobre 23
diputados, asisten 12 y de ellos dos votan en contra, señalan.
Una carta del legislador Francisco Crespo al Ministro de
Guerra, Martín de Gainza, refiriéndose acerca de la revolución, es nota
interesante de repasar: "Querido Martín: No pertenezco a los que la
hicieron ni remotamente la esperaba, pero simpatizo con ella porque espero
tendremos un gobierno más liberal y menos despilfarrador que el anterior. La
tranquilidad que reina en toda la provincia, la prontitud y alegría con que fue
recibida y cumplida la primera orden del nuevo gobierno (...) me hace creer que
piensa como yo la mayoría del pueblo entrerriano (...) Tal vez se diga a
ustedes que en la elección del general López ha habido cohecho, pero esto es
falso (...) Tengo también la persuasión de que se intentará hacer creer en ésa
que López Jordán en el poder es una amenaza para el gobierno nacional. Yo no lo
creo. Antes que todo es argentino y ambiciona, me consta, para su patria,
engrandecimiento, libertad y progreso, bienes que no se obtienen sino con la
paz y el respeto a la Constitución...".
Otra opinión autorizada será la de Onésimo Leguizamón,
presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien en 1877
reconocerá: "La intervención fue a Entre Ríos, terrible i desoladora como
la manejaban los mejores generales del imperio, es decir Mitre (...) López
Jordán vivía i me era odiado. Su causa mala en sus formas, era, sin embargo
justa en su derecho".
Obviamente que López Jordán reaccionará, y el 23 convoca a
cadena provincial y atiza al pueblo, con su conocida proclama:
"¡Entrerrianos! Os acabo de dar libertad y derecho. Nuestros eternos
enemigos no lo quieren reconocer, trayéndonos la guerra, y aquí me tenéis con
la lanza en la mano para defenderlos. Si queréis ser esclavos permaneced en
vuestras casas. Si queréis ser libres, venid a acompañarme...
¡Entrerrianos! Vuestros representantes me han elegido para
defender la Constitución; y esos infames enemigos desconocen y pisotean vuestro
gobierno, vuestros representantes y la Constitución. ¡La guerra pues! Esto manda
el honor y la libertad".
Y a los gobernadores de las provincias hermanas, en un
extenso cartapacio, les comunica, entre otras cosas: "Hace 30 años que
Entre Ríos cumple con la noble misión de fecundizar con su sangre el árbol de
la libertad, a cuya sombra viven felices, ricos y prósperos los pueblos
hermanos, mientras él, sacrificado en dilatadas campañas, volvía a su hogar a
encorvarse bajo el yugo del despotismo personal.
Jamás le alcanzaron los beneficios de la libertad que
llevaba con sus armas victoriosas al otro lado del Uruguay y al otro lado del
Paraná, y como hijo i desheredado de la justicia y el derecho, el pueblo grande
y generoso, gemía bajo la mano férrea que había oprimido a dos generaciones...
Entre Ríos quería ser libre, necesitaba ser libre. Y por santo amor a la
libertad, esa aspiración sublime de los pueblos que los lleva hasta el
martirio, esa conciencia de su derecho por tanto tiempo hollado y desconocido,
armó su brazo en el glorioso movimiento revolucionario del 14 de abril en que
se dispuso a poner término a su prolongado sufrimiento".
"Si al decretar la intervención militar de la Nación en
Entre Ríos, Sarmiento supone que sus planes han de verse secundados por una
parte de la población entrerriana, se equivoca, pues mientras los principales
vecinos de Gualeguay, Concepción del Uruguay y otras poblaciones reclaman el
retiro de las fuerzas nacionales, por considerar que los habitantes disfrutan
de plenas garantías, los comandantes militares de los departamentos se ponen
incondicionalmente a las órdenes del nuevo gobernante", afirma Newton.
Hasta la insospechable Beatriz Bosch reconoce que la mayoría
del pueblo se alinea tras el nuevo gobernador: "Por un momento los
entrerrianos olvidan la muerte inicua del Organizador. Sólo piensan en detener
a los invasores. Provistos de escasas y rutinarias armas comandan las huestes
Carmelo Campos, Mariano Querencio, Bartolomé Castañeda, Alejandro Leiva,
Robustiano Vera, Juan Luis González".
Las acciones de guerra son conocidas, los combates también:
Santa Rosa, Don Cristóbal. Ñaembé, el 24 de enero del 71, será el final del
jordanismo. Derrotado por el joven Julio Roca, su ex alumno en el Colegio,
López Jordán marchará al exilio. Pero es el fin. Los dos intentos posteriores
no tendrán sentido. López Jordán lamentaba haber sido derrotado por un puñado
de muchachos, pero no fue así. Ni siquiera fue abatido por los Remington ni por
los cañones Krupp, ni por los sobornos, ni por el precio que impuso Sarmiento a
su cabeza. En verdad había sido vencido por el nuevo país que conformaba la
antigua oligarquía vacuna de Buenos Aires, bajo la protección del comercio
británico. Donde los caudillos federales, a la vieja usanza, no tenían cabida.
Con todo lo que eso implicaba.
y hay que saltar la cuja
con su poncho se tapuja
del fiero viento los fríos.
¡Y revoleando los sables
gritemos: Viva Entre Ríos!"
Publicado originalmente en www.miercolesdigital.com.ar, acceso: 31 de Agosto de 2012
Citas y fuentes
Carta de Evaristo Carriego a Martín Ruiz Moreno en enero de
1864, en Roberto Iñigo Carrera, 'Sarmiento y López Jordán, Revolución en Entre
Ríos', CEAL, Buenos Aires, 1981, Pág. 261.
Aníbal Vásquez, 'Periódicos y periodistas de Entre Ríos',
Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná, 1970, Pág. 105.
La República del 14-8-1870.