1/3/24

Libras y rieles en la balanza: "la soberanía no puede ser objeto de discusión"

Transcripción del artículo publicado en la revista Qué, año I, Nº 1 de agosto de 1946 describe cómo el primer ministro de Economía del gobierno de Juan Domingo Perón negociaba con una misión británica la nacionalización de los ferrocarriles, en ese entonces en manos de inversionista ingleses. Se concretaba así el sueño de Raúl Scalabrini Ortiz, que tanto había pregonado por recuperar este estratégico medio de comunicación y transporte para el estado argentino.

 

Banco Central. Son las ocho de la mañana. En su despacho rojo, de la parte media del edificio, un hombre de menos de sesenta años, bajo, rechoncho, de cabellos negros y duros, peinados hacia atrás, ojos vivos y saltones, repasa con displicencia los informes que, sobre la negociación con Gran Bretaña, artísticamente escritos a máquina le han preparado los técnicos de la institución. Un grueso cigarro entre los labios, de la mejor calidad, despide aromáticas volutas. Este hombre ejerce la jefatura de la economía argentina. Desde ese despacho rojo tiene a su alcance todas las palancas del comando financiero.

Los peones del Banco están todavía haciendo la limpieza; los directores y hasta los mismos empleados no han llegado, pero don Miguel Miranda, presidente de la institución, hállase allí para empezar su fatigosa jornada, sin otra compañía que la de sus secretarios, en la sala contigua, y de las personas a quienes ha citado, que aguardan en la sala de espera. Para verlo a don Miguel hay que estar a las ocho. Industrial poderoso, hijo exclusivo de su esfuerzo, ha trabajado toda su vida y no sabe hacer otra cosa. Se afirma que sus entradas mensuales oscilan entre 300.000 y 400.000 pesos, a pesar de lo cual sigue siendo un obrero, a quien la prosperidad no ha inducido ni a mudarse de barrio. En la calle Directorio, junto a una de sus fábricas, tiene su casa.

 

Llega la misión

Miguel Miranda
Han dado las diez. Con puntualidad británica se anuncia en ese mismo instante la misión comercial del Reino Unido. La preside Sir Wilfrid Eady nacido en la Argentina hace algo más de medio siglo. Es bajo, rubicundo, cargado de hombros, miope. Su poco aventajada estatura contrasta con la de los demás miembros de la misión, hombres jóvenes, rubios, elegantes, que parecen salidos de una estampa londinense. Mezclado con ellos llama la atención un verdadero atleta, enorme, cano, de mandíbula y hombros cuadrados. Se diría que nos hallamos en presencia de un boxeador. Alguien apunta un chiste:

— Claro, como le ha ido tan mal a Sir Percival Liesching, lo traen a éste para que los defienda,

Los negociadores británicos son introducidos al despacho rojo y, después de los saludos de rigor, comienzan las conversaciones. Un cuerpo de taquígrafos registra todas las palabras que allí se pronuncian, para que a la tarde misma el presidente de la república tenga sobre su mesa de trabajo una versión fiel y completa de lo acaecido.

 

Inusitado exordio

Miranda, que no es un hombre al que le guste perder el tiempo, rompe el fuego:

— La República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte — empieza diciendo don Miguel — son dos naciones soberanas e iguales en el terreno del derecho internacional. Por lo tanto, todo lo que afecte la soberanía y libre determinación, en sus asuntos internos, de cualquiera de ellas, está expresamente excluido de estas conversaciones.

Las circunstancias — prosigue — han colocado a la Argentina en la posición, que no ha buscado, de acreedora de Gran Bretaña. Por consiguiente la Argentina dispensará a la gran nación amiga el mismo trato que, como deudora, ha recibido de ella; es decir, un trato cordial.

Sir Wilfrid contempla a don Miguel por encima de sus anteojos, como preguntándose: ¿A dónde irá este hombre con semejante exordio, tan poco diplomático? Los jóvenes negociadores ingleses abren los ojos, evidentemente sorprendidos. El entrecano boxeador — llamémoslo así — arruga el ceño. Los mismos negociadores argentinos están un poco nerviosos, y el más cercano a don Miguel, disimuladamente, le da un tirón del saco.

 

Primer round

Sir Wilfrid toma entonces la palabra. Comienza a detallar los perjuicios que la nacionalización del Banco Central y el nuevo régimen de seguros ocasionan a la economía inglesa en los negocios que tiene radicados en nuestro país, y... Pero no hace nada más que empezar, porque don Miguel le interrumpe:

—El régimen bancario y el régimen de seguros son, en la República Argentina, asuntos internos de su exclusiva incumbencia. Ya le previne, sir Wilfrid que, por lo tanto, no podían ser objeto de estas conversaciones.

 

Los ferrocarriles

El impacto es acusado; pero sir Wilfrid, a quien le sobran condiciones de hábil diplomático, se repone. Con palabra pausada, tranquila, recuerda que la República Argentina tiene bloqueadas en el Banco de Inglaterra alrededor de 140 millones de libras esterlinas, correspondientes al precio de los suministros que recibió Gran Bretaña de nuestro país durante la guerra y que Gran Bretaña no se halló en condiciones de abonar. Luego ofrece en venta los ferrocarriles británicos —¡nada menos! —, a pagar con parte de esos fondos bloqueados. Sería cuestión, solamente, al decir de Mr. Eady, de discutir el precio.

—No me interesan los ferrocarriles — contesta Miranda.

Ante corte tan repentino de la conversación, que provoca el consiguiente revuelo, don Miguel explica:

—Ustedes me van a disculpar que les hablé con tanta franqueza; pero yo poseo un temperamento hecho en el trabajo y en los negocios, que no podría cambia a esta altura de mi vida. Esta, por otra parte, no es una misión diplomática, sino comercial. Y en el comercio — lo tengo bien aprendido — no hay nada mejor que hablar claro.

Haciendo una excepción al principio de que no hay ningún motivo para explicar a la otra parte, en un negocio, cuáles son las razones que le asisten a uno para tomar la posición que se le ocurra, les diré —prosigue Miranda — que, para la República Argentina, no sería ventajoso, en este momento, adquirir los ferrocarriles británicos con las libras bloqueadas. Como esas libras no son del Gobierno, sino de los tenedores de billetes que con su respaldo ha entregado el Banco Central, tendríamos que emitir un empréstito interno para disponer de ellas, equivalente a la suma que pagásemos por los ferrocarriles. Ese empréstito interno, dada la saturación de la plaza que el mismo provocaría, no podría lanzarse a menos del 4 por ciento. Emitir papeles del 4 por ciento para adquirir una industria que rinde el 2, es un negocio que no me cabe en la cabeza.

 

Deudas y deudos

Yo les voy a proponer otra cosa: les renuevo los 140 millones de libras esterlinas en préstamos, al mismo interés que les fijaron sus aliados norteamericanos, es decir, al 2 % por ciento. Ustedes nos pagarán con maquinarias y artículos manufacturados, que nos hacen falta. Los ferrocarriles ya los tenemos y están prestando servicios.

Sir Wilfrid pierde un poco la calma, y por primera vez sus modales se hacen más rápidos. Arguye, con cierto calor, que nuestro crédito no es una deuda común; que Inglaterra la ha contraído para salvar a la humanidad y que, por lo tanto, tiene derecho a que se le dispense un tratamiento humanitario para solventarla.

—También San Martín — interrumpe Miranda — luchó por la libertad de América, y los banqueros británicos le cobraron el 8 por ciento de interés compuesto. Ahora Inglaterra ha contraído una deuda y tiene que abonarla, o, en su defecto, servir los intereses.

— ¡Pero el señor presidente —replica sir Wilfrid en tono más agudo — trata este asunto como si fuera un negocio!

—No, señores —responde Miranda—, lo trato con la mano sobre el corazón. Negocio hicieron los que le impusieron a Gran Bretaña, en los días más trágicos de su historia, la obligación de "pague y lleve". Nosotros, durante seis años, colaboramos en el triunfo de la libertad del mundo — como usted dice — exigiéndole solamente a ese gran país: "lleve y anote", y no le cobramos un centavo de interés por productos que eran esenciales para la subsistencia del pueblo inglés y de sus aliados, facturándoselos además a precios infinitamente más módicos (20 por ciento de aumento) que los que Gran Bretaña nos facturó a nosotros por sus mercaderías (75 a 80 por ciento de aumento). Pero me parece que ya hemos hecho bastante. Terminada la guerra, ha llegado el momento, en los términos más amistosos, de regularizar esa situación, que ustedes admitirán que no es regular.

 

El atajo

Mr. Eady busca entonces, hábilmente, el atajo. Propone considerar conjuntamente la cuestión de los ferrocarriles y el empréstito. Según fueran las franquicias que nuestro país otorgara a los ferrocarriles británicos, al vencimiento de la ley Mitre (que fenece a fin de año), así se calcularía el tipo de interés del empréstito por los 140 millones de libras. Se serviría el empréstito con lo que redituaran los ferrocarriles. “Son problemas conexos…”

- No – interrumpe Miranda-; tratemos primero el empréstito, porque consiste en la regularización de una deuda que no puede seguir indefinidamente así. Después hablaremos de los ferrocarriles.

 

Fe en la palabra británica

Nuevo impacto. Sir Wilfrid explica entonces que Gran Bretaña, metida en ese brete, si contrae el empréstito que le propone, no va a poder pagarlo.

—Un gran presidente argentino — recuerda Miranda — le dijo a su pueblo que debía ahorrar sobre el hambre sed para abonar los empréstitos británicos que estaba en la obligación de servir. Yo sé lo que vale la palabra británica y estoy seguro de que si Inglaterra promete cumplir, cumplirá. Por otra parte, no ignoro las dificultades de postguerra que afligen a Gran Bretaña; por eso no hago cuestión de plazo. Que el deudor amigo se tome todo el tiempo que necesita; pero que pague. Don Miguel es un verdadero bulldog que ha atrapado a su contendor y que no lo deja moverse.

Sir Wilfrid ya ha perdido la prestancia diplomática y se revuelve en su sillón. Explica que Inglaterra, si tiene que servir los intereses de suma tan enorme, carecerá de divisas para comprar las carnes argentinas; y pregunta, alarmado:

— ¿Qué hará la Argentina si, a pesar de toda nuestra necesidad y nuestro, deseo, no le podemos comprar sus carnes?

—El control de cambios — responde Miranda— ha servido durante muchos años para subvencionar los granos con la carne. El Gobierno ha podida retribuir el esfuerzo de los agricultores argentinos — aunque se quemaran y se pudrieran parte de sus cosechas— con los ingresos de los ganaderos. Y bien: si ahora ustedes no nos llevan las carnes, como los granos han alcanzado cotizaciones nunca vistas, procederemos a la inversa: pagaremos a los ganaderos con las ganancias de los agricultores. La única diferencia radica en que la carne de exportación se podría distribuir gratuitamente entre la población argentina necesitada. Ya ve, señor, que no puedo ser más franco y que, seguramente, procedo con no mucha perspicacia comercial al poner todas mis cartas sobre la mesa. Pero a mí me gusta hablar claro.

 Mea culpa

— ¡Es que si todas las naciones procedieran así —dice, elevando la voz, sir Wilfrid, que parece muy intranquilo —, se acabaría el comercio internacional, e Inglaterra, en bien de la reconstrucción del mundo, aspira a comerciar con todas las naciones de la tierra!

—El comercio libre, la ausencia de trabas en el mercado internacional — responde Miranda— fue siempre el desiderátum de mi país, porque, produciendo más barato que los demás, era también su conveniencia. Si alguna vez la Argentina tuvo que entornar las puertas de su intercambio, fue a disgusto; obligada por los acuerdos imperiales de Ottawa.

Sir Wilfrid, recobrada enteramente su flema, da por terminada la conversación con esta sentencia pronunciada en voz grave:

—Tiene razón el señor presidente. Estamos pagando las consecuencias de nuestros propios errores.

De retorno

La misión británica se retira, cejijunta. El boxeador cierra los puños. Las manos de sir Wilfrid tiemblan un poco. Los demás jóvenes negociadores no alcanzan a comprender lo que ha pasado. Es que se ha desarrollado, en las relaciones entre los dos países, el acto quizá más trascendental de la historia.

Y la negociación sigue su atrancado curso, ante el inminente vencimiento de la cuarta renovación del pacto Roca -Runciman, que tendrá lugar, indefectiblemente, el 20 del actual.

Don Miguel Miranda se encamina a la Casa de Gobierno, saboreando su clásico habano, a cambiar impresiones con el presidente de la república. Alguien que lo conoce, le dice a un compañero:

— ¿Ves a ese gordito petiso? Es el presidente del Banco Central. Me aseguraron que antes era tachero.

 

Qué, año I, Nº 1 de agosto de 1946.

El semanario Qué pasó en siete días fue fundado en Bs. As. el 16 de mayo de 1946. Lo dirigieron en sucesivas etapas Baltazar V. Jaramillo desde 1946. Clausurada volvió a editarse en 1957 bajo la dirección de Rogelio Frigerio, y en su tercera etapas desde 1963, dirigida por Narciso Machiandiarena y Rogelio Frigerio, y desde 1964 hasta su cierre en 1965, por Alfredo Garófano, subdirectores: Rogelio Frigerio y Marcos Merechensky, y secretario de redacción: Gregorio Verbisky.

18/2/24

La entrerriana que descubrió el uranio

Rubén I. Bourlot

 

La Asamblea General de las Naciones Unidad declaró el 11 de febrero Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia mediante una resolución fechada el 22 de diciembre de 2015.

Es oportuna la fecha para desgranar unos párrafos de reconocimiento a la científica entrerriana que abrió el camino a la exploración del uranio en el territorio patagónico.

Este reconocimiento tiene un doble valor. Por un lado es una contribución a la historia de la ciencia en la provincia que hasta hoy permanece marginada de los textos de divulgación histórica, y por el otro una reivindicación al papel de las mujeres que se dedicaron a actividades que tradicionalmente les son hostiles. Y decimos hostil porque la actividad de la geología y similares estuvo monopolizada por hombres; implicaba trabajar en terrenos de difícil acceso a los que tal vez las mujeres estaban menos habituadas. Más aún, en una sociedad que encasillaba fuertemente los papeles que debían ocupar hombres y mujeres, el hecho de realizar tareas fuera de las tradicionalmente asignadas a la mujer que era el hogar con la maternidad y los cuidados, cercenaba cualquier vocación que escapara de esos cánones. Recordemos que el ejercicio del magisterio, un trabajo que se consideraba “femenino” por su similitud con las tareas hogareñas de enseñanza de los hijos, también implicaba la renuncia de la mujer a su plenitud en tanto en muchos casos se le tenía prohibido casarse y por lo tanto tener hijos y formar una familia.

Una de las protagonistas que se atrevió a traspasar esas barreras invisibles, o no tanto, fue la doctora María Teresa Carri de Riggi, la segunda mujer geóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires en 1930 (Edelmira Mórtola fue la primera geóloga de la República Argentina al obtener, en 1921, el título de doctora en Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires).

En una ponencia presentada por Víctor Alberto Ramos (también geólogo) en el Sexto Congreso Argentino de Historia de la Geología, realizado en Tucumán el 6 de octubre de 2023, titulada “El Expediente secreto de la Comisión Nacional de Energía Atómica” descubre a la paranaense protagonista de esta historia “que por más de 50 años estuvo encargada del Museo de Minerales y Rocas de la antigua Dirección de Minas y Geología. Esta fascinante historia nos muestra cómo una serie de hechos fortuitos produjeron estos importantes hallazgos.

“La ‘Doctora’ Riggi fue una de las primeras geólogas argentinas egresada de la Universidad de Buenos Aires que tuvo una larga carrera profesional. Sin embargo, es poco conocido que a ella le debemos el hallazgo de las primeras evidencias que llevaron a descubrir yacimientos de uranio en la Patagonia. Esas primeras evidencias condujeron a que hoy día sea esta región la que tenga las mayores reservas de minerales uraníferos del país.”

María Teresa nació en Paraná, Entre Ríos, el 11 de julio de 1906. Estudió el nivel secundario en el Liceo Nacional de Señoritas de Buenos Aires y entró en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires en 1926. En marzo de 1930 terminó sus exámenes, pero en esa época no se expedía un título si no se terminaba una tesis doctoral. Recién en marzo de 1949, de acuerdo con las nuevas reglamentaciones, solicitó y le otorgaron el grado de Licenciada en Ciencias Naturales con orientación en geología. En 1936 se casó con Agustín Riggi, también geólogo.

 

A la búsqueda del uranio

Su trabajo profesional fue realizar estudios de minerales y yacimientos en la Dirección de Minas y Geología donde ingresó en 1932. Su primera función, en ese mismo año, fue la de jefe del Museo de Mineralogía y Geología, fundado por Henry Hoskold en 1890.

Llevó a cabo trabajos de campo en San Luis, Córdoba, Buenos Aires y el norte de la Patagonia. En esta última región estudió yacimientos carboníferos, que en ese momento se intentaban correlacionar con los de Chile que se encontraban en plena explotación.

En 1950 dejó la Dirección de Geología y pasó al Servicio de Economía Minera. En esos años, analizando en la colección de minerales y rocas del museo -según sus declaraciones más de 30.000 muestras-, encontró la presencia de minerales radiactivos. Trabajó sobre las muestras de areniscas asfaltíferas, colectadas por Anselmo Windhausen, procedentes del valle superior del río Chico y detectó la presencia de mineralización de uranio. Estos datos se complementaron al constatar que las perforaciones petroleras realizadas en este sector de la cuenca tenían en sus perfiles gamma anomalías radiactivas.

La presencia de uranio se encuentra localizada en la formación Río Chico y en la de Cerro Barcino del Grupo Chubut. Esta mineralización aloja actualmente en un solo yacimiento más de 5.000 toneladas de uranio constituyendo la reserva de minerales radiactivos más importante del país.

El uranio se utiliza principalmente como combustible que se usan en las centrales nucleares que en nuestro país son las de Atucha y Embalse de Río Tercero para producir energía eléctrica libre de emisiones de dióxido de carbono. Argentina integra el reducido número de diez países que dominan el Ciclo de Combustible pero actualmente, según un informe oficial, no se desarrolla la cadena completa en el país (no se llevan a cabo las actividades de explotación y concentración de uranio) por las restricciones impuestas por grupos de presión, principalmente ambientalistas multinacionales.

 

La Comisión de Energía Atómica

Como consecuencia de estos hallazgos a fines de 1952 fue invitada a ingresar en la flamante Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) donde se desempeñó como Jefe del Departamento de Geología y Minería por varios años. La CNEA a través de un expediente reservado felicitó a la Doctora Riggi por la iniciativa y los estudios que dieron por resultado los descubrimientos de minerales radiactivos.

Durante su permanencia en la CNEA continuó trabajando en el estudio de areniscas procedentes de la región patagónica para identificar nuevos yacimientos de uranio.

A partir de 1961, por solicitud de las autoridades de la Secretaría de Minería, fue adscripta nuevamente a la Dirección Nacional de Economía Minera, y en 1962 se desempeñó como jefa del Departamento de Promoción de la Producción Minera.

Como complemento a sus actividades en la Dirección Nacional de Economía Minera el Instituto Nacional de Geología y Minería, bajo la conducción de Roberto Tezón, le encomendó, en 1965, la instalación de la Exposición Minera Industrial Permanente que la tuvo al frente hasta su jubilación. En 1975 la presidenta María Estela Martínez de Perón la felicitó al cumplir el décimo aniversario de la exposición. La misma estaba orientada principalmente al público escolar y en general para vincular a la comunidad con la actividad minera nacional. La misma estuvo abierta hasta 2018 cuando el gobierno de entonces deja sin espacio a la exposición.

En 1986, a los 80 años,  se acogió a la jubilación y falleció en 1989.

 

Ponencia de Víctor A. Ramos: “El Expediente secreto de la Comisión Nacional de Energía Atómica” presentada en el Sexto Congreso Argentino de Historia de la Geología.

https://youtu.be/1sp7DW7mTVo

29/12/23

Hacia una redefinición del trabajo

 Rubén I. Bourlot


Desde hace algunas décadas presenciamos una euforia por definir los tiempos contemporáneos. Para algunos estamos viviendo en la postmodernidad, asistimos a fin de la Historia sustentada en la idea de globalización y en la explosión tecnológica. A fines del siglo pasado la idea de que habitábamos una aldea global suponía la desaparición de los conflictos de nacionalidades, de la puja de las culturas para conservar o construir sus respectivas identidades. Todo esto bajo la vigilancia de la pax imperial. Los hechos cotidianos y los sucesos globales en las primeras décadas del siglo XXI tienden a desmentir estas teorías de fin de milenio. Por ello también son tiempos de rectificaciones.

Si podemos hablar de algún tipo de globalización tenemos pensar en el mercado, verdadero dios pagano de la modernidad. El mercado acompañó las grandes conquistas, desde las cruzadas hasta nuestros días. La globalización mercantil que hoy interconecta al Mundo a una velocidad impensada hace un siglo (Internet, jumbos, satélites, cohetes intercontinentales) se anudó con la expedición de Magallanes - Elcano cuando amanecía el siglo XVI. Por lo tanto no es un fenómeno tan nuevo para estos tiempos de inmediatez. Es un acontecimiento propio de la Modernidad europea.

Es en este contexto que el trabajo humano ingresó como un componente más del mercado, integrando las cadenas de producción y comercialización, convirtiéndose en una variable más de los costos y en una mercancía. Así se justificó el comercio de esclavos, no ya la utilización de mano de obra esclava de las épocas preburguesas. El esclavo era mano de obra y mercancía. El esclavo abarataba los costos de producción de materias primas en las colonias y de manufacturas en las metrópolis. Las revoluciones sociales incorporaron los derechos ineludibles de los trabajadores y la esclavitud corrió el riesgo de desaparecer. No obstante el propio mercado recobró la iniciativa: flexibilización laboral, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, reemplazo de trabajo humano por artefactos (robótica) contribuyen hoy a transferir el fruto del trabajo a los dueños de los medios de producción. Para ello el mercado ha sustituido al estado, a la política, como depositarios y administradores del poder. El poder del pueblo, un postulado de la modernidad, es una entelequia hoy más que nunca. El poder ha sido expropiado por el mercado.

Se plantea el fenómeno de la desaparición del trabajo en las formas que conoció la humanidad desde sus orígenes. El trabajo poco a poco se convierte en un privilegio de una clase social intermedia entre la aristocracia propietaria del mercado y los pobres que se deben conformar con las migajas de la “economía informal” y los planes sociales. En este contexto, heredero del más puro malthusianismo, sobran millones de personas.

Frente a esta realidad es necesario abrir un paréntesis para reflexionar y repensar el sentido del trabajo humano. No como un engranaje en la maquinaria de producción de bienes (o males) y servicios, un componente más del costo, una variable económica. El trabajo es parte de la dignidad del hombre. El hombre ganará el pan de cada día con el sudor de su frente dice la milenaria consigna. El trabajo es una experiencia vital, un acto cultural y una manera de servir a la comunidad. La persona humana se realiza mediante el trabajo, se constituye parte de su comunidad siendo útil, aportando su trabajo, cumpliendo una función (Aquello no era trabajo, / Mas bien era una junción, al decir del Martín Fierro). Desde este punto de vista no pueden existir desocupados y por ende miembros de la comunidad que no puedan satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo, descanso y esparcimiento. La máquina, la tecnología son sólo instrumentos creados por el hombre para servir al hombre, para aliviar tareas penosas, para explorar nuevas experiencias propias de la cultura. No es concebible justificar la marginación de parte de la sociedad, sacrificar millones de personas, como un precio a pagar al avance tecnológico. La máquina no es responsable de las injusticias, de la miseria, de la guerra. La ruptura de la armonía entre el trabajo que transforma la energía física e intelectual del hombre en bienes culturales, y el descanso - alimentación - esparcimiento, por los cuales el hombre recupera esas energías; es responsabilidad de la lógica del mercado, que acumula los bienes producidos en pocas manos para luego distribuirlas - venderlas con la mayor ganancia posible.

Es necesario dar una vuelta de tuerca para reinventar el trabajo, desvinculándolo del mercado.

 

El hombre americano y el trabajo desde una nueva perspectiva

El hombre americano es producto de la fusión de culturas autóctonas con las oleadas de pueblos europeos peninsulares, impulsadas por las energías mercantiles pero también motivadas por ideales cristianos. Evangelizar a los indios implicó, más allá de gruesos y trágicos errores de apreciación, un esfuerzo para incorporar el otro a la ecúmene, ese otro que rechazaban, en nombre del puritanismo, los anglosajones que arribaron a la costa atlántica del norte de América.

La cultura hispanoamericana es una cultura trascendente. La comunidad, el cuerpo social tiene un horizonte de más allá. En otra dimensión puede hallar la salvación. El pueblo americano es un pueblo creyente con la misma fuerza e ingenuidad de sus antepasados indios. Los mitos y leyendas de las cosmovisiones americanas fueron el germen de su destrucción histórica pero a su vez fueron capaces de trascender en la nueva realidad cultural. De lo material nos quedan ruinas monumentales en medio de la maraña; de lo espiritual permanece vivo casi todo, imbricado, mimetizado en las culturas de la América morena. Es en los rincones más remotos del subsuelo social donde perdura viva la llama de una nueva redención; en los arrabales de una comunidad fracturada entre la opulencia de los edificios de vidrio y acero, la pobreza extrema entre las chapas y los cartones de las favelas y villas. Es en este submundo que para los politólogos son sectores NBA - con necesidades básicas insatisfechas - donde permanece latente el reservorio de dignidad humana, donde se conserva la llama de la esperanza por un más allá superador de las miserias actuales.

Desde esta América, podremos reinventar el trabajo con otra perspectiva, reconstruir una cultura donde el trabajo sea un componente imprescindible. Repensar el mundo, no como una aldea global sino como una sumatoria de comunidades integradas por fuertes lazos de identidad y solidaridad. Repensar y recrear el estado como la realización suprema de la comunidad organizada, su expresión más acabada, que sintetiza las aspiraciones de sus miembros. Este estado sustentado en las relaciones de trabajo y no en las relaciones económicas como las concibe el liberalismo, será el único que garantizará la justicia, la paz social y la prosperidad de los pueblos.


15/12/23

Beatriz Bosch, la historia con perfume de mujer

Rubén I. Bourlot

El 23 de noviembre de 1967 Beatriz Bosch fue designada miembro correspondiente por Entre Ríos en la Academia Nacional de la Historia (ANH), la primera mujer en ocupar ese sitial, publicaba EL DIARIO. Días después en Paraná se le ofreció un homenaje donde habló el historiador Juan Carlos Wirth (La Acción, 5 de diciembre de 1967).

La dilatada trayectoria de Bosch en el campo de la docencia y la historia comprendió gran parte del siglo XX. También incursionó en la literatura y el periodismo.

Nacida en Paraná en 1911, egresada como profesora de Historia de la entonces Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales que dependía de la Universidad Nacional del Litoral, en los últimos años estuvo radicada en Buenos Aires donde falleció en 2013.


En el acto de incorporación a la ANH presidió la sesión su presidente Miguel Ángel Cárcano que dirigió la palabra para referirse a su obra como historiadora y también lo hizo el académico Ricardo Caillet Bois. La exposición de Bosch estuvo referida "Urquiza y el levantamiento de Felipe Varela", investigación  que llevó a cabo a partir de los fondos documentales de Urquiza y Benjamín Victorica. Días después, en el homenaje realizado en Paraná, Juan Carlos Wirth dijo: “las letras entrerrianas están de fiesta. Beatriz Bosch, la severa investigadora de nuestra historia, la escritora de estilo prieto y lleno de vida a la vez recibió finalmente el galardón máximo que tiempo ha merecía. (…) Beatriz Bosch estaba dando los mejores afanes de su intelecto, de su luz, allí resistió con alma indómita el malón del envilecimiento, allí la conocí, sin desfallecimientos ni lamentaciones, rechazando con suprema entereza su pretense degradación, para elevarse a una altura moral inigualada.”

Mujer en un mundo de hombres

Beatriz Bosch fue pionera como mujer en el campo de los estudios históricos en provincia y en el país. A mediados del siglo XX eran pocas las mujeres que se dedicaban a la investigación histórica. En una entrevista cuenta que “eran muy pocas las historiadoras. Con respecto a mi experiencia personal, la primera vez que fui al archivo (General de la Nación), me recibió el Vice-Director y tan asombrado estaba porque era la primera vez que iba una mujer a investigar sola, por su cuenta, que me obligó a que dirigiera una nota de autorización al Ministro de Instrucción Pública. La asistencia al archivo era completamente masculina, pero los colegas me recibieron con simpatía, y no sin curiosidad… eso me favoreció mucho, uno era hermano del Presidente del Colegio de abogados de Buenos Aires y entonces eso me ayudó a tener vinculaciones.” (Suarez, 2007).

Pero también en su propia provincia le costó mucho insertarse en el campo de la investigación histórica. En un ambiente dominado por varones, y en general muy veteranos, una mujer joven que pretendía hurgar en la historia era algo demasiado temerario. “Empecé a investigar aun antes de recibirme –contó en una entrevista (Bazán, 2011)- (…). El primer trabajo, un trabajo chiquito de una revista que se llamaba FIDES órgano de la asociación estudiantil universitaria de Paraná en el año 1932, ese es el primer trabajo.”

“Cuando yo empecé a trabajar fui muy mal recibida en el ambiente lugareño… Yo era una atrevida que pretendía trabajar como esos señores. Sí, entre los que trabajaban, me refiero a los que publicaban… me hicieron mala fama en Paraná y tuve mejor relación con los historiadores de Santa Fe. Con José Luis Busaniche, que fue mi profesor (…). Cuando me gradué me mandó uno de sus libros con una dedicatoria muy elocuente…” (Suarez, 2007).

En cambio en Paraná “cuando publiqué el primer libro se lo mandé por personal respeto a (César Blas) Pérez Colman, era Camarista Federal y nos había dado Instrucción Cívica en la Escuela Normal. Habían puesto la hora de clase a las doce para que él pudiera ir a la Cámara. Conversaba conmigo a la salida porque yo vivía a una cuadra de la Escuela, mis amigas me hacían algunas bromas… Era muy interesante lo que me decía, pero cuando me vio por primera vez en el archivo no-me-miró-más.

“Yo le mandé el primer libro, por respeto, y después de cinco meses me mandó una tarjetita adonde decía que ‘reflejaba mi amor a Entre Ríos…’”

No hay dudas que fue un triunfo su nombramiento como miembro correspondiente por Entre Ríos en la Academia Nacional de la Historia, la primera mujer en la historia de una institución poblada de hombres. Había sido fundada a fines del siglo XIX como Junta de Historia y Numismática Americana por Bartolomé Mitre y durante años fue la principal divulgadora de la interpretación mitrista de nuestro pasado. En 1986 fue la segunda mujer en incorporarse a la Academia como miembro de Número. Fue también miembro correspondiente de la Real Academia de Historia de Madrid, de las Academias de Historia del Perú, de Bolivia, de Puerto Rico, del Paraguay y de Venezuela, de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, y del Instituto Histórico y Geográfico Brasileiro.

La historia en el papel

Producto de sus investigaciones publicó numerosos libros y artículos en revistas especializadas. Sus desvelos se centraron en rescatar la figura y la labor del general Justo José de Urquiza pero no dejó de lado otros terrenos de la historia entrerriana como la gobernación de Lucio Mansilla, la actuación de Alejo Peyret en la organización de la colonia San José, la labor periodística de José Hernández o el Pacto Federal de 1831. “Mi lista bibliográfica denuncia hasta hoy 369 títulos entre libros, estudios parciales, juicios y reseñas bibliográficas, artículos, prólogos, estudios preliminares a obras de otros autores” manifestó en el discurso que pronunció en la Academia Nacional de la Historia cuando le realizó un homenaje en 2002 con motivo de sus 90 años.” La lista completa actualizada llega a 377 publicaciones.

De esa extensa lista libros s podemos nombrar Sarmiento y Urquiza; del unitarismo al federalismo (1938), Urquiza, gobernador de Entre Ríos 1842-1852 (1940),  Urquiza el Organizador (1963), Urquiza y su tiempo (1971), Alejo Peyret, administrador de la Colonia San José (1977) e Historia de Entre Ríos (1978).

También acumuló una enorme biblioteca de unos 15.000 volúmenes que actualmente se encuentra en la Biblioteca Provincial, en Paraná.

Para seguir leyendo

Bazán, Ricardo César (2011). Una entrevista a Beatriz Bosch, en

https://historiasdelasolapa.blogspot.com/2011/12/una-entrevista-beatriz-bosch.html


Un Ilusionista “indiano” en Paraná

Rubén I. Bourlot

En los comienzos del siglo XX eran comunes los espectáculos que brindaban los magos, ilusionistas, predisgitadores, espiritistas y otras yerbas, que en Paraná tenían como escenario el teatro 3 de Febrero.

El arte de la magia viene de muy antiguo y es heredera de las primitivas religiones que las comunidades humanas apelaban para explicar su existencia y la del mundo que las rodeaba. Los magos eran los sabios, poseedores de los conocimientos ocultos y sobrenaturales capaces de explicar lo que la razón no podía comprender. Mucho más acá en el tiempo ese poder se fue devaluando y la magia, el ilusionismo, se transformó en un entretenimiento para los abúlicos monarcas de las cortes europeas.

A fines del siglo XIX el francés Robert-Houdin fue el primero en reversionar la magia en un espectáculo que concitaba la atención de miles de personas. Tras su muerte le sucedió el húngaro Erik Weisz que adoptó el nombre de Harry Houdini (1874 – 1926) -un homenaje a su admirado antecesor-  y revolucionó el arte del ilusionismo con sus hazañas de escapismo imposibles.

En nuestro país el arte de lo aparente se popularizó en los teatros y cuando llegó la televisión ingresó a los hogares a través de las pantallas. Uno de los más reconocidos impulsores del ilusionismo televisivo fue Pipo Mancera en su programa Sábados circulares.

También la práctica de la magia llegó hasta los hogares donde había aficionados que deleitaban a familiares y vecinos con sus pruebas de fantasía. Habían aprendido en cursos a distancia, virtuales asincrónicos dirían hoy, en tiempos que no existía internet ni tutoriales de youtobe. Los cursos venían por entrega a través del correo que llegaba hasta los más lejanos puntos del país. Los dictaban academias que ofrecían los cursos de Fu Manchú -el mago inglés radicado en Argentina- y se publicitaban en las revistas de historietas. 


Ilusionistas indianos en Paraná

En 1913 una noticia aparecida en el diario La Acción de Paraná anunciaba el 13 de noviembre el debut en el teatro 3 de Febrero del “ilusionista indiano doctor Richards y Mme. Graci Richards cuyos experimentos tanto han llamado la atención en Montevideo, Buenos Aires, Rosario y Santa Fe”. Se prometían cuatro funciones de “una hora de magia blanca moderna y oriental terminando la primera parte con la preciosa ilusión: La Reina del Dado”. Luego se ofrecería una “parte científica dedicada a la culta Paraná. El doctor Richards presentará fenómenos mentales, impresiones personales y experiencias prácticas de ciencia profunda.”

El espectáculo terminaría con “la asombrosa experiencia El tanque de Neptuno.” Y finalmente la información acotaba que los comediantes, modestia aparte, “han sido declarados superiores a todos los artistas del género.”

El origen “indiano” es dudoso y no hay mayores referencias a la nacionalidad del matrimonio de ilusionistas pero encontramos en publicaciones similares de la época que era muy común asignarles ese origen exótico a estos artistas para agregarle valor al espectáculo. Por ejemplo, el diario La Capital de Rosario en 1915 anunciaba la llegada a esa ciudad del faquir Jumal Singh y en la crónica advertía que “todos decían ser originarios de la India pero buceando en sus biografías sus nacionalidades no respondían a tal afirmación. El nombre era una forma de estar más a tono con el personaje.”

 Gira americana

En la búsqueda de antecedentes de la pareja Richards -como el arqueólogo que, munido de palita y cepillo, rastrea en el suelo para hallar los restos de antiguas existencias y con la traza de unas pisadas impresas en la piedra o una vértebra petrificada puede reconstruir un dinosaurio- nos abocamos a escudriñar sus ecos en el territorio virtual que es internet y hallamos noticias sobre la actuación de los ilusionistas en diversos países del continente americano.

En los primeros días de noviembre de 1913 el llamado Dr. Richard había realizado funciones en Panamá, la última “dedicada a la colonia de EE. UU.” residente en el país.

Unos años antes, en 1910, lo encontramos en Puerto Rico donde un diario local informaba que “anoche debutó en este teatro el Dr. Richard, ilusionista científico de indiscutible mérito y lo mejor que hemos visto en esta clase de trabajos. Los de telepatía fueron muy celebrados y el tanque de Neptuno muy aplaudido. El Dr. Richard se propone dar varias funciones en este teatro durante la presente semana.”

En 1912 la pareja se encontraba actuando el Río de Janeiro (Brasil) donde presentaban “trabajos de magia blanca y magia oriental, y revelaciones científicas interesantes.”

Años después, en 1914, realizaban una nueva gira por el país actuando en el estado de Río Grande. En 1916 la dupla realizaba “La última tourneé en América” en Río de Janeiro con un programa que incluía “una hora de prestidigitación moderna”, experiencias sobre ciencias ocultas, trabajos mentales, la “asombrosa ilusión Princesa Karnac” que era un espectáculo de levitación y el número “O Cepo (prisión) de Kilán”. Para el día siguiente se anunciaba una matiné infantil. En octubre del mismo año se encontraban realizando funciones en el reconocido teatro Amazonas de Manaos y también en la ciudad de Aracatuba.

 
El tanque de Neptuno

Uno de los números más aclamados era el del Tanque de Neptuno, una ilusión que había impuesto nada menos que el gran escapista Harry Houdini unos años antes.

Se trataba de un recipiente cilíndrico gigante que se llenaba con agua con el mago en su interior -los mismos espectadores eran quienes cerraban su tapa con candados-. A los pocos minutos el protagonista escapaba del mismo, apareciendo donde el público menos lo esperaba.

La citada crónica de La Capital informa que también en el espectáculo de Jumal Singh “para agregar limpieza al efecto, el tanque se exhibía en el foyer del teatro durante todo el día, donde podía ser revisado por el público que visitaba la sala.” Y agregaba que “Jumal ha dejado atónito al público; el Tanque de Neptuno bien cerrado con fuertes cadenas y candados no ha sido abierto, y lo que la razón no quiere aceptar por hallarlo incomprensible, es que el indú (sic) salió del encierro sin derramar agua y sin que el público viera la puerta de escape.”

No hay referencias sobre la repercusión del espectáculo en Paraná pero suponemos que habría provocado la misma impresión. Tampoco encontramos detalles del número “La reina del Dado” que para 1920 lo seguían presentando según publica un aviso del diario panameño Estrella de Panamá.

Quintino Bocayuba: La visita de un repúblico brasileño a Paraná

Rubén I. Bourlot

El 4 de noviembre de 1900 arribaba a Paraná una delegación de periodistas del Brasil que realizaba una gira por distintas provincias. Encabezaba el grupo Quintino Bocayuba, destacado periodista, político republicano y diplomático que venía con los auspicios de haber sido uno de los impulsores del tratado de límites de la Misiones con del país vecino, luego malogrado. La gira se llevaba a cabo en el marco de la visita del presidente brasileño Manuel F. de Campo Salles.

Una embajada integrada por periodistas y vecinos paranaenses se dirigió a Santa Fe para dar la bienvenida a los visitantes. Una crónica de la época nos anoticia que “los viajeros desembarcaron en el Puerto Viejo, tributándosele entusiasta recepción en el Parque Urquiza, donde recibieron el saludo de la ciudad dado por el presidente municipal, Sebastián Vásquez, respondiendo el señor Bocayuba. En manifestación llegaron a la casa de gobierno, visitando el cuadro de Caraffa, que representaba el pasaje del río Paraná por el Ejército Grande y luego se dirigieron a la casa municipal, en que se sirvió un lunch, en cuya oportunidad habló  el periodista  Evaristo Carriego. Finalmente visitaron la Escuela Normal, oyéndose la palabra  de  su director, profesor Leopoldo Herrera.”


La revista Caras y Caretas del 10 de noviembre de 1900 informaba que “los representantes de la prensa brasileña, venidos a nuestro país con objeto de asistir a los festejos han transmitido a los diversos diarios de cuya redacción forman parte, entusiastas descripciones de Buenos Aires, de los obsequios con que se ha deseado hacerles agradable su estadía aquí y de las manifestaciones de confraternidad que ha originado el viaje del doctor Campos Salles. Con el fin de facilitarles el conocimiento de algunas reglones del interior, el ministro de Obras Públicas puso a disposición de dichos periodistas un salón dormitorio, que agregado a los trenes ordinarios, debía llevar a los excursionistas a Córdoba, Esperanza, Rafaela, Santa Fe, Paraná y Rosarlo. El viernes de la semana anterior partieron los que habían de realizar la jira, regresando el martes. Hicieron el viaje los señores Alfredo de Almeida, Félix Bocayuva, Armando Paiva, Arthur Warnetk, Samuel das Neves, Antonio Carlos Simnens da Silva, A. Perret Filho, Casio A. Farinha, Pedro Rabello, Harcild Farinha, Fernando Mendes, Arthur Días y varios de nuestros colegas de esta capital.”

 Bocayuba, amigo de Argentina

Quintino Antônio Ferreira de Sousa Bocaiúva (Itaguaí, 4 de diciembre de 1836 — Río de Janeiro, 11 de junio de 1912) fue un periodista, escritor y político brasileño, conocido por su participación en el proceso de proclamación de la República del Brasil. Como político, fue el primer ministro de Relaciones Exteriores de su país, entre 1889 y 1891, y presidente del estado de Río de Janeiro, entre 1900 y 1903. En la Argentina, donde lo recuerdan varias calles y una escuela en la ciudad de Buenos Aires, es conocido como Quintino Bocayuba. Fue masón, opositor a las ideas positivistas y uno de los motores de la revolución que terminó con el régimen monárquico e instaló el gobierno republicano. En 1890 fue el negociador que acordó la delimitación del territorio de las Misiones disputado por ambos países.

El 24 de octubre de 1900 había llegado a Buenos Aires, en misión de confraternidad, el presidente del Brasil, Manuel F. de Campo Salles acompañado de una multitudinaria comitiva. La visita era en devolución a la realizada anteriormente por el presidente argentino Julio Argentino Roca.

El diario La Razón de Paraná ofreció una amplia cobertura a la visita del mandatario del país vecino. En su edición del 26 publicaba los telegramas intercambiados entre el presidente Roca y el gobernador Echagüe por el cual el primero agradecía la adhesión de la provincia que le daba al “acontecimiento el carácter nacional que debe tener, demostrando que en todos los ámbitos de la República, palpita el mismo sentimiento de confraternidad y simpatía hacia la gran nación brasileña.” También habían adherido la Sociedad de Beneficencia, el Club Patriótico de la Juventud y la Cámara de Diputados.

 Un tratado malogrado

En 1889 Bocayuba había asumido la cartera de Relaciones Exteriores del Gobierno Provisorio de la flamante república. En ese papel, negoció y firmó el Tratado de Montevideo el 25 de enero de 1890 para dar por finalizado el prolongado conflicto de límites entre ambos países por el territorio de Misiones, que disponía la división en dos partes de igual superficie del territorio en disputa. Luego de la firma del tratado del 25 de enero visitó la Argentina donde fue recibido como un héroe y fue objeto de numerosos agasajos.

El gobierno nacional editó un folleto con un compendio con documentos del tratado y el gobierno de Entre Ríos, a cargo de Clemente Basavilbaso, adhirió mediante un decreto que declaraba feriado el 29 de enero, mandaba a embanderar los edificios públicos de la provincia con las enseñas de Argentina y Brasil, y disponía la interpretación de los himnos nacionales de ambos países a cargo de las bandas de música de la provincia.

Centro de Investigación y Documentación de Historia Contemporánea de Brasil en una biografía de Bocayuba brinda detalles de la firma del tratado de Montevideo y de las circunstancias posteriores. “Imbuido del espíritu de solidaridad americana que caracterizó a la mayoría de los líderes republicanos desde el manifiesto de 1870, han tratado con Argentina de manera que se alejaba del tradicional clima de rivalidad presente en las relaciones entre los dos países durante el Imperio. Las negociaciones dieron como resultado el Tratado de Misiones, o Tratado de Montevideo, firmado en la capital uruguaya el 25 de enero de 1890. Visto como una victoria de los argentinos, el acuerdo suscitó amplias e intensas reacciones desfavorables en el Brasil. Quintino fue blanco de varias acusaciones, entre ellas la de haber entregado al país vecino territorios sobre los cuales Brasil tendría derechos de propiedad legítimos.”

El tratado fue rechazado al año siguiente por el Congreso Nacional del Brasil, tras lo cual ambos países acudieron al arbitraje del presidente de los Estados Unidos de América, Grover Cleveland, quien finalmente falló en un laudo arbitral a favor de Brasil adjudicándole todo el territorio en disputa. Bocaiúva se vio obligado a abandonar su cargo para continuar como Senador por el estado de Río de Janeiro en la Asamblea Nacional Constituyente.

Permaneció en dichas funciones hasta la votación de la Constitución (24 de febrero de 1891), luego de lo cual renunció al mandato para volver al periodismo, al frente del O Paiz.

En 1899 había recompuesto sus vínculos con la política local. Fue reelegido senador y luego gobernador  del Estado de Río de Janeiro que  (1900-1903).

Blasco Ibáñez, el arroz y Entre Ríos

Rubén I. Bourlot

 

El 31 de octubre es el Día Internacional del Arroz  instituido en 2004 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). La fecha busca, según el organismo internacional, atender problemas como el hambre y la desnutrición donde el arroz cumple un papel fundamental.

El cultivo de arroz (Oryza sativa L.) se practica en la región desde la época de colonial. Las primeras referencias corresponden a Félix de Azara, quien cuenta que fue introducido por los jesuitas en las Misiones durante el siglo XVII.

En Entre Ríos no hay registros de su cultivo hasta la década de 1930. El DIARIO, en 1933, informaba sobre la primera cosecha de arroz en el establecimiento Santa Cándida, departamento Uruguay. La implantación del grano estuvo supervisado por el ingeniero japonés Kawanguchi. Informaciones de los medios locales dan cuenta de que en el campo de cuatro hectáreas se realizó la siembra experimental que tuvo dificultades a causa de la langosta que por esa época diezmaba los cultivos. Se ensayaron distintas variedades para adaptarlas a nuestro suelo y clima.

En la provincia de Corrientes a partir de 1911, y por dos años, se concretaron las primeras siembras del grano en Nueva Valencia (hoy Riachuelo). Esta es una colonia fundada como una aventura por un personaje que invirtió sus ganancias de su labor literaria para radicar colonos provenientes de Valencia (España) en Río Negro y Corrientes. En el lugar se construyeron canales y riego a base de un motor de vapor para elevar y distribuir el agua. Finalmente la iniciativa fracasó.

 De escritor a colonizador

El impulsor de la iniciativa fue nada menos que Vicente Blasco Ibáñez, escritor, periodista y político republicano español, propulsor del naturalismo y del realismo. En torno a su figura y al periódico El Pueblo, que fundó y dirigió, se desarrolló en la ciudad de Valencia un movimiento político republicano conocido como blasquismo. Entre los años 1898 y 1908, ocupó escaños en el Congreso de los Diputados. En 1908 abandonó la política activa, se marchó a Madrid y se dedicó de lleno a la literatura. Intercalando la política y el periodismo escribió una extensa lista de novelas notables como Sangre y arena, Cañas y barro, La araña negra, Arroz y tartana, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, cuentos y relatos de viaje como Argentina y sus grandezas publicada en 1910. Compartió con Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Ramón María del Valle-Inclán, el punto de partida de la novela española del siglo XX.

Vicente Blasco Ibáñez había nacido en Valencia el 29 de enero de 1867 y falleció en Menton (Francia) el 28 de enero de 1928. En 1909, en las vísperas del centenario de Mayo, llegó a la Argentina para pronunciar conferencias con gran repercusión entre el público. Una crónica describió su llegada a Buenos Aires el 6 de junio de 1909, en el barco Capitán Viana, donde fue recibido en el puerto unas treinta mil personas convocadas por la prensa. Contaba en esos momentos con 42 años y estaba en la madurez de su vida y de su talento creativo. Su fama se había extendido por medio mundo.

Luego de pronunciar varias conferencias en Buenos Aires sobre los más variados temas: Napoleón, Wagner, pintores del Renacimiento, la Revolución Francesa, Cervantes, filosofía, cocina, etc., compartidas con Anatole France, se arrimó a las tierras entrerrianas. 

La llegada a Paraná

En los primeros días de agosto Blasco Ibañez arribó a Paraná para ofrecer dos conferencias. Se había despertado una gran expectativa abonada por las crónicas de los periódicos locales. El diario El Entre Ríos anunciaba en su edición del 29 de julio la llegada del escritor a Rosario y la probable visita a Paraná. Diariamente fue publicando informaciones para mantener latente el interés hasta que el 5 de agostó el escritor arribó al puerto local proveniente de Santa Fe.

En Paraná se había conformado una comisión de notables para la recepción integrada por el presidente municipal Jaime Baucis, el presidente del Club Social José S. Viñas, el director de la Escuela Normal Maximio Victoria que acompañaban al Centro Español, organizador las conferencias. A la noche pronunció su primera disertación en el salón Rodrigo debido a que el teatro 3 de Febrero no fue cedido por sus autoridades según informó el periódico citado. Desarrolló su conferencia durante dos horas donde repasó su obra y se refirió a Émile Zola, el del polémico “yo acuso” en defensa del capitán Dreyfus, Jorge Sand, precursora del feminismo, y los escritores rusos León Tolstoi y Máximo Gorky entre otros.

El domingo 8 de agosto Blasco Ibáñez pronunció la segunda conferencia que versó sobre el teatro y la música.

 “Paraná, la blanca”

Tras su gira por el sur de América escribió un ensayo que tituló Argentina y sus grandezas en donde dedicó unos fragmentos a lo observado en su visita a Paraná.

“Otra vez se rasgó el encapotado cielo, dando paso a la manga solar, que saltaba de colina en colina, como el rayo movible de un reflector eléctrico, y de nuevo apareció la indecisa ciudad con su lejanía de ensueño, empezando a marcarse vagamente en su cima los contornos de torres y cúpulas. ¿Sería Paraná?... Sí, Paraná era.

“Estaban aún muy lejos, pero aquella masa de intensa blancura, festoneada de ramilletes verdinegros, en los que algunos reconocían jardines, era, indudablemente, la graciosa ciudad que durante algunos años sirvió de capital a la Confederación Argentina.

“Media hora después la vi en todo su esplendor. Rasgándose definitivamente las nubes, y el sol de la mañana reverberó en el enjalbegado de sus edificios. Era una ciudad semejante a las del viejo mundo y evocaba con su aspecto el recuerdo de la colonización andaluza. Paraná la blanca, tiene la blancura de Cádiz y otras poblaciones del Mediterráneo, que parecen hechas con estearina petrificada. Las torres de su Catedral y de otros edificios públicos, la altura de sus casas, hacen recordar a Toledo y a Segovia, a todas las viejas ciudades españolas situadas sobre una altura y un río al pie. Pero esta es más clara, más  nítida que las monumentales poblaciones de Castilla; tiene un aspecto sonriente y gracioso, que pudiera llamarse meridional; la rodean frondosos jardines, y el río que corre a sus pies no es un río, en un mar encajonado, con revuelto oleaje en días de tormenta y horizontes infinitos, entre las dos costas apartadas.”

 

27/10/23

La educación y los mileinials

 Rubén I. Bourlot

En estos días de votos (por suerte no de botas) pululan en las redes sociales, en la TV y en otros medios, críticas a la educación actual, a la crisis y decadencia del sistema, a la falta de rigor en la evaluación de los aprendizajes, y las respuestas-soluciones no son las más acertadas. La mayoría quedan en la superficie, sin profundizar, con consignas vacías, cartelitos que se comparten con un simple corte y pegue, e imputaciones varias a las políticas actuales y de ayer nomás. Hay también discursos nostálgicos de épocas cuando la escuela “enseñaba”, las maestras no hacían paro, los niños aún descalzos y chapaleando el barro asistían a la escuela.

Hoy, en plena campaña electoral los candidatos prometen y mucho. Las educación con los maestros en las aulas dicen unos, como si los docentes no estuvieran en las aulas todos los días, y si no están en las aulas siguen trabajando con el culo en la silla preparando clases, corrigiendo carpetas, exámenes e, inclusive, recortando florcitas de goma eva para el acto escolar. En otras oportunidades no estaban en el aula porque la pandemia los obligó a trasmitir las clases desde casa, con la notebook, con el celular, pescando señal como sea, ingeniándoselas para que las clases se parezcan lo más posible al aula. No podemos seguir con “cuatro docentes por pizarrón” dijo algún gobernante hace un tiempo refiriéndose a las suplencias. Y sí, los docentes se enferman, sacan licencias para capacitarse como les reclaman siempre, y alguien los tiene que reemplazar porque los alumnos no pueden quedar si clases. Y también los docentes hacen huelga, porque es el modo que tienen de reclaman por sus siempre diezmados derechos. Que reclamen sin hacer paro dicen, y claro ¿con un cartelito pegado en la frente “docente reclamando”? Desde acá se escucha la risotada de la patronal porque ¿a quién moviliza eso?

Pero si los docentes pasan una temporada sin tomar medidas de fuerza, los gremios logran ámbitos de negociación con maestros y alumnos en el aula, se alzan las voces acusando a los dirigentes sindicales de “oficialistas”, “vendidos” al gobierno e imputaciones similares. Gataflorismo al palo.

Otros reclaman 180, 190, 200 días de clases como si con el mero paso del tiempo se aprendiera más. Pero cuando el calendario escolar comienza en febrero viene el reclamo porque se les cortan las vacaciones.

Y por otra parte están los que publican, cartelitos preconcebidos claro (el talento no les da para tanto), que reivindican a los niños que “antes trabajaban” justificando en trabajo infantil ¿y cuándo estudiaban?

 

LAS SOLUCIONES MILEINIALS

Ahora, en tiempos de campaña, vienen las soluciones mágicas, los paracaidistas que nos hablan de las bondades del santo varón mercado (porque el mercado es macho, misógino) para solucionar todos los problemas de la educación. La solución que viene de la mano ¿invisible? de los negocios financieros, de las fundaciones bancadas por las corporaciones multinacionales. La magia de un “voucher” que todo lo puede. De las escuelas que tienen salir cual safari en una cacería salvaje (como leones hambrientos) para capturar a sus alumnos-clientes porque hay que competir. Y sostienen muy sueltos de cuerpo que las instituciones deficitarias (no elegidas por los clientes-alumnos) simplemente ¡quiebran! Ya escuchamos algo así: “Escuela que no recibe voucher; escuela que quiebra”.

No nos explican cómo va a funcionar el sistema pero podemos sospecharlo. Si una escuela se equipara a una empresa que compite en el mercado tendrá que hacerse cargo de su administración financiera, liquidar los salarios del personal, pagar servicios, mantener los edificios y demás ¿Quién se hará cargo? Será el equipo directivo que sin dudas acumulará más tareas y tendrá que contar con auxilio de un servicio contable, abrir una cuenta bancaria, o en su defecto crear una estructura administrativa ¿todo eso se sostendrá con las cuotas (voucher)? Es evidente que las escuelas resultarán mucho más caras pero como estos tipos no dan puntadas sin hilo, el ahorro se producirá clausurando escuelas “inviables” o cerrando divisiones con escasa matrícula ¿Y los docentes?

Nos imaginamos que el régimen de trabajo actual no se adapta a este sistema que exige una mayor flexibilidad. Ya no habría más docentes con estabilidad en las plantas y serán contratados como monotributistas. De ese modo si se cierra una escuela o una división cesarán al finalizar el contrato sin ninguna indemnización. Y a correr la coneja para atrapar algún contratito.

Lo notable es que se escuchan voces de muchos docentes, de escuelas estatales, que fogonean a los candidatos trasnochados que hacen ese tipo de propuestas. Y dicen que los votan. No los leí ni les escuché si el fundamento de su voto es a favor de los proyectos que comentamos. Sólo argumentan que no van a votar “lo mismo”, que entre “lo malo conocido y lo malo por conocer” prefieren lo último. Me imagino que no escucharon ni leyeron las propuestas. Tal vez las ignoren o piensen que el candidato que van a votar es un mentiroso serial y no va a hacer lo que dice. Tal vez vivan demasiado encerrados entre las cuatro paredes del aula, embotados por los polvos de la tiza, enredados en los discursos de las redes sociales, que no los deja ver más allá ese mundo diminuto y artificial.

 

COLOFÓN

No hay que negar la profunda crisis que hoy vive la educación. Hay carencias de todo tipo, falta de financiamiento, docentes que hacen malabarismo para sostenerse económicamente y se recargan de tareas para redondear un ingreso más o menos digno; edificios ruinosos, disparidad en la calidad educativa entre instituciones según la zona geográfica donde se ubican. La docencia corre detrás de los tiempos cuando tiene que actualizarse a la luz de las novedades tecnológicas, las modas, las exigencias de las nuevas infancias y juventudes, las crisis de la familia que cada vez traslada sus responsabilidades paternales y maternales en las instituciones escolares.

Todo esto en un contexto de un país que se mantiene atrapado en los lazos de viejas y nuevas estructuras coloniales.

Por lo tanto la tarea de la hora no es apelar a doctrinas decrépitas que postulan la desaparición del estado, la entrega de nuestros valores a las fauces del insaciable mercado, sino la recuperación de los valores que dieron origen a nuestro sistema educativo en el siglo XIX que se fue perfeccionando con las reformas de 1918, la creación del sistema de escuelas técnicas, la conquista de la gratuidad universitaria a mediados del siglo, la creación de la original Universidad Tecnológica Nacional (en su origen Universidad Obrera) y la multiplicación de universidades en los últimos años.

Ahora queda, además de mejorar el presupuesto educativo, la actualización y perfeccionamiento docente, impulsar la descolonización de las mentes de docentes y estudiantes, la promoción de un pensamiento nacional con perspectiva latinoamericana para reconstruir desde la educación la consciencia de pertenencia a la gran nación que aún permanece en estado latente.  

Para reflexionar, los versos del inmortal poeta José Larralde

“Como se hace pa’ vivir entre leones o entre cabras

Mal el hombre ha de pasarla si entrega su dignidad

Pues poco suele durar lo que a tal precio se obtiene

Vale todo si se tiene, vale nada si se da”

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