Reproducimos una nota de Jorge Riani, publicada en El Diario de Paraná, acerca de esta extraordinaria mujer entrerriana, pionera en varios aspectos, oriunda de Concepción del Uruguay.
Teresa Ratto se recibió de bachiller en 1895 y fue la primera mujer en alcanzar ese título en el país. Luego se graduó como médica y militó en causas feministas. En su ciudad natal, los exalumnos del Colegio del Uruguay anunciaron que crearán un museo en su memoria.
La vida de Teresa Ratto fue apasionante. Su fugaz paso por la Tierra le otorga mayor mérito a su trascendencia. Fue la primera mujer que se recibió de bachiller en el país. La primera médica de Entre Ríos –segunda en el país, después de su amiga inspiradora Cecilia Grierson–. Militó en el primer centro de estudiantes argentino. Trabajó incansablemente en atender a los enfermos de una epidemia de las que asolaban a la humanidad hasta los primeros años del siglo pasado. Fue jefa de Vacunación de la Asistencia Pública de Buenos Aires y participó de la fundación del Centro de Universitarias Argentinas, donde canalizó gran parte de su batalla feminista. Todo eso alcanzó a hacerlo antes de que la muerte la sorprenda tan joven: a los 29 años Teresa Ratto daba su último suspiro para convertirse en historia, en leyenda, en inspiración.
En esos años en que ser argentino era ser hijo de inmigrantes europeos, Teresa Ratto nació en Concepción del Uruguay. Sus padres eran genoveses y se instalaron en la histórica ciudad entrerriana hacia 1870, donde formaron una familia con 15 hijos. “Teresa había egresado como maestra de la Escuela Normal en 1892, a los quince años, con premura y decisión en esa estampa quizás algo frágil pero de voluntad férrea”, escribió Laura Erpen en un notable ensayo, recientemente impreso, y que tituló Tostadas dulces con mermelada de durazno y manteca. “Fue maestra –agrega el estudio– pero no se contentó sólo con eso: quería ser médica. Servicio, filantropía, profesión, estudios, autodeterminación, libertad, se unían y complementaban en alegre concierto”.
HOMENAJE. Por esa característica tan particular como noble que tienen los concepcioneros de vivir la historia, en su ciudad Teresa Ratto no es una desconocida. Trabajos como los de Laura Erpen o Pablo y Américo Schvartzman contribuyen a mantener viva la memoria en la figura de esta extraordinaria mujer joven a quien nada le fue fácil y mucho menos regalado.
De hecho, una de sus primeras batallas fue que la acepten en las aulas del histórico y hasta ese momento exclusivamente masculino Colegio del Uruguay. Teresa Ratto encontró enormes trabas en la sociedad machista de entonces para ingresar a estudiar algo que no sea maestra, que ya lo era, desde los 15 años. Pero como en toda sociedad culta –así lo era aquella Concepción del Uruguay– no faltaron tampoco algunas mentes luminosas que supieron entender la trascendencia de ciertas decisiones a contramano de las costumbres y el orden establecido.
Uno de esos hombres fue el educador reformista y progresista José Zubiaur, que batalló junto a Teresa para que se le abran las puertas del Colegio del Uruguay a esta mujer insistente y decidida. Llegaron hasta el ministro de Educación de la Nación y lograron el propósito.
Por esa misma devoción laica que se tiene por Teresa Ratto, una comisión de ex alumnos del Colegio del Uruguay ha comenzado a soñar con crear un museo que atesore los objetos que pueblan el mundo de la médica pionera, pero que esté también imbuido de su espíritu revolucionario. Porque Teresa fue una revolucionaria de su tiempo.
Sin dudas que para su loable empresa, los ex alumnos del Colegio del Uruguay deberán contar con la pasión y colaboración de la sobrina de Teresa Ratto, que lleva su mismo nombre. “Soy la que mantengo vivo su recuerdo hasta tanto llegue también mi partida. Vivo sola sin ‘soledad’, en la casa que hizo mi abuelo en 1874, donde Teresa nació, tuvo su consultorio y falleció”, escribió en una carta manuscrita con impecable caligrafía la Teresa Ratto (sobrina) a este cronista, a propósito de una nota que se publicara en EL DIARIO el 13 de febrero de 2011.
El vestido de gala, el maletín de cuero, las fotografías de egresada como bachiller en 1895 y como médica en 1903, instrumentales médicos, la tarjeta de invitación a la comida de agasajo por el título universitario obtenido, la placa de bronce, tarjetas personales con ornamentación en relieve son solo algunos de los objetos que pueblan el mundo de Teresa Ratto. El mundo inanimado de las cosas, pero también vivo y siempre vigente que logran las figuras inspiradoras. Como la de Teresa Ratto.