2/10/17

Conversaciones entre Grosso y Golz*

Por Rubén Bourlot

Una larga amistad salpicada con el buen humor del poeta supieron cultivar Luis Sadi Grosso y Adolfo Argentino Golz. Y en el transcurso de esa amistad desgranaron prolongadas charlas y algunas de ellas fueron reunidas de una serie de artículos de Golz en periódicos de Paraná.
Luis Sadi (¿o Sadí?, no se ponen de acuerdo) Grosso nació en Paraná el 10 de octubre de 1921 y falleció en su ciudad natal el 8 de enero de 2008. Entre ambas fechas fue madurando el “poeta, ensayista curioso de la palabra, ocasional periodista, dibujante circunstancial y guitarrista poco conocido…”, escribe Golz en una crónica. Cuando Hernán Pirro ocupó el cargo de Director de Cultura de la Provincia, lo convocó para conformar el área de letras de su dependencia y gracias a la gestión de Grosso se debe la creación del Premio Fray Mocho, entre otras iniciativas. Autor de Odas ínfimas, Recuerdo de Paraná, Las estatuas, Libro de Venus. En 1992 MC Ediciones publicó sus obras completas y en 2000 dio a la luz A la sombra del espantapájaros.
La amistad entre Grosso y Golz —vínculo que se extendió a lo largo de décadas— se inicia a mediados de la década del 50, cuando éste último jugaba en las divisiones inferiores del Club Patronato, las que dejó para pasar a la Reserva del Club Universitario. “En este club, el capitán y recio zaguero de la primera era precisamente Luis Sadi Grosso”, dice Golz.
En esa época, aparte del deporte, Golz cursaba la secundaria en el Colegio Nacional y oficiaba de cronista deportivo en El Diario. Un día descubre en las páginas del matutino una poesía firmada por un tal Luis Grosso. Le costó convencerse de que era el mismo Grosso al que los delanteros rivales temían cada vez que entraban al área. De allí en más la relación se volcó a otras temáticas vinculadas con las letras y la cultura.
Golz recuerda que “Grosso fue un hacedor de amigos, conocedor de la bohemia de otro tiempo, de noches muchas veces alargadas hasta el amanecer, que supo compartir su andar con otros grandes de nuestras letras como Juan L. Ortiz, Luis Alberto Ruiz, Reynaldo Ros, José María Díaz, Rubén Turi, para citar unos pocos nombres de una larga lista de recordados escritores.
“En las tantas charlas que compartimos, un día le preguntamos si había sido feliz y contestó con aquella copla: Fui feliz como ninguno, / como se suele decir, / porque siempre al dividir/ en el dos encontré el Uno.
Grosso (izquierda) y Golz

“Y añadió: - Siempre hice lo que quise, incluso lo que no debía hacer..."
El humor fue siempre el condimento que matizó la convivencia amistosa de estos dos hombres, uno que ya partió y el otro que gasta suelas por las calles de Paraná para dar su testimonio. El humor que plasma en esas décimas gauchescas. “- Mire, patrón, me parece / que hay hacienda entreverada, / además está aumentada / y alguna no pertenece; / a eso, y a lo que crece / hace rato que no lo veo; / habrá que curar yo creo, / y marcar y ver a ver / qué hay que arreglar o vender… / - Va a haber que parar el rodeo”. El humor compartido junto al mate o en una trasnochada de guitarras y vino. En una recopilación que Golz publica en El Diario de Paraná cuenta que en una oportunidad “habíamos ido con Mingo Nanni, el matrimonio Grosso y Susana Martínez Lacabe a tomar mate al Club Náutico, fue cuando a esta última se le ocurrió tomarle una fotografía. Al ver con posterioridad la copia, Grosso la observó y dijo:
—Mira lo que asemejo, tras de ser fiero parezco un desayuno campero. — ¿Por qué?—preguntó Mingo Nanni. —Claro, puro mate...”
—Fijate vos, no hay nada mejor que hablar macanas para que te tomen en serio, solía decir Grosso.
Otra que cuenta Golz. “Sonó la campanilla del teléfono en la casa de Grosso y él atendió, produciéndose el siguiente diálogo:
— ¿Hablo con la casa del Sr. Grosso?— preguntó una voz de mujer.
—Mí casa no habla, habla Grosso— (Silencio del otro lado)
—Mire señor Grosso, me comentaron que usted es medio poeta...
—Pero no se preocupe, la mitad que resta es igual a todos los hombres— contestó el poeta, con tono tranquilizador. La mujer colgó”
En otra oportunidad “un grupo de jóvenes lo visitaron porque estaban trabajando en una monografía sobre poesía entrerriana y en un determinado momento del diálogo le preguntaron:
— ¿Qué nos puede contar de esa poetisa Di Grosso?
— ¿De quién?—preguntó francamente intrigado.
—Una mujer que tiene varios libros publicados. Se llama Luisa Di Grosso. Al recordar la anécdota, Grosso comentó: -Te das cuenta, me cambiaron de sexo así nomás, sin bisturí”
Y otra humorada relatada por Grosso a Golz que sin dudas despierta la hilaridad. Una docente de Literatura decide que los alumnos deben tomar contacto con los autores y le pide a los chicos que confeccionen breves biografías sobre escritores locales. Uno de los estudiantes decide entrevistar al nuestro poeta y se produce el siguiente diálogo telefónico:
—Hola, ¿Hablo con el escritor Luis Sadi Grosso?
—Sí, con él habla.
—Ah, bueno. Le habla Pablo. La profesora me dijo para mañana tenía que llevar los datos de un poeta entrerriano y yo lo elegí a usted.
—Muy bien, ¿qué datos necesitas?
— Es cortito. Le voy preguntando, a ver... ¿Dónde y cuándo nació?
—En Paraná, el 19 de octubre de 1921.
—Ahá. ¿Qué libros escribió y cuántos son?
Con infinita paciencia, Grosso le fue enumerando los títulos.
—Ya está. Listo. Y ahora la última,
— ¿Dónde y cuándo murió?

Fuentes: Entrevista con Adolfo Argentino Golz, septiembre de 2013. El Diario Paraná, 23 de diciembre de 1997, 1º de junio de 1999 y 6 de enero de 2009. Revista Ser, Nros. 9/10, C. del Uruguay, 1970.

*Publicado originalmente en la revista Orillas.

28/9/17

Entrevista a Miguel Pepe

Ricardo Cesar Bazan*

En Concepción del Uruguay, en el Día de la  Cooperación, entrevistamos a Miguel Pepe, un destacado cooperativista, luego de que pronunciara unas palabras en el almuerzo que se llevó a cabo en tan emotivo día.

Dijo entre otras cosas:
“Creo que me eligieron por ser el más viejo de toda esta reunión, es una cuestión exclusivamente de edad y de suerte de haber llegado a los 83 años todavía con ganas de conversar (...)
“La cooperación me dio…, las cooperativas me dieron, me enriquecieron con una cantidad de amigos que están acá presentes y otros a los cuales quiero recordar como pioneros del movimiento en Concepción del Uruguay. Y me acuerdo de Don Juan Balcechi que fue el que nos acompañó para la organización de hace 50 años de la cooperativa C.O.P.U.L. (Cooperativa de Obras Públicas Uruguay Limitada) y que también intervino en la creación de Río Uruguay. Es una figura que doblemente debe ser recordada  por nosotros. Recuerdo también a Roberto Uncal, que fue un hombre que se fue muy joven y que hubiera hecho una carrera maravillosa dentro de la cooperación. Lo ha recuerdo a  Fernández Canavesi con gran cariño porque fue un gran amigo que me enriqueció mi vida, y mi vida fue enriquecida por todos los camaradas, todos los compañeros que he tenido en toda la provincia en este movimiento que es un movimiento maravilloso, el movimiento de la solidaridad, el movimiento que nace con la fuerza con que nacen las hermosas ideas, es una idea como la del cristianismo la que nos une a todos, la que no hace diferencia entre los hombres (...).”
Luego de su discurso, todavía muy emocionado, le realicé la siguiente entrevista:

RB ¿Cuándo nació Miguel?
MP: Yo nací el 10 de agosto de 1925 bajo la presidencia de Marcelo T. de Alvear.

RB ¿Cuándo se acerca al cooperativismo?
MP: Me acerqué al cooperativismo en el año ‘48 en La Plata. Yo estudiaba en la Facultad de Humanidades, y en el ‘48 me afilié al Partido Socialista y teníamos un centro donde venían oradores como Carlos Sánchez Viamonte, Alfredo Palacios, Mario Bravo, una cantidad de gente con una cultura enorme, y todos planteaban que la solución ante el capitalismo era la de la cooperativa, donde nos explicaban que la cooperativa trata no solamente del problema de  la justicia social sino de la libertad, de las dos cosas juntas que son tan difíciles de unir. Hay países que parece que hubieran logrado la justicia como fue la Unión Soviética o como fue Cuba, pero no tienen libertad, y hay otros países con gran libertad que no tienen justicia social.

RB ¿Y cómo es que funda C.O.P.U.L.?
MP: Bueno, C.O.P.U.L. se funda porque acá en Concepción del Uruguay el Intendente en ese momento que era el Dr. (Juan) Lacaba se encontró que la municipalidad no estaba en condiciones de hacer obras públicas, entonces no tenían dinero tampoco para llamar a licitaciones para agua potable, cloacas y pavimento y se conectó con un dirigente sindical que era Don Juan Balcechi con el cual teníamos contacto nosotros.
 
RB ¿El manco Balcechi?
MP: El manco Balcechi, que nos ayudó y dijo aquí lo que hay que formar es una cooperativa y se llamó al Dr. Roberto Uncal que era un teórico, un abogado joven, que tenía mucho conocimiento del movimiento cooperativo.
 
Miguel Pepe es agrimensor, docente, y destacado cooperativista; es socio fundador y ex consejero de C.O.P.U.L. Cooperativa de Obras Públicas Uruguay Ltda., y fue consejero de Río Uruguay Cooperativa de Seguros Ltda. hasta 2005.
Ejerció la docencia a nivel Universitario hasta 1987 y fue Decano de la Universidad Tecnológica Delegación Concepción del Uruguay hasta 1987.

*Tec. Sup. en  Cooperativismo – Periodista- Investigador.

7/9/17

Las huellas de Francisco*

Por Rubén Bourlot

Aún no era Francisco. Tal vez ni soñaba con serlo. El joven y futuro curita al que llamarían padre Jorge, docente en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, un día de 1965 se arrimó a Paraná, el pago de sus abuelos.
Bergoglio en La Inmaculada
Jorge Bergoglio era el “maestrillo” del colegio jesuita que impartía clases de filosofía y literatura a los alumnos del secundario, era "el profe Carucha". Estuvo en esa ciudad entre 1964 y 1965. Solo dos años pero dejó su sello. 
En ese 1965, durante sus clases de literatura el padre Jorge desafió a sus alumnos del último año para que escribieran cuentos con un resultado tan auspicioso que merecieron su publicación agrupados en un libro. No solo eso. Consiguió que la obrita fuera prologada por el ya afamado Jorge Luis Borges. Nada menos.
Las amarillentas páginas de los diarios de Santa Fe y Paraná informan sobre la presentación del libro “Cuentos originales” editados por el sello local Catellví. Una selección de cuentos de ocho alumnos de Santa Fe y del entrerriano Sereno Oscar Grassi.
Borges escribió en el citado prólogo “Es verosímil que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces los bibliófilos buscarán este breve volumen en busca de tal o cual firma que no me atrevo a profetizar”.
La presentación en la capital santafesina se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1965 en el Colegio de la Inmaculada con la presencia de autoridades provinciales, de la institución, Leoncio Gianello y el propio Bergoglio. 

Una carta
Días después, el padre Bergoglio dirige una carta al director de El Diario de Paraná, Arturo J. Etechevehere, para solicitarle la publicación de la “crítica efectuada por la afamada poetiza entrerriana Sofía Acosta (…)”
El libro, explica Bergoglio, “es una compilación de cuentos escritos por alumnos de dicho colegio. Todos ellos cuentan con 17 años de edad y esta publicación es la culminación de un esfuerzo realizado íntimamente entre el claustro de profesores y los alumnos (…)”
Esta carta junto con la crítica de Acosta la publica el periódico el 5 de diciembre. 

El padre Jorge en Paraná
Pero no quedaría así la historia de este libro. Como el propio Bergolglio lo menciona, llegó a ser un Best-seller en Santa Fe, y ese éxito debía traspasar el río, y tal vez fue un compromiso porque uno de los autores era de Paraná. Así, el 18 de diciembre se llevó a cabo la presentación de la obra en el Ateneo “Luis L. Etchevehere”. Para referirse al libro habló la profesora Sofía Acosta y luego Jorge Bergoglio agradeció al Colegio de la Inmaculada Concepción por el esfuerzo de auspiciar el acto. Finalmente Rosita Perino leyó uno de los cuentos.
La presencia del futuro Francisco pasó casi inadvertida. Solo El Diario de Paraná lo nombra. Pero no hay dudas que su visita fue una vuelta al hogar de sus abuelos y de su padre Mario. Escribe una autora sobre esta familia inmigrantes piamonteses, “en Paraná, en la provincia de Entre Ríos, los tres hermanos de Giovanni habían comenzado una modesta empresa de pavimentación que, en poco tiempo, les había permitido comprarse un edificio entero; el único de la ciudad con ascensor.
“El «sueño americano» de la familia, sin embargo, duró poco: la crisis de 1932 se tragó la empresa y los ahorros de toda una vida. Giovanni y Mario lo habían dejado todo y habían recomenzado de cero en Buenos Aires.”(1) 
Aún en Paraná permanece orgulloso este bello edificio conocido como “Palacio Bergoglio”.

Los autores
El libro reúne cuentos de ocho alumnos del quinto año: Rogelio Pfirter (hijo), Carlos Ghiara, Julio César de la Torre, Julio Orlando Peña, José Hernán Cibils, Ubaldo Pérez, Jorge Milia y el parananense Sereno Oscar Grassi con los cuentos “El Viaje”, “El Reto” y “La Enferma”. Sobre el último autor la profesora Sofía Acosta considera que sus cuentos “son técnica y argumentalmente, los mejores entre los catorce de Cuentos originales”. El trabajo era la conclusión de las actividades impulsadas por Bergoglio en su cátedra de literatura que incluían “cursillos” con la presencia de destacados autores como el propio Borges, María Esther de Miguel y María Esther Vázquez.
¿Y qué fue de estas jóvenes promesas? Rastreando un poco nos encontramos que Sereno Oscar Grassi, que llegó a ser un actor profesional en Washington, según lo testimonio la autora citada más arriba, está dedicado a negocios gastronómicos. 
Rogelio Pfirter se recibió de abogado y siguió la carrera diplomática. Fue director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), Director de la Agencia Espacial Argentina (CONAE) y embajador ante el Reino Unido de Gran Bretaña entre  1995 y 2000.
José Hernán Cibils se recibió de Licenciado en Ciencias Políticas y luego se inclinó por los estudios musicales consagrándose como compositor: unas de sus obras, "Pieza para orquesta", fue estrenada en 1985 por la Orquesta Sinfónica de Mendoza, dirigida por Luis Gorelik.
El papa Francisco junta a Yayo Grassi
Jorge Milia, periodista, escritor, poeta. Fue corresponsal militar ante la ONU. Colaboró en distintos medios del país.
Carlos Ghiara, empresario dedicado al turismo en Santa Fe.
Julio César de la Torre, radicado en Venezuela con varios premios en el rubro Ensayo. Su investigación "Algunas constantes estéticas en la narrativa de Vladimir Nabokov" fue distinguido con el primer premio en el VIII Concurso Anual de Literatura (Año 2000), de la Universidad Central de Venezuela.
Ubaldo Pérez se encuentra radicado en Alemania, profesor, filósofo, escritor y cantor de tangos. 
Julio Orlando Peña se dedica a la paleontología en el Museo de Ciencias Naturales de Paraná y ha escrito artículos de divulgación referidos a su especialidad.

(1) Lucia Capuzzi, Rosa de los dos mundos La historia de la abuela del Papa Francisco.

Fuentes y bibliografía:
El Diario, Paraná, 5, 17, 18 y 19 de diciembre de 1965.
El Litoral, Santa Fe, 19 de noviembre de 1965.
Lucia Capuzzi, Rosa de los dos mundos La historia de la abuela del Papa Francisco, Palabra, 2015.
Publicaciones varias del Colegio de la Inmaculada de Santa Fe.

*Publicado originalmente en la revista Orillas.

3/9/17

Tesoros, entierros y tapados*

Por Rubén Bourlot 

En el norte de la provincia desde siempre circulan leyendas acerca de tesoros enterrados. Y dicen que la gente solía recorrer los campos, pala en mano, en la búsqueda de su salvación. Con las mismas ilusiones de los que jugaban una tarjeta del Prode o la Lotería, y hoy se entusiasman con el pozo acumulado del Quini 6. 
Tal vez muy pocos hayan encontrado algo de valor, o al menos no lo difunden. Pero no es aventurado suponer que esos entierros existieron. Hasta hoy es una costumbre de muchos que no confían en los bancos, guardar sus riquezas en sitios bajo tierra.
Desde muy antiguo, desde tiempos de la colonia, las personas que acumulaban valores como joyas, oro o dinero lo ocultaban en lugares insólitos, ante la falta de entidades bancarias o cajas de seguridad.  Y muchas veces sucedía que por diversos motivos los propietarios abandonaban el lugar, fallecían sin develar el secreto, y el “entierro” quedaba oculto para siempre. 

Luces buenas y malas
En Corrientes se cuenta que muchos estancieros dejaban escondidos sus bienes en el campo y con el tiempo empezaba a circular leyendas acerca de luces que se desprendían del lugar. Si esas luces o resplandores nocturnos eran de color rojizo se trataba de oro, y si eran blancos significaba un tesoro de plata. También entre las tejas de viejas casonas solían ocultar fortunas. Cuenta la tradición que sólo se podía hallar el tesoro en la oscuridad de la noche, y si el buscador demostraba excesiva codicia, el tesoro cambiaba mágicamente de lugar, oculto tras una cortina de humo. Más aún, el lugar solía estar protegido por fantasmas o espectros que se desplazan produciendo amenazante sonidos metálicos. 
Suelto aparecido en el diario Democracia de Concordia
el 9 de enero de 1943
Durante la Guerra contra el Paraguay, entre 1865 y 1870, se dice que los propietarios se alejaban del conflicto no sin antes enterrar sus su bienes en el campo.
Otra historia de Corrientes afirma que en la actual colonia Mota y Piedritas, atrás de un enorme de ombú, casi todas las noches aparecía una luz brillante y extraña.
Un hombre que vivía en la zona estaba muy preocupado y extrañado a la vez por este hecho, por lo que decidió una noche, no sin temor, acercarse a dicha planta para así averiguar de qué se trataba. Los vecinos le habían contado tantas historias al respecto sobre la “luz mala” o un “ánima en Pena”.
Esa noche se dispuso a buscar la misteriosa luz, pero la luz parecía alejarse de él cuando este se acercaba. Varias noches el hombre perdió el sueño en su tenaz búsqueda, pero la luz parecía empecinada en desaparecer sin más ni más.
Hasta que recordó lo que alguna vez contara una anciana, sobre los famosos “entierros”.
El hombre llamó a otros vecinos para que lo ayudara y palas en manos fueron en busca de lo que podría ser un gran tesoro.
Cavaron detrás, al costado, al frente del ombú hasta que una de las palas tocó algo macizo, que no era una piedra precisamente. Se trataba de un cajón. Temerosos lo abrieron. No se sabe si contenía algo de valor o sólo baratijas, porque ninguno develó lo que habían hallado. Pero dicen los vecinos que todos continuaron su vida con una permanente expresión de felicidad. Vaya a saber.

Los “tapados” del Noroeste
En el Noroeste son de particular fama las leyendas sobre “tapados”. El investigador y escritor Félix Coluccio señala que "hay tapados que se han hecho famosos como el de Casas Blancas, cerca de Cafayate; el de El Zorrito en la Quebrada de las Conchas; el de Pirgua, en Pampa Grande; el de Las Flechas, en San Carlos y Molinos. (Tobías) Rosemberg afirma que en el Tucumán actual aún se habla de la Laguna del Tesoro, del Tapado de Quiroga o de Las Lomas de Monte Rico. Con posterioridad, cuando las monedas de plata -bolivianas, quintos y chirolas - circulaban en el Norte sin restricciones, también se hacían tapados en pequeña escala, en localidades apartadas de los centros poblacionales" 
Un cuento de Juan Carlos Dávalos relata la historia de un hombre que vivía en la trastienda de un viejo negocio donde era empleado. Cuando se acostaba, agotado por las tareas diarias, observaba que del cielorraso pendía una cola de gato, ya reseca por el paso del tiempo. Todos los días se decía: "mañana voy aponer la escalera para ver lo que es..." Pero nunca era el día, y fueron pasando las jornadas y los años hasta que murió el propietario. El empleado tuvo que dejar su habitación. Los nuevos dueños del lugar se aprestaron a limpiar y lo primero que hicieron fue tirar de la desagradable cola de gato, con la ayuda del empleado holgazán. Al  arrancar la cola empezaron a caer monedas de oro hasta formar un pequeño tesoro. El propietario le entregó al ayudante una de esas monedas a modo de propina. 
En Santa Fe, Ricardo Kaufmann cuenta en su libro La muerte del Conde, la historia trágica del conde de  Tessieres, uno de los fundadores de la colonia Cayastá. No viene al caso relatar el crimen pero sí nos interesan las historias que se tejieron acerca del tesoro que dejó oculto, de rumores que circulaban por los boliches de la zona y de los varios intentos de búsquedas infructuosas. 
También tras la expulsión de la Compañía de Jesús hacia 1767 se difundieron leyendas sobre los tesoros ocultos por los padres de la Compañía. Un de las versiones fue la que divulgó Lina Beck-Bernard, en su libro La Confederación Argentina. Relata que en el antiguo convento jesuita, luego ocupado por los mercedarios, en la ciudad de Santa Fe, hacia 1858 arribaron dos jóvenes suizos para buscar un tesoro. Provistos de un viejo plano que indicaban el sitio donde se hallarían las joyas de los jesuitas, pidieron permiso al cura al cargo del convento para explorar, pero el religioso les negó el permiso. Retirados los jóvenes, el mismo cura intentó infructuosamente hallar el tesoro. 

El tesoro de la columna 
En 1906, en Concordia, el intendente de ese momento, Juan Salduna decidió demoler una vieja columna de la plaza 25 de Mayo. La misma había servido para sostener un busto de Urquiza, hacía tiempo ya destruido por lo que no cumplía ninguna función. En la ciudad se había desatado el debate y empezó a circular el rumor que debajo de su base  se ocultaba un tesoro. Decían “hay allí bolivianos que da gusto, y cosas raras como para formar un Museo”.
 Lo único que se encontró fueron dos tubos de plomo, relata una crónica del diario El Litoral, “entre los que se hallaron pedazos de cintas y restos de moños, cuyos colores no se pueden distinguir por estar completamente deteriorados”.
Uno de los tubos guardaba los antecedentes de la erección de la pirámide, en 1850. El otro, un rollo de papeles, casi totalmente destruidos, pero en los que se advertía la siguiente inscripción: “Viva la Confederación Argentina. Mueran los Enemigos de la Organización Nacional”, y una fecha: “Mayo 24 de 1851”, Para el historiador Antonio P. Castro, este sería primer monumento a Urquiza en el país. En cuanto al tesoro, nada se encontró.

Entierros en La Paz
Julio  Oscar Blanche, historiador de La Paz, cuenta que “desde chico escuché estos casos de tesoros enterrados, especialmente en el distrito de Tacuaras; uno que me contaron fue en el paraje de Ramblones. Se decía entonces que mi cuñado Armando Zaffi, que tenía un almacén en el lugar, se enteró que uno de sus parroquianos había encontrado un entierro y lo extorsionó con contarle a la policía y le sacó la mitad del mismo, y que después lo perdió todo jugando al póker. En 1979 yo vine a La Paz de turista – continúa Blanche -  y se comentaba que en la zona de San Víctor (Feliciano), mientras se estaba trabajando para hacer una especie de represa para juntar el agua del arroyo Las Mulas destinada a una arrocera, habían encontrado un tesoro enterrado. Varios años después un amigo que me llevaba en su coche me mostró donde lo habían encontrado. Nada de esto puedo asegurar que sea cierto.” 
Noticia aparecida en El Diario de Paraná
el 9 de enero de 1943
Pero no todo es leyenda, alguna vez algo se halló, salió a la luz, y no fue precisamente la “luz mala”. En 1943, una pequeña noticia aparecida en El Diario de Paraná informaba sobre el hallazgo de un tesoro en el campo Los Baguales, en el departamento La Paz. La propiedad pertenecía a Walterio Skirlin, un inglés radicado en la zona. La crónica relata que “un peón mientras se hallaba ocupado en hacer una excavación halló un pequeño tesoro. El peón hundió el pico que empuñaba, en una botija de barro, cuya construcción se hace elevar a más de cien años, que se encontraba enterrada a más de dos metros y medio del nivel de tierra, haciendo saltar unas cuantas monedas de plata y oro de gran tamaño. Hecho el recuento de las mismas se estableció que la botija contenía tres mil monedas de plata y cien de oro.” No sabemos el destino que tuvo el tesoro y qué parte le habrá tocado al peón.

Bibliografía:
Ricardo Kaufmann, La muerte del Conde, Santa Fe, 1982.
http://www.corrientesaldia.info/es/articulo/89258/Los-Entierros
http://efamocovi.escribirte.com.ar/1218/el-entierro.htm
 http://www.delaconcordia.com.ar/1906_Demolicion_de_la_columna.htm
Testimonio de Julio  Oscar Blanche, La Paz, 15-9-14
La cola del gato, cuento de Juan Carlos Dávalos
*Publicado originalmente en la revista Orillas.

31/8/17

Los trenes silenciosos

Por Rubén Bourlot

Esta nota fue publicada en Semanario Hoy, regional, de Concepción del Uruguay, mayo de 1987, antes de la nueva redada ferroviaria del menemismo. Hoy cobra actualidad ente la reciente publicación del Decreto Presidencial N ° 652/2017 por el cual se delega en el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, la facultad de clausurar ramales ferroviarios en forma definitiva y proceder al levantamiento de vías y demás instalaciones ferroviarias. Asimismo los medios informan que a partir del 25 de agosto se suspende el servicio entre la estación Los Amores (Santa Fe) y Cacui (Chaco) que es precisamente el ramal que pasa por Charadai, localidad a la que hace referencia la nota.

El título de la nota no hace alusión a los veloces ferrocarriles japoneses que se caracterizan además por su escaso nivel de ruido. Estos ejemplares están aquí, muy cerca, y permanecen tan silenciosos como quietos. Son los trenes, o lo que queda de ellos, depositados en la estación de Charadai, un pequeño pueblo del sur chaqueño, en la línea del F.C. General Belgrano. Esta es una historia que comenzó con el siglo.
Trenes y La Forestal
Esta línea de Resistencia a Retiro tuvo su origen en el F.C. de Santa Fe que tenía su punta de rieles en La Sabana, pocos kilómetros al norte del actual límite con Santa Fe, y que servía casi exclusivamente a los intereses de la Compañía Forestal, explotadora de los inmensos quebrachales del noroeste argentino. Ya iniciado el siglo los rieles avanzaron hasta Resistencia, y desde la estación Charadai se construyó un ramal a Villa Ángela, convirtiéndose éste en la vía natural para trasladar la producción algodonera de la pujante localidad.
Estación Charadai
La prosperidad de esta línea se incrementó al nacionalizarse los ferrocarriles, poniendo coto a los manejos tarifarios que efectuaba impunemente La Forestal para favorecer sus intereses. Charadai se convirtió en nudo ferroviario y en el lugar se levantaron talleres para la reparación de máquinas y vagones , creando . un polo de concentración poblacional significativo para el sur del Chaco, con una bajísima proporción de habitantes por kilómetro.
La decadencia
Pese a todo, y contra la opinión generalizada, comenzó la destrucción de la obra.
Ya en la década del '60 se inició la desactivación del ramal a Villa Ángela, dejándola sin este imprescindible transporte para su producción, no obstante los reclamos de los trabajadores ferroviarios que, incluso llegaron a efectuar un estudio económico demostrando la rentabilidad del mismo y propusieron la constitución de una cooperativa para explotarlo.
Transcurridos algunos años, al irrumpir el gobierno del "Proceso" se produjo el levantamiento de los talleres dejando "en la vía" a numerosos trabajadores y trasladando a otros. Esta última medida significó para Charadai una considerable pérdida de población , siendo la localidad que más decreció entre los censos de 1970 y 1980. De casi 4.000 habitantes censados en el primero solo quedaron 1.000 en 1980. Como consecuencia de esta situación se redujo el mantenimiento de máquinas y vías, quedando éstas en una situación deplorable.
El lento viaje
Actualmente el tren que cotidianamente cubre el tramo entre Resistencia y Vera (Santa Fe) es el único medio de transporte para una decena de localidades, los caminos son de tierra y cuando llueve se convierten en fangales.
El trencito con su vetusto vagón de pasajeros, ¡o sólo el furgón de cola cuando no hay vagones! , avanza zarandeándose por los rieles a un promedio de 6 horas los 100 kilómetros, siempre y cuando alguna vaca no interrumpa su loca carrera.
Y en Charadai permanecen vagones y máquinas silenciosas como testigos mudos de una pasada gloria, esperando una sepultura indigna en alguna fundición de hierro viejo.

19/8/17

Macartismo a la entrerriana*

Por Rubén Bourlot

Los primeros meses de 1958 eran políticamente agitados. Después de tres años, se volvían a normalizar las instituciones constitucionales. Para febrero las autoridades de facto habían convocado a elecciones generales en el país y la provincia. Con el peronismo proscripto, la fuerza con mayores expectativas de triunfo era el radicalismo, que en esta oportunidad iba dividido en la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y al Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). Nosotros hoy sabemos que la UCRI triunfó e impuso como presidente a Arturo Frondizi, y en la provincia a Raúl Uranga, y que por una acuerdo el peronismo había volcado sus votos al frondizismo.
En los prolegómenos de la elección del 23 de febrero, la campaña había adquirido una particular virulencia entre los “primos” del radicalismo del pueblo y los intransigentes, con pases de factura y macarteadas notables. Es lo que llamamos un macartismo a la entrerriana, en particular contra los seguidores de Frondizi.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de macartismo? Para los desprevenidos, corresponde aclarar que este término hace referencia a  la actuación de senador norteamericano Joseph McCarthy que entre 1950 y 1956 se ocupó de denunciar, acusar sin mayores pruebas y llevar adelante procesos contra personas a las que consideraba “comunistas”.  Solía ordenar la confección de “listas negras” con nombres de personalidades del cine, la política, los medios de comunicación y del deporte que eran acusados por el poderoso Comité del Senado, presidido por el citado senador.  Personajes conocidos como el dramaturgo Bertolt Brecht y Charles Chaplin, cayeron bajo la furia macartista. Era la época de la guerra fría entre EEUU y la Unión Soviética. Arthur Miller retrató esta época a través de su famosa obra Las brujas de Salem (1953).

Macartismo de cabotaje
Y por nuestros pagos, muchos buscaban comunistas hasta debajo de las baldosas. En medio del clima de la campaña electoral se difundían volantes anónimos que acusaban de comunistas a los candidatos de la UCRI. Uno de esos panfletos dirigidos a los “agricultores de la colonia” advertía que “un serio peligro amenaza a esta colonia que fue fruto de vuestro esfuerzo; particularmente está en peligro el lote en que cada uno de Uds. tiene asentada su casa y su familia”.
Volante anónimo de 1958
“La Unión Cívica Radical Intransigente y su candidato Frondizi – continuaba -, apoyado por el partido comunista, si llega al gobierno pondrá en ejecución su plan agrario de enfiteusis que significa que todas las tierras pasarán a ser de propiedad del Estado, igual que en Rusia, y los productores rurales simples arrendatarios expuestos a que los caudillos políticos los desalojen en cualquier momento.” Finalizaba recomendando “votar en contra de Frondizi y de Uranga.”
Otro volante de similar tenor estaba dirigido a los “productores rurales”.  Sin dudas alimentaban estas denuncias los acuerdos y alianzas  que Frondizi había logrado con el peronismo proscripto y con sectores de izquierda.  Uno de los hombres más influyentes del frondizismo era Rogelio Frigerio, en su juventud vinculado al Partido Comunista. Asimismo  Silvio Frondizi, hermano del presidente, era un reconocido docente universitario de formación marxista cercano al movimiento de la denominada izquierda nacional. 
Volante anónimo
La respuesta de los intransigentes no se hizo esperar. Una puñalada trapera fue disparada mediante un volante anónimo que acusaba al candidato a gobernador de la UCRP Fermín J. Garay de pertenecer a la Gran Logia de la Masonería Argentina en el grado 3, y mostraba una copia del presunto carné de afiliación a la logia. El volante advertía que “no puede ser votado por los católicos”. 
La réplica vino de manera oficial. Desde el radicalismo del pueblo se distribuyó un volante con declaraciones del propio Fermín Garay en la radio de Paraná, donde sostenía que “los que me atacan hoy de masón y liberal, me atacaban sañudamente de reaccionario y frailón.” Y aclaraba: “He nacido en un hogar cristiano. He formado un hogar cristiano. Ni pública ni privadamente, he ofendido jamás a ninguna religión (…) Por otra parte, siempre he creído que el cristianismo es la imponderable, pero decisiva valía contra el embate comunista.”
Por esos días el diario La Acción de Paraná - vocero de la candidatura de Garay y del radicalismo del pueblo -, también se había transformado en una usina de diatribas en contra de los candidatos intransigentes. En la edición del 20 de febrero publica un mensaje de Horacio Marcó, representante del Partido Demócrata Cristiano, con similares advertencias acerca de la alianza de la UCRI con los comunistas. En la edición del 22 denuncia un “plan político de acción secreta” para la penetración del comunismo en el país a través de “una coalición de comunistas y franquistas (sic) con el frondizismo.” Y acusa al candidato presidencial de haber militado “en el Socorro Rojo Internacional, dependiente de Moscú, y en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, centro colateral del partido Comunista (…)”. 
Aviso publicado en La Accion 23-2-58
Un aviso de la UCR del Pueblo en el citado diario, el 23 de febrero, día de los comicios, remataba arengando a repudiar “el contubernio frondizista, comunista y nazifacista”.
A pesar de esta campaña de acusaciones, similar a la llevada a cabo contra la candidatura de Perón en 1946, el radicalismo intransigente triunfó en la elección nacional y provincial. 
Al día siguiente, una solicitada del comité Capital (por Paraná) de la UCR del Pueblo titulaba: “Venció el peronismo. La democracia no supo defenderse”. Y acusaba que los supuestos “votos en blanco” que habrían prometido sectores del peronismo se “volcaron a la alianza frondizista, comunista y fascista.”
“En Entre Ríos han desaparecido en gran porcentaje los 80.000 votos en blanco –agregaba-. Así como en Paraná han desaparecido los 14.845 votos en blanco, en préstamo de negocio sucio con el frondizismo.”

Fuentes:
- Diario La Acción de Paraná, varios números de 1958.
- Archivo General de Entre Ríos.
*Publicado originalmente en revista Orillas.

18/8/17

Un trotskista en el Ibicuy*

Por Rubén Bourlot

“Deja el libro que ha estado leyendo sobre la evolución de los mundos, sobre las lejanas nebulosas y las últimas teorías respecto a la expansión del universo que lo abisman, una vez más, en el tremendo misterio de los espacios siderales. Sale afuera y va hasta la punta de su muelle. Es una noche tranquila, oscura ya fresca. El cielo está parcialmente nublado. Hay un silencio y quietud impresionantes. Silencio y quietud; un paisaje agreste y solitario, donde uno podría llegar a sentirse como perdido en un apartado rincón del planeta. Apenas se escucha el chirrido de los grillos, el croar de las ranas y el coletazo de algún pez, que resuena profundo. A ambos costados del arroyo se perfila la negra silueta del monte, agazapado en la orilla. Y, hacia el Sur, las aguas, inmóviles, aparecen plateadas por un reflejo lejano que viene de las nubes con la leve claridad de una luna que asoma; ¡es el resplandor de las luces de la ciudad de Buenos Aires!”. Así pone la puntada final Lobodón Garra a su excelente relato costumbrista que llamó Río abajo. Una serie de pinceladas sobre las islas del Ibicuy y su protagonistas, al estilo de Marcos Sastre en El tempe argentino o de Fray Mocho en su Un viaje al país de los matreros. 
Pero quién es el autor de esta obrita de colección publicada en la década del 50. Porque firma con un seudónimo que a la mayoría le debe resultar extraño. Y si decimos que también usó otros seudónimos como Bernal o Quebracho, tal vez algunos iniciados descubran que detrás de estos nombres de mentira se esconde Liborio Justo, además  autor de títulos como "Estrategia revolucionaria" (1957), "León Trotsky y Wall Street" (1959), "Nuestra patria vasalla", más acordes a un activista político de los bordes. Se trata de, nada más y nada menos, uno de los hijos del general Agustín P. Justo, presidente del país entre 1932 y 1938, en lo más oscuro de la denominada década infame. Digamos brevemente que Justo padre nació circunstancialmente en Concepción del Uruguay, y que su progenitor, del mismo nombre, era oriundo de Corrientes donde llegó a ser gobernador.
Liborio Justo fue un joven rebelde y transgresor que adhería a las corrientes de izquierda, para desazón de su padre. Y peor aún para el sistema, fue el iniciador de una vertiente opositora a los tradicionales partidos marxistas como el Partido Socialista y el Partido Comunista.  Participó de los primeros grupos de seguidores de León Trotsky en la década del 30, críticos la visión internacionalista y proeuropea de estos partidos, planteando los primeros atisbos de la cuestión nacional. Fundó en 1939 el Grupo Obrero Revolucionario (GOR) que fue el núcleo iniciático de dirigentes como Adolfo Perelman, Enrique Rivera y Jorge Abelardo Ramos. 
Un episodio lo retrata de cuerpo entero, cuando en el Congreso Nacional gritó "¡Abajo el imperialismo!", mientras el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt era recibido con honores por el presidente Justo, su padre. 
Liborio Justo había nacido en Buenos Aires en 1902. Dejó Medicina en tercer año y viajó mucho por Europa y América. En 1930 ganó una beca de 8000 dólares del Instituto de Educación de Nueva York que perdió cuando en un acto en la Universidad de Williamstown se despachó contra la política agresiva de los Estados Unidos en el Caribe.
Y en 1943, de pronto, deja las luces de la gran ciudad y las lides de la política y marcha hacia el delta entrerriano “con el cerebro y los nervios agotados por diversas circunstancias, como uno más entre los náufragos del mundo que aquí llegaron a establecerse, vine a buscar refugio y curación en este ambiente cuya soledad, primitivismo y peculiaridad me alejaban, como a otro mundo, de aquel en que había vivido y deseaba olvidar, por un tiempo, con el fin de recuperarme. Como venía en busca, principalmente, de lejanía, elegí una de las zonas más apartadas, el arroyo Martínez, cerca del Uruguay. Fue allí, en una estrecha parcela, que me puse por primera vez en contacto con la tierra de las islas con el propósito de trabajarla. En pequeña escala empecé a plantar árboles y a descubrir la realidad de aquéllas, tan diferente de la de tierra firme, la que me planteaba problemas distintos a los que estaba acostumbrado a resolver, y se me abría como una caja de sorpresas a cual más inesperada”. A partir de ese momento comenzó a conocer los increíbles personajes que habitaban el Ibicuy, y a escuchar las historias más insólitas, sucedidos de otros tiempos relatados en las largas pausas isleñas. Ahí conoció, por  ejemplo, a Domingo Vico que “vivía  adentro  del  arroyo  Cuzco, que va a salir a una de las zonas más apartadas y solitarias del Bravo. En  ese arroyo  era  el  único  poblador. Vino a las islas a los 20 años, allá por 1904 (…). Criollo de pura cepa y entrerriano por añadidura, una vez, conversando, descubrimos que su padre, antiguo "jordanista", y mi abuelo paterno, entonces diputado nacional por Corrientes, habían luchado en bandos contrarios, allá por el año 1871, en la batalla de Ñaembé, un lejano episodio de la historia nacional ocurrido cuando López Jordán, después de asumir la responsabilidad del asesinato del general Urquiza y ponerse al frente del gobierno de Entre Ríos, levantó en armas a esta provincia contra las autoridades de Buenos Aires, que lo desconocieron, e invadió —siendo derrotado en la mencionada batalla— la provincia de Corrientes, de la cual, en ese mismo año, mi abuelo fue gobernador. Entre tantos plantadores extranjeros en las islas, por nuestra nacionalidad, casi constituíamos una excepción”.
Liborio murió a los 101 años  en 2003, solitario y con tal lucidez que unos años antes, en 1998, se había dado el lujo de publicar “Cien años de letras argentinas".

Fuentes: 
- http://www.lanacion.com.ar/518063-fallecio-liborio-justo-literato-e-historiador
- Garra, Lobodón, Río abajo (El drama de los montes y los esteros de las islas del Ibicuy), Colección Tatú, Ed. Schapire, Bs. As., 3 Ed. 1968.
- Galasso, Norberto, La izquierda nacional y el FIP, Biblioteca Política Argentina Nº 8, CEAL, Bs. As, 1983. 
*Publicado originalmente en revista Orillas

12/8/17

Las cuarteleras*

Por Rubén Bourlot

Mujeres sacrificadas que hacían patria con lo que tenían a mano. No eran mujeres soldados, no portaban lanzas ni trabucos pero cumplían una función fundamental. Eran las cuarteleras, soldaderas, compañeras fieles de los bravos montoneros de las guerras de la independencia, de las luchas intestinas y de las campañas contra los indígenas.
Desconocidas, ocultadas o biografiadas encubriendo sus orígenes para “adecentarlas”, aún no está reconocido plenamente el papel de las mujeres en el proceso de construcción de nuestra nacionalidad. Sólo son reivindicadas las mujeres “de salón”, y alguna que otra que por azar alcanzó trascendencia, como La Delfina, Tadea Jordán o Juana Azurduy. Pero a las más, motejadas como de mal vivir, se las prefiere ignorar.
Dibujo ideal de La Delfina
El general José María Paz, un jefe unitario que anduvo por Entre Ríos, cuenta en sus memorias que era habitual la existencia de mujeres siguiendo a retaguardia de los ejércitos. “Muchas veces se repartieron a la tropa efectos de ultramar, finos, y particularmente las mujeres, a quienes se daba el gracioso nombre de patricias, tuvieron su parte en ellos. Me han asegurado que se les distribuyeron pañuelos y medias de seda (…).” Y agrega: “Las mujeres son el cáncer de nuestros ejércitos; pero un cáncer que es difícil cortar, principalmente en los compuestos de paisanaje, después de las tradiciones que nos han dejado los Artigas, los Ramírez y los Otorgués, y que han continuado sus discípulos, los Rivera y otros.”
Distinto era el trato que Urquiza le daba al asunto, nos informa el mismo Paz. “No eran así seguramente los ejércitos que mandaba el general Belgrano, y últimamente nos ha dado un ejemplo Urquiza, que hizo su invasión en 1846 a Corrientes, sin llevar en su ejército una sola mujer. Esto le daba una inmensa economía en caballos, víveres y vestuarios, al paso que facilitaba la movilidad y el orden en todas sus operaciones (…). Su campaña estaba calculada como de corta duración, y no le fue difícil persuadir que dejasen las mujeres en su campo del Arroyo Grande, a donde no habían de tardar mucho en volver.”

Melchora Cuenca en un daguerrotipo
Artigas propició esa práctica, según relata el autor citado. “Cuando la guerra del Brasil, oí un día contar al general don Frutos Rivera que, encontrándose Artigas en no sé qué situación crítica que se hacía más afligente por la extraordinaria deserción de los soldados, que les era imposible contener, se le ocurrió entonces un arbitrio que propuso a Artigas, quien lo adoptó y puso en práctica con el mejor suceso. Consistía en traer algunos cientos de chinas para distribuir a los soldados.”

Zitarrosa les canta:
Sufrió y sudó en los caminos
enancada, en carro, a pie
y, a lo más, un parte dijo:
ayer murió una mujer.

El propio caudillo oriental se casa con una lancera paraguaya, Melchora Cuenca, que les dio sus hijos Santiago y María. Pero a Artigas no le duraban las mujeres, y cuando derrotado decide marchar al exilio paraguayo, Melchora se queda por acá, en nuestra provincia con sus hijos. Perseguida y sin recursos en 1829 se casa con José Cáceres. Se dice que muere en Concordia en la década de 1860.
También en la llamada “frontera” sur, en ese impreciso territorio donde se iba diluyendo la “civilización” para dar paso a los dominios de las tolderías de indios, la mujer fue una pieza fundamental para “arraigar” al soldado.
Las cuarteleras según Juan Manuel Blanes
Las “fortineras”, junto a la india y la cautiva fueron las mujeres prototípicas que habitaron esas soledades atravesadas por vientos helados. Eran parte de ese ejército, eran sometidas a los mismos deberes aunque no les asistían los derechos, que sí tenían los soldados, como la paga, los ascensos y el premio de leguas de tierra en compensación a los servicios prestados. Y esas fortineras muchas veces terminaban sumándose al batallón de cautivas entre los indios.
El Ejército de los Andes también tuvo sus mujeres con la expresa autorización de San Martín, para que acompañaran a sus maridos. En este caso se suponía que eran las esposas de los soldados y no simples queridas, como les decían.
Otro ejemplo es el de Josefa Tenorio, una esclava negra, que pidió al general Gregorio Las Heras que la dejara combatir. Este la aceptó y la mujer hizo la campaña como agregada al cuerpo del comandante de guerrillas Toribio Dávalos. Aspiraba obtener, también, su libertad personal. No se sabe si lo consiguió, aunque San Martín la recomendó para "el primer sorteo que se haga por la libertad de los esclavos".
Dejando las familias
A la clemencia de Dios,
Y andaban los años enteros
Encima del macarrón!
Escribía Hilario Ascasubi.

En nuestra provincia está el caso de la romántica historia entre Francisco Ramírez y La Delfina, esa mujer misteriosa que un día apareció en la vida del caudillo y se lo llevó a la tumba, según una de las versiones tradicionales. La mujer también conocida como María Delfina según el acta de defunción, era de origen portugués (hoy sería brasileña) y habría arribado a las cercanías de Concepción del Uruguay siguiendo como soldadera a las montoneras de Artigas. Otras versiones la dan como prisionera tomada en la frontera portuguesa. El destino quiso que esa bella mujer cautivara al Jefe de los entrerrianos y pasara a ocupar un lugar destacado dentro de sus ejércitos, ya no como cuartelera sino como una dragona, mano derecha del que luego sería el Supremo Entrerriano, vestida con uniforme de oficial, casaca roja y ataviada con un sobrero “a la chamberga” decorado con plumas de ñandú.

Fuentes y bibliografía:
- Letra de canción de La Soldadera de Alfredo Zitarrosa
- Memorias del general José María Paz
*Publicado originalmente en la revista Orillas.

10/8/17

Tadea, mujer de mucha monta*

Por Rubén Bourlot

Tadea era una mujer de tomar las riendas. Madre y abuela de caudillos. Se dice que venía de una familia de alcurnia. Descendiente de inmigrantes malteses, había nacido en Buenos Aires. Su padre era un tal Antonio Jordán y Vértiz, hijo de Gonzalo Jordán y de Juana Tadea Magdalena Vértiz y Salcedo, hermana del virrey del Río de la Plata, Juan José Vértiz y Salcedo.
Tadea Jordán y su familia en el censo levantado en 1820
Tadea Jordán se casó con el comerciante paraguayo Juan Gregorio Ramírez. De su descendencia abundante el más notable fue José Francisco, al que después llamaron el Supremo.
El esposo era descendiente del Juan Ramírez de Velazco, Marqués de Salinas, gobernador del Tucumán y fundador de La Rioja, asegura Martiniano Leguizamón. Esos antecedentes le valieron para que el rey de España le conceda una suerte de estancia en el Partido del Tala, al norte del Arroyo de la China. Bien es sabido que por estos campos trotaban los bravos charrúas y guaraníes pero no los tenían amojonados y menos con papeles. Así que todo lo que no estaba cercado era propiedad “real” y disponible para regalar graciosamente.
Por esas vueltas del destino el paraguayo y la porteña se conocieron, y se casaron. Tuvieron tres hijos y ella enviudó en 1786.
Sola, con sus hijos pequeños, tuvo que montar el picazo y hacerse cargo del campo, lidiar con la peonada y organizar yerras, tropeadas y faenas. Y esto es tan cierto como que en el censo de 1820, mandado a levantar por Ramírez, Tadea figura con diez esclavos a su cargo.
En 1789 se vuelve a casar con Lorenzo López, inmigrante sevillano, herrero y comerciante. Tuvieron nueve hijos, y uno de ellos también heredó su espíritu levantisco, el conocido caudillo Ricardo López Jordán, padre a su vez del último rebelde del mismo nombre. En total Tadea procreó trece hijos, sumándole uno “natural” entre los dos matrimonios.
Lorenzo López levanta una vivienda donde actualmente se encuentra la Escuela Técnica “Ana Urquiza de Victorica”, que lleva precisamente el nombre de una de las nietas de Tadea.
Plano de la tierras de Ricardo López Jordán, hijo de Tadea
Producida la revolución de Mayo de 1810, los hermanos Francisco y Ricardo se plegaron a los revolucionarios. Doña Tadea no debió estar ajena a la preocupación de sus hijos y por alguna correspondencia se sabe que siempre estaba atenta para auxiliarlos con provisiones y mantenerlos informados.
En una carta a Ramírez de 1820 acusa recibo de “paños de mano y los mazos de tabaco que me mandaste…” y le ofrece el auxilio de “yo y tus hermanas (…) para lo que nos gustes mandar” y que su hijo Ricardo “me mandó el tercio de yerba”.
Para esa fecha ya había enviudado de su segundo esposo.

Rebelde y en prisión
Y sucedió que para 1821 Francisco, el Supremo Entrerriano, encontró la muerte en Río Seco, en los confines de Córdoba, perseguido por santafesinos y cordobeses. Y para reemplazarlo rápidamente es nombrado Ricardo López Jordán. Mala idea. El santafesino Estanislao López, que había colgado la cabeza de Ramírez al frente del Cabildo, lo proscribió y puso en su reemplazo, ya como gobernador, a Lucio Mansilla. Justo Mansilla, al que Ramírez y muchos entrerrianos sospechaban de haber traicionado la causa.
Pero los entrerrianos no se acobardaron. Desde Paysandú un grupo de partidarios del Supremo, entre los que se encontraban Gregorio Piris, Felipillo Rodríguez y seguramente la brava Tadea, en diciembre de 1821 intentaron desplazar al gobernador intruso. No lo lograron pero la semilla quedó latente.
Frente de la Escuela “Ana Urquiza de Victorica”, donde
estaba la residencia de los López Jordán
Meses después, López Jordán, Piris, Eusebio Hereñú, Juan Antonio Berdún, Anacleto Medina, Vera, los Calvento del Uruguay y la propia Tadea se complotaron para intentar nuevamente restablecer la autonomía provincial.
El conato se inició en el Arroyo de la China el 29 de mayo de 1822 pero fue sofocado rápidamente.
Los revolucionarios actuaron en las costas del Uruguay, siendo rechazados el 29 en su intentona de tomar a Concepción del Uruguay, y vencidos y dispersados dos días después en el Paso del Molino por el capitán Francisco Portes. Hereñú, a su vez, fracasó en su propósito de tomar a Gualeguaychú y debió retirarse, con la mayoría de los participantes, a la Banda Oriental. EI coronel Piris, que debía operar en el interior de la provincia, fue muerto de un balazo en las cercanías de Paraná, el  1° de junio. Mansilla, para demostrarles a los vecinos de Paraná lo que les podía pasar a los rebeldes,  ordenó el traslado del cuerpo a la plaza, donde se erigió un rústico patíbulo, con las mismas maderas que hace unos días habían formado parte de la tribuna para presenciar los festejos de la Revolución de Mayo, para colgar el cuerpo inerte del caudillo.
A Tadea no le fue mucho mejor. A esta mujer que ya pisaba los 60, el comandante militar de Uruguay, coronel Pedro Barrenechea, ordena ponerla en prisión y con esta medida los insurgentes pierden su agente de enlace y sería uno de los motivos del fracaso de la intentona.
No se sabe mucho más de esta valerosa mujer. Sólo que en 1827 fallece en su Concepción del Uruguay y sus restos sepultados con honres dentro de la iglesia.
  
Bibliografìa María del Carmen Miloslavich de Álvarez, Hace un largo fondo de años, C. del Uruguay, 1988.
*Publicado originalmente en la revista Orillas.

17/7/17

Urquiza, el normalista

Por Rubén Bourlot

Para el imaginario popular y para todo el andamiaje histórico construido desde el liberalismo, Domingo Faustino Sarmiento es considerado el “padre del aula”, el maestro por antonomasia, el fundador de escuelas, el que trajo a las maestras de maestras para edificar el normalismo en el país. Tal vez porque era un hábil publicista, polemizador y experto en el autobombo, supo construirse ese perfil que nadie se atreve a poner en tela de juicio.
Cada 11 de septiembre se exalta la figura del sanjuanino a pesar de las diatribas que se lanzan desde el revisionismo histórico, que no hacen mella en su rostro hosco y pétreo. No hay que quitarle méritos, a los 15 años fue maestro y con el tiempo llegó a presidente.
Para ser justos, la educación argentina sentó sus bases en el siglo XIX gracias al esfuerzo, la dedicación y la obsesión de personalidades que no siempre son puestas a la par del autor de Facundo. O por encima. No hay que olvidar que Nicolás Avellaneda como ministro de Instrucción Pública de Sarmiento fue el ejecutor sus proyectos, y luego como presidente continuó esa labor. Posteriormente participó activamente del  Congreso Pedagógico Sudamericano de 1882 y más tarde elaboró la ley de universidades. Y Juana Manso, esa gran educadora, amiga de Sarmiento, también sembró el país de escuelas. Y qué decir de las dos presidencias de Julio Argentino Roca, el impulsor del Primer Congreso Pedagógico, de la sanción de la ley de educación 1.420, que  tuvo vigencia por un siglo y el mismo que propuso durante su segunda presidencia, por medio de su ministro de Instrucción Pública - Osvaldo Magnasco -, readecuar profundamente las escuelas, rectificando muchos de los postulados de la ley original. Este último intento no pudo concretarse pero fue una interesante iniciativa de trocar la escuela universalista, enciclopédica y verbalista por instituciones de formación profesional y técnica que respondieran a las características y necesidades de cada región del país.

El normalismo de Urquiza
En Entre Ríos la figura de Justo José de Urquiza cobra relevancia nacional si analizamos su acción a la luz de una nueva interpretación del papel que tuvo con respecto a la educación. Se le reconoce el carácter de fundador del Colegio del Uruguay, el primer colegio laico de nivel secundario del país, pero en segundo plano queda la extensa labor que no se limitó a la fundación de un colegio. Las misma obsesión de Sarmiento pero tal vez anticipándose en tratar de instalar instituciones para formar maestros, de impartir educación vinculada a la producción como la incorporación de “chacras” anexas a las escuelas rurales y la instalación de una escuela pública para mujeres, una novedad en la primera mitad del siglo XIX. Pero lo que nos interesa subrayar es la idea que daba vueltas por su mente de instalar escuelas normales en Entre Ríos en la década del ’40, dos antes de que se fundaran los establecimientos impulsados por Sarmiento.
Fragmento de la carta de Galán a Urquiza
Como lo señala Antonino Salvadores en su historia de la instrucción pública, en 1948 Urquiza proyectó la instalación de dos escuelas normales, en Paraná y Concepción del Uruguay, que no pudo llevar a cabo por la falta de profesores. Recordemos que Sarmiento tuvo que contratar docentes de Estados Unidos para la instalación de las escuelas normales.
Sobre este proyecto hace mención el ministro general José Miguel Galán en una carta a Urquiza del 27 de octubre de 1848. En la misma le informa acerca del alquiler de la casa de Antonio Castro para el funcionamiento del frustrado Colegio de estudios preparatorios de Paraná. Y acota que “convencidos de que para obtener los importantes resultados que Ud. se promete de un decidido empeño por la educación pública, es necesario que ella sea uniformemente metodizada en todas las escuelas de la provincia: para conseguirlo debemos poner el mayor esmero en el establecimiento de la Escuela Normal de esta ciudad y la del Uruguay (…) Y agrega que “según los informes que me han dado el cura Vidal y el presbítero Erausquin no se podrá hallar un sujeto más a propósito para metodizar las dos escuelas normales que el presbítero Don José Delgado actual preceptor de la Escuela de Gualeguaychú.”
Si bien el proyecto no llegó a concretarse, recordemos que no es casual que las dos primeras escuelas normales del país se instalaron en Entre Ríos, la de Paraná en 1871 y la de Concepción del Uruguay en 1873.
Alumnas de la Escuela Normal de Uruguay en 1909
Entre otros aciertos, Urquiza tuvo la intuición de rodearse de eficaces colaboradores para la tarea educativa. En 1849 nombró nada menos que a Marcos Sastre como Inspector General de Escuelas quién redactó el reglamento de escuelas y escribió el libro “Anagnosia” para la enseñanza de la lectura. El coronel Manuel Urdinarrain también fue un activo colaborador en materia educativa que en 1948 organizó la enseñanza primaria en el departamento Uruguay. Con la creación del Colegio del Uruguay llegaron a Entre Ríos docentes de notable jerarquía como Alberto Larroque,  Jorge Clark, Vicente H.  Montero, Juan Manuel Blanes, Martín Ruiz Moreno, Lino Churruarín, Carlos Tomás Sourigues, Pablo G. Lorentz, Alejo Peyret, entre muchos otros.

Fuentes:
-       Salvadores, Antonino, Historia de la instrucción pública en Entre Ríos, Gobierno de Entre Ríos, Paraná, 1966.
-       Archivo General de Entre Ríos, Hacienda, Instrucción Pública.
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